[Ciudad de Paso] Corazones atados

[EspeYuna]

Error por mi parte. El joven Kit se acercó peligrosamente a mí, como había hecho en el Distrito 2, pero una sonrisa juguetona invadía su rostro. No lo dudaba, era atractivo.

—Bien, "Nadhia" —pegué un respingo cuando me acarició la mejilla con uno de sus dedos. El contacto fue extraño, demasiado para mí. Me estaba olvidando de respirar—, te puedo tratar como alguien más... Cercana a mí —intenté mirar hacia otro lado, pero alzó mi barbilla de nuevo. Nuestras miradas acabaron una frente a la otra—. Quizá como alguien... ¿Especial?

Ese momento me resultó eterno, ni siquiera me di cuenta de que había dejado de estar frente a mí y se dirigía hacia los pasillos de la nave. Se me había quedado grabada en mi pequeña cabeza los ojos de Kit. Eran preciosos.

"¿¡Pero qué demonios!?", pensé, roja como un tomate, me llevé las manos a las mejillas, intentando ocultar la incomodidad y la vergüenza. ¿Qué estaba pasando?

—¿Te apetece tomar algo, Nadhia? —preguntó Kit—. Tengo una reserva de vino aquí mismo, buena calidad, traído desde un pueblo francés.

Estuve a punto de contestarlo cuando me acordé de una cosa. Algo que me dijo hace tiempo un buen amigo mío.

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"¡Sendh, me gustaría que me explicaras una cosa!"

"¿Has ordenado las estanterías? ¿Y el desguace?"

"¡Claro que sí, viejo gruñón! ¡Hazme caso!"

"Vale, niña. ¿Qué quieres?"

"¿Por qué los príncipes se enamoran tan rápidamente de las princesas en tus libros?"

"Ese tipo de amor no existe, ¡nunca seas así de ingenua, Nadhia! Y nunca te dejes llevar por la situación. Existen muchos mujeriegos ahí fuera"

"¿Mujeriegos?"

"Sí, se aprovechan de los corazones inocentes de las jovencitas que experimentan el amor por primera vez. Ten mucho cuidado. No sea que acabes malparada. Porque..."

"¿Sendh?"

"...porque las heridas del corazón son las más difíciles de sanar"

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Aquel recuerdo pasó fugazmente por mi cabeza al instante. "¿Por qué?", pensé. Pero estaba claro que el viejo Sendh, a pesar de ser un gruñón y antipático, me había enseñado mucho. Era un sabio, con muchos años de vida y experiencias humanas. Si me dio esa charla momentos atrás, sería por algo. ¿Quizás preocupado por mi futuro en Villa Crepúsculo como la "prometida eterna"?

—N...no, no me apetece. De... de hecho, sería mejor que volviésemos al Distrito 1. Quizás Ragun ya haya llegado, o puede que desde aquí no veamos su bengala, si acaso la usa —me levanté del sitio, decidida a salir de allí, cuando un ligero mareo me hizo volver a sentarme en el sillón de co-piloto. Lo reconocí, una sensación parecida a la del broche, pero... ¿reconfortante?

PUM PUM
PUM PUM
PUM PUM

"C..."

En ese momento, yo no era quién controlaba mi cuerpo. Mis brazos se alzaron a Kit, abrazándole de forma posesiva. Alcé la mirada para verle, para contemplar de nuevo aquellos ojos que me habían hipnotizado. ¿Eh? ¿Cómo? ¡No! ¡No era eso! ¡Yo no pensaba así! Lo extraño era su color... ¿eran verdes? No... ¿por qué entonces ahora lo sustituía una mirada color esmeralda? Nadhia... ¿pero qué haces? ¡Para!

—Cédric... —llegué a pronunciar, mientras hacía caer a Ivan en la silla del piloto. Seguía aferrándome a él, desesperada. Me dolía el pecho.

No me daba cuenta de que el broche brillaba con exageración, al rojo vivo, al igual que mi mirada, que había cambiado del marrón a un color más cegador, cobre. A los ojos de Kit, serían seductores y provocativos, propios de una estrella de cine, no de una joven como yo.

¿¡Qué demonios me estaba pasando!?

[Sombra]

Nada más entrar en la casa solo pude ver pura oscuridad, lo que me impedía ver que se encontraba delante de mí. Me concentré unos segundos para utilizar una habilidad que había estado desarrollando llamada Visión Nocturna, que me permitía ver en la oscuridad. Como pensaba, funcionó sin problemas dejandome ver una diminuta casa que no era más grande que mi habitación en Tierra de Partida. En el centro había una mesa con un polvoriento mantel sobre él y en una esquina estaban apiladas montones de cajas viejas ¿Hacía cuanto que aquel hogar estaba abandonado?

