[Ciudad de Halloween] El ataque del Boogieman

Alec Ocus, Xefil y Jhonny + Simbad y Lawrence

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Ronda 4

Notapor Drazham » Sab Jul 30, 2016 4:53 pm

Simbad y Xefil


¡Perdonaaa! ¡He escuchado que eras parte de la Guardia! ¡Estoy muy-muy interesado en los monstruos del cementerio!

Antes de que Simbad lograse ponerle freno a Xefil, ya era demasiado tarde. El grito del chico arácnido llego a los oídos del súcubo, girándose y abriendo los ojos de par en par al toparse con el dúo. Una amplia sonrisa se le dibujó en los labios y echó a volar a toda pastilla hacia ellos.

Un par de preguntas solamente, mil…

¡Qué maravilla! ¡Con que chicos tan guapos me he encontrado!

Ni siquiera dejó que Xefil se explicase. La mujer se echó encima de ellos con voz eufórica y dulce. Literalmente, pues lo primero que hizo fue ponerles la mano encima —no podrían zafarse de su agarre, ¡tenía una fuerza endiablada!— e inspeccionarlos con una mirada picarona. Con Simbad no estuvo mucho rato, pero con Xefil y sus patas se entretuvo bastante, zarandeándolas de un lado a otro como si fuesen de juguete.

Decidme, ¿me haríais un pequeñísimo favor? —susurró con un timbre engatusador. Habría sido más eficaz de no ser por la brusquedad con la que los manoseaba—. Estaba yo tan alegre buscando a un par de galanes para que posasen conmigo en el próximo número de Sustos y Glamour cuando…

¡Selena!

La diablesa pegó un chillido agudo y dio un salto en el aire. Los aprendices pudieron librarse de su agarre en ese momento, y de paso ver que alguien se les acercaba, abriéndose paso entre la multitud: una mujer que llamaba bastante la atención, ya fuese por las escamas azuladas que le cubrían el cuerpo, por su larga coleta rojiza, sus afilados dientes o el parche que le cubría uno de los ojos.

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Fuera como fuese, la chica anfibio miró con reproche al súcubo y bufó.

¡Lo tuyo no tiene remedio! Te dejo sola durante cinco minutos y ya te encuentro coqueteando por ahí. ¿No se supone que deberías estar vigilando la entrada al cementerio?

P-pero Adelle, si todo el mundo ya sabe que por ahí pululan esas cosas de ojos amarillos. Nadie va a ser tan tontaina como para entrar.

Para bien o para mal, Simbad y Xefil sabían de alguien que ya se les había colado por el cementerio. No obstante, ya podían darse por enterados y olvidarse de seguir a Lawrence con esas dos delante si no querían meterse en líos.

¡Además! —Selena bajó al suelo y posó sus manos en los hombros de los aprendices, esbozando una sonrisa orgullosa—. Estaba atendiendo a estos chicos que me preguntaban por los monstruos con los que estamos lidiando.

¿Ah, sí…?

Y por fin ambos tuvieron la oportunidad de explicarse ante ellas. Cuando de sus bocas salió la proposición de unirse a la Guardia Aullante y de ver a Morgana, las dos mujeres no pudieron evitar reaccionar. Selena pareció sorprendida, pero en el caso de Adelle era más bien suspicacia lo que se percibía en su semblante.

Hace poco un buen amigo mío… era una violinista, muy buen chico… fue atacado por esas bestias; y yo… simplemente no puedo quedarme de patas cruzadas y no hacer nada.

En mi caso ha desaparecido mi hermana menor y me gustaría hablar con Morgana para ver si sabe algo, ¿podríais ayudar...?

Oh, que trágico… —Se le escapó a Selena, afligida.

Sí, lo es… —Pero el tono de Adelle fue más bien ronco, lanzándoles una mirada llena de sospecha—. Vale, muchachos, me vais a perdonar si parezco desconfiada, pero… ¡Por mis branquias! ¿Sabéis cuantas personas, aparte de nosotras dos, quieren acercarse a Morgana? Nadie. No les culpo, conozco de sobra el carácter de mi jefa y los medios que emplea.

Es un poco… —Selena torció la boca y corrigió—: Un poco “bastante” cascarrabias. Pero te acostumbras rápido.

Y sí, bueno, no voy a negar que nos vendría bien un poco de ayuda con todo este asunto de los monstruos. De todas formas, Morgana está ahora mismo investigando por otra zona. Si de verdad queréis hablar con ella, tendréis que esperar a que termine la…

De pronto, salido de la nada, un grito de pánico irrumpió en la plaza. A ese le sucedió otro grito, luego otro, y otro… En resumidas cuentas, el caos no tardó en formarse entre la muchedumbre, que chillaba y se revolvía para huir despavorida o para señalar con urgencia un pequeño rincón de la plazoleta.

¡Son los monstruos! ¡Han venido los monstruos!

¡La Guardia! ¡¿Dónde está la Guardia?!

¡Dejad de empujar, que se me ha caído el brazo!

Llegó un punto en el que los aprendices y las dos ayudantes de Morgana pudieron discernir entre un corrillo que la gente abrió para alejarse de allí cuanto antes a cuatro siluetas. Dos de ellas revoloteaban en el aire con sus alas, mientras que las otras dos se desplazaban con movimientos lentos y ondulantes por culpa de sus largas extremidades. Que decir que sus ojos refulgían con un brillo ámbar tan conocido por Simbad y Xefil…

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¡Lo que nos faltaba! —Adelle siseó entre dientes.

¡Por fin un poco de diversión! ¡Vamos al lío, Adelle!

Selena se elevó de un salto y alzó el vuelo, entusiasmada, cargando contra las Gárgolas. Su compañera relinchó ante su alocada iniciativa. Con todo, chasqueó la lengua y corrió en dirección de los Osados Caballeros.

Era el turno de los dos Portadores. ¿Qué hacer en mitad de una plaza atacada por Sincorazón y en la que cundía el pánico?

***


Lawrence


Cual caballero protector, Lawrence salió en defensa de la niña armado con su guadaña. Gracias al Electro que le propinó a uno de los Fantasmas Farol, pudo atontarlo el tiempo suficiente para liarse a tajos con el otro y pulverizarlo en volutas negras sin siquiera darle oportunidad de contraatacar. Pero de eso ya se encargó el segundo Sincorazón tras recuperarse de la descarga, que tomó su venganza pegándole un arañazo a traición en la mejilla. Eso le dolería mañana.

Claro que no duró mucho ante el filo de Lawrence, y cayó de la misma forma que el otro. Sin liberar Corazón alguno; sin Llave Espada no había premio.

Oh, ¿y los fantasmas?

La pequeña, que se levantó del suelo, miraba con una expresión dubitativa a su alrededor. Más que aliviada, parecía extrañada de que los Sincorazón se hubiesen esfumado. De paso, Lawrence podría apreciar que no parecía herida y fijarse en un par de detalles más: su aspecto era sucio, muy sucio. Por el color de las manchas que poblaban su cuerpo, no estaba muy claro si eran de tierra… u otra cosa.

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Y en segundo lugar, un extraño peluche de un zorro con ojos saltones que sostenía entre sus brazos.

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¡Ahí va! ¡Un chico con cola! —A la niña se le iluminaron los ojos nada más percatarse de Lawrence y se le acercó, inspeccionándole con una chispa de curiosidad en la mirada—. ¿Vienes de la ciudad? Yo quería ir, dicen que están preparando una fiesta muy grande. Pero cuando iba de camino… ¡Ay, no! —Dio un respingo, como si se hubiese dado cuenta de algo, y agarró el brazo de Lawrence, dando pequeños tirones—. ¡T-tenemos que irnos! ¡Hay un tipo muy grande, muy pesado y con muchos brazos que no deja de…!

