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Cada uno fue aportando ideas. Ocus, que su gatita presumida fuese por los tejados y que nos dividiéramos a la hora de explorar. A Ragun se le ocurrió dividir el mapa de la ciudad en zonas, estilo "Hundir la flota", para poder organizarnos mejor. No terminé de entender qué necesidad había para eso, pero supuse que sus mentes necesitarían una ayuda para poder orientarse.

—Tratad de memorizarlo para la noche, recordad que no tendremos tiempo para mirarlo cuando encontremos al ninja —opté por, igual que antes, echarle una foto con el móvil. Ya lo estudiaría con tranquilidad mientras explorase—. Si nos lo memorizamos con tal de decir por el comunicador si lo hemos encontrado en por ejemplo C-8 y se dirige a D-8 podremos saber su ubicación y por donde emboscarlo. ¿Cómo haremos los grupos?

—Iré con mi mascota; yo soy veloz, y Gengar puede tender buenas trampas desde el suelo. —anunció Saeko.

Le eché un vistazo a su "Gengar", una criatura difícil de describir. Parecía un fantasma, atravesando el suelo como si nada, pero su forma era similar a la de un muñeco de peluche. Daba grima.

—Pues yo me largo solito, no me hace falta niñera —comenté, terminando de anotar los números de mis compañeros en el móvil—. Intentad no acabar metidos en la cárcel o haciendo tratos con tíos raros.

—Sobre todo tú —añadí, señalando a Ragun.

Y salí del callejón tranquilamente, paseando a ritmo normal por la ciudad.

Tras diez minutos de caminata, ya podía asegurar una cosa: aquel sitio era primitivo. No había nada de tecnología, la ropa parecía salida de la cavernas y a la comida sólo le faltaba ir en un palo. Pero, si quería intentar que la misión saliese con éxito, tendría que intentar adaptarme.

Exploré las calles y callejones que pude, aunque me distraje bastante curioseando en tiendas artesanales e incluso probando comida en algún puesto. Estaba asquerosa.

Al pasar por una tienda de ropa, se me ocurrió una idea. No había mejor manera de pasar inadvertido que ir vestido como los demás. Tras casi una hora probándome todos los conjuntos masculinos que tenían (a cada cual más feo que el anterior), acabé comprando el más decente de la tienda.



En una ocasión conseguí ver a la gatucha de Ocus en un tejado. Intenté darle con una piedra, pero la esquivó. Suertuda.


La espera hasta la noche se hizo eterna, pero al fin llego. Aunque Ragun había propuesto reunirnos cuando anocheciese, preferí ser más práctico y ponerme ya en marcha.

Mi destino: las puertas del palacio imperial. El objetivo del dichoso ninja era asesinar al Emperador, y era prácticamente seguro que tendría que pasar por ahí de alguna forma.

Entre los guardias y los altos muros no podría entrar con facilidad, así que opté por, de momento, quedarme cerca y hacer guardia en esa zona. Escondido detrás de lo que encontrase (un árbol o una esquina), afilé mis sentidos atento a cualquier movimiento o sonido brusco.

No tardé en aburrirme, pero no me moví del sitio ni bajé la guardia.

Ragun nos dividió los planos en casillas con números y letras como si de un tablero de ajedrez se tratara, lo cual era una idea interesante y bastante buena, ya que de esa forma podríamos hacer saber al resto del paradero del objetivo. Solo existía un pequeño problema a ese plan y fue algo que nadie pareció darse cuenta cuando sacaron sus aparatejos de comunicación y se pasaron los números: yo no tenía uno de esos.

No me atrevía decir nada no fuese que me vieran como alguien anticuado, cosa que cada día descubría que era más cierta. Lo peor fue cuando todos empezaron a irse por su lado quedándome en medio de la plaza a solas con la palabra en la boca ¿y yo a quién seguía para poder usar uno de los aparatejos? Incluso Ilana se había largado para ir a buscar ratones por los tejados.

—Supongo que no me quedará otra que pasar el rato por la ciudad —suspiré empezando a andar hacia algunos de los puestos que había por las calles.

Pasé bastante rato explorando la ciudad y degustando alguna de sus comidas, que aun de aspecto extraño eran bastante deliciosas. Entre los productos locales, me centré mucho en algunos que tenían grabados o pintados doce animales diferentes. Fui preguntando que eran aquellos animales y que significaban, a lo que los tenderos me respondían que eran símbolo de buena fortuna, ya que los doce animales representaban el horóscopo de aquel lugar, fue algo tan curioso que cuando en una tienda me ofrecieron un talismán con el símbolo de mi horóscopo acabé comprándomelo.

