[Ciudad de Halloween] Revuelo en el Calabazar

por **RedXIII** » Vie Sep 28, 2012 3:36 pm

El Moguri se acerco a una tumba y rápidamente empezó a cavar ¿Como podía cavar con esas manitas tan pequeñas? Era un espectáculo verdaderamente gracioso, Hiro intentaba no reírse o soltar algún comentario empalagoso como "Oh, que monada", podría ofenderse.

Sorprendía a la gran velocidad que escarbaba en la tierra y lo poco que tardo en hacer un agujero ¿Tan importante era aquel tesoro? En menos de un minuto, salio de aquel agujero con un pequeño cofre, aunque volara parecía que pesaba lo suyo y que le costaba sacarlo, aun así no parecía tener la intención de soltarlo.

—¡Kupóooo! ¡Es mío, mío, mi tesoro!

Rápidamente abrió el cofre, y en su interior, contemplo su preciado tesoro: un frasco de elixir, es una especie de poción muy valiosa en los mercados Moguri, pero des de luego no era un objeto con el que pudiera dominar el mundo.

No entendía muy bien su alegría y regocijo por encontrar un elixir, ciertamente es difícil encontrar esas cosas por cualquier lugar, y cierto que es bastante caro, pero no era precisamente lo que esperaba ver Hiro cuando hablo antes sobre el tesoro, pensó que sería algo de oro, diamantes y rubíes encastados.

—Menuda suerte tiene, el condenado.— Susurró el compañero de Hiro —Seguro que le dan una burrada de platines por el tesoro... dudo mucho que lo use en combate, ¿no?— Añadió

Kousen le miro ¿Es que pensaba que iba a robarle el tesoro al Moguri? no era nada del otro mundo, y Hiro tenía algo de ética como para no robar.

Hiro se extraño al ver que se volvió a girar a verle ¿Es que tenía algo en la cara? Se giro, pero no vio nada detrás suyo —¿Tengo algo en la cara? — Pregunto, mientras, se acerco al Moguri para hablar con el.

—Anda, que chulo — Le dijo —¿Te gusta tu tesoro? — Le pregunto.

por **Soul Artist** » Vie Sep 28, 2012 4:16 pm

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El moguri se echó atrás cuando vio surgir a Hiro de la nada, por muy buenas intenciones que tuviese. Se quedó observándole mientras gruñía, como una madre que protegía a sus hijos de posibles amenazas, y le dedicó una mirada llena de ira.

—¡Me quieres robar! ¡Toma!

El moguri invocó de nuevo su shuriken y le golpeó en la cabeza con fuerza al chico, casi clavándoselo. Después de hacerle aquel daño, le sacó la lengua y se dio media vuelta.

—¡Me vuelvo a Tierra de Partida! ¡Adiós, kupó!

Y con aquellas palabras, se alejó del laberinto hasta que le perdieron de vista...

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por **RedXIII** » Vie Sep 28, 2012 6:30 pm

La reacción del Moguri no fue la que esperaba Hiro, ya que en vez de responder se mostró hostil, ya que le gruña como si fuera un perro o algo similar.

—¡Me quieres robar! ¡Toma!

—¿Eh? E... espera.. no... — Balbuceaba mientras intentaba explicarle la situación al Moguri agitaba los brazos negando aquello, en vano, ya que el Moguri saco su gran Shuriken y le golpeo con fuerza en la cabeza, un poco más y se lo dejaba incrustado como adorno. Después se dio la vuelta y sin ningún tipo de reparo ni de remordimiento le saco la lengua.

—¡Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, mi cabeza! — Exclamo el joven perro mientras corría de un lado a otro con las manos sobre la cabeza —¡Pero que animaaaaal, encima que le doy mi bloc! — Gritaba por el dolor.

—¡Me vuelvo a Tierra de Partida! ¡Adiós, kupó!

Ignorando los lamentos del aprendiz se fue, desapareciendo de aquel lugar seguramente para no volver.

