[Encuentro] El Paso por la Ciudad

[Soul Artist]

Hitori eliminó al Sincorazón que había debilitado de una estocada, borrando su existencia del Distrito 2. Dibujé una mueca en mi cara, dedicándole una mirada con los ojos algo cerrados y con un poco de enfado en mi interior: claro que lo había derrotado, ese Sincorazón lo había debilitado yo. El mérito era mío.

El fenómeno del que fui espectador al eliminar el Sincorazón me dejó sorprendido. El cuerpo de este desapareció y, en su lugar, un corazón rosado surgió, comenzando a elevarse hacia los cielos. La luz que desprendía el órgano me dejó maravillado, casi hechizado. Me mordí el labio y, mientras mi compañero atacaba a otro de aquellos soldados, saqué mi cuaderno de notas y un bolígrafo para tomar apuntes sobre lo que acababa de ver. De paso, anoté unos ligeros apuntes sobre el Sincorazón, al que puse de nombre "Soldado".

—Bien, bien... —susurré, apuntando con más energía—. Esta información me puede ser útil, sí... Ajá...

Observé al Soldado al que Hitori había atacado con Piro y observé su reacción. Nuevamente, me dediqué a tomar más apuntes; me venían torrentes de información acerca de los enemigos, pues no era lo mismo conocer de un libro que en presencia de dichos enemigos. Me vendría bien para mis propias investigaciones; incluso me atrevería a atrapar a uno de ellos y llevármelo a Tierra de Partida para aprender más de él si no fuese por posibles broncas de Nanashi.

Hitori me indicó que era mi ocasión para atacar, pero negué con el dedo índice.

—Aquí el que tiene que aprender a luchar eres tú, mi inútil compañero —le indiqué, volviendo a mis apuntes—. Así que hazme un favor y elimina los dos que te quedan. Creo que con estos dos sujetos de estudio tendré suficiente para un conocimiento básico de esta clase de enemigo, "Soldado"...

[Hitori]

Hitori se quedó perplejo al ver que su compañero se limitaba a escribir en su cuaderno en vez de prestarle ayuda en el combate. El chico intentó ver qué escribía el otro aprendiz, pero le resultó imposible. Cuando Hitori le indicó que era su turno de atacar, Kit tan sólo le indicó que siguiese luchando él solo contra los Sincorazón a los que llamaba "Soldado", y los cuales parecía estar investigando.

El chico suspiró y se giró de nuevo en dirección a los Soldados, comprobando que el que había tumbado estaba ya de pie.

—Como quieras... —murmuró, agarrando su Llave con fuerza—. Más diversión para mí.

Hitori se lanzó hacia el Sincorazón al que había golpeado con el hechizo de fuego, y le asestó una fuerte estocada que le hizo caer de nuevo. Acto seguido, lo golpeó con fuerza, haciéndolo desaparecer y dando lugar a otro nuevo corazón que desapareció en el cielo.
Por desgracia, el joven se había ensimismado tanto en el combate que no se percató de que el otro Soldado se le había acercado por detrás. Incapaz de esquivar el golpe, tan sólo logró girarse en el último momento, recibiendo un zarpazo en el pecho.

El chico se echó hacia atrás, algo dolorido, pero pronto se recuperó del golpe. "Al menos no me dio por detrás", pensó. Empuñó nuevamente su Llave y, evitando gastar más energía mágica, decidió lanzarse en un ataque directo. Tras un potente combo, que finalizó con una patada, el Sincorazón se desvaneció en la oscuridad.

Hitori suspiró de alivio y, todavía con la espada en mano, se acercó a Kit, quien seguía tomando notas.

[Soul Artist]

Oh, aquella era información de primerísima categoría. No pude quitar vistazo mientras Hitori intentaba encargarse de los Sincorazón, eliminando uno más con un ataque directo y liberando así su corazón. Pero la parte más interesante fue cuando el Soldado atacó al joven a conciencia. Podría haberle avisado, pero la oportunidad de ver cómo atacaba era única, por lo que decidí guardar silencio y sencillamente apuntar. Además, así aprendería a mantenerse alerta siempre... Como yo...

... Que justo después de pensar aquello me vi tirado en el suelo.

