[Encuentro] La miel es deliciosa

[Little Sho]

-Participantes-

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Encuentro de Zait Laind y Dejay Lion

-Ubicación-

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Tierra de Partida > Bosque de los 100 Acres

-Cronología-

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Zait: Después de: "Lectura Obligatoria"
Dejay: Después de: "Viva la monotonía"

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Aquel día me levanté tarde, mucho. Más de una reprimenda me llevé por ello. No estaba acostumbrado a horarios, y en aquellas cómodas camas se dormía muy, pero que muy bien. Era algo tarde, cerca de las seis y media, aunque no lo sabía muy bien. Después de comer algo en la cocina, escarbé en mi bolsillo hasta encontrar aquello que deseaba. Era un papel arrugado, que ni siquiera estaba doblado. Lo expandí y lo alisé un poco. Me enfrasqué de lleno intentando descifrar aquél conjunto de notas que ni siquiera entendía. Lo gracioso es que lo necesitaba para poder empezar a entenderlo. Lo estiré frente a mí y entrecerré los ojos. Lo cierto es que había visto muchos mapas de tesoros antes y no tardé mucho en resolver ése. Miré hacia el cielo y calculé como pude la hora según el sol. No era muy tarde, por lo que tenía tiempo.

Volví a arrugar el papel y lo guardé, para seguidamente empezar a andar en busca de mi particular "tesoro". En este caso, se trataba de un lugar exacto. Una habitación.

Miré nuevamente la nota. Era un garabato algo malo. Me encontraba andando entre los muchos pasillos del lugar, pensando en mis cosas. Estaba tan metido en mi mundo que tuve que retroceder hasta estar cara a la puerta de entrada a la habitación. Revisé mi "guía" y verifiqué que era el lugar. Di dos toques a la puerta con el puño cerrado, no muy fuertes, y guardé el papel.

—Dejay, ¿estás dentro? —pregunté. Estaba allí por una sencilla razón, acordamos que me ayudaría con mi pequeño problema de lectura y estaba ansioso por empezar a practicar. Gracias al maestro Kazuki había mejorado bastante.

Miré a ambos lados del pasillo, y me toqué la noca con el brazo derecho, adoptando una pose algo rara, lo cierto es que estaba pensando en cómo saludar, y en qué decir.

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qCorto.Lol.

[Deja]

Después de un largo y completo día de entrenamiento, me dirigí a mi habitación. Serían las 17:50 cuando a paso ligero, iba a dar comienzo al final del día. A la noche.

Dentro de mi habitación, cierro las persianas mientras observo los últimos rayos de sol. Preparo la cama para ir a dormir y miro la hora, 18:30, no es muy tarde pero no tengo nada que hacer, entonces decido empezar a quitarme la ropa. En mitad de la labor, oigo que alguien está golpeando la puerta. Un poco después, oigo mi nombre en una frase con sentido interrogativo, no puedo descifrar el completo de la frase pero voy a abrir.

Me vuelvo a poner la camiseta y voy hasta la puerta. Es de manga corta, pero no tengo frío.

—¿Diga? ¿Quién es? —abro muy poco la puerta y asomo sólo la vista—. ¡Zait! ¡Qué visita más inesperada! ¿Qué tal?

Dejo la puerta abierta y voy hacia el baño intentando no tropezar con nada. A primera vista, la habitación es todo un desastre, papeles tirados por el suelo, la ropa suelta. Un caos. Lo único que está bien es la cama y eso porque la acabo de hacer.

—Pasa pasa, y perdona el desorden —entro en el baño—. Me voy a arreglar, siéntate en la cama si quieres y cuéntame que tal te va.

[Little Sho]

—¿Diga? ¿Quién es? —Dejay entreabrió la puerta, buscando conocer a aquél que llamaba a su puerta—. ¡Zait! ¡Qué visita más inesperada! ¿Qué tal?

