[Tierra de Partida] Las apariencias engañan

[Light]

Participantes
Light Hikari
Saxor

Lugar


Cronología
Light: Algún punto entre [Prólogo] Legado y [Trama] La guerra ha cambiado
Saxor: Después del [Encuentro] Perros, lagartos y osos parlantes
(Los acontecimientos de este encuentro suceden durante el mismo día que los de Perros, largartos y osos parlantes)

* * *


Tierra de Partida era un mundo especial, era algo totalmente distinto a lo que estaba acostumbrado. Un lugar donde aprendices y Maestros cooperaban para proteger los mundos, una especie de academia para Caballeros de la Llave Espada. El joven Light había acabado de llegar y aún no se había podido detener a explorar el lugar.

Estar tumbado en la cama observando el techo de su habitación no podía ser bueno, sabía que tenía que salir a relacionarse con otros aprendices... y llenar su barriga.

—Creo que saldré a estirar las piernas y a comer algo... —afirmó el joven pensativo tras liberar un enorme bostezo. Sin duda su habitación era un lugar acogedor, pero no podía quedarse allí toda la vida...

Tras ese bostezo y un último estirón, el joven salió de su habitación, dispuesto a dar una vuelta por aquel nuevo mundo que tantas posibilidades le presentaba.

¿Adónde podía ir después de merendar? No conocía prácticamente a nadie en el lugar, y nunca se le había dado muy bien hacer amigos. Los únicos amigos que había hecho de verdad eran aquellos contra los que el chico se había enfrentado en Struggle. Aseguraba que con un simple choque de espadas, ambos duelistas podían conocerse, sin mentiras, las armas hablarían por ellos.

Tampoco se trataba del único que se encontraba solo, durante su camino a la cafetería, pudo vislumbrar a más adolescentes como él que pululaban sin compañía por los pasillos. También había aprendices agrupados, y parecía que se lo pasaban muy bien. No podía negar que estaba algo celoso, pero le avergonzaba sentir sentimientos como esos, así que decidió apartarlos de su cabeza. Solo tenía que concentrarse en encontrar aquella cafetería...

El Gremio.

El lugar en el que aprendices podían descansar para tomarse un trago, o donde podían aceptar las misiones que se les ofrecía, una interesante manera de matar el tiempo. Light no tardó en darse cuenta de que no había ninguna misión disponible para él, intentaría encontrar alguna otro día. Se dirigió a la barra para decidir que podía merendar, se conformaba con cualquier aperitivo, no era nada roñoso con el tema de las comidas. Finalmente se decantó por probar un bollo que le llamaba bastante la atención, tenía una pinta exquisita...

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Y lo mejor fue que... ¡El Barman le dijo que podía probarlo gratis! Se trataba de la promoción de un nuevo tipo de bollería que triunfaría entre los Aprendices, según él.

Light aceptó encantado la oferta de aquel amable hombre y cogió la bandeja con el panecillo en cuestión. Se preguntaba si en Tierra de Partida había cocineros tan hábiles como su abuela. Parecía estar en lo cierto, el chico no podía despegar su mirada de aquel manjar. Deprimía el mero hecho de llevárselo a la boca...

[Saxor]

Guilmon acababa de salir de la biblioteca. Estaba olisqueando por los pasillos, intentando rastrear el olor del pan que había percibido desde la biblioteca. Primero olisqueó por un lado, luego olisqueó por el otro, y al final se decantó por la izquierda. Empezó a caminar a través del pasillo de las aulas, donde se realizaban las clases teóricas, la biblioteca y la recién descubierta por mí ''sala del ordenador'', que poseía un potente ordenador por el que había salido Guilmon ese mismo día. El olor a pan yo no lo olía por ningún lado, pero Guilmon parecía tener muy buen olfato, como demostró dentro de aquel mundo-libro.

Había aprendices que iban de un lado para otro, algunos a las clases y otros a la biblioteca, pero ninguno se había percatado de la sala del ordenador. A lo mejor Sam y yo éramos los únicos aprendices que conocíamos su existencia. Un tiempo después me dijeron que estaba prohibido usar aquel ordenador. Guilmon llegó a las escaleras que llevaban al piso inferior, hacia la sala del trono, y empezó a bajar dichas escaleras.

Cuando llegamos a la sala del trono, empezó a moverse por toda la habitación, olisqueando varias veces uno de los tronos, en el que se había sentado la última vez que la vi la Maestra Nanashi. Al cabo de un tiempo, el dinosaurio se dirigió a la puerta del castillo, que estaba abierta. Algunos aprendices habían mirado con algo de susto a Guilmon, pero al ver que olisqueaba como un perro, dejaban de mirarlo y volvían a andar. ¿Toda esta caminata la hacía por un poco de pan? Ni siquiera veía dónde podía estar el pan, pues el comedor estaba en dirección opuesta.

Al tiempo, Guilmon miró una caseta, que reconocí inmediatamente como el Gremio. Me llevé las manos a la cabeza. ¿Había olido la comida de la cafetería que había en el gremio desde la biblioteca? Abrí la puerta del Gremio y Guilmon entró casi al instante.

El gremio estaba algo vacío, pero había algunas personas en la barra. Un olor a bollo recién hecho invadió mis fosas nasales, que me hizo entender por qué había detectado ese olor desde tan lejos, pues era un olor muy fuerte.

