[Evento Global Final] Un Reino de Luz y Oscuridad

The End is near...

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Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [Evento Global Final] Un Reino de Luz y Oscuridad

Notapor H.S Sora » Sab Ago 18, 2018 1:59 am

En el primer momento no parecía que fuera una victoria real. No hubo estruendo por parte de nadie, no hubo grandes cataclismos finales ni explosiones de alegría o de cualquier otro elemento, cual pirotecnia de celebración. Quizá porque esperábamos otra cosa después de todo. ¿Cuál? Era difícil de decir.

La Llave Espada todavía ardía en mi mano, y mis ojos se acostumbraban poco a poco a la normalidad, tras el brutal destello de luz que le había puesto fin a una era.

Allí, acunado por el viento y bajo la luz del eclipse que le atravesaba, estaba la peor pesadilla de todos los que nos encontrábamos ahí. A lo largo de nuestras averiguaciones, le habíamos puesto distintos rostros a Xihn: ya fuera el de Gabriel, Friederike —Estos dos no los pudimos saber hasta mucho más tarde, por desgracia— Aaron, Chihiro… Pero a la hora de la verdad, lo que había quedado no tenía siquiera un rostro definido al que llegar a odiar.

Era lo mismo que había escapado de Reino Encantado tras el sacrificio de Maléfica por calcinar el cuerpo de Chihiro, estaba seguro. Solo que ahora, había sido mucho peor. Las Llave Espada de todos habían rugido a la vez, y no había importado lo devastador que fuera su poder.

«Se acabó.»


Tenía una presión en el pecho que no era capaz de liberar. Quería seguir mirándolo, con mis propios ojos, como al final había perdido. Creerme que era verdad para que mis piernas dejaran de esforzarse por mantenerme en pie.

Mientras los niños se le acercaban, no pude hacer otra cosa que rememorar Ciudad de Paso, más concretamente a Mateus Palamecia. Él tampoco había sido capaz de controlar el Caos, aunque Xihn le había ganado de calle en cuanto a llevarlo a niveles catastróficos y letales.

Y de un modo u otro, ambos portadores del Caos habían acabado compartiendo el mismo destino. Aunque a Xihn le hubiera llevado más tiempo, y se hubiera llevado muchas más vidas con él.

Miré al suelo un momento al suelo, sin atreverme a levantar la mirada cuando ellos le dieron el último adiós. Lo único que pude apreciar al levantar la vista, fue al viento llevándose las cenizas de lo que quedaba de Xihn, al igual de la civilización de los niños.

Porque así era. Ellos habían sobrevivido, pero lo que quedaba de sus raíces acababa de volar delante de sus ojos. Ayudarles a reconstruirla era lo mínimo que podíamos hacer después de todo.

«Adiós.»

***


Ha sido espectacular lo que hemos hecho todos juntos —Alice me había cogido de las manos, entusiasmada, aunque no se atrevía a alzar la voz por vergüenza—. Cuando lo hemos rodeado y yo he empezado a cortar en sus piernas y tu… ¿Me estás escuchando?

Asentí, y al ver mi expresión siguió mi mirada hasta dar con el conflicto por el que llevaba refunfuñando un buen rato: Malik. O mejor dicho, Aaron. No tenía muy claro lo que los Maestros pensaban hacer con él, ni con Chihiro tampoco ya puestos.

¿Crees que deberías decir algo? —Observamos como los Maestros empezaban a organizarse, dispuestos a llevárselos a unas salas cercanas. Los únicos que parecerían que además de ellos iban a estar presentes eran Alanna y Saeko… por razones obvias—. Después de todo la idea fue suya.

Es un asesino que prácticamente nos la ha intentado jugar hasta el final… y técnicamente solo pensó en la posibilidad que podía matar a Chihiro y a Celeste en el proceso. Una en la que él no se la jugaba.

Ya bueno, haz lo que quieras. —Se encogió de hombros—. Chihiro no parecía muy dispuesta a compartir ese recurso con vosotros. Sin la idea que escuchaste... quizá no estaríamos aquí ahora. No digo que exijas que se salve, solo que sean conscientes de como nos ha ayudado en esto.

Suspiré mientras los Maestros se llevaban a un atado Malik y a Celeste. Por mi parte, detuve a Saeko cogiéndola de un brazo antes de que se perdiera por aquellas puertas.

Saeko, el Caos me permitía leer el pensamiento de la gente de mi alrededor —hablé un poco apresuradamente, sabiendo que no tenía mucho tiempo para explicaciones—. Y Aaron fue el que pensó en el plan de que Chihiro y Celeste retrocedieran el Caos de Xihn, aunque no lo pusiera en marcha. Yo me encargué de comunicárselo a Celeste y algunos de los otros, hasta que la información llegó a todos.

»No hay que olvidar lo que ha hecho… pero me gustaría que se tuviera también esto en cuenta.

Descuida, se lo diremos.

Le devolví la sonrisa, dejándola marchar y volviendo con Alice.

Gracias por dejarme llevar la Llave Espada contigo y colaborar así con el haz final de luz.

No pude hacer otra cosa que negar con la cabeza y mirar por la ventana el túmulo que habían levantado para Xihn.

Lo hemos conseguido entre todos, después de todo.

¿Está bien que nos quedemos aquí? Quiero decir, aún hay Princesas explorando el Castillo y…

No lo van a encontrar —interrumpí, echando un vistazo a la tierra teñida de rojo.

¿Por eso estás tan gruñón? —Me estiró con suavidad de la mejilla—. Venga, no le des más vueltas. Vamos a ver si se puede escuchar algo a través de las puertas, ¿qué me dices?

Te acompaño en un momento.

¿Dónde coño se había metido Saavedra? Era una muy buena pregunta, desde luego. Se había asegurado de que Xihn desapareciera, recordaba haberlo visto utilizar también su Llave Espada. Pero después de eso no había dejado ni rastro.

Ni de él ni de Karel. Aquello no hacía más que hacerme pensar con más confusiones encima, puesto que mientras tenía el Caos y había leído pensamientos pues… había sobreentendido que Karel había acabado muerto. ¿Era así después de todo?

Lo único que esperaba, era no volver a tener noticias de ninguno de los dos nunca más. Aunque sabía que eso no sería castigo suficiente para ninguno de ellos. Pero después de todo, por mucho que me jodiera admitirlo, habíamos necesitado su ayuda.

«Quizá si que tendría que haberle dicho que lo matara.»

Volví a negar con la cabeza, mientras me movía en dirección a Alice, no sin antes preocuparme por el estado de los presentes que había. Por suerte, cada uno a su ritmo, nos recuperábamos de lo sucedido lo mejor que podíamos.

Oye no se escucha nada.

Shh. Eso es porque no dejas de hablar. Calla y concéntrate.

Yo creo que sería mejor si fuéramos a explorar un poco el castillo... a saber lo que tardarán.

***


Incluso después de la vuelta que di, las puertas seguían cerradas a cal y canto. Alice se había quedado mientras que yo había decidido darme una vuelta por mi cuenta. No encontré nada que no hubieran dicho ya las Princesas y otros Maestros que habían ido a cerciorarse de que no quedara ningún peligro.

Pero aún así sentí la necesidad de contemplar cada largo pasillo y disfrutar de su silencio, me parecía casi una obligación. Después de todo ese castillo había sido testigo de una de las masacres más horribles que hubieran existido, al igual que había sido la fortaleza del intento de venganza más cruel de todos.

Y más allá de eso, necesitaba un rato para estar solo. Para asimilar lo que habíamos conseguido, para pensar en lo que vendría ahora. ¿Había sacado algo en claro? No, porque después de todo no había podido dejar de pensar en Bastión Hueco durante la mayor parte de mi paseo.

¿Era así como quedaría para la posteridad? ¿Como un lugar abandonado en el que una vez residimos los Caballeros? ¿Un lugar al que si alguien llegaba no quedaría nada que nos recordase?… Negué con la cabeza.

Al poco de llegar, las puertas se abrieron de par en par, haciendo que una sobresaltada Alice se hubiera echado hacia atrás para intentar disimular al escuchar los pasos de vuelta.

¿Y bien? —Le pregunté, bajando la voz—. ¿Qué han decidido?

Pues… no he acabado de entenderlo —admitió a regañadientes.

Será mejor que nos cercioremos bien.

Tras dejarles unos momentos, me acerqué al cúmulo de Maestros para escuchar su decisión al respecto. De algún modo u otro, la llegada del ángel suavizó cualquiera que hubiera sido la respuesta que los Maestros hubieran dado. Hacía un buen rato que Nithael había salido a investigar, y el aspecto que traía a su regreso era esperanzador.

Juraría que nunca lo había visto tan feliz desde que lo conocía.

¡El Caos ha desaparecido por completo! ¡El Reino de la Oscuridad está empezando a retroceder, el Intersticio vuelve a aparecer poco a poco! ¡Podríamos llegar a recuperar los mundos caídos!

¿¡De verdad!?

¿E-Eso es siquiera posible?… —Mi murmullo se perdió entre el resto de reacciones, que resquebrajaron el silencio poco a poco.

Noté el brazo de Alice sostenerme y me sonrió, mientras me acariciaba el pelo y me lo alborotaba.

Seguro que lo conseguiremos. Ahora deberíamos unirnos a los demás.

Ya fueran Princesas del Corazón o miembros de la Orden, todos estábamos con el corazón en un puño. Cada cual tendría sus motivos, o no, pero el regocijo empezó a llenar la sala. Primero en forma de llantos, luego en esporádicos abrazos y luego...

¿Tiene que ser frente a todo el mundo?

Sí.

Alegría en estado puro.

¿Tu lo sabías…?

Negué con la cabeza, sonriendo.

No. Pero hacen una pareja preciosa.

Puede que me equivocara, pero juraría que nunca había visto a la Maestra Nanashi sonrojarse antes. Desvié la mirada poco después de que la Maestra Nanashi dejara de resistirse y ambas celebraran aquella victoria… para encontrarme a Ryota ocupado también con Ronin.

No pude evitar soltar una carcajada cargada de felicidad, sin saber adonde mirar para dejarles privacidad a los cuatro tortolitos.