—Hola —dije sonriendo. —Pues muy bien. Espero que tú también—inquirí, mostrando una duda en forma de deseo, queriendo preguntarle lo mismo. Todo cordialidades. La chica abrió la puerta del todo y simplemente se dirigió hacia el baño, algo que me dejó, en parte, perplejo.

—Pasa pasa, y perdona el desorden —dijo entrando al baño—. Me voy a arreglar, siéntate en la cama si quieres y cuéntame que tal te va.

Asomé la cabeza por el marco de la puerta y entré en la habitación cerrando la dicha. Me quedé allí parado y curioseé un poco. Era una jungla de ropa. Parecía que alguien había cogido todo lo que había en el armario y se había limitado a dar vueltas sobre sí mismo en mitad de la habitación, a la vez que tiraba todo por los aires. La ropa tenía la misma posición que con la que caía. La mayoría colgante, mientras que otras prendas simplemente descansaban en el suelo como si se hubiesen desfallecido en él. Me llamó la atención que lo único que estaba ordenado fuese la cama. Yo era a la inversa, mi cama era una leonera indescriptible y sin entendimiento alguno, mientras que lo demás procuraba mantenerlo ordenado. Era fácil, no tenía mucho que ordenar.

Me dirigí a la cama esquivando todo con movimientos felinos; delicados, insonoros y, sobretodo, precisos. Me senté en el colchón procurando no deshacer su envoltura.

—Vengo a pedirte ayuda. Ya sabes, con la lectura y todo eso —miré al techo, algo indeciso. —Si no te importa, me gustaría ir a la biblioteca. Después del particular entrenamiento con el Maesto Kazuki, prefiero ese lugar

[Deja]

—Vengo a pedirte ayuda. Ya sabes, con la lectura y todo eso. Si no te importa, me gustaría ir a la biblioteca. Después del particular entrenamiento con el Maesto Kazuki, prefiero ese lugar.—

—Ah cierto, el saludo, ¡hola! —no tengo ni la más mínima idea de porqué respondo eso. Quizá es nerviosismo—. El problema de la lectura, ¿me lo explicas de camino?

Tengo la cara y las manos mojadas, busco con el tacto la toalla para secarme. Me había lavado el pelo velozmente, para hacer esperar lo menos posible a Zait, y, el desorden no ayuda. El cabello sigue mojado, pero hago tiempo hablando de otro tema.

—¿Sabías que ya puedo salir de Tierra de Partida? Ya estoy preparada —hago una pausa mientras me revuelvo la toalla por el pelo y por la cara, no es nada suave. Tengo que acordarme de cambiarla o de pedir una nueva—. Bueno, al grano, necesitas ayuda con la lectura, ¿por qué? No leo mucho, pero bah... Te intentaré ayudar.

Salgo del baño y, sin tropezar con nada, voy hasta la puerta.

—¡Vamos! ¿Sabes donde está la biblioteca? Yo nunca voy por allí —digo abriendo la puerta y saliendo. Fuera hago un gesto con las manos y le ofrezco la posición delante de mí para seguirlo.

[Little Sho]

—El problema de la lectura, ¿me lo explicas de camino?

—Pues creía que ya lo sabías —dije. —Ya sabes... todo aquello de... —Me costaba bastante decirlo. Era cierto. Mientras yo intentaba vocalizar algo, Dejay estaba buscando una toalla por el baño para secarse.

—¿Sabías que ya puedo salir de Tierra de Partida? Ya estoy preparada —mientras, se cubrió la cabeza a la vez que frotaba, todo muy deprisa.—. Bueno, al grano, necesitas ayuda con la lectura, ¿por qué? No leo mucho, pero bah... Te intentaré ayudar.

Dejay salió finalmente del baño, en dirección a la puerta, yo me levanté de la cama y la seguí.

—¡Vamos! ¿Sabes donde está la biblioteca? Yo nunca voy por allí —dijo abriendo la puerta y dejándome pasar.

