[La Cité des Cloches] Santuario

Celeste, Bitron, Simbad, Saito y Dos

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Vie Nov 17, 2017 1:26 am

La explosión, ensordecedora, hizo eco contra las paredes de la catedral. En cuanto el humo se hubo disipado, el círculo se había roto y, con él, se había detenido el flujo de la oscuridad. El gigante había perdido un brazo, pero por lo demás estaba ileso. Ni siquiera se quejó. ¿Habría podido? Sea como fuere, la tinta pronto empezó a reconstruirle el brazo.

Era el mejor momento para atacar. Aunque ahora fuera libre, aunque todavía pudiera defenderse. Si nos coordinábamos...

Pero entonces, contra todo pronóstico, un portal de oscuridad se abrió a sus espaldas. Y de él salieron dos chicas.

El alma se me cayó a los pies.

¿ALANNA?

Realmente era ella. Atada con magia oscura —«por favor, por favor, por favor, que no sea Corrupción»— y llevada cual títere por una mujer joven y de aspecto desvalido. Ésta llevaba algo en la mano. Algo que me enfureció cuando lo reconocí, pues se trataba de una Llave Espada hecha de pura oscuridad, aunque algo informe. No sabría decir por qué me entraron esas ganas de abalanzarme sobre ella y gritarle, hacer que soltara a mi amiga y a esa cosa insultante. Me contuve, no sé cómo, y me contenté con apretar los puños tan fuerte que me hice sangre con las uñas.

Al menos, el enfado se había llevado una gran parte del miedo.

¡Dejadme pasar y no haré daño a nadie! ¡No me obliguéis a haceros daño! —exclamó la Princesa Cenicienta.

Esta vez no me hizo falta reprimir ningún comentario, porque el efecto de su voz nos desarmó a todos por completo. Incluso las columnas de la catedral se resquebrajaron. Un frío intenso se apoderó de la catedral, y por un momento pensé en que sería mejor hacerle caso, dejarla marchar sin oponer resistencia...

«Por encima de mi cadáver.» ¿Pero cómo se suponía que íbamos a enfrentarnos a ella? No podíamos... No podíamos atacarla en serio, ¿no? Estaba embarazada y... y era una Princesa del Corazón.

Aunque, por cómo se había inclinado el gigante ante ella, no parecía ni remotamente que estuviera de nuestro bando.

Y también había que mirar por el bien de Alanna. ¿Qué motivos tenía para dejarla con vida, hiciéramos lo que hiciéramos?

Le daba vueltas a eso último cuando una piedrecita me cayó encima y me sacó de mis pensamientos. Fruncí el ceño y levanté la cabeza.

«Ay, Dios mío.»

Derribar una columna de aquella manera podía salir mal. Pero, sinceramente, ¿es que había algo que pudiera no salir mal?

Asentí una sola vez. Demasiadas preguntas. Si Quasimodo y Zaccharie no podían ellos solos, desde luego yo no marcaría la diferencia. Miré con nerviosismo a mi alrededor y, tras asegurarme de que ni Cenicienta ni el gigante miraban, recogí el guijarro y se lo arrojé a Bitron o a Dos, según cuál de ellos estuviera más cerca. Ambos eran bastante fuertes, serían más útiles que yo.

Pero habría que distraerles. Crucé los dedos para que el gigante fuera ciego de verdad y me apresuré en centrar la atención de Cenicienta en mí, bien lejos del piso de arriba.

¡O-oye! ¡Princesa! —exclamé, caminando hacia la salida. Cuando la columna cayera, tendría que darme prisa y quitar a Alanna de en medio... y también a Cenicienta, sí. Traté de no mirar demasiado hacia arriba y seguí:—. No me malinterpretes... malinterpretéis, no quiero que hagáis daño a nadie, pero no creo que debáis salir por esta puerta. O por ninguna otra, la verdad. La catedral está rodeada de fuego y no se puede salir.

Hice un gesto hacia las vidrieras, que deberían refulgir con la luz de las llamas. Por no hablar del calor. Ahora parecía haber mermado con la llegada de Cenicienta, pero con suerte ella lo notaría.

Así que... No. Lo siento. Pero ¿qué es lo que pretendéis? ¿Para qué necesitáis escolta y rehenes? Si pudierais bajar vuestra, eh, espada, seguro que encontraríamos otra manera.

Lo dudaba mucho, pero no pretendía convencerla. Ganar tiempo era lo único que importaba. Y, si de verdad podíamos deshacernos del gigante así, todavía valdría la pena.

Me había tomado otro Éter antes de dirigirme a Cenicienta, de modo que, si la columna caía, podría volver a aturdir al gigante para que no se moviera y apartar a las chicas en caso de necesidad. Lo haría mediante magia, Gran alcance, para estar segura.

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Celeste se toma un Éter y tiene los PHs justos para:

▪ Tiro mortífero (HC) [Nivel 15] [Requiere Puntería: 13]. Lanza el arma hacia los enemigos, siendo capaz de causar aturdimiento.

y

▪ Gran alcance (HC) [Nivel 9] [Requiere Afinidad a Espacio; Elasticidad: 15; Habilidad Doble salto]. Transporta al usuario a una localización que tenga a la vista. No puede atravesar paredes ni ningún tipo de materia orgánica. Combinado con Doble salto puede escalar muros y trepar a sitios altos.
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Denna
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Notapor LightHelco » Vie Nov 17, 2017 2:18 am

Por poco no estuvo Dos de perder aquel día la cabeza, al menos en lo relacionado a que se mantuviera sobre sus hombros. Y vaya si podía alegrarse de seguir enterita, porque aquel monstrenco consiguió clavar su espada en la columna y cortarla hasta la mitad.

El uso de los polvos de hada además, permitió al ser de tinta salir de su área inicial, empezando a caminar por la iglesia tranquilamente, listo para rebanar a todos y hacer chuletas de Portador con ellos. La droide volvió a analizar el escenario, buscando alguna forma de desarmar a la criatura, pero antes de que llegara a ningún lado, un tenebroso portal de oscuridad se abrió tras el monstruo.

Dos levantó su espada e hizo aparecer el cuchillo en la otra mano, lista para la llegada de cualquier otra criatura de tinta. Pero lo que salió del portal la tomó totalmente por sorpresa. Inmovilizada por extrañas cuerdas de oscuridad, Alanna llegó a la Cité empujada por otra mujer. Un repaso rápido a su biblioteca ayudó a Dos a reconocerla como Cenicienta, la princesa de luz perdida.

Rayos, ¿no se estaban encargando de ella en su mundo? —preguntó confusa la droide, necesitaban un nuevo sistema de comunicación anti-hackeos, porque la verdad que no saber los detalles de la aparición de Cenicienta la mosqueaban.

No solo eso, si no que su aspecto era horrible, la necesidad de ir a socorrerla antes a ella que a su compañera Alanna fueron más grandes debido a esto, pero Dos se tuvo que mantener plantada en el sitio por los extraños datos que le llegaban por parte de la mujer gracias a su Escaner. Las cosa no fue a mejor cuando les instó a que la dejaran salir de la catedral, amenazando con cortarle el cuello a la chica-dragón.

Las imágenes de su visor y escáner parpadearon en el momento en que fijó su mirada en la extraña Llave Espada, llegando incluso a quedarse totalmente en negro. Oscuridad. Eso era lo que sentía y veía, lo mismo que cuando intentó usarlo en Ciudad de Paso, pura Oscuridad. ¿Qué demonios le habían hecho?

¡Dejadme pasar y no haré daño a nadie! ¡No me obliguéis a haceros daño!

Cenicienta gritó y todos los sistemas de Dos fallaron al instante. Las imágenes que le llegaban desapareciendo y tanto sus armas como sus alas se apagaron. CUBO tuvo que intervenir para que la droide no se cayera al suelo, activando las piernas por su cuenta y poco a poco volviéndola a hacerse erguir sobre ellas. Entre errores e interferencias, Dos recuperó el control sacudiendo la cabeza para ayudarse a volver en si.

La última ayuda fue una piedrecilla revotando en su cabeza junto al sonido del metal siendo golpeado. Miró en dirección a donde había llegado el guijarro para encontrarse a Celeste y cerca suya, a los dos Parisinos lidiando con una de las columnas. ¿Estarían pensando en…?

Tanto Celeste como Alanna se pusieron a hablar con la princesa y Bitrón también se dirigió rápidamente para poner en marcha el plan de los parisinos. Eso sí, el chico fue de lo más amable tirándole a la cabeza dos Éteres que despertaron del todo a la robot. CUBO se encargó de usarlos y Dos pudo recuperar las últimas fuerzas que había perdido en el uso del Escáner.

Volviendo a activar sus dos armas, Dos se encaró a la criatura sonriente. Se había quedado con la imagen del mastodonte aquél cargándose media columna.

¡Eh, organismo de tinta ilegal! —le llamó concentrándose en cargar energía por tercera vez, aquello ya empezaba a notarlo de forma dañina —. Si me diera por escribir usando plumilla, ¿cuántas cargas podría sacar de su cuerpo? ¿Sabe que podría dedicarse a la donación de tinta en su fábrica de bolígrafos más cercana y aumentar la producción en un ochenta por ciento?

Chispas saltaron del cuerpo de Dos dándole el impulso que necesitaba para atacar al ser con un potente Aturdidor y seguidamente salir corriendo en dirección a las columnas. Si la criatura de tinta la atacaba, intentaría rechazarla con una Hoja Electro y forzar a que la electricidad que emanaba fuera por toda la espada del enemigo.

¿Le ocurre algo, señor tintero? —seguiría burlándose para llamar más aun su atención —. ¿No puede vérselas con alguien al que le saca cuatro cabezas y tres cuartos de una quinta?

Con algunas burlas más, la droide intentaría llegar a la columna y allí forzarle a atacar, preparándose para esquivar la acometida y que cortara del todo la columna.


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Dos usa Escaner antes de recibir los Eteres de Bantron más por narrativa que sacar:

▪ Escáner (HC) [Nivel 7] [Requiere Afinidad Electro, Prismáticos] Haciendo uso de cámaras que estén instaladas en su cuerpo, el usuario escanea al objetivo a fondo y procesa los datos para obtener información de él, como su afinidad, estadísticas y otros.

Activa Sobrecarga Critica (again) para enfrentarse al Señor Dark Souls e insultarle un poco.

▪ Sobrecarga Crítica (HC) [Nivel 10] Tras que el cuerpo del usuario haya recibido múltiples daños, este podrá entrar en un modo critico en el que libera una gran cantidad de energía, aumentando sus estadísticas de Fuerza y Velocidad (x1,25). Este estado funciona como una locura.

Ataca con Aturdidor para distraerlo un poco y despues echar a correr hacia la columna que van a destrozar.

▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] (Fuerza: 12) Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.

Dos usara Hoja Electro+ en caso de que Señor Dark Souls le ataque antes de llegar al lugar indicado.

▪ Hoja Electro+ (HC) [Nivel 15] (Requiere Hoja Electro, Fuerza 16) El usuario realiza un corte descendente u horizontal causando daños considerables de elemento Electro. Probabilidades medias de causar parálisis.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Nov 17, 2017 2:34 am

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Estaba empezando a jadear por el esfuerzo. Sudaba copiosamente por el calor, la lava y la propia pelea, notaba que se me estaba comenzando a resbalar la guadaña de las manos. Una de las criaturas de tinta casi me la arrancó, pero conseguí quitármela de encima. Miré mi entorno. Desde luego no era la mejor situación.

¡AMIGOS! ¡ESCUCHAD! ¡HAN VENIDO A SALVARNOS, LOS CABALLEROS ESTÁN AQUÍ!

Sonreí cuando vi a Esmeralda subida sobre el podio, por fin organizando a la resistencia como le había pedido. Y de repente sentimos más que escuchamos la fuerte explosión. Una gárgola se precipitó al vacío gracias a Ryota. Sin embargo este luchaba con uñas y dientes, con los monstruos encima. Abrí los ojos con sorpresa. Eso significaba que Celeste y el resto debían haber roto el círculo, ¿no? Una llama de esperanza se encendió en mi corazón, pero a la vez temí por el viejo Maestro. ¿Debería ir hasta arriba para ayudarle? Un zarpazo me disuadió con la idea. Quisiera o no, las criaturas eran demasiadas incluso para los ciudadanos París, y si me iba ahora puede que les condenaran.

La muchedumbre comenzó a detenerse, aunque no las criaturas de Karel. Uno de los soldados se abalanzó sobre mí con furia ciega, y yo le esperé en el sitio, dispuesto a parar el golpe, pero me di cuenta de que estaba agotado. Me quedaba poca magia, tenía ganas de vomitar por tantos éteres de golpe y me temblaban las manos. Cerré los ojos esperando el impacto, pero al fin y al cabo con miedo. ¿Sería ese el día de mi muerte? ¿Iba a morir así?

Maldito mocoso, siempre haciéndome esperar.

Farto de peleyas d’otri,
cuan a luita se remata
atro campo de batalla
más difizil a yo aguarda.


Con la espada en ristre, acudió en mi ayuda. Cortó al guardia con la elegancia de quien llevaba practicando esgrima toda su vida y lo apartó de una patada. De reojo vi a un ser alado que se alzaba sobre el edificio de Andrei, al que vagamente reconocí como Nanashi. Coronaba el edificio con unas alas blancas y puras y casi destilaba luz que rebotaba en su armadura acorazada. Pero solo Leviatán sabe que no pude apartar los ojos de la media sonrisa de Raphaël, que no era de este mundo. Y es que no había cambiado rien. Le debía explicaciones, le debía demasiadas cosas. A él, a la resistencia y a todos. Y quizá sería la última vez que volviera a verlos con vida o viceversa.