—No sé si reírme por la ironía o alegrarme de que este sea mi símbolo del zodiaco —comenté levantando la piedrecita que tenía grabada en ella le dibujo de una rata.



Entre tienda y tienda, fui mirando los tejados por si veía a Ilana y conseguía encontrarla en alguna ocasión. Parecía que a la gatita le hacían tan poco caso que no estaba haciendo uso de sus habilidades de ilusión, era de alegrarse.





La noche cayó encontrándome yo degustando un buen bol de arroz en un restaurante cerca del palacio. No había terminado el plato aun por lo que me tuve que quedar en el establecimiento ojo avizor por si el ninja decidía aparecer por la zona. Tenía bastante suerte de tener tan buenas vistas al complejo real.

El problema iba a ser el cómo avisaba a mis compañeros… bueno, ya se me ocurriría algo tras terminar de cenar.

Todos acabamos separándonos para cubrir más terreno tras plantear lo que hacer y como actuar en caso de encontrarnos al ninja, sin embargo pude fijarme en una cosa más que podría acabar mal.

—Alec —llamé antes de que se marchase—. ¿No tienes un Comunicador? —pronto descubrí que no—. Si lo encuentras creo que podrías avisarnos lanzando una magia hacia el cielo en forma de bengala, un piro o un electro podrían servir.

Con eso dicho yo también me alejé en busca de una zona alta que sirviese de forma similar a una atalaya. La mayoría de casas eran bajas, pero esperaba encontrar algún tipo de torre o similar sobre la que subirme para tener todo lo mejor vigilado posible desde las alturas. Por suerte comprobé que las casas de la ciudad eran muy fáciles de escalar por lo que desde allí pude encontrar sin problemas algún lugar levemente más alto, donde esperé escondido a que cayese la noche.

En aquel momento activé la Visión Nocturna. Lo poco que sabía de los ninjas era que vestían con tonos oscuros para fundirse con las sombras, pero contra mí aquel truco era inservible cuando activaba mis poderes. Tal vez lo único malo de la visión nocturna era que no mejoraba mi capacidad de ver cosas, solo me daba la capacidad de ver en entornos sin luz o con poca visibilidad. Me coloqué el auricular del comunicador y enganché el micro a mi ropa no muy lejos de mi cuello.

—¿Me recibís? —pregunté esperando que Saeko y Ban pudiesen escucharme sin problemas a través del aparato.

Nyx esperaba a nivel de suelo en un callejón dado que no podría subir al edificio y sería demasiado escandaloso. Gracias a su olfato no le costaría saber si me alejaba o no por lo que en cuanto hiciese falta tan solo tendría que seguirme por las calles inferiores para lograr llegar hasta donde quisiese ir.

Me había asegurado de memorizar el plano con sus sectores por la tarde a la par que daba una vuelta haciendo los preparativos necesarios por lo tanto suponía que la misión sería coser y cantar.

<<Venga, sal ya...>>

La noche cayó sobre la Ciudad Imperial, con todos los aprendices habiendo tomado posiciones. Ragun se encontraba vigilando: con su Visión nocturna encontraría al misterioso asesino nocturno y lo atraparían entre los tres. Sería una misión relativamente fácil.

Y, pasada la medianoche, una sombra se movió en los tejados de la ciudad a gran velocidad. No hizo falta la habilidad de Ragun para ver a aquella cosa moviéndose a gran velocidad, pues la luz de la luna proyectaba su pequeño cuerpo. Era difícil, sin embargo, decir de qué se trataba; parecía una criatura pequeña, envuelta en una capa, moviéndose a saltos entre tejado y tejado.

Quien estuviese cerca de Ragun podría verlo. La duda era, ¿lo perseguirían? Iba en dirección al palacio imperial, eso seguro, pero no todos podían subir a los tejados en principio...

Cuando cayó la noche pude ver una pequeña sombra envuelta en una capa corriendo sobre los tejados. Desde mi posición era difícil ver de qué se trataba, pero teniendo en contra qué nos enfrentábamos y la información que teníamos solo había una posibilidad factible. Me llevé el micrófono del manos-libres del teléfono a la boca.

