El portal que la Maestra y el programa atravesaron se encontraba un tanto deformado, sin embargo, aquella deformación parecía surgir únicamente en la zona de China ya que mientras más se alejaban de allí el portal se iba volviendo más estable. Volver a Tierra de Dragones podría ser complicado...
Mientras Fátima y Bitron abandonaban el mundo, el resto de portadores (y Ho-chan) luchaban contra el ejército Huno.
Lyn se encargó con suma facilidad de varios hunos y golpeó al Bégimo en un costado con tal fuerza que consiguió que la inmensa mole perdiese el equilibrio por un instante.
En ese momento, el Fénix de Daian iluminó la oscuridad con su fuego. El ser ígneo arañó con sus garras los ojos de uno de los soldados enemigos, que no pareció sentir dolor, en realidad ninguno parecía sentir nada. Eran como carcasas vacías que simplemente... Luchaban.
El Fénix continuó su vuelo calcinando a otro, que se desplomó contra el suelo sin siquiera soltar un mísero grito, lo que hizo más perturbador ver cómo ardía sin siquiera dar señales de estar en sus últimos momentos. Sus mentes, sus emociones.Todo le pertenecía a Dark Light.
Ho-Chan, protegido por el hechizo de la Caballera fue el único que se centró en el Bégimo desde el primer momento. Viendo que era imposible trabajar con esa criatura ahí haciendo que el suelo retumbase a cada paso (incluso si el soldado era preciso en lo que hacía) decidió utilizar sus peculiares armas para luchar.
¡Bang! El atronador disparo que utilizó su poder sonó con la fuerza de un relámpago y un agujero con grietas a su alrededor apareció allí. La criatura no permitió que Hiro disparase más cuando vio que tenía sus puños alzados, se levantó sobre sus patas traseras como un caballo y dejó caer todo su peso tratando de atacar a quien tenía más cerca: Maya.
La aprendiza estuvo a poco de ser aplastada, pero Lyn bloqueó su ataque con su propio cuerpo. La onda expansiva tiró a la bruja al suelo, Lyn permaneció bajo su pata, arrodillada aguantando todo su peso, tratando de mantenerse allí.
—¡Maya presta atención, joder! ¡No tenemos tiempo para tonterías! ¡La próxima vez no voy a protegerte!—recriminó con un grito de enfado que logró sacarle sus rasgos bestiales—. ¡Atacad, no puedo aguantar mucho más!
Ho-Chan no dudó en disparar con sus armas al cuerno. Todos ya se habían enfrentado a más de uno, así que conocían de sobras el punto débil de la criatura, aunque no todo iba a ser bonito. Uno de los Hunos, cargado con una lanza intentó atacar a Lyn para que perdiese sus fuerzas. Por fortuna el Fénix de Daian fue más rápido y le arrebató el arma con sus zarpas dejándolo vendido frente a la aprendiza, de quien no pudo defenderse.
El bégimo soltó un alarido de dolor y Lyn pudo aprovechar para sacarse de debajo con una voltereta antes de que la criatura se dejase caer de costado dejando el cuerno a merced del grupo.
Finalmente, el cuerno se partió y el monstruo se desvaneció dejando salir de entre las brumas un brillante corazón que se perdió en el cielo negro.
—Ho-Chan, te cubriremos. Puedes seguir trabajando —dijo la Maestra poniéndose en guardia mientras llegaba otra oleada de hunos acompañados de algunos sincorazón de menor tamaño.
Mientras el soldado chino trabajaba, las tres portadoras tuvieron que enfrentarse a decenas de hunos. Podían elegir si acabar con ellos o no... Pero no se rendían si como mínimo no los dejaban fuera de combate. La lluvia llevó la sangre de sus enemigos y la diluyó... Y entonces escucharían una potente explosión. Ho-Chan lo había hecho.
Un enorme boquete se había abierto en el portón, todos pudieron atravesarlo y comprobarían que ninguno de los soldados de Dark Light se acercaba a la puerta más de lo necesario, era como si en su mente tuviesen la orden de "no entrar".
Seguramente nunca habían entrado al palacio, pero si lo habían hecho (o si simplemente conocían un mínimo sobre arquitectura china) se darían cuenta de que todo el interior había sido remodelado. Todo parecía mucho más palaciego, pero con un tono sombrío y tenebroso donde una paleta de grises predominaba sobre todo lo demás. Había algunas antorchas, donde brillaban unas llamas azules que ardían con fuerza y al fondo había un trono de hierro donde había tallados motivos con forma de cabeza de lobos en los posamanos. A ambos lados del salón había escaleras que llevaban a una terraza donde se veía todo el lugar y donde además había dos puertas de piedra. Una de ellas, la de la izquierda, no tenía nada destacable... Pero la de la derecha sin embargo tenía una serie de tuberías, donde podía verse a través de unos pequeños cristales como un líquido negro pasaba a través. La enorme sala del trono estaba vacía.