O licor más espritoso
beberé d’a tuya boca,
n’importa igual a redota
ye reblar debán de tú.


Todo eso lo pensé en la fracción de segundo que cogí a Raphaël del brazo, lo atraje y lo besé, con la adrenalina y el deseo quemándome las venas, con todas las plumas de las alas y el vello de la nuca erizado. Tantas cosas podrían salir mal en aquel instante: podría arruinar la reputación del hombre como noble que era (si es que sobrevivía la Cité), podría aparecer un soldado de repente y matarnos a los dos. Pero me dio igual, porque sabía qué estaba haciendo allí y por qué me estaba jugando la vida. Todo pareció volver a su sitio. Recordé a Yerai, a Gédéon, a Bavol, a Freya, a Myxa, a Myr. A Léa, cuyo cuerpo reposaba al final de una torre en el Séptimo Infierno. Recordé a todas las personas a las que conocía, quería, amaba y apreciaba. A aquellos que habían caído, aquellos que habían tenido más suerte. A Jeanne. Su recuerdo hizo que soltara al noble como si me hubiera dado un chispazo, pero eso no impidió que le sonriera (y ya de paso defenderme de las posibles criaturas que se nos hubieran tirado encima).

Lucharía. Lucharía por mi hogar. Lucharía por ellos y por mis compañeros de misión. Un nuevo fuego que no tenía nada que ver con la lava insufló mis venas. Y una antigua canción.

Toma un adelanto. Ah, y te debo una chaqueta.

Cuan arribo a o canto tuyo,
per gran que sia l’escamallo,
no trobo millor treballo
que afogar-me n’o bercher


Evalué de nuevo mi entorno. Esquivé monstruos y arremetí con otros tantos. Peleando codo con codo con mi pueblo.

a lizión que en a guerra y en l’amor
cal quitar: que nomás qui rebla pierde.


Miré con aprehensión a las criaturas, más dispersas pero igualmente fuertes. ¿Serían inmunes a la lava? Eso pretendía averiguar. Me pondría la armadura, utilizaría mi glider e iría directamente hacia la lava que todavía coloreaba el suelo, aunque Ryota estaba haciendo un gran trabajo. No se me ocurriría entrar en ella, sino que me pararía unos metros por encima con mi montura, pero no demasiado lejos de la batalla para que el hechizo funcionara en el rango. Algo me oprimió el pecho. Era una locura. Pero no podía par ahora. Me puse de pie sobre el caballo, agarrándome a las crines artificiales.

Cambio. Cambio a uno de los soldados. Si funcionaba sería instantáneo: el glider desaparecería en el momento que intercambiáramos de lugar, y el soldado caería directamente en su perdición. Por otro lado, pasara lo que pasase, iría entonces al podio donde estaba la resistencia.

¡RESISTENCIA! —gritaría con todas mis fuerzas, alzando un puño en el aire. Para llamar más la
atención dispararía con la metralleta hacia el cielo—. ¡ESTE ES EL MOMENTO EN EL QUE TENEMOS QUE PELEAR! ¡MUERTE AL USURPADOR! ¡MUERTE A LOS YEUX D´OMBRE!¡SALVE A PARÍS!

»¡CRISTALES, CAZOS, CUCHILLOS, CRISTALES ROTOS! —añadiría solo si funcionaba mi descabellado plan—. ¡TODO ES UN ARMA PARA NOSOTROS! ¡EMPUJAD A LAS CRIATURAS LEJOS DE VOSOTROS SI NO PODÉIS PASAR, DIRECTAMENTE HACIA LA LAVA! ¡HUID O PELEAD! ¡VAMOS A QUEMARLOS A TODOS! ¡A TODOS!

Además si daba resultado volvería a repetir la operación una vez más, con otro soldado. Me tomaría un éter y volvería a ejecutar cambio en otro soldado sobre el fuego.

Por otra parte si no funcionaba la primera vez, no volvería a hacer el hechizo. En cualquiera de los dos casos, me acercaría mucho a una de las criaturas de tinta y usaría Explosivos. También indicaría a mis otras invocaciones si es que siguieran vivas que trataran empujarlos haca el fuego también.

Rezaría, pero no creía que aquello pudiera ayudarme. Nunca me había llevado bien con esos asuntos.


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ACCIONES DE SIMBAD:

PH: 27/66

▪ Cambio (HM) [Nivel 18] [Requiere Afinidad a Espacio; Poder Mágico: 20] El usuario se rodea de un pequeño círculo. Este círculo tendrá un gemelo bajo los pies de una persona o un objeto que quepan en él e intercambiará la posición del usuario y el afectado. Para que el círculo gemelo pueda crearse, el usuario debe ver a la víctima en cuestión, estar a una distancia media y ambos deben estar en una superficie sólida.

27 - 18 = 9 PM

Toma éter 9 + 20 = 29

▪ Cambio (HM) [Nivel 18] [Requiere Afinidad a Espacio; Poder Mágico: 20] El usuario se rodea de un pequeño círculo. Este círculo tendrá un gemelo bajo los pies de una persona o un objeto que quepan en él e intercambiará la posición del usuario y el afectado. Para que el círculo gemelo pueda crearse, el usuario debe ver a la víctima en cuestión, estar a una distancia media y ambos deben estar en una superficie sólida.

29 - 18 = 11

▪ Explosivos (HM) [Nivel 10] [Requiere arma de fuego; Afinidad Fuego; Puntería 19; Poder Mágico 15] El usuario dispara una ráfaga de cinco balas que explotarán al contacto con la fuerza de un Piro.

PM - 1

TRADUCCIÓN AL POEMA: (Canción original de Lurte. Idioma: Fabla):

Harto de peleas de otros
cuando termina la lucha
otro campo de batalla
más difícil me espera

El licor mas espiritoso
bebere de tu boca
me da igual la derrota,
es recular delante tuyo.

Cuando llego a tu lado
por mucho que sea el cansancio
no encuentro mejor trabajo
que ahogarme en tu vergel

La lección que en la guerra y el amor
hay que sacar: que solo el que recula pierde.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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UseBars:

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Rol:

Ficha

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Vie Nov 17, 2017 4:46 pm

La mano izquierda me dolía, pero todavía estaba demasiado sorprendido como para reaccionar al respecto. No estoy seguro de si antes de irme llegué a sollozarle un último gracias, o si dejé que Armand descansara después del tremendo calvario que había sufrido.

En el tejado, la situación me era igual de confusa. Saavedra ya se había curado antes de que consiguiera lanzar al Defensor, y Nanashi materializó su armadura, casco incluido. A pesar de que seguía herida, había llegado a atisbar parte de las quemaduras que conservaba, luchaba. Cuando manifestó aquellas alas blancas, me recordó a un ángel salvador.

Ver a Andrei rebuscando en sus bolsillos lo que yo tenía ahora en la mano era una auténtica delicia. Porque ahora no tenía ninguna oportunidad contra la Maestra sin sus sucios trucos, y con suerte podríamos aprovecharnos del cristal para hacerlo arrepentirse de todo lo que había hecho.

Llegué al lado de Alice, quien me devolvió el Elixir al vuelo, sin perder el tiempo mientras seguía atacando a los Defensores en tierra.

«¿Por qué?» llegué a preguntarle, sin entender.

«Quiere que lo guardemos para cuando haga falta.» Miró en dirección a la Maestra un momento «No dejaba de repetir que “cómo se atrevía”. Está más que furiosa. La mirada que tenía era... aterradora»

Y entonces, contra todo pronóstico por el peso del enemigo, logré lanzar al Sincorazón. Me dolía todo el cuerpo, extensiones incluidas, pero merecería la pena si lograba darle una oportunidad a Nanashi.

Saavedra gritó. Y sus ojos me atravesaron al momento. Los enemigos que quedaban cambiaron su objetivo, con una rapidez que no me esperaba.

«¡Cuidado!»

Alice rebanó la cabeza a uno de los Sincorazón que iba a atacarme. Sentí como empezaba a irse antes de que lo hiciera. Cómo la magia se escapaba, poco a poco, hasta que desapareció por completo. Me elevé en el aire, y miré en dirección al general de Xihn.

Éste no dejaba de retroceder, pero la Maestra no le dejaba apenas espacio. Era como si le pusiera contra las cuerdas, hacia el centro de la plaza. Antes de seguirlos quise asegurarme de los Sincorazón no iban a por Armand.

Agarré con fuerza el fragmento. El poder del cristal entero podría matarme pero debía ser capaz de manejarme, al menos un poco, con un fragmento como aquel. Por mucho que quemara, no podía dejar que lo que había hecho el Cardenal fuera en vano.

Apunté a los Sincorazón que quedaban y aprovechando que el espacio que tenían para maniobrar no era muy grande, traté de disparar un torrente de fuego cómo el que había usado contra Gárland en su día. No sería algo tan fuerte como lo de aquella vez, pero no dejaría de utilizarlo mientras me movía para ir esquivando posibles ataques.

No hasta haberlos reducido a cenizas.

Tomé un Éter entonces y me dirigí, sin perder el tiempo, hacia la plaza donde la Maestra y Andrei estarían luchando.

La misión había tomado un rumbo delicado: en la plaza seguía acumulándose la lava, aunque la gente parecía estar organizándose bien. Se oían explosiones que venían de Notre Dame… Había que darse prisa.

En cuanto tuviera a Saavedra en el punto de mira, no dudaría en volver a emplear el fragmento tal y como lo había hecho él: tratando de escupir fuego como un maldito dragón.

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—Éter x1
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Ronda 7

Notapor Suzume Mizuno » Mar Nov 21, 2017 12:32 am

Desde luego, Ban comprobó que no era suficiente con empujar, por mucho que Quasimodo y Zac lo ayudaron intentando no resoplar y con las venas de los músculos tan marcadas que parecía que les fueran a estallar. Al final, Ban tuvo que emplear su ataque especial para hacer que la columna vacilara.

Abajo, Cenicienta hacía muecas ante las palabras de Alanna, probablemente porque la afectaban mucho más de lo que querría reconocer. Alanna aprovechó para interponerse entre ella y el caballero, que bajó la cabeza y le mostró los dientes, pero no se movió porque la muchacha no intentó atacar.

Escuchadme, por favor: puede que antes no estuviésemos, pero ahora sí. No vamos a permitir que nada ni nadie os haga daño. Pero necesito que confiéis en mí, majestad. Nuestro propósito es ayudaros, pero sin que hayan víctimas… ni que vos seáis una.

Cenicienta fue a abrir la boca, pero no le salieron las palabras. Entonces Celeste aprovechó para intervenir:

No me malinterpretes... malinterpretéis, no quiero que hagáis daño a nadie, pero no creo que debáis salir por esta puerta. O por ninguna otra, la verdad. La catedral está rodeada de fuego y no se puede salir.

¿Qué…? ¿Intentas engañarme?

Cenicienta dio un pequeño respingo cuando Celeste señaló hacia las vidrieras, si bien no pareció fijarse en la lava que caía al otro lado hasta que hubo una explosión y pareció localizar las zonas donde ya no caía tanta gracias a la labor de Ryota. A decir verdad, toda la zona de la fachada parecía ya libre de lava…

Así que... No. Lo siento. Pero ¿qué es lo que pretendéis? ¿Para qué necesitáis escolta y rehenes? Si pudierais bajar vuestra, eh, espada, seguro que encontraríamos otra manera.

¡No! ¡Sois vosotros los que matáis! ¿O acaso puedes negarme que, si os dieran la oportunidad, mataríais a Karel, a Dark Light y a cualquiera de mis…?—Cenicienta apretó los labios—. ¡No tendría que recurrir a algo así si no rechazarais la oscuridad! ¡La oscuridad no es mala! ¡Tiene que restablecer el equilibrio antes de que sea demasiado tarde para todos! ¡Antes de que eliminéis a los últimos supervivientes! ¡Porque sois… sois… sois asesinos!

Cenicienta había estado balbuceando pero, a medida que hablaba, sus palabras cobraban más y más fuerza. Entonces el caballero gruñó y Cenicienta tiró de Alanna para que volvieran a ponerse en marcha. Las piernas de la joven aprendiz temblequeaban tanto que no pudo resistirse por culpa de la influencia de la oscuridad.

Dos, cuyo escáner había sido completamente inútil ya que solo sacó cifras que gritaban oscuridad de la forma menos matemática posible, decidió intervenir en ese momento y soltar toda clase de bravatas contra el caballero de tinta. Por desgracia para ella, las palabras caían en saco roto ya que no parecía lo suficiente inteligente —o puede que ni siquiera tuviera comprensión del lenguaje…— y no reaccionó hasta que esta intentó atacarlo. Así que puede que la idea le saliera un poco mal: ¿quién avisa a un enemigo de su presencia antes de atacar? La criatura cubrió a Cenicienta y Alanna con su corpachón y recibió el Aturdidor de lleno, pero ya había aferrado la espada y respondió con brutalidad, alcanzando a Dos en una pierna (que le arrancó casi de cuajo) con la hoja. La droide salió dando vueltas sobre sí misma y se espachurró de forma poco galante contra la columna a la que pretendía llegar. Tuvo suerte porque su sobrecarga crítica impidió a todas luces que acabara seccionada en dos. Eso sí, no hubo bromas sobre David y Goliat. Tuvo fuerzas para volar hacia lo alto cuando el caballero cargó y hundió la espada en la columna, pero por muy, muy, muy poco.

¡DEJADNOS EN PAZ!

Cenicienta gritó y se volvió, apuntando a Dos con un brazo, más que harta y llevada al extremo por los comentarios insidiosos. Arriba, Quasimodo, Zac y Ban hacían su trabajo.

