[Castillo de los Sueños] Larga vida a la reina

Trama de Malik, Alanna, Xefil, Ragun y Nicoxa

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: Larga vida a la reina - Ronda #6

Notapor Sombra » Vie Nov 17, 2017 1:41 am

Corrí junto a Anastasia hacia la habitación donde Karel tenía a Cenincienta, por el camino consumí un Éter para rellenar mis reservas mágicas.

Fue entonces cuando llegué a la estancia. Karel amordazaba a Xefil con un hechizo que se empezaba a clavar en su piel y Yami estaba en el suelo. El general de Xihn me observó y pareció contenerse un instante. Tal vez no podía luchar contra mí si sujetaba a Xefil con su magia, no tardó mucho en sin mediar palabra girarse hacia el portal y simplemente desaparecer tras él.

Corrí a junto Xefil y traté de ayudar a que se levantase.

¿Te encuentras bien? ¿Y Alanna? —dije con un tono levemente preocupado, iba a voltear en dirección a Yami; que estaba tirada en el suelo malherida cuando...

¡Dios Santo! ¿Qué es esa cosa tan fea? —gritó Anastasia.

Hasta aquel momento no me había fijado en ella. Una figura oscura envuelta en un manto y con una guadaña... Una parca, la muerte. Sin duda, se trataba de una creación de Karel.

¡Anastasia, aléjate! Corres peligro aquí —ordené.

No tardé en activar mi Segundo Estilo Finsternis Dunkelheit, no sabía cuan poderosa era aquella cosa y no iba a contenerme. Si aquella Muerte utilizaba magia afín a oscuridad no podría dañarme, con mi Segundo Estilo la Oscuridad no podía hacerme nada. El problema era que no sería capaz de invocar el Lado Oscuro allí dentro. Simplemente no entraba. Pero tenía más habilidades, por supuesto.

¡El portal! ¡Tenéis las afinidades de Oscuridad y de Espacio y podéis...!

¡Déjala en paz, bicho asqueroso! ¡¿Dónde está mi hermana?!

¡ANASTASIA, ATRÁS! ¡Vuelve hacia el salón de baile! —grité con fuerza.

Vi con horror como la parca golpeaba a Yami dejándola sin sentido. Apreté los dientes y apreté el hombro de Xefil.

Tenemos que obedecer, pero mandaré contra el monstruo de tinta a mis sincorazón —expliqué brevemente.

Apunté con mi llave espada al monstruo e hice que una Oleada de Demonios surgiera del suelo para rodear a la Parca e ir arañándola poco a poco impidiendo que nos siguiese o tratase de dañar más a Yami. Si era posible, las sombras que conformaban la marabunta tirarían de la Maestra para alejarla de allí mientras dañaban lentamente a la criatura, tomaría otros dos éter más y invocaría dos sincorazón Grandullones también para que se enfrentasen contra el monstruo de tinta y alejasen a Yami de allí. Mientras, trataría de obedecer a Yami si Xefil daba también su aprobación para abrir el portal mezclando nuestras afinidades.

Spoiler: Mostrar
Ragun toma 3 Éter (uno al principio y dos al final de la ronda, antes de invocar los grandullones)

Activar el Segundo Estilo: 20 PH

▪ Oleada de demonios (HM) [Nivel 40] [Personalizada][Requiere Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 40] El personaje atrae y controla una marabunta de sincorazón sombra que se mueven como un único ente. La oleada de demonios puede desplazarse por el aire y por el suelo a gran velocidad durante una ronda y finalente lanzarse contra un objetivo causándole graves daños. Los sincorazón tras atacar a un enemigo desaparecen.

▪ Grandullón (HM) [Nivel 30] [Requiere Poder Mágico: 30, Afinidad a Oscuridad; Título de Maestro] El personaje invoca dos sincorazón de tipo Grandullón que luchan junto al personaje y obedecen sus órdenes.
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Re: [Castillo de los Sueños] Larga vida a la reina

Notapor Tanis » Vie Nov 17, 2017 4:05 am

Malik encontró el círculo sin mucho esfuerzo. Dio gracias de haber invocado al caballo alado, porque si no se las habría visto y deseado para llegar hasta él teniendo el percal que tenían encima. Colocarlo encima de la lámpara de la sala era una estratagema aguda, eso debía concederlo. Para lo que no se había preparado era para lidiar con demasiado en juego, a pesar de que llevaba años haciéndolo. ¿Dónde estaba el resto?, ¿y Cenicienta?

Se les acababa el tiempo.

Cuando se acercó al círculo la espada de la Guardiana latió en su mano, como un ardiente corazón. Malik se temió lo peor y observó el círculo, sabiendo que tendría que destruir la lámpara o como mínimo quitarla del medio. ¿Por qué reaccionaba así el arma? ¿Era por la magia del círculo? ¿Iba a ser buena idea usarla contra él? No lo sabía.

«No tengo tiempo para saberlo.»

¡No! ¡Basta, soltadme!

Cuando oyó el grito de la anciana, Malik miró desde su montura hacia el balcón. Tres de los hechiceros habían rodeado a Nicoxa y al Hada Madrina. La muchacha apenas había hecho retroceder a uno, y los otros dos sujetaban a la mujer. Malik maldijo entre dientes, consciente de que un paso en falso y habría muertos. Contuvo la necesidad de embestir con Pegaso y depositó fe en que Nicoxa sería capaz de deshacerse de ellos. Era difícil sólo para los dos encargarse de ello. Si Ragun no se hubiera ido…

«¿Dónde están las maestras?»

Se bebió dos Éteres antes de que las cosas se complicaran más.

¿Qué está pasando aquí?

Lo cual no tardó en suceder.

Desarmado y vulnerable, el rey avanzaba hacia Nicoxa y el Hada Madrina desde el otro lado del salón de baile. Por supuesto, pasaba cerca, demasiado cerca, del centro de la sala, donde caería la lámpara si Malik la desenroscaba en ese momento. Se sintió terriblemente cansado y tenso.

¡Majestad, marchaos! —Malik contempló, paralizado y sin saber qué hacer, cómo otros dos hechiceros más se acercaban a Henry—. ¡Oh, no sabe dónde está! ¡Lo ha hechizado!

No debía de saber qué estaba pasando, probablemente como decía la Madrina, por culpa de un hechizo. Hechizado o no, el rey era un obstáculo más, pero uno del que no se podía deshacer. Henry y la Madrina eran dos pilares fundamentales para Cenicienta, no había que ser muy listo para saberlo. No podía perderlos a ninguno de los dos, pero… Malik miró de soslayo a los invitados presentes y a los Grandullones de Ragun, que los protegerían si sufrían daños. No sería suficiente para contrarrestar a los hechiceros, lo sabía.

«¿Cómo salgo de esto, cómo puedo salir de esto? ¿Cómo debo solucionarlo?»

«¿Qué haría Fátima?»

Fátima, sin embargo, no estaba allí para sacarle las castañas del fuego, y no correría en su ayuda. Estaba virtualmente solo, rodeado de enemigos, sin aliados que le dirían qué hacer, como en el pasado. Tenía que arreglarlo, Nicoxa y él podían, debían.

¡Cuidado, Majestad! ¡Son hadas malas gigantes!—gritó una niña con máscara de cisne.

Niños, ¿eh? ¿No son un encanto? Pero qué te voy a contar a ti...

«No… No te atrevas ni a mencionarlos.»

Malik desvió la vista hacia la lámpara y se encontró con que Karel había aparecido sobre ella. Le observaba y se sintió pequeño y débil frente a él. No podía rivalizar con sus poderes. Nicoxa estaba al otro lado de la habitación, Henry estaba justo debajo de ellos, el Hada Madrina corría peligro y los invitados podían ser atacados en cualquier momento. No tenía fuerzas suficientes, no podría ganar…

«No puedo con esto… »

Me pregunto qué vais a hacer ahora. Esto está resultando más entretenido de lo que pensaba. No me gusta delegar, pero te daré el honor de escoger: ¿cuál de ellos debería vivir? ¿La pobre y descastada Hada Madrina, o el rey Henry, adorado por todo su pueblo? —Karel colocó las manos como si sospesara una balanza—. ¿O los dejo vivir a los dos y mato a la gente? Te advierto que a mí no me importa, si no sabes qué elegir lo decidiré a suertes.

Malik apretó los dientes, con la vista fija en Karel. Aquella era la primera vez que se encontraban cara a cara. Conocía su forma de pelear, su magia. Si Karel sabía lo que Malik podía hacer le era desconocido, tenía que intentarlo. Tenía que intentar algo. Sabía que Nicoxa podía actuar sin que el enemigo la vigilara, los Grandullones serían una pobre línea de defensa, pero eran una defensa al fin y al cabo. Tenía que confiar en que Nicoxa consiguiera defender a la anciana y él tenía que romper el círculo y sacar a Henry de en medio.

No tenía más invocaciones, sus poderes eran limitados… Necesitaba tiempo.

«Tiempo, ojala hubiera practicado más… »

Por el momento tendría que conformarse con Tierra. Miró a Nicoxa, esperando que él la viera, y aunque no hizo ningún gesto, también esperó que comprendiese que confiaba en ella para ayudar al Hada Madrina. Luego, sin grandes aspavientos y aun subido en el caballo alado, lanzó un Petra sobre Karel y activó su Estilo, Círculo de Terraformas. Apareciera donde apareciera el área de temblores, designaría el área del círculo y la lámpara, donde estaba Karel, para ejecutar Seísmo de Titanes allí. Inmediatamente después, conjuraría un Dragón de Tierra sobre Henry para evitarle daños si caía la lámpara y que los hechiceros no le tocasen. Dejó que los Grandullones de Ragun se encargasen todo lo que pudieran de la gente. Se lanzó inmediatamente, a caballo y espada en ristre, contra su área temblorosa. Pretendía terminar de destajar la lámpara y acceder al círculo para rajarlo.

Si Karel no se petrificaba o directamente iba a por él, interpondría la espada y se defendería con ella y con el escudo que llevaba en el brazo izquierdo. Si peleaban cerca de su zona de temblor, intentaría hacer que Karel se viera afectado por la habilidad, golpeado por el techo y los escombros que se desprendiesen.

Spoiler: Mostrar
▪ Petra (HM) [Nivel 18] [Afinidad a Tierra; Poder Mágico: 24] Petrifica al objetivo. El estado se cura automáticamente al cabo de un breve periodo de tiempo.

▪ Dragón de tierra (HM) [Nivel 22] [Requiere Afinidad a Tierra; Poder Mágico 35] [Personalizada] El usuario invoca un dragón de tierra de tres metros de longitud y uno de diámetro que gira y se enrosca alrededor del invocador para servirle de escudo contra ataques físicos y mágicos de igual o inferior nivel. El Dragón de Tierra puede ser destruído por habilidades de nivel superior. Se deshace en dos turnos.



Estilo de combate:

Nombre: Círculo de Terraformas

Apariencia: Al activar el estilo de combate aparece un área móvil de tierra temblorosa de diez metros de radio y cinco de profundidad, cuyo epicentro es el usuario. No hay cambios significativos en la apariencia de Malik.

Efecto: La resistencia del usuario aumenta en un 30%

Habilidades:
▪ Seísmo de Titanes (HM) [Nivel 25] [Requiere Afinidad a Tierra; Poder Mágico: 30]. Al activar esta habilidad, el usuario designa una zona y el área de tierra temblorosa antes invocada se traslada a ese punto. Su superficie se abre, cierra, baja y eleva de forma aleatoria como un terremoto a pequeña escala, provocando daño a los enemigos. Durante el terremoto Malik puede seguir moviéndose por el área.

Ataque final:
▪ Pangea (HM) [Nivel X] Al activar el ataque final, el usuario designa una zona que explota en pedazos de tierra y roca que persiguen a un objetivo también señalado por el usuario. Cuando los pedazos alcanzan su objetivo lo rodean y atrapan formando (causando daño) sobre y en torno a él una nueva masa de tierra.
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#6 - Regla 6: Tus compañeros son lo más valioso

Notapor Zee » Sab Nov 18, 2017 5:32 pm

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~MHA - Tori ni Iku~


«¡Lo tengo!».

Las pequeñas plantas parásitas de cuscuta lograron envolver al esqueleto al que Yami se enfrentaba. Al instante, percibí que había algo extraño en la magia que me conectaba con mis enredaderas. Esto me preocupó. Debieron haber echado raíces e invadido el sistema vascular del enemigo... pero claro, olvidé por unos momentos, cruciales, que nos enfrentábamos contra seres fabricados a partir de tinta hechizada. No tenían circulación sanguínea. Incluso así, nuestras pequeñas hicieron su mejor esfuerzo y lograron inmovilizar parcialmente a la parca, lo cual ayudó a la Maestra a contraatacar con un conjuro oscuro que destrozó un hemitórax del esqueleto con facilidad.

La tinta, no obstante, parecía gozar de otras propiedades. No sólo la criatura no murió, sino que la sustancia envenenó mis plantas y las hizo marchitar en un segundo. No conforme con ello, Karel desvió mi hechizo Libra de una forma insultante. Aquella fue la primera ocasión en todo mi entrenamiento que desperdiciaba un hechizo como aquél, quedándome sin información sobre mi enemigo.

Retrocedí con una sonrisa divertida a la par que Yami. No nos lo estaban poniendo fácil.

El pasillo ardió en llamas y yo me teletransporté al frente. Mi arma rasgó al guerrero de tinta, una vez, dos veces. Fue en ese momento donde Alanna y Karel comenzaron a discutir, la primera con voz en grito. La chica hacía lo posible por convencer a Cenicienta que estaba tomando un curso de acciones equivocado. Mientas, Karel lograba convencerla sin esfuerzo cada que la reina mostraba algún atisbo de duda. El conflicto verbal continuó, mientras Yami y yo seguíamos con el nuestro propio, éste físico. Cuatro veces, cinco veces. Los cortes de mi hoja comenzaron a traer consecuencias. El innatural cuerpo de la criatura comenzó a desvanecerse. La tinta caía al suelo. Estaba tan cerca. Un par de mandobles más...