—Pues... Sí, ya sabes, hice allí un entrenamiento con Kazuki. Y sobre lo otro... Pues ya sabes, quiero aprender a leer —dije esta vez con mucha más seguridad y firmeza, sin avergonzarme por ello. —Y bueno, me vendría bien tu ayuda —Ya en el pasillo, miro a la chica y empiezo a andar en dirección a la biblioteca.

—Está por aquí, cerca. No tiene pérdida.

Tras eso, empecé a andar en dirección a la misma, sólo que me giré hacia Dejay y caminé de espaldas, queriendo conversar con ella.

—Entonces... ¿Ya puedes salir? —pregunté entusiasmado. —Yo me muero de ganas por viajar a otros mundos.

[Deja]

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Me das pie solo al diálogo, a ver que me hago. Haré los pensamientos en diálogo. xD Malahente

—¿No sabes? Has acudido a la mejor profesora —intento dar un poco de sensación sarcástica. Hay que conocerme bien para saber que no me gusta leer—. Veamos, no creo que sea difícil enseñarte.

—Puedo salir a cualquier mundo, sí, según me han dicho los maestros. Pero claro, con las debidas precauciones y esas cosas. Seguro que a ti no te dejan salir porque no estás preparado —él camina de espaldas, tiene un gran control sobre sus acciones y conoce el lugar. Interesante.

—Yo supongo, supongo, que habrá alguna forma de fugarse, ¿no? —estoy entrando en campos que no me conciernen. Aunque, a decir verdad, el es lo bastante mayorcito como para cuidarse, yo solo hago posibles nuestros pensamientos—. A lo mejor, hay algún mundo por ahí suelto o algo, o alguna entrada secreta. ¿Te lo imaginas? En mi mundo hay una cueva enorme, a lo mejor lleva a otro mundo. ¡Oh! Un día la tenemos que ir a visitar, cuando seamos fuertes, ¡ji,ji!

No paro de hablar, sigo y sigo, sin esperar respuesta. Cambio de tema porque creo que se siente molesto, quizá no le guste hablar de ello porque no puede salir aún.

—Bueno, al caso. No te avergüences por no saber leer, nadie nació aprendido. ¡No será difícil! Te lo prometo.

[Little Sho]

—¿No sabes? Has acudido a la mejor profesora —Reí por lo bajo, aunque intenté que no se notase mucho. De todas formas, echarse flores de vez en cuando no está tan mal—. Veamos, no creo que sea difícil enseñarte.

—Puedo salir a cualquier mundo, sí, según me han dicho los maestros. Pero claro, con las debidas precauciones y esas cosas. Seguro que a ti no te dejan salir porque no estás preparado .

Me replanteé lo dicho. Aunque me conociese bastante bien lo poco que había visto de Tierra de partida —pues estaba andando de espaldas, algo que me corroboraba— no me conocía el mapa entero. Eso y en parte mi poco entrenamiento, debían indicar mi todavía rango de novato básico. Quizás.

—Yo supongo, supongo, que habrá alguna forma de fugarse, ¿no?

Y por otro lado, estaba éso. ¿Fugarme? No, tenía que ser un buen aprendiz, avanzar rápido y así poder cumplir mis objetivos. Tenía que esforzarme. Además, si no podía salir, era sobretodo por el peligro.

—A lo mejor, hay algún mundo por ahí suelto o algo, o alguna entrada secreta. ¿Te lo imaginas? En mi mundo hay una cueva enorme, a lo mejor lleva a otro mundo. ¡Oh! Un día la tenemos que ir a visitar, cuando seamos fuertes, ¡ji,ji!—sonreí. Lo cierto es que nada más escuchar aquello, a mi mente viajó una imagen nítida. esa "llave" que el maestro Kazuki me "mostró" el otro día. Esa pequeña vía de escape para salir de Tierra de Partida, sin salir de Tierra de Partida. Toda una paradoja. Aunque igual sería cosa fea entrar... Pero, la curiosidad me mataba.