Y la columna crujió y… cayó.

*


Una nube de polvo envolvió la catedral y, unida a la oscuridad, terminó por debilitar todavía más a los caballeros.

¿Lo hemos logrado?—tosió Quasimodo.

Por el grito desconsolado de Cenicienta, pudieron imaginar que sí. Abajo, la princesa se deshizo de Celeste y Alanna —esta aún estaba medio atada, pero el control de Cenicienta se había suavizado mucho, por lo que Celeste podría ayudarla a liberarse con su Llave Espada—, que la habían apartado rápidamente de la trayectoria de la columna y que había aplastado al caballero. Este, en el último instante, les había dado un brutal empujón para apartarlas de la trayectoria de la columna. Ahora se iba deshaciendo con lentitud; la parte trasera de su cuerpo era ya mera tinta, pero de torso para arriba luchaba por mantenerse incólume… No por mucho tiempo. Cenicienta se medio arrastró y corrió, la forma oscura de la Llave desaparecida, hasta que pudo tocarle la cara con las manos. Parecían las de un bebé al lado del gigantesco tamaño del monstruo.

No, no, no…

De pronto, el monstruo levantó la cabeza y dijo con una voz que algunos conocerían bien:

¡Hazlo antes de que sea demasiado tarde! ¡Es tu última oportunidad, Cenicienta! ¡Lo sabes! ¡Todos nos hemos esforzado por llegar aquí! ¡Y van a matarlos porque tú no has podido…!

Cenicienta se quedó desconcertada, sin saber qué hacer. Acto seguido, la criatura terminó de deshacerse en tinta y luego esta misma se consumió entre hilillos y desapareció. La joven se había quedado sola, sin su instructor.

Se hizo un profundo silencio cuando la oscuridad la envolvió como un manto protector. Los ojos de la muchacha resplandecieron como una luna llena en la noche más oscura y todo estalló cuando la oscuridad se arremolinó y la impulsó hacia lo alto. Directa hacia el famoso y querido rosetón.

Al impactar contra ella, algo la rechazó. Una especie de barrera. Sin embargo, Cenicienta atacó con una mano y empezó a quebrarla. Al otro lado, sobre los hermosos y delicados cristales, apareció una gigantesca cerradura. Todos sabrían bien qué era, porque desde la llegada de las Princesas del Corazón se habían dedicado a asegurar el Corazón de los mundos y los habían visto en más de una ocasión. Por tanto, sabían bien lo que pretendía Cenicienta.

Entrar dentro. En efecto, la muchacha se arrojó sobre la cerradura y esta volvió a rechazarla con luz. Sin embargo, Cenicienta lanzó un hilo de oscuridad hacia su centro y pareció que un grito agudo, casi humano, salía del Corazón del mundo al ser penetrado. El flujo de oscuridad, que antes se había detenido, regresó. Fuera, el cielo crujió y, de alguna forma, la luz comenzó a tamizarse. Como cuando unas nubes especialmente densas cubren el sol.

Solo que el cielo estaba despejado.

La luz de aquel mundo empezaba a ser corrompida.

Un violento golpe de viento impactó contra Cenicienta, pero la muchacha despedía tantísima oscuridad que apenas sí logró hendir un poco en la misma. Si se volvían, verían a Ryota en la segunda planta, pálido y horrorizado:

¡ATACAD TODOS! ¡HAY QUE APARTARLA DE AHÍ Y CERRAR LA CERRADURA!

Sabían bien que la forma más efectiva de proteger un mundo era dejarlo en manos de una Princesa de Luz, pero no había tiempo ni lugar para esperar. Si ellas eran así de poderosas, ¿qué no podría hacer Cenicienta en cuestión de pocos minutos a un mundo sin una guardiana?

*


Simbad consiguió librarse de uno de los soldados, que chilló entre espasmos cuando todo su cuerpo se consumió en pocos segundos. Luego gritó hasta desgañitarse, por encima de los alaridos, el estruendo de la lava y las explosiones que provocaba Ryota. Y, aún más, los chorros de fuego que Saito disparaba contra un desconcertado y furioso Andrei. Fue sorprendente que alguien le hiciera caso. O que no le atacaran por ponerse a disparar al cielo. Por hablar de milagros, menos mal que Nanashi no pasaba por encima de él o se habría dado una situación cuanto menos incómoda.

Andrei pronto se encontró acorralado entre Saito y Nanashi, que bien disparaba el uno chorros de fuego, bien la otra arrojaba flechas de luz o cortes blancos que cruzaban la distancia que los separaba en cuestión de segundos. Terminó teniendo que recurrir a su glider, pues los naipes no eran suficientes para darle apoyo.

Y entonces, Andrei se fijó en cómo arrojaban cosas contra él. Dio una brusca pirueta y se envolvió en una barrera. Y, de súbito, se le ocurrió una cosa. Saito disparó un nuevo chorro (era una sensación muy diferente a manejar el cristal entero, pero seguía drenando sus fuerzas. Solo que más despacio) y Andrei lo recibió de costado. Cayó. Nanashi y Saito se precipitaron detrás.

Entonces, a Nanashi le acertó algo, quizás un cazo, en la cabeza y le arrancó el casco. No fue un golpe fuerte pero la mujer perdió equilibrio y se desvió a un lado. Lo suficiente para que no pudiera terminar de esquivar el naipe que le arrojó Andrei y se le encajó en el espacio del codo. Saito no tuvo tanta suerte y algo le dio en la pierna, algo muy doloroso y que le arrancaría un grito de dolor. La gente, enfebrecida, arrojaba todo lo que tenía a mano y Andrei rió a la vez que se elevaba hasta quedar fuera de su alcance. No sería una bravata que volviera a funcionar pero había hecho su trabajo. Y, entre tanto, Simbad pudo eliminar a unas cuantas de las criaturas de tinta, si bien la masa de ciudadanos aterrorizados había conseguido abrirse por fin paso fuera de la plaza, guiados por Esmeralda y Febo.

¡Simbad! ¡Simbad!—gritaba Raphaël, más hacia el centro de la plaza, que empezaba a quedarse despejada (por suerte y cortesía de un disparo furioso de luz de Nanashi).

La catedral había empezado a resplandecer a la vez que la luz se agotaba. La plaza entera quedó en silencio y las miradas se apartaron de la batalla que se daba sobre sus cabezas hacia la cerradura que, de súbito, apareció frente al rosetón. Se estremecía, como si estuviera cubierta por una pantalla de agua agitada, y de pronto comenzó a desprender hilillos de oscuridad.

Andrei soltó una nueva carcajada, si bien Nanashi lo embistió y no tuvo oportunidad de decir nada. Con todo, cuando la mujer desvió un instante la mirada, se quedó boquiabierta (y eso casi le costó la cabeza). Cuando quisieron darse cuenta, la cerradura estaba envuelta en una capa de oscuridad.

¡NO! ¡SELLADLO!

Nanashi no pudo darle más instrucciones, porque Andrei contraatacó con fuerza. Luego retrocedió, espantado por Saito y evidentemente cansado, pero con una sonrisa de desafío y malévolo placer. Nanashi se lanzó contra el joven Caballero y lo cogió por la pechera.

¡LA CERRADURA!

Eso le dijo pero ¡Andrei estaba ahí mismo! ¡Lo habían debilitado entre todos! ¡Estaba cubierto de sangre, cada vez más cansado! ¡Podían acabar con él de una vez por todas!

Solo que con esa oscuridad, una persona no sería suficiente para sellar la cerradura. Era muy posible que ni siquiera él y Simbad pudieran lograrlo por su cuenta y necesitaran la ayuda de Nanashi.

Al menos casi todas las criaturas y soldados estaban eliminados. Pero Andrei…

¿Qué iban a hacer?

Spoiler: Mostrar
Os queda esta última ronda (definitiva) de pelea. El destino del mundo está en vuestras manos 8D.

Después habrá una para despedirse /o/.


Spoiler: Mostrar
Saito
VIT: 74/92
PH: 14/56


Alanna
VIT: 54/60
PH: 9/30

Celeste
VIT: 23/23
PH: 15/52


Bitron/Ban
VIT: 60/60
PH: 7/30



Simbad
VIT: 73/88
PH: 1/66


Dos
VIT: 15/40
PH: 22/44

Faltas:

-Astro 1



Fecha límite: jueves 23 de noviembre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Vie Nov 24, 2017 1:19 am

El fuego salía a borbotones de mí. Era una sensación extraña y de haber sido otras las circunstancias, la habría disfrutado. No me sentía todopoderoso, como cuando conseguí canalizar parte del poder del enorme cristal, pero me insuflaba de la fuerza necesaria para pelear al lado de Nanashi. Y eso me bastaba.

Porque aunque dolía, era capaz de ayudarla a acorralar a Saavedra. Entre los chorros de lava del fragmento y las brutales reacciones de la Maestra, el general de Xihn había perdido cualquier atisbo de humor que le hubiera podido quedar. Parecía que no sabía dónde meterse, ni con el Glider conseguía escabullirse.

«Vas a pagarlo muy caro. Por todos. Por la Cité.» Y en ese momento, la imagen de Celeste acudió a mi mente.

Aunque sentía parte del eco que se estaba formando abajo, un bullicio enorme, no era capaz de comprender lo que pasaba. No tuve tiempo para fijarme en ello, intentando no bajar la guardia bajo ningún concepto. Si estaba contra la espada y la pared… quizá le daba por hacer alguna locura. Y era lo último que quería.

La cabeza me latía con fuerza, agarraba aquella ayuda que tenía como si me fuera la vida en ello. Otro disparo, el fuego consiguió alcanzarle en el costado y empezó a caer. Le teníamos. O eso pensaba, hasta que algo impactó brutalmente contra la Maestra.

Ahogué un grito. No, no fue un ataque de Andrei. No lo había visto bien pero venía de abajo, de la plaza. Ahora entendía lo que la muchedumbre estaba haciendo: intentaban arrojar cosas contra su autoproclamado líder: muy bien. ¿Es que no veían que había más gente ahí? ¿Por qué no huían de la lava? Me pareció ver disparos que se perdían en el aire, pero era imposible.

¡PARAD!

Esta vez no pude contener el grito.

No sabía si lo que me había dado era un naipe del enemigo, o un cuchillo «aliado». Me daba igual, pero se tenía que acabar. Nanashi, que tampoco había salido bien parada de la jugarreta, se dejó de tonterías y disparó un haz de luz que hizo salir a la mayoría por patas.

Entre tanto, Andrei se había elevado muy convenientemente. Reía, de nuevo. Enarqué una ceja, cabreado… ¿se lo tomaba todo como un maldito juego? ¿Le daba igual? No era capaz de comprenderlo.

Quizá era un puto loco sin más.

Y entonces todo se vino abajo. Como un conveniente castillo de naipes, como si el tiempo de mis alas se hubiera acabado y me estuviera precipitando contra el vacío. Como si el tiempo se nos acabara, como si en lugar de ganarlo lo hubiéramos perdido por completo.

La cerradura apareció frente al rosetón y la gente que quedaba en plaza y la batalla enmudeció por completo. Incluso desde ahí, la oscuridad que desprendía era visible. Me entraron arcadas, mientras la carcajada de Saavedra resonaba como un eco, apagado por las embestidas de la Maestra. Aún así, flotaba en el aire una pregunta para la que no tenía respuesta:

«¿Quién es tu Dios ahora?»

La luz de Notre Dame se apagaba por momentos. La oscuridad había envuelto con su manto a la cerradura. Esto no podía estar pasando. Si esa oscuridad la devoraba entonces…

¡NO! ¡SELLADLO!

Un ola de pánico me invadió. Casi por inercia, lancé un contraataque de fuego a nuestro rival, que se limitó a retroceder con una sonrisa de suficiencia. Era una invitación a que siguiéramos dándole fuelle. Que, aún exhausto y cubierto de sangre, a él le seguirían yendo las cosas como coser y cantar.

El súbito agarrón de Nanashi me pilló por sorpresa.

¡LA CERRADURA!

Temblaba, pero asentí. Renové mis Alas del Anochecer para que no tuviera una caída imprevista y me dispuse a salir pitando cuando al poco de me detuve en Andrei: sabía lo que tenía que hacer, y por desgracia no me sentía capaz de conseguirlo.

Divisé a Simbad, volando en dirección al objetivo. Con aquella oscuridad que estaba devorando la cerradura, ni siquiera juntos podríamos sellarla… Necesitábamos a Nanashi. Y para ello tenía que ocuparse de Saavedra primero.

Antes de que se enzarzaran de nuevo en el combate disparé un buen chorro de lava para alejar a Andrei. Y entonces le di el fragmento de cristal a la Maestra. Yo no lo iba a necesitar.

El general de Xihn merecía morir. Por muchos motivos. Pero en la balanza de prioridades, salvar a la Cité pesaba mucho, muchísimo más que ponerle bajo tierra.

¡Venga cuánto antes, por favor! —traté de pedirle a Nanashi.

Volé hacia la cerradura e invoqué la Llave Espada para tratar de sellar el corazón con toda la contundencia que pude. Solo podía confiar en que los que estaban dentro de Notre Dame harían lo mismo de un momento a otro. ¿Era demasiado tarde para salvarlo de aquel amago fatal?

Por favor que no fuera así.

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Alas del Anochecer (HM) [Nivel 14] [Requiere Habilidad Alas del Equinoccio; Poder Mágico: 15]. Crea unas alas de Oscuridad adosadas a la espalda que permiten planear a gran velocidad o volar. Dura un máximo de tres posts. Afín a Oscuridad.