Aquellas horas que hasta el momento me habían parecido que pasaban con tanta lentitud, que se habían convertido en eternas, pronto fueron acelerándose. Más allá de los besos, las caricias y toda la felicidad de esas parejas que se lo merecían, todo el mundo empezó a ser consciente de que de verdad lo habíamos conseguido.

De que tras tantos años de dolor y esfuerzo, se había terminado.

Todos nos desperdigamos, para felicitar a los presentes a nuestra manera. Ya fuera abrazando, tendiendo manos, sonriendo con restos de lágrimas en los ojos y dando la enhorabuena. En un momento dado me encontré frente a frente con Ryota, y su sonrisa se me contagió mientras estrechaba su mano con fuerza y le daba la enhorabuena también.

El hombre que tenía delante había dejado de ser hace tiempo un «Maestro» cualquiera. Para mi era un padre, y poder estar junto a él y el resto era más que suficiente.

A saber lo que duró aquella improvisada fiesta, puede que fueran minutos o tal vez horas. No lo sé. Lo que si sé es que resulto un bonito tributo al castillo, un recuerdo que dejar marcado para la posteridad.

Y con toda probabilidad, uno de los días más felices de mi vida.

***




Diez años ya —suspiré, acariciando a Misifú antes de bajar de la cama—. Si vuelvo a parpadear, me da la impresión de que tendré diez o veinte más. Por Dios, que viejo me hago.

Parece mentira, ¿cómo ha pasado el tiempo tan rápido?

Ni idea. —terminé de arreglarme, y asegurándome de dejarle comida y bebida suficiente al gatito por si se nos hacía algo tarde.

Al terminar, bajamos hacia el lugar en el que se iba a hacer el banquete.

Al llegar ya había bastante gente, aunque todavía faltaban Caballeros y otros invitados por llegar. En el ambiente se respiraba una extraña calidez, aunque eso no implicaba que la sombra de la inquietud nos abandonara. Aunque fuera fugazmente, se podía apreciar que aunque hubieran pasado diez años muchas cosas no habían hecho otra cosa más que empezar a sanar.

Me encontré con Eve al poco de llegar, y no dudé en acercarme a él con una sonrisa nostálgica. Probablemente estuviera con sus hermanos, pero no importaba.

¿Cómo lo lleváis? —Miré en dirección a Ronin y Ryota. No solo era la entrega del título de Gran Maestra, si no que además se daba la retirada de ambos hombres de la Orden.

Tanteando el terreno, hice ademán de poner una mano sobre su hombro.

Estoy seguro de que vendrán a vernos más de lo que se piensan, o podremos ir nosotros cuando menos se lo esperen. —Sonreí, asintiendo y dando un suave apretón—. Todos somos una gran familia ahora, ya lo sabéis.

Contad con nosotros para todo lo que necesitéis.

Con una inclinación de cabeza, me moví saludando a todos aquellos con los que me iba encontrando, al igual que Alice. Prácticamente me tropecé con Saeko de cara.

Buenas, Saeko —Eché un vistazo en derredor y me rasqué el mentón—. Parece que cada vez van llegando más miembros de la Orden e invitados.

No creo que quede demasiado para empezar —intervino Alice.

Sonreí.

¿Sabes? De algún modo siempre pensé que sería así. Quizá no del todo igual... pero con Nanashi siendo la líder al fin y al cabo.

»No puedo evitar pensar como la conocimos, aquel primer día en nuestro entrenamiento de Bastión Hueco… Ains. El tiempo vuela, ¿no te parece?

Tras conversar durante un rato, Ragun acabó interceptándome.

¡Saito!

Buenas, Ragun —saludé, dándole un apretón de manos.

¿Qué tal están Lía y el pequeño Adler?

¿Te ha llegado la actualización del mapa de los mundos? Hay siete nuevos de los que no teníamos constancia y necesitamos algunos cuantos exploradores más para explorarlos y cartografiarlos.

Negué con la cabeza, sintiéndome algo culpable. Aunque tampoco mucho, hoy era un día en el que el trabajo era lo que menos importaba.

No he tenido tiempo de mirarlo, si te soy sincero. Ya mañana le daré un vistazo a los informes que tengamos, y trataré de organizar un pequeño grupo con algunos de mis alumnos y otros Maestros. A ver lo que nos encontramos.

Alice bufó y tiró de mi brazo al ver a Fátima. Ambos saludamos a tiempo a la Maestra, que continuó avanzando y perdiéndose en aquel océano de gente.

Estamos en una fiesta. Tenéis el resto del año para planear esto.

Touché. ¡Nos vemos luego Ragun!

Me alejé, a tiempo de ver de reojo la regañina que Ryota y Ronin estaban recibido de Lyn. Sonreí al ver a los dos antiguos líderes, jubilándose tras tanto trabajo a sus espaldas. Aunque hubieran envejecido, el paso del tiempo se había notado en todos los presentes que no estábamos dotados por un poder angelical o perteneciente a una raza ancestral.

¿Queréis hacer el favor de comportaros los dos? Haréis que me arrepienta de no haberos echado de una patada de la ceremonia de Nanashi. Si seguís refunfuñando como dos viejos, haré que Nithael le entregue el título de Gran Maestra, y yo misma os mandaré a los dos a Islas del Destino.

¡Eh! ¡Dijimos que volveríamos al País de Nunca Jamás a vivir como piratas! El mar balanceando el barco, la libertad, el viento con olor a sal...

Ni en sueños, cariño. Ya lo hemos hablado: si quieres que me jubile y pase mi vejez contigo, no será como pirata.

«¿En qué mundo terminarán esos dos?»

Me encogí de hombros, sabiendo que no importaba porque serían muy felices estando juntos. Y de mientras, aproveché para ocupar mi sitio, teniendo a un lado a Alice y al otro a Celeste. La Maestra Nanashi hacía poco que había hecho acto de presencia, y dentro de poco daría comienzo el evento.

Sé que estás ocupada —le comenté a Celeste—. Pero para celebrar todavía más esto... ¿te apetecería salir en la próxima obra de Ciudad de Halloween que me dejen organizar?

Con una sonrisa, la abracé para luego añadir:

Sois un amor —añadí, con un susurro—. Ya me entiendes: Daian y tu, Nanashi y Lyn, Fátima y Malik, Ryota y Ronin… todos hacéis parejas hermosas.

»Y deseo que sigáis así por muchos años más.

Mi cabeza, durante unos instantes, se permitió viajar a la Cité. El tiempo suficiente como para que mi sonrisa continuara siendo sincera mientras la ceremonia daba comienzo. Noté a Alice apoyándose en mí, adivinando mis pensamientos, y yo los suyos.

***


Tras la emotiva ceremonia, me acerqué primero a Ronin y Ryota. Alice había ido a felicitar a Nanashi para después pasarse para ver a Fátima y los niños. Por lo que estaba solo, tragué saliva antes de hablar:

Gracias. Gracias por todo lo que habéis hecho por mi todos estos años. —Hice un gesto con la cabeza y me permití sonreír—. Para mi Ryota, has sido como un padre todo este tiempo. Y tu, Ronin… lamento como me porté contigo en el pasado. De verdad, espero que seáis muy felices. Y que no os olvidéis de nosotros y vengáis de vez en cuando.

»Toda una generación de Caballeros descansa sobre sus hombros.

Le ofrecí una mano a Ryota, y después otra a Ronin. Un último apretón de manos. Sabía que estarían bien, ya fuera en Islas del Destino o viajando entre mundos hasta encontrar su sitio.

Con pasos ligeros, giré sobre mis talones y me dirigí a la Maestra Nanashi. Casi todos se habían ido acercando de un momento a otro a ella, para felicitarla por aquel nuevo título. Por lo que había conseguido.

La emoción hacía que temblara un poco, pero lo controlé lo mejor que pude.

Le deseo mucha suerte en esta nueva etapa Maestra Nanashi. Creo que nunca se lo dije pero… gracias por cada reprimenda más que merecida a lo largo de estos años, y por cuidar de mí cuando me metía en algún lío. Que no eran pocas ocasiones.

»Estoy muy orgulloso de poder estar hoy aquí. Ha sido un honor estar con usted todos estos años, y lo seguirá siendo de aquí en adelante. Enhorabuena por todo lo que ha conseguido, y por lo que sé que conseguirá.

Extendí mi mano para darle un cordial apretón con una sonrisa, y me fui. Todavía quedaban muchas horas por delante de aquella celebración, y muchos años por los que seguir brindando en familia. El comienzo de algo nuevo. Por los que estaban, y por los que no.

Seguiríamos luchando y, por encima de todo, cumpliendo con nuestro deber.

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Y colorín colorado~

Ains. Han sido muchos, muchos años. Muchos post también. Prólogo en Octubre de 2012, y este último post en Agosto de 2018. Desde luego que no ha sido un viaje fácil... ni que se vaya a acabar del todo hasta que termine cada encuentro pendiente. Pero aún así, esto ha sido un antes y un después para mí.

Gracias a todos, ha sido un auténtico placer rolear con vosotros durante estos años.
Última edición por H.S Sora el Sab Ago 18, 2018 2:16 am, editado 1 vez en total
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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[X] End - Tiempo

Notapor Zee » Sab Ago 18, 2018 2:04 am

 
¡LAS LLAVES ESPADA! ¡CHICOS!

El momento de la verdad, al fin, frente a nosotros. Uno a uno, alzamos nuestra Llave-Espada. Las puntas de nuestras fieles armas, eternas compañeras, resplandecen con la luz más intensa que he visto jamás. Es una visión imponente e impresionante: Maestros, Aprendices, e incluso un antiguo enemigo, todos unidos al final.

Todas las estrellas convergen de pronto en una sola. Y el mundo se llena de luz. Luz pura. No sólo luminosidad o claridad, la ausencia de penumbras. Sino... luz. Pureza. Bondad. Amor.

Propio del corazón.

Aquello cambia a Xihn. Su forma monstruosa se desvanece y ante nosotros no queda más que una sombra, como una mancha en el espacio. Ni rastro de su ser anterior. Ni una pizca de humanidad o lo que su raza fue alguna vez. Un remanente. Un eco lastimero y triste.

