[Castillo de Bestia] Un castillo donde pasar la noche

[Sombra]

¡CHOF!
Glub, glub, glub, glub...

El impacto había sido más débil de lo que había imaginado, la armadura sin duda era una gran aliada a la hora de parar golpes. Abrí los ojos y me vi rodeado por una masa azul oscura líquida. Moví mis brazos inutilmente tratando de subir a la superficie, al menos la armadura me permitía respirar... El único problema era no sé nadar.

Nunca había caído en ello, pero no recordaba si sabía o no hacerlo por lo que no conocía el método para poder salir de allí, la armadura no hacía más facil las cosas pues pesaba lo suficiente como para que no me dejase ascender con mi propia fuerza. El problema principal era que al no saber nadar no quería arriesgarme a quitarme la armadura y morir ahogado por lo que decidí caminar por el fondo de aquel lago para salir a la superficie por la orilla de este.

En el leche submarino del lago había numerosas especies de peces y anfibios que se movían agilmente. Sentí envidia de aquellos últimos, si tan solo pudiese moverme así...

Pude ir sintiendo como el terreno se inclinaba hacia arriba por lo que pude llegar a la orilla tras unos diez minutos de caminata a paso lento. Me tiré en el suelo agotado mientras hacía que mi armadura se desvaneciese.

Estaba en un bosque, en un mundo desconocido, empapado y sin saber donde estaban mis dos compañeros.

—Vaya forma de empezar el día —comenté con un tono sarcástico.

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No, mi personaje no vio a Hitori, otra cosa muy distinta es que tu veas al mío así que puedes ir a por él si lo ves :3

[Hitori]

Hitori no pudo evitar la caída de su compañero en aquel profundo lago negro. Ragun se había sumergido en las profundidades del agua, seguramente sin percatarse de que Hitori le estaba siguiendo.
El joven aprendiz dudó sobre qué hacer. Recordó que las armaduras contaban con un suministro de oxígeno, pero desconocía si se activaban solas o había que activarlas manualmente y, en tal caso, no sabía si Ragun sabía cómo hacerlo.
Se aproximó al lago en su Glider, esperando a que su compañero saliese. Si no salía en un rato, se metería a buscarle.
Sin embargo, pronto vio una silueta salir del agua, dirigiéndose a la orilla del lago. Cuando alcanzó ésta, surgió una luz de la silueta, que pronto desapareció. Sin duda, era Ragun.

Hitori se acercó al aprendiz, haciendo desaparecer su armadura y su Glider. Una vez hubo pisado tierra firme, corrió hacia él.

—¿Estás... bien? ¿Te has hecho daño? —preguntó, preocupado.

Acto seguido, miró a su alrededor. Todo lo que podía ver eran árboles altísimos, niebla y oscuridad. Se encontraban en un profundo bosque, de aspecto bastante siniestro. Sin embargo, Hitori juraría que había visto un castillo mientras se precipitaba hacia aquel mundo, pero no podía estar seguro por completo. Pero más importante...

—¿Dónde está la otra chica? —preguntó, dándose cuenta de que estaban solos—. Tenemos que ir a buscarla, pero... este bosque parece enorme.

[EspeYuna]

A cada paso que daba a través del extenso bosque que se cernía ante mis ojos, más nerviosa me encontraba. El frío que emanaba, la densa niebla que lo envolvía, el sonido de algún animal que desconocía... todo junto me provocaba una sensación de inseguridad que me hacía girar la cabeza de vez en cuando para vigilar mis espaldas.

Pero lo que más me hacía temblar era el escalofriante silencio de aquella noche. Cualquier mísero ruido, incluso provocándolo yo al pisar alguna rama u hoja seca, hacía que me asustara.

"Jejej... soy patética", pensaba, respirando hondo e intentando tranquilizarme.

Podría haber lanzado algún hechizo a forma de bengala como lo hice en Ciudad de Paso, de seguro Ragun lo reconocería. El problema es que no sólo lo percatarían mis dos compañeros. No era tonta. Un bosque tiene animales. Y observando el panorama, era muy probable que...

—¡Ah! —como siempre, pensar y caminar eran una mala combinación para mi cabeza. Tropecé con una raíz que sobresalía del suelo, quizás de alguno de los grandes árboles del bosque.