Un milagro, por favor.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Drazham » Vie Nov 24, 2017 2:20 am

Qué triste era cuando tratabas de comprender y ayudar a una persona, y ella no hacía más que hacer oídos sordos y que las buenas intenciones quedasen en saco roto. Por más que lo intentaron Alanna y Celeste, Cenicienta se les cerró en banda y siguió comportándose como una cría.

¡No! ¡Sois vosotros los que matáis! ¿O acaso puedes negarme que, si os dieran la oportunidad, mataríais a Karel, a Dark Light y a cualquiera de mis…? —Ante tales acusaciones, Alanna se volteó con de inmediato hacia ella y la fulminó con unos ojos a rebosar de indignación. ¿Sus… qué? ¿”amigos”? ¡¿Esa panda de monstruos?!—. ¡No tendría que recurrir a algo así si no rechazarais la oscuridad! ¡La oscuridad no es mala! ¡Tiene que restablecer el equilibrio antes de que sea demasiado tarde para todos! ¡Antes de que eliminéis a los últimos supervivientes! ¡Porque sois… sois… sois asesinos!

Y fue entonces cuando la paciencia y la consideración se le esfumaron en un chasquido. Aquello ya fue la gota que colmó el vaso.

¡¿PERO COMO PUEDES SER TAN HIPÓCRITA?! —rugió, tan furibunda que le salió una vahada de humo y que borró hasta su tono cordial—. ¿Tienes el maldito coraje de llamarnos a nosotros asesinos? ¡¿Cuando son ellos los que han provocado cientos de muertes en otros mundos?! ¡Me importa un cuerno tu estúpido equilibrio! ¡Estamos hablando de vidas ajenas a las que ponen en peligro, maldita sea! ¡Y tú vas a ser tan culpable como… como…!

Las palabras se le empezaron a trabar en el instante que la gélida oscuridad la volvió a apabullar, empezando a marearse. Las piernas le flaquearon y Cenicienta lo aprovechó para tirar de ella y arrancarle un grito ahogado. Maldijo por lo bajo, impotente y notándose ridículamente débil. ¿Cómo se suponía que iba a detenerla si no tenía fuerzas ni para resistirse?

Obnubilada, dio cuenta de que hubo movimiento a su alrededor, gritos y el clamor característico de la batalla que iban en aumento. Trató de recomponerse, justo a tiempo para escuchar fuerte crujido con el que alzó la vista.

Los ojos se le abrieron de par en par, suficiente para espabilarse del todo y pegar un grito:

¡CUIDADO!

Su cuerpo reunió las escasas fuerzas que la oscuridad no se llevó consigo y se movió por pura inercia hacia Cenicienta, echándose encima de ella.

* * *


Alanna se incorporó sobre sus rodillas entre toses, atragantándose con la polvareda. Lo raro es que tuviese fuerzas para ello, porque se sentía como si le hubiesen vapuleado el cuerpo, pero nada que ver con el dolor de cabeza. ¡Dioses, por poco no la aplastaba esa columna! A qué punto habrían llegado sus compañeros para ocurrírseles “ayudarla” de esa forma.

En cuanto la nube de polvo se disipó un poco, buscó con la mirada a Cenicienta, pero aunque no fuese ella, la primera persona que apareció en su rango la alarmó.

¡Oh, cielos! ¡Celeste!

Acabó medio arrastrándose hasta su amiga, no muy lejos de donde estaba, ya que las puñeteras cuerdas de oscuridad seguían apresándola de cintura para arriba. Aunque ya no la oprimían tan fuerte como antes y le permitían moverse mejor. Soltó un resuello entre dientes trató de forcejear librarse de ellas, sin mucho éxito.

¿Estás bien? —le preguntó, preocupada. Pero gracias al cielo que estaba entera, incluso diría que mejor que ella misma. Un suspiro se le escapó de entre los labios y esperó a que se recuperase para echarle una mano con sus ataduras.

No, no, no…

Luego no tardó en descubrir que Cenicienta estaba… ¿bien? Casi le entraron ganas de reír por preguntárselo. Casi. Tampoco es que nunca lo estuviese, pero parecía intacta y la columna no la había pillado. Pero no se podía decir lo mismo del odioso titán de tinta, descomponiéndose a cada segundo que pasaba. «Ojalá te pudras en el infierno, monstruo», le remataba y revolvía el estómago que la reina se acercara a esa cosa, viéndola cual cachorro moribundo.

La criatura abrió la boca, y a Alanna se le descompuso el rostro. Jamás se hubiese imaginado que Karel les diese el don del habla a sus siervos.

Y para mayor escarnio, era su voz.

¡Hazlo antes de que sea demasiado tarde! ¡Es tu última oportunidad, Cenicienta! ¡Lo sabes! ¡Todos nos hemos esforzado por llegar aquí! ¡Y van a matarlos porque tú no has podido…!

La voz de Karel se apagó al momento de que el último hilo de vida de la criatura se esfumase. La desagradable y grasienta masa de tinta se evaporó al momento.

Y la oscuridad de Cenicienta latió con más fuerza que nunca. La onda que liberó le cortó el aliento de súbito a Alanna, quien solo pudo llevarse la mano al pecho y estirar el cuello hacia el rosetón de la catedral, justo a donde se elevó la mujer y todo ese miasma negruzco que se arremolinaba a su alrededor.

Después hubo un destello efímero. Fuera lo que fuese, Cenicienta lo derribó con una facilidad insultante, solo para revelar a que venían tantas defensas para un rosetón. A Alanna se le heló la sangre al ver aquella enorme cerradura fusionada con los cristales. Tan cerca de toda esa oscuridad…

«Por la Primera reina, no. Ni se te ocurra. ni se te ocurra.»

Un fino hilo surgió por orden de Cenicienta y perforó la cerradura. No olvidaría en la vida aquel chillido agónico que pareció emerger de la misma tierra y le puso los pelos de punta. Ni tampoco el cielo que se veía desde los ventanales tiñéndose de un sucio negro.

Era como si se estuviese hundiendo en un pozo negro de la misma forma que lo estaba haciendo París, al mundo de sus amigos, en esos momentos. Dioses, no… La había querido ayudar, a comprender mejor que era lo que la atormentaba tanto. Y ella… ¿Qué había hecho?

¿Qué demonios había hecho?

«Me niego.»

¡ATACAD TODOS! ¡HAY QUE APARTARLA DE AHÍ Y CERRAR LA CERRADURA!

«Me niego. Me niego. Me niego. ME NIEGO. NO TE LO PIENSO CONSENTIR.»

Al mismo tiempo que el dragón rugía con la rabia de mil tormentas, vació de un trago un frasco de éter y arqueó la espalda hacia adelante. Dos bulbos flamígeros nacieron de sus omoplatos y crecieron de un feroz fogonazo. Las llamas se disiparon para dar lugar a un par de enormes alas.

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Celeste, encargaos vosotros de la cerradura —le comunicó a la chica con un tono directo y resoluto. Todavía mirándola a los ojos, necesitó tomar un poco de aire para que la ansiedad que la martilleaba por dentro no la venciese y proseguir—. Yo me aseguraré de quitaros de en medio a Cenicienta.

«Ni en mil años permitiré que tu hogar desaparezca.»

Al infierno con que fuese una Princesa del Corazón y las amenazas de Yami. Incluso también que estuviese embarazada. Si necesitaba pagar más tarde por cualquier pecado que cometiese, lo haría con tal de no cargar con otras miles de muertes en su espalda.

Enfundándose la armadura como última medida frente a la oscuridad, batió las alas con fuerza para elevarse en el aire y perforar el aire de la misma forma que una saeta. Iba a ir directa a por Cenicienta. Bebiéndose un último éter y dejando caer el frasco, estaría atenta a cualquier movimiento de Cenicienta o la oscuridad que comandaba. Al primer ataque que le viniese encima, se desplazaría con una fugaz traslación a un punto ciego entre su ataque y ella para que no la viese crear un espejismo de sí misma, el cual cargaría contra Cenicienta. Esperando que la distracción fuese suficiente, ascendería hasta que pudiese salvar las distancias con otra traslación y aparecer justo delante de Cenicienta.

Si la oscuridad le impedía avanzar, no tendría reparos en convocar a su fuego y valerse de este para rasgar y atravesar la capa. Y una vez la tuviese al alcance…

La trataría como la niña obcecada que era.

Descargaría su mano para descargarle una bofetada capaz de hacer crujir el aire en su mejilla, mandándola hacia abajo. Se lanzaría a por ella de inmediato y la agarraría de los brazos para hacerla bajar por la fuerza hasta el suelo si se resistía. Y a partir de ahí la sostendría hasta que todo acabase, apretando con sus garras, e incluso propinándole un cabezazo en la frente como último recurso.

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Vayamos despacito y con buena letra:

Los PH iniciales de Alanna son 9.

Éter (9+20=29)

Alas dracónicas (HM) [Nivel 14] [Requiere Afinidad a Luna; Poder Mágico:15] El usuario materializa unas alas semejantes a las de un dragón con las que podrá planear a gran velocidad y volar durante tres turnos.

(29-14=15)

Traslación (HM) [Nivel 8] [Requiere Afinidad a Espacio; Poder Mágico: 12]. El usuario se teletransporta a una ubicación cercana en un radio de cinco metros.

(15-8=7)

Éter (7+20=27)

Espejismo de calor (HM) [Nivel 13] [Requiere Afinidad a Fuego; Poder Mágico: 15]. El usuario altera la temperatura del aire para crear una ilusión óptica (imperfecta) de una persona u objeto que se encuentren a su alrededor. En caso de reflejar a una persona, puede moldear el calor para que se mueva a deseo del usuario. Dura una ronda.

(27-13=14)

Traslación (HM) [Nivel 8] [Requiere Afinidad a Espacio; Poder Mágico: 12]. El usuario se teletransporta a una ubicación cercana en un radio de cinco metros.

(14-8=6)

Embate Ígneo (HC) [Nivel 5] [Requiere Afinidad a Fuego; Fuerza: 8; Cuerpo a cuerpo: 10]. El usuario se propulsa levemente con la fuerza de las llamas para arremeter con un golpe que genera una ligera explosión al conectar. Bajas posibilidades de causar quemaduras.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Astro » Vie Nov 24, 2017 10:28 pm

Mientras se tapaba la boca y la nariz con el brazo para protegerse de la polvareda levantada por la columna al caer, Ban temió que hubiese aplastado también a la princesa y a Alanna en el proceso. Sería una cagada muy gorda, porque fijo que a los maestros no les haría ni pizca de gracia y acababa castigado. ¡Por eso colaborar era una mierda!

Por suerte o por fortuna, las dos sobrevivieron. Desde el segundo piso, Ban observó cómo Alanna ya estaba libre, mientras que Cenicienta hablaba con los restos de la criatura de tinta deshaciéndose. No llegó a escuchar lo que le dijo, pero fuera lo que fuese, provocó que una nueva oleada de oscuridad envolviera a la princesa corrupta. De golpe, salió disparada hacia el rosteón, donde una cerradura radiante le esperaba. ¡La cerradura del mundo... estaba siendo atacada por oscuridad y corrupción!

...Ahora sí que la habían cagado pero bien.

¡ATACAD TODOS! ¡HAY QUE APARTARLA DE AHÍ Y CERRAR LA CERRADURA!

Los gritos de un recién llegado y alterado Ryota lo decía todo. O conseguían cerrarla, o podían despedirse de París para siempre jamás. Una vez más, tampoco es que fuese un gran drama para Ban, pero los maestros harían un mundo (nunca mejor dicho) del tema y Tierra de Partida empezaba a tener demasiados refugiados la mar de molestos.

Esto no va a salir bien... —suspiró Ban.

Una parte de él quería sentarse ahí mismo, en el borde del segundo piso, y ver tranquilamente lo que sucedía sin recibir más golpes. Incluso se podría decir que en parte le hacía ilusión la idea de ver cómo París era consumida por la oscuridad. ¡Él no pudo ver la caída de Ciudad de Paso, jo! Pero... se había prometido a si mismo no caer en viejos errores. Combatir malas costumbres, por poca gracia que le hiciera. Lo que pretendía Xihn no era dominar los mundos (una vieja fantasía de Ban), sino destruirlos todos. Y eso no tenía gracia alguna.

Todos se movían a la desesperada. Alanna se ocupó de contener a Cenicienta a base de fuerza bruta, pero Ban tenía serias dudas de si sería capaz ella sola. Se tomó un éter y se enfundó la armadura mientras observaba fijamente a las dos, y en el caso de que ella sola no se valiese para apartarla de la cerradura, tendría que ayudarla.
Si seguían en el aire, utilizaría un Hiper salto para lanzarse a toda velocidad hacia ellas y arremeter un Impacto fuerte+ en la cabeza de la princesa (aquí nada de reparos, había un mundo en juego). Si en cambio Alanna había conseguido bajar a Cenicienta al suelo, haría el mismo golpe pero sin la necesidad del salto.

En cambio, si Alanna se las arreglaba sin problemas (o eran demasiados ya ocupándose de la princesa), haría que Reboot volviera a su forma original y, desde el segundo piso, apuntaría con su llave a la cerradura, con la intención de cerrarla.

¿Ciérrate, sésamo?

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> Se toma un éter, ñam

> Solo si Alanna tiene problemas serios para contener a Cenicienta, y no hay suficientes ayudándola:

(Si están en el aire) ▪ Hiper salto (HC) [Nivel 10] [Requiere Doble salto; Elasticidad: 15; Fuerza: 25; Resistencia: 20]. El usuario da un salto muy potente, alcanzando una gran velocidad y altura. Según dónde se aterriza y/o la resistencia del usuario, éste puede acabar dañado.
▪ Impacto fuerte+ (HC) [Nivel 15] [Requiere Fuerza: 25; Combate cuerpo a cuerpo: 15]. Un golpe físico todavía más fuerte con el puño o con la pierna sobre el enemigo. Posibilidades medias de aturdir.