La parca apareció de pronto al lado de su compañero. Mis ojos se abrieron por la sorpresa, luego dejé salir una exclamación de asombro. La guadaña dibujó una luna menguante en el aire. Sentí el viento golpearme la cara. Por fortuna la hoja me esquivó, por varias pulgadas. Al titán no le fue tan bien: éste no pudo alejarse del arma; la hoja cruzó su cuello de un lado a otro, separando limpiamente la cabeza del tronco y expulsando un torrente de tinta que, como si fuera sangre brotando de una arteria, voló por todo el lugar, manchando así el suelo, el pasillo, y el escudo mágico que Yami alcanzó a convocar frente a nosotros para protegernos. Su cuerpo, no obstante, no se precipitó al suelo como un cadáver inerte ni se desvaneció como lo haría un Sincorazón. La tinta permaneció suspendida en el vacío por un momento y luego, como si el otro fuera un agujero negro, el líquido fluyó con fuerza y velocidad al interior de la parca, cambiando su forma y sanando por completo sus heridas.

Los dos seres se combinaron en uno, para mi horror. Karel rió.

A ver si así aprendéis a no meteros donde no os llaman. ¿Estás lista, niña?

El emblema mágico comenzó a despedir luz, más de la que ya lo hacía brillar. La reina Cenicienta no lucía muy convencida; de hecho, lucía aterrada. Incluso así, asintió con la cabeza, y aquello hizo mi sangre hervir. Estiré mi brazo hacia ella e hice crecer las enredaderas de mi carne, de forma apresurada las extendí en dirección a la Princesa del Corazón, buscando envolver su cintura y atraerla hacia mí.

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~MHA - Robo Inferno~


Yami gritó. Mi Fleshbriar se desintegró. La luz del círculo aumentó de intensidad. Antes de que cualquiera de nosotros pudiera acercarse a hacer algo, una magia tremenda se hizo presente en la habitación, inmovilizando mis músculos como si ataduras invisibles estuviesen apretujándose contra mi cuerpo. Alanna se vio atraída con brusquedad al interior del círculo junto a Cenicienta, quien había comenzado a llorar; el círculo brilló todavía más, Yami se vio repelida por la parca antes de que pudiera intervenir, Karel continuó apremiando a la princesa. Mis ataduras apretaban. MI sangre escaldaba.

«¡Necesitamos... hacer algo!».

Pero no había nada que pudiéramos hacer. No así, después de haber gastado gran parte de nuestras reservas mágicas y de haber sido atrapados en otro de los encantamientos de Karel. Intentara cuanto intentara, seguía inmovilizado por cuerdas invisibles que no podía deshacer, todo lo que podía hacer era apretar los dientes con furia mientras me retorcía en mi sitio. Con un último, desesperado, grito por parte de Alanna, el diagrama mágico brilló por una vez más y, de una forma simple y anticlimática, la chica y la princesa solamente... se desvanecieron.

Yami empezó a vociferar insultos. Su rabia debió desencadenar algo en mi interior porque, unos momentos después, con ojos vidriosos y uñas clavándose en mi palma, yo también comencé a gritar, dominado por el enfado y la desesperación. Nuestra misión... Nuestro objetivo, la rehén... ¡Nuestra compañera!

¡M-Maldito...! ¡Malnacido, bastardo! ¿¡Qué hiciste con ellas!?

¿Veis eso? —Karel apuntó con la mano al círculo mágico, que poco a poco había comenzado a teñir sus trazos con oscuridad. Aparté la mirada, no queriendo contemplar lo que el hechicero señalaba, como si desobedecerlo fuese un acto de rebeldía—. Significa que nuestro plan avanza sin contratiempos. Ni siquiera lo que habéis hecho en China puede pararlo... —Me recorrió un escalofrío. ¿China? No podía referirse a... ¡El otro equipo, el de la ciudad imperial, el equipo con...!

»Aunque no tenéis ni la menor idea de a qué me refiero, ¿verdad? Lástima.

Habla cuanto... quieras —musité con esfuerzo. Sentí todos los músculos de mi cuerpo tensándose al mismo tiempo, alcanzando su máximo esfuerzo. ¡Las cadenas... no cedían!—. Imagen

Karel sólo dejó salir una risita.

Ahora, ahora... Qué, Yami, ¿te apetece ver desaparecer a tu otro aprendiz? No me gusta nada ese lenguaje.

Grité. Como un centenar de agujas, o peor, de afilados clavos, las ataduras mágicas que rodeaban mi piel comenzaron a introducirse en mi carne. ¿¡...pero... cómo!? ¡No había nada allí! Ardía como mil demonios; por lo que caí de rodillas al suelo, doblándome sobre mi eje, sintiendo mi cuerpo entero convulsionar por el dolor, pero con el hechizo manteniéndome en mi sitio con tal solidez que no podía temblar ni un milímetro.

Y luego... se detuvo. El mundo dejó de ser una mancha borrosa y el sonido volvió a mis oídos. Mi pecho se sintió libre al fin y pude tomar una inspiración amplia y refrescante; no me había percatado de lo mucho que el hechizo me había restringido. "Herido" como estaba, aunque en mi piel no había ni una señal de daño alguno, logré levantar mi cabeza con mucho esfuerzo, para darme cuenta que Karel había desaparecido.

Infeliz...

Antes de que pudiera intentar ponerme de pie, escuché una voz familiar llamándome. Giré la mirada y me encontré con Ragun, cuyo disfraz ya se había desvanecido. Si tan sólo el Maestro hubiera llegado unos minutos antes, si hubiera estado allí con nosotros, el resultado podría haber sido diferente... ¡Maldición!

¿Te encuentras bien? ¿Y Alanna? —dijo él, mientras me ayudaba a levantarme. Asentí con la cabeza, aceptando su ayuda para ponerme de piel. Respondí con un tono sombrío:

Karel. Ha enviado a Alanna y a Cenicienta a no sé dónde —apunté al círculo mágico con el dedo—. Es esa cosa. Se las ha llevado. Y Cenicienta, la princesa...

Sentí la saliva en mi boca tornarse bilis. ¿Qué se suponía que dijera? Cenicienta, en el estado que se encontraba, era una visión desagradable y aterradora. Sus ojos amarillos, brillantes, como los de un Sincorazón. Su cuerpo enfermizo... Y su voluntad, sus ganas de luchar... Oh, cuánto la habían lastimado. Despedazado, roto. No podía decírselo a Ragun, era imposible poner en palabras.

¡Dios Santo! ¿Qué es esa cosa tan fea?

Fue como si alguien jalara mi cabeza con un gancho: me giré tan bruscamente a aquella voz desconocida que mi cuello se quejó. Una joven mujer pelirroja, vestida como invitada de la fiesta, venía detrás de Ragun.

¿Trajiste a una inocente...? ¡Ragun! —Mi interrogación sonó más lastimera que a una recriminación, como si estuviera pidiéndole al joven Maestro que fuera un poco más consciente con sus decisiones. Si una persona inocente terminaba herida una de nuestras misiones...

No supe si Ragun me escuchó e hizo caso a mi petición, o si la decisión corrió por cuenta suya completamente. De cualquier forma, le ordenó a "Anastasia" que se alejara de nosotros y del enemigo:

¡Anastasia, aléjate! Corres peligro aquí.

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~MHA - Minagiru Chikara~


Un aura de oscuridad rodeó a Ragun y empezó a extenderse por la habitación. Su piel, ya de una tonalidad azulada, se tornó casi negra, mientras que los rasgos del muchacho se hicieron más demoniacos: sus orejas se extendieron, le brotaron alas y un par de cuernos crecieron de su frente. Si no hubiera sabido quién había sido antes de su transformación, habría pensado que se trataba de un Sincorazón más; y uno bastante poderoso a quien un sólo Portador muy probablemente no podía vencer.

«Cierto, por poco lo olvido. Ragun--».

«Alexander».

«--es un Sincorazón».

¡El portal! —gritó Yami desesperada, refiriéndose al círculo—. ¡Tenéis las afinidades de Oscuridad y de Espacio y podéis...!

¡Yami! —exclamé, olvidándome de su título para intentar advertirla. Pero llegó demasiado tarde. La parca hizo un rápido movimiento con su arma y noqueó a la Maestra con un golpe bastante feo. Mi estómago enteró dio una voltereta y luego se hizo un nudo. Anastasia gritó.

¡Déjala en paz, bicho asqueroso! ¡¿Dónde está mi hermana?!

Menudo entusiasmo. Deberíamos nombrarte Portadora a ti también —bromeé, olvidando como siempre hacía que no era momento ni situación de hacer chistes. Invoqué mi Llave y la sujeté con tal fuerza que mi guante de piel se quejó con un rechinido; estaba seguro que mis dedos habrían palidecido. Sentí la mano de Ragun apretar mi hombro y por un instante su oscuridad pareció extenderse hacia mí, envolviéndome como el abrazo cálido de una madre, tentándome.

Luego me sobrevino una sensación de náuseas.

Tenemos que obedecer, pero mandaré contra el monstruo de tinta a mis sincorazón —me dijo mi compañero.

Entendido, Maestro —confirmé, aprovechando la oportunidad para separarme de su agarre; ni siquiera pregunté a qué se refería con "sus Sincorazón". Casi al instante, las ganas de vomitar y la tentación de caer en la oscuridad desaparecieron. Mientras Ragun apuntaba con la Llave-Espada a la parca y le lanzaba un hechizo que no alcancé a ver, salí corriendo, lenta y débilmente, en dirección al círculo mágico. Me paré en el centro, temiendo que el emblema hiciera algo conmigo: una magia arcana y poderosa se sentía en el ambiente, mezclada con la misma sensación nauseabunda que Ragun me había producido. Sí, había Oscuridad allí y allá, manchando la tinta brillante del diagrama, eclipsando su luz.

¿De verdad podíamos hacer algo si Ragun y yo combinábamos nuestros poderes?

«Debí haber estudiado más a fondo la teoría de los portales», me lamenté en nuestra mente. Era bastante bueno teletransportándome de un lado a otro, pero todavía era incapaz de invocar una puerta de Luz o de Oscuridad, y jamás había intentado desgarrar el espacio en el mismo sitio donde alguien más lo había hecho. ¿Podía Karel haber dejado alguna especie de rastro, algún residuo mágico que yo pudiese detectar y que me indicara en dónde podían haber terminado Alanna y Cenicienta.

«La Llave-Espada», intervino Némesis, «es una llave que abre todas las puertas».

¿Ding...?

No estaba tan seguro de que nuestra idea fuera tan buena y esclarecedora como hacer sonar una campana triunfante. Pero era algo digno de intentar. Un portal era una puerta a través del espacio, ¿no era cierto? Un umbral que conectaba dos lugares no contiguos, separados por apenas unos centímetros o por galaxias enteras. Si algo tenía el poder de abrir algo como aquello, entonces bien podía ser...

Miré en dirección a Yami. Unos Sincorazón que Ragun parecía haber invocado (supuse, porque no estaban yendo hacia mí con las garras en alto), arrastraban a la Maestra hacia un lugar seguro y mantenían a raya al mismo tiempo a la parca-titán.

Me reacomodé en el centro del círculo y apunté con mi Llave-Espada, Azathoth, al suelo. Como si estuviera a punto de invocar un teletransporte, hice la energía espacial acumularse en mi cuerpo; pero en lugar de darle un propósito, en lugar de imaginar a dónde quería ir, la mantuve en mi interior. Puse todo mi esfuerzo en mis manos, intentando que la llave hiciera algo, lo que fuese, como lo que hacía por naturaleza cada que apuntaba a una cerradura. El hechizo que nunca fue conjurado empezó a recorrer mis venas con cada vez mayor velocidad, llenándome el cuerpo de un calor peligroso, pero no podía dejarlo ir. Tenía que guardarlo, guardarlo, no lo sueltes, no lo sueltes... Comenzó a arder, a quemar. Tenía que teletransportarme, hacer algo con aquella magia, o si no, como un globo llenándose de agua, ¡iba a estallar!

Algo pasó. Había un límite que nunca había notado, una frontera que podía cruzarse, una delgada línea allí que se desvaneció de golpe. La magia que guardaba en mi carne dejó de quejarse y de buscar una salida; en lugar de ello, comenzó a circular por mi cuerpo como sangre, acompañando cada latido de mi corazón, a mil por minuto. El calor que amenazaba con asarme por dentro desapareció, siendo reemplazado por una energía vigorizadora.

Mi cuerpo empezó a destellar, con los caminos invisibles que la magia trazaba por mi cuerpo tornándose de pronto... ¡visibles! Chispas y centellas saltaban de aquí a allá por mi piel. Y mis ojos, mis ojos brillantes, aunque no podía verlos, lo supe, despedían una energía diferente, pura, elemental.

Spoiler: Mostrar
¡Ding ding-ding-ding! ¡Interpretativamente, Xefil activa su Estilo de Combate Quasar por primera vez!

También consumo un Éter Off-Rol para recuperar su energía mágica.
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¡Ragun! —llamé.

Si combinábamos nuestros poderes, tal vez podíamos hacer algo. Podía ser que mi cuerpo cruzara al otro lado, con Alanna y Cenicienta; o podía ser que la Llave-Espada abriera una puerta, conectando los dos sitios en el espacio y pudiéramos cruzar de un lado a otro de forma libre. Si era así, si podíamos mantenerlo abierto, cabía la posibilidad de solucionar las acciones de Karel, de traer a la princesa de vuelta.

«Llave, por favor», rogué, sosteniendo su empuñadura con fuerza y apuntando al centro del círculo bajo mis pies, «¡haz algo!»

Spoiler: Mostrar
EDIT1: SORRY. Me ganó el perfeccionismo y tuve que editar unos errores de formato >_< ¡Pero nada más,
promise!
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Larga vida a la reina - Ronda #7

Notapor Denna » Mar Nov 21, 2017 12:35 am

Xefil y Ragun


Anastasia fulminó a Ragun con la mirada.