¡TE ENCONTREEEEE!~

Un potente bramido tronó en mitad del oscuro cielo, en donde Lawrence descubriría una figura alumbrada por la luz lunar que lo sobrevolaba y que se hacía más y más grande, acortando la distancia entre ellos por momentos hasta que aterrizó a unos diez metros de ellos cual meteorito y levantó una enorme polvareda. La muchachita ahogó una exclamación y agarró con más fuerza el brazo de Lawrence.

¿Pensabas que podrías escaquearte de mí, niñita? ¡Ja! Craso error. Ya no tienes escapatoria alguna, ¿y sabes por qué?

El polvo se disipó, dejando entrever una silueta enorme, arrodillada, que se alzaba con lentitud. Entonces pudo verlo: un hombre —más bien un auténtico mastodonte— que superaba los dos metros con creces, ataviado con un manto carmesí que le cubría de cintura para arriba y luciendo tres pares de brazos. Sí, un total de seis amplios y fornidos brazos; se llevó uno a la cara, ajustándose una aterradora máscara de lo que se asemejaba a un demonio del folklore oriental.

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¡Pues porque estoy a…! ¡EH! ¿Tú de dónde has salido? —El tipejo escupió, molesto, y señaló a Lawrence—. ¡Vamos, lárgate! Me estás chafando el plan. Se supone que esto es un secuestro clandestino y lejos de miradas ajenas.

¡Déjame en paz, acosador!

Sin dejar de aferrarse a Lawrence, la pequeña se escondió detrás de este y le lanzó una mirada recelosa al gigantón, quien exclamó de indignación y apretó los puños.

¡¿Y encima me quieres quitar mi presa que tantas horas llevo persiguiendo?! ¡Bueno, por eso sí que no paso!

El hombre dio un par de palmadas con sus brazos del medio y Lawrence escuchó un tintineo a sus espaldas. De darse la vuelta, se toparía con una reluciente barrera de luz que bloqueaba el acceso a la verja de salida del cementerio. Ya nadie podía entrar y, mucho menos, salir del allí.

Esto lo arreglo yo a la vieja usanza: a hostia limpia. —El secuestrador alzó una pierna y se mantuvo sobre la otra mientras movía todos sus brazos de manera exagerada y tomaba posición de combate—. ¡Venga, chaval! Te voy a enseñar que nadie le toca las narices al grandioso Gilgamesh.

Pues así estaban las cosas. Lawrence había pasado de dos Sincorazón de rango bajo a enzarzarse en un duelo con un supuesto secuestrador que más bien se acercaba a la definición de pirado. Un pirado que le sacaba casi un metro y con unos cuantos brazos de más con los que podría partirle como a una ramita.

Podía luchar, si así lo prefería. O pensar en otra estrategia distinta. Claro que también debía tener en cuenta que la barrera bloqueaba la verja, pero no el bosque que rodeaba el cementerio.

***


Alec


La joven bruja (al menos joven de apariencia, eso sí) miró con interés la lista que le mostraba Alec. Chasqueó los dedos y una suave corriente de aire se levantó alrededor del muchacho, llevándose el papel que tenía entre entre sus manos, todo para acabar en las de la dependienta de la tienda.

¿Nueva? —Enarcó una ceja ante la pregunta de Alec, aunque luego soltó una risa ronca y negó con la cabeza—. Ah, no. No se trata de eso. El Caldero Púrpura es un negocio que se traslada constantemente. Mi abuela, que es la dueña, va necesitando con el tiempo locales más grandes para guardar toda la mercancía. La verdad es que ya he perdido la cuenta de las veces que nos hemos cambiado en el último lustro.

La chica hablaba mientras revisaba de arriba abajo la lista, hasta que en cierto momento se le iluminaron los ojos, como si se hubiese dado cuenta de algo.

¡Eh, esta letra la conozco! Tú vienes de parte de Yami —declaró, señalando al brujo con aire divertido—. Esta mujer… Lleva una eternidad sin pasarse por aquí y va y me manda a un recadero para hacerle las compras. Dime, ¿sigue igual de risueña y con tantos pájaros en la cabeza como siempre?

Esto, Rowena… Si no te importa… —Sally la interrumpió, alzando el índice con timidez.

Uy, es verdad. Perdona, querida, aquí tienes lo tuyo. —La denominada Rowena volvió a convocar una ventolera con un gesto e hizo flotar el paquete que llevaba encima, para luego dejarlo caer con suavidad sobre los brazos de Sally—. Tu pedido mensual de Belladona. Listo para llevar al país de los sueños a ese cascarrabias de Flinkenstein.

»Aunque yo te recomendaría que dejases de drogarlo para escaquearte y cortases lazos con él si no quieres ser su muñequita para siempre. Sabes que mi abuela estaría encantada de tenerte en la tienda; tienes muy buena mano con las pociones.

Sally bajó la mirada al suelo, cabizbaja y afligida, y apretó el paquetito contra su pecho.

No es tan sencillo, Rowena. Yo no…

Rowena suspiro y se encogió de hombros.

Está bien, dejemos el asunto. A otro que tampoco es que sea mejor. —Se viró hacia Alec con una cara de pesadumbre—. Tengo malas noticias para ti, guapo. Apenas puedo darte un cuarto de los ingredientes de la lista por una sencilla razón: ladrones.

¡¿Os han vuelto a robar?!

Sí, querida. Si no eran suficiente esas cosas de ojos amarillos dando la tabarra por la ciudad, ahora tenemos hurtos —espetó con tono agrio y chasqueó la lengua—. Las de la Guardia Aullante están tan ocupadas con los monstruitos que nos tienen a dos velas. Y como esto siga así…

Rowena no pudo terminar de hablar por un golpe fuerte y seco que se escuchó de sopetón al otro lado de la puerta que llevaba a la trastienda. Frunciendo el ceño y mirando de reojo a Sally y a Alec, se acercó al portón y le dio dos golpecitos con los nudillos.

¡Abuelaaaa! —Alzó la voz—. ¿Ocurre algo?

Lo que ocurrió fue otro ruido, mucho más fuerte que el anterior. Esta vez, el sonido de varios cristales rompiéndose retumbó en la tienda con tal potencia que Sally y Rowena pegaron un bote de espanto. La segunda siseó entre dientes y, ni corta ni perezosa, abrió la puerta y cargó en su mano una amalgama de chisporroteos púrpuras que bailaban entre sus dedos.

Chico de Yami, sé que no debería pedirte esto, pero conociendo a la mujer que te ha mandado aquí, me imagino que sabrás defenderte. —Le lanzó una mirada fugaz, llegando a ver a tiempo que le guiñaba un ojo—. Si puedes echarme una mano, te compensaré con un buen descuento en la compra. Palabra de bruja.

Pues sonaba bien el trato, ¿no? Ahora bien, era cosa de Alec el aceptarlo o no. Además, de darle una respuesta afirmativa, tendría que plantearse cómo moverse por el almacén de la tienda para dar caza a los intrusos. Y por lo que la bruja le estuvo comentando, no sería un espacio muy pequeño. ¿Acompañaría a Rowena? ¿Irían por separado?

¿Y qué harían con la pobre Sally, aun petrificada del susto?

***


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Lo primero de todo, pediros disculpas por mi retraso. He tenido una semana bastante ajetreada con el trabajo y he tenido que hacer la ronda a trompicones.

También informo de que ya he recogido las fichas de cada uno.


Fecha límite: jueves 4 de agosto.
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Re: [Ciudad de Halloween] El ataque del Boogieman

Notapor xXOrbOOkXx » Mié Ago 03, 2016 11:11 pm

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¡Qué maravilla! ¡Con que chicos tan guapos me he encontrado!

Estuve a punto de dar la vuelta. Sí. Admitir que después de todo lo que me había encontrado, un súcubo era lo que más me aterraba y me ponía nervioso por partes iguales, era exagerar y un golpe tremendo en mi orgullo. Pero es que no pude evitarlo. En cuanto la mujer se nos abalanzó encima, se me pusieron todos los pelos como escarpias (al menos si los hubiera tenido). Intenté apartar sus traviesas manos más de una vez, pero fue del todo inútil. Por lo menos conmigo no se entretuvo mucho tiempo y encontró una mejor diversión en Xefil.