Algo atrajo mi atención finalmente. Una enorme sábana que parecía ocultar algo debajo de él, me acerqué un poco con la llave espada en posición de ataque para ensartar cualquier potencial enemigo que tratase de sorprenderme, agarré con mi mano la sábana y pude sentir como algo la agarraba con fuerza como si intentase que aquellas telas no le fueran arrebatados.

—¡Achis! —escuché de pronto haciendo que pudiese identificar aquella voz como la de un humano, posiblemente...

Ejercí fuerza para quitar de un tirón la sábana, el niño no pudo evitar soltarla ante la diferencia de poder entre los dos. Su aspecto era el de un niño normal y corriente de unos siete años con un rostro realmente asustado. No podría decir los colores de su pelo u ojos puesto que mi visión nocturna no distinguía colores.

—No tengas miedo —pedí, aunque lo único que recibí fue un puñetazo a la altura de sus ojos que dio de lleno en mis "partes sensibles". No tuve más remedio que dejarme caer sobre mis rodillas dolorido mientras veía como aquel pequeño diablo huía hacia la izquierda, hacia el centro del Distrito 3—. Parece que hoy no es mi día —maldecí tratando de ponerme en pie.

[Soul Artist]

—Em...

Qué demonios estaba pasando.

Acababa de volver del pasillo con una botella entre las manos, tras escuchar el rechazo de la aprendiz a mi invitación a una copa (claramente por su nerviosismo al sentirse cada vez más atraída hacia mí, por supuesto) cuando de golpe la mujer se me abalanzó encima, abrazándome energéticamente como una posesa y clavando su mirada en mí. Pude notar que sus ojos habían cambiado de color, algo muy extraño en una circunstancia así. ¿Se había puesto lentillas de colores? ¿Era acaso algo de todo aquello normal? No sabía cómo reaccionar, qué hacer. ¿Era una trampa para ver si solo quería llevármela a la cama? ¡Normalmente no caían tan rápido!

—Sí, em, muy cariñosa estás de golpe, am... ¿N-no querías que fuésemos a por Ragun?

¿Qué me pasaba? Normalmente me hubiese aprovechado de una situación como aquella de inmediato. ¿Me estaba volviendo un blandengue? Estaba perdiendo mi compostura, me estaba poniendo nervioso. No podía tolerar aquello en mí.

—Cédric... —pronunció la chica, todavía con sus ojos clavados en mí.

Definitivamente, lo que le había pasado a aquella chica es que el chico emo la había sacado de algún manicomio.

—Ya, ah... ¿Sabes qué? Cédric no está aquí, deja tu mensaje después de la señ... ¡Uf!

Nadhia ejerció todo su peso sobre mí, cayendo a la silla de piloto principal mientras ella se mantenía todavía abrazada a mí. Admito que aquello hizo que me sintiese un poco... Contento ahí abajo, por decirlo de algún modo, pero no podía evitar sentir algo de miedo. No es que normalmente fuese yo el que dominase en asuntos de cama, siendo muy rara la vez que se me imponía una mujer, sino que aquella actitud no iba en absoluto con la chica nerviosita que había conocido minutos atrás. ¿Aquello era normal?

—Veo que vas directa al grano, eso es bueno —desvié mi mirada hacia el cristal, intentando ver la ciudad por si aparecía una bengala o algo de Ragun para poder quitármela de encima—, peeero no soy esa clase de hombre, ¿eh? ¿Qué tal si te calmas y...? ¡Ya sé! ¿Jugamos al parchís? ¡Me encanta el parchís! —señalé, ya incapaz de ocultar mi nerviosismo.

¿¡Cómo me iba a imponer en una situación como aquella!? ¡Iba a ser violado en cualquier momento!

[EspeYuna]

Me acercaba mucho más a él, dispuesta a posar sus labios sobre los míos. Quería recordar su tacto, su calor, su corazón. Aquella persona que me había hecho tan feliz en mi soledad, en mi amargura... en mi desgracia.

"Cédric"

"Evangeline"

El último nombre me sacó del trance, acordándome del siniestro encuentro con Xinjat en Villa Crepúsculo. Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, me encontraba encima de Ivan. Su rostro se encontraba a escasos centímetros del mío, y parecía nervioso. ¡Como para no estarlo, me decía cosas sin sentido! ¿Parchís? Me quité enseguida, levantándome con rapidez y alejándome todo lo posible, hasta chocar contra una de las paredes, muy, muy confusa y angustiada. La sensación en el pecho desaparecía de nuevo. Y, aunque yo no lo había percatado, a los ojos de Kit mi mirada había vuelto a la normalidad.