El porqué estaba en aquella cómica posición era un nuevo Sincorazón que había surgido a mi espalda sin previo aviso y me había golpeado para tirarme al suelo. Sus ojos estaban cubiertos por unas grandes gafas de aviador, puestas junto con un casco que terminaba en una extraña hélice que, junto a sus alas aparentemente mecánicas, le permitía volar. Parecía una evolución de los Soldado, mucho más fuerte en mi opinión y, por tanto, peligrosa.

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Solté un gruñido, me levantó y recogí el cuaderno de notas del suelo. No era momento para anotaciones; escribiría lo que pudiese sobre aquel Sincorazón más adelante, aunque fuese información imprecisa e incompleta. Invoqué mi Llave Espada y le señalé con ira.

—¡Maldito! —grité, lanzándome a él con fuerza.

El Sincorazón intentó voló hacia su izquierda, esquivando mi ataque. Chasqueé la lengua, enfadado; me había evitado solo porque estaba desconcentrado. Tomé aire y le apunté de nuevo, preparado para otro ataque mágico. Si de algo podía gozar, era de puntería: mi padre bien me había enseñado a veces a disparar, por lo que no podía seguir fallando durante mucho más tiempo.

—¡Aqua! ¡Electro!

Mi intención era invocar una ola electrizante que no solo acertase en el enemigo, sino que le paralizase y tirase al suelo. Aunque me quedaba por mejorar aquella habilidad, cuyo nombre debía buscar, el hechizo había funcionado; un torrente de agua fría y eléctrica acertó en el enemigo, provocándole graves daños y tirándole del aire. Sonreí con algo de malicia y giré mi cabeza rápidamente a Hitori.

—¡Esta es nuestra oportunidad! —señalé, echándome atrás con un salto y pegándome a su espalda—No la cagues. ¡Hagamos un hechizo conjunto! ¡Carámbanos eléctricos!

Ante mí un bloque de hielo surgió, preparado para lanzarse contra el enemigo paralizado en el suelo. En cuanto mi compañero hiciese un Electro a mi hechizo, golpearía el bloque para que se fraccionase en múltiples trozos de hielo que no solo dañarían al enemigo aunque intentase volar para esquivarlo, sino que además la electricidad enviada machacaría más su cuerpo mojado.

[Hitori]

—¡Maldito! —Hitori se giró al escuchar ese grito de Ivan, alarmado. Un Sincorazón nuevo había aparecido: esta vez, tenía alas y un extraño gorro de aviador. Parecía que aquel Sincorazón había atacado a Ivan, pues el chico le atacaba con rabia, aunque no de una forma muy efectiva.

Hitori se limitó a observar cómo Kit luchaba contra su nuevo contrincante. Con un hechizo de agua y electricidad, tumbó al Sincorazón, pero éste no desapareció. Antes de que se recuperase, Kit se aproximó a Hitori y le indicó que hicieran un hechizo combinado, llamado "Carámbanos eléctricos".

Kit hizo aparecer un enorme bloque de hielo y, suponiendo por el nombre lo que debía hacer, Hitori efectuó un fuerte hechizo electro, partiendo el bloque en mil pedazos que se proyectaron contra el Sincorazón aviador, haciéndolo desaparecer.

Hitori no bajó la guardia, aún después de la derrota de su enemigo, temiendo que un nuevo Sincorazón o un grupo de ellos apareciese.

[Soul Artist]

El hechizo conjunto había servido para eliminar el Sincorazón, pero el resultado fue un tanto desastroso. El Electro de Hitori fue el que destrozó el bloque de hielo, en vez de yo, y por tanto miles de pequeños cristales helados explotaron cerca de mí. Era un ataque tan poderoso y caótico que no pude hacer nada para evitar que muchos de los trozos helados me golpearan, propulsados por una poderosa onda eléctrica que me dejó más atontado incluso y me lanzó a la barandilla que daba a la fuente.

—¡Joder!

Me tomé unos segundos para recuperar el aliento tras tal ataque y me levanté del suelo con algo de pesar. Notaba cómo en mi brazo derecho algunos pequeños trozos helados se habían clavado a mi camisa, y suerte que mi cara había quedado intacta. Observé a mi compañero, algo enfadado.