Decidme, ¿me haríais un pequeñísimo favor? —preguntó seductora. No. No. NO. ¡No le haría un puñetero favor a un súcubo! ¡Que antes se me tragase el quinto infierno!—. Estaba yo tan alegre buscando a un par de galanes para que posasen conmigo en el próximo número de Sustos y Glamour cuando…

¡Selena!

En cuanto aquella voz salvadora salpicó el silencio, el demonio saltó con un gritito. Algo acongojado decidí dar unos pasos hacia atrás. Solo por precaución. La siguiente criatura que se acercó a nuestra posición (y previsiblemente la que había lanzado el grito) no logré reconocerla, aunque tenía un aspecto que recordaba a alguna especie de algún animal marino.

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¡Lo tuyo no tiene remedio! —bufó, exhasperada—. Te dejo sola durante cinco minutos y ya te encuentro coqueteando por ahí. ¿No se supone que deberías estar vigilando la entrada al cementerio?

Suspiré aliviado. Por fin alguien con un mínimo de sentido común.

P-pero Adelle, si todo el mundo ya sabe que por ahí pululan esas cosas de ojos amarillos. Nadie va a ser tan tontaina como para entrar.

Chasqueé la lengua. Lawrence podría estar en un gran peligro si los Sincorazón eran muy poderosos. Miré a Xefil de reojo.

¡Además! —Bajó de su vuelo y posó una de sus manos en mi hombro y la otra en la del arácnido—. Estaba atendiendo a estos chicos que me preguntaban por los monstruos con los que estamos lidiando.

¿Ah, sí…?

Entonces nos dejaron explicarles la sutil mentira. Debo admitir que Xefil tampoco lo había hecho tan mal como anteriormente le había achacado porque parecía, en cierta forma, que había surtido efecto. El súcubo nos miró con compasión, sin embargo, la otra, Adelle, parecía más reacia a confiar en nosotros.

Sí, lo es… —comezó la mencionada con los ojos ligeramente entornados—. Vale, muchachos, me vais a perdonar si parezco desconfiada, pero… ¡Por mis branquias! ¿Sabéis cuantas personas, aparte de nosotras dos, quieren acercarse a Morgana? Nadie. No les culpo, conozco de sobra el carácter de mi jefa y los medios que emplea.

Es un poco… color=#FF0080]Un poco “bastante” cascarrabias. Pero te acostumbras rápido.[/color]

Porque no conocéis a Alexis... —susurré para mí mismo y para Xefil.

Y sí, bueno, no voy a negar que nos vendría bien un poco de ayuda con todo este asunto de los monstruos. De todas formas, Morgana está ahora mismo investigando por otra zona. Si de verdad queréis hablar con ella, tendréis que esperar a que termine la…

Pero de pronto todo se torció irremediablemente. Un grito rasgó la plaza, que desató un incendio de pánico histérico. En milésimas saqué mi guadaña y la enarbolé, preparado para actuar. La gente se congregó en un río trepidante de gente que corría en histeria pura, señalando hacia un lugar en concreto, donde unos ojos ambarinos tan conocidos destacaban sobre la negrura de su piel. Los Sincorazón habían aparecido.

¡Son los monstruos! ¡Han venido los monstruos!

¡La Guardia! ¡¿Dónde está la Guardia?!

¡Dejad de empujar, que se me ha caído el brazo!


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Miré a las muchachas con la fiera determinación en mi mirada y luego a Xefil con una sonrisa elocuente.

¡Estamos hechos para la Guardia! —exclamé sujetando la poderosa arma—. Os lo demostraremos.

A continuación ellas se lanzaron también a la batalla. Seguí a la mujer pescado porque no me gustaba nada la cercanía del súcubo, haciendo un gesto a Xefil para avisarle de que yo me encargaría de los terrestres.

El que primero se me cruzara en el camino, lo arremetería con un Aturdidor, y con este noqueado, lanzaría un Perla al segundo, intentando por supuesto, no dañar a mi compañera de pelea y coordinarme con ella en todo lo posible.

A continuación al que le había lanzado el hechizo le arremetería con una estocada, y en cuanto el otro se recuperase, volvería a azotarle con la guadaña. Mientras tanto vigilaba en los alrededores. Si los Sincorazón estaban allí y no en el cementerio era porque algo había cambiado, ¿no?


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▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] (Fuerza: 12) Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.
▪ Perla (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4] Ataque básico de elemento Luz. Proyectil de luz lineal en forma de esfera, con muy pocas probabilidades de cegar al enemigo
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Rol:

Ficha

Wiki

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: Ronda 4

Notapor Shiroe » Mié Ago 03, 2016 11:33 pm

Realicé un suspiro cansado ante la caída del último sincorazón. Uno de ellos me había dejado una marca en la mejilla derecha, de la cual brotaban unas irritables gotas de sangre.

Oh, ¿y los fantasmas? — Dijo la niña, a lo que me voltée a mirarla y pude contemplar el pobre aspecto en el que andaba. Mejor no mencionar de qué parecían las manchas que tenía a su alrededor, más ese extraño y diabólico peluche que sostenía en sus manos.

Se han ido, no te molestarán más. — Dije sonriéndole y con un tono suave. Por suerte no parecía estar herida.

¡Ahí va! ¡Un chico con cola! — Suspiré, parece que incluso en mi ciudad natal era extraño ver a una persona con cola, igual se sentía adorable que viniera de una chiquilla, quien se acercó con suma curiosidad. —¿Vienes de la ciudad? Yo quería ir, dicen que están preparando una fiesta muy grande. Pero cuando iba de camino… ¡Ay, no!— Se asustó y me tomó del brazo.

¿Qué pasa? ¿Por qué tan asustada?— Me abajé y apoyé en mi rodilla derecha para quedar a su altura.

¡T-tenemos que irnos! ¡Hay un tipo muy grande, muy pesado y con muchos brazos que no deja de…!

¡TE ENCONTREEEEE!~

¡¿Eh?!— Me puse de pie rápidamente, alertado, mirando a la dirección de donde provenía la voz —aún no había desmaterializado la guadaña.

Bañado por la luz de la luna, llegué a ver una silueta que descendía cada vez más y más rápido, mientras que mi visión me engañaba por la distancia.

En segundos, se estrelló contra el suelo. Y digo estrellar porque no fue una descendida muy suave que digamos... No pude hacer más que taparme los ojos con mi manga, pues gran polvo había levantado, tampoco quería que se me ensucieran los lentes ni nada por el estilo (Es una cosa de vida o muerte limpiarlo en las mañanas, ¿si ves?)

Podía sentir mi brazo apretado: La adorable chiquilla estaba aferrada a mi como si su vida dependiese de ello. Algo malo se acercaba.

¿Pensabas que podrías escaquearte de mí, niñita? ¡Ja! Craso error. Ya no tienes escapatoria alguna, ¿y sabes por qué? — Dejé de taparme la vista y contemplé como se formaba de a poco una figura entre todo el polvo.

Un hombre gordo (Porque hay que ser sincero) pero sobre todo alto, con tres brazos (¿quizás un arácnido?) con una máscara más fea y fuera de moda que la del coco.

¡Pues porque estoy a…! ¡EH! ¿Tú de dónde has salido?

No, ¡TÚ de dónde has salido! ¡¿Qué es lo que quieres?!

¡Vamos, lárgate! Me estás chafando el plan. Se supone que esto es un secuestro clandestino y lejos de miradas ajenas.

¿Plan? ¡¿De qué estás hablando?!

¡Déjame en paz, acosador! — La chiquilla no hizo más que ponerme detrás de mi.

¡¿Y encima me quieres quitar mi presa que tantas horas llevo persiguiendo?! ¡Bueno, por eso sí que no paso!