—¡Bestia! — Seguía gritando —¡¿Porque me ha tocado el Moguri animal?! — Se lamentaba rodando por el suelo.

—Ah, si, los caramelos — Dijo levantándose de golpe e ignorando el daño que había sufrido, aunque siguiera con la cabeza dolorida, los dulces eran algo que le gustaba mucho, lo suficiente como para continuar —¿A donde vamos? — Le pregunto a su compañero con el ojo izquierdo cerrado.

por **Kousen** » Vie Sep 28, 2012 10:08 pm

Estuve a punto de agarrar a Hiro cuando vi que iba a salir de nuestro escondite, pero ya era demasiado tarde para cuando me di cuenta, pues habló para dirigirse al moguri.

—¡Me quieres robar! ¡Toma!— exclamó Moguel, furioso y volviendo a sacar su shuriken de la nada.

Hiro intentó explicarse, pero de poco le sirvió su balbuceo. El pequeño ser alado le atizó con el afilado instrumento en mitad de la cabeza... no se lo clavó de milagro.
Estuve a punto de salir de un salto de mi escondite para socorrer al pobre aprendiz, pero me tranquilicé más al ver que no era nada grave para lo que habría podido llegar a ser, teniendo en cuenta el tamaño del arma. Moguel, en cambio, sacó la lengua para burlarse del joven.

Hiro se retorcía de dolor por el suelo, quejándose y echándole en cara al moguri el hecho de que le había ayudado con el bloc de notas, pero este último no hizo ni caso.

—¡Me vuelvo a Tierra de Partida! ¡Adiós, kupó!— Se despidió, perdiéndose entre las tumbas.

El silencio regresó al cementerio, dejándonos a solas con las lápidas, el ruido del viento y... bueno. Los gritos de dolor de Hiro, que seguía lamentándose.

—¡Bestia! — exclamó —¡¿Porque me ha tocado el Moguri animal?! — aullaba, son levantarse del suelo.

Salí de mi escondrijo tras una gárgola para acercarme a ayudarle, pues parecía que aquel golpe le había afectado más de lo que aparentaba.

— Hiro, ¿estás bi...?— iba a tenderla la mano cuando se puso en pie de un brinco, olvidando la herida.

Borró por completo lo sucedido hace unos segundos de su mente, y volvió a preguntar por los dulces. No tardó en preguntarme qué dirección seguir para poder continuar buscando... aunque me daba a mí que el espantapájaros no iba a estar relleno precisamente de golosinas.
Me lo había imaginado, sin duda. A lo lejos no se veían más que aquel valle de muerte, pero ningún espantapájaros a la redonda... pero no era lo único que no estaba.

La calabaza con los dulces y el cartel no se veía desde donde estábamos, o bien todas las malditas tumbas eran iguales.

—Bah— resoplé, harto de ver cosas raras — No parece haber ningún hueco en las paredes para poder pasar al resto del cementerio, así que mejor inspeccionemos a ver qué encontramos.— sugerí, sin más opciones.

Estuvimos un rato ojeado y palpando alguna que otra escultura sin encontrar nada aparente fuera de lugar, excepto que una gárgola era de verdad y me dio un mordisco cuando le toqué la boca, sermoneándome por mis pocos modales.

Mientras dejaba a Hiro a sus anchas, preferí centrarme en el sepulcro del fondo.
Si todo fallaba, siempre podíamos hacer un doble salto, la pared no era muy alta...
Pero algo llamó mi atención: Mientras pasaba las manos por el sepulcro, di un respingo al notar algo fuera de lugar. La tapa estaba ligeramente movida, y por el hueco salía una corriente de aire. ¿Aire fresco dentro de una tumba? Ahí pasaba algo.

—¡Hiro!— le llamé— Échame un cable, ¡aquí hay algo!—

La tapa resultó ser más ligera de lo que aparentaba, y la tumba escondía un pasadizo que llevaba a otra parte del camposanto. Desde luego solo los habitantes del mundo podrían saber algo tan rebuscado.