—¡Eso casi nos mata, imbécil! —grité, pasándome la mano por el labio y comprobando que no había sangre—. No, la culpa es mía. Debí imaginar que no eras capaz ni de hacer un simple hechizo elemental bien.

Estaba enfadado y dolorido. Además, había gastado todas mis energías en aquel ataque; estaba al límite, no podía seguir luchando. Me acerqué a paso lento a mi cuaderno de notas, tirado en el suelo por el sorprendente ataque, y cogí mi bolígrafo. En vez de tomar apuntes sobre el Sincorazón que nos había atacado, escribí una pequeña advertencia para mí mismo:

"Nota mental:
No depositar más confianza en Hitori. Es un inútil."

Chaqueé la lengua y observé a mi compañero. Seguía enfadado por lo que había sucedido.

[Hitori]

Hitori no se había percatado de que su hechizo conjunto con Ivan había dañado a su compañero hasta que escuchó un fuerte golpe a su espalda, provocado por el choque del chico contra una barandilla. Después de soltar un grito, Kit se quedó jadeando en el sitio, intentando recuperarse por el choque y por la impresión. Hitori se acercó a Kit mientras éste miraba su ropa y palpaba distintas zonas de su cuerpo para comprobar si estaba herido.

—¿Estás... bien? —preguntó Hitori, eludiendo la dura mirada que le había dirigido Kit.

—¡Eso casi nos mata, imbécil! —gritó, haciendo que Hitori saltase hacia atrás—. No, la culpa es mía. Debí imaginar que no eras capaz ni de hacer un simple hechizo elemental bien.

El chico bajó la cabeza, apesadumbrado. Había fallado en la sencilla tarea que Kit le había ordenado, y aquello le hacía sentirse realmente inútil por primera vez. A pesar de que Ivan le había llamado inútil múltiples veces, nunca lo había hecho por una razón real; en cambio, en aquella ocasión, sí hubiera tenido razón al insultarle.

El chico evitó decir nada. Tan sólo se mantuvo en silencio, esperando a que Kit dijese algo o fuese a algún sitio. Sin embargo, antes de que su compañero pudiese hacer nada, los dos jóvenes escucharon un fuerte estruendo que provenía de la pequeña plaza que estaba delante de la catedral.

Unas enormes piezas de armadura empezaron a caer de los cielos. Juntas formaron una especie de armadura de tonalidades moradas, cuyos brazos y piernas permanecían exentos al cuerpo, pero aún así unidos por algún tipo de fuerza. El emblema de los Sincorazón podía apreciarse en el centro del cuerpo. Pocos segundos tras la caída de las piezas, el casco de la armadura cayó de golpe encima del cuerpo, completando así al Sincorazón, que empezó a moverse en dirección a ellos.

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Hitori miró a la armadura, algo asustado; sin embargo, empuñó nuevamente la Llave Espada.

—¿Qué hacemos? —dijo únicamente, sin dejar de mirar a su enemigo.

[Soul Artist]

Sonidos metálicos. Una armadura gigante. Emblema de Sincorazón. Por mi cabeza rápidamente pasó la traducción de aquellos tres elementos juntos, de la situación en la que había ido a meterme:

Problemas. Problemas muy gordos.

El que parecía ser el padre de los Sincorazón que nos habíamos cargado avanzaba hacia nosotros con pasos que hacían temblar el suelo de las toneladas que debía pesar. Hitori me preguntó qué debíamos hacer, pero le ignoré: tomé mi cuaderno de notas y comencé a apuntar aquel comportamiento. ¿Había aparecido por los Sincorazón que habíamos eliminado? ¿Sería su líder? Tal vez aquellas oscuras criaturas no fuesen tan tontas después de todo si podían organizarse en grupos y elegir al más fuerte de ellos como su jefe. Si hasta incluso este venía a proteger a los demás, o vengarse de nosotros. Todo aquello era información muy jugosa.

Tanto, que acabé no dándome cuenta de que había llegado hasta la fuente y que sus dos enormes ojos amarillos me observaban a través del casco. Su altura era descomunal; desde el piso inferior podía alcanzarme la vista. Tragué saliva.