Y me pregunto, ¿será lástima lo que sienten los tres hermanos, Zel, Eve y Ruz, cuando se acercan hasta el destructor de mundos?

Estamos vivos—murmura el mayor, mientras acaricia el rostro del otro último miembro de su raza. Y luego, con delicadeza y un atisbo de lo que parecía afecto, Zel añade unas palabras en un idioma extraño y desconocido, pero agradable y cantarín. Algo torpes, pero sinceros, los hermanos menores se unen después repitiendo las mismas palabras.

Xihn no tiene rostro. Pero, de alguna forma, me parece... que sonríe con tristeza.

Antes de desaparecer para siempre.

Como cenizas en el viento.

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Tiempo: m. El tiempo es la progresión continua de todo evento, en una irreversible sucesión del pasado, a través del presente, hacia el futuro.


¡Por última vez, Lily, mi cabello está bien!

¡No, ven, lo tengo controlado! ¡Yo lo arreglo!

¡Manos fuera! ¡Leliana!

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Aquella última exclamación había logrado atraer la atención de varios de los invitados a la ceremonia, quienes prontamente dirigieron las miradas hacia la fuente del sonido y se toparon con el gracioso y extraño panorama que era el Maestro Xefil siendo acicalado por su hermana menor, Leliana. Un delgado y elegante listón de agua flotaba y se enroscaba alrededor de la cabeza del Caballero, humedeciendo su alborotado pelo cenizo, mientras que el hombre no tuvo más remedio que quedarse quieto, una mueca de frustración dibujada en su rostro, entretanto la joven le acomodaba los mechones usando la punta de sus dedos.

Messssssy…—declaró Leliana, retrocediendo un paso y contemplando sus resultados. Bueno, al menos ninguno de los mechones saltaba como resorte, y el Pompadour estaba de moda. El único fallo eran aquellos dos rabillos que le caían de las sientes y Xefil se negaba a eliminar—. De verdad necesitas un corte, hermano.

¿Estás de broma? Tengo el cabello de un adolescente.

Sí, creo que precisamente ése es el problema… —Leliana se detuvo, Xefil notó, cuando sus ojos percibieron la plateada melena de Idris. El rostro de la joven se iluminó al instante—. ¡Maestra Fátimaaaaa! —el grito de la Aprendiza atrajo todavía más miradas; pero como de costumbre, a Lily no le importó. Saludó de forma jovial y entusiasta con la mano, viéndose correspondida por su Maestra—. No me tardo, un momento; ya vuelvo, fósil.

Insisto. Tómate tu tiempo —sugirió Xefil, dibujando una sonrisa cansada y, también, saludando a Fátima y a su enorme familia con la mano. Mientras contemplaba a su hermana alejarse de él para conversar un rato con su Maestra, el hombre aprovechó la oportunidad, y la tranquilidad, para pasarse una mano por el cabello y sacudir sus mechones para volverlos a acomodar como le gustaban.

La mayoría eran rubios ya. Pero no por Némesis. Estaba envejeciendo. Más rápido lo normal.

Desde lo lejos, contempló a su hermana elogiar el vestido de Fátima; y luego, reír a carcajadas por algo que él no podía escuchar. Había pasado tanto tiempo desde el sueño eterno y se habían perdido muchos años en el proceso, pero el Maestro Xefil no podía estar más contento, y orgulloso, de ver a su hermana allí, compartiendo el mismo mundo que a él lo había hecho tan feliz en el pasado, pese a todo.

Xefil sintió, en un rincón muy profundo de su corazón, a alguien más sonriendo con él. Cerró los ojos y disfrutó la sensación, dejándose llevar por aquel sentimiento compartido que, con el paso de los años, se volvía cada vez más y más raro.

Hacía mucho tiempo que no escuchaba la voz de la Bruja Eterna. Y pasarían muchos años para que la volviese a oír por última vez.

El Maestro inspiró hondo, saboreando el aire puro y limpio de Tierra de Partida. Alzó la mirada y contempló el castillo dorado, con sus torres puntiagudas y sus pesadas cadenas. Más de una década había pasado desde que Nanashi lo había rescatado del sueño eterno y lo había llevado allí para instruirlo. Había comenzado como un retoño de Aprendiz, un verde brote lleno de posibilidades; uno que no sabía cómo funcionaban las duchas y tuvo que recibir consejo de una compañera para comprender la electricidad… y ahora, allí estaba. Maestro. Al fin. Y embajador también, por si fuera poco.

Miró a Leliana otra vez y no pudo evitar pensar en cuánto la quería. Había sido tan egoísta en el pasado, evitando a su reino, huyendo de la Orden, pero ahora las cosas eran diferentes. Muy muy diferentes. Allí estaba ella, sonriente; y allí estaba él, con ella, ambos compartiendo un segundo hogar.

Había arreglado las cosas. Había construido tanto. Y no podía estar más feliz.

«Todavía puedo construir unas cuantas más», pensó con algo de fantasía, contemplando a los chiquillos de Alanna aparecer por un portal de luz acompañados de sus padres. Con una sonrisa grande, Xefil saludó a su vieja amiga al sacudir el brazo. Y luego, casi trotando sobre el verde césped, se acercó a la familia para compartir un momento con ellos.

El día transcurrió lento y rápido a la vez. Todos comieron, conversaron, bailaron, saltaron y se divirtieron sobremanera. Xefil no fue excepción: cuando era joven, había sido acostumbrado a fingir una sonrisa y a asistir a sinnúmero de banquetes y bailes en el reino de Stéfano; pero ahora, más viejo y más sabio (34 años parecen mucho), era capaz de disfrutarlos a carcajada suelta y sincera.

Después de felicitar a sus viejos Maestros por sus logros y de desearles la mejor de las suertes, se unió a todos para celebrar. Se mezcló con sus viejos y nuevos amigos, Maestros y Aprendices por igual, y conversó sobre viejas aventuras y sueños a futuro. Para la suma vergüenza de Ryota, se sentó un momento con Ronin a rememorar aquella ocasión en la que ambos bebieron tanto en la taberna de Tierra de Partida que juntos entonaron una balada sobre un amor entre dos Moguris. Pasó un rato pidiéndole consejo a Malik, preguntándole cómo hacía volver a sus hijos antes de las 12 y cómo podría replicarlo con su hermana, ignorando por completo que a unos veinte metros Leliana, Idris y Sayid estaban haciendo planes para esa misma noche. Después de disfrutar el majestuoso banquete de Higashizawa, se unió a la gigantesca multitud de bailarines que Yami había logrado reclutar, pero prefirió no hacer la imitación de un chocobo que muchos de ellos parecían hacer.

Quizás, si nos sentáramos a repasar lo mucho que Xefil disfrutó su día libre en Tierra de Partida, nos tomaría otros diez años. Lo que podemos decir con certeza es que, sin duda, un momento muy especial fue cuando el ex-Aprendiz, tras haber bebido un poco de vino para sentirse algo más intrépido, se acercó a la Maestra Nanashi y le extendió la palma de su mano derecha.

Hizo un gesto con la cabeza, apuntando a la zona donde todos estaban bailando, estirando la piel de su cuello. Lisa y pristina, sin ninguna cicatriz.

¿Quizás quisiera concederme una canción, Maestra? Por los viejos tiempos.

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10 años han pasado...

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Xefil en la Orden:
- Después de la batalla con Xihn, como la gran mayoría de los Aprendices, Xefil ayudó a la Orden con el cuidado de los refugiados, a ahuyentar a los Sincorazón y con la reconstrucción de los mundos asediados por los generales de Xihn. Pasó, sin embargo, la mayor parte del tiempo en Reino Encantado que en el resto de los mundos.

- Durante los primeros meses, Xefil se sintió dividido entre su familia, quien había estado viviendo en Tierra de Partida tras la destrucción del sueño eterno y el castillo de Stéfano, y entre la Orden de la Llave, que siempre necesitó la ayuda constante de todos sus Maestros y Aprendices. Esto, pese a la victoria sobre Xihn, lo hizo sentirse todavía culpable e inseguro sobre su papel.

- El Aprendiz continuó lidiando con sus ataques de pánico, que tomaron más de un año en desaparecer.

- Un año después de que la Orden se volviese pública ante los mundos, el antiguo sobrenombre creado por Fykhjaal, "Hoja Insomne", finalmente comenzó a ser usado por otras personas aparte del mismo Xefil. Nunca fue muy popular, sin embargo.

- Durante la reconstrucción de los mundos y la distribución de los refugiados, Leliana, hermana de Xefil, mostró abundante interés por colaborar con la Orden de la Llave-Espada. Tres años tras la caída de Xihn, la joven adolescente contactó a la Maestra Fátima mediante cartas, pidiéndole que la reclutase y la entrenara pese a las negativas de su hermano. Fue Fátima la que convenció a Xefil de aprobar la decisión y quien entrenó a la joven Leliana, la cual demostró ser más responsable, apasionada y talentosa que su hermano mayor.

- Unos meses luego de la batalla, Jessamine le sugirió a Xefil que tomase el examen de Maestro, puesto que ya era lo suficientemente fuerte y había entrenado durante un largo tiempo. Xefil se negó, pues consideraba que, tras sus ausencias y debido a su actitud egoísta, aún le quedaba mucho por aprender. Ragun le hizo el mismo comentario cuando Saito tomó el examen, pero la respuesta de Xefil fue la misma. Cuando Alanna tomó el examen de Maestría y la chica le sugirió tomarlo juntos, Xefil se negó por tercera vez. El hombre continió aplazando la decisión hasta que pasaron cerca de cinco años.

- No fue hasta que Xefil tuvo una conversación al respecto con Nithael, que sus dudas y miedos se vieron sosegados. El Maestro sentenció que el camino del perdón era arduo y extenso, y por ello pocos de los que buscan andar por él pueden ser considerados cobardes. Le dijo, además, que incluso siendo un Maestro, un corazón jamás dejaría de aprender de otros y fortalecerse. Xefil finalmente tomó el examen y fue nombrado Maestro principiante.