Mira, guapo, ¡creo que ya es un poco tarde para que me vaya a ninguna parte!

Y, sin darles tiempo a replicar ni a él ni a Xefil, aprovechó la marabunta de Sombras para acercarse corriendo a Yami. No sin esfuerzo —y eso que contaba con la ayuda de los Sincorazón— tiró de la Maestra y la alejó de la parca ahora contenida. Los ratoncitos habían desaparecido.

Y para que conste —dijo resollando, apuntando a Xefil con un dedo amenazador—, yo no «porto» nada, ¡grosero!

La parca segaba a las Sombras sin que éstas le supusieran el menor contratiempo, pero la cantidad de enemigos no le dejaba avanzar y cada vez blandía su guadaña con más dificultad. Los Sincorazón la empujaron hacia atrás y, si bien haría falta algo más para acabar con ella, por el momento habían ganado un precioso tiempo.

Tiempo que ninguno dudó en aprovechar. Anastasia, lejos del peligro, intentaba reanimar a Yami, y Ragun invocaba a los Grandullones para que se enfrentaran también a la parca, pero fue Xefil quien se acercó al círculo y empezó a canalizar magia. Grandes cantidades de magia. El espectáculo hizo que Anastasia, a su lado, soltara un gritito de sorpresa, pero le dejó concentrarse, quizás demasiado asombrada o asustada para decir nada.

Y entonces ocurrió. El círculo reaccionó de nuevo con una luz blanca, y Xefil pudo entrever... algo. Las imágenes le llegaban distorsionadas, temblorosas, pero le bastaría para comprender qué eran: el interior de la catedral de Notre Dame, teñido de un brillo rojizo, y un campo yermo y oscuro que sólo podía pertenecer a China, a juzgar por las figuras de sus compañeros, que luchaban contra Dark Light. La imagen de este último parpadeó y estuvo a punto de desvanecerse; un dolor agudo recorrió el cuerpo de Xefil. Sólo si aguantaba dentro del círculo el brillo continuaría, al igual que el dolor, que cada vez era más y más intenso.

Era Oscuridad. La Llave Espada empezó a quemarle en la mano... pero eso significaba que estaba funcionando, ¿no? El círculo lo había creado Karel, tanta resistencia sólo podía significar que estaban frustrando sus planes.

Pero bajo aquellas condiciones era imposible hacer nada. Necesitaba algo... o alguien que contuviera la energía oscura. Sólo así él podría emplear su magia espacial y la Llave Espada. Haría falta un hechizo muy poderoso de Oscuridad para derrotar al del círculo. Y puede que ni siquiera fueran capaces de abrir un camino. Era demasiado inestable. Pero un viaje...

Ahora bien, ¿quién debía realizarlo? ¿Uno de ellos, hacia París, hacia China?

O quizás... la clave estaba en traer, no en irse.

Ragun:
VIT: 191/200
PH: 25/88


3 Éteres retirados


Xefil:
VIT: 20/40
PH: 0/52


* * *


Malik y Nicoxa


Karel miraba a Malik con los ojos entrecerrados, a la espera. El niño le había dejado el primer ataque y, por supuesto, estaba preparado cuando empezó el inevitable combate.

¿Petra? ¿En serio? —bufó, más para sí que para Malik cuando rechazó el hechizo con un mero gesto—. Qué falta de imagina...

Pero se vio obligado a tragarse sus palabras muy pronto. El Estilo apareció en forma de temblores en el suelo debajo de ellos y le pilló por sorpresa. Y todavía más que la cadena que anclaba la lámpara al techo cediera cuando Malik empleó su habilidad sobre ella. El Dragón rescató a un muy sorprendido Henry justo a tiempo, puesto que un error de cálculo estuvo muy cerca de dejar a Malik sin magia con la que efectuar la habilidad y tuvo que tomarse un tercer Éter. El adorno se rompió contra el suelo con un gran estrépito, y los dos magos que amenazaban al rey quedaron aplastados.

Entonces ocurrieron muchas cosas a la vez.

La barrera que contenía el palacio se desvaneció. Exclamaciones de alivio inundaron la sala, pero se tornaron gritos cuando el hechicero más cercano a la puerta se lanzó contra ellos y los atacó. Por suerte, los Grandullones eran lo bastante fuertes como para contenerle, y los rehenes pudieron escapar sin más daños que un poco de fuego en sus vestidos.

Las criaturas que habían quedado bajo la lámpara rota intentaban reformarse y escapar, pero el seísmo no se lo ponía fácil. Sin embargo, las tres restantes se encontraban a salvo. Una de ellas soltó al Hada Madrina y se abalanzó sobre Karel para evitarle la caída. El niño parecía furioso.

Conque Tierra, ¿eh? —dijo con voz temblorosa—. Bien. En ese caso...

Con un movimiento casi imperceptible, Karel hizo girar un anillo negro que llevaba en el dedo corazón y murmuró una palabra. Apuntó al Hada Madrina, que luchaba por liberarse y no lo miraba, y un destello cobrizo cruzó la sala.

La mujer no tuvo tiempo ni de gritar.

Karel dibujó una sonrisa triunfal. En cuestión de segundos, la magia devoró las piernas del Hada Madrina y ascendió hasta que toda ella se hubo convertido en una estatua de piedra.

Por fin.

Nicoxa, que había permanecido inmóvil, recibió un ataque en la espalda por parte del último hechicero. Parecía haber aprendido la lección y ahora pasaba a luchar con sus garras. Neutralizada el Hada Madrina —¿de verdad estaba muerta?— su único objetivo era ahora acabar con la aprendiz.

En cuanto a Malik, Karel seguía pendiente de él, buscando una reacción, pero no se atrevía a acercarse más de la cuenta. Clavó la mirada en la espada de la Guardiana y apretó los labios. Sin duda, sabía lo que era y lo que podía hacer.

Antes de que Malik pudiera decidir atacarle, murmuró una orden. Con un limpio trazo de tinta, unas alas negras surgieron en los dos magos que habían sobrevivido —los únicos que quedaban en pie, aparte del que luchaba contra Nicoxa—, y echaron a volar hacia él con las armas cargadas de magia ofensiva.

Karel sólo miró hacia atrás una vez antes de desaparecer por una puerta detrás de los tronos, caminando con cansancio y cojeando.

Malik:
VIT: 100/120
PH: 0/54


3 Éteres retirados


Nicoxa:
VIT: 30/46
PH: 41/46


* * *


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Re: [Castillo de los Sueños] Larga vida a la reina

Notapor Sito » Vie Nov 24, 2017 1:26 am

¿Cómo podía haberse quedado sin hacer nada? Debería dormir más y dejarse las juergas porque luego pasaba lo que pasaba. Sumado a la tensión que había aguantado durante toda la misión habían hecho que Nicoxa se quedara empanadísima sin saber qué hacer.

Pero el ataque de aquella criatura, sumado a lo que le había pasado al Hada Madrina la sacaron de ese estado. Se sentía fatal por lo ocurrido porque por supuesto también era culpa suya.

Sacó la daga de corrupción para enfrentarse a su atacante, quizás le resultaba efectiva en esa situación. Pondría todos sus sentidos en la lucha para hacerlo lo mejor posible.

Tras finalizar el combate correría hacia donde estaba la petrificada, acariciando su cara con tristeza.

L-lo siento... Buscaremos algún modo de sanarte.

Quería creer que podrían hacerlo, sobre todo si se daban prisa. Ya se había informado sobre petrificaciones en las revistas que compraba.

Sacó del bolsillo una Panacea y la usó sobre ella, sin perder la esperanza. Después se giró para ver a Karel largándose y a las otras criaturas atacando a Malik. No podía quedarse de brazos cruzados así que fue corriendo hacia su compañero para ayudarle a defenderse lanzando un Vacuo + para frenarles y posteriormente usar un Tiro Mortífero para intentar golpear a todos los enemigos.

Spoiler: Mostrar
Siento que sea algo cutre pero es que precisamente los jueves es el día que menos tiempo tengo libre y >_> se que no excusa porque hay más días para postear así que por eso mis disculpas!
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: Larga vida a la reina - Ronda #7

Notapor Sombra » Vie Nov 24, 2017 3:11 am

Karel. Ha enviado a Alanna y a Cenicienta a no sé dónde —contestó Xefil mientras ayudaba a que se repusiese—. Es esa cosa. Se las ha llevado. Y Cenicienta, la princesa...

Miré el círculo mágico del suelo. Tenía que tratarse de un portal o algo por el estilo sin lugar a dudas. Solté una maldición por lo bajo, Karel podía estar en cualquier otro lugar.

¿Trajiste a una inocente...? ¡Ragun! —replicó entonces Xefil al darse cuenta de Anastasia.

Es una larga historia, luego te contaré todo —respondí rápidamente—. En el salón de baile no estaría más segura, puedes confiar en ello.

Aunque ahora que Malik estaba ahí dudaba que hubiese algo que temer, además mis sincorazón estaban allí apoyándole también.

Fue entonces cuando le pedí a Anastasia con un grito que no sonó demasiado amable que se alejara, sin embargo la muchacha no parecía dispuesta a hacerme caso:

Mira, guapo, ¡creo que ya es un poco tarde para que me vaya a ninguna parte!

Aprovechando la oleada de demonios que entretenía a la parca, la muchacha se acercó a donde estaba Yami y tiró de ella para alejarla de allí.

¡Bien hecho! —felicité a la joven

Y para que conste —dijo resollando, apuntando a Xefil con un dedo amenazador—, yo no «porto» nada, ¡grosero!

Xefil se alejó hacia el círculo mágico mientras Anastasia intentaba reanimar a la Maestra Yami. Hice aparecer a dos sincorazón grandullón para mantener a la parca entretenida.

El caballero canalizaba la magia de espacio haciendo un espectáculo de luces y sombras que bailaban y distorsionaban el espacio. Era posible ver Notre Dame, pero también un yermo oscuro y tenebroso donde estaba Dark Light, pude ver la silueta de Fátima y a Daian allí luchando. ¿El círculo podía conectar con aquellos dos lugares? Pero aquel portal era demasiado inestable, ya lo había dicho Yami. Teníamos que combinar nuestros poderes. No tardé en beber un éter más, sentí como mi fuerza mágica regresaba... Ahora podría canalizar mi magia.

No se me pasó por alto la extraña apariencia de mi compañero. Su piel estaba cubierta por "franjas" de energía que recorrían como finos surcos todo su cuerpo, casi parecía magia a punto de desbordarse y sus ojos... Sus ojos eran como dos vórtices que contenían un universo propio.

¡Déjame ayudar! —Le dije blandiendo mi llave espada en dirección a la distorsión espacial que había creado el círculo mágico.

Concentré mi propio poder mágico en la punta de mi llave espada. El problema del portal era que a pesar de que Xefil hacía posible que se abriese, era demasiado inestable como para ser transitable, por ello tenía que controlar la oscuridad, debía apartarla para que el portal se formase por completo. Si tratar de canalizar mi magia no era suficiente y tenía que utilizar un hechizo poderoso le pediría lo siguiente a Xefil:

¡Retrocede un poco!

Si me hacía caso, clavaría mi puño en el suelo y desataría sobre el círculo mágico el Cementerio de Estacas intentando no dañar el dibujo. Debíamos darnos prisa o de lo contrario... Tal vez no pudiésemos salvarle la vida a Yami a tiempo.

Spoiler: Mostrar
No entendí lo de "necesitar un hechizo poderoso", así que pondré que Ragun utiliza una habilidad contra el portal. Si entendí mal la explicación no cuentes como que lanzó ese hechizo porfaplis xDDD

▪ Cementerio de estacas (HM) [Nivel 35] [Requiere Poder Mágico 50; Afinidad a Oscuridad]. Ragun clava en el suelo su brazo de sincorazón provocando que bajo los pies de uno o varios enemigos surja un charco de oscuridad de 3 metros de diámetro del que surgen varias decenas de púas que empalan a todos los enemigos que estén sobre él. Los enemigos no pueden estar a más de 10 metros de distancia.

Ah, y se toma un éter xD (No gano para éteres!)
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Re: [Castillo de los Sueños] Larga vida a la reina

Notapor Tanis » Vie Nov 24, 2017 5:25 am

¿Petra? ¿En serio? —«Espera y verás»—. Qué falta de imagina...

Malik sintió el gusto del regocijo en la lengua cuando le calló la boca a Karel. Sabía que probablemente un hechizo normal no le haría nada, pero ver que su Estilo le pillaba por sorpresa y conseguía su objetivo de destrozar el círculo le hizo soltar un grito de júbilo, encendido por la adrenalina de la batalla. Sabía, sin embargo, que no se había acabado aun y que no podía despistarse. Comprobó con satisfacción que el rey estaba a salvo gracias a su hechizo y que los invitados huían tras caer la barrera.

Había roto el círculo.

Montado en Pegaso, Malik exhaló un suspiro de alivio repentino. Los Grandullones de Ragun habían salvado a los civiles y aún no se habían desvanecido, así que podía utilizarlos para derrotar a Karel. Sólo que no podía cantar victoria tan rápido. Su estilo continuaba activo, y los temblores aun sacudían el suelo de la lámpara, bajo cuyos restos se debatían dos hechiceros. Quedaban tres, los que amenazaban la vida de Nicoxa y el Hada Madrina. Uno de ellos se precipitó hacia Karel para evitar su caída de la lámpara. Malik saboreó la acidez de la venganza cuando vio la expresión del niño, furibunda y rabiosa.

Conque Tierra, ¿eh? —dijo con voz temblorosa—. Bien. En ese caso...

No supo cómo, pero de alguna manera se dio cuenta de lo que iba a hacer cuando vislumbró el casi imperceptible movimiento de su anillo.

¡No! —gritó.

