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ParticipantesSaxorFykhjaal H'Gaajk (Final Fan)

MundoVilla Crepúsculo

CronologíaFyk Trama: Y digo ¡salta! ==> Encuentro: Persecución EnmascaradaSaxor Trama: Y digo ¡salta! ==> Encuentro: La ciudad eterna ==> Encuentro: Persecución Enmascarada

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Había salido del Mundo Inexistente, para volver a Tierra de Partida y encontrar la forma de contener mi oscuridad. Ese día nos habían dejado volver a nuestras casas para visitar a nuestras familias, pero como mi mundo estaba prohibido y no tenía familia, acompañé a Ragun a su mundo para recoger unas cosas. Ragun ya se había ido y me iba a ir yo también, hasta que casi me atropella un tren lleno de estrellas dibujadas. En su interior estaba el chico enmascarado vestido con una gabardina azul que vi por primera vez en Tierra de Partida, viajando a un mundo que parecía un pueblo con una vía de tren como anillo. No sabía si ir a seguirle o volver para Tierra de Partida.

Por fin había asimilado lo que había pasado en el Coliseo del Olimpo hacía ya dos días. Tampoco sabía muy bien cómo, pero había acabado invitando a Ragun, uno de mis compañeros de misión, a participar en el torneo que se celebraba en aquel mundo. Todo estaba sucediendo muy rápido de repente... pero por lo menos nos daban un día libre.

Navegaba el intersticio entre los mundos sobre mi llave transformada, con la armadura puesta, con intención de visitar mi casa. ¿Cuánto hacía ya...? ¿Tres meses? El tiempo pasaba tan rápido...

Sin embargo, no estaba destinado a llegar a Espacio Profundo en aquel viaje. No pude evitar fijarme en un chico que viajaba de forma parecida a la mía, sobre un Glider, con una armadura de Aprendiz. ¿Era...? ¿Era Saxor? Decidí acercarme a él para averiguarlo.

Seguía dudando en si seguirlo o no cuando me pareció ver a lo lejos alguien (cosa inusual en mitad del cosmos), lo me llamó la atención. A medida que se acercaba me fijé que iba montado en llevaba una armadura de aprendiz. Supe de inmediato quien era por el tamaño y la forma de la armadura, era Fyk, el chico que conocí en el Coliseo del Olimpo.

─¡Hola, Fyk! ¿Qué te trae por aquí?─ Pregunté al pequeño. El tren que vi ya estaba casi entrando al mundo. Al final me decidí por seguirle, aunque no sabía por qué.

─Es que como es nuestro día libre pensaba utilizarlo para visitar a mi familia en...

Antes de acabar vi cómo la mirada de Saxor se dirigía repentinamente hacia el mundo que teníamos cerca y, sin mediar palabra, se lanzaba hacia él en su Glider. ¿Estaba persiguiendo algo?

─¡Eh! ¡Espera! ─exclamé, un tanto preocupado.

Suspiré y di la vuelta para seguir de nuevo mi camino. Sin embargo, antes de alejarme mucho, miré atrás con cierto reparo...

─Mooh... ─musité, resignándome a seguir a Saxor a aquel mundo sumido en el atardecer. ¿Qué le llevaría a aquel lugar?

Salí disparado hacia aquel mundo. Cuanto más me acercaba, más ganas tenía de alcanzar al enmascarado. Mi corazón latía cada vez más fuerte. Llegué al Pasillo de luz, desde el que me bajé del Glider, para pasar al mundo donde estaría el joven enmascarado.
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Acabé en una especie de túneles de color marrón. En cuanto entré, las ganas de encontrar al joven enmascarado casi se desvanecieron. Empecé a caminar a través de esamaraña de túneles, por el que no se veía a nadie. había unas flechas con números. Seguí unas cuantas hasta encontrar una salida. Al salir, me encontré en una plaza con una inmensa torre.

Logré entrar en el Pasillo de Luz justo detrás de Saxor, cegándome por un momento. Cuando volví a abrir los ojos, vi cómo el chico doblaba una esquina de los túneles en los que habíamos acabado. Parecía que no se había dado cuenta de mi presencia... Quise seguirlo rápidamente para no perderlo de vista, pero en vez de eso me quedé quieto admirando un poco el lugar en el que estaba.