—¡¡Lo...lo siento!! ¡Y-yo...! ¿Q...qué...ha pasado? —sinceramente, no se lo preguntaba al joven Kit, sino a mí misma, hablando para mis adentros. Me agarré el broche con fuerza. Otra vez. "Evangeline". Y otro nombre, "Cédric". Uno que me hacía sentir nostálgica y con ganas de llorar. Aquello se me estaba yendo de las manos a pasos agigantados. Agaché la cabeza y pedí disculpas de nuevo a Ivan. Acto seguido, me di la vuelta, dispuesta a salir corriendo para salir del crucero y llegar al Distrito 1. Tenía que despejar mi cabeza de alguna forma, todavía notaba algunas punzadas extrañas. ¿Qué habría pensado de mí Kit? Seguro de que estaba completamente chiflada—. M-mejor será que me vaya. Lo siento.

Dejé atrás al joven Ivan y me encontré en la Plaza del Distrito 1. Me senté en uno de los escalones cercanos a la Orfebrería de los Moguris y me quité el broche. Lo observé a la luz de las farolas.

—Tengo que hablar con el Maestro Akio... esto ya da miedo, no puedo seguir así —decía para mis adentros, totalmente asustada de mi comportamiento, de los sucesos acontecidos desde que llegó la Llave-Espada a mi vida. ¿Por qué me estaba pasando todo aquello a mí? ¿Por qué no podía ser "normal" como el resto de Aprendices?

Me apoyé contra la pared, aún sentada a la mitad de aquellas escaleras, para dejar pasar a la gente que paseaba tranquilamente por allí. Invoqué mi arma y estuve observando el brillo azul que recorría como la marea cada una de sus partes, pareciendo tener alma propia. "Aguacero".

Suspiré y observé el cielo estrellado, en dirección al Distrito 2. ¿Ragun mandaría alguna señal? ¿Debería esperar o ir en su busca? Me daba demasiada vergüenza encontrarme de nuevo con Ivan.

[Sombra]

Medio encorvado me fui reponiendo a pesar del enorme dolor que todavía sentía en mi "zona baja." Aquel niño había ido hacia el centro de la plaza del Distrito 3.

Inspiré aire varias veces y caminé hacia el exterior de la casa abandonada, nada más salir de esta la luz que había impactó contra mis ojos cegandome por completo unos instantes. Al parecer, la Visión Nocturna tenía el defecto de hacerme muy vulnerable a cualquier tipo de iluminación.

—¡Aaaaah! —aquel grito fue casi como un cubo de agua fría sobre mi cabeza. El dolor que estaba sientiendo pareció mermar y notaba como la adrenalina bombeaba impaciente por todo mi cuerpo calentandome y haciendo que este se moviese casi por instinto.

Antes de darme cuenta estaba corriendo hacia la plaza bajando por una estrecha callejuela que bajaba en una pequeña cuesta.

Por fin vi a aquel demonio, el pobre niño estaba rodeado por tres de aquellos verdes sincorazón que Ivan había llamado Desertor. Sin ninguna clase de aviso corrí para enfrentarme a ellos y salvar a aquel niño indefenso.

[EspeYuna]

Sumida en mis pensamientos y observando las estrellas, oí un gran escándalo en la Plaza de la Farola. Me levanté del sitio por instinto y fui a ver qué ocurría. Cuando crucé la esquina pude ver desde las escaleras que daban a la plaza una multitud de gente amontonada en la puerta que debería dar al Distrito 3.

—¡Querida, es inútil, está cerrada! ¡No podemos entrar! —decía un hombre, con un rostro desesperado por aferrar a su cuerpo a la mujer que aporreaba la gran puerta de madera, desquiciada y con lágrimas recorriendo furtivamente sus mejillas.

—¡Está ahí! ¡Mi hijo está ahí, está gritando! ¡Le he oído! ¡Que alguien le ayude, por favor! —gritaba la pobre madre, que cedió al abrazo de su marido, ya cansada de golpear la puerta.

¿Pero qué demonios estaba haciendo? ¡Tenía que actuar! ¡No podía dejarle a Ragun todo el marrón! Es más, jamás debí dejarlo ir sólo. Ahora estaba arrepentida, además de que los acontecimientos con Kit no habían sido del todo agradables. Ni siquiera se había dignado a buscarme para pedir explicaciones.

"Un interesado. En algo debo estarte agradecida, maldito broche", pensé, resignada. Podía confiar en Ragun y en Zait. Pero en Kit... no.

