El fin de una Era siempre marca el inicio de otra. Otra, probablemente, mucho más peligrosa.
Memorias que cayeron en el olvido luchan finalmente por reflotar de la oscuridad… o por desaparecer para siempre. Desaparecer, como aquella luz hizo en su momento. Un paradero que aún sigue siendo desconocido. Y una triste verdad que nadie desveló.
Caminos prohibidos, hallazgos peligrosos y… un objetivo imposible de cumplir.
¿En qué punto encajas tú?
Ocaso de una estrella
Desde hacía varias semanas que no paraban de llegar aprendices en masa a Tierra de Partida para tomar el camino de la Llave Espada. Los Maestros no parecían nunca satisfechos con el número de discípulos. Sin embargo, el exceso de población en el mundo se hacía cada vez más palpable, sobre todo para los primeros llegados, que notaban hasta sobrecargado el, antiguamente, pacífico lugar.
Nadie sabía en qué pensaban los Maestros, en realidad. ¿Buscarían ampliar la plantilla? Pero, ¿acaso no se quedarían allí todos, cuando se convirtiesen en Maestros, enseñando a otros futuros aprendices? Y, pensándolo bien, al fin y al cabo, en la actualidad, ¡sólo eran siete! Y eso llevaba a la siguiente cuestión: ¿habría más Maestros de la Llave Espada que no estuviesen asentados en Tierra de Partida?
Sin embargo, eso no era todo. A pesar de que los aprendices habían podido a acceder a más información sobre la Llave Espada, los Maestros y los mundos que había en el exterior, poco sabían de la situación que se vivía en un término más amplio. Los sincorazón, una reciente amenaza en todos los mundos, seguían siendo un misterio. Uno menor, en realidad.
Antes de la llegada de ninguno de ellos, tres Maestros y cinco aprendices habían desaparecido misteriosamente en Bastión Hueco. ¿Qué habría sucedido con ellos? ¿Por qué vetar la zona en vez de peinarla? ¿Estarían los Maestros buscando a sus compañeros? ¿O no? En cualquier caso, apenas se podían tener dudas sobre la peligrosa situación del universo. El problema entre los aprendices era, sin duda, la falta de datos que no hacía más que acrecentar el misterio en torno a la prohibición.
Era de esperar, pues, que tarde o temprano algo, o alguien, rompiesen el frágil equilibrio y diese a conocer la verdad.
El día comenzó como cualquier otro, con la excepción de que ninguno de los aprendices había sido citado a un entrenamiento, una tarea o cualquier tipo de supervisión por parte de los Maestros. Ni siquiera había Misiones disponibles en el Gremio. Cada uno de esos jóvenes hacía sus quehaceres habituales, ya fuese practicar o vaguear, en grupo o por separado.
A mediodía, todo cambió. Un inesperado silbido procedente del cielo alertó a los aprendices de que algo no iba bien. Y es que, en apenas unos minutos, un pequeño fragmento del espacio exterior, un meteorito salido de la nada, se estrelló en los Jardines de Tierra de Partida, alertando a todos, a través del horroroso ruido, de su presencia. Por suerte, ninguno de los aprendices quedó sepultado bajo él. Y quien pudo ver la caída en primera persona, contempló una visión realmente impactante.
Quien se acercase a la escena podría comprobar, con sorpresa, que no había nada anormal en aquel fragmento. Parecía una mera estrella (por su forma) interestelar (aunque artificial) que se había salido de su rumbo. Sin embargo, nada de aquello parecía, en realidad, natural…
Una segunda conmoción acompañó poco después al meteorito. Y sólo aquel que estuviese en los Jardines podría oírlo. Una voz, que no parecía salir de ninguna parte, y que reverberó por toda la zona, a fin de captar el mayor público posible, dentro de esos límites.
—¿Buscas el conocimiento? ¿Deseas la verdad? —preguntó, retóricamente—. Un único camino puedes entonces tomar. Y te advierto, escucha, pues en ninguno más ante ti se mostrarán. Ven y descúbrelo todo. Allí…
El mensaje terminó. Inmediatamente, aparecieron, al otro extremo de los Jardines, sombras oscuras que se transformaron en un misterioso portal, y que quedó abierto, permanentemente, a la espera de que los aprendices tomaran la decisión de adentrarse en él, o hacer caso omiso a la voz.
Para mayor extrañeza, ninguno de los Maestros apareció por allí, ni antes ni después del meteorito. Era imposible que ninguno de ellos hubiese escuchado el impacto, pues incluso en los alrededores se hallaban curiosos moguris que entendían, aún menos, lo que estaba sucediendo. Su extraña desaparición sólo podía significar una cosa: ninguno se encontraba en Tierra de Partida. Ninguno los vería partir. Ninguno se enteraría de la nueva amenaza que parecía atenazar aquel mundo.
Fecha límite: 29 de junio.