- Xefil continúa apoyando a la Orden hasta la fecha, mas nunca entrenó a ningún Aprendiz por su cuenta ni tomó el examen final para convertirse en un Maestro con todas sus letras. Se dedicó a los asuntos de Reino Encantado y a estudiar de forma exhaustiva la magia de Espacio.


Xefil en Reino Encantado:
- Xefil fungió como representante de la Orden en Reino Encantado durante los primeros meses, junto con su compañera y amiga Alanna; su esfuerzo conjunto ayudó a los reinos de Huberto y Stéfano a resistir los ocasionales ataques de Sincorazón y a las hordas de orcos y goblins que se habían desperdigado por los bosques tras la muerte de Maléfica.

- Después de un tiempo, Xefil se unió a su padre como consejero del Rey Stéfano. Le tomó un largo tiempo aprender el oficio y no tomar decisiones precipitadas. Después de unos años, con el voto de confianza de la Maestra Alanna, encargada de supervisar el mundo, el Aprendiz Xefil fue nombrado Caballero Embajador del reino de Stéfano, siendo el encargado de comunicarse tanto con la Orden de la Llave-Espada como con la Reina Friederike en asuntos que concernían a los Sincorazón, la magia, y otros mundos.

- Fue Xefil quien sugirió construir sobre las catacumbas subterráneas un conjunto de santuarios y jardines, para venerar la memoria de aquellos cuyas criptas habían sido destruidas, además de los que habían muerto durante la guerra con Maléfica. El sagrario de la Princesa Aurora es, evidentemente, el más bello y adornado de todos.

- Siendo sus significados desconocidos para la mayoría, el Aprendiz construyó además un pequeño nicho para el Hada Oscura y otro para su vieja amiga Erika, los cuales visita de vez en cuando.

- Un pequeño santuario erigido para el Caballero Aleyn se ha vuelto famoso por albergar una familia de zorros del bosque.

- Nunca cumplió su sueño de conocer las Ciénegas, pero al menos tuvo la oportunidad de conocer a algunos seres mágicos cuando éstas volvieron a abrir sus puertas.

- A la fecha, sigue actuando como Embajador del reino.

Xefil y sus seres queridos:

- Ronin: aunque sus sentidos del humor eran algo diferentes, se sacaban carcajadas el uno al otro en muchas ocasiones antes de que el Maestro se retirara. Xefil tuvo la oportunidad de acompañarlo en un par de sus escapadas a tabernas en los mundos restaurados, aunque su sed nunca se comparó a la del Maestro. Sólo una vez logró hacerlo dar un paso atrás.

- Ryota: fuera de los entrenamientos, Xefil lo visitó en ocasiones con dudas y obstáculos en sus experimentos con magia espacial, consciente que el maestro era culto y conocedor en muchas disciplinas. Llevaron siempre una relación cordial antes de que el Maestro se retirase.

- Nanashi: a Xefil le tomó años reparar su relación con su primera Maestra. Obviamente, ésta no derramó ni una lágrima cuando a Xefil lo nombraron Maestro, pero con el tiempo el hombre se las arregló para sacarle un par de sonrisas. Y no obstante, a Nanashi sí parecía agradarle Leliana mucho más que su hermano mayor…

- Fátima: la primera persona a la que Xefil acude cada vez que busca el consejo de un Maestro más experto. Su admiración por ella nunca menguó, y no podría sentirse más orgulloso de que su hermana sea instruida por una de las mejores Portadoras que Xefil conoce. Leliana también es cercana a los hijos mayores de su Maestra, Sayid e Idris, a quienes acompaña con frecuencia en misiones o viajes aventureros a otros mundos.

- Ragun: su compañero de duelos preferidos. Cuando Xefil busca pulir alguna de sus habilidades con un oponente fuerte, sabe que no hay mejor opción que Ragun. El híbrido siempre ha estado muy por encima en el marcador, pero Xefil se las cobra recordándole con frecuencia aquella ocasión en la que lo hizo estrellarse con un muro.

- Alanna: ambos nativos de Reino Encantado pudieron tener su charla sobre “los viejos tiempos” luego de la batalla con Xihn, con lo cual inició una larga y próspera amistad. Las puertas del hogar de Xefil siempre están abiertas para Alanna, Nikolai y su familia. También se asegura que toda decisión suya como Embajador que involucre a la Orden llegue a los oídos de Alanna primero. Xefil espera que, algún día, sus hijos la llamen “tía Alanna” o algo parecido.

- Saito: en ocasiones, cuando se cruzan, Saito asiente con la cabeza.

- Eve, Zel y Ruz: intenta llevarse bien y ser amable con los tres hermanos, pero nunca congenió mucho con ellos. No ayuda el hecho que Ragun despedazando su cuello haya dejado un trauma temporal en el pobre Eve.

- Arazec y Lucina AKA Papá y mamá: se aseguró que sus padres y hermana estuviesen seguros en Tierra de Partida durante unos meses, previos e inmediatamente después a la batalla con Xihn. Luego de la victoria de TdP, Xefil los llevó de vuelta a Reino Encantado, para que pudiesen reemprender su vida en el reino de Stéfano. Con el tiempo que Xefil pasa en Reino Encantado, se ven bastante seguido, aunque tienen varios años perdidos con los que tienen que ponerse al corriente. Las cosas no cambian mucho cuando Leliana es reclutada por la Orden; la familia siempre se ha mantenido bastante unida. Mamá Lucina pide nietos.

- Leliana: con su personalidad fuerte, ágil ingenio y boca sin reparos, la Orden encontró una Aprendiza sin duda especial en la hermana de Xefil. Leliana entrena bajo la tutela de la Maestra Fátima desde que tiene 18 años. Es bastante dedicada a sus entrenamientos, comprometida con las misiones de ayuda a otros mundos y entusiasta con las exploraciones. Es perfeccionista al extremo en muchas ocasiones, adopta el papel de líder sin que nadie se lo pida y es difícil para ella admitir cualquier equivocación. Es débil ante las figuras de autoridad, no obstante. También tiene un crush con Idris.


¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Evento Global Final] Un Reino de Luz y Oscuridad

Notapor Denna » Sab Ago 18, 2018 5:54 pm

Se acabó.

Oí a Nithael alto y claro después del despliegue de magia más brutal y terrorífico que nunca había visto. Todavía tenía la Llave Espada en mano, que ardía a causa del poder desatado, y no me sentía capaz de soltarla. Era lo único que parecía tener sentido, porque por mucho que tuviera a Xihn ante mis ojos derrotado y reducido a poco más que una sombra a la merced del viento, no podía asimilar lo que acababa de ocurrir.

Zel se le acercó, y con infinita suavidad apoyó la mano en su mejilla. Lo que debía ser su mejilla. Susurró, con una voz que me rompió:

Estamos vivos.

Y cuando él, Eve y Ruz entonaron ese canto, tan hermoso, triste y delicado, se me llenaron los ojos de lágrimas. No eran lágrimas de tristeza, pero tampoco podía decirse que estuviera feliz, después de todo. Me sentía como si me hubiesen arrancado el corazón de un mordisco hace tiempo, muchos años atrás, y justo ahora empezara a sentirlo de nuevo, reconstruyéndose poco a poco.

No había miedo, ni esperanza. No del todo, al menos.

Lo siento, padre.

Era vuestro pariente, en cierto modo, y vuestra lengua —dijo Ronin tras envolver a los tres en un fuerte abrazo—. Teníais derecho a decir lo que os pidiera el corazón. Estoy seguro… de que le proporcionó consuelo.

Respiré hondo. Consuelo.

Sí, supongo que esa era la palabra.

*


Con la ayuda de Ariel, Zel, Eve y Ruz dieron sepultura para Xihn. Iba a unirme a Alanna para ayudar con las patrullas cuando Nanashi se interpuso en mi camino. Ryota en el de Malik. Enarqué las cejas, evaporado ya mi entumecimiento, y protesté:

¡Maestra, por favor! ¡Esto no es necesario!

Pero fue en vano. Con el silencio de Chihiro pesaroso sobre mi cabeza, me puse a dar vueltas en nuestra improvisada jaula, incapaz de sentarme a esperar. Sólo así me enteré de lo que sucedía.

Malik, que contenía a Aaron de la misma manera que yo a Chihiro, se encontraba en la habitación contigua. Lyn los custodiaba, mientras que Nanashi hacía lo propio con nosotras. Aunque me alegraba que fuese ella, la situación no tenía buena pinta. Los Maestros, Friederike y Gabriel juzarían qué había que hacer a continuación, y no veía a nadie —y menos a Ryota o a Ronin— por la labor de ser compasivos. Ni siquiera ahora, ahi, los juicios estaban a mi favor.

«De acuerdo, tenemos que hacer algo. Planear una buena defensa. Todos saben que fuiste tú la que se deshizo del Caos, y es gracias a eso que Fátima, Ragun y los demás están vivos. Alanna y Gabriel y Saeko y Friederike también pueden contar cómo nos salvaste en la torre e impediste que Lyn atacara a Ruz cuando no tenías por qué...»

Me llevé una mano al mentón, sin dejar de pasear.

«El problema es lo que hiciste antes,» comenté con cuidado. «. Puedo contarles que nunca quisiste cederle tu cuerpo a Xihn, pero lo demás... sí que fue por voluntad propia, ¿no es así?»

No era una acusación, sólo una pregunta. Cuando la había conocido, ya era parte de Xihn, y lo que había oído sobre ella antes era aterrador, a excepción de su relación con Kazuki. Por eso era incapaz de entender qué había ocurrido que la volviese contra la Orden de esa manera.

«Mira, sé que no es asunto mío, así que no te voy a preguntar por tus motivos o tus intenciones. Sólo te pido que me contestes una cosa: ¿te arrepientes?» pregunté. «Sé que suena ridículo, pero en el lugar de donde vengo es muy importante, y creo de verdad que si estás arrepentida, mereces una segunda oportunidad tanto como cualquiera. Las malas personas no tienen remordimientos.»