Me apresuré a la puerta, esquivando a todo el grupo de gente que se concentraba en la puerta. Dejé mi timidez atrás.

—¡Silencio, por favor! —grité. Luego, alcé la Llave-Espada, la cuál seguía aferrada a mi mano derecha desde que la invoqué en las escaleras, observando sus nuevos rasgos celestes.

El padre del niño pareció reconocer mi arma y mandó callar a todos los que se encontraban allí. La madre quiso acercarse y preguntarme, seguramente, pero su marido la agarró del hombro, retrocediendo unos pasos y ordenando a todos los demás que hiciesen lo mismo. ¿Querría dejarme espacio libre?

—Gracias —dije, a espaldas de la multitud, alzando mi arma mucho más. Concentré todo mi poder mágico en una sola palabra—. ¡Piro! —una bola de fuego centelleante voló hacia el cielo estrellado. Luego alcé la voz con todas mis fuerzas— ¡Ragun! ¡Mándame una señal! ¡El niño está en el Distrito 3! ¡Voy para allá!

No era del todo seguro que Ragun estuviese en el Distrito 3, puede que aún andase buscando en el 2. Por eso decidí mandar la bola de fuego al cielo. Desde allí podría ser vista en ambos distritos. Incluso puede que no hubiese escuchado mis palabras, pero debía intentar alcanzarle.

Con o sin su respuesta, salí corriendo hacia el Distrito 2, dejando atrás a la multitud, que me había dejado camino sin rechistar. Y el miedo que me había acobardado durante la noche.

Tenía que correr. Esquivar a los Sincorazón que apareciesen y llegar al socorro del niño. Tenía que hacerlo, por sus padres, por él, por aquella hermosa ciudad. ¡Era mi misión!

[Soul Artist]

Una bola de fuego en el cielo de la ciudad me hizo salir de mis pensamientos.

Me había quedado atontado pensando en... Demonios, en todo. El intento de violación de Nadhia, con su repentino cambio de personalidad sin motivo aparente; mi miedo ante la situación, debido sobre todo a la sorpresa y cambio de planes que había sido para mí; el chico muerto en el Distrito 2, del cual yo no tenía absolutamente ninguna culpa de su fatal destino; y sin saber por qué, me acordé de Ragun. Había algo en su rostro tapado, algo familiar...

Pero me olvidé de todo aquello en cuanto vi el hechizo. Me llevé una mano a la nuca y pensé en aquello. ¿No habíamos acordado que si el chico emo tenía problemas serios con los Sincorazón, nos llamaría con una bengala?

—Bah...

Me encontraba sentado delante de los controles de la Black Hunter. Estaba preparado para despegar en cuanto fuese necesario. Suspiré mientras me apoyaba sobre los controles, de nuevo reflexionando sobre cosas. Por ejemplo, mi deber como Caballero de la Llave Espada. ¿Debía ir a ayudar a aquel idiota o volverme a casa? Aquel hechizo significaba problemas. Pero no era mi asunto, y si de nuevo iba a encontrarme con Nadhia...

Tenía que elegir. Largarme o no largarme. Lo normal en mí sería irme sin más dilación.

[Sombra]

Por un momento creí ver algo brillante alzándose en el cielo, aunque no pude girarme por culpa de lo que se me venía encima. Había conseguido interponerme entre el niño y los Desertores, o como fuera que se llamaran y mantenía una posición de defensa esperando cualquier ataque enemigo.

El primero de ellos se movió dispuesto a darme con su zarpa, pero no pudo hacer nada en contra mía siendo instantaneamente golpeado, los otros dos de pronto empezaron a correr por todas partes intentando ir a por mí. Para proteger al niño lo empujé apartándolo de la trayectoria de uno de los ataques, seguramente le habría hecho daño, pero al menos podría contarlo una vez salieramos de esta.

Los dos se aproximaron correteando torpemente, eran mucho más rápidos de lo que me pensaba, pero eso no los hacía letales. Saltaron a la vez y vi una gran oportunidad.

De un Golpe Contundente que ejecuté como si fuese un molino los dos fueron borrados del mundo dejando lugar a un par de rojos corazones que se perdieron en el cielo.

Pero la cosa no había acabado ahí. Una nueva horda de sincorazón acababa de aparecer de la nada, eran el mismo tipo que aquellos verdes, pero de un color oscuro, ¿Soldados se llamaban? Había seis, y todos estaban dispersados, lo que hacía bastante dificil eliminarlos como había hecho con aquellos dos últimos.

Alcé mi llave espada y lancé un Electro hacia el cielo que seguramente sería mucho más visible que un Piro.