—Soy Ragun. Estoy viendo una sombra moviéndose por los tejados. Está envuelto en una capa negra —dije por el pinganillo—. Se dirige hacia H-9 en dirección al castillo —continué informando.

Acto seguido corrí por el tejado justo por donde estaba Nyx escondido para que se diese cuenta de que también debía seguirme. El lobo obedeció y desde el nivel del sueño empezó a correr por las calles siguiéndome con su agudo sentido del olfato. Ilana, la gata del brujo (que se había quedado conmigo bajo la petición del propio Alec) supuse que estaba siguiéndome también, aunque estando ella invisible resultaba imposible saberlo a excepción de que podía escuchar unos leves tintineos de cascabel a mi espalda.

Me encontraba agachada, de espaldas a un muro, intentando mantenerme lo más silenciosa posible. Observaba todos los rincones, sobre todo los callejones, temerosa por encontrarme a quién estábamos buscando y, por ende, que intentase atacarme. Tampoco dejaba de lado mi oído; me esforzaba para escuchar todo lo que me era posible. Gengar se mantuvo bajo mis pies en todo momento, vigilando con cautela todos los ángulos que yo no era capaz de analizar.

Entonces, sin previo aviso en un punto concreto del recorrido, sentí cómo mi móvil vibró en mi bolsillo, por supuesto, sin emitir ningún sonido, pues tenía el volumen apagado.

—Soy Ragun. Estoy viendo una sombra moviéndose por los tejados. Está envuelto en una capa negra. Se dirige hacia H-9 en dirección al castillo.

Asentí e intentando recordar dónde estaba esa posición, avancé unos pocos pasos, algo desorientada al comienzo, pero decidida después de refrescar la memoria. Me adelanté con cautela y siendo lo más sigilosa posible, y si podía evitar las calles grandes, mejor. Me adentraría por callejones cuando me fuese posible, pensando que quizás así no llamaría tanto la atención.

Una vez me acerqué a dicha posición, comprobé mi alrededor para vigilar que nadie me interrumpiese de forma inesperada y, cuando vi la oportunidad, agarré el dispositivo para hablar con Ragun y con Oswald:

—Saeko —me identifiqué lo más rápido que pude—. Estoy atenta y vigilando por el suelo, me encuentro cerca de H-9.

Acto seguido guardé el aparato y con la misma precaución, exploré el sector asignado por Ragun, confiada en que Gengar me cubriese las espaldas y vigilase por mí las zonas que yo no podía: cuatro ojos eran mejor que dos, por supuesto. Intentaría evitar, nuevamente, las calles principales.

La espera eterna se vio interrumpida cuando el móvil empezó a sonar. En cuanto descolgué, la voz de Ragun nos puso a todos en marcha:

—Soy Ragun. Estoy viendo una sombra moviéndose por los tejados. Está envuelto en una capa negra. Se dirige hacia H-9 en dirección al castillo —informó.

Miré el mapa fotografiado rápidamente, situando las zonas. Con mis capacidades actuales, no podía ni subir a un tejado ni era tan rápido como para llegar hasta ellos. Si se dirigía hacia el castillo, aquella era mi mejor opción.

—Oswald. Estoy en las murallas, le interceptaré con un arma a distancia si intenta saltar —avisé, corriendo a toda prisa para posicionarme—. Pero intentad que no llegue, si consigue pasar lo tendremos crudo para entrar en el palacio.

Invoqué mi pistola, cargada y lista para ser usada, y me coloqué en la zona de las murallas a la que llegaría el ninja si seguía la dirección marcada por Ragun. Aunque...

—Espera, ¿has dicho sombra? ¿Estás seguro de que es él?

No bajé la guardia ni un momento, manteniendo el brazo alzado con el gatillo listo, pero no me fiaba de los errores ajenos. Sobre todo si eran humanos.

Fuese lo que fuese, si algo aparecía tenía claro lo que hacer: disparar.

La espera delante del palacio se me estaba haciendo tan eterna que no había podido impedir a mi estomago volver a avisarme de que lo alimentase, por lo que había tenido que ponerme a buscar algún puesto de comida a aquellas horas de la noche que estuviese abierto para no acabar fracasando la misión por el hambre.

Había tenido suerte de encontrar un puesto de fideos unas calles más adelante, por lo que tras agenciarme un buen plato de ellos, di la vuelta para regresar a mi puesto a la par que disfrutaba de aquel sabroso plato.