Impotente, observó cómo la anciana se convertía en piedra, como si…

«Como si hubiera lanzado un Petra… »

La bilis le subió por la garganta, frunció el ceño y miró a Karel con la misma ira que hacía dos segundos sentía su enemigo. Podía haber petrificado a la mujer, pero si era su hechizo, sabía que al menos tenía cura. No podía… Tenía que acabar con el general. Nicoxa tendría que arreglárselas.

Por fin.

Junto a esas palabras, vio por el rabillo del ojo el ataque contra Nicoxa e indeciso supo que no podía ir a protegerla. El rey continuaba bajo él, bajo su dragón de tierra, y si Karel le ponía las manos encima…

El caballero mantuvo la vista fija en el niño. Se dio cuenta de cuál era su temor al ver que miraba la espada sin atreverse a atacarle o acercarse. Sintió de repente que podía plantarle cara, que podía hacer algo. Quizá no vencerle, pero tenía que intentarlo. Con fuerza, sujetó mejor el arma y apuntó hacia el general.

Entonces Karel le atacó.

A la espalda de los dos magos que quedaban en pie junto a Nicoxa y el Hada Madrina, surgieron alas de tinta dibujadas por su amo. Malik vio el destello de la magia en las armas de las criaturas y blandió la espada mágica de la Guardiana para protegerse. Ordenó a Pegaso que esquivara a los hechiceros mientras se bebía Tres Éteres más.

Sabía que Karel se le iba a escapar, pero lo primero era lo primero.

¡Grandullones, aquí! —ordenó, si los sincorazón continuaban invocados—. ¡Grandullón Uno, conmigo! ¡Grandullón Dos, ayuda a Nicoxa!

Volaría hacia el suelo, sin aterrizar, y designaría, si aun podía hacerlo, esa nueva zona para que el temblor del Seísmo se trasladase allí y pudiera dañar a sus rivales. Si le alcanzaban se defendería de sus garras con la espada lo más rápido que pudiera. Entonces empezaría con la magia otra vez. Tanto si estaban juntos como separados, Malik lanzaría un Esquirla+ contra el hechicero que tuviera más cerca, para asestarle todos los espadazos que pudiera antes de que contraatacara. Contra el otro lanzaría un Tiro Mortífero con el escudo, esquivando sus ataques con el vuelo de Pegaso.

Volaría cerca del suelo, en la zona de su Seísmo para que los altibajos hicieran daño a los hechiceros. Entonces, si conseguía que los dos le siguieran y se mantuvieran juntos, les enchufaría un Dragón de Agua sin previo aviso, esperando poder rematarlos con la espada.

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▪ Esquirla+ (HM) [Nivel 16] [Requiere Esquirla; Poder Mágico: 16] Invoca un gran montículo de tierra afilada que se lanza contra el enemigo, con ciertas probabilidades de derribar al objetivo al suelo.

▪ Tiro mortífero (HC) [Nivel 15] [Requiere Puntería: 13]. Lanza el arma hacia los enemigos, siendo capaz de causar aturdimiento.

▪ Dragón de agua (HM) [Nivel 22] [Requiere Afinidad a Agua; Poder Mágico 35] [Personalizada] El usuario invoca un dragón de agua de tres metros de longitud y uno de diámetro que embiste al enemigo/s. No tiene por qué ir recto y puede maniobrar trazando curvas para perseguir al objetivo.
Última edición por Tanis el Vie Dic 01, 2017 3:47 am, editado 1 vez en total
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#7 - Regla 10: Presta atención a lo oculto a plena vista

Notapor Zee » Vie Nov 24, 2017 9:29 am

Podía sentir la energía saltar de un lado a otro alrededor de mí, siguiendo los trazos del círculo como electricidad en un circuito. Con cada latido de mi corazón la magia brotaba de mi cuerpo con una pulsada, recorriendo el camino que mis venas trazaban cuidadosamente hasta el suelo bajo mis plantas y hasta la empuñadura entre mis dedos. Mi cuerpo entero cosquilleaba, como si todos mis músculos se debatieran al mismo si debían contraerse; mi carne y mi piel expulsaban una energética tibieza, como si por mi sangre fluyera fuego incandescente; mi cabello se levantaba en su sitio y mis oídos percibían un tenue zumbido en el ambiente.

Era una sensación maravillosa e incomparable. Algo muy personal.

Mis ojos veían más allá del espacio. El interior de una iglesia, con gigantescas vidrieras e innumerables columnas. Una pradera árida y solitaria, cubierta por nubes de tormenta y una gruesa alfombra de cenizas.

Me tomó un poco de tiempo reconocer lo que estaba viendo. Cuando dos siluetas arremetieron contra un samurái ataviado en armadura, una de ellas expulsando una tormenta glacial y la otra un pájaro envuelto en llamas, caí en la cuenta de que, pese a seguir en la misma habitación, estaba viendo a través de una ventana hasta China.

«Nadhia y Fátima».

¡Por supuesto! ¡París y China! ¡Estaba viendo al resto de la Orden, combatiendo a los otros generales de Xihn, en los otros dos mundos!

¡Puedo ver--!

La imagen de Nadhia menguó y amenazó con desaparecer. Ocurrió casi lo mismo que cuando Karel me inmovilizó con su magia: clavos, espinas, agujas, cuchillas, hincándose, hundiéndose, clavándose profundamente y sin piedad en cada pulgada de mi piel, lacerando abrasandoirritandoescociendomutilando, ¡matándonos!

Solté un alarido de dolor. ¡Dolía! ¡Dolía mucho!

Mi Llave-Espada se puso al rojo vivo, quemando mi mano a través de los guantes. Azathoth se estaba resistiendo, quejándose a gritos que aquella oscuridad ya era demasiado para los tres, que no había forma de mantenerla a raya y abrir el círculo de nuevo. Pero no podía soltarme, no podía dejarlo ir; si lo hacía, perdíamos a Alanna y a Cenicienta para siempre.

¡No podía soltarme!

¡Jess-! ¡Rag-! ¡A-! ¡-yud-! —El ardor era cada vez más y más intenso. Mis dientes se apretaban con tanta fuerza que pronunciar palabra alguna era casi imposible.

¡Déjame ayudar! —pidió Ragun, sujetando su propia Llave-Espada y apuntando el mismo sitio donde la mía hacia contacto con el círculo mágico. El dolor disminuyó, sólo un poco, lo suficiente para saber que, fuese lo que estaba haciendo, estaba funcionando.

¡Podemos ver... Notre Dame y... China! —expliqué, por si Ragun era incapaz de ver lo mismo que yo—. ¡Cuando abra la puerta, Alanna y Cenicienta...! ¡Hay que traerlas!

¡Retrocede un poco!

Para ser por completo sincero, sólo pude dar medio paso hacia atrás, pues tenía miedo de que moverme siquiera un ápice fuera a deshacer el hechizo. Eso y mi cuerpo seguía quemando como mil demonios. Honestamente, no recuerdo con exactitud lo que ocurrió. Recuerdo haber intentado abrir el portal no sólo a Notre Dame, sino directo a donde se hallaba Cenicienta, esperando que la puerta pudiera abrirse justo frente a ella. No me quedaban muchas energías, pero con la magia residual que recién había logrado activar, tal vez pudiera hacer algo al respecto.

¡Ragun, atrápala en cuanto la traiga hacia nosotros!

Si no me equivoco, concentré mi energía mágica en el centro de mi cuerpo, con el portal abierto. La gravedad que me rodeaba comenzó a atraer a los enemigos, Cenicienta incluida, desde Notre Dame hasta el Castillo de los Sueños,
aproximándolos al centro de un Espiral Magnético del cual pocos podrían escapar.

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▪ Espiral Magnético [Nivel 20] El usuario se convierte en el centro de un vórtice gravitacional que atrae a los enemigos hacia él. Tras cargar su magia, el portador traza un amplio espiral con la Llave-Espada y despide un estallido magnético al mismo tiempo, generando daño físico y mágico.

Francamente ya no tengo ideas.
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Larga vida a la reina - Ronda #8

Notapor Denna » Lun Nov 27, 2017 12:38 am

Xefil y Ragun


Los dos se situaron dentro del círculo y utilizaron sus habilidades. Ragun empezó a absorber la oscuridad que emanaba del círculo, liberando un poco a Xefil de su dolor... o eso Ante el Cementerio de estacas, el círculo se resquebrajó —y Xefil por poco no terminó empalado de forma bárbara y trágica— y la visión se distorsionó todavía más.

Pero ocurrió algo. No lo que esperaban, sin embargo. El momento de iluminación de Xefil en el que atraía enemigos no existió nunca. Su habilidad, activada dentro del círculo, afectó a las que se habían ido a través de él, pero al estar este medio destrozado, no consiguió atraer del todo a Cenicienta ni a Alanna. Vieron cómo su compañera se lanzaba contra la reina, que recibía un golpe por parte de Bitron, y un grito desgarrador traspasó la barrera del espacio hasta sus oídos. Antes de que se rompiera de manera definitiva el círculo, vieron cómo se llevaba una mano al vientre, horrorizada.

Luego, silencio.

Justo entonces, Yami abrió los ojos. La parca terminó de deshacerse de todos los sincorazón que la retenían, pero la Maestra, con un veloz movimiento, le dio el golpe de gracia. Un aura de oscuridad la rodeaba, y sus ojos estaban que echaban chispas.

¿Dónde está?

Su voz era terrible, amenazadora. Si alguna vez habían tenido miedo de Maestras como Lyn o como Nanashi cuando se enfadaban, Yami en ese momento no tenía nada que envidiarles. Fue Anastasia la primera en contestar, con un hilillo de voz.

Estaba luchando —murmuró— en esa iglesia grande. Estaba esa amiga vuestra y... y más gente.

La expresión de Yami se suavizó un poco. Se arrodilló ante la chica.

¿Cómo te llamas, niña?

A... Anastasia. Soy hermana de Cenicienta.

La Maestra asintió.

Entonces podrás ayudarnos a traerla de vuelta. ¿Lo harías? —Anastasia se apresuró a decir que sí—. ¿Aunque te dijera que tienes que abandonar tu hogar? ¿Ponerte en peligro, quizás? —La chica repitió el gesto, y Yami se permitió una pequeña sonrisa—. Sentimos lo que has tenido que vivir esta noche. Vamos, volvamos al salón de baile. Aquí ya no nos queda nada por hacer.

Ayudó a Anastasia a levantarse y les hizo un gesto a Ragun y a Xefil. Les lanzó una mirada dura, pero si tenía algún comentario para ellos, se lo reservó para sí.

Información. Ya. Contadme lo que hayáis averiguado, visto u oído. Y en especial quiero que me digáis qué habéis hecho mal para que Cenicienta y Alanna no estén aquí con vosotros.

Junto a Yami y sin dejar de caminar, Anastasia se giró y miró con incertidumbre a Ragun. Luego a Xefil. Pero, al igual que la Maestra, no dijo nada. A ella tendrían que enfrentarse solos.

Y cuanto antes mejor, puesto que en el salón les esperaba una sorpresa.


Malik y Nicoxa


El enemigo de Nicoxa no se dejó amedrentar por mucho que tuviera la daga de corrupción. Se las apañaba bien para esquivar los cortes de ella y, si bien cuando le clavó las garras en el hombro le produjo un dolor horrible, también fue su oportunidad de oro para acabar con él.

Entonces intentó ayudar al Hada Madrina, pero poco podía hacer por ella ya. La mujer mantenía una expresión horrible, una mezcla del asombro y el terror que tenía que haber sentido cuando Karel la había encantado. Se trataba de algo más fuerte que un simple hechizo Petra, y ni siquiera una Panacea surtía efecto. Lo mismo ocurriría con la Agujas de oro, los Esna y demás objetos curativos. No, aquello se lo tendrían que dejar a Nanashi o a Nithael, aunque la estatua estaba anclada con fuerza en el suelo y podía ser peligroso intentar moverla. Tendrían que ir de Tierra de Partida hasta ella y... ¿valdría la pena el riesgo?

En aquel momento era imposible de decir. Lo importante era ayudar a Malik mientras pudiera.

A Malik, que se las estaba arreglando bien a pesar de la presión y de todo lo ocurrido. Pudo cambiar el área del seísmo sin problemas, aunque los magos voladores eran ágiles y esquivaban los ataques de tierra con más o menos éxito. Le atacaron con magia de fuego, pero resultó que la espada de la guardiana iba de maravilla para bloquear y devolver esa clase de ataques. Sumado a la Esquirla, al Tiro mortífero y a una coz certera de Pegaso, los hechiceros sucumbieron. No hizo falta emplear más habilidades, pues Nicoxa acertó al resto con su Llave Espada.

Terminada su función, los Grandullones desaparecieron, y con ellos el dragón que todavía estaba con Henry. Este, maravillado (y un poco asustado), les dedicó unos aplausos.

Vaya, eso ha sido... muy impresionante. Me gusta vuestro caballo, ¿lord...?

Malik apenas tendría tiempo para darle una respuesta. Las puertas se abrieron de golpe y Yami entró dando grandes zancadas. La seguían Anastasia, la chica pelirroja a la que habrían visto acompañar a Ragun, y los dos Caballeros. De Alanna no había ni rastro.

Yami analizó la situación en un momento, y reprimió un grito al ver la estatua de piedra. Anastasia palideció, y pareció que fuera a desmayarse durante un breve instante.

¿Qué le ha pasado? ¿E Iwashi? ¿Y Karel?

Sacudió la cabeza y se llevó las manos a las sienes, como si pudiera frenar así sus pensamientos.

Ya ha... Ya ha pasado, niños, ya ha pasado. Se acabó. Lo habéis hecho... bien. Sí, bien. —Respiró hondo—. Vamos. Hay que poner un poco de orden a todo esto.