Hay cosas de las que me arrepiento. Y otras que no. La Orden que conocí era distinta a esta. Las circunstancias, también... Pero nunca pensé que alguien llegaría a sacrificarse conmigo. No sé si eres una fanática o de verdad una buena persona. En cualquier caso, da que pensar. Pero si esperas una confesión de mis pecados porque la ultima hora me ha hecho cambiar mi vida, aguarda sentada.

«Sabes que no. Gracias por confiarme eso. Ahora sé que, al menos, estoy haciendo lo correcto.»

Aaron. Me volví hacia la pared que conectaba con la otra celda. La idea de hacer retroceder el tiempo de Xihn había sido suya, y quizás... No habrían encerrado a Malik si la decisión de matar a Aaron fuese unánime, y eso me traía de cabeza. Quizás...

Valía la pena intentarlo. Me acerqué a la piedra y di unos golpecitos, como si llamara a una puerta.

¿Malik? ¿Puedes oírme? Escucha, hay algo que deberías saber...

* * *


No recordaba haber visto nunca un banquete tan espectacular. El olor a comida, delicioso, llegaba hasta la entrada del castillo, y nada más poner un pie fuera, Jeanne tiró de mi mano para que nos diéramos prisa.

Quieta, niña, que no me he pasado una hora rizándote el pelo para que te me despeines antes de llegar —bromeé.

Mejor, así no eclipsaré a Nanashi en la ceremonia con mi belleza. —Jeanne rió y sacudió la cabeza, consiguiendo que ahogara un grito de horror—. Oh, ¡vamos! Así quedan más naturales. Me pondré a tu lado y nadie se dará cuenta de que no soy tu hija biológica.

Por el pelo, ¿eh? —Miré a la chiquilla, blanca y rubia como el sol, y asintió con vehemencia—. Estate quieta, anda, o la próxima vez te va a peinar tu madre. Y hablando de ella, ve a avisarla de que ya hemos llegado, ¿quieres? Guardadme un sitio. Yo voy a saludar a Nanashi.

Seguí a Jeanne con la mirada hasta que se perdió entre la multitud, pero logré divisar a Daian no muy lejos. Tandy revoloteaba a su alrededor, mientras ella daba órdenes a los niños para que se quedaran quietos en sus sitios, y sonreí, a sabiendas de que la llegada de Jeanne sólo les revolucionaría. Y pensar que había creído que los incorpóreos eran fríos y sin sentimientos...

Le lancé un beso cuando me vio y, sonriente, me dirigí hacia la futura líder de Tierra de Partida para felicitarla. Ronin y Ryota discutían como siempre, y Nithael conversaba con Gabriel, dándose la mano y riendo como dos adolescentes. No muy lejos, Saeko trataba de controlar a su entusiasta hija, y Fátima y Malik hacían lo propio, aunque sobrepasados por mucho en número. Me reí y saludé con entusiasmo a mi «sobrino» Ibrahim. Cada vez que lo veía, no podía evitar recordar a Chihiro, quien estuvo muy cerca de compartir su mismo destino. Como siempre, y sólo medio en broma, me dije que habría supuesto una hija terrible. Seguro que las cosas le iban bien, allá donde estuviera... y ojalá se sintiera en paz.

Sé que estás ocupada —dijo Saito—. Pero para celebrar todavía más esto... ¿te apetecería salir en la próxima obra de Ciudad de Halloween que me dejen organizar?

Haré un hueco en mi apretada agenda —contesté con una sonrisa—. Claro que sí. Pero quiero expandir mis horizontes y probar suerte con algún papel pequeño en la ópera de País de los Mosqueteros. Siempre me gustó ese lugar, ya lo sabes.

Descubrir que el mundo regresaba fue una sorpresa inmensa para los dos, y al principio un poco incómodo. Pero era la maldita ópera. Era el pilar de nuestra amistad, en cierto modo. ¿Cómo no iba a salir bien?

La ceremonia transcurrió en poco menos que un suspiro, o eso me pareció. Quizás porque se trataba de Nanashi, quien siempre me había parecido una líder nata, y aceptó su nuevo papel con suma elegancia. Estaba convencida de que no soltaría el poder hasta que se le agotaran las fuerzas, y puede que ni así.

El Sol brillaría sobre Tierra de Partida con más fuerza que nunca, y su luz abarcaría todos los mundos, incluso los que empezábamos a descubrir, como los reinos de Corona o Arendelle. Como mi adorada París, que se encontraba en su cénit.

Como yo. Habían pasado diez años desde la muerte de Xihn, y no había sido fácil sobreponerse. Los recuerdos eran demasiado intensos; las pesadillas, todavía muy vívidas. Las de todos lo eran. Pero la marcha de Chihiro, la huida de Andrei y la reconstrucción de todo un universo... había días en los que no sabía cómo seguir adelante. Ni siquiera ahora, cuando tenía toda la felicidad del mundo al alcance de mi mano.

Y sin embargo, ahí seguía. Cada día más fuerte. Más dispuesta a luchar. Había gente que dependía de mí.

Ese vestido te sienta de maravilla —dijo Fátima. Mi mejor amiga estaba radiante, más feliz que nunca, y no era para menos. Me alegraba muchísimo por ella, y no solo porque su alegría resultara contagiosa—. Tengo que salir, los niños esperan, pero luego nos vemos para cenar. Y mañana nos vemos a las siete en el Vestíbulo, ¿eh? ¡Qué ganas!

¡Muchísimas! Hagamos que Nanashi se sienta orgullosa en su primer día oficial. Pásalo muy bien, ¡y dales un beso a los niños de mi parte!

Malik me ha dicho que hace mucho frío en Arendelle, así que no te olvides de llevarte algo de abrigo. ¡Hasta ahora!

Tomé nota y, tras un fuerte abrazo, le dije adiós con la mano. Con el estallido de la fiesta y la conclusión de la ceremonia, me reuní con Daian y la aparté de los niños un rato para que bailara conmigo. Sobrevivirían, aunque ella parecía tener sus dudas.

Me gustaría que fuésemos a París dentro de un rato, que celebremos el cumpleaños de Jeanne ahí. Ya es hora de que conozca a mis padres y a mi hermana, ¿no te parece? Tienen ganas de verte y... les daríamos una buena sorpresa. Con Jeanne bastaría para empezar. —Reí, sólo de imaginar sus expresiones cuando descubrieran que prácticamente éramos las dueñas de un orfanato. Aunque lo de los incorpóreos nos lo podíamos ahorrar.

Abracé al amor de mi vida un largo rato, y me permití cerrar los ojos un instante.

Nada de esto tendría sentido sin ti. Lo sabes, ¿verdad?

Todo había comenzado una mañana cualquiera, con un encargo cualquiera.Era hora de cerrar la mano y aceptar que tenía la vida que me merecía, la vida más increíble y maravillosa del mundo. Iba a estar bien, sí. A pesar de todo, no lo cambiaría por nada.

Spoiler: Mostrar
Todavía no me puedo creer que esté escribiendo esto. Dios mío. Con esto termina lo más importante que he escrito en toda mi vida, y dudo que nunca vuelva a hacer algo tan especial. Muchísimas gracias a todos por formar parte de esto y permitirme hoy estar aquí. A las personas que lo empezaron todo, a la que me impulsó a escribir cuando "era sólo un juego" y me dio las ideas más divertidas del mundo, y a la que me enseñó a ponerle todo mi amor a cada palabra. Gracias, gracias, gracias. No tengo otra palabra.

No estoy llorando. No puedo porque en realidad no existo JUASJUAS
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Un Reino de Luz y Oscuridad

Notapor Suzume Mizuno » Mar Ago 21, 2018 4:26 am

Alanna sintió que Gabriel sonreía complacido, y también una ligera vergüenza cuando mencionó a Nikolai.

«Lamento eso. Intentaré que… la convivencia sea lo más agradable posible. Nikolai parece un gran chico, y estoy convencido de que comprenderá lo magnífica qué has estado hoy. Gracias a ti, Alanna. Gracias por todo.

Al muchacho le costó contener la emoción. Iba a vivir. Era el sueño que no se había atrevido a tener. Y eso crearía una deuda que no tendría palabreas para expresar.

*


Tras la noticia de que los mundos estaban regresando, la tensión respecto a Chihiro y Aaron pareció suavizarse un poco. La absolución de la primera tuvo lugar pocos minutos después de que Celeste hablara en su favor, con el apoyo de varios Maestros. Ryota dictaminó que la mujer sería libre de marcharse en cuanto sellaran sus poderes y la liberaran —algo que todavía no sabían cómo hacer—, y no la perseguirían siempre que se mantuviera alejada de la Orden y de sus aprendices. Chihiro aceptó sin oponerse, y sólo pidió a cambio visitar la Llave Espada de Kazuki en la Necrópolis. Aquello estuvo cerca de provocar otra discusión, pero Ronin terminó por aceptar a regañadientes. Chihiro tendría la oportunidad de despedirse como era debido, pero, a cambio, no volverían a saber de ella nunca más.

Aaron dio muchos más problemas. Sólo la promesa de Malik ya les ponía en un aprieto, y Lyn tenía poca paciencia para negociar por el destino de su aprendiz. Cuando parecía que se encontraban en un punto muerto, Gabriel, que se había mantenido aparte hasta entonces más que para hablar con Alanna, dio un paso al frente y dijo:

Podría extraer a Aaron de su interior. Sin embargo, creo que se me ha ocurrido una idea. Una que no gustará a mucha gente, pero… —Hizo que Alanna se arrodillara frente a Malik y lo estudió con intensidad—. ¿Dices que respondes por él? Sabes que es un compromiso de por vida, ¿verdad? ¿Qué precio estarías dispuesto a pagar…? ¿Y tú, Aaron? Sabes que vas a morir aquí. ¿A qué te atreverías?

Canta de una vez, mocoso. Tú me sacaste de esa bestia. Toma responsabilidad—exigió Aaron, apoderándose de la voz de Malik.

Eso hago. Tengo una propuesta.

Las palabras de Gabriel helaron la sangre de todos los presentes, incluida la de Aaron, una mezcla de sentimientos conflictivos. Por una parte, no moriría, algo que desde luego le interesaba, pero esa vida… esa… bajeza.