—¡Hola! —saludé tontamente, sin saber qué decir—. Eh... Buen día, ¿no?

No supe si había entendido mi idioma siquiera. El Sincorazón, sencillamente, pegó un salto descomunal y al segundo después me encontré corriendo en dirección contraria mientras una sonora lluvia de metálicas piezas caía detrás de mí, intentando aplastarme en mi huida.

Supuse que Hitori venía detrás de mí, o más le valía, pues no pensaba detenerme por nada en aquel mundo. Estaba demasiado debilitado por el desastroso ataque conjunto que acabábamos de realizar, como para intentar hacer frente a un señor Sincorazón. Abrí corriendo la puerta del Distrito 1 y, una vez pasó mi compañero, la cerré de golpe. No sin antes observar cómo la Armadura, nombre que mi mente rápidamente le puso, había vuelto a recomponerse y se movía rápidamente en nuestra dirección. Cerré de un portazo y me eché atrás apuntando con la Llave Espada, haciendo aparecer la sombra de una cerradura en la entrada y lanzando un halo de luz a esta. Un pequeño sonido de cierre me relajó, junto con un temblor en la puerta que correspondí a que la Armadura había chocado con ella.

Me tiré al suelo, cerca de la puerta de la Orfebrería, y jadeé con fuerza mirando al cielo. Aquello había estado cerca, tanto que casi podía ver pasar mi vida por delante de mis ojos. Noté que por mi frente estaba resbalando algo de sudor que no tardé en limpiarme con la manga de la camisa.

—Vale —señalé con el dedo a Hitori—. Ha sido... Un día... Provechoso, ¿eh?

Me levanté con esfuerzo y temblando ligeramente, notando cómo me temblaban las piernas del cansancio de la lucha y de la carrerita que acababa de pegar. Me quité las gafas, pues el calor de mi cuerpo había comenzado a empañarlas, y las guardé en uno de los bolsillos de mi pantalón.

—Vámonos a casa. Tengo ganas de una ducha...

—¿Ivan?

No. No, no, no.

Me mordí la lengua nada más oír aquella voz, reconociéndola al instante. Sabía demasiado bien de quién era. Era inevitable no volver a verle, y tendría que visitarle antes o después... ¿Pero tenía que ser en ese momento? ¿Completamente sudado? ¿Con Hitori? Oh, aquello me enfadó más. Como dijese que había hecho un amiguito me moriría de vergüenza. Busqué lugares por donde huir, pero, a menos que saltara al callejón, no había escapatoria. Y hacer aquello sería demasiado llamativo.

Dirigí mi mirada hacia mi derecha, a la rampa que comunicaba con la plaza del Distrito, y saludé amargamente al hombre que se acercaba hacia mí con una amplia sonrisa. Mis labios, por otra parte, no podían ocultar una significativa mueca de desagrado.

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—Hola, papá.

[Hitori]

La gran armadura se acercaba más y más, pero Kit ignoró la pregunta de Hitori y se limitó a retomar sus notas. El joven empezó a alarmarse ante la imprudente actitud de calma de su compañero.

—Kit, deja de tomar notas... se está acercando demasiado —le informó, mientras el Sincorazón se aproximaba cada vez más. Sin embargo, el joven de gafas no le hizo caso alguno—. ¡Kit, en serio, está demasiado cerca!

Hitori miró a la armadura, al ver que Kit le ignoraba, absorto en sus apuntes. La enorme armadura estaba ya a pocos metros de ellos; empezaba a retumbar el suelo a cada paso que ésta daba. Hitori tan sólo apuntó al Sincorazón con su Llave, sin saber bien qué hacer. Cualquier ataque podría alterarla y hacer que contraatacase... pero quedarse quietos no iba a solucionar nada. Lo único que podían hacer era correr, y Kit no parecía estar por la labor.

La gran armadura llegó hasta ellos. Ivan levantó la vista hacia la cabeza de ésta y la saludó tontamente.

—¡¡Ivan!! —gritó Hitori, al ver que la armadura había dado un gran salto. Supuso que el salto precedía a una gran caída... encima de ellos—. ¡¡Corre!!