[EspeYuna]

Con todo mi cuerpo ejercí la fuerza suficiente para abrir sola la puerta al Distrito 2. Cuando llegué, existía el mismo silencio escalofriante que momentos antes. Ladeé la cabeza a un lado y a otro, intentando olvidar el grito de aquel muchacho que había muerto ante nuestros ojos. Y pensé en Ragun, en el niño de siete años. Caminé despacio por los bordes que conducían a las escaleras de la enorme plaza. Bajé los escalones poco a poco, observando cada minúsculo detalle que se me pudiera escapar. Parecía que no había Sincorazón cerca. Eso es. "Parecía".

Entonces fue cuando sentí algo. Un silbido, un sonido chirriante que se aproximaba a mí. Estaba tan concentrada en escuchar cualquier tipo de ruido que pude esquivar, aun cayéndome al suelo torpemente, aquel hechizo que reconocía perfectamente como un piro, que había impactado contra la fuente dejando aparecer una bola de humo al contactar con el agua.

Me giré y contemplé al responsable. Unas criaturas diferentes a las que me encontré con Kit y Ragun. Las conté. Cinco. Flotaban en el aire, observándome con sus ojos amarillos. Su símbolo las delataron: eran Sincorazón.

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No me sorprendí de haber esquivado el ataque. Desde que llegué a Tierra de Partida supe que tenía buenos reflejos, tan solo que los desconocía y nunca los había usado seriamente, salvo de pequeña en el Struggle. Me levanté enseguida, con mi Llave-Espada en la mano. Cuando la alcé, tres de los cinco seres empezaron a girar sobre sí mismos, y las puntas de sus peculiares gorros empezaron a brillar. ¡Iban a lanzar de nuevo su ataque! ¡Rapidez!

—¡Hielo! —grité, y un pequeño bloque de hielo salió disparado de mi "Aguacero". Sentía que el poder mágico era algo más fuerte que antes... ¿sería por el cambio de llavero? Más impresionada estuve cuando aquel bloque frío dio de lleno en uno de los Sincorazón. Se desvaneció y vi alzarse al cielo un pequeño corazón.

¿Lo...lo había derrotado? ¿De verdad? Entonces... después de todo... podía ser una Aprendiz. Sonreí tontamente, a pesar de que no fuese para tanto haber vencido a un minúsculo Sincorazón como aquel. Sin embargo, para mí era algo más que eso.

De lo poco que me distraje no me acordé de que los otros dos lanzaron dos hechizos Piro hacia mí. Pude agacharme para esquivar el primero, pero el otro dio de lleno en mi hombro izquierdo. Grité al notar el escozor del fuego atravesar mi vestimenta hasta contactar con mi piel. Quedé horrorizada cuando alcé de nuevo la mirada. Detrás de los cuatro Sincorazón flotantes, aparecieron unos muy parecidos a los que me provocaron una patada. Pero algo más grandes, más oscuros. Cinco. Nueve Sincorazón. Pero ahora no consistía la misión en acabar con ellos, sino encontrar a Ragun y al niño. Dejé una posición defensiva con mi Llave-Espada, alzándola con los dos brazos, mientras miraba a todos lados de la plaza. Había dos pasillos largos de callejuelas. ¿Pero cuál conducía al Distrito 3? ¡No podía arriesgarme!

PUM

Algunos Sincorazón empezaron a correr hacia uno y otro lado, quizás asustados por aquel extraño ruido. Me giré y pude contemplar en el cielo una señal. Un hechizo que reconocí. Un Electro.

—¡Ragun! —dejé salir de mi boca, aliviada de que hubiese recibido mi mensaje. Ya sabía a qué callejuela debía dirigirme. Tenía que ser rápida. Aproveché la confusión de mis enemigos para correr hacia el pasillo de calles que conducían a donde se encontraba Ragun y el niño, seguramente.

Mi corazón latía a mil por hora. No miré atrás, si lo hacía me cogerían y todo se acabaría para mí. Con sus garras podrían arrancarme el corazón con absoluta facilidad. Oía sus pasos metálicos, cada vez más cerca. Empecé a jadear de forma alarmante. ¿Por qué se me estaban haciendo tan largas las calles? Cuando vislumbré la puerta, comencé a correr más deprisa. La abrí de golpe, entrando de sopetón en el Distrito 3. Fui a cerrarla cuando uno de aquellos seres con garras afiladas intentó alcanzarme. Y lo consiguió mientras lo empujaba hacia fuera. Sus garras alcanzaron mi párpado izquierdo. Cerré con fuerza la puerta y me tiré al suelo, intentando recuperar fuerzas.

La sangre empezó a fluir por mi ojo.