Morir o... aceptar que esa bruja haga retroceder mi tiempo para que aquí Don Perfecto me críe y me cuide. Te has lucido, Gabriel.

Siempre puedes negarte.

Parecía que más de uno lo deseara.

El silencio de Aaron sirvió como respuesta, y Nanashi se encargó de comunicarle la idea a Chihiro. La bruja del tiempo casi se deleitó al aceptar la petición.

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Felicidades, Maestra —felicitó Ragun a Nanashi. De alguna manera, se las apañó para lograr arrastrarse entre la multitud y llegar el primero (después de Lyn, Ryota y Ronin, claro)—. Estoy seguro de que lo hará a la perfección. Después si no le importa, necesito pasar por su oficina para solicitar algunos aprendices para una misión de exploración, algo sencillo.

Nanashi se permitió una pequeña sonrisa, en particular al ver a Ragun tan decidido a trabajar, y asintió con la cabeza.

Gracias, Ragun. Espero que sigas trabajando con tanto entusiasmo.—Su sonrisa se amplió un poco, casi… malévola—. [b]Porque nos queda mucho, mucho por hacer a partir de ahora.

Lyn suspiró y puso los ojos en blanco, momento que Ragun aprovechó para escaquearse y dirigirse hacia Ryota y Ronin, a los que puso las manos en los hombros con familiaridad.

Espero veros por aquí de visita, vejetes. Cuando os establezcáis espero que como mínimo nos deis una dirección para poder pasarnos por ahí.

Los antiguos Maestros se miraron entre sí. Ryota arqueó una ceja.

Nos ha llamado «vejetes».

Ronin hizo crujir los puños y atrapó a Ragun por el cuello antes de que pudiera escaparse.

Vamos a ver si este «vejete» puede hacer que se te doblen las rodillas o no.

No muy lejos, Saeko logró dar con Friederike. La reina inclinó la cabeza en su dirección con una sonrisa amable y diplomática.

Su majestad, me alegra ver que sigue tan bien como siempre.

Un cuerpo eternamente joven tiene sus ventajas—señaló.

Mis responsabilidades me han tenido tan ocupada últimamente que no he tenido tiempo de informarme como es debido, ¿ha ido todo bien en Reino Encantado? Ya sabe... ¿no supuso un problema su vuelta?

Causó… Sensación—dijo Friederike con algo de diversión—. Felipe ha tenido que apoyarme en mi carrera hacia el trono, pero una vez recuperé mi castillo todo fue como la seda. —Levantó su propia copa y brindó con Saeko.

Me alegro, me alegro mucho. Me gustaría mantener una conversación más formal con usted, pero si me disculpa hay alguien que también requiere de mi atención ahora mismo.

Diviértete, muchacha.

Maestra Nanashi... —decía Ragun, medio sofocado después de haber escapado del abrazo de Ronin gracias a la vaga piedad de Ryota—. Sé que ya se lo habrán dicho un millón de veces hoy, pero es imposible no querer felicitarla. Yo... Solo quiero agradecer por todo. Todos estos años siempre ha sido un pilar fundamental por la Orden y merecía más que nadie ser quien heredase las riendas de La Orden. Espero trabajar con usted durante muchos más años. Estoy seguro que... Estoy seguro de que los que ya no están con nosotros celebran desde el más allá este día, junto a todos nosotros.

Nanashi entreabrió los labios para responder y hubo cierto dolor en su mirada. Como intuyéndolo, Lyn se acercó y le puso una mano en el hombro. Nanashi cerró un momento los ojos. Luego asintió.

Ojalá sea así, Ragun. Ojalá les hagamos sentir orgullosos.

Fátima se acercaba, así que Nanashi se despidió de Ragun a la vez que Malik alcanzaba a Ryota y Ronin y hacía una reverencia.

Vamos Malik, no seas tan formal—rio Ronin, dándole sus infames palmadas en la espalda, que seguían escociendo y dejando sin aliento. Parecía más que contento por haber podido (todavía) con Ragun.

La sonrisa se le desvaneció casi por completo cuando Ibrahim se plantó frente a él. Ryota le tocó un brazo, a modo de advertencia, y el antiguo Maestro de Maestros respiró hondo antes de arrodillarse con una expresión de curiosidad.

Para el viaje, abuelo —Ryota, a su pesar, resopló entre dientes con diversión al palpar la indignación de Ronin. Pero claro, a un niño, incluso a ese, no iba a hacerle una llave—. Es de fresa, sé que al abuelo Ryota le gusta la fresa.

Qué detalle, Ib.—Ronin lo cogió. Ryota aceptó el suyo con una sonrisa suave y se lo guardó en una de las mangas—. Me aseguraré de que se lo coma.

Ronin le acarició la cabeza con algo de torpeza, consiguió alzar las comisuras de los labios y se incorporó. Al menos era mejor a hacía unos años, cuando intentaba directamente evitar al muchacho.

Mañana los llevo para las Islas, nos despediremos como tal allí. Buen viaje, maestros.

Enhorabuena, Nanashi—decía entre tanto Fátima. Nanashi correspondió a su inclinación de cabeza con elegancia—. Ha sido una ceremonia preciosa.

La que se merecía.—Lyn dio un beso en la mejilla a Nanashi, que reprimió a duras penas un respingo de la sorpresa. Ya no se sonrojaba, pero seguía incómoda con demostraciones de afecto en público. Lyn solía reprimirse…

Hasta que veía lo satisfecha que se encontraba su esposa consigo misma. Entonces no podía evitarlo. Guiñó un ojo a Fátima y se retiró para permitirles hablar.

Solo quería darte las gracias por todo lo que has hecho por mí hasta ahora. No sé qué viste en mí, aunque sospecho que fue más las situación, pero… Gracias. No sabes lo feliz y orgullosa que me siento de estar aquí. Sé que estaremos seguros contigo.—Le tendió la mano y Nanashi la estrechó con firmeza—. Y espero que también puedas guiar a mis hijos y a los de todos los demás como hiciste con nosotros.

Nanashi abrió y cerró la boca. Luego dio un paso al frente y dijo:

Fátima… No me arrepiento, bajo ningún concepto, de haberte hecho unirte a la Orden. Pero, mirando atrás, me doy cuenta de que mis métodos no fueron los mejores. Ni justos ni apropiados.—La Maestra respiró hondo y agachó un poco la cabeza, sin dejar de mirarla—. Y lo lamento. Debería haber estado a la altura de mi cargo, debería haber sido una buena mentora para ti. Por eso no puedo dejar de alegrarme porque Lyn se ocupara de ti, y te ayudara a crecer, a ser una de las Maestras más prometedoras de esta generación. Siempre puedo contar con ella para enmendar mis errores.—Alzó las comisuras de los labios y miró a Lyn, que hacía como que no escuchaba nada, pero estaba sonriendo. Puede que hasta hubiera practicado el discurso con ella, visto que se mostraba algo aliviada por haber hablado—. Aun así, quiero pensar que tienes algo de las dos. Y eso me hace sentir orgullosa.

Poco después, Fátima se dirigió a Lyn.

Claro que contigo a su lado, llegaremos lejos. Gracias también a ti, Lyn. Nada sería igual sin ti.

Lo sé, lo sé. Pero deja de excluirte, Fátima. Te queda mucho trabajo por delante, a nuestro lado.—Lyn le pasó una mano por la nuca para atraerla hasta que sus frentes se encontraron—. Estoy muy orgullosa de ti, amiga mía.

En cuanto vuelva de Arendelle, estará a vuestra total disposición. No voy a dejar que carguéis con todo el peso solas.

Lyn asintió con la cabeza, sin dejar de sonreír, y la despidió con una mano. Malik y Fátima se encontraron al cambiarse entre Maestros, así que no les llevó mucho tiempo comenzar a hablar con el otro. Lyn se agachó con rapidez a estrujar a Ib y hasta tuvo espacio para hacerle una pedorreta en la tripa.

Felicidades, Maestra Nanashi. —La mujer puso expresión de vaga incomodidad cuando Ibrahim se le abrazó a la cintura, pero se las apañó para sonreír y darle unas palmadas cariñosas en el denso cabello negro—. Sé que se interesará mucho más que Ronin por los formularios de intendencia. Esta noche enviaré la propuesta de diseño por correo electrónico para que la vea mañana.

Ah, ¿ya los tienes? Sabía que podía confiar en ti.—Nanashi asintió con satisfacción—. Los estudiaré a primera…

Los estudiará después de la hora de la comida. No se despertará antes—cortó Lyn con firmeza y Nanashi alzó las manos en señal de rendición.

Maestra Lyn… Sé que nunca te he agradecido en serio todo lo que has hecho por mí. Por eso os he hecho tarta de manzana para esta noche. Nos vemos después.

Lyn rio en voz baja, se adelantó y acarició una mejilla de Malik.

Creo que eres el aprendiz más formal que he tenido jamás, Malik, y eso es más que suficiente agradecimiento. Contigo no tenía que gritar, ni intentar aparentar ser más mayor o agresiva. Irónico, ¿verdad? Supongo que también era muy niña. Pero, eh, esa tarta es más que bienvenida.

Entre tanto, Fátima trataba de explicarles la situación a los Maestros. Parecía que su primer día de jubilación iba a ser más que movido.

Un poco de hielo de Arendelle nos vendría más que bien. Y no te preocupes, no hay problema. Me aseguraré de que Ronin no se entusiasme demasiado…

Como si eso fuera posible…—Ronin esquivó el codazo de su marido con una sonrisa.

Es extraño pensar que os vais. Tierra de Partida no será igual sin vosotros—Ronin hinchó el pecho y Ryota sonrió con más calidez de la habitual—. Gracias por todos estos años. Os echaré muchísimo de menos. Todos lo haremos.

Entonces Atiya comenzó a gritar, para diversión de Ronin, mientras que Ryota arqueó una ceja de disgusto al verlo trepando como un mono. Cuando la Maestra les dio un beso, Ronin la levantó a del suelo y le dio un estrujón que la dejó sin aliento. Luego la depositó con brusquedad en el suelo para revolverle el pelo, como si siguiera teniendo quince años.

También os echaremos de menos, pero sabemos que Tierra de Partida queda en buenas manos.