> Si ya hay suficientes encargándose con éxito de Cenicienta, pues Ban se centra en cerrar la cerradura sin más
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Re: Ronda 7

Notapor xXOrbOOkXx » Sab Nov 25, 2017 1:14 am

El intercambio fue instantáneo y fulminante. Aparecí en la plaza en un parpadeo, y escuché más que vi al soldado hundirse en la lava. Sus gritos rasgaron la noche como un hierro al rojo hunde la carne, alzándose por encima de las explosiones y los gritos. Música para mis oídos. Una música sádica y peligrosa.

No era lo único. Sentía un pulso en el corazón, muy intenso, como si algo no fuera bien. El sentimiento venía directamente de la catedral, como si un pilar muy importante hubiera caído dentro, como si un gran poder hubiera aparecido de repente. Se me retorcieron las tripas de preocupación, y esperé de verdad que el equipo se las pudiera apañar. No podía dejar que París muriera.

Un engendro se me lanzó encima. Llevaba la armadura puesta, pero el golpe hizo que me rompiera los codos de metal, a la par que interponía la guadaña impidiendo que me destrozara con sus fauces. Rodé por la arena y gruñí de dolor: los brazos me mataban, tenía el pómulo roto y había visto las estrellas al caer sobre las alas. Y aun así había sido afortunado, era increíble que todavía siguiera siendo capaz de levantarme, dadas las circunstancias. Con un poco de esfuerzo, eso sí.

Un objeto pasó volando junto mi cabeza que no fui capaz de interceptar. Aturdido, busqué la fuente y me quedé helado. La mayoría de la gente de la catedral había sido evacuada gracias a Esmeralda y Febo, pero la que se había quedado se había tomado al pie de la letra mis palabras. Rabiosos habían comenzado a lanzar objetos cotidianos en contra de Andrei, algo que sería inútil. Me mordí la lengua. No quería que se lo tomaran tan apecho, no quería que se pusieran el peligro. Solo quería que se defendieran.

Tuve que defenderme de otra de las criaturas de Karel, lo que hizo que cortara el hilo de mis pensamientos. Grité, frustrado. Allá arriba la pelea contra Andrei se sucedía muy igualada, como una balanza que decidiría nuestro destino. Vi como el villano reía y levitaba. Se me paró el corazón.

«No lo conseguirán » pensé. Algo se paró. Andrei era el responsable de haberme dejado inconsciente durante un año, era el responsable del miedo, de la represión. El odio afloró en mi pecho y estalló como una bomba. Apreté los dientes, enarbolé mi arma. Preparé mi ataque final, preparé Alas. Iba a matarle. Era el momento perfecto para acabar con él de una vez por todas. Me pregunté si a Fátima le haría ilusión que le llevara su cabeza y ponerla sobre una pica en Tierra de Partida, para que supieran que su terror había terminado, y que la Cité volvía a ser libre.

¡Simbad! ¡Simbad!

La voz era de Raphaël. Alarmado, me giré hacia el centro de la plaza. Estaba curiosamente despejada, pero no fue eso lo que me dejó sin habla.

La cerradura. La cerradura de Notre Dame. Supuraba oscuridad sobre el rosetón en el que estaba posada. Andrei lanzó una carcajada malévola que pude escuchar. Y la catedral se estaba apagando.

¡NO! ¡SELLADLO!

A pesar de que se encontraba lejos y alcancé a escucharla de duras penas, no tuvo que decirlo dos veces. Aquella cerradura era el destino del mundo, y si no la cerrábamos caería. La muerte de Andrei no valía más que la muerte de un mundo, aunque algunos discreparan. Era la última oportunidad de salvar París.

Cogí un éter y me lo tomé de golpe. Para no desperdiciarlo activé el ataque final de mi ataque fuerte, y ordené a los lobos que defendieran mi posición y atacaran a las criaturas de tinta. Tenía el corazón en la garganta, revoloteando asustado como un pajarillo encerrado. Todos estos años de sufrimiento convergerían ahí.

Al instante sentí como el poder de Astaroth se drenó en pocos segundos. Me dejó con un vacío y una inquietud raras, como si me hubieran robado la energía. Si hubiera podido pronunciar el nombre de Dios con angustia lo hubiera hecho.
Alas fue el siguiente. Me elevé como pájaro en el cielo, y la Llave respondió perfectamente a mis órdenes. Casi al instante una corriente de energía me conectó con la cerradura, pero notaba que no sería suficiente. Estaba tan imbuida en oscuridad que sellarla con una sola Llave parecía una tarea imposible. Obligándome a mantenerme calmado insistí con todas mis fuerzas.

Pronto Saito apareció a mi lado. Le hice un gesto de puro agradecimiento al otro Caballero, con una emoción desbordando mi corazón: esperanza. No me importaba que me hubiera acusado de traidor, no me importaba que me siguieran guardando recelo. Estábamos juntos en un objetivo común, y eso era lo único que contaba. Era lo único verdaderamente real. Miré de reojo a Nanashi enfrentándose a Andrei y temiendo por la vida de la vieja Maestra.

Estábamos rozando el milagro. Solo esperé que se hiciera realidad.



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Eter

▪ Alas (HM) [Nivel 15] [Requiere Afinidad a Viento; Poder Mágico: 18] Crea unas alas de viento en adosadas a la espalda que permiten planear a gran velocidad o volar. Dura un máximo de tres posts

▪ Filii gehennae (HM) [Nivel X] Una vez que desaparece el primer ataque, este se subdivide en una jauría de lobos pequeños de viento (Siete). Estos lobos son muy fáciles de aniquilar (con dos ataques físicos serviría), por lo que es recomendable hacerles atacar en bloque, aunque el usuario puede optar por dividirlos en grupos
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


Proyectos:



UseBars:

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Rol:

Ficha

Wiki

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor LightHelco » Sab Nov 25, 2017 2:20 am

¡Estoy bien! Ay… —. Dos alzó el brazo para indicar que aun podía continuar tras recibir el potente golpazo contra la columna.

Daños en pierna derecha del 80%, enviando nanobots hacia las zonas graves. Daños en torso al 30%, se ha detenido el sistema de refrigeración

Vale, quizás no esté tan bien…

Tampoco es que fuera tener demasiado para preocuparse por ello, ya que el gigante de tinta volvió a atacarla. Forzando su cuerpo y haciendo que los propulsores de sus piernas le dieran un impulso extra, la droide logró huir del ataque y volar a la parte superior de la catedral, justo para ver como la columna caía sobre todos aquellos que seguían en la planta.

Tuvo que dar las gracias a tener el visor y que la polvareda no le estropeara las lentes de sus ojos, no era barato arreglarlos. Además, pudo ver con más facilidad lo que ocurría debajo. Las buenas noticias es que habían conseguido finalmente derribar al titán, las malas, que ahora Cenicienta estaba haciendo muestra de una grandísima oscuridad.

No solo eso, si no que disparó con su Llave Espada hacia el enorme rosetón de la catedral, descubriendo que en su interior se hallaba la preciada cerradura de La Cité. La luz de su nariz parpadeó reconociendo el peligro que había en que la princesa corrompiera la cerradura, tenían que detenerla lo antes posible.

Un chillido agudo salió de la cerradura, resonando con una fuerza estridente en las paredes. En casos así se alegraba Dos de no ser orgánica, ya que era muy fácil para ella el evitar que ruidos tan dañinos la afectaran. Pero claro, eso no significaba que pudiera ignorar la situación en la que se daban.

CUBO, ¿cómo van esas reparaciones? —le preguntó a la inteligencia artificial activando sus armas de plasma —. También necesito saber cuánto de batería nos queda.

Reparaciones al 83%, estarán completas en un minuto

La respuesta a la primera consulta llegó de inmediato, dejando que la robot sintiera a los diferentes grupos de nanobots recorrerle el cuerpo y restaurar las piezas que pudieran haber quedado agrietadas entre otras cosas

Batería al 10% y descendiendo rápidamente, debes detener la sobrecarga inmediatamente, esta drenando más energía que en las pruebas

Ryota llegó en ese momento, gritándoles a todos y ordenándoles que detuvieran a la mujer inmediatamente y cerraran la cerradura igual de rápido. Y si necesitaban que actuaran con rapidez, claramente no iba a poder detener el flujo de electricidad. Lo necesitaba más que nunca.

CUBO, otra carga de Éter, si se acaba la batería, pues ya me llevara algún compañero de vuelta, ni que pesara una tonelada —sonrió Dos animada —. Venga, ¡vamos a echar la llave de una vez!

Hizo desaparecer las armas de plasma e invocó su Llave Espada, la cual aun era la básica Cadena del Reino, y voló directa hacia la cerradura. En caso de que su compañera Alanna no podía parar a Cenicienta, la embestiría desde lo alto con una Hoja Electro+ para distraerla y que la chica-dragón pudiera lidiar con la princesa definitivamente… vaya, dragón y princesa, Dos casi pierde la concentración ante esos dos términos por la cantidad de cuentos que le vinieron a la cabeza. Pero no, era hora de centrarse en lo que importaba y eso era salvar la Cité cerrando aquella cerradura.

Tras que hubiese asestado el golpe, Dos apuntaría con la Llave Espada a la cerradura.

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Dos se cura con la siguiente habilidad:

▪ Sistema de Reparación.exe (HC) [Nivel 5] [Requiere cuerpo robótico, afinidad Electro] Varios nanorobots salen del cuerpo del usuario trasladándose a las partes dañadas y reparándolas al instante. Solo funciona sobre uno mismo.

Sobrecarga continua, Dos usa otro Eter mas y despues ataca a Cenicienta con Hoja Electro+:

▪ Hoja Electro+ (HC) [Nivel 15] (Requiere Hoja Electro, Fuerza 16) El usuario realiza un corte descendente u horizontal causando daños considerables de elemento Electro. Probabilidades medias de causar parálisis.

y ya cerradura full.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Sab Nov 25, 2017 3:09 am

Una heroína, sí. Era extraño cómo no dejaba de darle vueltas ahora, en un momento tan inapropiado, a las fantasías que había tenido en el pasado. Los caballeros y los héroes no permitían que sus hogares fueran asediados de aquella manera, ni ponían en peligro las vidas de los inocentes ni... ni hacían todo lo que yo.

Pero, si eso era cierto, ¿acaso alguno de nosotros podía llamarse caballero de verdad?

Tenía mis dudas. La neblina se disipó y noté movimiento a mi lado. Cenicienta estaba viva, y también Alanna. Aproveché para cortar los hilos de oscuridad que la retenían; la Princesa se levantó y corrió hacia la criatura.

Estoy bien. ¿Y tú? ¿Te ha hecho daño esa... esa...?

Callé por prudencia y miré con asco los destrozos que la columna había hecho sobre el cuerpo de tinta. Partido por la mitad, no tardaría en desaparecer. Y, sin embargo, Cenicienta lloraría su muerte, si es que a aquello se le podía llamar vida.

Disgustada, dibujé una mueca cuando la cosa habló con la voz de Karel:

¡Hazlo antes de que sea demasiado tarde! ¡Es tu última oportunidad, Cenicienta! ¡Lo sabes! ¡Todos nos hemos esforzado por llegar aquí! ¡Y van a matarlos porque tú no has podido…!

Duró sólo un momento, pero esas palabras parecieron hacer mella en la chica. Apenas tuve tiempo para preguntarme a qué se referiría con «hacerlo». Me planteé lanzarle un Tiro mortífero directo a la cabeza por si acaso, pero me quedé paralizada en cuanto leí sus intenciones.

Una Princesa del Corazón atentando contra la luz de un mundo. Era retorcido incluso para Andrei.

No hizo falta el grito de Ryota para que saliera de mi estupor. Alanna fue la primera en reaccionar, invocando sus alas.

Celeste, encargaos vosotros de la cerradura. Yo me aseguraré de quitaros de en medio a Cenicienta.

Ten cuidado —murmuré sin apartar los ojos de Cenicienta. Respiré hondo y utilicé un hechizo Cura sobre Alanna. Luego, tras un momento de duda, otro sobre Dos—. Si necesitas ayuda, pega un grito.

«Déjala ir.»

Me costó mucho, muchísimo, dejar a Alanna encargarse de Cenicienta. No sabía lo que habría ocurrido en Castillo de los Sueños, pero no le sería fácil tener que hacerle daño. Me alejé corriendo y empleé Doble salto para ganar algo de altura y acercarme cuanto pudiera a la cerradura. Se suponía que bastaba con apuntarla con la Llave Espada y ¿desear que se cerrara? ¿O algo así?

Tuve que sujetar la empuñadura con los dos brazos para que no se me cayera. La luz que irradiaba era preciosa y cegadora, incluso ahora que empezaba a mancharse de oscuridad. ¿Tenía sentido? Seguramente no.

¿Cuántas veces había soñado con un momento así? Así... y un poco más idílico, a decir verdad. Con menos tinta, y menos princesas embarazadas, y menos fuego. Aquí y ahora, sólo podía pensar en lo mal que podía salir todo.

«Esto no es lo que yo quería.»

Hacía mucho tiempo que había dejado atrás esos sueños. Volví a respirar hondo. «Concéntrate.» Tenía que salir bien. Aguantaría, en el peor de los casos, hasta que a los demás les diera por mover el culo y dejar a la condenada Cenicienta en manos de Alanna.

«¿Y si ni siquiera eso funciona?»

La naturalidad de la respuesta me sorprendió. E incluso, en mitad de la situación, me provocó una pequeña sonrisa.