—¡Mierda! —maldecí. En ese momento no disponía de ninguna medicina para parar la hemorragia, y gastar una poción sólo por eso resultaba ridículo.

Me acerqué y espié desde allí, en las alturas, oculta a los ojos de quien se encontrara abajo. Los vi. ¡Ragun y el niño! Esperé a ver qué hacía mi compañero. Puede que lo tuviese todo controlado, tal vez no. Pero no podía precipitarme. Y desde allí arriba tenía unas vistas magníficas para usar la magia... y mi suerte al acertar en la diana.

Agarré mi Llave-Espada y la coloqué en el bordillo a modo de francotirador. Un ligero escozor hizo que me quejase un poco, aunque intenté restarle importancia a la pequeña herida de mi hombro. Tenía que concentrarme.

—Blanco fijado —susurré.

A cualquier movimiento del enemigo que sorprendiese a mi amigo, yo estaría lista para disparar. De una cosa estaba segura, en puntería no me ganarían los Sincorazón.

[Soul Artist]

Observé cómo Nadhia se enfrentaba a los Sincorazón ella sola subido en los tejados de la ciudad, a sus espaldas. Conocía muy bien aquel lugar, por lo que subir no me había resultado ningún problema, y era más que poco probable de que se percatase de mi presencia allí. No, lo que me preocupaba era por qué había vuelto.

Me llevé la mano a la nuca, apartando por un momento los apuntes que estaba tomando del combate contra las oscuras criaturas. Siendo yo, tras algo así, me habría marchado. Sin más. Demonios, había quedado en ridículo tras casi ser violado. En vez de lanzarme, me había asustado como un gato y me estaba escondiendo de la chica, pensando que volvería a hacerlo. ¿Qué había pasado con la seguridad en mí mismo en aquel momento?

Un rayo me sorprendió a mis espaldas, venido desde el Distrito 3. Aquel debía ser Ragun, sin duda alguna. Me levanté e intenté echar un vistazo, aunque no podía llegar. Y desde luego, no tenía suficiente elasticidad como para andar saltando de tejado en tejado.

Nadhia echó a correr hacia las puertas que conectaban con el lugar de donde había venido el Electro. Los Sincorazón echaron a correr tras ella y tuve un flash sobre lo que había sucedido con el joven unas horas antes. Eran demasiados. No podría hacer nada. Menos...

Apunté el grupo de Sincorazón, todos concentrados corriendo hacia ella. No podría detenerlos todos, desde luego, pero debía intentar aquello. Alcé mi Llave Espada y me mordí el labio inferior. No podía fallar; el tiro sería único.

—¡Campo helado!

Lancé mi arma con todas mis fuerzas, casi ninguna, y esta aterrizó entre la chica y las criaturas. El suelo se congeló en cuanto los enemigos pasaron por encima y al menos cinco, los que más adelante iban, se quedaron clavados en él. Sonreí ligeramente e invoqué la Llave Espada de nuevo en mi mano; le había dado tiempo suficiente para abrir la puerta e irse, aunque no sin antes ser atacada por uno de los Soldados. Hubiese sido peor si no hubiera actuado.

Me giré, dispuesto a marcharme. Todo lo que tenía que hacer allí ya lo había hecho. Tenía las notas de los Sincorazón... Y no me apetecía nada cruzarme con la violadora. Aunque no podría evitarla para siempre...

Spoiler: Mostrar

Encuentro finalizado para Ivan.

[Sombra]

Los soldados se lanzaron contra el niño y contra mí con sus garras levantadas. El pequeño lloraba sin parar mientras repetía una y otra vez "no quiero morir". Me mordí el labio inferior.

—Vosotros. Sentid el terror que produce enfrentarse a alguien más fuerte, alguien como yo. ¡Miedo! —grité. Los sincorazón se pararon de golpe, paralizados. Estaban asustados, como si hubiesen visto un monstruo, incluso el niño había sido afectado. Al fin y al cabo aquella "habilidad" afectaba a enemigos y aliados por igual, era su único defecto. Dos de ellos intentaron escapar corriendo hacia una gruesa puerta que no sabía a donde llevaba del todo seguro, aunque sospechaba que conectaba con el distrito 1.

Aprovechando el efecto de aquella habilidad corrí hacia uno de los soldados dejando atrás al niño, pero sin alejarme demasiado para protegerlo en caso de que alguno fuese a por él. De un par de golpes el sincorazón desapareció, seguí el mismo patrón otras dos veces hasta que todos los sincorazones volvieron a la carga tras el efecto de mi habilidad. Corrí hacia el niño y lo abracé con fuerza recibiendo el ataque de uno de aquellos seres que había intentado dirigir uno de los sincorazón al pequeño.

