Re: Imperdonable
Publicado: Lun Mar 17, 2014 7:30 pm
—¡Tandy! —exclamó Nadhia al ver al moguri en una de las celdas.
Mi compañera no lo dudó ni un instante y cargando contra uno de los botones una Flama Tenebrosa lo hizo explotar. Al momento, la celda se abrió. Nadhia se lanzó a por él cogiéndolo en brazos y saliendo rápidamente de la celda para evitar el poder de aquella extraña maquina que bloqueaba la magia.
—Salgamos de aquí pues —ofrecí con amabilidad, cosa que al momento aceptó.
En aquel momento nuestros poderes empezaban a regresar a la normalidad, por lo que mi cabello empezó a cambiar nuevamente de color a su habitual púrpura casi negro, mientras que el de Nadhia volvía a su castaño claro y sus ojos dejaban de tener aquel brillo amarillento.
Recorrimos los grandes pasillos. Los ciudadanos de la nave se alejaban a nuestro paso asustados, ni uno de ellos se atrevió a aproximarse a nosotros. Varios guardias nos vigilaban con prudencia de que no hiciésemos nada violento hacia los habitantes mientras tratábamos de buscar la salida, aunque sinceramente yo al menos apenas podría enfrentarme a uno o dos de aquellos guardias en mi estado y dudaba que Nadhia estuviese mucho mejor que yo.
Desde una enorme cristalera podía verse el mundo que había intentado visitar antes de ser capturado. Su luz anaranjada era preciosa. Nadhia se quedó mirando la cristalera, mientras que yo decidía tomar un descanso sentado en un banco cercano.
—¿Te encuentras bien? —me preguntó entonces agachándose un poco y acariciando mi mano— Puedes contarme, lo sabes.
—Estoy bien —forcé una sonrisa—. Supongo que... Me siento algo decepcionado.
Aparté mi mano de la de Nadhia y volví a levantarme. Estábamos cerca de la salida, si cogíamos un ascensor bajaríamos hasta aquel enorme hangar donde también estaban guardando mi nave.
—Solo tenía un objetivo en mi vida, nunca había pensado que hacer una vez lo cumpliese —expliqué acercandome a la cristalera—. ¿Seguir siendo un caballero? En primer lugar ni siquiera estaba interesado en eso, tan solo quería abandonar el Mundo Inexistente, para encontrarme a mí mismo. Nada más. No debería seguir siendo un Caballero de la Llave Espada, ni siquiera tengo madera de portador.
>>Pero no hay otra cosa que pueda hacer tampoco. Haga lo que haga estoy atado de pies y manos. Y unirme a estos chiflados no es una opción para mí.
Nunca me uniría a alguien tan desalmado como para no odiar al asesino de su hijo. De su propia sangre. Si podía prescindir de aquella forma de alguien de su familia... Prefería no pensar en como veía al resto de humanos. No debíamos ser muy diferentes de unas cucarachas a sus ojos.
¿Cómo podían permitirse tener un líder como aquel?
—Continuemos, no hacemos nada aquí parados.
Me aproximé a un amplio elevador y pulsé el botón para llamarlo.
En cuanto llegamos hasta abajo, nos encontramos en el hangar en el que habíamos estado antes. Allí, entre las demás naves se encontraba el portón que daba al intersticio.
Invoqué mi armadura y materialicé el Glider. En cuanto Nadhia también se hubo preparado el portón empezó a abrirse.
Un escudo de energía impedía que el oxígeno escapase de la nave, aunque permitía que las naves y otros aparatos pudiesen salir sin problema.
Mi compañera no lo dudó ni un instante y cargando contra uno de los botones una Flama Tenebrosa lo hizo explotar. Al momento, la celda se abrió. Nadhia se lanzó a por él cogiéndolo en brazos y saliendo rápidamente de la celda para evitar el poder de aquella extraña maquina que bloqueaba la magia.
—Salgamos de aquí pues —ofrecí con amabilidad, cosa que al momento aceptó.
En aquel momento nuestros poderes empezaban a regresar a la normalidad, por lo que mi cabello empezó a cambiar nuevamente de color a su habitual púrpura casi negro, mientras que el de Nadhia volvía a su castaño claro y sus ojos dejaban de tener aquel brillo amarillento.
Recorrimos los grandes pasillos. Los ciudadanos de la nave se alejaban a nuestro paso asustados, ni uno de ellos se atrevió a aproximarse a nosotros. Varios guardias nos vigilaban con prudencia de que no hiciésemos nada violento hacia los habitantes mientras tratábamos de buscar la salida, aunque sinceramente yo al menos apenas podría enfrentarme a uno o dos de aquellos guardias en mi estado y dudaba que Nadhia estuviese mucho mejor que yo.
Desde una enorme cristalera podía verse el mundo que había intentado visitar antes de ser capturado. Su luz anaranjada era preciosa. Nadhia se quedó mirando la cristalera, mientras que yo decidía tomar un descanso sentado en un banco cercano.
—¿Te encuentras bien? —me preguntó entonces agachándose un poco y acariciando mi mano— Puedes contarme, lo sabes.
—Estoy bien —forcé una sonrisa—. Supongo que... Me siento algo decepcionado.
Aparté mi mano de la de Nadhia y volví a levantarme. Estábamos cerca de la salida, si cogíamos un ascensor bajaríamos hasta aquel enorme hangar donde también estaban guardando mi nave.
—Solo tenía un objetivo en mi vida, nunca había pensado que hacer una vez lo cumpliese —expliqué acercandome a la cristalera—. ¿Seguir siendo un caballero? En primer lugar ni siquiera estaba interesado en eso, tan solo quería abandonar el Mundo Inexistente, para encontrarme a mí mismo. Nada más. No debería seguir siendo un Caballero de la Llave Espada, ni siquiera tengo madera de portador.
>>Pero no hay otra cosa que pueda hacer tampoco. Haga lo que haga estoy atado de pies y manos. Y unirme a estos chiflados no es una opción para mí.
Nunca me uniría a alguien tan desalmado como para no odiar al asesino de su hijo. De su propia sangre. Si podía prescindir de aquella forma de alguien de su familia... Prefería no pensar en como veía al resto de humanos. No debíamos ser muy diferentes de unas cucarachas a sus ojos.
¿Cómo podían permitirse tener un líder como aquel?
—Continuemos, no hacemos nada aquí parados.
Me aproximé a un amplio elevador y pulsé el botón para llamarlo.
En cuanto llegamos hasta abajo, nos encontramos en el hangar en el que habíamos estado antes. Allí, entre las demás naves se encontraba el portón que daba al intersticio.
Invoqué mi armadura y materialicé el Glider. En cuanto Nadhia también se hubo preparado el portón empezó a abrirse.
Un escudo de energía impedía que el oxígeno escapase de la nave, aunque permitía que las naves y otros aparatos pudiesen salir sin problema.