«Bueno... pues tocará echar a correr. Menos mal que eso sí se me da bien.»

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La honestidad por delante(?)

Habilidades:

Cura (HM) [Nivel 5] [Requiere Poder Mágico: 7]. Cura las heridas más leves y alivia un poco la fatiga.

Dos veces, una para curar a Alanna y otra a Dos. En caso de que vuelva a haber magia, claro, que diría que no se ha especificado.

Doble salto (HC) [Nivel 3] [Requiere Elasticidad: 4]. El usuario es capaz de saltar mucho más alto que los demás, alcanzando lugares más inaccesibles.
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Ronda final

Notapor Suzume Mizuno » Lun Nov 27, 2017 12:40 am

La oscuridad se acumulaba alrededor de las manos de Cenicienta y no cesaba de crecer. Penetraba la cerradura tan rápido que parecía que estuviera vertiendo un mar en su interior. Y la Llave Espada que tenía en las manos fue cobrando consistencia, entre destellos de oscuridad y un resplandor metálico.

Algo terrible y poderoso se estaba manifestando.

Cenicienta vio venir a Alanna, por supuesto, y se defendió sin necesidad de volverse hacia ella, concentrada como estaba en su tarea. Alana esquivó, insistió. Un chorro de oscuridad casi la atrapó. De no haber sido porque Ryota disparó una flecha de aire, la habría aplastado contra una pared, pero logró desviarla en el último segundo. Entonces, Alanna empleó un espejismo. Y funcionó.

Alanna alcanzó a la princesa y la golpeó. Cenicienta la miró de reojo, con unos ojos tan amarillos y profundos, tan… poco humanos que harían estremecer a la joven mestiza. Aun así, la aferró de los brazos y trató de tironear de ella hacia abajo. Por desgracia para ella, Cenicienta se mantenía en el aire con el poder de la oscuridad. Quizás al ver sus alas decidió imitarla y a su espalda, desprendiendo jirones de oscuridad, crecieron un par, que superaban con mucho a las de Alanna. Se habrían terminado de manifestar de no ser por el impacto de Ban. La joven había estado tan ocupada con Alanna que no lo había visto venir por detrás, golpeando justo entre las dos alas.

Algo sonó. Un chasquido. Cenicienta se puso todavía más blanca de lo que ya estaba y se arqueó, con la boca abierta en un alarido mudo. Se llevó la mano libre al vientre, tomó aire, y solo entonces pudo gritar de puro dolor.

La explosión de aura catapultó hacia atrás a Ban —suerte para él que Quasimodo lo atrapó en plena caída y lo dejó bien en el suelo— y a Alanna, que pudo recuperar el equilibrio por su cuenta. Cenicienta se encogía ahora, protegiéndose el vientre entre sollozos. La oscuridad los aplastó a todos, les cortó la respiración y…

Ryota se arrojó sobre ella. Al fin y al cabo, también tenía afinidad a oscuridad.

Se estrellaron contra el suelo, en medio de un almohadón de oscuridad y viento. Cenicienta se retorcía y gemía, apretándose el vientre. ¿Había sangre? Era difícil decirlo, pero por sus gritos parecía que algo se le estuviera rompiendo por dentro, eso seguro.

Fue el momento para que todos apuntaran a la cerradura.

*


Nanashi disparó contra Andrei y este evadió el golpe con un movimiento de agotamiento, pero sin borrar la irritante sonrisa. Entre tanto, los dos aprendices se elevaron en el aire y apuntaron a la cerradura.

*


La Oscuridad comenzó a retroceder mientras todos se esforzaban por plantar los tobillos en el suelo —o mantenerse en el aire, dependiendo de cada cuál— y la luz envolvía a la cerradura. Igual que el agua trata de purgar la suciedad, removieron la envoltura del corazón del mundo. Y lo que encontraron dentro no les gustó.

Pudieron percibir cómo Cenicienta había implantado una semilla de Oscuridad en el corazón del mundo. Esta había germinado de inmediato, buscando corromperlo y también devorarlo. Buena parte de la energía consumida ya se había perdido y trasladado fuera. Todavía podían ver cómo fluía hacia el arma de Cenicienta.

Una Cenicienta que se debatía entre estremecimientos. Ryota luchaba con denuedo por desviar, con torrentes de aire, la oscuridad que emanaba de la joven como una hoguera en su máximo esplendor. Los brazos de la misma se precipitaron contra Celeste y la habrían decapitado de no ser porque Ryota cortó y diseminó la Oscuridad. Por el suelo, la oscuridad se arrastró hasta los pies de Alanna y Ban, que todavía andaban por ahí, y les penetró hasta el tuétano del hueso. Ryota maldijo. Si solo tuvieran a Garuda. Creó una esfera viento sobre Cenicienta, en un intento de atraer o atrapar la oscuridad que ahora se dirigía hacia Dos.

Entre tanto, Cenicienta se había levantado entre resoplidos de dolor pesar del charco rojo que comenzaba a aparecer a los pies de la mujer, se debatía con una fuerza casi nacida de la locura. Era evidente que Ryota no quería dañarla más de lo que ya habían hecho y que casi parecía temer que se hiriera solo con la Llave Espada. Pero era imposible arrancársela.

Los Caballeros entendieron —incluso Saito y Simbad, que seguían fuera pero habían percibido lo que ocurría dentro gracias a la extraña conexión con el corazón del mundo— que si sellaban el mundo, la oscuridad continuaría dentro. Pero seguiría siendo mejor a que Cenicienta continuara drenando la Luz.

Solo que entre todos no eran suficientes. El germen de Oscuridad no dejaba de ser parte de una Princesa del Corazón infectada. Jamás podrían aspirar a un nivel como el suyo.

Al final Ryota gritó:

¡La llevaré a Tierra de Partida!

Y abrió un Portal de Oscuridad para intentar llevársela consigo. Avanzó, vacilante, y miró a Alanna y a Ban, que podrían liberarse los pies a la fuerza.

¡Ayudadme a inmovilizarla! ¡Entonces…!

Un nuevo Portal de Oscuridad se abrió en medio de la tormenta que ya lo envolvía todo. Una figura surgió de su interior, con la cabellera blanca flameando al viento de Ryota.

El Corazón del Mundo se estremeció de horror.

*


Fuera, notaron de inmediato cómo algo estremecía al Corazón y de pronto la oscuridad se volvió mucho más fuerte. El hilo que los unía a la cerradura vaciló, a punto de quebrarse. Los jóvenes Caballeros, temblorosos y empapados en sudor del esfuerzo, tenían que concentrarse en mantener la conexión. Si se rompía sabían que todo el peso recaería en sus compañeros.

Si solo Nanashi y Ryota se unieran a ellos…

Andrei había decidido que lo más fácil sería acercarse a Simbad y Saito. Con ellos detrás, Nanashi no podía arriesgarse a realizar ataques a larga distancia. La mujer maldijo y trató de atraparlo en un combate de cuerpo a cuerpo, pero Andrei ya se estaba tomando un éter y algo más, sonriendo macabramente. Se puso detrás de Saito y cerró una mano sobre el cristal de fuego. Tenía un naipe afilado en la mano, dispuesto a cortarle el cuello a él o a Simbad.

¿Sabes? De no ser por ti, no habría tenido tantos fragmentos. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que los he usado. Espero que te guste la última vista de París. Todo gracias a ti.—Luego le acarició la mano y dejó el cristal en su sitio—. Supongo que en el fondo te pertenece. ¿Qué opinas, Simbad? ¿A cuánta gente crees que he quemado gracias a tu compañero? Quién habría dicho que serías una cucaracha tan resistente… habrías sido más útil si te hubieras muerto cuando me encargué de ti. Ups…

Andrei fue veloz. Nanashi casi estuvo a su nivel, pero seguía incapaz de hacer nada por miedo de que matara a Saito y a Simbad. El joven disparó un rayo negro contra el Corazón del mundo y este casi soltó un alarido físico (que todos, incluso los de dentro de la Catedral, pudieron escuchar).

La conexión estuvo a punto de romperse y aplastarlos bajo su peso.

Andrei había ascendido y desafiaba a Nanashi con la mirada.

¿Él o la cerradura?

*


Xihn estudió la situación y sus ojos dorados se fijaron en Cenicienta. Se catapultó hacia delante. Ryota retrocedió, agarrando a Alanna por un ala y a Ban por el cogote y se los llevó consigo unos metros. Acto seguido, espinas de oscuridad tan grandes como ellos se hundieron donde, unos instantes antes, se encontraban ellos. Xihn aterrizó al lado de Cenicienta y se puso a cuatro patas como un flexible felino. Con un gesto de su mano, la oscuridad de la princesa se reprimió o cortó de golpe y la chica se arqueó con el aliento atascado en la garganta.

Entonces Xihn le arrebató la Llave Espada de entre los dedos, casi arrancándoselos de lo fuerte que la apretaba. Cenicienta soltó un quejido y farfulló algo que sonó a «Karel». Xihn le hizo caso omiso. Su rostro, más consumido que nunca, resplandecía de una forma extraña y siniestra. Sus labios se retorcieron en una mueca de triunfo.

¡Aquí está...!

En sus manos, la Llave terminó de cobrar forma.

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Sonrió a Cenicienta y luego apuntó a la cerradura con la punta de la Llave Espada.

*


Nanashi maldijo y se situó entre los dos jóvenes. Andrei abrió un Portal de Oscuridad y desapareció al mismo tiempo que un poderoso rayo de luz convergía con los otros dos en el Corazón.

*



Ryota se levantó y el viento rugió alrededor de su mano, listo para atacar. Justo en ese momento, a toda la energía de los Caballeros se sumó la de Nanashi.

Y la cerradura expulsó con un estallido la oscuridad que la envolvía y empezó a desaparecer. Xihn, burlona, se volvió hacia los Caballeros y se permitió dar unas palmadas de ironía. Su mirada rezumaba victoria.

Quedaos este mundo. Ya está sucio. Para curarlo, tendréis que traer a las Princesas. Y esta pequeña—levantó la Llave Espada—está sedienta. Claro que… la Luz de un mundo será su mejor alimento. Uno… a uno.

Cruzó de nuevo el Portal de Oscuridad, llevándose consigo la Llave Espada. Cenicienta gritaba y trataba de levantarse, con un charco rojo a sus pies. Ryota parecía tan rabioso que sorprendía que no se hubiera lanzado detrás de Xihn, pero al final bajó la mano y deshizo el viento.

La catedral quedó, al fin, en silencio mientras la oscuridad se posaba con lentitud, como si lloviera polvo negro.

Buen trabajo. Lo habéis sellado a tiempo. Que diga lo que quiera. Ahora… Cuando sellemos este lugar con las Princesas del Corazón, ya no podrá alcanzar el Corazón.

Probablemente no. Sin embargo…

¿Y si perdían a las Princesas?

*


Una hora más tarde, todo se había acabado. Los Caballeros todavía temblequeaban de cansancio por el esfuerzo y hacía un calor insoportable. La lava envolvía a Notre Dame y seguramente necesitarían magia para deshacerse de ella y de los restos de los cristales que todavía permanecían en el mundo.

Pero se había terminado. Por el momento.

Ryota se había llevado a Cenicienta, en medio del parto, directa a Tierra de Partida; Andrei había escapado, Xihn ya no parecía interesado en aquel lugar… Los reyes podrían volver pronto, al menos una vez se limpiara el mundo de la mayor parte de los Sincorazón que iban a aparecer, atraídos por la oscuridad que infectaba el núcleo.

Pero lo habían hecho. Increíblemente, en pocas horas habían logrado acabar con años de dolor y sufrimiento.

Quizás tuvieran algunas palabras que decir. Nanashi, exhausta, les dijo que mientras fueran al menos en parejas, podían salir de la catedral. Luego tendrían que regresar a Tierra de Partida y ponerse a trabajar cuanto antes. En especial porque recibió una llamada de un Nithael muy, muy histérico que pedía ayuda para cierto parto repleto de oscuridad.

Pero se merecían unos momentos para sí mismos.

Última ronda! Con esto se cierra la Cité, así que es el momento de despedirse y de decir todo lo que queráis, que luego no podréis.
P.D.: el cristal de fuego se va a destruir sí o sí.


Faltas:

-Astro 1



Fecha límite: jueves 30 de noviembre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Vie Dic 01, 2017 2:04 am

No estaba funcionando. No lo entendía, pero no podía desconcentrarme o de un momento a otro todo se habría perdido. Si aquel hilo de luz sucumbía... Los sonidos de lucha se quedaron atrás, amortiguados por aquel desasosiego que sentía. Era como si París entera se hubiera quedado callada, a expensas de su final. Estábamos ahí, tan cerca. ¿E íbamos a perderlo?

Sin saber cuando había empezado, me percaté de que lloraba.

Era por la conexión que nos unía al corazón del mundo. Un corazón que estaba siendo devorado por un germen de corrupción y oscuridad. Me dolía, aunque no fuera yo el que lo estaba sufriendo. Porque incluso si conseguíamos sellarlo, aquello no se iría así como así. Y quizá no lo hiciera nunca. Lo que ya se había perdido difícilmente volvería.

Y entonces noté como me ahogaba. El propio Corazón nos lo estaba diciendo, a su manera. La oscuridad se hacía más fuerte, imparable. Traté de mirar de reojo a Simbad, a sabiendas de que ninguno de los dos era suficiente como para hacer lograr sopesar aquel poder. Pero si parábamos ahora, ¿nuestros compañeros solos podrían? ¿Qué se suponía que tendríamos que hacer nosotros? Los ojos casi se me salieron de las órbitas cuando el hilo vaciló de nuevo, precipitándonos al final.