Por el camino me fijé en una sombra extraña saltar por los tejados ¿Sería Ragun? La verdad es que visto desde ahí se le parecía un poco con eso de llevar capa, pero no estaba de más seguirlo y descubrir si realmente era nuestro objetivo o mi compañero.

Dos de las personas asignadas a la misión fueron detrás de la huidiza sombra. Sólo Ragun podía ir por encima de los tejados, pero no iba a poder escapar: entre Alec y Ragun tendría que caer. Saeko se encontraba vigilando calles alejadas de la principal, y Ban vigilaba desde la muralla.

Y la realidad es que no costó alcanzar a la sombra. Cuando Ragun e Ilana pudieron abalanzarse sobre la misteriosa sombra, apartaron la capa para descubrir el culpable que había asustado a toda China: un gatito. El felino bufó y, tras arañar el rostro de Ragun, salió corriendo de nuevo en dirección contraria por los tejados. Cuando mirara atrás, descubriría que se había alejado mucho de sus compañeros.

Fue Saeko quien se llevó una desagradable sorpresa. Mientras inspeccionaba las calles separadas de la principal, una sombra surgió de una pared y pasó un cuchillo por un garganta; en vez de matarla, la muchacha se quedó muda. En realidad no pareció un arma, sino sus propias garras...

Y así, tal y como vino, se fue corriendo en dirección al palacio. Saeko no podría pronunciar ni una palabra: el maldito ninja había hecho acto de presencia, pero sólo para eliminarla como amenaza por el momento. Y ahora estaba más cerca del Palacio Imperial que antes.

Saeko al menos podría intentar atacar a la criatura, aunque no lograría retenerla ni tampoco se podía asegurar de que le hiciese daño, debido a que era tremendamente rápido: pero tenía unos segundos.

¿Nueva estrategia?

Seguía vagando por las calles con cautela, sintiendo el frío directamente en mi piel; esperaba al menos no terminar resfriada. Sin embargo y para mi sorpresa, en un determinado punto, sentí cómo algo aparecía tras de mí a gran velocidad, cortándome la garganta con algo afilado. Un escalofrío me recorrió el cuerpo de pies a cabeza en el acto, dejándome todavía más helada si cabía.

¡No…!

Intenté exclamar, gemir de dolor, ¡pero nada salió de mi boca! ¡No podía hablar! Me llevé la mano derecha rápidamente al cuello para palparlo, dolorida, y sintiendo una extraña sensación, pues era la primera vez que me sucedía aquello. Inmediatamente y desde el suelo, de rodillas y sin pensarlo más, señalé con el dedo la dirección por la que estaba escapando el enemigo, alertando a mi mascota que intentase inmovilizar sus piernas por sorpresa desde el piso mientras ejecutaba un hechizo Maldición —esto último quedaba a su juicio, por supuesto, pues yo no tenía manera de hablar—, mientras, yo por mi parte decidí sacar el móvil para escribir un mensaje al resto de compañeros.

No sabía si el enemigo que había visto Ragun era el auténtico y me estaba yo equivocando, o si el otro era una mera distracción del que me había atacado. ¡No estaba segura! Pero mi corazón latía a toda prisa, y yo no podía perder un segundo. Apurada y a una velocidad inhumana, comencé a pulsar botones desesperada…

Cuidado! Me sa atacado, está aquí en H-9. Se dirige y las murallas, le sigo.

Me levanté mientras guardaba el móvil a toda prisa tras enviar el mensaje a Ragun y a Oswald, esperanzada en que lo pudiesen leer. Yo por mi parte, corrí tras el enemigo en la misma dirección en la que había ido Gengar, si tenía suerte todavía podía pillarlos y atacar por sorpresa con mi Llave Espada, sino, me reuniría con mi pequeño —que se escondería nuevamente bajo el suelo— y seguiría su pista, hacia el Palacio.

Tú no te me escapas…

<<Un... ¿Gato?>>

Si alguien me hubiese sacado una fotografía de mi cara en aquel momento, vería que estaba haciendo una mueca indescifrable incluso por los más expertos. ¿Cómo debía sentirme ante aquello? ¿Decepcionado, estafado...? Agarré al animal por el pellejo y lo miré soltando un largo suspido. La respuesta del felino ante aquello fue inmediata y con sus "suaves" y muy "blanditas" zarpas me dejó una preciosa marca en la cara.