Cuidaos. Sabemos que no cometeréis nuestros errores, pero… Aprended de nosotros—pidió Ryota, inclinándose para que le besara la mejilla y devolviéndoselo con un roce.
Luego Fátima se marchó y Ronin le dio una palmada en el hombro a Ryota, indicándole que Saito se acercaba,

Gracias. Gracias por todo lo que habéis hecho por mi todos estos años. . Para mi Ryota, has sido como un padre todo este tiempo. Y tu, Ronin… lamento como me porté contigo en el pasado. De verdad, espero que seáis muy felices. Y que no os olvidéis de nosotros y vengáis de vez en cuando. Toda una generación de Caballeros descansa sobre sus hombros.

Pero qué os pasa, que estáis todos tan dramáticos hoy.—Ronin le dio un puñetazo lleno de simpatía en el hombro que lo habría tumbado en el suelo de no ser porque Ryota lo atrapó a tiempo por el brazo—. Tsk, tsk, Saito, ese equilibrio.

No creo que merezca tal título, Saito, pero me siento orgulloso de haber significado tanto para ti. Algo debí hacer bien. Has sido un gran alumno y sé que harás mucho más en el futuro. Así que… Cuida de Bastión Hueco. Y mantenme al tanto. Si puedo ayudarte en algo, no dudes en llamarme. Estamos retirados, no con un pie en la tumba.—Ryota le dedicó una de sus efímeras sonrisas a la vez que le estrechaba la mano con firmeza—. Suerte.

El apretón de Ronin le dejó un doloroso recuerdo, pero al menos no le hizo crujir los dedos. Eso sí, no se libró de la sonora palmada en la espalda.

Luego Ronin pasó una mano por la cintura de Ryota y lo arrastró consigo hacia la salida, sin duda dispuesto a escaquearse antes de tener que atender a más Caballeros. Nanashi, en cambio, recibió con buen ánimo a Saito.

Le deseo mucha suerte en esta nueva etapa Maestra Nanashi. Creo que nunca se lo dije pero… gracias por cada reprimenda más que merecida a lo largo de estos años, y por cuidar de mí cuando me metía en algún lío. Que no eran pocas ocasiones.—Los hombros de Nanashi se estremecieron cuando reprimió la risa—.Estoy muy orgulloso de poder estar hoy aquí. Ha sido un honor estar con usted todos estos años, y lo seguirá siendo de aquí en adelante. Enhorabuena por todo lo que ha conseguido, y por lo que sé que conseguirá.

Gracias Saito. A pesar de mis reprimendas, siempre me he alegrado de tenerte cerca. Tu devoción por la Orden me llena de orgullo, y será un placer trabajar a tu lado.—Nanashi le estrechó la mano y se acercó un poco—. Ya hablaremos más tarde de Bastión Hueco. O… ¿deberíamos decir Vergel Radiante? Habrá que pensarlo.

Lyn meneó la cabeza, desesperada. Luego esperó, junto a Nanashi, a que el Salón del Tronos se vaciara. Entonces tendió la mano a su esposa, que entrelazó los dedos con los de ella. Se volvieron para contemplar los Tronos. Lyn ladeó la cabeza.

Entonces, ¿estás segura de que no quieres quitar uno?

Nanashi sonrió y la miró de refilón.

¿Y cómo iba a soportar que no te sentaras a mi lado?

Lyn se dejó acariciar, con las orejas inclinadas, y se elevó de puntillas a la vez que Nanashi se inclinaba sobre ella hasta que sus labios se encontraron.

Las puertas de la Sala del Trono se cerraron con suavidad.

*


La noche estaba cada vez más cerrada, la temperatura disminuía, pero en las carpas que se habían levantado a lo largo de los jardines las luces resplandecían por doquier. Había música de todos los mundos, bailes de alta y baja clase, risas estruendosas, entrecortadas e histéricas. Por encima de todas resonaban las de los niños pequeños, que se negaban a irse a la cama llenaban de alegría el ambiente. La comida y la bebida corrían con generosidad y los moguris empezaban a yacer, motitas blancas entre la hierba, incapaces de beber ni una gota más. A los pies de la montaña también había fiesta, el lago estaba iluminado por todas las barcas que surcaban sus oscuras aguas.

Las parejas giraban entre retazos de telas doradas, azules y verdes, largas capas, chales y cabellos largos que desprendían ricos y diversos perfumes. Se vio a Ronin y a Ryota bailando muy abrazados, relajados, como si no les importara el resto del mundo, y a Yami arrastrando a Akio y a Ariasu a un corro con los críos. Lyn sacó a varios de sus aprendices cuando Nanashi fue a sentarse, muy tranquila, en la mesa principal, y al final hubo que tumbar a la Maestra cuando bebió demasiado. Nithael desapareció en cierto momento con Gabriel y no se los volvió a ver durante el resto de la noche. Las Princesas trajeron a sus parejas, con la excepción de Felipe, que le concedió un baile a la reina Friederike y el parecido todavía desconcertaba a muchos de los presentes.

Luego las parejas se rompieron y buscaron a nuevos acompañantes. Ragun acabó en manos de un divertido Ronin, mientras que Felipe se inclinó ante Alanna para pedirle una danza. Ryota se acercó a Celeste para recordar viejos tiempos, cuando se conocieron en una intranquila París, y Lyn se recuperó a tiempo para ofrecer a Malik una danza más movida y entretenida. Quizá a Saeko le sorprendiera que Ariasu le pidiera una danza y puede que Saito se sintiera honrado cuando Friederike se levantó al reconocer una canción que empezó a tocar Felipe y le ofreciera enseñársela. Bella, por su lado, se las apañó para atraer a Fátima y luego le cedió su mano a Adam, y se alejó entre risitas para verlos bailar juntos.

Nanashi contemplaba todo con un asomo de sonrisa cuando alguien se le acercó y le tendió una mano.

¿Quizás quisiera concederme una canción, Maestra? Por los viejos tiempos.

Nanashi arqueó una ceja mientras estudiaba la mano. Luego tendió la suya, casi de un blanco impoluto, y le dedicó una tierna sonrisa a Xefil al levantarse.

Y por los que llegarán.



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El viento mecía los árboles de los jardines de Tierra de Partida y repartía un agradable olor a naranjos y a jazmín. Los chiquillos, sentados en círculos alrededor del ángel, pasaban las páginas de sus libros. La mayoría tomaban apuntes en dispositivos digitales o directamente grababan las palabras del antiguo Maestro.

Este les hablaba de los reinos de Luz, gobernados por las Princesas del Corazón. Cuando una moría, nacía otra en un mundo diferente, con la excepción de la Princesa de Tierra de Partida, que siempre había sido la misma. En sus tiempos, hacía mil años, nadie sabía nada de estos Corazones, y casi se alegraba. Sus portadoras eran mujeres increíblemente poderosas, buenas y amables, pero en manos de unos gobernantes como los Unicornios, quién sabía qué habría podido ocurrir.

No podía dejar de alegrarse porque se hubieran descubierto cuando lo hicieron. Así que les habló de cómo gobernaron en sus respectivos reinos, curándolos de la Oscuridad y del Caos. En Agrabah, los espíritus de los ancestros protegieron a sus habitantes hasta que la Princesa Yasmine logró establecer el orden y acabar con las tormentas de arena que solían sacudir su mundo. Bosque de los Enanitos prosperó bajo el gobierno de la Reina-Niña Blancanieves, que nunca encontró problemas políticos graves a los que hacer frente, y se esforzó por mejorar la imagen de la magia que tenían sus habitantes. Castillo de los Sueños, por su lado, siempre adoró a la reina Cenicienta, que hacía una perfecta pareja con su marido, y con el tiempo las hadas madrinas volvieron a salir a la luz. Se dice que la reina Cenicienta tuvo dos, a la suya y a un simpático muchacho que todavía cuidaba de los niños de la línea real. Y qué decir de Atlántica, que recibía la protección de la diosa Ariel, que se unió al Panteón de Coliseo del Olimpo y unió como nunca a sus parientes. Ese reino sí que vivió tiempos pacíficos con la ayuda de Ariel y sus longevas hermanas. Reino Encantado quedó bajo la protección de la antigua reina Friederike, que volvió a instalarse en su antiguo Castillo, se casó con un plebeyo y se ganó el amor de las dos dinastías reales. Fue un mundo problemático, en especial por la presencia de los orcos y goblins, que terminaron por retirarse a los bosques, donde todavía la hija de Friederike aspiraba a negociar con ellos. Las Ciénagas seguían sin abrirse. El Príncipe Felipe, siempre un espíritu libre y demasiado dolido por la muerte de Aurora, abandonó su reino y se instauró en Tierra de Partida, desde donde dirigió las expediciones a los mundos que se descubrieron tras el velo del Caos.

Pero antes tuvimos que hacer muchas cosas. Había tanto que reconstruir, tantos problemas por resolver… Es una lástima que no conocierais a Nanashi. Yo me sentí muy afortunado de ser su consejero. Gobernó durante muchas décadas con mano dura, pero también sabiduría. Fue ella la que permitió que nos expandiéramos por todos los mundos, y la que me escuchó—el ángel esbozó una pequeña sonrisa— cuando le aseguré que no era buena idea que alzáramos fortalezas vigilantes en cada reino. No somos conquistadores, no somos gobernantes. Si queremos la ayuda de la gente, tenemos que ganarnos su afecto. Suficiente con que nos envían a gente joven para que se convierta en Caballero. Fue una buena época. Y duró hasta el último instante, Nanashi se negó a dejar de ocuparse de los problemas de Tierra de Partida hasta pocos días antes de pasar a mejor vida.—rio para sí mismo, todavía sorprendido por la fortaleza de esa mujer—.Ronin y Ryota no pudieron dejar a mejor mujer al cargo.—Calló un momento, perdiéndose en recuerdos de aquellas tardes de visita en Islas del Destino a la pareja de ancianos. Luego dio un pequeño respingo y volvió al presente—. Vamos a ver, estaba hablándoos de la política de Nanashi… Ah, sí. ¿Conocéis a Saito? ¿Sí? Ah, ya veo, no sabía que los alcaldes de Vergel Radiante lo recordaban tan bien. Fue él quien empezó a reconstruir ese mundo, ¿sabéis? Lo cedimos, por supuesto, una vez empezó a repoblarse de nuevo. Un día será tan rico como Tierra de Partida, no me cabe duda, pero gracias a Saito mantuvimos buenas relaciones y los Caballeros tienen buen nombre.