—Bueno, al caso. No te avergüences por no saber leer, nadie nació aprendido. ¡No será difícil! Te lo prometo.

—En parte me cuesta decirlo, suelo sentirme algo zoquete al pensar en ello. Gracias por acompañarme.

Con la palabrería, casi ni me di cuenta, estábamos justo en frente de la puerta de la biblioteca. A mi pesar, en ése momento me puse a pensar, y me di cuenta de que llevaba una buena temporada dirigiéndome casi a diario a la biblioteca. En algún momento la sacaría de mi cabeza.

Abrí la puerta y la sostuve para que Dejay también pasase.

—Aquí estamos —dije. —Busquemos una mesa. Por aquí —indiqué con una sonrisa pícara en la boca, dirigiéndome hacia la sección infantil.

[Deja]

—No pasa nada hombre, no tengas vergüenza. Yo te ayudaré. Veamos —es una conversación por lo que decido describir lo que ambos pensamos. La biblioteca. Pero desde mi punto de vista—, vaya edificio. ¡Es enorme! Mira las ventanas. ¡Oh! Esas vidrieras son muy bonitas, la luz del sol hace que se coloreen. ¡Forman imágenes y todo! Es increíble, me encanta.

Y es cierto, las vidrieras circulares de la biblioteca son preciosas. Lo que más me llama la atención a primera vista, los libros están en un segundo plano, todo se rige por mis intereses.

—Vaya libros, hay demasiados libros. Grandes, pequeños, antiguos y nuevos. De todo tipo. Mira todas esas estanterías, son gigantes. Llenas de pequeños documentos o libros. ¡Bah! ¿Por dónde empezamos?

En el medio de dos estanterías, hay un cartel muy grande que pone el nombre de la sección. El que está en frente nuestra pone "Sección Infantil".

—A ver... No sé como decir esto —camino un poco hacia delante y le doy la espalda—. No pretendo ofenderte, pero creo que será mejor empezar por la sección infantil. Para que vayas conociendo las letras —me di la vuelta y sonreí tímidamente—. Bueno, esto... si quieres. No sé como llevas el tema de la lectura.

Ando un poco y observo los libros, me apetece seguir hablando de los mundos exteriores. Me atrae la idea.

—Oye, ¿no te gustaría salir por ahí, como dos aprendices de maestro, y batirnos contra enemigos reales? Debe ser una sensación brutal.

[Little Sho]

Tras llegar Dejay empezó a describir la biblioteca con un enorme énfasis. Y estaba de acuerdo con ella, las vidrieras eran preciosas.

—A ver... No sé como decir esto —dijo yendo hacia delante y dándome la espalda—. No pretendo ofenderte, pero creo que será mejor empezar por la sección infantil. Para que vayas conociendo las letras. Bueno, esto... si quieres. No sé como llevas el tema de la lectura.

Le miré de arriba abajo arqueando la ceja, con una mirada algo punzante. — Ya tenía pensado venir aquí —inquirí con una cara sarcástica, que no duró mucho. —Los entrenamientos con el Maestro Kazuki me han ayudado bastante, por lo que no creo que me quede mucho tiempo aquí...

—Oye, ¿no te gustaría salir por ahí, como dos aprendices de maestro, y batirnos contra enemigos reales? Debe ser una sensación brutal.

—Estaría bien, sí —. Miré al cielo y una idea me vino a la cabeza. —Hay algo que quizá me gustaría hacer en esta sección —dije esta vez con una sonrisa no tan legal. Aunque me lo replanteé, tenía que leer. Pero... Yo me movía por la curiosidad.

—Espérame aquí. Siéntate en una mesa si acaso. Ahora vuelvo —lo dije todo rápido, mirándole a la cara y moviendo el dedo índice, era algo serio. Sería mejor que no me siguiese.