—Mierda, esto es malo.

[EspeYuna]

Aguanté todo el tiempo posible en esa posición, como un experto francotirador esperando su señal para acabar con el objetivo. Era muy difícil concentrarse con los sollozos del pequeño. "No quiero morir"

—Y no lo harás... Ragun está contigo —susurré. Confiaba en Ragun. Sus habilidades y fuerza en el combate lo hacían un excelente guerrero y portador de la Llave-Espada. Desde allí lo pude observar con atención. Sus movimientos eran rápidos y precisos, embestía a los Sincorazón con agilidad—. Ojalá... pudiese ser como tú.

Pero algo extraño ocurrió. Una extraña y gigantesca criatura apareció tras Ragun, cuando éste invocó su habilidad, Miedo. ¿Qu...qué era eso? Mi cuerpo empezó a temblar sin motivo aparente, como si el ambiente se hubiese vuelto más frío. No... era por culpa de aquel extravagante ser. ¿Un Sincorazón?

Estuve a punto de lanzar algún hechizo contra él cuando Ragun se movió. El monstruo, como si de su propia sombra se tratase, se acercó para colocarse de nuevo a la misma distancia. Pero no le atacaba. ¿Qué demonios era eso?

¡Mierda, qué escozor! Analicé la quemadura de mi hombro. No era tan grave, pero no estaba acostumbrada a un dolor de tal magnitud y molestaba cada vez más. Volví a dirigir mis ojos hacia el ser que acechaba a Ragun.

¿Cómo? ¿Había...desaparecido?

Me olvidé por completo del monstruo cuando los Sincorazón se abalanzaron de nuevo sobre el pequeño. Ragun usó su cuerpo como escudo, abrazando al niño con fuerza. ¡Mierda! "Si hubiese estado más atenta...", maldecí. Descansé el arma de nuevo, aunque agarrándola todavía con destreza y concentrada con mi Blanco Fijado. La sangre seguía fluyendo por mi ojo. Tenía que ser una buena brecha la que me había hecho aquel Sincorazón con detalles metálicos. Su garra había dado de lleno en mi párpado. No tuve más remedio que cerrarlo por completo, evitando así la entrada del líquido. Por eso, aquella habilidad me ayudaría a recuperar la Puntería perdida por falta de visión. No podía fallarle a Ragun.

Entonces fue cuando lo vi. Un soldado, acechando por detrás de Ragun y el niño. No... ¡Ragun no lo conseguiría!

—¡Perla! —grité por lo bajo, seguramente Ragun ni el niño me escucharían desde la altura en la que me encontraba. Una reconfortante bola de luz salió disparada de mi llave, directa a la cabeza del Sincorazón. Un corazón salió flotando hacia el cielo, y el ser se desvaneció por completo. ¡Lo había vuelto a hacer! ¡Genial!

Pero ahora estaba en problemas. Había descubierto mi posición y no me quedaría otra que bajar hacia donde estaba Ragun o... quizás, podría montar una escenita.

—¡Ey, soldados sin cerebro! ¡Estoy aquí! —exalté, alzando mi Llave-Espada que se podría observar perfectamente desde allí abajo, destellando con un azul intenso —. ¿Os gusta cómo brilla verdad? ¿Y mi corazón, os gusta? ¡Venid a por él!

Preparé mi Llave-Espada para volver a disparar si era necesario. Me había convertido en un cebo sencillamente apetitoso para ellos. Ensangrentada y con el hombro izquierdo hecho polvo... ¿qué criatura de la oscuridad pasaría de tan suculenta presa?

Sin embargo, lo hice adrede. Ragun podría esconder al niño en cualquier sitio, o recuperar fuerzas.

Ahora me tocaba a mí. Aunque no pude evitar sentir algo de pavor por la situación, no iba a echarme atrás. Para algo había elegido ser Aprendiz de Akio, ¿cierto?

[Sombra]

Otra vez sentía como aquel Soldado atacaría de nuevo. Cerré los ojos y inspiré aire para intentar mermar el dolor del impacto. Pero nunca llegó, abrí los ojos y miré hacia atrás.

—¡Ey, soldados sin cerebro! ¡Estoy aquí! —aquella voz era de Nadhia, acababa de destruír a uno de aquellos soldados con increíble facilidad —. ¿Os gusta cómo brilla verdad? ¿Y mi corazón, os gusta? ¡Venid a por él!

Estaba junto a la casa abandonada en la que estaba aquel niño antes, todos los sincorazones que quedaban se dirigieron hacia su posición. Tenía que aprovechar y hacer que el niño huyese.