Me levanté de nuevo, sacudiendo mis pantalones bombacho, cuando oí un chasquido. No. Esta vez no había sido yo. Me quedé quieta durante unos instantes. Podría ser una ardilla, algún pequeño animalejo que rondase aquella noche por el bosque, pero otro sonido a lo lejos estremeció cada uno de mis nervios.

Un aullido.

Poco a poco levanté la mirada hacia donde había oído el chasquido. Quería estar equivocada, no debía pensar que el mismo animal que había producido aquella llamada en la lejanía era el mismo que se encontraba a escasos metros de mí.

Por desgracia, había acertado, y por un momento llegué a pensar que se me había olvidado respirar.

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Era extraño, ¿no? Tenerle miedo a los lobos, cuando me había estado enfrentando a criaturas hechas de oscuridad, quienes arrancaban el corazón de la gente sin piedad. Pero algo me decía que la Llave-Espada no estaba hecha para combatir a los lobos. No por no estar capacitada, claro que no. Era sólo que... ellos seguían el ciclo de la vida.

El problema era yo. Me encontraba en el lugar equivocado. No era culpa suya. Los tres lobos que me observaban, enseñando sus afilados dientes y escuchando los aullidos de su compañero, me transmitieron enseguida lo que veían en mí. Tenían hambre, y yo era la presa perfecta, inofensiva y sin garras con las que defenderme. Un ser humano, como otro cualquiera. Tragué saliva.

Algo dentro de mí me decía que no debía atacarles con mi arma. Es más, no. No debía. La Llave-Espada estaba para defender a los mundos, mantener el equilibrio. Daba igual que fuesen animales hambrientos, yo no podía perturbar la paz de su mundo y matar a unos lobos que no estaban haciendo nada malo.

"Matar". No, yo no sería capaz de hacer algo así.

Así que sólo se me ocurrió una cosa.

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Off-Rol -> Espe y su manía por ponerle banda sonora al rol... ¡pero es que mola más así! >///<

Salí corriendo en dirección contraria, volviendo al castillo. No tardé en escuchar los gruñidos de los lobos, y sus patas atravesando de forma ágil y veloz el bosque para darme caza.

Se me pasó una idea por la cabeza. Los animales solían tenerle miedo a una cosa en particular. Al menos podría ganar tiempo. Invoqué mi arma y mientras corría —extrañándome que aún no hubiese tropezado con nada—, lancé un hechizo a mis espaldas.

—¡Piro! —no me giré para ver en dónde había impactado el conjuro, sólo seguí corriendo, mientras la adrenalina se apoderaba de mí y hacía que mis piernas fuesen más y más rápido.

Cuando llegué a los muros del castillo, me llevé una sorpresa... ¿agradable? Habían bajado el puente levadizo. Lo atravesé sin darle importancia en un principio y me encontré con otro enorme puente que conducía a una gran puerta de madera. Por desgracia, la entrada estaba cerrada. Llegué hasta ella y me apoyé, intentando recobrar el aliento. ¿Habría dado esquinazo a los lobos? Había parado de escuchar sus aullidos, por lo que podía estar tranquila, al menos por ahora.

Me senté en el suelo y pensé: ¿Por qué no me había dirigido hacia Ragun y Hitori? ¿Por qué no les mandé una señal?

Y es entonces cuando me acordé. Algo que ocurrió antes de que Ragun me acompañase a Ciudad de Paso.

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> Una mañana cualquiera en Tierra de Partida, me encontraba con Mogara en el pasillo, cuando oí algo que me llamó la atención. Tres muchachas, aprendices como yo, me miraban cuchicheando de forma extraña, con unos ojos que me repudiaban. Mogara se mosqueó y fue hacia ellas reprochando el por qué de su comportamiento, dando a entender de que yo era "una chica buena que no daba problemas".

—Porque anda con un asesino —dijo una de ellas. Mogara se enfadó mucho más y comenzó a maldecirlas. Pero antes de que las tres se escabullesen, yo las paré.

—¿A... a qué te refieres? —pregunté, confusa. La pequeña Moguri me dijo que no pasaba nada, que eran sólo rumores, pero aquella escusa no me convenció en absoluto.