Fui rápido, sutil y eficaz. Pronto volví con un libro en las manos, uno muy especial. Miré a Dejay y le sonreí muy pícaramente. Me acerqué a ella y le hablé entre susurros. —Será mejor que nos apartemos un poco de aquí —dije mirando al serio Moguri encargado de la biblioteca. —Ya sabes, perdernos entre las estanterías.

[Deja]

—¡Oh! ¿Y ese libro? —pregunto señalando el objeto que porta Zait—. Es muy... ¿Interesante?

Tal y como él había dicho, el libro era "especial" a su manera. La verdad es que no parece un libro de lectura habitual, de estos que todo el mundo conoce o se habla de él. El moguri, serio, observando todo lo que ocurre a las puertas de la biblioteca, acecha. Zait propone escondernos, o alejarnos de allí. Menciona "perdernos" pero supongo que se refiere a que nos escabullamos.

—¡Vale! Perdámonos entre los pasillos —lo cojo de la mano y lo llevo conmigo, sin hacer fuerza ni ser bruta—. Las estanterías son muy grandes, y tienen libros muy variados. Yo no he leído ningún libro, en mi vida. O sí, leí uno cuando era pequeña pero no era grandioso ni conocido.

Caminamos entre las montañas de libros, ya lejos del moguri, giro hacia la derecha y me siento en la primera mesa. Entre nosotros y el moguri hay unas cuantas estanterías.

—El lugar es perfecto ¿Preparado?

[Little Sho]

—¡Oh! ¿Y ese libro? —me preguntó Dejay—. Es muy... ¿Interesante?

—¡No sabes cuánto!

Le eché una nueva ojeada, el tacto de su tapa era suave, lucía fresco y juguetero, a la par que infantil.

—¡Vale! Perdámonos entre los pasillos —dijo la chica cogiendo mi mano—. Las estanterías son muy grandes, y tienen libros muy variados. Yo no he leído ningún libro, en mi vida. O sí, leí uno cuando era pequeña pero no era grandioso ni conocido —"Ya somos dos", pensé.

Juntos, yo guiado por Dejay, nos adentramos por aquella selva de estanterías con páginas impresas por hojas y tapas de libros por copas, iluminada con luces y delimitada por paredes, por ese entresijo de pasillos que parecía un enorme laberinto. Buscábamos nuestra particular aventura. Llegamos hasta una alejada mesa dónde me senté, e incité a que mi acompañante igual lo hiciese,y puse el libro en el medio de la mesa.

El libro acechaba mi mente y penetraba profundamente en ella, cubría mi atención al completo, cómo la última vez. Me llamaba a entrar con una energía alegre, simpática y jovial; irresistible.

Miré a Dejay con una sonrisa. —Prepárate. Será divertido —dije abriendo el libro, y posando mis dedos en su primera página. Un fugaz destello cegador nos iluminó por completo, y yo, en un acto reflejo, cogí la mano de Dejay con fuerza, al igual que cerré mis ojos.

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ME HACÍA MUCHA ILU >O (?)

Al volver a abrirlos, pude notar una suave brisa en mi cara, noté cálida y agradable. Nos encontrábamos en medio de lo que parecía un bosque, completamente rodeados de Acres. Me adentré por los árboles, haciéndole un gesto a Dejay para que me siguiera, hasta que dimos a parar a una pradera. No andamos mucho, estábamos prácticamente a la entrada. Había un tronco en medio, un grupo de palos al lado y... Nada más, o eso parecía.

[Deja]

Para variar, Zait se sienta a mi lado. El libro se abre lentamente y se sitúa en una página cualquiera, no parece un libro normal, ni uno para principiantes o para aprender a leer.

—¿Seguro que quieres empezar con este?

El libro desprende una luz luminosa, fugaz y cegadora al quedar con las páginas abiertas y sin movimiento. Zait lo mira atentamente. Noto sus cálidos dedos estrechándose entre los míos, quizás la primera vez que alguien me coge de la mano por iniciativa propia, y aún encima es por nerviosismo.