* * *


Con un aplomo y una seriedad inusitadas, Yami se encargó de la situación. Ordenó a Malik y a Xefil que se encargaran de curar con magia y pociones a los heridos y luego los reunieran en el palacio. No fue tarea difícil, ya que la mayoría se había quedado en los alrededores, expectante, y no opusieron resistencia. Además, los pocos heridos sólo presentaban algún golpe y quemaduras menores. La pequeña Elia, en concreto, estaba sana y salva, pero luchaba contra los abrazos de su madre y llamaba a unas tales «Anisse» y «Jeannette».

Henry fue, de mientras, sometido a un examen por parte de Yami. Seguía hechizado, y no había círculo responsable de ello. Y, al ser el monarca, la Maestra no se atrevía a llevárselo también a Tierra de Partida. Interrogó a Nicoxa sobre lo ocurrido en la corte de las hadas; era posible que una de ellas pudiera contrarrestar el embrujo, pero si todas ellas habían quedado atrapadas... Bueno, tenían un problema.

Entonces sonó el móvil de Yami. La Maestra les hizo un gesto para que guardaran silencio y se alejó.

Anastasia, medio escondida en una esquina, tenía la vista clavada en sus pies y sólo la desviaba para mirar de vez en cuando a Henry o a la estatua del Hada Madrina. No había intervenido en ningún momento.

¿QUE CENICIENTA ESTÁ DE QUÉ?

El grito de Yami enmudeció la sala.

¡Vale, vale, Nithael, cálmate! ¡No nos grites! Todo va a salir bien, vamos para allá, sólo un momento...

Nerviosa, la Maestra colgó el teléfono —del que podrían oír a un muy histérico ángel tratar de decir algo—, y se dirigió a Ragun mientras invocaba un Portal de Oscuridad.

Ha, eh, ¡surgido una emergencia! —exclamó apresuradamente—. ¡Cuida de todos chocobitos hasta que lleguen Malik y Xefil, aseguraos de que todo el mundo está bien y luego volved! ¡Y sellad la cerradura, que está en el trono! ¡Ay, Señor!

El rey Henry los miró sin comprender. Anastasia resopló y se sentó en el suelo.

Parece que voy a ser tía —susurró, tapándose la cara con las manos.

* * *


Fecha límite: 30 de noviembre


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¡Último post! Hora de hablar con NPCs (los que quedan) y darle su despedida al mundo <3. ¡Espero que os haya gustado la trama!
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#8 - Regla 21: No mueras

Notapor Zee » Jue Nov 30, 2017 8:35 pm

¡No! ¡Es frágil!

Mi advertencia llegó demasiado tarde. Había visto cómo Ragun hundía su brazo bajo el suelo, produciendo un mar de oscuridad que se extendía a una velocidad alarmante, cubriendo casi por completo la estrecha habitación donde nos encontrábamos con una sustancia negra y espesa parecida al alquitrán. Para cuando quise detenerlo con un grito, su hechizo ya había hecho efecto y detenerlo era imposible: las espinas que brotaron del conjuro del Maestro funcionaron para absorber la energía oscura remanente en el portal, pero no ayudaron en absoluto para abrirlo en su totalidad; de hecho, hicieron justo lo contrario.

La visión de Notre Dame quedó hecha trizas en cuanto el círculo se resquebrajó como lo haría el cristal de una ventana real.

¡No, no, no! ¡¡No!! —clamé con desesperación, extendiendo los brazos al frente y arañando al aire vacío donde sólo un espejismo difuso se reflejaba. Mis dedos no sujetaron nada: la puerta se negaba a abrirse, por más esfuerzo que pusiera en ello. De inmediato, indispuesto a quedarme con las manos vacías, concentré toda la energía mágica en el centro de mi cuerpo, convirtiendo mi persona en un vórtice inescapable. La gravedad que venía de mí atraería a todos los presentes, a Cenicienta y Alanna incluida, debía hacerlo, ¡ese era el plan, debía funcionar!

Mi encantamiento tiró y tiró, pero nada retornó hacia nosotros. Ni Alanna, ni Cenicienta, ni una pizca de polvo o ceniza de París. Maldije en voz alta.

¡Lo has roto! ¡No está funcionando, está roto!

Lo único que podíamos hacer era contemplar. Más allá del cristal, al otro lado de la ventana, estaban Cenicienta y Alanna, luchando la una contra la otra. La Princesa lucía similar a Ragun, con dos alas negras de amplia envergadura y un aura de penumbras envolviendo su pálido cuerpo, mientras que la aprendiza había transformado parte de su persona en lo que parecía un dragón, con tal de levantarse en el aire también y hacerle frente a la monarca. Ambas se encontraban enzarzadas en un frenético combate que, literalmente, involucraba garras y dientes, cuando sin previo aviso un Caballero rubio y fornido surcó metros y metros con un amplio salto.

Su cuerpo impactó con fuerza con el de Cenicienta. Y justo cuando la mujer gritó de dolor y de agonía, la conexión se cortó por completo. La imagen desapareció de forma anticlimática, sin ningún crack o boom. Simplemente se desvaneció. Y nos quedamos en silencio, Ragun y yo, de pie en medio del círculo roto, yo sujetando a Azathoth en mi mano y él con pequeñas nubes de penumbra rondando su brazo, ambos sin saber qué hacer. Habíamos fracasado.

Por un momento, permanecí en mi lugar, todavía sintiendo el Espacio recorrer mis venas, el calor de mi Llave entibiando mi mano, los remanentes del círculo, diminutos como fuesen, produciendo chispas de magia que cosquilleaban en mi piel. Y luego, como si hubiera despertado de un sueño, recordé en dónde nos encontrábamos y lo que acababa de ocurrir.

La tinta.

Pero cuando me giré para hacerle frente a la parca que Karel había invocado, me encontré con que la habitación ya había sido vaciada. Sólo quedaban Anastasia y Yami, despierta y consciente, sujetando una Llave-Espada que todavía goteaba una sustancia negra que se desvanecía en el aire al cabo de unos instantes y ataviada en una capa de magia oscura.

¿Dónde está?— pronunció la Maestra, severa. No supe responder. No había forma de ocultar la verdad, e igualmente no había forma de ocultar mi vergüenza. Mis primeras misiones de vuelta con la Orden y ya había fallado de forma tan miserable...

Estaba luchando —Para mi sorpresa, fue Anastasia la que contestó— en esa iglesia grande. Estaba esa amiga vuestra y... y más gente.

Lo viste, Maestra. El círculo...

Yami hizo caso omiso a mi intento de explicación y en lugar de ello, se acercó a Anastasia. Sabiendo con claridad que no podía vaciar su ira en un civil involucrado, suavizó su semblante y el volumen de su voz. Se puso de rodillas, bajando hasta el nivel de Anastasia, y le preguntó:

¿Cómo te llamas, niña?

A lo cual la pelirroja respondió:

A... Anastasia. Soy hermana de Cenicienta.

«Ya veo, así que por eso ha venido a ayudar. Pero es extraño...»

«No se parecen en lo absoluto».

Espanté aquellos pensamientos con una sacudida de cabeza. No era el momento para pensar en aquellas cosas.

Entonces podrás ayudarnos a traerla de vuelta. ¿Lo harías? —Sentí una punzada en el pecho. ¿Podíamos? Era posible; no, probable, que a estas alturas no pudiésemos traerla de regreso de forma íntegra. ¿Viva? Sí. ¿Sana y salva...?—. ¿Aunque te dijera que tienes que abandonar tu hogar? ¿Ponerte en peligro, quizás? —Parpadeé varias veces. No podía estar seguro, pero creía que en aquel momento, con aquellas dos
preguntas, Yami estaba probando Anastasia. Como si quisiera... ¿llevársela de verdad?—. Sentimos lo que has tenido que vivir esta noche. Vamos, volvamos al salón de baile. Aquí ya no nos queda nada por hacer.

Di varios pasos al frente, en silencio, dispuesto a abandonar aquel lugar de una vez por todas. Teníamos todavía mucho por hacer. Si utilizábamos un Portal de Oscuridad, era posible que llegáramos a Notre Dame a tiempo. Estaba dispuesto a aguantar dos minutos de náusea con tal de llegar a ayudar a Alanna y Cenicienta. Si Ragun y Yami estaban allí, tal vez podíamos repetir el proceso del círculo, salvo que con la Princesa en su lugar: absorber su Oscuridad de alguna manera, librarla de la influencia de Xihn y Karel...

Mis pensamientos optimistas fueron arrancados de raíz cuando Yami nos clavó sus ojos como dagas.

«¿Por qué nos mira de esa forma? ¡Lo intentamos, y lo intentamos tanto como pudimos!», reprochó Némesis. Mi estómago se hizo un nudo. Sus pensamientos eran los míos, de alguna forma, pero los más profundos y recónditos a los que, generalmente, no hacía caso alguno.

Sí, estaba avergonzado y dolido. Pero, como Jessamine me había recordado, también ofendido. Yo lo había hecho bien. Había intentado con tal fuerza, había puesto todo mi empeño, mi magia, en ello. Mi cuerpo había quemado y lastimado, pero había continuado con mi deber. Después de tanto tiempo de correr, de huir, había hecho un sacrificio, tan pequeño como fuese, por la seguridad de otro, por la integridad de la Orden. Y si había fallado, no había sido culpa mía, todo había estado en nuestra contra: Karel y sus hechizos, sus monstruos de tinta, la oscuridad, el círculo roto...

Información. Ya. Contadme lo que hayáis averiguado, visto u oído. Y en especial quiero que me digáis qué habéis hecho mal para que Cenicienta y Alanna no estén aquí con vosotros.

Apreté los dientes. ¿"Lo que habíamos hecho mal"?

Mira.

Al instante me arrepentí. Las palabras habían salido con tal brusquedad que ni siquiera parecían mías.

Respiré hondo.

Honor ante todo.

Intenté abrir el portal. Pude hacerlo, por un minuto, y pudimos ver hacia Notre Dame. Cenicienta luchaba con el escuadrón de Ryota y Nanashi, y portaba una Llave-Espada y alas de oscuridad. Pero... las impurezas en el círculo eran demasiado fuertes para mí y... al final... —quise mirar en dirección a Ragun, pero me contuve. Si Yami llegaba a ver ese gesto, esa pequeña traición de mis ojos, notaría que estaba a punto de mentirle—. No pude traerlas de vuelta. Mantener la conexión abierta por tanto tiempo estaba fuera de mis capacidades.

»Me sobrestimé, Maestra. No pude hacerlo.


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«No te importa si lo han notado», continuó Jessamine.

«Bueno, no hicimos un esfuerzo particularmente bueno por ocultarlo», respondí, encogiéndome de hombros. «Pluralizar todo tiende a dejarnos en evidencia.»

Malik y yo nos encargábamos de los heridos, a sugerencia de Yami. El trabajo era arduo, incluso con encantamientos curativos. Tuve que recurrir a un par de Éteres para recobrar mis fuerzas y así compartirlas con los heridos en forma de hechizos Cura; y cuando éstos se me terminaron, tuve que deshacerme de mis Pociones para ayudarlos a recobrar sus fuerzas con pequeños sorbos de aquí a allá. Sospechaba que nuestras habilidades mágicas eran la razón por la cual el trabajo recaía sobre nosotros dos, pero no podía estar seguro de ello. Y francamente, no estaba de ánimo como para cuestionar a Yami y ganarme otra regañina.

Agradecía que, al menos, aquel momento de deber alejado de los demás me otorgaba la oportunidad de conversar conmigo mismo. Y eso era algo en lo que, debo decir, me había vuelto especialmente bueno. Es una actividad que se torna bastante fácil cuando, incluso estando solo, hay alguien allí para responderte.

«Sabes que la Orden será cautelosa con un Aprendiz que posee dos Corazones», advirtió la Bruja, y pude sentir que, incluso tras haber pasado años en mi compañía, ella seguía poseyendo tanto recelo hacia la Orden como el que sugería que la Orden tendría hacia nosotros.

«Corrección: un corazón y medio. Y conjetura: sí, sí lo estarán. Pero Xihn es una amenaza mayor, y en cuanto demuestre mi valía, aceptarán cualquier ayuda por parte mía.»

Me acerqué de forma ausente a un hombre joven que parecía tener una quemadura por fricción en uno de los brazos, probablemente recibida en el intento que la multitud había hecho de huir de los monstruos de Karel, amontonándose los unos contra los otros. Afortunadamente, esa era la clase de heridas con las que Malik y yo nos estábamos topando: rasguños y abrasiones que, de no ser por nosotros, sanarían igualmente al cabo de unos días.

El hombre murmuró un titubeante "gracias" después de beber un sorbo del brebaje y notar que, para su asombro e incredulidad, la quemadura estaba desapareciendo. Como seguía ocupado con mi conversación silenciosa, apenas y le presté atención; no respondí antes de proseguir con el siguiente invitado.

«Los abandonaste por poco más de cinco años. ¿Cómo vas a probarte a ti mismo después de eso?», continuó Jessamine. Estaba claro que no dejaría de cuestionarme en un buen rato. Sabía todas mis respuestas antes de que las dijera, tanto como ya sabía las de ella, pero disfrutaba enormemente actuar como una retorcida consciencia, el diablillo en el hombro sin ningún ángel para acompañarle, con tal de que yo admitiese lo que normalmente quería ocultar.

«Tendré que trabajar duro por seis años, entonces», mentí. La verdad era que no tenía idea alguna.

Pasé de una familia pequeña de tres cuyo hijo había recibido un golpe en la sien a un hombre mayor que había caído entre toda la confusión. A unos cuantos pasos, una niña pequeña intentaba separarse de los brazos de su madre, insistiendo que quería ver a Anisse y a Jeannette. Sonreí de nuevo, pues no era la primera ocasión que me giraba en dirección a Elia para asegurarme que estaba bien. Y sí, lo estaba, completamente sana: mayor razón para no acercarme, ahora que había abandonado mi máscara y me había vuelto Xefil de nuevo. Satisfecho estaba con saber que había vuelto con su familia y que no tenía ni un rasguño.

«Extrañabas esto», sentenció Jessamine.

«Ayudar a otros», continué por ella. «Sí, eso supongo».