No había estado todavía en muchos mundos, pero la arquitectura de aquel me parecía bastante bonita. Las paredes de los túneles reflejaban un color suave que no dañaba a la vista, y la estructura de los mismos parecía incitar incluso al juego, sin dar lugar a lugares demasiado peligrosos. Además, al comenzar a andar, me fijé en que había una señalización numérica que indicaba las posibles salidas que se podían escoger para dejar aquel lugar. Caminando y caminando me decidí a coger la primera que me encontré.

Cuando salí al exterior, utilicé mi mano como visera para protegerme del intenso sol del ocaso, que luchaba por no desvanecerse en el horizonte. Lo primero que vi fue a Saxor, que se encontraba quieto en el centro de lo que parecía una amplia plaza. Al alejarme un poco de los túneles, pude observar que el lugar estaba presidido por una inmensa torre, que me hizo fascinarme de nuevo por las construcciones de aquel lugar. Me acerqué a mi compañero portador.

─Saxor, eh ─le dije, para sacarlo de su ensimismamiento─. ¿Qué estabas haciendo? ¡Has venido lanzado, casi ni logro seguirte!

Aquella plaza era un lugar muy tranquilo, en el que podría quedarme durante horas sin aburrirme. La gran torre del reloj tenía dos campanas, además del reloj, que tenía una forma que nunca había visto antes. El sol, que parecía no moverse, tenía un color rojo que dejaba una vista bastante tranquilizadora.

─Saxor, eh. ─ Esas palabras me hicieron volver a la realidad.─ ¿Qué estabas haciendo? ¡Has venido lanzado, casi ni logro seguirte!

─ ¿Eh?─ Miré hacia atrás, viendo al joven aprendiz. Ahora que lo decía, ni siquiera me había dado cuenta de que me había venido flechado.─ Ay, es verdad, perdona, no sé lo que me ha pasado.─ Me excusé. Mientras lo decía, miré la hora en aquella torre. Era mediodía, lo que me extrañó mucho, puesto que estaba atardeciendo en este mundo. Me giré para ver otra vez el anaranjado sol. Unas vías de tren recorrían, a lo lejos, un camino hasta la gran torre. De repente, mi corazón me dolió de golpe, haciendo que me agarrara el pecho. El tren que vi salir de aquel mundo con forma de torre estaba ahí, con el enmascarado dentro.

─No pasa nada, hombre ─le dije, conciliador─. Tan sólo estaba preocupado...

La situación podría llegar a ser divertida, ya que casi se había convertido en una costumbre tener que hacerme notar un poco para que me hiciesen caso. Sin embargo, el hecho de que Saxor hiciese una mueca de dolor y se agarrase el pecho al mirar un tren que recorría las vías que se encontraban en lo alto de la ciudad que se extendía bajo el atardecer quitaba todo lo divertido.

─¿¡Qué, qué pasa!? ─exclamé, alarmado de nuevo─. ¿Qué pasa con aquel tren? ¿Es lo que venías persiguiendo?

Miré a mi alrededor, preocupado, y me di cuenta de que las vías accedían al interior de la torre que se alzaba en lo alto de plaza por uno de sus laterales.

─¡P-podemos entrar en la torre para ver si podemos darle alcance! ─le dije, tirándole de una pierna.

─¿¡Qué, qué pasa!? ─Dijo el chico al verme dolorido─. ¿Qué pasa con aquel tren? ¿Es lo que venías persiguiendo?─ Ahora que lo decía, no sabía por qué lo estaba siguiendo, pero parecía que, como ahora, lo seguía por... ¿puro instinto?.

─ Esto... Sí.

─¡P-podemos entrar en la torre para ver si podemos darle alcance! ─ Exclamó el pequeño, mientras me tiraba de una pierna.

─ S-sí, vamos─ Le contesté mientras corría hacia la torre del Reloj. Por dentro era una estación de tren, como habría sido lógico teniendo en cuenta que todas las vías entraban allí. El misterioso tren ya se había parado y se estaban abriendo las puertas. El joven salió del tren, con la misma ropa y máscara de siempre. En ese momento, mi corazón empezó a latir de una manera impresionante se invocó la Llave Espada sola. Miré a hacia mi Llave Espada, extrañado.─ ¿Eh?─ El enmascarado miró mi Llave Espada y se puso a correr. Un impulso estuvo a punto de hacerme correr a por él, pero me detuve. Entonces, un dolor de pecho insoportable me hizo caerme al suelo y desmayarme.