─¡Huele a pan muy rico! Guilmon quiere pan.─ Oí decir de golpe a Guilmon, mientras corría a la fuente del olor, a quien seguí. Vi un bollo con un aspecto muy peculiar. Tenía un aspecto delicioso, hasta que Guilmon cogió el bollo con la zarpa y se lo metió de golpe en la boca.─Ñam, ñam. ¡Qué rico! Ñam, ñam.─ decía mientras masticaba.

─¡Guilmon, que eso no es tuyo!─ Le regañé, asustado de enfadar al dueño del bollo.

[Light]

Estaba claro que ese bollo era una delicia exquisita. El joven no podía dejar de recordar los múltiples dulces deliciosos que cocinaba su abuela. Aparte de regalices, caramelos y demás, su abuela podía hacer muchos más platos, como la famosa tarta de queso.

Se disponía a cogerlo para darle el primer mordisco, pero alguien se le adelantó. Un lagarto... o lo que fuese, había agarrado rápidamente el bollo y se lo había zampado sin más, entero.

Light retrocedió, sin dar crédito a lo que contemplaban sus ojos. El problema no era el bollo perdido, sino la criatura que se lo había comido. Un monstruo, una especie de dinosaurio rojizo con ojos amarillos. Contaba con múltiples símbolos oscuros por todo su cuerpo, y sus zarpas parecían lo suficientemente afiladas para cortar cualquier cosa.

─Ñam, ñam. ¡Qué rico! Ñam, ñam

Pero aunque a simple vista podía tratarse una criatura peligrosa, al final parecía inofensivo y todo. Resultaba indignante y de mala educación quitarle la comida a los demás, pero Light no podía enfadarse con aquella criatura. El lagarto parecía realmente feliz, solo hacía falta ver como masticaba su bollo, debía estar hambriento. En cambio, el chico que acompañaba a la criatura no parecía muy contento, estaba bastante molesto.

─¡Guilmon, que eso no es tuyo!

─¡Oh! No pasa nada, de verdad ─le dijo Light al chico que acompañaba al que debía ser Guilmon. Tampoco tenía tanto hambre, y después de todo, no había tenido que pagar nada por el bollo. Se acercó al curioso lagarto, y se agachó para estar a la misma altura que él─. ¿Sabes? Seguro que el hombre de la barra te da todos los bollos que quieras. Pero tienes que pedirlos amablemente, ¿vale?

Acarició la cabeza de Guilmon y se situó a la altura del que debía ser un aprendiz, el amigo de Guilmon. Le tendió la mano y se presentó educadamente.

─Que criatura más curiosa, ¿verdad? Me llamo Light, soy el nuevo aprendiz de Maestro Ronin. Mucho gusto.

[Saxor]

El chico de la barra pareció asustarse al ver a Guilmon al principio, incluso retrocedió un poco, pero luego pareció mucho más calmado. Miré al chico que parecía el dueño del bollo. Parecía más alto que yo, su pelo era negro, tenía unos ojos verdes y tenía el ceño fruncido, a lo que me hacía parecer que estaba enfadado. Me dispuse a disculparme cuando empezó a hablar.

─¡Oh! No pasa nada, de verdad ─comentó, con un tono de voz completamente opuesta a su cara. Aquello me sorprendió bastante, pues seguía teniendo el ceño fruncido. El chico se agacho y miró a Guilmon, que le miraba contento.─. ¿Sabes? Seguro que el hombre de la barra te da todos los bollos que quieras. Pero tienes que pedirlos amablemente, ¿vale?─ Le dijo, mientras le acariciaba la cabeza. Mientras lo hacía, Guilmon empezó a olisquearle, seguramente para recordar su olor.

─¡Vale, Guilmon lo hará!─ Gritó muy feliz, mientras se subía a una silla y pedía muy contento y con tono amable al camarero otro bollo. De mientras, el chico se levantó, me miró y me extendió la mano.

─Que criatura más curiosa, ¿verdad? Me llamo Light, soy el nuevo aprendiz de Maestro Ronin. Mucho gusto.─ Se presentó. Le miré un momento a los ojos, que seguían fruncidos, y le estreché la mano.

─Encantado. Yo Saxor, y también soy aprendiz del Maestro Ronin.─ Me presenté yo también.─ Como habrás imaginado, este es Guilmon. ¿Tienes tú algún animal de compañía?─ Le pregunté.

[Light]

El vivaracho lagarto rojo no dudó ni un instante en acudir a la barra para solicitar más bollos, estaba claro que mataría por ellos. Su compañero tampoco dudó en presentarse como era debido a Light.

─Encantado. Yo Saxor, y también soy aprendiz del Maestro Ronin ─comentó para sorpresa de Light─. Como habrás imaginado, este es Guilmon. ¿Tienes tú algún animal de compañía?

─¿Animal de compañía? para nada, nunca he tenido ─contestó con franqueza su pregunta, preguntándose si era normal que los aprendices gozaran de alguno─. He visto que muchos aprendices los tienen, supongo que será algo normal... pero yo no tengo.

Recoger las heces, sacar al animal a pasear todos los días...

Eran algunas de las muchas cosas que no soportaba de las mascotas, le parecían un auténtico estorbo. Era algo innecesario para el joven, no las quería para nada. Y aunque hubiera querido tener, dudaba que su abuela lo hubiera permitido. Light no tardó mucho en imaginarse a la vieja Ágatha cocinando a cualquier perro en la sartén, esa vieja loca era capaz de hacer cualquier cosa...