Cierro los ojos y mi mente deja de funcionar. Una serie de sensaciones extrañas me concurren por dentro.

***

Abro los ojos y, como si de magia se tratase, me encuentro en un lugar recóndito, diferente. Un paisaje redundante, poblado de una naturaleza sin igual, lleno de unos árboles extraños llamados acres y demás arbustos. Un sol poniente que hace relucir las hojas, acompasadas por pequeñas olas de brisa. Aire puro que entra por mis pulmones y reconforta la nariz. La cuál toco un poco con mis dedos.

Zait me hace un gesto para que lo siga. Puede que conozca el lugar, estaría bastante mal perderme por aquí así que decido seguirlo. Me lleva por un camino un tanto estrecho en el que abundan las flores, decido coger una flor.

Paramos y paso por delante de él para ver el paisaje, mucha naturaleza en forma vegetal, pero ningún animal.

—¡Mira! ¡Qué flor he encontrado! —se la pongo en la cara para que la vea bien. Es azul y tiene unos pétalos tan bonitos que me quedo ensimismada observándolos— ¿Te gusta? Hay muchas más por ahí, pero esta es única —digo enfatizando la flor, aunque no lo sea—. ¿Y este sitio? ¿Dónde estamos?

[Little Sho]

Dejay me enseñó una flor muy bonita y de color azul, poniéndomela prácticamente en la cara.

— ¿Te gusta?

— Sí, es muy bonita

— ¿Y este sitio? ¿Dónde estamos?

— Este lugar se llama Bosque de Los Cien Acres, y es algo así como un mundo "oculto" en un libro. Es muy tranquilo y por aquí no hay sincorazones —me había preocupado en informarme sobre el mundo desde que entré por primera vez.

— Cuando estuve aquí, me fijé en un sitio muy curioso. Será divertido —dije con una carismática sonrisa en la cara. La aventura me llamaba, con una fuerza superior a mí, que me empujaba a emprender camino cuanto antes y buscar con el alma de un curioso cazatesoros y trotamundos.

— Sígueme —indiqué a la joven con un gesto de mano, a la vez que me adentré por uno de los caminos que llegaban, o salían, hasta la pradera.

Empecé a andar, esperando que Dejay me siguiese. Pasé por sitios que había visto antes, con el fin de encontrar aquello que, en su momento, me llenó de curiosidad y afán de explorador. Finalmente, tras pasar entre acres, ríos y prados, llegué al lugar. Delante mía estaba la Cueva Tenebrosa.

— ¡Entremos! —dije a Dejay mirando hacia la cueva. — Venga, ahí dentro puede haber de todo. Quizá encontremos algo útil.

Y por último, esperando a que Dejay me siguiese, me adentré en la cueva, la cual recibía a sus intrépidos visitantes con un gran "hall" no tan oscuro, debido a que cerca se encontraba la entrada. Al fondo de la amplia entrada, se divisaba un pasadizo que no sabía a dónde llevaba. A la aventura, eso es lo que ansiaba. Pegados a las paredes rocosas del lugar, enormes bloques de lo que parecía hielo se imponían acentuando aún más la armonía oscura y fría, pero que a su vez tenía un tranquilo silencio que reinaba en paz.

Me aventuré al fondo de aquél lugar ignoto y al poco de seguir andando un trozo de roca cayó del techo de la cueva. Lo esquivé con peligro y asombro a la vez, y me giré hacia Dejay para advertirle.

— Tendremos que tener cuidado —dije con más calma de la que debería. — Aunque esto no me impedirá explorar.

[Deja]

Un nuevo mundo aparece ante nosotros, al parecer mi compañero de aventuras, al que hace poco le ha gustado mucho mi flor. Me siento un poco acalorada, quizás sea mi particular método infantil.