No pareció costarle ceder a la propuesta... ¿había ido Saxor a aquel mundo a propósito para aquello? ¿O quizás había llegado atraído por una fuerza distinta? Fuese como fuese, algo extraño iba a ocurrir en aquella estación, porque eso es lo que era: al entrar vi cómo, sobre unas vías ordenadas paralelamente, se sostenían establemente una serie de pequeños trenecitos de colores que parecían ir a la par con el atardecer de aquel mundo, que parecía perpetuo. Uno parecía haber acabado de llegar... y entonces...

-¡Oye! -exclamé.

La puerta del transporte se abrió y la Llave Espada de Saxor apareció de repente en sus manos. Del tren salió un enmascarado al que no había visto nunca, y cuyo aspecto no pude distinguir demasiado bien por culpa de la célere carrera que emprendió directamente hacia nosotros. Quise detenerlo, pero antes de darme cuenta Saxor se había desmayado.

-¡¡Detente!! -exclamé, infructuosamente, mientras aquel individuo salía de la estación por donde nosotros acabábamos de entrar-. ¡Hakuu'jorr...! ¡Saxor! ¡Seraj, Saxor, kagaraj! ¡Ha'jagh! ¡Por favor, despierta!

Estaba desesperado. ¿Y si le pasaba algo grave? ¿Y si aquel enmascarado tenía la culpa y lo había dejado escapar? Decidí quedarme al lado de Saxor hasta que se despertase.

Otra vez cayendo, cayendo en un mar negro, como aquella vez en Tierra de Partida. Otra vez aquella vidriera, que era igual que siempre: Yo, una imagen de Bastión Hueco y el símbolo de los sincorazón por todas partes de la vidriera. Volvía a aterrizar exactamente igual, despacio, como si flotara justo antes de tocar el suelo. Otra vez mi yo de niño estaba llorando, a lo que me volvió a mirar.

─ ¿Por qué tuviste que entrar ahí?─ Me dijo otra vez, llorando, con lo que volvió a correr hacia aquel portal negro.

─ ¡Espera!─ Dije, como aquella vez, mientras entraba en ese portal negro. Cuando intenté seguirle, unos sincorazón sombra aparecieron enfrente. Esa parte nunca había pasado antes. Me di cuenta de que tenía mi Llave Espada en la mano, así que me lancé a por ellas. Iban cayendo una tras otra, pero no se acababan nunca. Cuantas más destruía, más aparecían. Al final, inconscientemente, empecé a correr hacia aquel portal negro, el cual atravesé.



No me podía creer dónde me encontraba. Era Vergel Radiante antes de la catástrofe. Me encontraba en la gran fuente de Vergel Radiante, comiendo un helado de sal marina. Me levanté sin que yo quisiera. Mi cuerpo se movía solo. Bajé poco a poco de aquella inmensa fuente. Tras llegar al suelo, subí las escaleras para llegar a la plaza. Cuando llegué a la plaza, cambié de rumbo para ir hacia el castillo, hogar de Ansem el Sabio. Dos guardias estaban en la entrada, con sus uniformes característicos. Eran gabardinas azules, con decorados blancos, botas negras, guantes blancos, en ellos el símbolo de un corazón, nuestro escudo. En ese momento todo se bloqueó. Todo se oscureció. Entonces me dí cuenta de que el sueño no podía seguir más. Me levanté y abrí los ojos.Fyk estaba a mi lado con una cara de preocupación, mirándome.

─ Esa ropa... ese chico es de Vergel Radiante.

─¿Vergel Radiante? Dirás Bast...

Me corté a mitad de la frase. No había caído en la cuenta de que Saxor era "aquel chico"... el que venía del mundo destruido, Bastión Hueco. Sólo él sabía todo lo que había tenido que pasar en aquel lugar repleto de sincorazón. ¿Sólo él? ¿O aquel chico enmascarado también, entonces?

─P-perdón. Deberíamos seguir a ese individuo ─propuse a Saxor─. ¿Puedes levantarte? Cuando pasó a tu lado te desmoronaste como si te hubiese arrancado el alma o algo por el estilo.