─Como te imaginarás, soy nuevo en todo esto de la llave espada y tal, acabo de llegar a Tierra de Partida ─le aclaró a Saxor, aún con su rostro serio y mirada fruncida, pero con el tono amable para no parecer demasiado borde─. Por cierto, yo procedo del mundo de Villa Crepúsculo, ¿lo conoces? ─añadió Light, esperando con ganas de que el joven Saxor revelara también algo sobre su mundo.

Según le había revelado Ronin, había tantos mundos como estrellas en el cielo. Las posibilidades eran infinitas, y ahora podría visitar todos los mundos que quisiera. ¡Se sentía tan feliz de ser un aprendiz de la Llave Espada! Se hallaba tan feliz como Guilmon, que estaría punto de darse un atracón de bollos.

[Saxor]

─¿Animal de compañía? para nada, nunca he tenido ─ me respondió─. He visto que muchos aprendices los tienen, supongo que será algo normal... pero yo no tengo.

─ No es tan normal, solo unos cuantos aprendices tienen mascotas, pero se están haciendo muy habituales.

─Como te imaginarás, soy nuevo en todo esto de la llave espada y tal, acabo de llegar a Tierra de Partida ─ me aclaró. Aquello no me sorprendió mucho, pues no lo había visto hasta ahora en uno de los entrenamientos con Ronin. Por cierto, yo procedo del mundo de Villa Crepúsculo, ¿lo conoces? ─ comentó también.

─Sí, estuve allí hace un tiempo, la verdad. Una villa muy tranquila y bonita.─ Alagué a su mundo. Recordé entonces la razón por la que estuve allí, y pensé en qué estaría haciendo en ese momento Hikaru. Dejé de pensar en ello cuando me di cuenta de que en su fruncida cara se veía curiosidad, seguramente por mi mundo de origen.─ Provengo de Vergue... Bastión Hueco─Le contesté. Aún había tenido dificultades para cambiar el nombre de Verguel Radiante por Bastión Hueco, pero a la gente no parecía importarle que me equivocase. Es más, parecía a veces que tenían pena.

─¡Guilmon está feliz!─Oía decir a Guilmon mientras comía más bollos.

[Light]

El dueño del lagarto rojizo halagó el mundo natal del joven Light. ¿Tranquila? En eso llevaba bastante razón, quizás era el adjetivo que mejor describía la ciudad. ¿Bonita? Eso era más discutible para Light, ya que aunque sus crepúsculos eran hermosos, Tierra de Partida le parecía un mundo mucho más atractivo y agradable.

─Provengo de Verge... ─No completó la frase, como si se hubiera equivocado, rápidamente dijo un nombre totalmente diferente al anterior─. Bastión Hueco.

─¿Bastión Hueco? Que nombre más... curioso. Algún día me gustaría explorar un lugar como ese. Seguro que también es acogedor... ─el ingenuo no se hacía a la idea de la situación del actual Bastión Hueco, por lo que se tenía que limitar a hacer volar su imaginación. Se dio cuenta de que no podía resultar tan acogedor por ese nombre─. ¿Un bastión... vacío? Ahora que lo pienso da un poco de mal rollo... ─suponía el joven con un profundo semblante pensativo.

>>Mi mundo es tan aburrido... pacífico, pero aburrido. Nunca encontrarás Sincorazón, pero su monotonía es algo que me enferma...

Y tras añadir esto último, el chico se dirigió a la barra para pedir algo. Se acomodó en un asiento contiguo al de Guilmon, la mascota de Saxor, que se encontraba disfrutando de su banquete particular de bollos.

─¡Guilmon está feliz! ─afirmaba el devorador lagarto.

─Un vaso de agua, por favor ─le solicitó al barman que parecía no dar abasto, ya que un grupo de aprendices había acabado de llegar y parecían haberse adueñado de él, no dejaban de solicitarle bebidas y snacks. En cuanto terminó de atenderlos, no dudo en entregarle a Light el vaso con agua que éste deseaba. Se lo acabó de un trago, ya que la sed le estaba jugando una mala pasada, siempre se había considerado excesivamente sediento.

Se lo terminó de beber, y no pudo evitar observar a la criatura que hizo acto de presencia. Era blanco, pequeño y gordinflón, flotaba utilizando las alas de su espalda. Sus ojos achinados y el gracioso pompón que exhibía hacían de él un ser bastante adorable. Era uno de los moguris que vivían en Tierra de Partida, uno bastante más "redondo" que los demás.

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Ignorad la cinta.

El moguri no pudo contenerse, se encontraba fascinado por los bollos, aquellos que se estaba comiendo cierta criatura rojiza. Brincó de felicidad y se dirigió con brío hacia la barra para pedir algo de ese delicioso manjar.

─¡Kupó! Me gustaría probar algo de lo que está comiendo ese lagarto...

─¡Lo siento mucho pero ya se esta comiendo el último que queda, y no tenemos pensado hacer más de esos bollos hasta la semana que viene... ruego que me disculpe... ─fue la triste respuesta del barman, que lamentaba el chasco que se llevaría ese moguri.

El moguri gordinflón aguardó en silencio unos segundos, como si de un bloque de hielo se tratara, se encontraba inmóvil, paralizado; en shock. Rápidamente, explotó.