«Eso también».

Permanecí en silencio —silencio mental— por unos instantes. El razonamiento de Jessamine fluyó a mi mente como un pensamiento propio, pero extraño a la vez; como un recuerdo, pero uno que estaba pasando en ese preciso momento en lugar de en el pasado distante.

Supe a qué se refería.

«Te equivocas. No lo digas», le corté con brusquedad.

Pero por supuesto. Lo dijo de todas formas. Porque eso era lo que ella hacía. Exponerme.

«Es difícil deshacernos de este complejo de héroe que tenemos, ¿verdad? Incluso después de tantos años.»

No dije nada. Imaginé una puerta de madera, robusta y alta, cerrada a cal y canto con cadenas de plata. Sin cerradura, para que una Llave-Espada no pudiera abrirla.

Eso hizo su voz más distante y alejó sus pensamientos de los míos. Pero, para mi constante desgracia, no la hizo desaparecer.

«Xefil.»

Respiré hondo, esforzándome por mantener mi mente separada de la de ella. La simbiosis lo hacía imposible.

«¿Tanto quieres morir, de verdad?»

El corazón me dio un salto con media voltereta. La Poción que estaba sujetando por poco y se me cae de las manos, pero logré sujetarla justo cuando se deslizaba por la punta de mis dedos; el brebaje saltó del recipiente y manchó las ropas de la mujer noble que estaba a punto de ayudar con un tinte verdoso que despedía un aroma dulce y frutal.

«No seas ridícula. Tú más que nadie sabe bien que no es así», clamé, intentando que la Bruja atendiera a razones. Así que ahora quería morirme, ¿no?

Un par de recuerdos fueron evocados a mi mente, como si alguien los hubiera empujado. Una mujer elegante en un vestido blanco en un castillo silencioso. Un grupo de espadachines luchando en una sala con una fuente y un gigantesco candelabro. En aprendiz encerrado en una celda, con una bestia como captor.

«Eras diferente, cuando Nanashi te reclutó. Eras precavido y calculador. Ahora te lanzas al peligro como quien se zambulle en un océano encrespado.»

«Sabías perfectamente que el círculo podía haberte matado. Un hechizo se alimenta de su hechicero, y si demanda más energía de la que tiene para dar...»

«Santo Avatar, Jessamine, no soy suicida», sentencié desesperado.

«Y ahora vuelves a la Orden, cuando el universo se cae pedazos. Y blandes una espada contra la oscuridad todos los días, sabiendo que en cualquier momento puedes desaparecer, como Kazuki, como Diana.»

Eso fue suficiente.

«¡Si quisiera morir, lo habría hecho cuando aquellas Neosombras me atravesaron el pecho de lado a lado!»

Y con aquello, Jessamine calló. Más cadenas sujetaron la puerta. Mi mente volvió al silencio... innatural e incómodo. Solitario.

«Vayamos a casa.»

Proseguí curando a los heridos junto con Malik y una vez terminamos con nuestro deber, volvimos con Ragun y Nicoxa.

Y así, con un sabor amargo, dimos por terminado el baile.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Castillo de los Sueños] Larga vida a la reina

Notapor Drazham » Jue Nov 30, 2017 9:02 pm

El Portal de luz le dejó por una calle desde la que se podían contemplar las prístinas murallas de aquel níveo castillo que le traía tantos recuerdos. Cinco años después, era el único elemento intacto que no acabó desfigurándose y retorciéndose como plastilina por culpa de la maldita Corrupción.

Dejando atrás las memorias de cierta noche en un salón de baile y los tantos “pudieron ser pero no”, Nikolai se ajustó el macuto y avanzó con paso rápido entre los pedazos estables de la acequia. No era cuestión de estar perdiendo el tiempo después de convencer a un maestro encargado de su zona para que pudiese echar una mano en otro mundo. Ya podía darse con un canto en los dientes por que le permitiese ir a ese en concreto. Si al menos las comunicaciones no siguiesen bloqueadas…

No le hizo mucho bien a su intranquilidad que los guardias apostados en la entrada estuviesen “dormidos” y de pie. A fin de cuentas, Karel era el que se suponía que controlaba toda la vigilancia del castillo en esos momentos, y no le gustaba ni un pelo la idea de que tuviese que prescindir de ellos por lo que fuese. Al menos acceder al interior fue coser y cantar, pero nada más llegar al salón de baile…

La recordaba mucho más pulcra y ostentosa. Porque más bien parecía que se hubiese desatado un terremoto allí mismo.

«¿Qué demonios…?»

Grietas y marcas de batalla por todas partes, por no hablar de que se encontró la famosa lámpara de araña estampada contra el suelo. Por fortuna, los civiles que se encontraban allí no parecían haber sufrido la misma suerte que el decorado, pero ello no le restaba importancia a sus rostros de horror y desconcierto.

Por lo pronto no localizó a nada que pareciese hostil por allí: Ni Sincorazón, ni las criaturas de Karel… ni a Karel. Pero sí a sus compañeros, recorriéndole un ramalazo de alivio nada más avistarlos alrededor de una estatua bastante extraña, representando la imagen de una mujer horrorizada que le daba malas vibraciones cada vez que la veía. Nikolai agitó el brazo para que el resto diesen cuenta de él y se aproximó a zancadas.

Me mandan el resto de maestros para echaros una mano. ¿Qué ha pasado aquí?

Eso le gustaría saber, pero por las pintas que traían sus compañeros y la maestra Yami, se podía deducir que acababan de tener una noche bastante movida. Eso sí que era llegar en el momento adecuado. Pero al menos no parecía que nadie tuviese heridas graves, o al menos eso es lo que comprobó al barrer con la mirada a todos…

Frunció el ceño. Volvió a repasar a todos los presentes, pero eso solo hizo que el corazón se le agolpase de los nervios.

¿Dónde está Alanna?

Fue preguntarlo y pegar un bote del susto que se llevó por culpa de su móvil. Nikolai hurgó en sus bolsillos hasta sacar el aparato y abrir mucho los ojos al comprobar que era su novia quien le estaba llamando. Miró al restó con una expresión de desconcierto mientras se llevaba el móvil a la oreja.

¿Alann…?

¡Nikolai! ¡Gracias al cielo que a este cacharro ya le ha dado por funcionar! ¡No sabes cuanto…!

¡Calma, calma! Si hablas tan rápido no puedo seguirte —profirió con un deje entre nervioso y cansado. En fin, con lo enérgica que sonaba podía quedarse tranquilo con que le hubiese ocurrido nada grave—. Alanna, ¿se puede saber dónde estás? Estoy con el resto de tus compañeros y por aquí está todo patas arriba.

¡E-espera! ¡¿Qué estás DÓNDE?! —Nikolai se tuvo que quitar el móvil de la oreja antes de que su novia le dejase sordo—. ¡Oh, dioses! ¡Dioses! ¡DIOSES! ¡Nikolai, ¿están todos bien?! ¡¿Y Karel?! ¡¿Qué ha pasado con ese pedazo de…?!

Nikolai soltó un largo suspiro y se masajeó las sienes mientras dejaba que los berridos que salían del teléfono continuasen. Volvió la mirada hacia el resto y dijo:

Alanna está bien. Ahora, si fueseis tan amables de darme un par de minutos para ponerme al día…

* * *


Suerte de la bolsa de pociones que le facilitaron los maestros por si se daba cualquier imprevisto cuando llegase. Repartió el contenido entre Malik y Xefil para después ayudarles a revisar que ninguno de los civiles se quedase desatendido. Le seguía sentando como una patada en el estómago. Hubiese llegado diez minutos antes y podría haberse unido a la pelea, o incluso pillar a Karel antes de que huyese. Pero lo hecho, hecho estaba, y ojalá que lo de esa Hada Madrina tuviese solución. Alanna sonó con la voz tan rota cuando se lo dijo…

Joder, y encima eso no sería lo único que estaría digiriendo después de ponerle al corriente con lo de la Cité y Cenicienta. Todavía le temblaba un poco el pulso con lo que le contó, pero al menos tenía el consuelo de que Nanashi y Ryota se estaban encargando de la situación por allí y que todo parecía “estable”. Dentro de lo que cabía.

Por cierto, antes de venir aquí nos informaron que el grupo de China ha conseguido detener a Dark Light —le comentó a Malik cuando pasó por su lado mientras hacía la ronda—. Así que no creo que Fátima tarde en darte un toque.

Le dio una palmadita en el hombro antes de que los gritos de una niña le llegasen al oído y se girase. La chiquilla en cuestión estaba hecha un manojo de nervios que su madre apenas podía controlar, llamando a voces a unas tales Jeannette y… Anisse.

Torció el gesto de la boca y la miró con lástima.

Oye, Nikolai… ¿Puedes hacerme un último favor? Verás, hay por allí una niña que se llama Elia y…

Alanna le contó muy por encima lo que ocurrió con esa chiquilla que no paraba de llamarla por su nombre falso, y aunque no le hizo mucha gracia que la inmiscuyese en todo ese lío… La conocía bastante bien, y los niños eran una de sus mayores debilidades. Y debía admitir que esa faceta suya era una de las cosas que más le encantaba de ella.

Contó las pociones que le quedaban y se dirigió hacia la madre de la pequeña. Con un tono bastante cortés, le preguntó si ambas estaban heridas o si necesitaban cualquier cosa. Después, y con el consecuente permiso de la mujer, se ofreció para intentar calmar a su hija y se agachó hasta quedar a su nivel.

Tranquila, tranquila… A Anisse no le gustaría que te pusieses tan revoltosa. Le prometiste que te portarías bien, ¿no? —Una vez consiguiese la atención de la niña, sonreiría y continuaría—: Te llamas Elia, ¿verdad? Soy compañero de Anisse. Resulta que le ha surgido una urgencia y ha tenido que marcharse a detener a más hadas malas. Pero le sabía muy mal irse sin despedirse y me ha pedido que te diese las gracias de su parte por ayudarla.

¿QUE CENICIENTA ESTÁ DE QUÉ?

Por poco no perdió el equilibrio y se cayó de culo por el susto que le dio Yami. Demasiados berridos para sus pobres orejas en una sola noche.

Me temo que nos tenemos que ir ya —le dijo a Elia con tono conformista—. Pero descuida; me aseguraré de que Anisse sepa que estás bien. Si quieres, también puedo darle un mensaje de tu parte y así quedarse más tranquila.

Que seguro que le vendría de maravilla para que se olvidase de tanto desastre a su alrededor. Por lo menos, que se llevase una alegría a casa. Además, ¿no decían que la sonrisa de un niño no tenía precio?

Bueno, ella a veces pecaba un poco de ser tan ingenua como una infante y su sonrisa era como un tesoro para él. Tal vez empezaba a comprender por qué ese amor por los niños tan propio de ella.
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Re: [Castillo de los Sueños] Larga vida a la reina

Notapor Sito » Vie Dic 01, 2017 1:36 am

La actuación de los dos fue suficiente para acabar con los magos. Gracias a la espada que portaba Malik pudieron reflejar algunos ataques para así salir vivos del combate.

Apenas terminaron con ellos Yami irrumpió en la zona con más gente, entre los que estaban sus compañeros, aunque faltaba Alanna. En cuanto la maestra vió el estado del Hada Madrina Nicoxa miró hacia un lado, entristecida por no haber podido salvarla.

¿Qué le ha pasado? ¿E Iwashi? ¿Y Karel?

Le extrañó que preguntara por Iwashi, pensaba que estaría al corriente.

Ya ha... Ya ha pasado, niños, ya ha pasado. Se acabó. Lo habéis hecho... bien. Sí, bien. —Respiró hondo—. Vamos. Hay que poner un poco de orden a todo esto.

Entonces empezó a dar instrucciones, y a Nicoxa le tocó explicar todo lo que había ocurrido en la misión.

Pues verás...

Le contó con pelos y señales lo que había presenciado. Lo de la reina, lo de Verdín, cómo tuvieron que entrar en aquel místico lugar... Esperaba que sirviera de algo y que sobre todo sirviera para salvar al Hada Madrina.

Tras su explicación le sonó el móvil a Yami y tuvo que ausentarse por el momento, dejando a Ragun al mando.

Ha, eh, ¡surgido una emergencia! —soltó con su forma de ser—. ¡Cuida de todos chocobitos hasta que lleguen Malik y Xefil, aseguraos de que todo el mundo está bien y luego volved! ¡Y sellad la cerradura, que está en el trono! ¡Ay, Señor!

La mujer pelirroja que entró con todos los demás previamente soltó un suspiro.

Parece que voy a ser tía —por la manera de decirlo no parecía muy contenta.

Nicoxa la miró sonriendo. Menudo follón le esperaba ahora de pañales, llantos y demás, porque suponía que también se haría cargo del bebé dada su reacción.

¡Bueno, no te desanimes que seguro que es un bebé precioso! Yo si quieres puedo darte algún trapito minúsculo de los míos para que se lo des a la madre a modo de regalo para el bebé —se ofreció con amabilidad.

Luego recordó la última orden de la maestra y también quiso ser ella la que la llevara a cabo.

¡Oh, oh! ¡Me pido sellar la cerradura! —dijo entusiasmada.

Correría hacia el trono, donde les indicó la maestra, y haría la maniobra si no había ningún problema.

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pues fin (?) Me ha gustado aunque no me haya podido implicar mucho :< Es que yo siempre dejo para el último día postear y siempre ha coindido todos los jueves, que es el peor día de la semana para mí porque salgo casi a las 22:30 de clase y x_x pero bueno, un placer :D
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Castillo de los Sueños] Larga vida a la reina

Notapor Tanis » Vie Dic 01, 2017 6:27 am

La espada centelleaba, prístina y brillante, cada vez que Malik rechazaba el ataque de los hechiceros. A pesar de encontrarse en desventaja numérica, logró arreglárselas gracias a sus hechizos, a Pegaso y a la espada y pronto sus enemigos cayeron. Malik observó los últimos segundos de los magos, rematados por Nicoxa. Subido aun en el caballo alado, sintió que el peso y la tensión de la pelea se desvanecían y se permitió descender para el aterrizaje. Desactivó el Estilo para que el suelo dejara de temblar y pensó que tendría que disculparse por las reformas del palacio.