<<Creo que odio a estos bichos>>

No solté ni una mísera queja, no porque no me doliese ni un ápice. Sino porque seguía con aquella cara de desconcierto. Me ajusté el micro del manos libres para informar sobre la captura:

—Falsa alarma. No era el ninja, pero podría haber sido algún tipo de distracción para alejarnos. Me dirijo hacia H-0 para ayudar a Oswald —informé. Obviamente, H-0 se refería al Palacio Imperial cosa que podría haber dicho perfectamente, pero resultaba más emocionante hablar con códigos que solo nosotros entendíamos.

Cuando estuve a punto de saltar al tejado vecino me di cuenta de que en la calle estaba Alec Ocus, el dueño de Ilana. Nyx, que también había ido por las calles apareció también en aquel lugar. ¿Estaba comiendo unos fideos en medio de la misión o era mi imaginación? Aquello podía ser una distracción que le costase la vida. De ser atacado por sorpresa le resultaría imposible reaccionar para defenderse.

—Vi una sombra por los tejados y la seguí pensando que podría ser nuestro objetivo, pero resultó ser un posible señuelo —expuse aquella posibilidad—. Me dirijo hacia el Palacio Imperial. Oswald está vigilando la entrada, pero temo que uno solo de nosotros no pueda parar a ese Ninja. ¿Vienes?

En ese momento, escuché mi teléfono móvil sonando. Al mirarlo y leer el mensaje de entrada que acababa de llegar no pude hacer más que confirmar lo que había pasado.

—Saeko... ha sido atacada —un tono de preocupación se escapó en mi voz—. ¿Quieres llegar muy rápido o ir corriendo? —pregunté. Podíamos ir rápido y atajar mucho si aceptaba mi propuesta.

Si acepta bapodría cargar al brujo en mis brazos y avanzar mucho espacio en poco tiempo gracias a mis alas, también podía declinar lo cual significaría que iríamos corriendo. En ese caso, para asegurarnos de llegar lo más rápido posible (dentro de lo humano) le ofrecería utilizar mi cuerda para que pudiese escalar hasta donde estaba y poder ir saltando de edificio en edificio. El no tener que bordear los edificios sin duda seguía siendo la manera rápida de llegar.

Nyx, como de costumbre utilizaría su olfato para saber a donde me dirigía y así poder seguirnos sin muchas dificultades.

Tras ver como Ragun era atacado por el gato al que habíamos confundido con nuestro ninja. El chico había acabado con unas preciosas marcas en la cara, las cuales yo sabía muy bien como sentían.

—Vi una sombra por los tejados y la seguí pensando que podría ser nuestro objetivo, pero resultó ser un posible señuelo —teorizó el aprendiz sin bajar del tejado —. Me dirijo hacia el Palacio Imperial. Oswald está vigilando la entrada, pero temo que uno solo de nosotros no pueda parar a ese Ninja. ¿Vienes?

La verdad es que aquella pregunta era un poco tonta, claro que tenía que ir al palacio para detener al ninja, era nuestra misión, no me iba a quedar a terminar los fideos mientras el resto del equipo se liaba a tortas con un asesino.

—Ni gue tuviega oga opgión —le respondí sin darme cuenta de que me había metido varios trozos de verdura en la boca, por lo que antes de seguir obligué a la comida a bajar por mi garganta —. Si, lo mejor es que estemos todos en el lugar, así tendremos más oportunidades de atrapar a ese ninja.

Ragun sacó en ese instante su aparatejo para comunicarse con el resto. Aproveché a ir terminándome el bol de fideos mientras mi compañero leía el mensaje que le acababa de llegar. Tras eso me dio las malas de que Saeko había sido atacada casi haciendo que me atragantara con la comida.

—¿Quieres llegar muy rápido o ir corriendo? —me propuso tras que terminara de devolver los fideos al conducto por donde debían bajar.

—Lo más rápido que podamos llegar si es posible, aunque no sé como piensas hacerlo. A propósito, ¿quieres un poco? No están tan calientes como cuando los compré, pero aun mantienen el sabor.

Extendiendole el bol para ver si quería, esperé a que el chico me dijera cual era su idea para avanzar rápido. Tras que me la contara me dirigiría a Ilana un segundo, ya que creo que ella no podría aprovecharse de la idea de Ragun.