Nithael se acomodó sobre el asiento sin respaldo y sus alas envolvieron con cariño a la criatura que sostenía en sus brazos. Apenas se le veía el rostro, apoyado contra su rostro, debido al cabello moreno y, sobre todo, a las pequeñas alas negras. El ángel le besó la frente y los Aprendices sonrieron. Arariel había sido una preciosa bebé desde que la conocieron, hacía ya años. Los ángeles crecían despacio, al contrario que la raza de los Oscuros, como se los llamaba con cariño.

No sé bien de qué queréis que os hable—rio entonces—. Ya conocéis casi todo. Y la biblioteca de Malik Laforet está más que surtida de tomos y, eh, descargas a vuestra disposición.—Nithael casi sentía que viajaba atrás en el tiempo, cuando Saeko los interrogaba a él y a Gabriel sobre los clanes. Al principio ninguno mostró mucho entusiasmo por revivir aquellos tiempos, pero la mujer se dedicó a investigar sin descanso para recuperar el pasado perdido, recorriendo mundos y mundos en los que desarrolló la investigación de campo para encontrar vestigios físicos del pasado. «Arqueología», llamó a su disciplina. Y Gabriel murmuró que si no tenían un paso del que aprender, se repetirían los mismos errores. De modo que hubo largas sesiones desgranando su antigua civilización—. Hasta tenéis documentales donde salgo yo hablando largo y tendido.—Arqueó las cejas, divertido—. Todavía estudiáis los libros de Saeko y de Malik en clase, ¿verdad? Porque si ella se centró en Tierra de Partida y su historia, Malik recopiló información de todos los mundos. Los antiguos y los nuevos. Sus mellizos ayudaron bastante gracias a sus incesantes exploraciones, aunque Ragun y su hijo les cogieron una importante ventaja en cuanto al sector de Montressor, que es gigantesco.—En el tono de ángel se notaba una evidente admiración por los inmensos espacios que habían descubierto a lo largo de aquel siglo.

Pero los Aprendices querían aprovechar aquella oportunidad y Nithael lo sabía. Ya no pasaba mucho tiempo atendiendo preguntas desde que Gabriel falleciera, hacía unos pocos años, y se dedicaba por completo a su criatura. A menudo abandonaba Tierra de Partida y se marchaba a otros mundos, rehuyendo el recuerdo del padre de su hijo. Al menos ya no se veía tan inexorablemente atraído al Cementerio de Llaves Espada y era capaz de recordar los buenos tiempos —que habían sido muchos— con una sonrisa. Debía dar las gracias a Zel y Eve, que se aseguraban de no dejarlo nunca solo en sus periplos.

Así pues, no era lo mismo a leerlo o ver entrevistas a estar delante de él e incluso los hijos que todavía vivían de aquella generación que lo cambió todo. Así que Nithael se resignó con una sonrisa que parecía de todo menos molesta, y su tono se tiñó aún más de nostalgia.

Os he hablado del Príncipe Felipe, así que bien podría contaros un día las andanzas de Xefil. Venía de su reino, escapó a la maldición de Maléfica, y dio la mitad de su tiempo al joven. No vivió mucho, apenas superó los cuarenta años.—Y entonces empezó a encontrar la paz, gracias a que cierta voz dejó de acompañarle. Se preguntó si no sentiría más lástima por su pérdida de la que mostró en realidad—. Pero hizo mucho por el camino. Fue nuestro representante en Reino Encantado junto a Alanna. Estoy seguro de que la recordáreis, no tenemos muchos Maestros que sean híbridos de dragón. Aunque tampoco perros. De las aventuras de Hiro y Kairi tenéis unas cuantas noticias también, ¿verdad?

»Y hablando de híbridos, pequeño, ¿os acordáis de Lyn? Los hombres-lobo nunca habían sido muy queridos, pero ella se esforzó por protegerlos y traerlos a Tierra de Partida. La próxima vez que visitéis su clan, podríais ir a presentar vuestros respetos a la estatua de la Maestra.

Claro que no hubo nada tan raro como el vampiro, Adam. Todavía me cuesta creer todo ese cuento del viaje temporal… Pero ha vivido muchísimo, y toda ayuda es bienvenida.

Entonces escucharon un rugido y levantaron la vista para ver cómo un grupo de dragones sobrevolaba las cúpulas del castillo. Nithael hizo sombra con una mano para contemplar el desfile. Un dragón era bastante más grande que los otros y su pelaje castaño resplandecía como un aura gracias al sol.

Los Aprendices levantaron las manos, gritaron y saludaron con los ojos chispeantes. Muchísimos querían unirse al batallón de los jinetes de dragón, por supuesto, y aspiraban a entrar a la Fragua que había fundado Malik, donde se construían todo tipo de prótesis mágicas y, por supuesto, arreos para los fogosos jinetes. Todo con la marca familiar.

—[color=#000080]¿Sabíais que Harun iba a ser el último dragón de China?
—preguntó con una sonrisa—. Pero Fátima Laforet se encargó de evitar que la especie se extinguiera y, de paso, creó junto a su marido a los primeros jinetes de dragón. No hay mucha diferencia entre crear cuerpos humanos y draconianos si os paráis a pensarlo. Las armaduras ligeras las diseñó Malik y las mejoró Ibrahim para sus dos hermanos mayores, que fueron los primeros jinetes de dragón junto a su madre.—Nithael meneó la cabeza, recordando la sensación que causaron en China—. ¿De quién más os gustaría saber? Ah.—Su expresión se ensombreció un poco—. No, lamentablemente nunca supimos qué fue de Andrei o Karel. Su desaparición, con todo, nos vino bien. Al regresar a París pudimos poner orden, eliminar los Sincorazón y establecer vínculos con la realeza. Seguro que los que vengáis de ahí habréis escuchado de la Caballero Celeste, que fue buena amiga de la princesa Ana y se aseguró de, cómo decirlo, frenar a la monarquía respecto a cómo trataban a ciertos ciudadanos. A veces me pregunto cuánto más habría mejorado la situación de los gitanos de no haber sido rey quien lo fue. Pero al menos admiró mucho a Celeste y escuchaba todos sus consejos, en especial si los apoyaba la princesa. Estoy seguro de que tantísimos gitanos uniéndose a la Orden gracias al reclutamiento no tuvo nada que ver en el cambio de actitud de política—añadió con ironía, provocando risitas entre los Aprendices—. Supongo que el crecimiento de la descendencia de Ruz también ha ayudado mucho.

Hubo de nuevo risas y varias miradas se volvieron hacia un Aprendiz cuya cabellera rojo-fuego destacaba entre las demás. Su piel no era de un negro tan puro como el de Ruz, pero resultaba evidente de quién era hijo. Saludó con la mano y sacó la lengua a sus compañeros.

Allá donde Zel se había mantenido distante, a la espera de alguna persona especial, y Eve solo había tenido alguna que otra relación, Ruz parecía haber hecho suya la tarea de recuperar a su especie entera. Un poco precoz, pero Nithael no iba a culparlo. Además, siempre se ocupaba de los niños. La mayoría crecían rápido, dependiendo de la hibridación de la que procedieran, y seguían a su progenitor y tíos rumbo al Reino de la Oscuridad, donde el viejo castillo se había reconstruido y se estaban estableciendo cada vez más puestos de avanzada para explorar sus incomensurables tierras.

Por favor, no debéis olvidar la visita al Santuario de la Reminiscencia. Allí aprenderéis más de la guerra contra Xihn y, por supuesto, de la catástrofe que provocaron los ángeles mucho antes—dijo, imprimiendo firmeza y casi frialdad a sus últimas palabras. Después sonrió un poco porque reconoció la larga cabellera negra que se aproximaba, hinchada al viento, desde el castillo. Zel siempre fue el más alto de los hermanos, pero ahora superaba al propio Nithael—. Y aquí viene mi amigo. Seguiremos otro día.

Se levantó y Arariel se revolvió en sus brazos. Apenas aparentaba más de cinco años, el pelo se confundía con sus alas oscuras, y casi todo en su rostro le recordaba a un pequeño Gabriel. Le besó la frente y se abrió paso entre los Aprendices. Zel saludó con un gesto seco desde las escaleras e invocó su glider. Nithael abrió las enormes alas a los lados, afirmó bien su abrazo sobre su hijo. De un par de fuertes golpes, se elevó en el aire sin que el niño se percatara ni experimentara más que un pequeño estremecimiento de frescor.

Se elevaron sobre las torres de Tierra de Partida, que no habían dejado de expandirse para albergar a Aprendices que venían cada vez de más lejos. El sol acariciaba las hojas verdes, resplandecía en las arrugas que levantaba el viento en el enorme lago, y envolvía los muros de la Orden. En un patio los hechizos chocaban y explotaban en chorros de fuego, luz u oscuridad; en otro, el clangor de arma contra arma casi creaba un ritmo musical. Las cristaleras dejaban ver las clases llenas, tanto que se estaban construyendo nuevos recintos para darles espacio a todos. Se habían construido teleféricos y ascensores para que la gente del lago pudiera ascender hasta el Castillo incluso sin glider. Una larga fila esperaba audiencia para solucionar sus problemas diarios, a la sombra de una hilera de grandiosas estatuas de los Caballeros que reconstruyeron la Orden. Los jinetes de dragón en prácticas surcaban los aires y los glider los seguían de cerca, poniendo a prueba su coordinación para pelear contra Sincorazón en el aire.

Y en el cielo se abrían Portales de Luz y Oscuridad, de los que entraban y salían Caballeros destinados a todos los mundos, con historias por contar.

Pero, de momento, pocas como las que recordaba Nithael.

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Gracias a todos por este viaje.
No habría sido posible sin vosotros.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Suzume Mizuno
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