—¿No lo sabes? —dijo la que parecía ser la líder del grupillo. Yo negué con la cabeza, aún dudosa de querer saberlo — Parece que tu compañero, el enmascarado, mató a un inocente en el Coliseo del Olimpo. Toda Tierra de Partida lo sabe. No entiendo cómo una chica como tú anda con un traidor.

Un aullido me sacó de aquel trance.

La razón por la que había decidido no ir a por mis amigos... ¿quizás había sido por miedo a que Ragun acabase con los lobos? Puede que hubiese sido de forma inconsciente, pero... la idea seguía ahí.

Una cosa estaba clara. No le tenía miedo a Ragun. Mi primer amigo, alguien en quién confiar. Él me había ayudado mucho. Y tendría sus razones para acabar con un...

"Un inocente", pensé. A pesar de que quería confiar, el miedo me invadía. ¡Ni más ni menos que una persona con corazón! ¿El motivo? Lo desconocía. No me fiaba de los rumores. Había oído muchas cosas, desde que sólo quería conseguir poder hasta que había perdido el control de la Llave-Espada Oscura. Personalmente, me decantaba más por la segunda opción, pero... ¡no! ¡No podía ser verdad!

Hasta ahora había decidido no hablar con él sobre el asunto, pero era inevitable que tarde o temprano tuviese que preguntarle. Porque no habría secretos entre nosotros, ¿cierto?

Unos gruñidos al otro lado del puente hicieron que me pusiera en guardia. Los tres lobos me habían seguido hasta allí, mostrándome en la lejanía sus enormes colmillos. No me quedaría otra que luchar para sobrevivir. Por mucho que me doliera.

"Perdonadme."

[Sombra]

—Visión Nocturna —pronuncié en voz baja haciendo que mis pupilas se contrayesen como las de un animal en busca de su presa. Ahora podía ver perfectamente, con la única pega de que me resultaba imposible percibir colores salvo matices del blanco o el negro. No me llegaba a molestar mucho aquello, al menos podía distinguir todo... ¡Allí estaba! Hitori parecía haber visto la luz que desprendían las armaduras al desaparecer ya que no hizo falta lanzar un hechizo al aire en forma de bengala para llamarle para que se aproximara hacia mí.

—¿Estás... bien? ¿Te has hecho daño? —preguntó tras hacer desaparecer su Glider y su armadura. El muchacho de cabello castaño se giraba mirando a su alrededor intentando ver algo. Gracias a la luz de la luna podía verse un poco de claridad, pero si nos llegabamos a internar en el bosque seguramente el ramaje evitaría el traspaso de la luz lunar.

—Sí, estoy perfecto. La armadura ha amortigüado todo el golpe y el agua era profunda —aseguré.

—¿Dónde está la otra chica? —soltó al no verla en ningún lado. Me di cuenta de que pudo haberse perdido en cualquier parte de aquel mundo o tal vez estaba en el cosmos todavía buscandonos—. Tenemos que ir a buscarla, pero... este bosque parece enorme.[/quote]

—Sí, parece bastante más espeso que el que visité en Villa Crepúsculo —comenté—. He visto un castillo en esa dirección mientras caía —señalé en dirección a donde había visto el castillo—. Tal vez debamos ir hacia allí, sé que Nadhia se dirigiría a aquel lugar.

Por lo que Nadhia me había contado, su broche mencionaba algo de un castillo. ¿Podría ser que fuese hacia allí? Era más que probable.

[Hitori]

—He visto un castillo en esa dirección mientras caía —Ragun señaló hacia un punto que parecía escogido al azar. Sin embargo, el chico parecía muy seguro de lo que decía—. Tal vez debamos ir hacia allí, sé que Nadhia se dirigiría a aquel lugar.

—¿Seguro...? —murmuró Hitori, preocupado—. Bueno, si tú lo dices...

Hitori comenzó a caminar en dirección al cúmulo de árboles que estaban apiñados, creando un profundo laberinto difícil de cruzar. El chico no podía estar seguro de si su compañero le seguía, pues la oscuridad era tan densa que no podía ver absolutamente nada.
El sonido de las ramas crujiendo no ayudaba a la situación. A cada paso que daba, Hitori se asustaba cada vez más por culpa de todos los ruidos que había a su alrededor, la mayoría causados por sus propias pisadas.