─¿¡Qué... !? ¿Por que a mí, kupopo? ¡¡No es justo!! ¡Lo he visto todo, kupó! ¡Le has dado todos los bollos a ese dinosaurio! Me chivaré a los maestros, que lo sepas kupó. ¡Es lo que faltaba! La mascota de un simple aprendiz puede acabarse toda la bollería y yo, el gran detective Mogufat, no puede ni siquiera probar un bocado. ¡Es indignante, kupó!

Aunque su voz era dulce, sus pataletas eran molestas.

─¿Te has dado cuenta... de lo desagradable que eres? ─le preguntó de mala gana, con el rostro serio y amargado que le caracterizaba. A Light no le agradaba Mogufat, más bien sentía vergüenza ajena de él.

[Saxor]

─¿Bastión Hueco? Que nombre más... curioso. Algún día me gustaría explorar un lugar como ese. Seguro que también es acogedor... ─ inconscientemente, aparté la mirada hacia la izquierda. Cierto era que alguna vez había sido muy acogedor... pero claramente entonces no, debido a la invasión─. ¿Un bastión... vacío? Ahora que lo pienso da un poco de mal rollo... ─ supuso entonces, pensativo.


>>Mi mundo es tan aburrido... pacífico, pero aburrido. Nunca encontrarás Sincorazón, pero su monotonía es algo que me enferma...


Su opinión sobre su propio mundo me hizo que pensar. Un mundo muy monótono... Aquella monotonía no la pude experimentar la vez que fui a aquel mundo, con Fyk, ya que estuvimos nada más que persiguiendo a Hikaru, por unos impulsos que esos días me hacían mucho que pensar...

El chico se sentó al lado de Guilmon, para pedir un vaso de agua, que se bebió de un trago. Acto seguido, la puerta se abrió para dejar paso a un moguri bastante regordete, aunque podía volar a pesar de ello. El moguri, al ver los bollos que Guilmon, se le empezó a caer la baba. Voló rápidamente hacia la barra, chocando de paso con mi hombro.

─¡Kupó! Me gustaría probar algo de lo que está comiendo ese lagarto...

─¡Lo siento mucho pero ya se esta comiendo el último que queda, y no tenemos pensado hacer más de esos bollos hasta la semana que viene... ruego que me disculpe... ─ contestó el barman, algo que, me fijé, entristeció a Guilmon.

─ ¿No quedan más?─ Preguntó, apenado, cuando el moguri se quedó congelado, sin creerse lo que decía. Unos segundos después, estalló de rabia.

─¿¡Qué... !? ¿Por que a mí, kupopo? ¡¡No es justo!! ¡Lo he visto todo, kupó! ¡Le has dado todos los bollos a ese dinosaurio! Me chivaré a los maestros, que lo sepas kupó. ¡Es lo que faltaba! La mascota de un simple aprendiz puede acabarse toda la bollería y yo, el gran detective Mogufat, no puede ni siquiera probar un bocado. ¡Es indignante, kupó! ─ Que se metiera con Guilmon solo por haber llegado tarde al festín no me agradó mucho, la verdad, y me dieron ganas de quejarme.

─Perdona, pero yo no había oído nunca hablar de ti, así que no te hagas aires.─ le contesté, defendiendo a Guilmon.

[Light]

─¡Imperdonable! ¡Imperdonable! ¡Imperdonable! ¿En qué están pensando los Maestros, kupó? ¡Mira lo que han conseguido por traer a tantos aprendices estos meses, kupó! Ellos y sus mascotas traerán todo el caos, kupó. ¡Y lo peor de todo es que son unos maleducados, kupó! ¡Qué vergüenza, kupó!

─Señor Mogufat... no se lo tome a mal, pero creo que se esta pasando un poco. Son solo unos bollos... ─le indicó el barman, intentaba tranquilizarle, aun sabiendo que cualquier esfuerzo era inútil.

De todas maneras, nadie podría apaciguarle, a menos que le consiguieran alguno de esos bollos. El moguri malhumorado les bufó, y se fue por donde había venido. No tardarían en rondar oscuros pensamientos por su cabeza.

¡Kupopó! He tenido una idea maravillosa. Mi venganza será terrible, kupó.

Abandonó el Gremio, desapareciendo así el ambiente tenso que se había respirado hace unos segundos. Light resopló, y deseó con todas sus fuerzas que dejaran de atraer las miradas del público. Sin duda, habían tenido que llamar la atención, y eso era algo que no le agradaba.

─He visto algunos Moguris, pero nunca he conocido uno tan molesto como ese. ¿Se puede saber en qué estaba pensando mientras decía esas estupideces? En fin, no me importa. Otro vaso de agua, por favor ─le pidió de nuevo al barman educadamente, pese a su malhumor. Se lo bebió entero de otro sorbo, y se levantó con brío del asiento. Su enfado era palpable─. Me marcho, solo había venido a picar algo, pero creo que ese Mogufaf me ha quitado el hambre por completo. Nos vemos en los entrenamientos.

Se despidió de ellos y se fue del Gremio, aunque no estaba muy seguro hacia donde podía ir, algo tenía claro. Había acabado por sentirse incómodo allí. En esos momentos, el aprendiz quería ir a cualquier lugar donde pudiese relajarse, y donde lograra matar el tiempo hasta la hora de cenar.

Y ahora que lo pensaba... aún le quedaba gran parte de Tierra de Partida por recorrer...

...

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Un nuevo amanecer en Tierra de Partida, un espectáculo realmente hermoso para los ojos de cualquiera, aunque muchos perezosos optaran por quedarse resguardados entre las sabanas...