—Ilana, tú vete yendo hacia el palacio por los tejados —le pedí al familiar —. Siendo invisible no te molestara ningún otro gato y además si ves al ninja le podrás atacar por sorpresa.

La gatita maulló antes de desaparecer y echar a correr por los tejados hacia el punto de reunión.

—Falsa alarma. No era el ninja, pero podría haber sido algún tipo de distracción para alejarnos. Me dirijo hacia H-0 para ayudar a Oswald.

—Cómprate unas gafas, Wiedererinnerung —gruñí, bajando el brazo.

Miré a mi alrededor, pendiente de cualquier otro movimiento por si, como había dicho Ragun, se trataba de una distracción. Fue entonces cuando mi móvil vibró, indicando que me había llegado un mensaje:

Cuidado! Me sa atacado, está aquí en H-9. Se dirige y las murallas, le sigo.

—¿Qué demonios...? Princesita, tienes boca para algo, hablar es más rápido que escribir.

Tuve que reaccionar rápido. Como antes, volví a calcular la posición indicada por Saeko y la linea recta hasta las murallas, colocándome en la posición adecuada si el ninja de las narices no cambiaba de rumbo. De nuevo preparé mi pistola, aunque no elevé el brazo: no sabía si iría por la calle o por el tejado.

Así que me preparé para, al mínimo movimiento, disparar varias veces contra lo que fuera para intentar alcanzarle y que no saltara las murallas. Porque si lo hacía... Sí que tendríamos problemas.

Tras mandar el mensaje a sus compañeros, Saeko arrancó a correr tras Gengar y el ninja, que le llevaban ventaja. Cuando llegó al final de la calle, que se dividía en varias direcciones, les perdió la pista y no tuvo ni idea de por dónde continuar.

Había una ancianita cercana, en una ventana, que de acercarse (no podía preguntarle, pero con unas cuantas gesticulaciones la mujer soltaría la lengua, deseosa como estaba) le diría que estaba un poco ciega, pero que había visto más o menos tres cosas: un águila que llevaba su última presa por ahí en dirección recta, un borracho seguido de una pelota hacia la izquierda y una buscona hacia la derecha.

―¡Todos, gentuza desvergonzada! ¡En mis tiempos estábamos a estas horas en la cama!

Por otro lado, Ragun y Alec avanzaron hacia el lugar que había señalado Saeko y, viendo una sombra (humanoide, al menos) que se subía repentinamente a un tejado, decidieron seguirla. Las alas de Ragun estaban a punto de desaparecer, por lo que tendrían que decidir entre bajar al suelo o al tejado.

En cuanto llegaran al final, verían que la sombra se paraba repentinamente y se quedaba mirando hacia el infinito, estática y de espaldas a ellos.

Por último, Ban se dirigió también hacia la zona. Únicamente avistó por las calles a una mujer esperando en una esquina, sola, lo cual era algo de por sí extraño en el mundo, que le diría que había visto cosas raras más adelante si le preguntaba. Y en dicho camino se le interpondría un nuevo ser.

Un gato blanco.

Que abrió la boca y le disparó una bola de fuego.

No había rastro visible del ninja, pero sí que me encontré con una mujer esperando en una esquina. Extraño, para ser las horas que eran.

Ni corto ni perezoso, me acerqué a ella para preguntarle qué hacía allí y si había visto algo extraño. Su única respuesta fue señalar una dirección y decir que algo raro había por allí. Pero no había dado ni dos pasos en ese sentido cuando algo se puso en mi camino.

Un gato blanco.

—¿Eres el de Ocus...? —me pregunté a mi mismo, acercándome un poco más para ver mejor.

La reacción del minino: abrir la boca y dispararme una bola de fuego a la cara. Sí, una bola de fuego. Pude esquivarla por los pelos, rodando a un lado para apartarme del proyectil.

—¡¿Qué demonios?!

No me lo pensé dos veces: alcé el brazo con la pistola y descargué tres disparos hacia el maldito gato blanco. De paso, aproveché para mandar un aviso por el móvil:

—¡Me ha atacado un puto gato con una bola de fuego, cuidado!

Si el minino blanco conseguía esquivar las balas e intentaba escapar, le seguiría lo más rápido que pudiese sin dejar de disparar. ¿Podía ser que el ninja fuese una especie de gato místico...? Me daba igual, quería a ese gatucho muerto.