—O-oye... ¿tú vas bi-? ¡¡Aaah...!! —de repente, el chico notó algo que le agarraba el pie y le hacía caer de bruces sobre el suelo. El impacto le hizo soltar un quejido y gritar más, hasta que se dio cuenta de que lo que le había agarrado no era más que una raíz de un árbol. Hitori se quedó sentado en el suelo, en silencio, antes de empezar a sollozar mientras unas lágrimas gruesas caían por sus mejillas—. L-lo siento... Y-yo...

El joven aprendiz no se sentía con fuerzas para levantarse. Además de estar asustado, se sentía ridículo por la situación, y pensó que Ragun debía de sentir vergüenza ajena por su compañero. Aquella no era la manera de comportarse propia de un aprendiz, y menos de uno de 17 años. Sin embargo, el chico nunca había estado expuesto a semejantes peligros y no era capaz de soportarlo.

—Lo siento... —volvió a disculparse, secándose las lágrimas, sin levantarse aún del suelo.

[EspeYuna]

No quería hacerles daño. ¿Y si eran hembras? ¿Y si sus crías las esperaban para ser cuidadas? No podría perdonarme el matar a un animal, sólo porque habíamos sido descuidados.

Alcé mi Llave-Espada.

—¡Piro! —pero esta vez no lo lancé hacia ellos. Usé mi poder mágico para conservar la llama de fuego en la punta de mi arma, usándola como una especie de antorcha.

En cuanto uno de los lobos intentó acercarse a mí, comencé a zarandear mi Aguacero, formando dibujos con las llamas que desprendía.

—¡Atrás!

Y surtía efecto. Los lobos intentaban buscar un hueco por donde alcanzarme, pero el miedo hacia el fuego creado por los humanos les impedía pasar.

Pero no podría seguir así mucho tiempo. No me había recuperado del todo desde el rescate de aquel niño de siete años en Ciudad de Paso. Usé mucha magia, y puede que alcanzase aquella noche mi límite, a pesar de haber dormido unas horas bajo los cuidados de Sam.

Y no ayudaba el hecho de que uno de los tres lobos empezara a aullar. ¿Estaría llamando a más miembros de su camada?

Y entonces fue cuando lo oí. Más aullidos en la lejanía. En el bosque. ¿Y... y Ragun y Hitori? Era imposible que no los oyesen desde dondequiera que se encontraran.

Mientras sentía las primeras punzadas que me advertían del poco tiempo que me faltaba, no pude evitar angustiarme más por el paradero de Ragun y Hitori.

¿No había salida?

[Sombra]

—¿Seguro...? —murmuró con algo de desconfianza—. Bueno, si tú lo dices...

El muchacho se adelantó caminando enfrente mía hacia el bosque. Dentro había un ramaje tan espeso que era dificil avanzar sin tener que sortear las zarzas o saltar pequeñas raices que sobresalían por la tierra.

—O-oye... ¿tú vas bi-? ¡¡Aaah...!! —preguntó asustado, sin embargo el joven se cayó al suelo haciendo que no pudiese acabar su frase. Se quedó en el suelo sin decir nada, pude ver que algunas lágrimas caían por sus mejillas—. L-lo siento... Y-yo... Lo siento... —se disculpó varias veces mientras se llevaba las mangas a la cara para secar sus lágrimas.

—Hitori —llamé al joven—. Agarrate a mí, yo puedo ver en la oscuridad —aseguré mientras ponía una de mis manos sobre su hombro derecho para ayudarle a levantarse. En cuanto se hubiese levantado, empezaron a escucharse una serie de aullidos que venían de nuestra dirección. Aquellos aullidos... ¿De qué me sonaban? ¿Lobos?

Pasé unos instantes en silencio completamente quieto para escuchar la exacta posición de los animales. Sin duda estaban lejos pero... ¿Estarían aquellos animales avisando al resto de su manada para que les ayudasen a capturar una presa? Una idea bastante horrible surgió en mi cabeza.

—Nadhia puede estar en peligro, vamos.

[Hitori]

Ragun se acercó a Hitori, mientras éste seguía arrodillado en el suelo, secándose las lágrimas.