Otro día nuevo para los Maestros y sus aprendices.

Lo primero que hizo Light tras despertarse (aparte de bostezar) fue coger su móvil, que se hallaba depositado en su mesita de noche.

Tal como esperaba, se había quedado dormido.

No tardaría mucho en prepararse, su estómago le reclamaba que desayunara cuanto antes. Además ya era tarde, los aprendices ya estarían terminando de desayunar, y los entrenamientos empezarían en breve. Se despejaría con una ducha rápida y se dirigiría rápidamente al comedor para recibir su desayuno.

Desgraciadamente... el desayuno tendría que esperar...

El joven se encontró con un tumulto de manifestantes delante de las puertas de la cocina, nadie estaba desayunando, y las mesas del comedor se encontraban vacías, completamente vacías.

¿Por qué hay tanta gente allí reunida? Será mejor que lo averigüe.

Le parecía muy irregular la situación, por lo que decidió meterse de lleno en aquel motín. Exigían (y amenazaban) que se les diera de desayunar. Dos Moguris se hallaban ante las puertas de la cocina. Ambos se disculpaban e intentaban sin éxito calmar a los manifestantes

─Por favor, tenéis que entenderlo. ¡No sabemos cómo ha podido ocurrir! Ahora lo estamos investigando, kupó. ¡Calmaos, kupó!

─¡Mi compañero tiene razón! Intentaremos compensaros, kupó...

Los ruegos de los Moguris no le decían mucho, la verdad. Tenía que buscar a alguien que le pudiera contar los hechos; a algún compañero aprendiz suyo, por ejemplo.

[Saxor]

─¡Imperdonable! ¡Imperdonable! ¡Imperdonable! ¿En qué están pensando los Maestros, kupó? ¡Mira lo que han conseguido por traer a tantos aprendices estos meses, kupó! Ellos y sus mascotas traerán todo el caos, kupó. ¡Y lo peor de todo es que son unos maleducados, kupó! ¡Qué vergüenza, kupó!

Eso es todo lo que decía. Quejas, quejas y más quejas. No paraba de quejarse y protestar por unos simples bollos. Guilmon ya se había terminado el último, y se estaba relamiendo las garras, y eso pareció enrabiar más a Mogufat. El barman, que parecía molesto por el escándalo, intentó calmarlo.

─Señor Mogufat... no se lo tome a mal, pero creo que se esta pasando un poco. Son solo unos bollos...

Aun así, el relleno moguri no se calmaba, y no parecía que se fuera a calmar. Después de un bufo, se largó, y eso tranquiolizó un poco el ambiente. Todos los que nos habían estado mirando, volvieron a sus charlas con amigos.

Aquel moguri me había enfadado bastante. Por muy detective que fuese, no le daba derecho a meterse con mi mascota. Ese moguri, aunque rellenito, me había recordado por unos segundos a otro egocéntrico aprendiz, pero dejé de pensar en eso cuando Light volvió a hablar.


─He visto algunos Moguris, pero nunca he conocido uno tan molesto como ese. ¿Se puede saber en qué estaba pensando mientras decía esas estupideces? En fin, no me importa. Otro vaso de agua, por favor ─pidió al barman. Tras bebérselo de otro trago, se levantó. Se le notaba bastante enfadado con lo acontecido─. Me marcho, solo había venido a picar algo, pero creo que ese Mogufaf me ha quitado el hambre por completo. Nos vemos en los entrenamientos.

─Hasta luego─ me despedí también, aunque me quedé un rato más en el gremio. Ahora que estaba aquí, tenía que aprovecharlo, al menos. Miré el tablón de anuncios, esperanzado de que hubiera alguna misión disponible, pero nada. Suspiré, me estaba aburriendo un poco. Me senté otra vez en la barra, y pedí un helado de sal marina. Me quedé allí hasta que me terminé el helado, junto con Guilmon.

...

Aún estaba dormido. La verdad era que las camas de Tierra de Partida eran muy cómodas, y seguro que pegaban las sábanas a cualquiera. La verdad era que habría seguido durmiendo si no hubiera sido por el despertador de mi móvil:

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Aquello me despertó de golpe. Aquella música siempre me despertaba. Además de que la música era pegadiza, los tonos altos de las músicas de 8 bits podían despertar a cualquiera. Tras bostezar, paré el despertador de mi móvil y miré la hora. Aún era algo temprano. Siempre me levantaba algo temprano para poder tomarme las cosas con calma. Antes de vestirme, me pegué una ducha, para lavarme y despejarme. Como no tenía nada planeado para hoy, me dejé la armadura en la habitación, y me fui a desayunar. Cuando entré, no había ningún aprendiz, así que supuse que fui el primero en llegar. Había un tío bastante grande gritando a un par de moguris que ayudaban de vez en cuando en la cocina.

Como dije, era bastante grande. Tenía el pelo de color marrón grisáceo, con rastas, y unos ojos que parecían completamente amarillos, sin pupila y sin iris. Llevaba una chaqueta que parecía una de esas de camuflaje, pero con tonos de grises en vez de verdes, un colgante metálico y un cinturón con símbolos de una especie de carnero. Pero lo más curioso, era que llevaba una especie de alas negras pegadas a la espalda, que no parecían que pudiera hacerlo volar, ya que eran muy pequeñas (en comparación) y parecían esqueléticas.

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─ ¿Cómo puede estar pasándome esto? ¡¿Quién ha entrado en MI cocina y se ha comido todos los alimentos?!