Ambas puertas tenían runas simples que cualquiera con un mínimo de conocimiento de magia entendería: "Puerta, abrir Dark Light, Xihn". En resumen, aquellas puertas no funcionaban con llaves ni ningún tipo de mecanismo, solo podían abrirlas aquellas dos personas al colocar un poco de su magia sobre ellas... Y no eran puertas débiles que pudiesen derrumbar con simple fuerza bruta... Y ahí era donde volvía a entrar Ho-Chan.
¿Debían derribar ambas puertas e investigar los dos lados? ¿Debían ir solo la que les pareciese más interesante para no arriesgar a que se encontrasen otra puerta similar más adelante?
Tenían que decidir una vez más.
El Portal era cada vez más inestable y volver resultaría mucho más complejo de lo que creían.
Pese a que no había sido demasiado tiempo desde que habían ido a por Miki el Hado lo cierto era que se estaban complicando… Demasiado.
El Caos estaba afectando la estructura del portal, tanto era así que el camino de luz parecía parpadear por momentos, como si amenazase en cerrarse ambos lados de golpe dejándolos abandonados
—¡El portal no es seguro! —exclamó Miki resaltando lo obvio.
El hado sacó su varita e hizo que unas alas surgiesen de los zapatos de los tres permitiéndoles que se movieran mucho más rápido que antes.
La luz del fondo, más intensa que el resto del túnel luminoso indicaba que habían llegado al destino que habían decidido… O algo así.
Por alguna razón, el Portal los había dejado dentro de una pared (sí, tal cual) nada más atravesarlo se encontraron con ella justo delante, pero también detrás de ellos. Por fortuna, era una pared de arcilla y tierra, por lo que no tardaron en romperla apareciendo más o menos cerca del callejón donde Bitron había aparecido antes.
—Así que esto es China… Me habría gustado verla en sus mejores momentos —comentó el muchacho—. Bueno, imagino que ese es uno de los obeliscos, ¿no? —señaló.
Los tres se aproximaron a la imponente construcción. Miki la miró pensativo y sacó su varita repasando los símbolos y círculos mágicos.
—Nunca había visto a nadie utilizar la magia de esta forma, quien lo haya creado debe tener muchos conocimientos, y no hablo de la magia en sí… La hace funcionar de una forma extraña como una… Máquina de esas que utilizáis, ¿ordenadores?
»El caso es… No es magia demasiado poderosa, que lo es… Pero la ha enrevesado y mezclado de una forma que si imaginas cada hechizo como una cuerda… Pues ha hecho un nudo, pero todos los nudos tienen su truco, claro, tan solo debo tirar de… ¡Aquí!
Miki apuntó con su varita a uno de los símbolos, el de la protección contra golpes físicos.
—Fue un error poner este de último, al colocarlo sobre un hechizo anti-magia permite que pueda interactuar con los hechizos que ha colocado sobre ese, por lo tanto al cancelar este… ¡Todos los demás se desvanecerán por sí solos al romperse el nudo! El problema de poner tantos unos sobre otros es que como logres deshacerte de uno, los demás caen por sí solos.
Una especie de “rayo” de polvos brillantes impactó sobre la superficie del obelisco. El círculo mágico tembló y fue desvaneciéndose lentamente y entonces, súbitamente una enorme grieta partió el obelisco a la mitad mientras todos los demás círculos y runas destellaban a medida que desaparecían como pequeñas explosiones. El líquido que salía del obelisco dejó de emanar.
—Puedo encargarme de los demás por mí mismo… Pero antes, toma esto —Se acercó a Bitron y le tendió un bote con un montón de polvo brillante similar a la purpurina plateada—. Cuando consigas un poco de pólvora mezcla esto y… Bueno, ya verás tú mismo lo que pasa. ¡Explosión mágica!
Miki sonrió y se elevó en el aire con unas bonitas alas.
—Me encargaré de todos en un periquete, ni me verán venir. ¡Hasta luego! —Se despidió con una sonrisa mientras echaba a volar.
Fátima y Bitron tenían claro a donde ir ahora. Bitron necesitaba todavía pólvora, por lo que debía dirigirse al palacio, por donde debía estar el campamento huno del mundo y Fátima debía reunirse con sus compañeros. Tenían todavía aquellas “alas” en sus zapatos, por lo que se moverían rápidamente a cualquier otro lugar durante aquel tiempo dentro de la ciudad.