Antes de que el Sincorazón se les cayese encima, los dos aprendices echaron a correr, escuchando el estruendo y notando el retumbo del suelo en sus pies causados por la caída. Hitori miró atrás. La armadura ya se había girado y corría hacia ellos a un ritmo trepidante. El chico aceleró el paso, casi adelantando a Kit, y juntos pasaron por la puerta que conectaba al Distrito 1. Hitori se cayó al suelo nada más llegar, mientras que Kit cerró la puerta y la selló con su Llave Espada.

Suspiró de alivio. Estaba sudando, más por el terrible momento de gran tensión que por la carrera que se había echado. Miró a Kit, quien parecía estar en la misma situación que él. Tras recuperar el aliento, hizo desaparecer su Llave Espada, la cual todavía llevaba en la mano, y se acercó a Kit.

—Vale. Ha sido... Un día... Provechoso, ¿eh? —el joven se quitó las gafas—. Vámonos a casa. Tengo ganas de una ducha...

De repente, una voz pronunció el nombre de Ivan. Hitori miró al lugar de donde provenía la voz, y se encontró con un hombre alto, de aspecto algo joven, que parecía rondar los 30 años. Su pelo negro y corto, las gafas y sus facciones le recordaban extrañamente a alguien...

—Hola, papá —dijo Kit. El corazón de Hitori dio un vuelco, y el chico miró inmediatamente a su compañero, asombrado. Aquel hombre era el padre de Ivan Kit. Hitori se sintió algo tonto al no haberse dado cuenta antes; era obvio que ese hombre le recordaba a Kit o, más bien, Ivan se parecía mucho a su padre. El joven se giró hacia el padre de Ivan.

—Buenas tardes, ehm... señor Kit —dijo, intentando ser lo más formal posible.

[Soul Artist]

—¡Ivan, hijo mío!

Para mi desagrado, mi padre se abalanzó a mí y me rodeó con sus brazos, aplastándome contra él. De forma inmediata, me puse rojo como un tomate y comencé a patalear y mover los brazos con fuerza intentando librarme de él, aunque era completamente incapaz de hacer frente a la fuerza que presentaba.

—¡Dios, papá, basta ya! —grité histérico, queriendo librarme de él. El viejo obedeció y dirigí una mirada de reojo a Hitori, lo cual hizo que me pusiese más rojo todavía. Estupendo, había quedado en ridículo frente a él cuando debía ser su modelo a seguir. Dibujé una mueca de desagrado en mi cara que, por supuesto, Ryan no supo interpretar, pues comenzó a lanzar su torrente de preguntas.

—¿Cómo es que estás por aquí? ¿Ya eres un Caballero de la Llave Espada, como Ronin? ¿Por qué no nos avisaste a tu madre y a mí? ¿Quién es él, tu amigo o tu...?

—¡¡Es un compañero!! —solté alzando mucho la voz e interrumpiéndole mientras se acercaba a Hitori y le observaba de arriba abajo—. ¡Solo eso! ¡Dios, papá, me gustan las mujeres!

—Tú ni caso, siempre he sospechado que le gustaba también la carne —susurró a Yagari tapándose un poco la boca con la palma de la mano y, por tanto, permitiéndome escuchar todo cuanto decía—. Tú ya me entiendes.

—¡¡Papá!!

Estaba a punto de darse la situación que siempre me tocaba sufrir con mi padre: su pesadez y lo terriblemente pesado que podía ser. Él siempre había sido alguien que intentaba llevarse bien con todo el mundo, demasiado social. No era capaz de entender cuándo alguien quería estar solo o no querer ser molestado, y tampoco era capaz de ver cuándo avergonzaba a su hijo. Como en el instituto: llegó un punto en el que ya ni le pedía que viniese a las conferencias del día del padre.

—Es broma, hijo —aseguró él, riéndose para sí mismo y poniéndome la mano en el hombro—. Incluso viene bien que estés por aquí. Vamos, te invito a ti y a tu amigo a cenar al restaurante de la plaza. No es lo mismo sin Irian, la camarera, pero la comida sigue siendo deliciosa...

—Tenemos cosas que hacer, papá —aseguré con seriedad, observando a mi compañero—. Somos Caballeros, no tenemos tiempo que perder.