Los moguris estaban temblando de pavor. Si yo fuera ellos, yo también temblaría a la ira de aquel hombre, que parecía ser el cocinero. ¿Habían robado los alimentos? Si era cierto, aquí no se podría desayunar. Entonces las puertas se abrieron, entrando un moguri que me sonaba demasiado: Mogufat. Me ignoró completamente, aunque chocó a propósito conmigo mientras pasaba a mi lado, de nuevo. Eso me enfadó bastante, pero no llegué ha decirle nada.

─ ¿Algún problema, cocinero?

─ ¡Un problema bien frito! Han entrado en mi santuario y se han comido todos los alimentos. ¡El culpable merece que lo asen en un horno!─ Explicó el cocinero al moguri, que, misteriosamente, hizo al moguri tener un escalofrío.

─ ¡N-no os preocupéis! ¡Yo, el gran detective Mogufat, me haré cargo del asunto y encontraré al culpable!

Justo después, el moguri se dirigió a las puertas de la cocina, a la que entró. Pasó un rato, y todo se llenó de gente. Había tanto revuelo al no haber desayuno, que tuvieron que poner a los dos moguris anteriores a vigilar la puerta para que no entrasen.

─Por favor, tenéis que entenderlo. ¡No sabemos cómo ha podido ocurrir! Ahora lo estamos investigando, kupó. ¡Calmaos, kupó!─ Decía uno.

─¡Mi compañero tiene razón! Intentaremos compensaros, kupó...─ Se disculpaba el otro.

Suspiré, tendría que ir al Gremio para desayunar, así que me decidí por salir del comedor, cuando vi al compañero aprendiz que conocí ayer, que se le veía bastante confuso. Me acerqué a él, ya que me pillaba de camino a la salida.

─Light, ¿te has enterado? ¡Se han comido todos los alimentos de la cocina!

[Light]

La aglomeración era gigantesca, y el joven era incapaz de atisbar a alguien conocido que le pudiera explicar la situación, aunque esto no sería por mucho tiempo. Saxor sí que logró divisarle, y se acercó a él para contarle lo ocurrido.

─Light, ¿te has enterado? ─éste le negó con un simple movimiento de cabeza, y procedió a escucharle─. Se han comido todos los alimentos de la cocina!

─¿Cómo que se lo han comido todo? ─para él no tenía ningún sentido, por lo que añadió─: ¡Pero si debe haber muchísima comida! ¿Cómo es posible?

Sonaba muy extraño, pero parecía ser cierto. Alguien había hecho desaparecer por arte de magia toda la comida de la cocina, y por su culpa ahora no había ningún desayuno que llevarse a la boca. Entre los manifestantes, rondaban todo tipo de rumores. Algunos decían que había sido el propio cocinero el que se lo había zampado todo. Otros aseguraban que era una travesura del Maestro Akio.

En conclusión, se respiraba una atmósfera bastante caldeada e incómoda en el gran comedor.

─Me sigue pareciendo bastante raro, ¿sabes? Yo no me fiaría un pelo de estos rumores. Me extraña que alguien se pueda zampar toda esa comida; es rotundamente imposible...

─¡Kupopó! ¡Mogufat ha llegado a una conclusión! ─exclamaba uno de los moguris que custodiaban la puertas. Se mostraba bastante aliviado, y resultaba normal, pues algunos manifestantes ya habían sugerido entrar a las cocinas por la fuerza...

Mogufat había llegado muy rápido a una conclusión, demasiado. Los participantes de aquel motín dejaron sus escandalosas quejas y esperaron a escuchar la explicación del raudo detective. El cocinero salió el primero, su presencia amenazante no había cambiado en absoluto. De hecho, ahora hacía crujir sus nudillos, y dirigía una mirada bastante antipática hacia Saxor y Light. El detective sería el siguiente en salir.

─¡Compañeros de Tierra de Partida, kupó! ¡He de anunciarles que ya hemos encontrado al responsable de todo este accidente! ─declaraba el confiado de Mogufat.

El revuelo masivo se hizo oír, la agitación era tremenda. Los cuchicheos y murmullos se multiplicaban, incluso parecía haber una porra de apuestas rondando por ahí, aquello ya había dejado de parecer una manifestación. Casi todos aseguraban que Akio era el culpable, la mala fama del Maestro era más que apreciable.

“Pobre Maestro Akio... parece que no es muy querido entre los aprendices...” pensó, y se limitó a observar el panorama con los brazos cruzados. No tenía un buen presentimiento de aquello... Higashizawa no despegaba ni un instante la mirada de ellos.

─¡Mogufat estaba hablando! ¡Tengan un poco de consideración, kupó! ─les advirtió un moguri, aunque más que molesto, Mogufat parecía emocionado por el alborto.

Acto seguido, empezaron a abstenerse de seguir hablando, progresivamente. En cuanto se alcanzó el absoluto silencio, el detective prosiguió con su discurso.

─Ha sido bastante fácil, el culpable no es muy inteligente que digamos, kupó. Pasaré a deciros su identidad: se trata de...

Señaló con su corta extremidad hacia Saxor.

─¡La criatura de ese chico, kupó! Ese lagarto rojo es el culpable, kupó. Mi teoría es absolutamente correcta. ¡Ha sido él, kupo!

─¡Absurdo!

¿Hablaba de Guilmon?