─¿Vergel Radiante? Dirás Bast...─ Dijo el chico tras decir mis palabras. Ese nombre no me gustaba en nada. Aunque le venía bien en su situación, parecía una ofensa a mi mundo. Solté una lágrima al volver a pensar en mi sueño, y volver a ver Vergel Radiante.

─P-perdón.─ Se disculpó. Parecía haber visto mi lagrima. ─Deberíamos seguir a ese individuo ─ Propuso el pequeño.─ ¿Puedes levantarte? Cuando pasó a tu lado te desmoronaste como si te hubiese arrancado el alma o algo por el estilo.─ Terminó de decir. Era verdad que su presencia me alteraba mucho desde esta mañana, pero mi desmayo me había pasado antes, hace unos meses, al final de mi entrenamiento con Ronin. No era exactamente el alma, pero mi corazón se había vuelto loco con su presencia. Hasta la Llave Espada se había invocado sola, y en un lugar público. Desvanecí mi Llave Espada y me levanté despacio.

─ Vamos.─ Le contesté a Fyk. Ese chico tenía la misma ropa que la guardia de Vergel Radiante, y quería respuestas. ¿Cómo había sobrevivido a la catástrofe? ¿Por qué tiene una Llave Espada? ¿Y esa máscara?
Quería averiguarlo todo. Salí de la estación de tren y vi a una persona en mitad de la plaza.─ Perdone. ¿Ha visto a alguien con una máscara?

─Sí, le he visto en la Plazoleta del Tranvía.─ Me contestó.

─ Y... ¿Por dónde se va?

─¿Turista, eh? Ya decía yo que ese chico llevaba ropas muy raras... Baje por esa calle y siga hasta que no pueda bajar más.

─Gracias.─ Le contesté, mientras me dirigía a la cuesta.

─G-gracias ─le dije yo también al ciudadano.

Comenzamos a caminar hacia donde nos habían indicado...

─¿No se molesta demasiado en ocultarse, no? ─comenté─. Si lo ha visto hasta un ciudadano normal no creo que vaya de sigilo. ¿Quién es?

Tuve que hacer la pregunta de una vez por todas. Decía que aquel enmascarado era de Vergel Radiante, pero... ¿de qué lo conocía? ¿Y por qué tenía tanto empeño en seguirlo? Yo no podía hacer otra cosa que seguir a Saxor y esperar a que atase cabos él solo.

Seguramente este pueblo estaba en una montaña, pues la cuesta estaba muy empinada. Mientras bajábamos por aquella empinada cuesta, Fyk me hizo una pregunta.

─¿No se molesta demasiado en ocultarse, no? Si lo ha visto hasta un ciudadano normal no creo que vaya de sigilo. ¿Quién es?─ Esas preguntas me hicieron pensar en el comportamiento del enmascarado. Es cierto, no parecía querer esconderse, más bien parecía despreocupado. Que yo recordara, no dejaban alistarse a gente tan joven a la guardia. ¿Por qué la llevaba puesta?

─ No lo sé,─le respondí─ pero lleva el uniforme de la guardia de Vergel Radiante.─ Llegamos a la plazoleta. Era un sitio bastante extenso, con un carril por donde circulaba el tranvía. No se veía al enmascarado por ningún lado. Había una anciana en una tienda de golosinas, a la que decidí preguntar.─ Perdone, ¿ha visto a un chico con una máscara?

─ Sí, ha entrado en el Hotel Ocaso.─ Me señaló su entrada. Era un edificio algo pequeño, y tenía encima de la puerta un letrero que ponía ''Hotel Ocaso''

─ Muchas graci...─ Me quedé con la frase cortada. Una nevera de helados estaba en la parte de atrás de la tienda. La mayoría de los helados eran de sal marina, mis helados favoritos que un hombre-pato llamado Gilito vendía en la gran plaza de Vergel Radiante.─ ¿Cuánto cuestan esos helados?─ Pregunté.

─Cincuenta platines, joven.─ Me respondió. Saqué de mi bolsillo unos cien platines.

─ ¿Quieres uno?─ Le pregunté a Fyk. Sin esperar la respuesta, compré dos helados de sal marina y le di uno al pequeño. Tras ello, empecé a andar al Hotel Ocaso.