El hombretón aplaudió un par de veces, a lo que un sonido detrás mío llamó mi atención. Una especie de barrera transparente había tomado forma en la entrada de la puerta, era idéntica a la vez que estuve en el País de los Mosqueteros.

Ciertamente, no todo individuo puede crear una barrera así de fácil, éste tipo era duro y sus músculos (y gordura) lo demostraban.

Esto lo arreglo yo a la vieja usanza: a hostia limpia. ¡Venga, chaval! Te voy a enseñar que nadie le toca las narices al grandioso Gilgamesh.

Las ideas se entrelazaban entre sí en mi cabeza, todo siendo procesado en cuestión de pocos segundos. Si podía ser una locura pelear contra el sujeto, también tenía a un objetivo que defender, lo cual me ponía en suma desventaja.

Tenía varias opciones, o no sé si poder llamarlo opciones, más bien debía elegir una sí o sí. La única manera de salir ileso de esta era en realidad una de las más peligrosas: escapar por el bosque. Y digo peligrosa por mis propias palabras al inicio de este viaje. Todo esto pensando en cuestión de muy pocos segundos.

No lo dudé ni un instante: Desmaterializaría mi guadaña, cargaría a la chiquilla a modo caballito sobre mi espalda y correría en cualquier dirección cercana que me sacara fuera del cementario hacia el bosque, saltando la verja si había alguna y sin importar llevarme otro raspón.

Así, si fuera esto exitoso, me limitaría a correr a lo más profundo del bosque intentando perder a semejante criatura entre los árboles y oscuridad del bosque.
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CHESU-BAN O HIKKURIKAESU!!

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(Antes me había salido Aeris pero lo actualicé)
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Cronología

Prólogo
[Ciudad de Halloween] Donde la oscuridad acecha
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Tramas:
[País de los Mosqueteros] Todos para uno
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[Ciudad de Halloween] El ataque del Boogieman
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Re: [Ciudad de Halloween] El ataque del Boogieman

Notapor LightHelco » Dom Ago 07, 2016 4:51 pm

La bruja me explico lo de la tienda, aun así me seguía resultando raro no conocerla si vendía ingredientes para pociones. También me extrañaba que no le sonara para nada, pensaba que los miembros de mi familia eran conocidos por la gran mayoría de nuestra especie y más si tenías en tu expediente accidentes como hacer volar la fuente de la plaza unos días antes de Halloween.

A la que si parecía conocer y además por ser cliente habitual era Yami, nunca me imaginé que la mujer se paseara por este mundo e hiciera amigos, aunque no es que las gentes de Ciudad de Halloween fueran bordes, solo una minoría. Que rabia daba conocer a esa minoría.

Esta mujer… Lleva una eternidad sin pasarse por aquí y va y me manda a un recadero para hacerle las compras —. Técnicamente no era su recadero, simplemente aprovechaba la misión para hacerle el favor —. Dime, ¿sigue igual de risueña y con tantos pájaros en la cabeza como siempre?

Chocobos más bien, pero si, sigue en sus mundos de plumas amarillas y jazmín —respondí con una risilla.

Sally nos interrumpió ya que después de todo, a ella la estaban atendiendo antes que a mí, por lo que insistió a la bruja, Rowena como la muñeca la había llamado, que le entregara su pedido. Por lo que comentó Rowena, Sally había ido a por Belladona, una planta muy conocida por la zona debido a que servía para hacer potentes somníferos. No tardé mucho en descubrir que era para el Doctor.

Yo estoy con ella —señalé metiéndome en la discusión —. El Doctor puede ser un genio, pero no se merece ni que le des los buenos días, Sally. Si algún día quieres dejarle, podemos dejarte estar en nuestra casa, yo nunca estoy y la villa ya era lo suficientemente grande para dos personas y dos gatas, imagínate ahora que solo quedan la mitad —le ofrecí a Sally con una sonrisa, fijo que a mi madre no le importaba tener un poco de compañía aparte de mis tías.

Aunque se tuvo que dejar el tema de lado ya que la mujer se sentía incomoda al hablar de esos, por lo que la bruja volvió a atenderme.

Tengo malas noticias para ti, guapo —¿Era necesario que siguiera llamándome eso? —. Apenas puedo darte un cuarto de los ingredientes de la lista por una sencilla razón: ladrones.

¿Ladrones? ¿En esta ciudad y contra una tienda regentada por brujas? Vale, quería conocer al suicida que lo había intentado, porque la última vez que alguien fue a robarle a la tía Vicencia… el ladrón aun sigue adornando el escaparate.

Y lo peor es que a esos ladrones se les sumaban los ataques que ahora realizaban los Sincorazón por toda la ciudad. Desde luego no era una buena época para venir de visita, menos mal que estaba por una misión. Rowena también mencionó a una tal Guardia Aullante, pero no pudo decir mucho más cuando se escuchó un fuerte golpe seco proveniente de la trastienda.

¡Abuelaaaa! ¿Ocurre algo?

Miré a Ilana de reojo, la gatita subiéndose rápidamente al mostrador en caso de que algo derribara la puerta. Llegó a erizársele el pelaje cuando al primer golpe lo acompañó un segundo más fuerte y con algo cristalino rompiéndose al fondo.

Sincorazón” me dije a mi mismo empezando a reunir energía para crear un hechizo Piro.

Rowena tampoco pareció intimidarse por aquellos ruidos, y cargando ella misma un hechizo, abrió la puerta al almacén.

Chico de Yami, sé que no debería pedirte esto, pero conociendo a la mujer que te ha mandado aquí, me imagino que sabrás defenderte. —. Asentí, justo a tiempo para ver cómo me guiñaba el ojo… aquel día no iba a acabar bien—. Si puedes echarme una mano, te compensaré con un buen descuento en la compra. Palabra de bruja.

Tengo bastante dinero para comprar tres veces lo que hay en esa lista, no es necesario el descuento —decliné la oferta, ya que si ayudaba era porque tanto Rowena como Sally eran habitantes de mi mundo y mi deber era protegerlo, además de una buena forma de demostrarle a mi raza que ya no era una vergüenza para esta —. Rowena, antes de entrar, en caso de que estemos ante esos monstruos de ojos amarillos.

Alargué la mano llamando a Naipe Mágico. La espada acudió materializándose al instante y dejando que las dos mujeres pudieran verla. No era dado a usar a Naipe, pero en esta ocasión creo que su presencia iba a ser de mucha ayuda.

Esta espada es como un imán para esos monstruos —les expliqué a la vez que Ilana se adelantaba un poco para poder reconocer el terreno —. Si la ven, irán todos a por ella, si eso ocurre, Rowena, quiero que cojas a Sally y tu abuela y abandonéis la tienda inmediatamente mientras van a por mí. En caso de que sean ladrones, simplemente los quemamos al más puro estilo Ocus —Acompañé aquellas últimas palabras terminando de crear una bola de fuego en mi mano.

Esperando que las dos entendieran el plan, me adentré al interior del almacén siguiendo a Ilana, la gatita iba a ser la que mejor se pudiese mover por el lugar sabiendo lo pequeña que era y nosotros como brujos tampoco íbamos a tener muchos problemas para luchar ya que solo necesitábamos un objetivo y dispararle, aun así íbamos a tener cuidado de que los posibles Sincorazón que hubiese dentro no nos atacaran de improviso, ya que aunque portara a Naipe, a saber si veían más apetecible el corazón de Sally.
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Re: [Ciudad de Halloween] El ataque del Boogieman

Notapor Zee » Mié Ago 10, 2016 8:43 am

Poco después de alzar los brazos e intentar llamar la atención de la diablesa, sentí un fuerte tirón en una de mis patas de araña. Seguidamente, Simbad me jaló hasta donde él estaba, acercándome a su rostro como si fuera a decirme algo. El arrastre me tomó por sorpresa y me hizo algo de daño, provocando que soltara una maldición entre dientes.

