Re: [La Cité des Cloches] Santuario
Publicado: Vie Oct 27, 2017 12:52 am
Febó la guió hasta un lugar alejado y algo oculto de la plaza, en donde esperaban varias personas. Dos abrió bien los ojos, como analizando a aquellos hombres, no quería que se le escapara nada sobre ellos, después de todo si eran sus aliados tendría que saber en que podrían destacar o no.
—Yo soy la dro… digo... —la robot carraspeó antes de presentarse debidamente —. Los orga… la gente me llama Dos. Un placer trabajad con ustedes —. De fijo que nadie había notado sus meteduras de pata.
Casi ni hubo tiempo para charlar, ya que todos los presentes pudieron escuchar los golpes de tambor que anunciaban que el momento de la ejecución se acercaba. Empeorando las cosas, los guardias sacaron a Esmeralda de la jaula y la llevaron hacia la pila. Aquello no ayudo en nada al pobre Febo a mantenerse tranquilo, Dos podía notar como las pulsaciones del hombre aumentaban rápidamente.
Mientras unos intentaban lidiar con el Capitán, el hombre que se había presentado como Raphaël se volvió hacia la droide y le hizo una petición para poder salvar a la gitana. Escuchando atentamente sus palabras, Dos creyó entender que alguien de la Orden había hecho uso de un Glider en alguna misión y que Raphaël había sido testigo de aquello, pero… lo tenía prohibido.
Vale, era cierto que en alguna ocasión se había saltado alguna pequeña norma, pero Ryota no la había hecho ponerse más capas de las que tiene incluso una cebolla para que ahora fuera volando en su monopatín espacial.
—Vaya, señor Raphaël, me pone en un gran aprieto —Dos se rascó la parte de atrás de la cabeza —. El uso el Glider en situaciones que no sean de viaje entre una localización y otra es algo que los Maestros nos tienen prohibido. No creo que pueda hacer lo que me pide… —. La robot se le quedó mirándole, sus ojos pasaron después a Febo y finalmente a Esmeralda en la pila de madera.
Entendía como se sentían, esa frustración al saber que no puedes hacer nada por los que te importan. Ella misma había pasado por algo así cuando el Maestro Light dejó Tierra de Partida, por lo que quería ayudarles con todas sus fuerzas. Volví a mirar a observar a Esmeralda, aumentando el alcance de visión de sus ojos y justo al hacerlo, también se encontró con la fachada de la catedral y las estatuas que la decoraban.
Se le encendió la bombilla al instante, literalmente, ya que al venirle aquella idea, su nariz se iluminó casi al máximo. Alegrándose de que su cola estaba oculta, ya que no pudo evitar moverla, Dos volvió a mirar a Raphaël a los ojos con una sonrisa que el hombre no podía ver.
—Es cierto que no puedo hacer uso del Glider, pero eso no me impide volar. ¿Señor Febo, podría ayudarme con una cosa? —llamó Dos al capitán y le señaló dos puntos de la espalda —. ¿Es posible que pudiera hacer dos cortes en vertical en estos dos puntos de aquí? Superficiales, solo necesito que me rasgue la túnica.
Esperó a que el hombre realizara su pedido antes de dar un paso hacia atrás y activar su sistema de vuelo. Dos barras de acero crecieron de la espalda de Dos e inmediatamente desplegaron una suerte de alas de plasma.
—Digamos que soy una especie de ángel de metal, por eso me cubro de esta forma y puedo realizar acciones como las que el señor Febo vio en la plaza —explicó Dos intentando ser breve ya que iban con el tiempo justo —. Soy única entre mis compañeros, por lo que les pido que ni se asusten, ni en un futuro les pidan estas cosas a ellos. Pero a lo que iba. Volaré y salvaré a la señorita Esmeralda cual ángel de la guarda.
Siempre y cuando no empezaran a gritar demonio o alguna cosa parecida, Dos se prepararía para llevar a cabo el plan. Había comprobado en las últimas semanas, que su fuerza ya estaba algo por encima de la media y Esmeralda tampoco parecía ser una mujer con mucha masa corporal, por lo que podría cargar con ella. Aun así estaba lista para sobrecargar sus propios sistemas en caso de que necesitara un impulso extra.
—CUBO, tan pronto como echemos a volar, quiero que actives uno de los bloques de energía que tenemos, seguramente vaya a necesitarlos —le ordenó a la inteligencia artificial que vivía en su cuerpo. Si alguno de los hombres la miraba extrañado respondería con una sonrisa: —. Un Querubín invisible al ojo mortal.
En cuanto le dijeran cuando debía actuar, Dos saltaría hacia una pared para ir tomando impulso y que sus alas aletearan un poco, además de ganar algo de altura, aunque no la suficiente para que Andrei lo notara. Momento en que viera que se armaba la de Dios, se lanzaría a toda velocidad al lugar en donde se encontraba Esmeralda con uno de sus brazos por delante, realizaría esta acción para liberar un espeso humo sobre los guardias y la pila de madera e impedir de aquella forma que actuaran con rapidez.
Sería el momento de cambiar su visión a la térmica para poder localizar a la mujer entre el humo. CUBO estaría atento de usar algún que otro Éter tan pronto como Dos se quedara sin energía y que pudiera seguir con el rescate. En cuanto tuviera a Esmeralda, le pediría amablemente que no se asustara ante su aspecto, para así poder recogerla y salir volando hacia alguna calle que no tuviera ni mucha gente, ni guardias. Si se daba el caso de que limitaciones físicas no la permitían realizar alguna de aquellas acciones con rapidez, haría que todo su cuerpo se sobrecargara, entrando en un estado de frenesí con el que poder finalizar su tarea.