—¡Un nuevo mundo! —río mientras camino sin cuidado alguno por la cueva— Aventura... ¡Allá vamos!

La cueva es, como muchas otras, el prototipo de lugar terrorífico, con sus estalactitas y sus estalagmitas forma un lugar asombroso.

—Es muy bonito, creo me falta mucho mundo por explorar a mí... Pero el lugar es espectacular. ¡Vamos hasta el fondo, quizás encontremos algo interesante! —agarro de la mano a Zait y lo llevo conmigo hacia las partes más oscuras y más internas de la cueva.

Levanto la vista mientras lo llevo conmigo y observo el ambiente, es muy concurrido, como si estuviera hecho por un agente externo.

—"¿Cómo es que estamos dentro de un libro, si se supone que somos bastante más grandes que él?"

—¡Eh! Zait, ¿el libro se ha hecho grande, o somos nosotros que nos hemos hecho pequeños?

[Little Sho]

—¡Un nuevo mundo! —dijo Dejay enérgica, empezando a andar por la cueva con gracia y soltura, con espíritu— . Aventura... ¡Allá vamos!

Por mi parte seguí mirando al techo de la cueva. Aquellos trozos de roca ya no parecían tan amenazantes. Dejay agarró mi mano y juntos fuimos hacia el fondo de la cueva, adentrándonos en ella. Me limité a seguir andando con decisión, ensimismado en todo aquello que me rodeaba y pensando en todas aquellas cosas que podríamos encontrar en su interior. ¿Monstruos? Nah. Además, no tenía nada que tener, tenía a Dejay que era una veterana aprendiz. Me reí tras pensar en aquella unión de veterano y aprendiz, que por su significado no ligaban muy bien.


—¡Eh! Zait, ¿el libro se ha hecho grande, o somos nosotros que nos hemos hecho pequeños?—dijo la joven, internándose en mis pensamientos. Tras eso, me puse a pensar cual filósofo, llevándome la mano derecha a la barbilla.

— Pues teniendo en cuenta que abrimos el libro, y que el libro sigue en la biblioteca; hemos entrado en el libro. Y si hemos entrado, somos nosotros los que somos más pequeños.

Tras mi no muy profundo análisis de la situación, me vino a la cabeza una imagen de Dejay y yo diminutos correteando por un libro gigantesco, con letras más grandes que nosotros.

Me vino a la memoria una de las razones por las que estábamos allí. Mejor dicho, era la principal. Quería explorar la cueva, pero eso era algo que perfectamente podía hacer después. De no ser por eso, seguramente habría traído un libro y lo primero que habría hecho tras llegar hubiera sido practicar un poco.

— Te explico —dije mirando a Dejay, aclarándole la situación. — El osito Pooh... —paré en seco tras darme cuenta de que la joven no conocía a mi amarillento amigo. — Ya te lo presentaré —dije riendo, y proseguí. — El osito Pooh me dijo que aquí dentro había un tesoro. Un tesoro muy especial. Me pidió que viniese a buscarlo, por que la cueva, bueno, puede ser peligrosa, ya sabes. Tengo mucha curiosidad, ¿qué será?

Seguí caminando, siguiendo al pie de la letra las indicaciones que el osito, de aparente peluche, me había dado. Y entonces, pude distinguir una sombra en aquella cavernosa oscuridad. ¡Tenía que ser el tesoro! Apresurado, me adelanté hasta el lugar y me agaché a comprobar aquel maravilloso objeto. Tras palparlo y alzarlo para observarlo mejor, me llevé una pequeña decepción.

— Debí habérmelo imaginado —dije con una sonrisa sincera. Era muy obvio. Sostenía en mis manos un gran tarro lleno de deliciosa sustancia dorada. En el tarro, estaba inscrita una palabra que ya conocía; "HONEY".

Tras reirme, miré a Dejay y alcé mis hombros.

— Supongo que eso es todo.