Con cuidado de no caernos y palpando el interior del corredor, acabamos ante una pequeña puerta de madera, que se abrió con un simple empujón.
Me agaché para pasar por el pequeño espacio y esperé a que mi compañero me siguiese.
Habíamos llegado hasta otra zona vallada, saliendo por una gran tumba con forma de gato. En una esquina había un pequeño cúmulo de lápidas junto al cual se alzaba un árbol seco... con un esqueleto ahorcado.

—¡Que vienen, que vienen!—

—Ya está... ¡a la de tres!—

—Una, dos y...—

¡BOOM!

Una explosión no demasiado fuerte nos estalló justo al lado, levantando una nube de polvo y regándonos con fragmentos de lo que parecía ser una calabaza y... ¿caramelos?

—¡Imbécil! ¡Te dije que sacases los caramelos y pusieses más pólvora!— gritó una voz chillona.

—¡A mi no me has dicho nada! ¡Eso es cosa de Lock!— protestó una segunda.

—¡Y un cuerno! Si no sabes hacer tu trabajo bien, no nos eches la culpa, ¡Burra!— las siguió una última voz.

Las voces siguieron discutiendo, armando un pequeño alboroto que no se podía distinguir más allá de la humareda formada por la "bomba" que nos acababan de tirar.

—¿Quién ha sido? ¡Dad la cara!— exclamé, quién sabe qué hubiese pasado si hubiese habido pólvora en vez de caramelos.

Las voces dejaron de discutir, y comenzaron un coro de risitas estridentes que veían de la cabeza del enorme gato de piedra. Según se aclaraba el humo, se podían distinguir las siluetas de tres niños con máscaras.

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—¿Quién es? ¡Adivina! Somos...— anunció la más aguda.

—¡Lock!— habló el pequeño diablo, quitándose la careta.

—¡Shock!— le siguió la bruja.

—¡Y Barrel!— acabó su compañero, más rechoncho y con traje de esqueleto.

Los tres se agruparon y empezaron a reírse a carcajadas, mirándonos a nosotros y a los restos de su proyectil

—¡Eso os pasa por no caer en la trampa de los caramelos! ¡Aburridos!— se burlaron, al unísono.

por **RedXIII** » Jue Oct 04, 2012 1:28 am

Al parecer la desaparición del Moguri no influyo en su "búsqueda" ya que su compañero siguió buscando por aquel cementerio, insinuando en algún momento, la falta de huecos en las paredes de dicho lugar.

Aunque todo aquel cementerio estaba desértico, no pudo evitar observar como una gárgola reñía a Kousen ¿De donde había salido aquella gárgola parlanchina?

Aquel lugar era bastante raro, incluso podría ser que entre alguna de aquellas tumbas se escondiera algún tesoro; joyas, diamantes, oro y todas esas baratijas que se pueden vender por buen dinero, pero seguramente no podría sacar nada de allí sin que le tacharan de ladrón o saqueador de tumbas, así que descarto la idea.

—¡Hiro!— Gritó — Échame un cable, ¡aquí hay algo!—

Aunque tenía un cable, dudo mucho que fuera lo que realmente quería, así que se acerco a ayudarle.

—Uyuyuy, que malote, saqueando tumbas — Le dijo de broma, de todos modos aquella tapa era muy ligera para ser de piedra como parecía. En el interior de la tumba no había ni oro, ni riquezas ni ningún tesoro, había un pasadizo ¿Quien escondía un pasadizo en una tumba y porque? Aquel lugar ya no podía ser más raro para Hiro, así que, detrás de Kousen, que se había adelantado, le siguió por aquel lugar, terminando delante de una puerta de madera, la cual no era precisamente muy bonita ni resistente, ni guardar nada importante detrás, ya que con un simple empujón se abrió.

Al pasadizo le subseguía otro aun más pequeño, tanto que el, al igual que su compañero, se tuvo que agachar y raptar por aquel lugar, la capa, las garras, los cuernos y las cadenas hacían difícil el pasar por allí, atascándose alguna que otra vez, Hiro no soportaba los lugares tan pequeños, tenía un poco de claustrofobia, nada serio pero algo incomodo.

