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Y así es como el dueto nos había salido genial a Nikolai y a mí. Me guiñó un ojo y ambos marchamos a donde la maestra Yami, a la espera de nuestro merecido sello. La mujer nos lo intentó en un principio poner en el ombligo, pero aquello era…

—¡Ahí no, aquí! —le indiqué, un poco molesta por su actitud de loca

Al final y tras insistir un poco más, accedió a ponerse seria y darnos el sello, con forma de nota musical. Tenía que admitir que aquel detalle me gustaba mucho, vamos, que tuviesen una forma diferente en cada prueba. La maestra nos indicó a continuación una serie de pistas, alegando que la prueba consistía en buscar a esa persona para encontrar el siguiente sello. El octavo.

En un comienzo me quedé patinando. No tenía ni idea de a quién se podía referir, pero tras pensarlo un poco y más detenidamente, quizás sí fuese buena idea dejarme llevar por la intuición. Tenía la sospecha de quién podía ser, pero no estaba segura.

Aun así, ya me había sonreído la suerte en ocasiones anteriores. ¿Por qué no ahora?

El Moguri contemplo con sus ojos el mar y pensativo observó lo que había a su alrededor ¿Era buena idea ir a nado o mejor no se arriesgaba y tomaba un bote? Su pequeño cuerpo se cansaría más rápido si iba a nado, pero tampoco podía coger dos remos, así que se coló en la primera balsa con alguien que hubiera, si es que alguien se subía a alguna, y se quedó a un lado de la barca esperando llegar al otro lado y salir escopeteado en cuanto pudiera, en el caso de que nadie se subiera a una barca intentaría usar los remos para ir hacia la isla, aunque sería algo difícil.

Como suponía, estuve en lo correcto. La persona que "me había matado" me colocó el sello y seguimos con la siguiente tarea. Me sorprendió ver que teníamos que ir a un islote, y nos daban dos opciones: a nado o a remo.

La verdad, prefería mojarme lo menos posible (por lo de la arena, odiaba la arena). Debido a eso, tomé la decisión muy rápido.

—Bote, bote...—cogí uno de los botes al azar y lo utilicé para remar hasta el islote. Esperaba que no ocurriera nada raro...

¡El bote! ¡El bote!

Una porra iba a ir nadando. No por el riesgo de que un monstruo submarino asesino pudiese atacarme, sino por el simple hecho de que con la armadura poco iba a poder nadar. Iba a acabar ahogada ahí abajo; no, no era para nada mi plan, en absoluto.

Agarré a Simbad y le empujé conmigo a la barca, preparada para surcar el agua con la vista fijada en la pequeña isla donde conseguiríamos el siguiente sello.

Tercera prueba - Keiko

Keiko no se movió del sitio, así que no avanzó.


Séptima prueba - Lyon
Las canción de Colibritany valió para que a Yami se le escapara una lagrimita de la emoción. Accedió encantada a darle el sello, aunque primero tuvo que convencerla de que tenía que ponerlo en la tarjeta, y no en su pie como la mujer insistía. Estaba muy loca.
Le dio un papelito con las siguientes instrucciones, y la dejó marchar. El séptimo sello, con forma de nota musical, conseguido.

Lyon, sin embargo, no llegó a cantar. Yami esperó sentada pacientemente a que el chico foca se atreviese a dar el paso.


Octava prueba - Colibritany & Hana

¡Respuesta correcta! Maya, Watson, Aru, Saeko, Nicoxa, Nikolai y Kairi tuvieron la misma idea, y también tuvieron la misma suerte: encontraron a la persona adecuada. Ella asintió en silencio cuando se acercaron, y en poco tiempo ya había sellado las tarjetas de los participantes: el octavo sello, con forma de media luna, conseguido.
La mujer les indicó en silencio su siguiente tarea, deseando suerte a los participantes de su bando y que los otros se partiera una pierna. Qué maja.

Guiada por las instrucciones de Yami, Colibritany se dirigía su siguiente prueba: encontrar a aquella persona de la playa que tenía el sello número ocho. Para conseguirlo, les había dado tres pistas:

+ Es una mujer.
+ Está en casa.
+ En una ocasión mató a Saxor.

A ella se le unía Hana, que se había equivocado de persona y tenía que seguir buscando. Los maestros y otros aprendices veteranos andaban de un lado para otro de la playa, dejándose ver sin demasiado problemas si buscaban un poco. ¿Quién sería el correcto...?