Corrí con él hacia la puerta de roble y con mi llave espada apunté a una cerradura en una pared haciendo que un chasquido se escuchase. Empujé la puerta que daba al Distrito 1, una mujer se acercó al crío llorando ¿Sería su madre?

Pero no esperé a que me diesen las gracias, volví al Distrito 3 y cerré la puerta dejando a una familia feliz abrazándose, pude sentir algo de envidia ante aquella escena. No, no era tiempo de sentir nada, tenía que ayudar a mi compañera cuanto antes. ¿Dónde se había metido Ivan?

Me metí por un lado de la excesivamente iluminada plaza para intentar llegar a mi compañera. Escuchaba sonidos de golpes por lo que deducía que estaba en medio de un combate. Metí un sprin para llegar a ella y nada más ver uno de aquellos seres lo ensarté con todas mis fuerzas haciendo que desapareciese. Me situé al lado de Nadhia.

—¿Qué tal estás?

[EspeYuna]

Oí un "click", el de la puerta que daba al Distrito 1. Qué alivio, el niño habría vuelto con sus padres.

Un Soldado se abalanzó sobre mí, pero esta vez pude bloquearlo con facilidad gracias a mi Llave-Espada y a mis reflejos, algo más agudos que la última vez. Sin embargo, recibí una patada de parte de otro Soldado en la espalda, tirándome al suelo. Me levanté al instante, aún con dificultad. Me estaba acostumbrando a la batalla, concentrada, aunque con algo de miedo por lo que pudiese pasar. Pero ya no me sentía débil.

El hombro me dolía horrores y mi ojo dificultaba el localizar al enemigo. Una posición defensiva me ayudó a contrarrestar algunos golpes de sus afiladas garras.

Me sobresalté cuando una de aquellas criaturas se desvaneció. En su lugar apareció una Llave-Espada muy familiar.

—¡Ragun! —dije, sorprendida. ¿Había vuelto para ayudarme?

Ragun se situó a mi lado, con su arma en guardia y dispuesto a colaborar en la batalla.

—¿Qué tal estás?

¿Aquella pregunta tendría trampa? Empecé a reír, nerviosa, pero con sentido del humor. Mi hombro chamuscado, mi párpado ensangrentado... ¿qué aspecto tendría?

—¡Mejor que nunca! —exalté, haciendo ver que eran sinceras mis palabras. A pesar de las heridas, mi corazón estaba rebosante de felicidad y orgullo por haberme enfrentado a los Sincorazón sola. Sabía que Ragun me miraría con incredulidad, y le intenté tranquilizar—. No te preocupes, estoy bien. Son sólo rasguños sin importancia... ¡ay!

No pude evitar quejarme. La quemadura se estaba pegando a mi ropa y aquello provocaba una incomodidad aún mayor. Para demostrarle a Ragun que me encontraba bien, alcé mi Aguacero e invoqué otro hechizo.

—¡Electro! —un rayo acertó sobre otro de los Sincorazón, pero no acabó del todo con él. Sólo lo aturdió, aunque lo suficiente para que le embistiera con mi llave. El contacto de mi arma con el ser fue para mí de lo más extraño. No estaba acostumbrada a derrotar a aquellas criaturas mediante espadazos.

[Sombra]

—¡Mejor que nunca! —mintió, como si realmente estuviera bien esas heridas, no eran para tomarselas en broma—. No te preocupes, estoy bien. Son sólo rasguños sin importancia... ¡ay!

Aquella queja afirmó mis sospechas, no estaba tan bien como aparentaba. La quemadura en su hombro y aquel corte en el parpado... Debían estar doliendole como mil demonios, pero su fuerza de voluntad era sin duda ferrea.

—¡Electro! —un rayo salió de los dedos de la chica impactando contra uno de aquellos oscuros seres, aunque no logró liberarlo sí acabó aturdido, cosa que pudo usar para clavar su llave espada en el pecho de aquella criatura.

—Ya quedan pocos —informé brevemente, me preparé para lanzar un hechizo—. ¡Razi..! —una punzada evitó que acabara de lanzar aquel ataque. ¿Se me había acabado la magia? Me llevé la mano a la frente un segundo.

Los tres Soldados que quedaban no estaban muy lejos y justamente se situaban bastante cerca los unos a los otros de forma que me lancé al medio de los tres dando un tajo horizontal que eliminó a uno de ellos y al otro lo lanzó por los aires, parecía haber quedado bastante debilidato, de un simple golpe podría eliminarlo.

El tercero de los sincorazón no me prestó atención, si no que fue corriendo hacia Nadhia.