Al fin podría disipar la salida y a su compañero observar el lugar, no era demasiado alegre ni pintoresco, con el mismo mal gusto de decoración que el anterior, la tumba de al que salieron tenía forma de gato, algo bastante curioso.

—¡Que vienen, que vienen!—

—Ya está... ¡a la de tres!—

—Una, dos y...—

¡BOOM!

Desprevenidamente una explosión, no demasiado fuerte, estallo cerca de ambos, entre el polvo de la explosión se podía ver fragmentos de calabaza y... ¡CARAMELOS!

—¡Kousen, hemos encontrado al señor calabaza lleno de caramelos! — Exclamó acercándose a aquellos caramelos y comiéndose unos cuantos, apartando los que no estaban envueltos, caídos al suelo estarían sucios.

—¡Imbécil! ¡Te dije que sacases los caramelos y pusieses más pólvora!— Grito alguien

Parecía que no estaba solo aquel individuo ya que alguien más grito, y protesto, por su extraña acción.

—¡Y un cuerno! Si no sabes hacer tu trabajo bien, no nos eches la culpa, ¡Burra!— Se acoplo una tercera voz, la cual al igual que las dos anteriores no conocía de nada.

Hiro se sento, cruzando las piernas, meintras aquellas voces parecían discutir aun más, pero una conversación tan poco importante que apenas había que prestarle atención.

—¿Quién ha sido? ¡Dad la cara!— Exclamó Kousen, parecia molesto, al contrario que Hiro, que estaba encantado con aquellos caramelos.

Parecía que habían escuchado el grito de Kousen, puesto a que dejaron de discutir, pero extrañamente lo substituyeron rápidamente por unas carcajadas algo molestas. Poco después se podían ver tres siluetas entre todo aquel polvo persistente.

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—¿Quién es? ¡Adivina! Somos...— dijo el único miembro que tenía una voz ciertamente afeminada.

—¡Lock!— Dijo uno, que parecía un pequeño diablillo, mientras se quitaba y se volvía a poner la mascara.

—¡Shock!— Continuo una pequeña brujita.

—¡Y Barrel!— Termino su compañero, un esqueleto algo rechoncho, extraño disfraz para una persona de ancha envergadura.

Se agruparon y como habían hecho anteriormente empezaron a reirse.

—¡Eso os pasa por no caer en la trampa de los caramelos! ¡Aburridos!— Dijeron a la vez.

—Por mi encantado — Dijo Hiro mientras seguía comiendo los caramelos.

—¿Y se puede saber que hacen unos niños pequeños como vosotros en este lugar y jugando con cañones? — Pregunto mientras se acercaba a olerlos, el único olor característico que podía olfatear era el de la pólvora mezclado con el de la tierra de cementerio, la cual se podía oler en casi todo aquel lugar. Aquel comentario no pareció sentar nada bien a aquellos "misteriosos" personajillos, ya que uno de ellos lanzo cierta mirada malvada a Hiro, para ser tan pequeños parecían bastante problemáticos.

por **RedXIII** » Jue Oct 04, 2012 1:28 am

Al parecer la desaparición del Moguri no influyo en su "búsqueda" ya que su compañero siguió buscando por aquel cementerio, insinuando en algún momento, la falta de huecos en las paredes de dicho lugar.

Aunque todo aquel cementerio estaba desértico, no pudo evitar observar como una gárgola reñía a Kousen ¿De donde había salido aquella gárgola parlanchina?

Aquel lugar era bastante raro, incluso podría ser que entre alguna de aquellas tumbas se escondiera algún tesoro; joyas, diamantes, oro y todas esas baratijas que se pueden vender por buen dinero, pero seguramente no podría sacar nada de allí sin que le tacharan de ladrón o saqueador de tumbas, así que descarto la idea.

—¡Hiro!— Gritó — Échame un cable, ¡aquí hay algo!—

Aunque tenía un cable, dudo mucho que fuera lo que realmente quería, así que se acerco a ayudarle.