Novena prueba - Maya, Watson, Alec, Aru, Saeko, Nicoxa, Nikolai & Kairi

Freya, Victoria, Saxor, Ragun, Simbad, Jeanne y Goei pudieron llegar hasta el islote sin que Leviatán les prestara atención. Una vez allí, encontraron una mesa en la que les esperaba su premio: el noveno sello, con forma de gota de agua, conseguido.

El único que tuvo la mala fortuna de su parte fue Alec. Leviatán se fijo únicamente en su bote cuando estaba a medio camino, y de un golpe con su cola le mandó volando de vuelta a la playa. Auch. Tendría que volver a intentarlo.

A él se les unieron Maya, Watson, Aru, Saeko, Nicoxa, Nikolai y Kairi. A ellos les habían dado las instrucciones de ir hasta un pequeño islote, casi al borde de la barrera, donde estaba el sello que debían añadir a sus tarjetas. Podían ir en uno de los múltiples botes que había repartidos por la playa (la forma más segura, sin duda), o nadando, que aunque resultaría más agotador tendría una recompensa con forma de pista para la décima prueba.
Sin embargo, también estaba el peligro de que algo en el agua que podría atacarles. Que lo hiciera o no sería pura suerte, pero habría menos posibilidades si iban en el bote que si se arriesgaban a ir nadando. Ellos decidían.




Décima prueba - Freya, Victoria, Saxor, Ragun, Simbad, Jeanne & Goei

La suerte, o tal vez el ingenio, seguía empujando al grupo de los cuatro primeros. Light, Fátima, Celeste y Saito acertaron con los mundos que eligieron poner en los círculos de sus respectivos altares, provocando que un portal se abriera bajo sus pies y les tragase. En su nuevo destino, encontraron su premio: el décimo sello, con forma de tres círculos entrelazados, conseguido.

Freya, Victoria, Saxor, Ragun, Simbad, Jeanne y Goei habían recibido instrucciones a través de un papel en el islote: internarse unos metros en el bosque de palmeras que había tras la playa para encontrar más información. Pudieron volver a cruzar el mar sin peligro de que Leviatán les atacase, y una vez llegaran al bosque no tardarían en encontrar un claro donde se alzaban varios altares de piedra, de poca altura, formando un círculo.

En el centro habían dibujado una gran cruz, y al lado de ella había un cartel con las instrucciones:

EN LOS ALTARES ENCONTRARÉIS UN DIBUJO MÁGICO CON TRES CÍRCULOS.
EN CADA CÍRCULO HA DE COLOCARSE TIERRA DEL MUNDO CUYO SÍMBOLO ESTÁ REPRESENTADO.
ACERTAD LOS TRES Y EL PORTAL SE ABRIRÁ.

Ya habían leído. Si se acercaban a un altar, verían que sobre la piedra estaba dibujado horizontalmente un bonito símbolo en el que destacaban tres círculos, cada uno con una figura diferente en su interior.



En un rincón del claro descubrirían también que había varios tarros amontonados. Cada uno contenía un poco de tierra, junto a una etiqueta que indicaba de qué mundo estaba sacada. ¿Sabrían elegir los correctos?




Undécima prueba - Light, Fátima, Celeste & Saito

El mundo en el que habían acabado al ser tragados por el portal estaba frío. Demasiado frío. ¡Todo estaba nevado, estaban en la Ciudad de la Navidad! Desde la distancia, pequeño todo era. El viento aullaba y se colaba en su interior.
Que tenían muchísimo frío, vamos. Como seguramente llevaban ropa de verano, o incluso irían en bañador, los escalofríos y una posible hipotermia no se harían esperar.

A un par de metros de donde habían sumado el último sello, encontraron una gran caja metálica en el suelo. Un papel pegada a ella relataba las instrucciones:

EL SELLO ESTÁ DENTRO DE LA CAJA FUERTE.
INTRODUCE LA CONTRASEÑA PARA ABRIRLA.

TONTO EL QUE SE LE CONGELE EL CULO. FIRMADO: AKIO.

No había pista alguna más, por mucho que buscaran sólo conseguirían encontrar el número de letras (o número) que la componían. Si querían el sello, tendrían que soltar la contraseña.

CONTRASEÑA:
*** ** **

Mujer correcta, yay. Prácticamente todos acertaron de nuevo, lo cual resultaba hasta divertido a esas alturas.

Tras obtener los sellos recibieron nuevas indicaciones sobre la siguiente prueba, tendrían que ir a la playa y llegar hasta otro islote para recibir el próximo sello.

En la playa vio como Alec recibió un golpe bastante bruto contra la orilla mientras se dirigía hacia allí. Nicoxa fue corriendo a socorrerle.