¿Era su venganza por lo del Gremio? Se hallaba perplejo y aturdido, Light no daba crédito a lo que acababa de escuchar. ¿Cómo se podía ser tan rastrero? Estaba claro que lo hacía por resentimiento, esa “teoría absolutamente correcta” en realidad resultaba bastante sospechosa. Desgraciadamente no todos pensaban como él.

La mayoría de asistentes clavaban sus miradas de desprecio en Saxor...

─Tengo una pregunta, si me permites ─le preguntaría sobre cierta incoherencia cuanto antes. Suponía que empezaría a ser el blanco de muchas miradas, pero no le importó─. ¿No te parece demasiado extraño? Nadie normal podría comerse... tanto, quiero decir... que me imagino que debía haber comida para un ejército...

Mogufat le asintió velozmente, como si estuviera esperando aquella pregunta en particular.

─Tú lo has dicho, kupó ─recalcó─. ¿Y acaso ese lagarto es normal, kupó?

─¿Qué? ─se mordió el labio, no se esperaba un contraataque tan potente de él.

Saxor tendría que decir algo para defender a su mascota, o la multitud se les echaría encima.

[Saxor]

[─¿Cómo que se lo han comido todo? ¡Pero si debe haber muchísima comida! ¿Cómo es posible?

Mi compañero no se lo podía creer. Yo, la verdad, tampoco me lo habría creído si no hubiera sido por los gritos del cocinero que, según los aprendices, se llamaba Higashizawa. Los rumores, como siempre que ocurría alguna travesura en el castillo, apuntaban a Akio, un maestro al que no había tenido oportunidad de conocer.

─Me sigue pareciendo bastante raro, ¿sabes? ─ Continuó Light, que seguía sin poder dar crédito a lo que oía. ─ Yo no me fiaría un pelo de estos rumores. Me extraña que alguien se pueda zampar toda esa comida; es rotundamente imposible...

─¡Kupopó! ¡Mogufat ha llegado a una conclusión! ─ gritó uno de los moguris a la multitud, algo más aliviado. Me parecía demasiado pronto para haber llegado a una conclusión, ya que solo había estado una media hora.

Las puertas de la cocina se abrieron casi de un portazo, y dejaron salir primero al cocinero, Higashizawa, que nos miraba con odio a ... ¿nosotros?, mientras se crujía los nudillos, como si nos quisiese golpear en cualquier momento. ¿Por qué nos miraba a nosotros? En aquel momento, el detective, muy contento, salió de la cocina.

─¡Compañeros de Tierra de Partida, kupó! ¡He de anunciarles que ya hemos encontrado al responsable de todo este accidente!

Aquellas palabras le siguieron un mar de cuchicheos, que seguía acusando a Akio como culpable. Sin embargo, Higashizawa no nos despegaba la mirada. Aquello me puso los pelos de punta, no podía entender por qué nos miraba a nosotros.

Los cuchicheos empezaron a disminuir, debido a una queja de un moguri, hasta que desaparecieron, dejando hablar al moguri relleno.

─Ha sido bastante fácil, el culpable no es muy inteligente que digamos, kupó. Pasaré a deciros su identidad: se trata de...─ En aquel momento, el moguri me señaló. Quedándome perplejo.

─¡La criatura de ese chico, kupó! Ese lagarto rojo es el culpable, kupó. Mi teoría es absolutamente correcta. ¡Ha sido él, kupo!

No podía creer lo que estaba diciendo. Guilmon jamás se habría comido tanta comida, y no era de los que robaban.

─¡Absurdo!─ Gritó mi compañero, Light, que sabía tanto como yo que aquello era imposible. Muchas personas empezaron a mirarme, con desprecio. Aquello me hizo sentir fatal.

─Tengo una pregunta, si me permites. ¿No te parece demasiado extraño? Nadie normal podría comerse... tanto, quiero decir... que me imagino que debía haber comida para un ejército... ─ Preguntó Light a Mogufat, intentando defender a mi mascota de tales acusaciones. Sin embargo, y para mi desgracia, el moguri asintió rápidamente.

─Tú lo has dicho, kupó. ¿Y acaso ese lagarto es normal, kupó? ─ Respondió, insultando a mi mascota con palabras como aquellas. Guilmon era un animal como cualquier otro... o eso quería pensar. Tenía que decir algo rápido, pues sino todos los aprendices se abalanzarían a por mí.

─ ¡Pero Guilmon no es un ladrón!─ Respondí─ Ha estado en mi habitación toda la noche. Además, solo le gusta el pan.─ Recalqué. No había visto que comiera otra cosa que pan hasta ahora.

[Light]

La tensión aumentaba, sin parar, y la situación empezaba a volverse más que incómoda. Por mucho que Saxor defendía a su mascota, las miradas acusadoras no cesaban.

Mogufat se había ganado a todo el publico, y resultaría bastante difícil convencer a la multitud de lo contrario.

─El dueño de cualquier mascota recurriría a cualquier mentira para poder defenderle, kupó ─justificó─. Lo que necesitas son pruebas de su inocencia, kupó, y me temo que... eso es imposible,kupó. Entrad en la cocina y comprobadlo por vosotros mismos, kupó.

»Ese lagarto es el culpable, kupó. Se lo comunicaré a los Maestros, y ellos decidirán lo que se hace con esa mascota gamberra, kupopó.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que Mogufat era el verdadero culpable, y que seguramente había manipulado la escena del crimen para culpar a Guilmon. Pero... quizás no estaba todo perdido.