—Oh, venga, siempre puedes sacar unos minutos para tus padres —me recriminó, aunque le ignoré con facilidad—. Además, seguro que tu compañero está muerto de hambre. Puedes probar la especialidad del chef, Filet Mignon: te la recomiendo encarecidamente, no encontrarás plato igual en ningún otro mundo cercano...

[Hitori]

Antes de que Hitori se diese cuenta, su compañero protagonizaba un encantador reencuentro con su padre, quien le abrazaba con fuerza. Mientras Kit forcejeaba para librarse de los brazos de su progenitor, Hitori se dejó llevar por sus pensamientos, que le recordaban a aquel hombre que una vez fue su padre.

No recordaba demasiado de él. Sus recuerdos estaban difuminados, eran confusos. Apenas recordaba su rostro o su voz... como si en realidad todo hubiera sido un sueño. Tampoco recordaba cómo murió. Tan sólo le venía a la mente el llanto de su madre, que continuaba incluso semanas después de que su padre dejase de estar.

En el fondo, odiaba a ese hombre.

La mirada de Kit le sacó de su ensimismamiento. Se dio cuenta de que había estado mirando hacia la escena, aunque no se había dado cuenta hasta entonces. Ivan se puso rojo, seguramente imaginando que estaría pensando en la escenita con su padre. De repente, el padre de Ivan se puso a hacer preguntas sin más.

—¿Cómo es que estás por aquí? ¿Ya eres un Caballero de la Llave Espada, como Ronin? ¿Por qué no nos avisaste a tu madre y a mí? ¿Quién es él, tu amigo o tu...? —Kit no tuvo tiempo a contestar entre pregunta y pregunta, pero soltó un grito ante la última, interrumpiendo lo que el señor Kit intentaba decir. Hitori ladeó la cabeza, curioso.

—¡¡Es un compañero!! ¡Solo eso! ¡Dios, papá, me gustan las mujeres!

Ante la respuesta de su compañero, Hitori se percató de la insinuación, poniéndose automáticamente colorado y bajando la cabeza. Mientras, el padre de Kit se acercó al chico.

—Tú ni caso, siempre he sospechado que le gustaba también la carne —le susurró —. Tú ya me entiendes.

Hitori se puso aún más colorado. "¿De verdad Kit...? Nah, es imposible...", pensó.

Acto seguido, el señor Kit invitó a ambos jóvenes a comer algo. A pesar de que Ivan se negó, siguió insistiendo, hasta que hizo una oferta que Hitori no se podía permitir rechazar.

—Además, seguro que tu compañero está muerto de hambre. Puedes probar la especialidad del chef, Filet Mignon: te la recomiendo encarecidamente, no encontrarás plato igual en ningún otro mundo cercano...

—¡¡Aceptamos!! —exclamó Hitori, casi sin darse cuenta de que lo había gritado. Al percatarse, bajó la cabeza y se volvió a poner rojo—. Q-quiero decir... q-que... estaría b-bien...

[Soul Artist]

—¡¡Aceptamos!!

Dediqué una mirada llena de odio hacia Hitori, que al oír hablar de carne había lanzado su respuesta en menos de lo que cantaba un gallo. No iba a permitir aquella traición de ninguna de las maneras; mi recriminadora mirada hizo que se enrojeciese y se pusiese nervioso, cambiando ligeramente la respuesta.

—Q-quiero decir... q-que... estaría b-bien...

—Estaría bien, pero es una pena, ¿eh? —rodeé con el brazo a mi compañero, obligándole a callar, y eché a caminar calle abajo, alejándonos de mi progenitor—. De verdad, papá, somos gente importante y tenemos cosas que hacer. Así que...

—¡Espera un minuto, Ivan!

Mi cara dibujó una sonrisa macabra que mostraba mi impaciencia ante aquel asunto. Conocía demasiado bien a mi padre, y no nos iba a soltar hasta que fuésemos a cenar con él. Casi me daban ganas de sacar mi Llave Espada y golpearle en la cabeza para salir corriendo de inmediato, pero debía mantener un mínimo mi compostura.

—Es una auténtica pena que no podáis cenar conmigo, otro día tendrá que ser. ¡Pero me gustaría pediros un favor! En unos días tengo que reunirme con un amigo importante, un viejo conocido, pero Sharon y yo nos vamos, de... Eh... Vacaciones. ¿Podrías hacer el encargo tú, hijo?

