Re: [Tierra de Partida] Juego Limpio
Publicado: Mié Nov 21, 2012 12:39 am
El chico ante mi pregunta se empezó a reír. Quizás había puesto una cara graciosa, o había hablado con una expresión un poco más rara. En todo caso encontramos finalmente el dichoso pasillo.
— ¡Eureka! Este es el lugar.
—Vale, ya solo nos queda echar un vistazo a ver si lo encontramos.
Me fui por un lado del pasillo mientras que Exuy buscaba por el otro. Veía un montón de títulos raros que formaban parte de esta sección, como “Las maravillosas aventuras de Huckleberry Kupó” o “El Cantar del Mío Moguri”.
Mientras me asombraba por la cantidad de títulos interesantes por leer, mi compañero encontró el libro. Me llamó la atención y me lo enseño.
—Estamos a un pelo de saberlo todo sobre el juego.
Bonito comienzo. Aunque claro, los moguris no tienen otro juego característico.
—Increible, no pensé que esto fuera tan importante para ellos…
—P…pero si esto no es verdad. ¡Si el juego lo inventó un moguri de Tierra de Partida! Mejor será que vayamos a la parte de las normas…
—Ahora sé porque vuelan tantas pelotas. Además habría que añadir que estas son como del tamaño de una pelota de Llave-tenis. Veamos el resto…
—…
No estaban ahí las reglas. En su lugar estaba el resto del papel que se dejaba al arrancar las páginas muy rápidamente.
—¿¡P…pero qué!? ¿Qué hacemos? Alguien ha robado la parte de reglas.
—Yo sé lo que vais a hacer, kupó.
Era la bibliotecaria, que me miraba muy enfadada.
—Primero, aquí no se eleva la voz, y, kupó, segundo, ¡fuera de aquí!
Di un salto del grito que pegó la moguri. Durante todo el camino a la salida ella nos reprochaba nuestra “incalificable actitud” mientras yo me disculpaba constantemente.
En todo caso esto no sirvió para quedarnos mucho más en la biblioteca, así que salimos a la puerta.
—Ahora sí que ya no sé que hacer…
— ¡Eureka! Este es el lugar.
—Vale, ya solo nos queda echar un vistazo a ver si lo encontramos.
Me fui por un lado del pasillo mientras que Exuy buscaba por el otro. Veía un montón de títulos raros que formaban parte de esta sección, como “Las maravillosas aventuras de Huckleberry Kupó” o “El Cantar del Mío Moguri”.
Mientras me asombraba por la cantidad de títulos interesantes por leer, mi compañero encontró el libro. Me llamó la atención y me lo enseño.
—Estamos a un pelo de saberlo todo sobre el juego.
“El espectacular juego de los Moguris”
La mogupelota
Bonito comienzo. Aunque claro, los moguris no tienen otro juego característico.
Mogupelota:
Juego que se practica hace 100 años. El juego ha pasado de generación en generación como un deporte tradicional entre los moguris.
Se dice que en tiempos antiguos se ocupaba este deporte como un método de combate para poder adquirir recompensas o disputar tierras. A su tiempo las necesidades fueron cambiando, por lo que en el día de hoy solo se ocupa como un divertido deporte…”
—Increible, no pensé que esto fuera tan importante para ellos…
—P…pero si esto no es verdad. ¡Si el juego lo inventó un moguri de Tierra de Partida! Mejor será que vayamos a la parte de las normas…
Modo de juego:
El juego consta de insertar pelotas dentro de arcos que se encuentran en el campo de juego. Este último está dividido en 2 sitios donde cerca de los extremos opuestos hay 5 aros, llamados Arkupis, ubicados en diferentes posiciones. A medida que el juego avance los Moguris tendrán que golpear la pelota en el aire con el pompom de su cabeza para ubicar la pelota en los arcos. Los Moguris pueden moverse a gusto de ellos por el campo pero dentro del sector de los arcos, que es una semi-circunferencia, no podrán pasar a menos que sean los Guardakupis, los que impiden el paso de la pelota en los Arkupis.”
—Ahora sé porque vuelan tantas pelotas. Además habría que añadir que estas son como del tamaño de una pelota de Llave-tenis. Veamos el resto…
Reglas:
…
…”
—…
No estaban ahí las reglas. En su lugar estaba el resto del papel que se dejaba al arrancar las páginas muy rápidamente.
—¿¡P…pero qué!? ¿Qué hacemos? Alguien ha robado la parte de reglas.
—Yo sé lo que vais a hacer, kupó.
Era la bibliotecaria, que me miraba muy enfadada.
—Primero, aquí no se eleva la voz, y, kupó, segundo, ¡fuera de aquí!
Di un salto del grito que pegó la moguri. Durante todo el camino a la salida ella nos reprochaba nuestra “incalificable actitud” mientras yo me disculpaba constantemente.
En todo caso esto no sirvió para quedarnos mucho más en la biblioteca, así que salimos a la puerta.
—Ahora sí que ya no sé que hacer…