Escúchame arácnido —me dijo, con su voz destilando desagrado de pronto y sugiriendo conflicto. Mi cabello se erizó de súbito y mis ojos empezaron a arder un poco—. El plan me parece bien: llegar hasta la jefa e interrogarle, lo he pillado. Pero esa cosa es un súcubo. Un puñetero súcubo que lo primero que hará será comernos el alma si puede con sus trucos, así que ojo avizor, tú que tienes más de dos.

Sus manos me soltaron tan pronto como se habían asido de mí, mientras él remendaba su expresión para pasar desapercibido ante “el súcubo”. A manera de respuesta, deslicé una de las mías propias bajo su capucha y rodeamos sus dos costillas inferiores con nuestros dedos, asegurándome que mis pequeñas garras de insecto estuvieran fuera. Apreté con poca fuerza, sólo lo suficiente para que sintiera el contacto de mi piel contra su hueso. Como si fuéramos a dejarlo salirse con la suya… Mis ojos se encendieron rojos de ira, y antes de saber lo que estaba ocurriendo, Jessamine acopló su voz con la mía mientras ambos replicábamos:

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Y lo solté. En otra ocasión, habría retrocedido al instante, cubriéndome los labios con la mano como si hubiera escupido veneno. Pero no aquella vez. Su voz había estado justo detrás de la mía, como si dos personas hubieran hablado al mismo tiempo. Y la frase había salido de forma tan natural, al igual que mi actitud desafiante y colérica, sin siquiera razonarlo. Mi mente no había sentido la amenaza de la Locura, no como antes, simplemente la había aceptado como si fuera un proceso natural…

De alguna forma, no me molestó tanto. Como si una parte de mí ya lo hubiera estado esperando. De hecho, pronunciar aquellas palabras, entregándome por completo a su influencia, se sintió como saborear un dulce caramelo. Fue una sensación bastante... relajante. Lo más razonable sería estar asustado, pero si Jessamine y yo compartiendo un cuerpo sin restricción alguna iba a ser normal desde ese momento en adelante, tal vez era tiempo de acostumbrarme a las consecuencias.

Aun así, por el bien de Simbad, intenté pretender que no había dicho nada de importancia.

¡Qué maravilla! ¡Con que chicos tan guapos me he encontrado!

La voz del súcubo fue dulce y mortífera, como el encantador olor de una fatal belladona. Todas las palabras que rondaban mi mente desaparecieron al instante; no pude explicar nada de lo que tenía planeado: en su lugar, la diablesa descendió hasta nosotros y posó sus cálidas manos sobre nosotros. Sus uñas estuvieron a punto de clavarse en mi carne por la fuerza con la que me sujetaba. Comenzó a jugar conmigo, dedicándome miradas seductoras de vez en cuando, las cuales correspondí con la sonrisa más encantadora y abochornada que pude dibujar, aunque por dentro me moría de incómodo.

Decidme, ¿me haríais un pequeñísimo favor? —murmuró, intentando atraparnos con el hechizante tono de su voz. Lo único que nos sujetaba a la realidad y evitaba que cayéramos en sus encantos era la misma fuerza con la cual sus manos nos sujetaban—. Estaba yo tan alegre buscando a un par de galanes para que posasen conmigo en el próximo número de Sustos y Glamour cuando…

¡Selena!

Al momento en que alguien pronunció su nombre, la joven demonio nos soltó. Dio un respingo de alarma y retrocedió de golpe, alejándose de nosotros; al final, no pudimos escuchar qué necesitábamos hacer para la sesión de Sustos y Glamour. Simbad aprovechó para también echarse un poco para atrás, intentando evitar cualquier intervención posterior. Yo hice mi mejor esfuerzo de quedarme en mi sitio, manteniendo mi posición y sin mostrar señal alguna de preocupación.

Quien llegaba en ese momento era una mujer de, también, coloración peculiar. Pero en lugar de ser rosa, ella en su lugar era azulada; no tenía cuernos ni tatuajes, y en realidad, parecía ser la antítesis de la ya nombrada Selena. Mientras una tenía alas, la otra lucía aletas y escamas. Era, más o menos, un pescado con pies. El único de sus ojos, porque el otro iba parchado, miró de forma reprobatoria a Selena.

«Como que la conozco de algo…»

¡Lo tuyo no tiene remedio! Te dejo sola durante cinco minutos y ya te encuentro coqueteando por ahí. ¿No se supone que deberías estar vigilando la entrada al cementerio?

Hice una mueca. No me importaba el coqueteo mientras pudiese conseguir la información necesaria y, tal vez, acercarme a Morgana. Si aquella acuática iba a detener mi racha de suerte, lo lamentaría sobremanera. Me iba a quedar sin ideas para improvisar; no es que fuera muy bueno en ello, quién sabe si iban a tocarme dos oportunidades tan buenas como aquellas.

P-pero Adelle, si todo el mundo ya sabe que por ahí pululan esas cosas de ojos amarillos. Nadie va a ser tan tontaina como para entrar.

Ya ni siquiera me sorprendí al escucharlo. Con el testimonio de Selena y de la pareja de vampiros, ya quedaba claro que los Sincorazón habían tomado el control del cementerio. Si íbamos a dirigirnos a algún sitio, era allí. No obstante, con la dirección que nuestra misión había tomado, ya no tenía más remedio que convencer a aquellas comandantes que me presentaran a Morgana. Miré brevemente a Simbad, quien me hizo una expresión que no alcancé a comprender. ¿Se me había pasado algo por alto?

¡Además! —la súcubo volvió a bajar a donde estábamos nosotros. Comparada con Diana, su poder de seducción era una mala broma—. Estaba atendiendo a estos chicos que me preguntaban por los monstruos con los que estamos lidiando.

Aquella fue la oportunidad de explicarnos y lucirnos con las mejores mentiras que se nos pudieran ocurrir al instante. Mientras yo improvisaba una historia sobre otra araña que había sufrido un terrible destino e indicado que era la venganza lo que me mantenía en pie, Simbad optó por una opción más lastimera sobre encontrar a un pariente perdido. Selena parecía de verdad conmovida, pero Adelle era un hueso algo más duro:

Vale, muchachos, me vais a perdonar si parezco desconfiada, pero… ¡Por mis branquias! ¿Sabéis cuantas personas, aparte de nosotras dos, quieren acercarse a Morgana? —Miré a Simbad, como esperando una respuesta. Supuse que… ¿muchos?—. Nadie —Oh—. No les culpo, conozco de sobra el carácter de mi jefa y los medios que emplea.

¿Es muy mala? —pregunté.

Es un poco… —comenzó Selena, pero inmediatamente cambió de opinión—: Un poco “bastante” cascarrabias. Pero te acostumbras rápido.

Porque no conocéis a Alexis... —Me encogí de hombros.

Y sí, bueno, no voy a negar que nos vendría bien un poco de ayuda con todo este asunto de los monstruos. De todas formas, Morgana está ahora mismo investigando por otra zona. Si de verdad queréis hablar con ella, tendréis que esperar a que termine la…

El olor pútrido de la oscuridad hizo acto de presencia, unos instantes después de que vinieran los gritos de terror y preocupación, del sonido de la gente corriendo alrededor de la plaza, empujándose los unos a los otros… Una nube del color de la ceniza, apenas perceptible, apareció en un rincón de la Plaza de la Guillotina, y de ella empezaron a brotar Sincorazón. Dos tipos diferentes de bestias, dos de cada uno de ellos: del primero, un par de momias altas y alargadas, con amenazantes garras en las puntas de sus esqueléticos dedos; los otros dos, una especie voladora con un hocico que ocupaba casi todo su cráneo y unas alas de amplia envergadura.

¡Lo que nos faltaba! —Adelle siseó entre dientes.

¡Por fin un poco de diversión! ¡Vamos al lío, Adelle!