—Papá, como he dicho...

Delante de mis ojos apareció un llavero con una serie de llaves que reconocí de inmediato. Mi padre se había colocado a mi espalda y lo había dejado colgando frente a mí, tentándome a cogerlas. Alcé mi mano lentamente mientras mis ojos brillaban y casi babeaba por lo que me estaba ofreciendo. Mi mayor deseo.

—Insisto, Ivan.

Cogí las llaves y me sentí todopoderoso por un momento. No era una broma: entre aquellas llaves estaba con la que tanto había soñado durante los últimos seis años. El mayor de los poderes, la mayor de las recompensas. La llave de...

—... La Black Hunter... —susurré para mí mismo, poniendo mis ojos como platos.

—Hay una enorme caja de madera en la nave, esperando a ser entregada. Dentro de siete días, las coordenadas están marcadas en el mapa del monitor principal. ¡Y ojo, te la estoy prestando, no regalando! Debes cuidarla como si de un ser vivo se tratase. ¿Ha quedado claro, hijo?

Ignoré todas las palabras de mi progenitor. Seguía maravillado ante lo que poseía ahora; si estaba soñando, por favor, que nadie me despertase todavía.

—¡Hitori! ¡Al hangar! —grité, echando a correr hacia las enormes puertas de Ciudad de Paso. ¡Por fin! ¡Por fin la nave era mía!

Estaba tan maravillado que no observé a mis espaldas. Por lo que luego el inútil de mi compañero me contaría, mi padre pondría una cara ligeramente triste y se dirigiría hacia casa como siempre. Pero antes añadiría:

—No dejes que le pase nada a mi hijo.

No podía sospechar lo que quiso decir. Pensé en preguntárselo cuando le fuese a devolver la nave, que la verdad, pensaba demorarme en hacerlo. Pero desgraciadamente...

... Mis planes de devolverle la nave no saldrían como pensaba.

[Hitori]

Hitori se decepcionó ante la idea de no poder disfrutar de aquella cena, pero no le dio mayor importancia. Si Kit decía que debían irse, él le haría caso. Sin embargo, antes de irse, el padre de Kit volvió a llamar a su hijo. Éste, con expresión hastiada, se giró.

El señor Kit le pidió que hicieran un encargo por él, ofreciéndole de inmediato una pequeña llave que parecía de vehículo. De repente, la cara de Ivan se iluminó. Mientras, Hitori se mantenía al margen, obervando cómo la cara de Ivan pasaba de sorpresa a una extraña y, en cierto modo, siniestra sonrisa.

—... La Black Hunter...

—¿Black Hunter? —preguntó el chico, pero nadie pareció escucharle.

—Hay una enorme caja de madera en la nave, esperando a ser entregada. Dentro de siete días, las coordenadas están marcadas en el mapa del monitor principal. ¡Y ojo, te la estoy prestando, no regalando! Debes cuidarla como si de un ser vivo se tratase. ¿Ha quedado claro, hijo? —insistió el señor Kit.

—¡Hitori! ¡Al hangar! —Ivan echó a correr, ignorando las palabras de su padre y dejando a su compañero atrás. Antes de que Hitori pudiese seguirle, el padre de Kit le detuvo.

—No dejes que le pase nada a mi hijo —pidió. Hitori no sabía a qué se refería, pero asintió con la cabeza y siguió a su emocionado compañero.

En cierto sentido, Hitori también estaba emocionado por poder montar en esa "Black Hunter"...
...Aunque su entusiasmo duraría poco.

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Fin del Encuentro

[Nell]

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¡Encuentro finalizado!

¿Por qué no un Ivanmóvil?


Narrador, 28 PX. No hay mucho que comentar, todo bien, aunque pienso que a Ivan le falta cierta profundidad en determinados momentos, pero eso ya es quizá cosa mía.

Hitori, 27 PX. Tampoco mal, aunque ha habido posts que están muy flojos, no parecían aportar nada al desarrollo de la trama. Incluso aunque tu personaje sea tímido, callado, etcétera, trata de que, en tus propios posts, siga siendo el protagonista.