—Hitori —susurró el otro aprendiz, llamándole. Hitori levantó la mirada, buscando a su compañero en vano. De repente, sintió una ligera presión sobre su hombro. El aprendiz llevó su mano al hombro y se topó con la de Ragun. Al mínimo contacto, el joven se ruborizó y separó la mano de forma instintiva—. Agarrate a mí, yo puedo ver en la oscuridad.

El chico, algo tímido, obedeció a su compañero y sujetó su mano, levantándose.

—Gracias...

De repente, escuchó en la lejanía unos aullidos. El aprendiz los identificó al instante: eran los sonidos que emitían los lobos. A pesar de que nunca había visto un lobo en persona, había estudiado acerca de aquellos animales. Los lobos eran como perros, pero algo más grandes y, sobre todo, salvajes y peligrosos. Con sus dientes, podrían arrancar sin problema la carne de cualquier animal o descuartizarlo en segundos. Y en manada, eran mucho más temibles... Eran, sin duda, un enemigo tan peligroso como los sincorazón.

Su compañero se mantuvo en silencio mientras Hitori pensaba. No podía verle, pero supuso que debía de estar pensando lo mismo que él. Al rato, notó un ligero tirón en su mano.

—Nadhia puede estar en peligro, vamos —ordenó su compañero, mientras tiraba de su mano. Ambos comenzaron a caminar en la oscuridad, guiados por Ragun.

[EspeYuna]

Se me acababa el tiempo. Las punzadas se hacían cada vez más fuertes y dolorosas. Ya no era capaz de zarandear mi arma hacia los lobos, y la llama se apagaba poco a poco.

Hasta que, para alegría de los animales que me acechaban, desapareció.

Me encontraba sumamente mareada, la cabeza me daba vueltas. Un momento. ¿Había más lobos? ¿Seis, doce? No... lo que pasaba es que estaba comenzando a ver doble. Los lobos se acercaban amenazantes, dispuestos a dejarme acorralada.

Di unos pasos hacia atrás. Mi espalda tocó la puerta del castillo. No había salida. Pero no podía rendirme.

Alcé mi Llave-Espada, intentando parecer amenazante con ella. ¡Pero qué semejante estupidez! Seguramente, los lobos se estarían riendo y disfrutando de su futuro festín. ¿A dónde quería parar, aquella inocente humana sin fuerza, con un palo seco, sin fuego?

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Y es entonces cuando uno se acercó e hincó el diente a mis pantalones bombacho, arrastrándome con él. Me llevó hasta el centro del puente, mientras que los otros lobos le seguían, arañándome la ropa con sus garras.

Me estremecí de dolor, no pude evitar gritar. El miedo se apoderaba de mí a una velocidad de infarto.

"Mi princesa, ¡NO! ¡¡No dejes que te venza el miedo!!"

¿Estaría tan entumecida mi cabeza por el dolor que comenzaba a tener de nuevo ilusiones? ¿O era mi monstruo quien me advertía de mi futura muerte si no se me ocurría nada?

El lobo que me había agarrado por la pierna aulló, y los demás se apartaron de mí. Parecía ser el líder de la camada. Ambos se alejaron y dejaron que su jefe tuviera el honor del "primer bocado".

Desde mi posición pude observar como el lobo se proponía saltar hacia mí. Preparé la Llave-Espada con ambas manos, defendiendo a la altura de mi corazón.

Y el lobo saltó. Yo sólo pude cerrar los ojos, agarrando con fuerza mi arma.

"¡¡PRINCESA!!"

[Sombra]

Empecé a correr mientras sujetaba a Hitori para que no se separase de mí, teníamos que llegar cuanto antes al origen de los aullidos para encontrar a Nadhia.

El muchacho llegó al cementerio sin ningún problema, no había absolutamente nadie por los alrededores a excepción de una especie de momia que danzaba de una manera un tanto macabra subiendo y bajando sus esqueléticos brazos y dando veloces giros.

—Hay una rama, salta —informé justo antes de dar un pequeño salto con el que sorteé una rama que debía haberse desprendido de uno de los árboles. Aquel bosque era denso y enorme, y el castillo no estaba cerca precisamente.

Llevábamos un buen rato corriendo, ¿diez, quince minutos? Cuando por fin se empezó a ver la cercana silueta de un castillo. Era sin ninguna duda el mismo que había visto mientras caía. Teníamos que llegar...