Los Grandullones habían desaparecido también y los civiles parecían estar a salvo. Malik podía darse por satisfecho excepto por el hecho de que Karel había huido y que el Hada Madrina estaba... A pesar del alivio y de haber vencido en el combate, sintió pesadumbre y la falta de fuerzas. No podía perseguir a Karel, Nicoxa no había podido curar a la anciana. ¿Era su hechizo Petra el que había hecho esto? No, de ser así podrían haberla curado. Era un encantamiento mayor, más poderoso. Malik bajó la vista hacia la espada y se preguntó si…

Bajó del caballo. Entonces oyó los aplausos y se vio ante el rey Henry, ileso gracias al Dragón de Tierra ya desvanecido. No supo muy bien cómo reaccionar, ya que lo había visto todo, pero podía decirse que demasiado gente había visto mucho. Eso lo solucionarían más tarde.

Vaya, eso ha sido... muy impresionante. Me gusta vuestro caballo, ¿lord...?

Malik, majestad —dijo, al tiempo que se inclinaba torpemente por el cansancio, casi agarrado a las crines azules de Pegaso.

Entonces se abrieron las puertas y Yami apareció caminando con fuerza y rapidez, seguida de la mujer pelirroja, Ragun y Xefil. Al no ver a Alanna o a Cenicienta, Malik se alarmó y caminó hacia la maestra, quien pronto descubrió la estatua del Hada Madrina.

Maestra Yami, ¿y…?

¿Qué le ha pasado? ¿E Iwashi? ¿Y Karel?

Por un segundo Malik se vio en blanco y no supo responder. Aun con la espada de la Guardiana en la mano, agachó un poco la cabeza, sintiéndose culpable. Casi podía notar cómo le temblaban los dedos aferrados a la empuñadura.

Maestra…

Ya ha... Ya ha pasado, niños, ya ha pasado. Se acabó. Lo habéis hecho... bien. Sí, bien. Vamos. Hay que poner un poco de orden a todo esto.

Maestra, espere —Malik vio a Nikolai por el rabillo del ojo, pero se terminó de acercar a ella y le enseñó la espada—. Maestra, si… si esta espada puede servir… Perteneció a la Guardiana de las Hadas y quitaba y daba la magia a voluntad, quizá podamos deshacer el encantamiento de la estatua con ella.

Se la daría si consideraba que el arma podía ayudar y se apartó un poco con el caballo alado para despedirlo, mientras sus compañeros hablaban con Nikolai. Si él estaba allí significaba que el resto de lugares estaban a salvo…

«Fátima… »

Lo has hecho muy bien —murmuró como felicitación a Pegaso, mientras le acariciaba el hocico y las crines. También le palmeó el cuello y apoyó la frente él, antes de desinvocar al animal. Esperaba que en Coliseo las cosas estuvieran más tranquilas—. Gracias…

Cuando se desvaneciera miraría en derredor. Quedaba mucho por hacer. En silencio sacaría el teléfono, comprobando que las líneas funcionaban. Sin embargo reprimió la urgencia de comunicarse con Fátima y guardó el teléfono.

* * *


Una y otra vez pensaba en aquellos tiempos en los que no habría podido ayudar a los demás de la forma en la que lo estaba haciendo. Los tenues resplandores verdes cerraban las heridas y rasguños y aliviaban la fatiga de los invitados que habían resultado heridos. Por fortuna ninguna estaba herido seriamente y tanto Xefil como él pudieron encargarse sin problemas de todo aquel que necesitase un hechizo o una poción.

A pesar de sus reticencias, en esos momentos no sentía ganas de recelar de Xefil y se dedicó a colaborar con él en silencio, un silencio más relajado y amistoso. El cansancio hacía mella en el caballero y pensar ya le costaba mucho como para siquiera querer gruñirle a otra persona. Terminaba de curar a una mujer cuando vio a Nikolai acercarse- Se irguió enseguida y le encaró, con una débil sonrisa en los labios. A su alrededor todo era algarabía, pero no le importaba.

Por cierto, antes de venir aquí nos informaron que el grupo de China ha conseguido detener a Dark Light —Malik alzó las cejas. «Gracias, Dios.»—. Así que no creo que Fátima tarde en darte un toque.

Malik asintió y ante la palmadita que el muchacho le dio en el hombro, Malik correspondió con otra.

Gracias.

Regresó al trabajo, mientras continuaba rumiando en silencio. Karel se había escapado en sus narices. Malik se preguntó una y otra vez si de haber ignorado a los hechiceros, habría podido atrapar al niño. Y se respondía siempre que de haberlo hecho, de haber descuidado la defensa de los demás, quizá la anciana Hada Madrina estaría hecha pedazos, el rey y los civiles asesinados.

«No, está bien así, ya le pillaremos.»

Concentrado en el cuidado de los heridos, Malik se abstuvo de pensar en Yami, el rey, Cenicienta o el Hada Madrina. Tampoco en el cerrado mundo de las Hadas, que en teoría no podía volverse a abrir, si es que no elegían a una nueva guardiana. Cuando se le terminó la magia, bebió los éteres necesarios y continuó curando. Demasiada gente con demasiados arañazos, pero se confortaba con que sólo fueran eso. Quizá, de no haber estado ellos allí, habría terminado mucho peor.

Sí, podía pensar eso.

Cuando terminase, se sentaría contra una pared, cansado y aun en tensión.

Niños, ¿eh? ¿No son un encanto? Pero qué te voy a contar a ti...

«Saben que tengo hijos… »

El cómo se escapaba a su comprensión, pero las palabras de Karel resonaban como truenos en su cabeza. Si Karel lo sabía entonces Xihn lo sabía…

«Pero están a salvo, están seguros, no pueden hacerles daño.»

Kris, Atiya… y sobre todo Idris, estaban a salvo en Tierra de Partida. Pensativo, Malik apoyó la cabeza en la pared y cerró el ojo, inspirando hondo hasta que se calmó todo lo que pudo. Entonces, aun cansado, sacó el teléfono del bolsillo y tecleó un mensaje para Fátima.

Hoy no esperes mucha acción por mi parte, me han dado una buena tunda.
P.D. Pegaso te manda recuerdos.


Por un rato se quedó mirando las teclas y el cursor parpadeante de la pantalla. Sentía los músculos agarrotados, los huesos pesados y la piel astillada. Grumos de sangre seca y barro le moteaban la ropa y parte de la cara. El parche era una losa sobre su ojo, el brazo metálico un lastre… Y sin embargo, de repente, se sintió mejor que nunca.

Había peleado contra Karel prácticamente él solo, y le había hecho huir. No podía sentirse más orgullosos de sí mismo. Pulsó la tecla de enviar y se levantó con fatiga.

Era hora de volver a casa.
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Re: #8 - Regla 21: No mueras

Notapor Sombra » Sab Dic 02, 2017 12:34 am

¡No! ¡Es frágil!

Demasiado tarde, antes de darme cuenta ya había metido la pata hasta el fondo.

Debía utilizar un hechizo, uno poderoso... Pero no tanto. Sin darme cuenta, lo único que había conseguido fue destruír el círculo. Las estacas de oscuridad brotaron del suelo, intenté que surgieran las menos posibles y que no rozasen las runas, pero fue inevitable destrozar muchas de ellas... Y entonces... Como un espejo roto, el portal se hizo añicos mostrando una Notre Dame distorsionada.

¡No, no, no! ¡¡No!! —gritó Xefil.

Me puse pálido al ver lo que había conseguido, sin haberme dado cuenta había metido la pata hasta el fondo y... Me sentí avergonzado. Era un Maestro, ¿cómo no pude caer en la cuenta de algo así?

¡Lo has roto! ¡No está funcionando, está roto!

No contesté, era obvio que había roto el círculo por error. Apreté los dientes (colmillos, en realidad) y contemplé sin poder hacer nada como en el otro lado del portal se enzarzaba Alanna contra Cenicienta, a cuya princesa le habían salido un par de alas negras y en su mano portaba una Llave Espada. La batalla era salvaje, encarnizada. Alanna parecía más dragona que nunca y luchaba con todo lo que tenía. Fue entonces cuando alguien más entró en escena y de golpe, la imagen del portal se desvaneció.

Mi cuerpo volvió lentamente a la normalidad, las alas de mi espalda se desvanecieron y mis pies volvieron a tocar tierra suavemente. Observé en silencio a Xefil, quería pedir perdón, ¿pero iba a servir de algo? Maldije para mis adentros y clavé mis ojos en el círculo, o lo que quedaba de él.

La tinta. —dijo entonces el aprendiz.

En ese instante, recordé que no estábamos precisamente en un lugar seguro, la Parca podía seguir ahí... Sin embargo se había desvanecido.

¿Dónde está? —La voz de la Maestra sonó severa y con un toque siniestro e indescriptible. Me sentí pequeño y mi corazón se retorció como si quisiese abandonarme a mi suerte con tal de no estar allí cuando le contase la verdad de lo ocurrido.

Estaba luchando en esa iglesia grande. Estaba esa amiga vuestra y... y más gente.

Lo viste, Maestra. El círculo...

Bajé la cabeza y apreté los puños, tanto que mis uñas estuvieron a punto de atravesarme la piel. Por suerte, Yami se acercó a Anastasia con un gesto mucho más amable, aunque no demasiado.

¿Cómo te llamas, niña?

A... Anastasia. Soy hermana de Cenicienta —contestó ella un tanto acobardada por la Maestra.

Entonces podrás ayudarnos a traerla de vuelta. ¿Lo harías? ¿Aunque te dijera que tienes que abandonar tu hogar? ¿Ponerte en peligro, quizás?

Con sorpresa, abrí los ojos como platos. ¿Le estaba proponiendo hacerla aprendiza?

. Sentimos lo que has tenido que vivir esta noche. Vamos, volvamos al salón de baile. Aquí ya no nos queda nada por hacer.

Seguí al grupo algo por detrás, en el más absoluto de los silencios. La carismática y jovial Yami me parecía en aquel momento la criatura más peligrosa y letal de todas y no estaba seguro de como iba a reaccionar una vez le dijese que todo había sido por mi culpa... No de un aprendiz, no. Sino mía, de un Maestro. Alguien que supuestamente no debería meter la pata jamás.

Información. Ya. Contadme lo que hayáis averiguado, visto u oído. Y en especial quiero que me digáis qué habéis hecho mal para que Cenicienta y Alanna no estén aquí con vosotros.

Mis orejas puntiagudas se curvaron hacia abajo, como las de un animal triste.

Mira. —Empezó Xefil, sin embargo se detuvo—. Intenté abrir el portal. Pude hacerlo, por un minuto, y pudimos ver hacia Notre Dame. Cenicienta luchaba con el escuadrón de Ryota y Nanashi, y portaba una Llave-Espada y alas de oscuridad. Pero... las impurezas en el círculo eran demasiado fuertes para mí y... al final... No pude traerlas de vuelta. Mantener la conexión abierta por tanto tiempo estaba fuera de mis capacidades.

»Me sobrestimé, Maestra. No pude hacerlo.


En aquel momento sentí un profundo alivio, pero no era correcto dejar que un aprendiz cargase con las culpas. Culpas que eran mías. Tal vez incluso de haber abierto el portal, de no haber metido la pata no podríamos haberlos traído de vuelta... Tal vez. Pero si no se pudo intentar siquiera había sido por mi error.

Mientes —interrumpí al aprendiz—. Agradezco el gesto, Xefil. Sin embargo ha sido mi error, Yami. Utilicé un hechizo demasiado poderoso, y aún encima con mi Estilo activado... Yo simplemente no pude controlar la fuerza de mi magia y destruí parte del círculo por error. No estaba pensando claramente, estaba controlando a demasiados sincorazón a la vez y aún encima estaba nervioso por lo que la Parca podría haberos hecho. —Doblé mi cuerpo haciendo una reverencia como disculpa—. Asumiré cualquier castigo por mi error, no te quepa duda. Yo mismo informaré al Maestro Ryota por mi fracaso, pero por ahora tenemos cosas más importantes que hacer.

***

En la sala del trono todo parecía mucho más tranquilo. Nos pusimos al día y escuché, algo distanciado todo lo que los demás tenían que decir. No podía negar que parte de mi distracción era debido a mi error y la preocupación que sentía por el otro grupo. Podía abrir un Portal de Oscuridad e ir a Notre Dame para ayudar, aquello no era problema, tan solo necesitaba recobrar el aliento tomando un par de Éters más.

¿QUE CENICIENTA ESTÁ DE QUÉ? —Escuché gritar a Yami entonces. Todo el mundo se calló para escuchar e intentar deducir de que hablaba la Maestra con su interlocutor—¡Vale, vale, Nithael, cálmate! ¡No nos grites! Todo va a salir bien, vamos para allá, sólo un momento...

Yami colgó el teléfono y con aspecto muy nervioso y apurado se dirigió a mí.

Ha, eh, ¡surgido una emergencia! —informó—. ¡Cuida de todos chocobitos hasta que lleguen Malik y Xefil, aseguraos de que todo el mundo está bien y luego volved! ¡Y sellad la cerradura, que está en el trono! ¡Ay, Señor!

Yo, que seguía sin comprender nada intercambié miradas con el Rey Henry, que parecía haber vuelto a la normalidad. Por suerte, parecía tan confundido que no notó demasiado mi aspecto (al menos aparentemente) ya que no me había acordado de ponerme la ilusión para aparentar ser humano.

Parece que voy a ser tía —dijo perspicaz Anastasia.

¡Bueno, no te desanimes que seguro que es un bebé precioso! Yo si quieres puedo darte algún trapito minúsculo de los míos para que se lo des a la madre a modo de regalo para el bebé. —Propuso la aprendiza.