Tenía que haber alguna manera de demostrar su inocencia.

Light echó un breve vistazo a la muchedumbre descontenta. Él ya se había convertido en el centro de muchas miradas, y todo por defender a un compañero de unas acusaciones absurdas. Aunque se estaba metiendo donde no le llamaban, no podía dejar solo a un compañero, no era lo correcto.

Algo se le tenía que ocurrir; una idea que Mogufat y su público no pudieran rechazar.

─Propongo un desafío, Mogufat ─alzó la voz para que nadie se quedara sin escuchar lo que tenía que sugerir─. Si encontramos al verdadero culpable... tendrás que admitir tu derrota. Si no le encontramos, podrás decírselo a los Maestros. Con un día nos bastará para conseguirlo, ¿qué te parece?

Su desafío era algo que Mogufat no podía rechazar de ninguna manera. Si lo hacía, la gente dejaría de creerle, y se convertiría en el centro de todas las sospechas. Además, la multitud empezaría a hacer sus apuestas, por lo que resultaba un negocio interesante para esos jugadores empedernidos. Mogufat no podía fallar al público que se había ganado.

[Saxor]

Todos me seguían mirando con desprecio, a pesar de haber dicho la verdad.

─El dueño de cualquier mascota recurriría a cualquier mentira para poder defenderle, kupó. Lo que necesitas son pruebas de su inocencia, kupó, y me temo que... eso es imposible,kupó. Entrad en la cocina y comprobadlo por vosotros mismos, kupó.

No... No era posible. Guilmon había estado conmigo toda la noche, ya que sus ronquidos, no es que me dejasen dormir precisamente.

»Ese lagarto es el culpable, kupó. Se lo comunicaré a los Maestros, y ellos decidirán lo que se hace con esa mascota gamberra, kupopó.

Claramente, él lo había hecho, y estaba culpando a mi mascota como venganza. Ese regordete moguri me había mirado con desprecio desde su berrinche de ayer. Y, aunque aquello fuera un disparate, era un claro móvil del delito. Estaba acorralado. No se me ocurría nada para salvar a Guilmon y ya parecía demasiado tarde, cuando...

─Propongo un desafío, Mogufat ─ Retó Light aL detective─. Si encontramos al verdadero culpable... tendrás que admitir tu derrota. Si no le encontramos, podrás decírselo a los Maestros. Con un día nos bastará para conseguirlo, ¿qué te parece?

Aquello me alegró el día. Si Mogufat pillaba el anzuelo, tendríamos un día entero para investigar, y podría montar una estrategia para descubrir su culpabilidad... como yo hacía hace muchos años. En aquel instante, Mogufat miró al montón de gente, que empezó a mirar también al rechoncho detective, y sus ojos se llenaron de un brillo extraño.´

─Acepto tu reto, joven. Pero no vais a encontrar nada que no haya descubierto yo ya. Tenéis la cocina disponible, pero con un moguri de estos dos vigilando que no vayáis a modificar la escena del crimen.

Aquello lo esperaba. Mis ojos empezaron a brillar como si un fuego intenso estuviera en su interior. Hacía años que no lo hacía, pero en Verguel Radiante siempre me había gustado jugar con mis amigos a ''El asesino''. Esto no iba a ser muy diferente (salvo que el caso era real).

─ Vamos a la cocina. ─ Le dije a Light, casi ilusionado, mientras me dirigía a las puertas de la cocina.

[Light]

Spoiler: Mostrar

Su propuesta del desafío fue bastante bien recibida por parte de Mogufat y su público. Los cuchicheos aumentaron, y como era de esperar, las apuestas también. ¿Quién ganaría aquel desafío? Aunque casi todos habían apoyado a Mogufat, una pequeña parte de su público apostaría por Saxor, esperando así ganar una considerable cantidad de platines. Estaban tan inmersos en las apuestas que la mayoría se había olvidado por completo del desayuno...

Saxor lógicamente estaba conforme con el desafío, y propuso empezar por investigar la escena del crimen: La cocina del castillo de Tierra de Partida.

Light siguió a su compañero que se disponía a entrar, y supuso el panorama de la escena, era bastante predecible. Tal como se había imaginado antes, Mogufat habría dejado todo tipo de pruebas que incriminaran a Guilmon.

Y en efecto así era.

La cocina consistía en una habitación amplia, con tres mesas de trabajo alargadas y horizontales que ocupaban gran parte del espacio, totalmente vacías (porque desgraciadamente no había nada que cocinar) por lo que no resultaban muy interesantes para la investigación.

Lo que más le llamó la atención a Light fue el gigantesco agujero del armario de los condimentos. Se acercó mejor para echar un vistazo, y comprobó que había restos de quemaduras, por lo se debía haber utilizado una habilidad de fuego para hacer ese orificio.

Aunque... aquello no resultaba muy normal.

Higashizawa y Mogufat también entraron en la sala, y se dedicaron a continuar investigando la escena del crimen por su cuenta. El cocinero seguía sin quitarles un ojo de encima, y Mogufat examinaba con su lupa todos los recovecos de la cocina. ¿Acaso no había investigado antes lo suficiente? Quizás se le había pasado algo por alto...

A Light no le importaba su presencia. El joven hizo una seña a Saxor, y le señaló el gran agujero del armario de los condimentos.

—Mira tú mismo —susurró a su compañero—. Un agujero con quemaduras... en el armario de los condimentos... sin condimentos.