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Siento hacerlo tan corto... Pero quiero dejar claro las prisas que tenían xDDD

[Hitori]

Hitori sorteaba los obstáculos como podía. A pesar de ir seguro, agarrado de la mano de Ragun, tenía que correr por su cuenta, y resultaba un poco difícil ya que su compañero sólo le indicaba qué obstáculos mayores había delante. Después de un buen rato corriendo, el chico empezó a jadear, ya agotado. A pesar de que le dolía el estómago y los pies del esfuerzo, no podía quejarse. Aquella era una situación seria y no cabían las quejas absurdas.

De cuando en vez, podía ver algunos retazos de su alrededor gracias a los tímidos rayos de la luna, pero no llegó a distinguir nada. Por otra parte, podía escuchar los aullidos cada vez más cerca.

—¿Falta... mucho...? —preguntó, entre jadeos.

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Lo siento por el post mierda, pero a estas alturas ya no sé qué decir :_D

[EspeYuna]

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En este post pasaré a tercera persona por una cosa en particular, pero al siguiente volveré a primera. Espero que no os importe o.o

"¡¡PRINCESA!!"

El grito desesperado y sin vida del monstruo que adormitaba en los sueños de Nadhia pudo oírse en todo el bosque. Pero se necesitaba algo para poder escuchar sus alaridos. Sólo un ser afín a la oscuridad podría percatar su presencia en el aire, pidiendo socorro por su princesa.

Cuando la criatura encontró la esencia de Ragun a través de los árboles, intentó comunicarse con él. Quizás fuese la única persona capaz de salvar a Nadhia. Él se sentía inútil, atrapado para siempre en ese maldito broche de plata que lo tenía cautivo durante años.

"¡Por aquí, ser de oscuridad! ¡Ayúdame a salvarla! ¡Te lo ruego! ¡No quiero perderla de nuevo! ¡¡Por favor...!!"

Si lograban llegar al puente que conducía al castillo, tras atravesar el puente levadizo, podrían observar cómo la Llave-Espada de Nadhia, Aguacero, saltaba por los aires y caía al suelo muy cerca de sus pies.

Y en la lejanía, una Nadhia asustada y semi-consciente se protegía con su propio cuerpo contra las garras y dientes de cinco lobos que la acechaban.

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He hecho todo lo posible para no controlar vuestras acciones

[Sombra]

"¡¡PRINCESA!!"

—¿Has escuchado eso? —pregunté a Hitori mirando extrañado a todas partes. Aquella voz la había escuchado claramente y había resonado hasta en lo más hondo de mi ser. Sí, no estaba equivocado, alguien llamaba a una princesa... Pero, ¿por qué?

"¡Por aquí, ser de oscuridad! ¡Ayúdame a salvarla! ¡Te lo ruego! ¡No quiero perderla de nuevo! ¡¡Por favor...!!"

¿Era por mí? ¿Me estaban suplicando que ayudase a alguien? ¿Qué estaba pasando?

—Hay que darse prisa y llegar al castillo —apuré el paso tirando de Hitori para que corriesemos lo poco que faltaba, ya podía ver los lobos y como una llave espada que pude reconocer caía en el suelo desapareciendo en un destello de luz que iluminó el puente que llevaba al castillo. Y me di cuenta de lo que estaba pasando, Nadhia siendo atacada por un montón de lobos que la habían rodeando por completo.

—¡Temedme! —grité furioso invocando mi llave espada y usando la habilidad Miedo. Sabía que afectaría a todos a mi alrededor, incluídos Hitori y Nadhia pero era necesario para apartarlos de ella.

La mayoría de los lobos huyeron despavoridos pasando entre Hitori y yo aunque dos de ellos se quedaron paralizados observándonos con bastante pudor, como si hubiesen visto a un monstruo.

—Hitori, encargate del de la derecha. Yo iré a por el otro — pedí a mi compañero poniéndome en guardia y corriendo hacia el que había marcado como mi objetivo.

[Hitori]

Los dos muchachos continuaron corriendo por el bosque. Sin embargo, Ragun se detuvo de golpe sin aparente razón.

—¿Has escuchado eso? —preguntó el aprendiz, desconcertando a Hitori. El joven no había escuchado nada en particular, salvo los sonidos que provocaban sus pasos al correr por el bosque, y el viento agitando las ramas.