Por poco no dejé de volar cuando noté la presencia a mis espaldas. Cuando su mano agarró el cristal de fuego. Quedé mudo. Si hacía cualquier movimiento brusco ahora, la débil conexión en la que confiábamos podía perderse.

Sostenía un naipe. Lo tenía fácil: tanto como rajarnos el cuello a Simbad o a mi, y todo se iría al traste. Cogí aire. Confiaba en Nanashi, y sería así hasta la últimas de las consecuencias, fueras cuales fueran.

¿Sabes? De no ser por ti, no habría tenido tantos fragmentos. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que los he usado.

Por, quizá primera vez en toda mi vida, supe que lo mejor que podía hacer era intentar no replicarle. No cuando tenía un naipe que podía blandir más rápido de lo que yo gritaría por ayuda. Por eso y, porque en el fondo, sabía que tenía razón.

Yo los había tirado al río años antes, y eso había permitido que acabaran en manos de Saavedra. No dejaba de pensar que todo aquel al que había calcinado también debía caer sobre mi conciencia... negué con la cabeza, lo más imperceptible que pude. De un modo u otro se habría hecho con los fragmentos.

Y además los que ya estaban muertos no volverían. Y mucha más gente podía perder la vida si fallábamos ahora.

Espero que te guste la última vista de París. Todo gracias a ti.

Apreté los dientes. No podía más.

No va a caer... —mascullé, con todo el odio y esperanza que pude reunir.

A pesar de que podía haber cogido el cristal ahí mismo, lo dejó donde estaba.

Supongo que en el fondo te pertenece. ¿Qué opinas, Simbad? ¿A cuánta gente crees que he quemado gracias a tu compañero? Quién habría dicho que serías una cucaracha tan resistente… habrías sido más útil si te hubieras muerto cuando me encargué de ti. Ups…

El Corazón chilló cuando un rayo impactó contra él, por cortesía de Andrei. Las manos me temblaban. Lo perdíamos. A cada segundo que pasaba, estábamos más cerca de su fin. No podía volver a pasar por esto. No cuando habíamos estado tan cerca de conseguirlo, de nuevo.

Esta vez tenía que ser distinta. Habían pasado cuatro años desde lo sucedido en Ciudad de Paso. Algo tenía que haber cambiado. No podía volver a repetirse la historia. Porque eso significaría que nada de lo que había hecho servía para algo.

Nanashi se puso entre Simbad y yo. Su haz de luz resplandecía más que ninguno que hubiera visto nunca. Se unió a los nuestros, ridículos en comparación, y fue ella la que marcó la diferencia.

La que obró el milagro.

***




Una hora de estrés, eso era lo que habíamos tardado en que todo estuviera bien atado… más o menos. Si bien la lava de Notre Dame no se iría así como así, ni el estropicio de la lucha que se había librado dentro, al menos podría arreglarse con un poquito de magia por aquí y otro poquito por allá.

Me senté entre algunos escombros que quedaban.

«Y los cristales» Me recordé, sosteniendo el que tenía ahora en mi mano. No podíamos dejar ni uno, no había que dejarle ese gusto al cabronazo de Andrei.

Seguía sin creérmelo. Habíamos conseguido sellarla a tiempo.

Me informé del resto de lo sucedido como mejor pude. Habían rescatado a Esmeralda de la pira. Y Ryota se fue corriendo de vuelta a Tierra de Partida, con una parturienta Cenicienta que no desprendía más oscuridad por que no se lo proponía. Aunque solo alcancé a verla de refilón, ella había sido la responsable de que la cerradura hubiera estado a punto de ceder.

Suspiré, algo enfurruñado conmigo mismo.

Ella no, Xihn. Ella la había manipulado hasta ese punto. Hasta volverla en nuestro contra, y luego la había abandonado a su suerte. Ella y Andrei se habían esfumado, y sin cerradura con la que amenazarnos no tenían mucho que hacer. Aunque desde luego, los Sincorazón no dejarían de aparecer.

Me llevé las manos a la cabeza y me las pasé por el pelo, poco importaba todo eso ahora. Ya habría tiempo para preocuparse. Sonreí. Era increíble, pero lo habíamos conseguido.

La Cité no había caído. La habíamos liberado.

Nanashi nos dejó un tiempo, quizá también para descansar ella de todo lo sucedido, y de nosotros. Nos había dicho de salir en parejas, pero no me veía pidiéndole a mi amiga que me acompañara. Y mucho menos al resto del equipo.

Invoqué las alas de nuevo, y mientras me dirigía hacia el edificio aproveché para observar el mundo desde aquella altura. París me había enamorado en mi primera visita, encerraba en ella una multitud de recuerdos buenos y malos por igual.

Y a pesar de que quizá hoy era uno de los días que estaba más maltrecha y destrozada, me seguía pareciendo hermosa. Tenía un futuro. Ella y todo sus habitantes.

Aterricé dónde había dejado a Armand, esperando que aún siguiera allí. En caso de que no, le buscaría hasta dar con él.

¿Cómo se encuentra?

Le dejé contestar y me acerqué para coger sus manos con verdadera alegría:

Lo conseguimos Eminencia. Hemos echado a Andrei de aquí. Y ayudaremos a que todo vuelva a la normalidad… o incluso a que sea mejor. Le agradezco con creces la ayuda que nos ha brindado hoy. Y siempre que le ha sido posible.

Me quedé en silencio. Si París no volvía a tener problemas directos, era bastante complicado que volviéramos a vernos. Acabar con Sincorazón no era una tarea que necesitara de la ayuda de un miembro eclesiástico. Él volvería a su puesto, quizá incluso le ascenderían por haber ayudado a derrocar a Andrei.

Aquello era una despedida en toda regla.

Me alegra haberle conocido, en aquel Festival de los Bufones. Y aunque sé que en el pasado no hice muchas cosas bien… estoy intentando arreglarlo.

»No sé si volveremos a vernos, Cardenal. Espero que sí. Pero en caso contrario, le deseo muchísima suerte. Estoy seguro de que conseguirá grandes cosas.

Puse una mano en su hombro y le besé en la mejilla.

Hasta la próxima.

***


Habían sido unas pocas horas las que habíamos estado en París. Las suficientes como para que nos lo hubiéramos jugado a un todo o nada. Y nos había salido bien. Habíamos cambiado las cosas. Ahora tocaba despedirse, y seguir trabajando en ayudar a este mundo. Y todos los que lo necesitaran.

Poco a poco, y tiempo al tiempo.

Gracias por todo Maestra —asentí con serenidad y respeto, tendiéndole la mano—. No se que habría hecho sin usted.

Y era cierto. Me dirigí entonces al resto de mis compañeros con los que no había hablado apenas en el transcurso de la misión. Lo único que me salió en aquel momento fue un sincero:

Buen trabajo.

Porque en aquel momento no importaba si habías pertenecido a Bastión Hueco o Tierra de Partida. Si eras Maestro, Caballero o Aprendiz. Si eras fiel a la causa o habías desertado. Si eras humano o no. Si corría sangre por tus venas, datos o incluso combustible. Lo único que de verdad importaba era que la Cité viviría para ver un nuevo amanecer. Y ese logro no nos lo podrían quitar.

Empezábamos el contraataque.

Me alejé un poco, con aquel fragmento todavía en la mano. Quemaba, pero la sensación que producía seguía siendo de un torrente de poder inmenso. Uno capaz de hacer temer a Andrei Saavedra. Lo apreté con el puño, y respiré hondo.

«Ojalá hubiera hecho esto antes.»

Y lo destruí, utilizando el poder mágico que me quedaba. Era posible que el general de Xihn hubiera escondido alguno más por el mundo, pero ayudaría a los Maestros en todo lo posible para deshacernos de los que quedaran.

Avancé en dirección a Celeste, que seguía por ahí. Le pasé un brazo por el hombro, sonriendo.

Todavía parece un sueño, ¿verdad?… —Me pellizqué el moflete y negué con la cabeza—. Pero no lo es. Lo hemos conseguido. La Cité no va a caer.

Suspiré y me quedé admirando las vidrieras.

¿Recuerdas la última vez que estuvimos de misión oficial aquí? —Hice un gesto desdeñoso con la mano libre—. Tuviste que quedarte un tiempo, por los tuyos. ¿Crees que esta vez?…

No me sentí capaz de continuar. Me limité a apretar su hombro con cariño, a la espera de una respuesta.

Seguro que Misifú se ha colado en tu habitación aprovechando que no estabas, otra vez.

Pero en el fondo quería que volviera a casa, que me ayudara con todo lo que vendría ahora. Con lo mucho que nos quedaba por hacer.

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Y fin~~

Podría decir muchas cosas teniendo en cuenta que es la última trama en la Cité, pero creo que en el post ya queda reflejado. Estoy muy contento de haber participado en esta trama y algunas de las que la precedieron. Ha sido genial poder ponerle el broche de cierre. Gracias por todo ^^

Y joder, por fin han salido las cosas bien.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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La última noche en París

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Dic 01, 2017 3:08 am

Temblé, con el vínculo a punto de romperse. Apreté los dientes, sudando, con todo el peso de la oscuridad consumiéndonos poco a poco. Jadeé de dolor y cerré los ojos. Con los ojos cerrados todo parecía más fácil. No veías el mundo, no veías el dolor.

¿Sabes? De no ser por ti, no habría tenido tantos fragmentos. Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que los he usado.

Los abrí de golpe, y cuando lo hice me quedé helado. Andrei, el mismo Andrei estaba tras Saito. Si no me abalancé sobre él fue porque le amenazaba de muerte con su baraja. El brazo izquierdo me envió punzadas de dolor marchito. A esa distancia nadie podría sobrevivir a sus cartas, y todavía estábamos intentado sellar la cerradura. Si a Andrei se le ocurría interrumpir a Saito...

Espero que te guste la última vista de París. Todo gracias a ti. Supongo que en el fondo te pertenece. ¿Qué opinas, Simbad? ¿A cuánta gente crees que he quemado gracias a tu compañero?

¿A cuánta gente crees que he quemado gracias a tu compañero?
¿A cuánta gente crees que he quemado gracias a...?
¿A cuánta gente crees...?


Los gritos de mis padres volvieron, junto con el olor a pelo y carne quemada. Volvió Lea mordiéndome la mano en el armario, volvía ver las llamas tras las ventanas, tras el armario.Vi rojo. Apreté tanto la Llave Espada que casi partí el mango.

¡ERES UN MALDITO HIJO DE PUTA! —La rabia hizo que me desplazara hacia delante dispuesto a arrancarle la piel a a tiras, pero el vínculo con la Llave y la cerradura me paró. No lo soportaba. Verle ahí, tan campante, después de todo lo que había hecho. Y lo peor. Era elegir su muerte o la de París.

Pero antes de que pudiera hacer nada más, Nanashi apareció en escena, pero no llego a tiempo.

¡NO! —fue lo que grité en el momento en el que Andrei disparó un rayo de pura oscuridad contra la cerradura. Grité de esfuerzo al tener que mantener el vínculo con el sello, que aplastó y aplastó y aplastó.

Lo último que llegué a ver fue como Andrei desaparecía, y dos haces de luz se iluminaron al unísono.

Y luego todo acabó.

****


Aterricé y estrellé mi Llave contra el suelo, rabioso.

«No sirves para nada» pensé, sin saber si le hablaba a la Llave o a mí mismo.

Salí corriendo. Lo necesitaba. No podía estar ahí ni un momento más.

Más o menos me había enterado de la situación: al parecer Cenicienta había aparecido por arte de magia dentro de la catedral. No estaba muy al tanto de su mundo, pero sabía que había desaparecido. Pues había vuelto a aparecer, embarazada y poseída por la oscuridad. Perfecto. Maravilloso. Por lo menos Ryota se la había llevado porque se había puesto de parto repentinamente.

Di un fuerte puñetazo al árbol más cercano. Mi mano crujió dolorosamente, la sangre resbaló por mi brazo, pero no me importó. Quería gritar y llorar de rabia, pero no lo hice. Tenía que ser fuerte. Y debería estar contento por haber salvado París, pero no lo estaba. No lo estaba.

Había llegado al río.

¿A cuánta gente crees que he quemado gracias a tu compañero?


Caí al suelo destruido, derrotado. El río susurraba, sinuoso. Tambaleante me arrastré hacia él para hundir los gemelos en él, sentándome en la orilla. Después del agobiante calor que había pasado por la lava, el frío me atravesó como una flecha. Pero lo necesitaba. Armado de valor, me hundí completamente.


La armadura me arrastró al fondo. Cerré los ojos, aguantando la respiración. Allí abajo no había nada, ni siquiera sonido. Nada. Solo frío y oscuridad. Solo el peso del metal arrastrándome y arrastrándome, invitándome a morir. Pero yo no quería eso. Tenía aire suficiente como para aguantar unos minutos, más que suficiente para enfriar mi rabia.

Cuando salí a la superficie sin armadura, sin Llave Espada y sin magia de ningún tipo lo hice mucho más calmado. Salí tosiendo agua y completamente chopado, pero después de lo que había pasado me sentía un poco más limpio. El sudor había desaparecido en la corriente, y el cansancio se apoderó completamente de mi cuerpo. Sin poder andar por todo el esfuerzo que había supuesto toda la noche, caí en la orilla.

Allí me tomé una poción. El agua había enfriado los golpes, pero el viento era caliente. Pronto me sentí mucho mejor. Rodé sobre mi espalda y miré las estrellas. Los mundos. Desde que Xhin había hecho de las suyas parecían haber muchos menos. ¿Notas eso Astaroth? Se llama victoria.