—Yo soy la dro… digo... —la robot carraspeó antes de presentarse debidamente —. Los orga… la gente me llama Dos. Un placer trabajad con ustedes —. De fijo que nadie había notado sus meteduras de pata.
Casi ni hubo tiempo para charlar, ya que todos los presentes pudieron escuchar los golpes de tambor que anunciaban que el momento de la ejecución se acercaba. Empeorando las cosas, los guardias sacaron a Esmeralda de la jaula y la llevaron hacia la pila. Aquello no ayudo en nada al pobre Febo a mantenerse tranquilo, Dos podía notar como las pulsaciones del hombre aumentaban rápidamente.
Mientras unos intentaban lidiar con el Capitán, el hombre que se había presentado como Raphaël se volvió hacia la droide y le hizo una petición para poder salvar a la gitana. Escuchando atentamente sus palabras, Dos creyó entender que alguien de la Orden había hecho uso de un Glider en alguna misión y que Raphaël había sido testigo de aquello, pero… lo tenía prohibido.
Vale, era cierto que en alguna ocasión se había saltado alguna pequeña norma, pero Ryota no la había hecho ponerse más capas de las que tiene incluso una cebolla para que ahora fuera volando en su monopatín espacial.
—Vaya, señor Raphaël, me pone en un gran aprieto —Dos se rascó la parte de atrás de la cabeza —. El uso el Glider en situaciones que no sean de viaje entre una localización y otra es algo que los Maestros nos tienen prohibido. No creo que pueda hacer lo que me pide… —. La robot se le quedó mirándole, sus ojos pasaron después a Febo y finalmente a Esmeralda en la pila de madera.
Entendía como se sentían, esa frustración al saber que no puedes hacer nada por los que te importan. Ella misma había pasado por algo así cuando el Maestro Light dejó Tierra de Partida, por lo que quería ayudarles con todas sus fuerzas. Volví a mirar a observar a Esmeralda, aumentando el alcance de visión de sus ojos y justo al hacerlo, también se encontró con la fachada de la catedral y las estatuas que la decoraban.
Se le encendió la bombilla al instante, literalmente, ya que al venirle aquella idea, su nariz se iluminó casi al máximo. Alegrándose de que su cola estaba oculta, ya que no pudo evitar moverla, Dos volvió a mirar a Raphaël a los ojos con una sonrisa que el hombre no podía ver.
—Es cierto que no puedo hacer uso del Glider, pero eso no me impide volar. ¿Señor Febo, podría ayudarme con una cosa? —llamó Dos al capitán y le señaló dos puntos de la espalda —. ¿Es posible que pudiera hacer dos cortes en vertical en estos dos puntos de aquí? Superficiales, solo necesito que me rasgue la túnica.
Esperó a que el hombre realizara su pedido antes de dar un paso hacia atrás y activar su sistema de vuelo. Dos barras de acero crecieron de la espalda de Dos e inmediatamente desplegaron una suerte de alas de plasma.
—Digamos que soy una especie de ángel de metal, por eso me cubro de esta forma y puedo realizar acciones como las que el señor Febo vio en la plaza —explicó Dos intentando ser breve ya que iban con el tiempo justo —. Soy única entre mis compañeros, por lo que les pido que ni se asusten, ni en un futuro les pidan estas cosas a ellos. Pero a lo que iba. Volaré y salvaré a la señorita Esmeralda cual ángel de la guarda.
Siempre y cuando no empezaran a gritar demonio o alguna cosa parecida, Dos se prepararía para llevar a cabo el plan. Había comprobado en las últimas semanas, que su fuerza ya estaba algo por encima de la media y Esmeralda tampoco parecía ser una mujer con mucha masa corporal, por lo que podría cargar con ella. Aun así estaba lista para sobrecargar sus propios sistemas en caso de que necesitara un impulso extra.
—CUBO, tan pronto como echemos a volar, quiero que actives uno de los bloques de energía que tenemos, seguramente vaya a necesitarlos —le ordenó a la inteligencia artificial que vivía en su cuerpo. Si alguno de los hombres la miraba extrañado respondería con una sonrisa: —. Un Querubín invisible al ojo mortal.
En cuanto le dijeran cuando debía actuar, Dos saltaría hacia una pared para ir tomando impulso y que sus alas aletearan un poco, además de ganar algo de altura, aunque no la suficiente para que Andrei lo notara. Momento en que viera que se armaba la de Dios, se lanzaría a toda velocidad al lugar en donde se encontraba Esmeralda con uno de sus brazos por delante, realizaría esta acción para liberar un espeso humo sobre los guardias y la pila de madera e impedir de aquella forma que actuaran con rapidez.
Sería el momento de cambiar su visión a la térmica para poder localizar a la mujer entre el humo. CUBO estaría atento de usar algún que otro Éter tan pronto como Dos se quedara sin energía y que pudiera seguir con el rescate. En cuanto tuviera a Esmeralda, le pediría amablemente que no se asustara ante su aspecto, para así poder recogerla y salir volando hacia alguna calle que no tuviera ni mucha gente, ni guardias. Si se daba el caso de que limitaciones físicas no la permitían realizar alguna de aquellas acciones con rapidez, haría que todo su cuerpo se sobrecargara, entrando en un estado de frenesí con el que poder finalizar su tarea.
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