—¿El qué...? —preguntó, todavía jadeando por el esfuerzo. Sin embargo, Ragun no le contestó, sino que se limitó a tirar con fuerza del brazo del joven, haciéndole correr de nuevo.

—Hay que darse prisa y llegar al castillo —Ragun sonaba convencido y, a la vez, temeroso. Sin duda, el compañero de Hitori había oído algo que éste no podía. No sería de extrañar, puesto que el misterioso aprendiz tenía habilidades únicas, tales como ver en la oscuridad. Quizás el joven era capaz de escuchar también sonidos lejanos o algo similar.

Pronto, los dos jóvenes pudieron ver frente a ellos un resplandor. La luz que emitía la Llave Espada al desmaterializarse. Gracias a dicha luz, Hitori pudo ver durante unos segundos la situación: Nadhia estaba allí, y era atacada por unas criaturas... seguramente los lobos que habían escuchado antes.

—¡Temedme! —gritó Ragun de repente. Su grito desgarró el silencio, e inundó los sentidos de Hitori. El chico se quedó paralizado de repente, y unas ganas abismales de huir se apoderaron de él. Sin embargo, la mano de Ragun sujetando la suya le calmó en cierto modo.

El chico aún no podía ver qué sucedía, pero escuchó los gemidos de los lobos que, seguramente, habían huído afectados por la habilidad que también había hecho efecto en Hitori.

—Hitori, encargate del de la derecha. Yo iré a por el otro —ordenó Ragun de repente, a la vez que soltaba su mano y se alejaba corriendo.

—¡P-pero...! —intentó decirle que no podía ver, pero al chico se le ocurrió una idea repentina—. Está bien...

El joven invocó su Llave Espada y, acto seguido, invocó una llama que se quedó en la punta de su arma. Gracias a esta llama, pudo ver con claridad a sus compañeros y a los dos lobos, uno siendo atacado por Ragun, y el otro quieto en su sitio, sin moverse. Seguramente, el lobo huiría con sólo asustarle un poco con la llama. Sin embargo, un deseo extraño se apoderaba de él.

"Lánzale la llama. Atácale. Quémale. Acaba con él"

Un fuerte pitido nubló los sentidos de Hitori, provocándole un fuerte dolor de cabeza. Inconsciente de sus actos, apuntó con la Llave Espada al lobo, que permanecía paralizado en el sitio.

—Piro —murmuró, haciendo que la bola de fuego saliese disparada de su Llave. Escuchó el llanto del lobo pero, cuando se hizo plenamente consciente de sus actos, vio que el ataque mágico había fallado. La llama había impactado contra el suelo, a pocos centímetros del cánido, y éste había huído asustado. Mientras el fuego se consumía, Hitori se dejó caer en el suelo, exhausto.

[EspeYuna]

Ya lo daba todo por perdido. Perdiendo los sentidos, oí un grito a lo lejos. Uno muy familiar, la de un buen amigo... pero a la vez, mis sentimientos se congelaron. "Temedme". Y esa sensación de miedo y pavor se apoderó de mí de nuevo. Olvidé por completo a los lobos, ahora sólo pasaba por mi cabeza el rostro de Ragun... y los rumores de Tierra de Partida.

Incluso temí por la vida de los cánidos. Los oí "llorar", huyendo asustados. También olía a quemado, ¿quizás un hechizo Piro? ¿H-Hitori?

—¿R-Ragun? —pronuncié, aún bajo el efecto de Miedo. Él me había hablado sobre su extraña habilidad, pero jamás había experimentado nada similar. Y no ayudaba para nada el que todos me dijesen que se trataba de un vil asesino.

Me intenté sentar en el sitio, con el único apoyo de mis débiles manos. Estaba temblando como un flan. Observé también a Hitori en la lejanía, quien se había dejado caer al suelo, quizás por cansancio... ¿o le habría afectado también el poder de Ragun?

Ragun no tuvo que seguir yendo a por ningún lobo. Todos habían huido, incluso el que se había quedado justo a mi lado.

Un silencio escalofriante se apoderó de la escena. Yo no era capaz de articular palabra alguna. Había entrado en una especie de shock del que no podía despertar.