—¡Oh Dios mío Alec! ¡¿Estás bien?! —empezó a menearle para que volviera en sí, sin siquiera cerciorarse antes de que en efecto había perdido la consciencia— ¿Es necesario... que te haga el boca a boca...?

Nico empezó a acercar su rostro al suyo poco a poco... en unos segundos que parecían eternos. Cuando ya estaba a apenas unos centímetros de él descubrió que respiraba, se movía y tal. Estaba perfectamente pese a todo.

—No nos des esos sustos... —suspiró, aliviada— Ve con más cuidado, ¿vale?

Se giró hacia Maya y le aconsejó exactamente lo mismo, sería bastante heavy ver volar por los aires ese cuerpecillo.

Finalmente Nico se armó de valor, se subió a un bote y empezó a remar. Normalmente llamaba bastante la atención pero precisamente ahora esperaba que no fuera así.

Todos acertaron sin excepción a la hora de repartir la arena y acabaron en un mundo completamente distinto.

Se abrazó a sí mismo a causa del tremendo frío, entre temblores (solo llevaba un bañador y una camiseta corta), y maldijo la yincana no una, sino cien veces. Apretó los dientes, lleno de frustración. Primero les ponían de obstáculo una serpiente gigante con muy mala leche y ahora les mandaban a la puñetera Ciudad de Navidad. ¡Viva!

Finalmente colocó el décimo sello. Después, volvió a envolverse con sus propios brazos e indagó por los alrededores hasta dar con una caja metálica.

Leyó las instrucciones adjuntas. Al finalizar la lectura, no pudo evitar soltar un bufido.

«Hijo de puta».

Y empezó a pensar fríamente (jajaja) en la contraseña. Cuando creyó dar con la respuesta, la soltó.

¡Había conseguido llegar al islote! Coloqué el noveno sello en mi tarjeta. Al parecer, ahora debíamos dirigirnos a las palmeras. ¡Otra vez al bote! Deseé que el Leviatán fuera un problema sólo para la ida, no para la vuelta.

Una vez llegamos al lugar de la décima prueba, nos encontramos con tres altares, cada uno con un dibujo diferente. Por lo que leí, debíamos colocar tierra del mundo al que correspondía cada imagen. Una de ellas la adiviné enseguida, pero las otras costaron más.

Ya me temía tener que ir a los portales cuando vi los tarros. ¡Menos mal! Cogí tierra de tres de ellos y la coloqué, esperando acertar.

—Tu turno —le dije a Freya, con una sonrisa en los labios.

Tras dar con la persona correcta nos dirigimos hacia el siguiente destino. Iba cogido de la mano de la joven, corriendo hacia el destino cuando ella terminara de coger su sello. Entonces llegamos para presenciar cómo Don Sombrero de Copa volvía casi al estilo de un náufrago gracias a un ser que guardaba la distancia hacia el islote.

—Aru, coge un bote... Yo nadaré para ver si parezco más suculento... Rema sin parar aunque me de esa bestia marina. Yo sé soportar los golpes pero no pares ni un segundo.— ordené a la pequeña peliazul. Me saqué la camiseta de tirantes y se la di. —¿Me lo cuidas hasta que llegue a la costa, pajarito?

Y tras que confirmara mi orden, yo esperé a que subiera a su bote para yo meterme en el agua y comenzar el nado esperando que al menos la chica pasara al otro lado.

Tuvimos suerte y el monstruo de las profundidades (o lo que quiera que fuese) pasó sin hacernos ningún caso.

Suspiré con alivio, definitivamente no me apetecía nada luchar contra un monstruo en medio del mar, y tampoco tenía ningunas ganas de que me devorara. Llegamos a la isla y me puse el siguiente sello para después pasárselo a la chica.

La siguiente prueba era también un acertijo. Observé con cuidado las pistas que nos daban y los tarros de cristal. No había estado en tantísismos mundos, pero creí que esos los sabría acertar...

—Bueno, no parece complicado...

—Aru, coge un bote... Yo nadaré para ver si parezco más suculento... Rema sin parar aunque me de esa bestia marina. Yo sé soportar los golpes pero no pares ni un segundo.—le pidió Watson mientras se quitaba la camisa —¿Me lo cuidas hasta que llegue a la costa, pajarito?

Aru se quedó pensativa, sabía que era mala idea que fueran por caminos separados, aunque hubieran más probabilidades así de que uno de los dos se salvasen, eran un equipo...