Sin darnos tiempo a actuar, las dos comandantes se lanzaron al frente, arremetiendo contra los Sincorazón. Como a Selena se le facilitaba enfrentarse a las gárgolas, teniendo ella también alas, Adelle se dirigió hacia las momias. Me lo pensé por un instante. ¿Debíamos pelear junto con ellas? No se suponía que nos exhibiéramos como portadores, pero no podía haber daño alguno en luchar sin Llaves, ¿verdad?

¡Estamos hechos para la Guardia! —gritó Simbad, levantando su guadaña. Yo, por otro lado, levanté sólo una ceja—. Os lo demostraremos.

El esqueleto apuntó con los dedos en dirección a los Sincorazón terrestres y echó a correr detrás de Adelle. Bien. Me dejaba lo complicado a mí. ¿Cómo iba a alcanzar a las gárgolas? No estaba seguro de que un Doble salto fuera suficiente, y mi única manera de llegar hasta arriba era el teletransporte.

Mejor que quedarse sin hacer nada, supuse.

Así que aunque corrí en dirección a las gárgolas y di un amplio salto hacia arriba, extendiendo mis patas hacia al frente como gigantescas garras, fue una Elusión Mágica la que me transportó hasta donde estaban los Sincorazón y Selena. Como me gustaba hacer siempre que tenía el factor sorpresa, reaparecí detrás y un poco por encima de mi enemigo, en el lugar justo para montarme en su espalda e inmovilizarlo. Rápidamente saqué mi cuerda de fibra de mi cinturón y le di varias vueltas alrededor del cuello y una de las alas de la gárgola, intentando atarlos con suficiente fuerza como para imposibilitar su vuelo.

Luego me sujeté con fuerza de ella y le clavé el talón en el costado en varias ocasiones, con mucha fuerza, intentando que perdiera el equilibrio y terminara por desplomarse al suelo, con mi peso completo encima de ella. El coup de grâce, si necesitaba alguno, sería un rápido corte con mi daga en el cuello de la bestia, intentando rebanarle su garganta o alguna de sus carótidas.

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¡Lamento mucho la larga tardanza!  Me mudé recientemente y, pues, bueno… Ni para qué hago el cuento largo: es un puot fastidio, en particular porque estuve varios días sin internet incluso después de ya haberme instalado. Pero ahora que todo está en orden, estoy seguro que no volveré a retrasarme tanto. Apologies! >_<
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Ronda 5

Notapor Drazham » Jue Ago 25, 2016 2:23 pm

Lawrence


Lawrence consideró su situación y no tardó en decidir que hacer: largarse de allí cuanto antes. La niñita no opuso resistencia al subírsela a la espalda de lo acongojada que estaba, y tras eso no tuvo más que salir por patas en dirección al bosque.

¡¡Pero bueno!! ¡Se supone que esto iba a ser un duelo! ¡¿Para que cuernos pongo yo una barrera entonces?!

Gracias a que Gilgamesh se había colocado en una posición tan estrafalaria e incómoda para el combate que tanto ansiaba, acabó por caerse de culo en el suelo con el sobresalto y no tuvo la oportunidad de salir corriendo tras la pareja. Lawrence pudo alcanzar el linde del bosque y colarse por los arbustos sin ningún percance, todo mientras los alaridos y protestas del gigantón se escuchaban con menos fuerza.

Puesto que no sabía por dónde tirar y el bosque no presentaba ninguna ruta que le guiase medianamente, al chico no le quedó otro remedio que correr sin rumbo alguno mientras atravesaba los matorrales y esquivaba los árboles y sus delgadas ramas que encontraba a su paso. La chiquilla, encaramada a su espalda como un mono, tiraba de su ropa para no caerse por el trote que llevaba. Podía escuchar su respiración entrecortada, muestra del miedo que estaría pasando la pobre.

Pero hasta ahí llegó su huida.

Lawrence no pudo ni verlo venir. Sin comerlo ni beberlo, una masa enorme le arrolló por el flanco izquierdo y lo mandó por los aires, dando varias vueltas de campana hasta que se chocó contra uno de los árboles. La niña chilló de espanto y también acabó rodando a ras de tierra tras el golpe.

¿Os creéis que os voy a dejar iros de rositas después de la paliza que me he pegado hoy?

Gilgamesh, habiendo surgido de la nada, avanzó con paso lento hacia donde yacía el cuerpo vapuleado de Lawrence y se crujió los nudillos de sus brazos superiores. Huir de semejante enemigo pareció la idea más sensata que pudo tener, pero tal vez no debió limitarse a solo correr.

Sin rencores, chaval, pero tengo tanta mala leche dentro que necesito partirle la cara a alguien.

El enmascarado estaba a un solo paso de Lawrence, preparando el puño para dejarlo caer sobre su rostro, cuando varios chasquidos se oyeron de detrás de los árboles y algo saltó a gran velocidad sobre su agresor. Gilgamesh exclamó de sorpresa y, en un visto y no visto, estaba tirado en el suelo, enredado en lo que parecían ser unas zarzas gruesas y con afiladas espinas.

¡Trampa! ¡Trampa! ¡¡Esto no vale!!

Silencio, bufón. Tu verborrea me da dolor de cabeza.

De detrás de un roble reseco salió una figura que destacaba por el tono bermellón de su capa y capucha que ondeaban al son del viento. Bajo esta se ocultaba nada menos que una mujer de piel cetrina y unos aterradores ojos del color de la sangre que se clavaron de inmediato en la pequeña.

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Así que tú eres la chiquilla a la que vieron salir de la guarida del cretino de Oogie…

La joven no hizo más que retroceder a rastras y encogerse de miedo. Ignorando por completo a Gilgamesh y su pataleta por no poder zafarse de las zarzas, la mujer avanzó con paso lento hacia ella, hasta que a mitad de camino se detuvo y miró con frialdad a Lawrence, más como si le resultase una molestia su presencia.

Tienes suerte de que no me pueda permitir malgastar mi tiempo en arrestaros a ti y a este idiota. Lárgate, antes de que cambie de opinión.

No se sabe cómo, pero Lawrence estaba yendo de lío en lío. Bien podía hacer caso a la mujer y salir de allí antes de que las cosas empeorasen. Si es que no quería seguir haciéndose el héroe y ayudar a la niña, aunque… ¿Acababa de mencionar que había salido de la guarida del mismísimo Oogie Boogie? Porque cualquiera en Ciudad de Halloween sabía que todo lo relacionado con ese individuo no traía nada bueno…

***


Simbad y Xefil


Cada cual se repartió entre los dos grupillos de Sincorazón. Por una parte, Simbad arremetió con presteza a uno de los Osados caballeros que no se vio venir su guadaña potenciada por el Aturdidor. Mientras que Xefil fue más directo y se encaramó a la espalda de una de las Gárgolas tras teleportarse.

Sin embargo, ambos pillaron desprevenidos a un enemigo, pero sus respectivas parejas no tardaron en contraatacar. El gitano se llevó un buen arañazo en horizontal de hombro a hombro antes de acertarle el Perla a su agresor. Xefil, en cambio, lo tuvo bastante crudo para usar el cuchillo cuando la otra gárgola le estaba clavando las uñas y tiraba de él con violencia para ayudar a su compañera.

Entonces, la caballería llegó. Una lanza de hielo siguió de cerca el hechizo que lanzó Simbad y atravesó con suma facilidad al Sincorazón. A la Gárgola le esperó un destino similar, pues su cabeza se separó de cuajo de su cuerpo cuando unas afiladas garras se la sesgaron brutalmente. Adelle soltó un grito de guerra y apoyó a Simbad invocando otra alabarda de hielo para rematar al Sincorazón que les quedaba, y Xefil pudo terminar la faena gracias a la intervención de Selena.

Con todo, como ninguno usó la Llave Espada, ningún Corazón fue liberado.

¡Entusiasmo no os falta, hay que reconocerlo! —Adelle soltó una sonora carcajada y le dio una fuerte palmada “amistosa” en la espalda a Simbad.

¡Y saben usar magia muy curiosa! ¿Cómo has hecho lo de aparecer arriba en un momento? —le preguntó a Xefil con la misma cara que pondría una chiquilla ilusionada.