Un rato después, medio seco y congelado conseguí volver a la plaza. Sabía que tenía que volver a Tierra de Partida cuanto antes, pero no podía ir sin despedirme. Les vi salir de la Catedral por parejas, tremendamente exhaustos y malheridos, y la plaza ya estaba completamente despejada.

No me podía creer que hubiera acabado. Tantos años y lo habíamos conseguido. Me obligué a sonreír. Andrei había escapado, pero la Cité seguía viva. Podía conformarme por ahora.

Me crucé con Esmeralda. Había algo que quería decirle. Si iba con Febo a este simplemente le haría una inclinación de cabeza.

Merci —diría a la gitana, cogiéndole de las manos si me lo permitía—. Jefa de la resistencia, espíritu indomable. Han sido seis largos años, y me siento muy afortunado de haber estado en la resistencia. Puede que no me recuerdes, pero no tiene importancia. París se ha salvado gracias a ella.

Sonreí de forma suave y le soltaría las manos. Escucharía su respuesta si es que tenía alguna, y también la de Febo, si es que quería decir algo. Asintiría y después marcharía.

Busqué a Gédéon y a Yerai, pero ambos estaban desaparecidos. Querría haberle dicho algo más a Zaccharie y a Quasimodo, pero no les conocía tanto. Nanashi se había tenido que marchar también a Tierra de Partida de inmediato, pero tampoco tenía nada que decirle a ella. Miré hacia el rosetón de la catedral. Una catedral que probablemente no volvería a ser la misma. Me hubiera gustado vagar un rato más por toda la ciudad, pero debía una historia.

Mis compañeros pululaban también por ahí, pero no me hacía falta despedirme de ellos, porque era muy probable que fuéramos a celebrar la victoria juntos. Sonreí ante la perspectiva, esta vez de corazón. Celeste fue la que más evité. Es cierto que habíamos salvado el mundo, pero Andrei había escapado, y sabiendo que podría haber hecho algo más que mirar no podía enfrentarme a ella todavía. Quizás al día siguiente.

No sé cuánto tardaría en encontrarle. Es evidente que Raphaël habría tenido que casarse en algún momento, y probablemente ya tuviera un par de hijos. Después de todo lo que había pasado era normal que los buscara. Pero si lo encontraba y estaba acompañado le haría un gesto desde una distancia prudencial.

Ven —diría serio—. Te debo una historia. Será solo un momento.

Le conduciría a un lugar más apartado. La Cité todavía tenía lava aquí y allá, pero no creo que fuera difícil encontrar algún que otro callejón donde hablar las cosas con calma.

Sería allí donde se lo contaría todo desde el principio. Todo sobre la Orden, desde que Andrei me derrotó y el por qué no podía volver. Le enseñaría mis cicatrices: las de la cara, las del pecho y las de los brazos, y aprovecharía además para devolverle su chaqueta sin mangas. Estaba prácticamente hecha polvo y descolorida, pero se la debía.

Y te debo también una disculpa por los dos años que no me visteis el pelo —concluiría—. Y... por aquella noche. La noche en que el usurpador me mató, digo. —Sonreí un poco—.Estaba amaneciendo y volvía de la resistencia para verte, como solíamos hacer. Pero creo que te he hecho esperar demasiado.

Un nudo me quemaba la garganta. Me pasé una mano por la nuca.

Y yo... No tengo mucho tiempo —admití—. La verdad es que debería haber vuelto ya con el resto, pero no lo voy a hacer, aunque probablemente me lleve un buen castigo. —Reí por lo bajo, aunque un deje de melancolía asomó en mis ojos. Dejé una pequeña pausa—. Esta puede que sea mi última noche aquí en París, contigo. Estaba pensando en vagabundear hasta mañana por las calles, ¿pero sabes qué?

Me giraría hacia la boca del callejón, como si tuviera intención de marcharme. Pero me paré ahí.

Está amaneciendo.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Vie Dic 01, 2017 3:57 am

Una sacudida recorrió el Corazón, que pareció encogerse de dolor. En la oscuridad, en mitad de la tormenta, Xihn apareció.

«Se acabó.»

Se acabó y nadie podía hacer nada. Tenía más miedo ahora que cuando Cenicienta casi me había cortado la cabeza. Porque no podíamos hacer nada contra Xihn, nada en absoluto. Y, de la misma manera en que tantos y tantos mundos habían caído, esta vez era el turno de La Cité.

Cerré los ojos con fuerza. La imagen de la Llave Espada oscura recién forjada brillaba en mi mente. Y luego, un estallido de luz.

Calma.

Si el mundo desaparecía... ¿No debería resultar todo un poco más ruidoso?

Xihn sonreía y aplaudía con burla. Pestañeé. Quitando los aullidos de dolor de Cenicienta, no estaba... pasando nada. Pero ¿entonces...?

Quedaos este mundo —dijo, sarcástica—. Ya está sucio. Para curarlo, tendréis que traer a las Princesas. Y esta pequeña está sedienta. Claro que… la Luz de un mundo será su mejor alimento. Uno… a uno.

«¿Qué? ¿Qué ha...?»

Apenas había bajado la Llave Espada. Y Xihn se... se iba. ¿Sin más?

Poco a poco, la tormenta amainó. El viento se detuvo y, con él, todo, o eso pareció. Xihn se había marchado. Se había marchado de verdad. Sin hacer nada. Tenía que haber malentendido algo o... quizás era la cerradura, que había hecho algo, y ahora no entendía nada.

Buen trabajo. Lo habéis sellado a tiempo.

¿De verdad?, quise preguntar. ¿Eso habíamos hecho?

No oí el resto. O sí lo hice, pero no pude entenderlo, tampoco. Eventualmente, todo volvió a ponerse en marcha, yo bajé de nuevo, Ryota se marchó con Cenicienta, y alguien tenía que deshacerse de toda la lava.

Sólo habían pasado unas pocas horas desde que habíamos llegado a París. Parecía que hubieran sido meses.

* * *


Tardamos una hora más en dar el mundo por concluido. Fue la hora más rápida de toda mi vida.

Trabajé en silencio y por mi cuenta. Pensaba que si me centraba en hacer cosas «cotidianas», el mundo volvería a la normalidad. Y más o menos fue así.

Una vez fuera, ante la magnitud de los destrozos que la lava había causado, resoplé.

Joder. Se ha ido de verdad.

Xihn se había ido de verdad. Andrei se había ido de verdad. París estaba a salvo, más a salvo que en cuatro años. O más.

Sí, sabía que no tenía que sentirme tranquila precisamente. Xihn se había hecho con un arma lo bastante terrible como para permitirse «regalarnos» un mundo; una parte de mí se moría de miedo sólo con imaginar lo que sería capaz de hacer ahora. Pero era una parte minúscula. Crecería, sin duda, pero no todavía. No hoy. Hoy era el día en que habíamos contraatacado y habíamos ganado. La Cité había ganado. Y eso era algo que ardería más que ningún fuego.

Respiré hondo y estiré los brazos. Superada la conmoción, ahora tocaba dar paso a la brutal oleada de alivio, que me golpeó justo al poner un pie fuera de la catedral. Después de tanta oscuridad, era como salir de una cueva hacia el mundo exterior. Resultaba abrumador —y, maldita sea, París siempre había sido preciosa, incluso ahora—. Un poco como cuando había descubierto que había mundos más allá de mi cielo.

Fue como si todo conectara. Todas las ideas, todos los pensamientos y todos los recuerdos. Todo hizo clic. Me volví tan deprisa que casi me hizo daño, pero ya era tarde y lo sabía. Ryota se había ido hacía mucho, con Cenicienta de parto. Apreté los puños. No importaba. Podía esperar a volver a casa para hablar con él. Lo de Nanashi, no.

La Maestra ya no llevaba su armadura, y ahora parecía más consumida y exhausta. Se había llevado la peor parte de la pelea contra Andrei. Se había quemado.

Una vez delante de ella, no supe muy bien qué decirle. Lo que tenía pensado desapareció. Y debió de ser por eso, por la sorpresa y por el alivio, que apreté los labios para que no se me escapara un sollozo y la abracé.

Gracias. Por todo. —Estrujé, con mucho cuidado de no tocar ninguna herida que pudiera quedarle—. Si-siento no haber podido hacer más.

No sabía si con eso último me refería a esta misión, a no haberme atrevido a acompañarla, o si lo decía en sentido general. Muerta de vergüenza, la solté, y no diría nada más hasta que se marchara. Era muy incómodo, y nunca había tenido problemas con las palabras, pero supuse que lo entendería. O quizás no, pero al menos le había dado las gracias. De no haber sido por ella, yo no estaría ahí en ese momento. Tenía que hacer que valiera la pena.

Hacía un calor infernal por culpa de la lava, y lo ocurrido tampoco había sido de gran ayuda. Me llevé las manos a las mejillas, pero apenas notaba nada de frío. Desistí al poco tiempo, en parte porque Alanna se acercaba.

Oh, eh —saludé con una sonrisa tímida—. Casi no... Al final has acabado viniendo a París. Bonito, ¿verdad? Muy acogedor.

Sacudí la cabeza y le apreté el brazo con cariño. Me alegró saber que en Castillo de los Sueños todo había salido bien al final: Karel había sido echado del mundo y casi no había habido heridos. Sólo esperaba que en China también estuvieran todos bien. Como íbamos a regresar pronto, contuve el impulso de escribir un mensaje. Prefería hablar con Fátima y con Daian en persona. Sería lo mejor.

Así que, en vez de eso, opté por buscar a Quasimodo y a Zaccharie antes que a Esmeralda. Quizás, a estas alturas, ya se habían reunido con ella y con Febo, pero eso no importaba. Tiré un poquito de Alanna hacia delante y la presenté:

Alanna, ellos son Quasimodo y Zaccharie. Nos llevan ayudando desde... hace mucho tiempo, pero hoy han estado geniales. Muchísimas gracias —les dije entonces—. A los dos. De no haber sido por vosotros, seguro que todavía estaríamos lidiando con ese gigante horrible.

Era lo más probable, sí. Me reí por lo bajo y luego le cogí las manos a Quasimodo.

No olvidaré todo lo que has tenido que sufrir. Mañana mismo empezaré a buscar por todas partes cristales para sustituir lo roto. No será lo mismo, pero... pero algo hará. ¿No?

Algo tendría que hacer. La lástima eran las gárgolas; ahí dudaba que pudiera hacer nada. Quizás se podría construir algo mediante magia, pero no tenía muchas esperanzas. Y bastante magia había alterado ya la catedral.

Entonces sí que me dirigiría a Esmeralda. Era la primera vez que la veía desde que Andrei la había secuestrado, y tenía miedo de que le hubiera hecho algún daño irreparable. Me acerqué con cuidado, sintiendo de nuevo cómo la conciencia me reclamaba no haber seguido a Nanashi y ayudado a rescatarla.

¿Estáis los dos bien? —pregunté con un hilillo de voz, mirando a Febo de reojo—. Yo... Bueno, no creo que Andrei se atreva a acercarse en una buena temporada. En unas horas ha perdido a todos sus rehenes.

Me tentaba preguntárselo. No quería que la alegría del momento borrara ni un poco del odio que le tenía a Andrei. Es más, quería que creciera. Que sobrepasara el miedo que le tenía, que lo devorara por completo. Pero no podía. Esperaba no tener que enterarme de la verdad nunca, nunca, nunca.

Cogí aire.

Es... Espero que le hicierais pasar un mal rato. P-porque será lo último... que verá de París... el resto de su a-asquerosa vida.

Y ahí puede que no pudiera aguantar más y llorara. Porque todo había salido bien. Al menos durante ese momento, en ese mundo, todo había salido bien.

* * *


El tiempo pasó volando, y ya empezaba a ser hora de volver. Al fin y al cabo, no quedaba nada más que hacer en París.

«Se acabó. Ahora sí.»

Me froté una vez más los ojos, y le murmuré una disculpa a Alanna por el numerito (Esmeralda, después de tantos años, ya estaría acostumbrada a esa clase de altibajos, aunque siempre me sabría mal).

¿Podrías, por favor, avisar a mi familia de que estoy bien y de que vendré a verles en unas horas? —le pediría a Esmeralda, con un rápido abrazo—. En cuanto pueda escaquearme un momento, prometido.

Me despediría con la mano y cogería la de Alanna antes de volver corriendo con el grupo. Algún día tenía que presentárselos, pero por hoy sería mejor descansar. O al menos ella, porque yo estaba dispuesta a aguantar unas horas más. Quién sabía, quizás si me iba a dormir, al despertar nada de esto había ocurrido. Quería disfrutar al máximo, fuera esto real o no. Me lo merecía, al menos eso.

Seis años. Y desde el primer día había soñado con este momento. No había sido lo que esperaba, desde luego, y, de haber sabido todo por lo que habría tenido que pasar, quizás no me habría atrevido a aceptar la Llave Espada. Nunca lo sabría.

Poco importaba ahora.

¿Recuerdas la última vez que estuvimos de misión oficial aquí? —preguntó Saito antes de que partiéramos—. Tuviste que quedarte un tiempo, por los tuyos. ¿Crees que esta vez?…

Vuelvo —le corté—. He aprendido la lección... esa, al menos. —Sonreí de lado—. Siempre he pensado que tenía que escoger entre París y la Orden, pero me niego. Nunca más. Así que sí, hoy vuelvo.

Seguro que Misifú se ha colado en tu habitación aprovechando que no estabas, otra vez.

Ah, no me cabe ninguna duda.

Sonreí y le guiñé un ojo. Era hora de regresar a Tierra de Partida aunque, como había prometido, no sería por mucho tiempo. Iba a pasearme de un mundo a otro, más que dispuesta a disfrutar de esta nueva libertad.
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