—¿Y si soy yo quien no llega a la costa? Bueno, ten tú esto —la muchacha se quitó uno de sus coleteros que le amarraba una de sus dos largas trenzas azuladas, y se la puso a Watson en la mano. Luego de esto, se quitó la otra y se puso su caracteristica coleta. —Cuidamela tu también, por si soy yo quien no llega.

La muchacha cogió el bote, mientras observaba a Myr nadando a la distancia, y entonces, se puso a remar.

—¡Vamos, Aru, tu puedes! —se dijo a si misma mentalmente.

—Ay, ay, ay… estúpida serpentija —me quejaba intentando recuperarme del golpe cuando algo me agarró de la ropa y empezó a menearme como si fuera un batido.

—¡Oh Dios mío Alec! ¡¿Estás bien?! —preguntó la persona parando unos segundos.

Mis ojos se encontraron entonces con los de la aprendiza de Bastión Hueco, Nicoxa, la cual parecía estar siendo iluminada por las estrellas que me habían hecho ver con tanto meneíto.

— ¿Es necesario... que te haga el boca a boca...?

Aun mareado, no noté que la mujer había acercado sus labios a los míos hasta que estuvieron a pocos centímetros de tocarse.

—¡No! —exclamé apartando a Nicoxa de mí rojo como un tomate —. Me-e encuentro bien, gracias, Nicoxa.

Temblándome todo el cuerpo, me levanté y limpié un poco la ropa antes de girarme al bote que había usado. Necesita distraerme con algo, al menos durante cinco minutos.

—No nos des esos sustos... —. Mejor que ella no me diese los otros — Ve con más cuidado, ¿vale?

—C-claro que iré, es solo que he tenido mala suerte con el monstruo —respondí casi sin pensarlo centrándome en darle la vuelta al bote para volver a subirme a él.

En aquel momento realmente no sabía si hubiese preferido que el Leviatán me hundiese, pero por suerte la aprendiza se fue dejándome tranquilo para que volviera a intentar cruzar el mar. En esta ocasión tenía claro que no iba a dejar que el monstruo me atrapara, ya había jugado bastante conmigo, que ahora fuese a por otro.

Había dado con la persona correcta, que le selló la tarjeta.

El siguiente sello se encontraba en un islote al que debía acceder por mar. Para ello podía hacer uso de un bote o ir nadando.

- ¡Awawawawawawa! - maulló Awa-chan asustado alejándose del agua.

- No te preocupes, iremos en un bote - lo tranquilizó Kairi.

Además, no quería que nada los atacase, así que lo más seguro era ir en bote. Se montaron en uno de ellos y la joven comenzó a remar.

¡Finalmente llegamos al islote! Después de colocar el sello, debíamos ir hacia las palmeras. Ugh... Usar el bote otra vez... Más me valía que no me volviese a ver... O perdería más tiempo.

Todos cruzamos el mar sin problemas y llegamos a la zona de la siguiente prueba; un claro en el bosque dónde nos encontramos con varios altares de piedra.

EN LOS ALTARES ENCONTRARÉIS UN DIBUJO MÁGICO CON TRES CÍRCULOS.
EN CADA CÍRCULO HA DE COLOCARSE TIERRA DEL MUNDO CUYO SÍMBOLO ESTÁ REPRESENTADO.
ACERTAD LOS TRES Y EL PORTAL SE ABRIRÁ.

Enseguida vi los tarros y me sentí más aliviada; nada de viajes por portales. Era hora de escoger los mundos correctamente.



—Tu turno —me dijo Jeanne. Asentí con la cabeza.

—¡Voooy!

Al final sí había acertado, y por supuesto, se trataba de la persona en la que había pensado. De hecho, se nos había ocurrido a todos la misma idea, así que continuamos en grupo una prueba más. El siguiente sello, con forma de media luna, ya estaba en mi poder; era muy bonito. ¡ Y eso hacían ocho sellos ya!

Cuando la mujer nos deseó la buena suerte, o no, nos indicó que el siguiente paso era acudir a un islote en el extremo de la barrera, lugar en el que se encontraba el siguiente sello, el noveno. Incluso alcanzamos a Alec, al que le había perdido la pista desde que todo empezó.

La prueba era muy fácil en esta ocasión: avanzar hasta el sitio en cuestión y obtener el sello, pero al parecer había una bestia submarina que nos podía coger por sorpresa y retrasarnos. También tenía que admitir que conseguir la pista era algo muy tentador, pero no estaba dispuesta a perder más tiempo, no sabiendo que había bastante gente por delante y quedaban muy pocas pruebas.

Así pues, me adelanté hasta el primer bote que vi y empecé a remar hasta la otra orilla. ¡Qué nervios!