Sin embargo, las celebraciones duraron poco. Justo cuando la muchedumbre pareció templarse tras la derrota de los Sincorazón, las chicas de la Guardia ahogaron una exclamación y bajaron la vista con espanto. Sin verlo venir, un charco que se asemejaba a la tinta apareció bajo sus pies y comenzó a trepar por sus piernas.

¡Qué demonios…!

Tanto Adelle como Selena trataron de moverse (o volar, en el caso de la segunda), pero sin conseguir resultado alguno. Estaban atrapadas.

¡Bueno, bueno, bueno! ¿Y esto que es?

De pronto, a todos los presentes de la plaza se les descompuso el rostro de terror nada más escuchar aquella voz grave y gangosa. Los dos enormes focos que apuntaban al escenario improvisado para el discurso del alcalde se encendieron y proyectaron la sombra de una forma amorfa, oronda y que les dedicaba una mueca retorcida.

De bajar la vista un poco, comprobarían que su propietario, allí presente, no era ni más ni menos era la viva imagen de ella: una criatura que parecía un saco de esparto viviente, con brazos, piernas y el rostro recortado en la tela.

¿Una reunión? ¿Y sin haber invitado al bueno de Oogie Boogie?

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Mierda, el saco de bichos

¡Tú! ¡¿Qué estás haciendo aquí?!

¡Oh, vaya! Pero si son las encantadoras niñatas de la “guardia esa” —Oogie escupió aquello último con agriedad, señalando con su muñón a las chicas—. ¿No está por aquí esa banshee rabiosa que tenéis por jefa? Qué lástima…

Adelle crispó el gesto de pura rabia e hizo ademán de conjurar una nueva lanza. No llegó a levantar apenas el brazo cuando un par de portales de oscuridad se abrieron en el aire y dos nuevas Gárgolas se posaron sobre la guillotina, vigilando a las mujeres con su vacía mirada. Estas no parecían tan desbocadas como los Sincorazón de antes, como si estuviesen bajo control…

¡Ah, ah, ah! Quietecitas las dos. Dejémonos de violencia innecesaria por un momento y centrémonos en lo que nos atañe, ¿queréis? —Juntó las manos y le dedicó a todos en general una amplia sonrisa perniciosa—. Veréis, ha llegado a mis oídos que vuestro querido rey de Halloween, Jack Skellington, se ha largado y os ha dejado con el culo al aire.

»¿No es así, Alcalde?

Oogie ladeó la cabeza hacia un lado del escenario, del mismo modo que hizo su gigantesca sombra. Sin embargo, lo extraño ocurrió en el momento que los movimientos de esta dejaron de concordar con su dueño y, finalmente, alargó el brazo sin que el otro hiciese aquel gesto. Su sombra tenía vida propia.

Y lo que cogió y arrastró hasta el centro del escenario fue un hombre bajito, cabezón y trajeado que se retorcía en el suelo. Apenas pudo oponer resistencia al estar maniatado y amordazado.

Y digo yo, si el rey actual ya no está, ¿por qué no nombrar a uno nuevo? —Oogie suspiró y se encogió de hombros. Su sombra, en cambio, le apuntó y asintió, dándole la razón—. Es justo lo que le propuse al señor Alcalde cuando me lo crucé de camino a la plaza, pero… Ya sabéis, me vino con la excusa de que él solo era un simple funcionario y blablablá…

El saco viviente puso un pie encima del hombrecillo y le miró con desaprobación, negando con la cabeza.

De modo que pensé en ser algo más “democráticos” y dejar que el mismo pueblo me eligiese a MÍ, —se dio una palmada en el pecho con orgullo—, como rey de Halloween. ¿Qué me decís?

Cómo no, la voz del pueblo no tardó en estallar y mostrar su indignación:

¡Vete al infierno, saco de liendres!

¡Hay que estar mal de la cabeza para elegir a un chiflado como tú!

¡Vas a desear no haber venido aquí en cuanto Jack vuelva!

Oogie, en cambio, no pareció mostrarse molesto por los insultos hacia su persona y se limitó a reír para sus adentros.

¿Para qué mentiros? Me imaginaba que tendría que recurrir a otros métodos para convenceros, así que…

Carraspeó y extendió su mano derecho a modo de exigencia. La única que respondió a su petición fue su propia sombra, que volvió a estirar el brazo para sacar algo de la parte trasera del escenario y dárselo en mano.

Un oxidado y arcaico taladro manual, con una afiladísima punta de metal al final de la rosca

Así están las cosas, Ciudad de Halloween. Si no queréis nombrarme por las buenas, me encargaré de quitarme la burocracia de en medio y desparramar los sesos del Alcalde por toda la plaza. —Le dedicó una sonrisa cruel al Alcalde—. Usted dirá, ¿empezamos por el ojo derecho o el izquierdo?

Y así fue como los ciudadanos entraron en estado de pánico y balbucearon entre ellos, sin quitarle la vista de encima a aquel maniático que se carcajeaba a pleno pulmón mientras hacía girar la manivela del taladro. Selena y Adelle se pusieron lívidas, incapaces de moverse del sitio por culpa del pegote negro que las retenía.

¿Qué harían Simbad y Xefil? La buena noticia es que Oogie se encargó de neutralizar a las chicas nada más, pero quedaba el asunto de los vigías Sincorazón. Si querían entrar en escena y ponerle fin a aquella locura, antes tendrían que pensar en algún modo de que las Gárgolas no alertasen al saco andante y les fastidiase cualquier oportunidad de sorprenderle.

***


Alec


Rowena espetó un “Oh” de asombro en cuanto Alec materializó su Llave Espada y se puso a estudiarla con atenta mirada, llevándose una mano a la barbilla.

Curioso artefacto el que llevas ahí. Creo recordar que Yami tenía uno parecido. —Meneó la cabeza por unos instantes y esbozó una mueca de conformidad—. En fin… conociéndola, no me extrañaría que de verdad atrajese a esas cosas.

Con su aprobación, el grupo entero cruzó el vano que daba al almacén de la tienda, con la gata de Alec en frente y Sally detrás de los brujos, encogida sobre sí misma y echando vistazos rápidos a su alrededor. Tal y como le dijo Rowena, Alec se encontró con amplios pasillos formados altas estanterías. La amalgama de olores que le llegó a las fosas nasales era sin duda del sinfín de frascos dispuestos por las repisas. La luz de la luna que se filtraba por las ventanas apenas alumbraba y dejaba ver su contenido, a excepción de algún que otro frasco que emitía un brillo fosforescente.

Estuvieron deambulando por los pasillos con paso cauteloso durante unos cinco minutos sin toparse con nada raro. Entonces, el rumor de un par de voces les llegó desde no muy lejos.

Oye, ¿estás segura de que esto es lo que nos tenemos que llevar?

Ya te he dicho que sí. ¡Y deja de romper cosas! Vas a hacer que nos descubran.

Alec notaría las palmadas que le estaba dando Rowena en el hombro y vería como le indicaba en silencio una dirección y que le siguiese. Según fueron avanzando, los cuchicheos se escuchaban cada vez más y más fuerte.

¿Y para que se supone que el Maestro Oogie quiere todos estos potingues?

Ni idea, pero me da igual. Seguro que tiene preparado algo muy divertido y cruel.

No fue hasta que cruzaron una esquina que llevaba a otro pasillo y encontrarse con los que estaban hablando a escondidas y el curioso percal que se habían montado.

¡Vosotros! —rugió Rowena nada más sorprenderlos con las manos en la masa.

¿Y quiénes eran? Pues dos niños bajitos que pegaron un bote de espanto con el grito de la chica y retrocedieron, aterrados. Uno de ellos iba de rojo y llevaba puesta una máscara con la cara de un diablo, mientras que la otra iba con un amplio sombrero de bruja. Alec no tendría complicación en reconocer a esos infames demonios de corta estatura que fastidiaban a todo el mundo con sus gamberradas: Lock, Shock y… ¿nadie más? ¿No se suponía que eran tres?