Sonreí un poco, divertido. Aunque no me sentía del todo tranquilo teniendo en cuenta el estado de la madre, ¿y si el niño nacía con corrupción? ¿Podría sobrevivir? Aquello me preocupaba mucho.

¡Oh, oh! ¡Me pido sellar la cerradura! —exclamó de golpe Nicoxa.

—Claro, toda tuya —acepté—. Ve con cuidado y no te acerques mucho.

Dejé que Nicoxa fuera a sellar la cerradura, me aproximé a Anastasia.

No contestaste a la propuesta de la Maestra Yami —dije—. Si quisieras venir y arriesgar tu vida para proteger la de los demás... Eres más que bienvenida entre nosotros, ¿qué me dices?

Materialicé mi Llave Espada y le acerqué el mango de esta.

Es muy peligroso y tendrías que seguir un entrenamiento verdaderamente complicado e intensivo para que puedas luchar, aunque seguramente no te unirías a las misiones peligrosas todavía, lo más seguro es que te quedases en nuestro castillo para proteger a las personas que viven ahí de cualquier peligro. No puedo negar que aunque al principio te veía como una enemiga, siento que todo lo que hacías era lo que creías correcto para proteger a tu hermana, eso es algo admirable y... Te respeto. Por eso me gustaría tenerte a bordo, pero tú decides.

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Pido disculpas por la tardanza a todos, no es propio de mí. Si queréis contarme esta ronda como falta igualmente lo comprenderé ;___;
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Larga vida a la reina - Ronda Final

Notapor Denna » Lun Dic 04, 2017 12:16 am

Antes de entrar en el salón de baile, Yami escuchó las palabras de Xefil y de Ragun. Anastasia permaneció en silencio tras ella, mirándose los pies como si fueran lo más interesante del mundo.

La Maestra apretó los labios e incluso se detuvo un instante. Puso los brazos en jarras y dejó escapar un suspiro.

A ver, a ver. Quietos ahí los dos. Xefil, resulta enternecedor que intentes proteger a tu compañero, de verdad, corazón —dijo, con un tono de voz que, en realidad, no parecía conmovido—. No has tenido mucho tiempo para ponerte al día, y por eso no te vamos a echar la bronca, pero será mejor que aprendas cuanto antes que las cosas han cambiado en la Orden. Mucho. No hay honor que valga ya, nunca más. Ya lo habéis visto por vuestra cuenta —añadió con un susurro, más para sí que para los chicos—. Se acabaron las mentiras y los jueguecitos, y jo, ¡tened por seguro que a nadie le molesta más eso que a mí! Nadie os culpará por ser débiles o por cometer errores, pero tened en cuenta que cada acción tiene sus consecuencias. Y tenéis una responsabilidad muy, muy grande. Hay demasiadas vidas en juego.

Hizo una pausa, interrumpida por un escalofrío.

Uf, creo que tanta seriedad y tanto drama me están convirtiendo en Ryota. ¡No dejéis que esto pase!

Les hizo una seña para que echaran a andar otra vez, pero volvió a detenerse y, esta vez, se dirigió exclusivamente a Ragun.

Oh, y eso también va por ti, jovencito. Lo de Ryota no, lo otro. —Lo señaló con el dedo—. No vas a recibir ningún castigo. A estas alturas, no tenemos tiempo ni para eso. Pero ten esto presente: cuanto más fuerte te vuelves, tus actos tienen consecuencias mayores. Si no conoces tus límites, quizás nos veamos obligados a plantearnos si deberías conservar el título.

Se dio la vuelta con energía y su pelo describió una onda oscura.

¡Y como vuelvas a hablarme con tan poco respeto —añadió, de espaldas— me encargaré yo misma de que te lo quiten!

* * *


Los disgustos de Yami no terminaron ahí, para su desgracia. Cuando Nicoxa le explicó lo ocurrido en la corte de las hadas, prácticamente enmudeció durante unos minutos. Se llevó las manos a la cabeza y, murmurando algo ininteligible, se alejó sin decir nada más.

O lo intentó, porque Malik le salió al paso. Notaría que la Maestra tenía los ojos brillantes, y los hombros hundidos le daban un aire tan abatido que no parecía ella misma. Pero le escuchó con atención, y soltó un pequeño «oh» al ver la espada.

Malik... Lo has hecho muy bien —repitió— . Con esto... No me cabe duda de que podemos darle un gran uso a esto.

Pero no se atrevió a coger la espada. Cerró el puño y miró a la estatua de piedra. Como si hablar le causara un gran dolor, aspiró una gran bocanada de aire y dijo:

Sí, podría deshacer el hechizo de Karel, y con facilidad. De hecho, no hay duda. —Soltó una risotada amarga—. Pero si la usamos en el Hada Madrina, Cenicienta podría caer en la oscuridad para siempre. Una Princesa del Corazón, sumida en la oscuridad... Podría ser fatal, no solo para la pobre chica, sino para el destino de todos los mundos. Y ella nunca nos lo perdonaría, ni a ti ni a mí.

Se frotó los ojos.

Puede que, cuando terminemos, todavía conserve sus poderes. Quizás entonces podamos ayudar al Hada Madrina. Pero odiaría darte esperanzas por nada. Tan solo... no me hagas coger esa espada. ¿Te importa?

Yami sonrió con esfuerzo y —entonces sí—, se alejó.

* * *


Henry se había acercado a Elia y a su madre, que intentaba por todos los medios que la niña se comportara delante del rey. Cuando Nikolai se acercó, la pobre mujer apenas tenía fuerzas para seguir intentándolo, lo cual quizás fuera una suerte para él, que pudo transmitirle su mensaje sin problemas.

Elia le dedicó toda su atención en cuanto pronunció el nombre de Anisse. Se quedó inmóvil y con los ojos como platos. La decepción cruzó un momento su rostro, pero enseguida se recuperó y asintió con solemnidad.

En ese caso, ¡deseadle mucha suerte de mi parte, señor! ¡Estas hadas malas gigantes son horribles! ¡Tienen serpientes!

Elia, te lo ruego, ¡haz el favor! Ay, de verdad que no puedo más...

¡No seas así, mamá! Ay, y una cosa más —añadió, tirando de la manga de Nikolai para que no se marchara—. ¡Decidle a la señorita Anisse que la invito a comer a mi casa cualquier día, que mi mamá cocina muy bien! Que invite a la señorita Jeannette también, y a todos sus amigos detenedores de hadas malas!

¡ELIA!

En realidad, Elia tiene mucha razón, señora —intervino el rey, sonriendo alegremente—. Todos lo habréis visto, de no haber sido por esos detenedores de hadas malas, yo habría resultado herido. O algo peor. ¡Habrá que organizar otro baile para darles las gracias! Con mucha comida y muchos músicos, y celebraremos también el nacimiento de mi hijo. Habría que invitar a todo el pueblo... y necesitaré a gente que cocine muy bien, y a muchos ayudantes... ¿Qué me decís?

La pobre mujer se quedó helada, pero Elia fue rápido y le aseguró al rey que podía contar con ellas.

Henry sonrió, conforme, y luego llamó la atención de Malik y de Nicoxa. Les dio las gracias por haber combatido por su reino y les aseguró que siempre serían bienvenidos en su corte.

* * *


Anastasia levantó la cabeza ante el comentario de Nicoxa. Se quedó mirando a la chica, preguntándose si se estaría burlando de ella, pero debió de llegar a una conclusión positiva, ya que sonrió con sinceridad (si bien se la veía un poco cansada).

Pues oye, no te diría que no. Siempre he odiado coser, y Cenicienta... Bueno, digamos que no es su mayor talento. Gracias.

Alzó las cejas y meneó la cabeza, divertida.

Tienes unos amigos muy raros. Esta chica parece muy simpática —le dijo a Ragun cuando le vio acercarse.

La sonrisa se le borró un poco cuando él habló. Miró la Llave Espada con recelo.

No me merezco ningún respeto. ¡No soy una buena persona! Lo intento, pero antes... hace un tiempo... hice cosas horribles. Cosas que Cenicienta no debería haberme perdonado.

Suspiró.

No creo que sea capaz de luchar. Soy una cobarde. Vi cómo Karel cambiaba a Cenicienta y a Henry, cómo expulsó al Hada Madrina del palacio, cómo mató al rey y al duque... y no hice nada. Nada. Pero es precisamente por eso... que se lo debo a Cenicienta. Ahora mismo debe de estar muerta de miedo, la pobre. —Gruñó y extendió una mano—. Voy a arrepentirme de esto. Voy a arrepentirme mucho y muy pronto. ¡Ser buena es horrible!

* * *


La cerradura no había sufrido ningún ataque, ni siquiera tras la llegada de Karel al mundo, de modo que Nicoxa pudo sellarla sin problemas. Tras una breve conversación entre Henry y Anastasia, decidieron que el rey no iría a Tierra de Partida. Quedaban algunas hadas leales a la alianza con los humanos, y ellas velarían por el monarca hasta que se recuperara del hechizo de Karel. Yami volvería una vez más al mundo para recuperar la varita del Hada Madrina, pero nadie pudo encontrarla. Con toda probabilidad, Karel se la había llevado con él esa misma noche al escapar de Malik.

De vuelta a Tierra de Partida, la llegada de Cenicienta había desatado el caos. Transcurrieron varias horas hasta que nació el bebé —una niña muy menudita a la que llamaría Beatrice—, envuelto en una capa de oscuridad tan intensa que Ryota tuvo que sostenerlo en brazos mientras Nithael y Nanashi se encargaban de la Princesa.

Tanto la madre como la hija superaron el parto. Agotada como estaba, Cenicienta apenas reaccionó cuando utilizaron en ella la espada de la Dama del Lago, cuya hoja se tiñó de negro intenso. No pudieron deshacerse de toda la oscuridad que habitaba en el corazón de Cenicienta, pero Nithael se mostró esperanzado. Al fin y al cabo, el sabía de primera mano lo que le había tocado vivir a la joven reina.

Anastasia, por su parte, resultó ser una aprendiz nefasta y le dio muchos, muchísimos quebraderos de cabeza a Ragun. Al cabo de pocas semanas, desistió en su empeño de aprender a luchar y se centró en estudiar hechizos defensivos y antimagia. Resultó que tenía una poderosa afinidad a Nada, y una imaginación casi tan retorcida como la de Karel. Parecía encantada con la perspectiva de poder causarle problemas.

Poco a poco, sus vidas se tranquilizarían. Al cabo de pocos meses, Cenicienta y Anastasia pudieron volver a Castillo de los Sueños con Henry, listas para proteger su mundo. Las demás Princesas del Corazón —en especial Bella—, se prestaron a reforzar las defensas de la cerradura, pero Xihn no volvió a intentar acercarse al mundo. Karel tampoco.

La corte de las hadas permaneció sellada, a petición de Yami y de Iwashi. Elyon y las hadas que decidieron permanecer a su lado vivirían ahí para siempre, encerradas en una prisión eterna. En ausencia del Hada Madrina, fue Miki quien asumió el papel de representante de la comunidad mágica.

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Y ahora sí: ¡se acabó! De nuevo, espero que lo hayáis pasado bien roleando en esta trama, porque yo sí y mucho <3. Lástima no poder aprovechar más este mundo por falta de tiempo, pero creo que ha quedado algo bonito.

Pasemos a las puntuaciones, que son lo que interesa. Sabed que, en general, estoy muy contenta con el trabajo de todos~

Malik: 70PX. Te quedas a 8PX de subir al nivel 29. Ninguna queja contigo, ni siquiera por los éteres es evidente. A pesar de que tu ruta no tenía demasiados personajes con los que interactuar, te has desenvuelto muy bien en todas las situaciones. Malik se lleva una espada bonita de regalo y la amistad de medio mundo.

¡Malik obtiene la Espada de la guardiana!


Alanna: 70PX. Subes al nivel 16 y te quedas a 76PX de subir al nivel 17. Te digo lo mismo que a Tanis, aunque es cierto que tú tenías más margen de interpretación. Ha sido una lástima que Alanna no pudiera despedirse de Elia en persona, pero tampoco ha estado mal llevada la intervención de Nikolai.

¡Alanna obtiene la Máscara de pájaro!


Xefil: 60PX. Te quedas a 20PX de subir al nivel 28, pero tienes el 27 por actualizar. Muy buen trabajo, Xefil ha vuelto con fuerza y tengo ganas de ver cómo sigue su evolución. El último post, en especial, te ha quedado muy bien. Los PX restados son sobre todo por metagame, que has dado un par de cosas por sentadas en ciertos posts que no deberías.

¡Xefil obtiene la Máscara de serpiente!


Ragun: 57PX. Te quedas a 3PX del nivel 46, pero tienes el 45 por actualizar. El fallo han sido algunos posts, que se notaban hechos con prisas y sin cariño, y que podrían haberse aprovechado mucho más. Por otra parte, la redacción ha ido mejorando. La relación con Anastasia queda “predeterminada” con el final de mi post, pero cualquier cosa mándame un mensaje y la definimos más. Enhorabuena por la nueva aprendiz~

¡Ragun obtiene la Máscara de ratón!


Nicoxa: 50PX. Subes al nivel 24 y te quedas a 40PX del nivel 25. ¡Ocho niveles por actualizar, que no se te olvide! O nos acogeremos al sagrado derecho GMil de no sumar más puntos. En tu caso, los dos sabemos que las faltas han sido lo que más te ha perjudicado y ha bajado tu puntuación. La próxima vez que veas que te va mal postear, da un toque al GM, que no nos cuesta nada cambiar de día xD. Por lo demás, ningún problema. Sí que tengo que comentar que, en cuanto a lo de Iwashi y Verdín, me ha extrañado un poco la reacción de Nicoxa. No digo que tenga que ser mala ni cambiar su personalidad, pero hay que tener en cuenta que era un general de Xihn y responsable de la muerte del hijo de Iwashi. ¡Nada más!

¡Nicoxa obtiene la Corona de flores!
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