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¡T-te dije que necesitábamos a alguien vigilando! —protestó Lock con timbre urgente.

¿Y a mí que me cuentas? ¡De eso se encargaba siempre Barrel!

Un rápido vistazo bastó para comprobar que se traían entre manos los dos: múltiples fragmentos de cristal y charcos de vívidos colores esparcidos por el suelo, lo que debieron ser los ruidos de antes. También había un saco bastante grande, lleno hasta arriba de botes diversos. Y por último, pero más importante, en un rincón estaba maniatada y amordazada una anciana de pelo púrpura que se agitaba y lanzaba miradas de socorro a Rowena.

Los críos de Oogie, debí imaginármelo… —La bruja alzó una mano rebosante de descargas eléctricas y avanzó hacía los pequeños, amenazante—. Ya estáis largando por esa boca que os traéis entre manos.

Lock y Shock retrocedieron aún más al ver la peligrosa maraña de centellas violetas. Sin embargo, ambos clavaron sus ojos en el fondo del pasillo y, tras mirarse el uno al otro, soltaron una aguda risita.

¿Qué os hace tanta gracia?

Ooohh, ya verás… —siseó Shock.

Eso fue lo último que llegó a escuchar Alec cuando algo grande y pesado le atizó por la espalda y lo mandó de bruces contra el suelo. Rowena ahogó una exclamación y se volteó en dirección del muchacho, pero nada más hacer eso, una pequeña calabaza grisácea cayó cerca de ellos y desató una densa humareda que les cegó por completo.

¡Enanos del demonio! —voceó entre toses.

Eso no fue todo. Detrás suya oyeron un grito que, sin duda, debía de ser Sally. La cortina de humo solo dejó entrever a una corpulenta figura alzar con sus brazos a la que debía ser la muñeca remendada, pataleando y luchando por liberarse.

Entonces, el estruendo de otro cristal roto se volvió a escuchar, pero mucho más fuerte. Esta vez pareció tratarse de una ventana.

¡Rápido, cógelo todo y larguémonos de aquí!

Al mismo tiempo que se escuchaba por un lado a Shock gritar órdenes, en el opuesto se discernía a la misteriosa figura alejándose a toda velocidad con Sally. Rowena estaba demasiado aturdida todavía para actuar, mientras que a Alec se le presentaban dos opciones si actuaba con rapidez. ¿Ir tras los niños? ¿O salir detrás de quien se estaba llevando a Sally?

***


Fecha límite: Martes 30 de Agosto.
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Drazham
26. Umbrío
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Final

Notapor Drazham » Mié Oct 19, 2016 9:38 pm

Lawrence se quedó inmóvil, sin darle una respuesta clara a la mujer de rojo. Por su gesto hosco de la cara, no debió tomarse aquello muy bien. Sin embargo, el muchacho nunca llegó a descubrir que le hubiese hecho de no ser por los diversos chasquidos de portales abriéndose alrededor de ellos.

Los Sincorazón llegaron, cerca de una docena de Gárgolas que se lanzaron como hienas a por ellos. A la mujer no le quedó otro remedio que virarse y encarar a la más cercana, materializando un arco hecho de raíces. Por otra parte, Lawrence estuvo a punto de llevarse un zarpazo en la cara, pero en el último segundo sintió que algo lo levantaba en el aire y tiró de sus hombros con tanta fuerza que salió volando. Se fue alejando cada vez más, hasta que Gilgamesh, la mujer encapuchada y la niña se perdieron entre los árboles resecos.

Habría volado unos treinta metros hasta que cayó a tierra, a los pies de una figura que lo miraba con hastío.

Mira que os dije que no os acercarais a los guardias, joder. ¿Era tan difícil de entender?

Alexis deshizo con un gesto las volutas de magia que le quedaban en los dedos y agarró del brazo a Lawrence para levantarlo. Sin siquiera dejarle hablar, tiró de este y se lo llevó por donde se podía oír el rumor del agua; la ciudad no debía quedar muy lejos de donde estaban.

Lo que ocurrió con la chiquilla y los demás, ya no lo pudo saber.

***


Pese a que Simbad y Xefil se quedaron inmóviles frente a las amenazas de Oogie, la noche pudo salvarse. Pese a estar inmovilizada en el sitio, Adelle aprovechó un despiste de las Gárgolas, las cuales desviaron sus miradas al dúo de Portadores al reconocer su presencia, y destrozó el taladro de Oogie con una certera lanza de hielo.

El desconcierto del villano fue más que suficiente para que las dos guardias se liberasen de sus ataduras y enfrentasen a los Sincorazón que ya se abalanzaban sobre ellas. Fue la distracción suficiente para que Oogie se llevase las manos a la boca y sacase de su interior un objeto esférico por el que correteaba algún que otro bicho. La lanzó a sus pies, y una inmensa cortina de humo engulló el escenario.

Para cuando se disipó, Adelle y Selena ya habían despachado a los Sincorazón, pero lo único que se pudo ver sobre el escenario fue al Alcalde, aun maniatado y amordazado.

Ni rastro de Oogie Boogie.

***


Antes de que Alec eligiese que hacer y se demorase más, Rowenna decidió por él cual era la prioridad: un relámpago violeta surgió de sus dedos e impactó en la espalda del secuestrador de Sally. Hubo un sordo sonido metálico antes de que la muñeca se escurriese de la chepa de aquel mastodonte, quien logró escabullirse entre las penumbras con paso acelerado.
Rowenna se adelantó para acudir a donde estaba Sally, la cual no parecía haber sufrido daños. Lo mismo se dio con la anciana que debía ser su abuela, ya desatada y frotándose los brazos entre refunfuños.

Pero, claro, nadie fue tras Lock y Shock. Les había dado tiempo suficiente para escabullirse con lo poco que habían robado del almacén. Ya nada podían hacer.

***


Tarde o temprano, y tras deambular un rato (unos más que otros), los Portadores acabaron por las cercanías de la Plaza de la Guillotina, justo por dónde les dejó el Portal que abrió Yami. Xefil y Simbad, los primeros en llegar, no tuvieron ocasión de intercambiar más preguntas con Adelle y Selena, pues a ambas no les quedó otra que despacharlos por la de trabajo que les esperaba para calmar a los civiles e iniciar una investigación tras el altercado.

Alec no tardó en encontrárselos, el cual tuvo que dejar a Rowenna y a su abuela para revisar cualquier desperfecto y encargarse de Sally. Su único consuelo fue una bolsa con los pocos ingredientes que tenían y necesitaba Yami como compensación por su ayuda.

Por último, Lawrence y Alexis llegaron, dando comienzo al intercambio de información por parte de todos. La chica zombie mostró una expresión huraña en cuanto el nombre de Oogie Boogie salió, pero eso fue todo. Con todos los testimonios y tras reconsiderarlo sus largos minutos, decidió que lo mejor sería dar por acabada la misión y regresar al castillo.

Según ella no iban a conseguir nada por el momento: todos en Ciudad de Halloween sabían que Oogie no daba más que problemas, pero también que era un cobarde y probablemente no saldría de su escondrijo hasta que las cosas se calmasen.

Así pues, los Caballeros materializaron sus gliders y emprendieron el viaje de vuelta a su hogar.

Spoiler: Mostrar
Pues no me queda otro remedio que dar la trama por finalizada.

Lo sé, los parones que he tenido por asuntos laborales han sido los culpables de que la trama se quedase a medias. Tan solo comentar que tenía unas cuantas cosas planeadas, pero debido a la falta de tiempo a mi mala gestión de este…

En fin, paso al reparto de PX

Lighthelco: 55 PX. ¡Subes al nivel 21!

Zee: 55 PX. Te quedas a 25 puntos para el siguiente nivel.

Orbook y Shiroe: extras.
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Drazham
26. Umbrío
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