—Uyuyuy, que malote, saqueando tumbas — Le dijo de broma, de todos modos aquella tapa era muy ligera para ser de piedra como parecía. En el interior de la tumba no había ni oro, ni riquezas ni ningún tesoro, había un pasadizo ¿Quien escondía un pasadizo en una tumba y porque? Aquel lugar ya no podía ser más raro para Hiro, así que, detrás de Kousen, que se había adelantado, le siguió por aquel lugar, terminando delante de una puerta de madera, la cual no era precisamente muy bonita ni resistente, ni guardar nada importante detrás, ya que con un simple empujón se abrió.

Al pasadizo le subseguía otro aun más pequeño, tanto que el, al igual que su compañero, se tuvo que agachar y raptar por aquel lugar, la capa, las garras, los cuernos y las cadenas hacían difícil el pasar por allí, atascándose alguna que otra vez, Hiro no soportaba los lugares tan pequeños, tenía un poco de claustrofobia, nada serio pero algo incomodo.

Al fin podría disipar la salida y a su compañero observar el lugar, no era demasiado alegre ni pintoresco, con el mismo mal gusto de decoración que el anterior, la tumba de al que salieron tenía forma de gato, algo bastante curioso.

—¡Que vienen, que vienen!—

—Ya está... ¡a la de tres!—

—Una, dos y...—

¡BOOM!

Desprevenidamente una explosión, no demasiado fuerte, estallo cerca de ambos, entre el polvo de la explosión se podía ver fragmentos de calabaza y... ¡CARAMELOS!

—¡Kousen, hemos encontrado al señor calabaza lleno de caramelos! — Exclamó acercándose a aquellos caramelos y comiéndose unos cuantos, apartando los que no estaban envueltos, caídos al suelo estarían sucios.

—¡Imbécil! ¡Te dije que sacases los caramelos y pusieses más pólvora!— Grito alguien

Parecía que no estaba solo aquel individuo ya que alguien más grito, y protesto, por su extraña acción.

—¡Y un cuerno! Si no sabes hacer tu trabajo bien, no nos eches la culpa, ¡Burra!— Se acoplo una tercera voz, la cual al igual que las dos anteriores no conocía de nada.

Hiro se sento, cruzando las piernas, meintras aquellas voces parecían discutir aun más, pero una conversación tan poco importante que apenas había que prestarle atención.

—¿Quién ha sido? ¡Dad la cara!— Exclamó Kousen, parecia molesto, al contrario que Hiro, que estaba encantado con aquellos caramelos.

Parecía que habían escuchado el grito de Kousen, puesto a que dejaron de discutir, pero extrañamente lo substituyeron rápidamente por unas carcajadas algo molestas. Poco después se podían ver tres siluetas entre todo aquel polvo persistente.

Spoiler: Mostrar

—¿Quién es? ¡Adivina! Somos...— dijo el único miembro que tenía una voz ciertamente afeminada.

—¡Lock!— Dijo uno, que parecía un pequeño diablillo, mientras se quitaba y se volvía a poner la mascara.

—¡Shock!— Continuo una pequeña brujita.

—¡Y Barrel!— Termino su compañero, un esqueleto algo rechoncho, extraño disfraz para una persona de ancha envergadura.

Se agruparon y como habían hecho anteriormente empezaron a reírse.

—¡Eso os pasa por no caer en la trampa de los caramelos! ¡Aburridos!— Dijeron a la vez.

—Por mi encantado — Dijo Hiro mientras seguía comiendo los caramelos.

—¿Y se puede saber que hacen unos niños pequeños como vosotros en este lugar y jugando con cañones? — Pregunto mientras se acercaba a olerlos, el único olor característico que podía olfatear era el de la pólvora mezclado con el de la tierra de cementerio, la cual se podía oler en casi todo aquel lugar. Aquel comentario no pareció sentar nada bien a aquellos "misteriosos" personajillos, ya que uno de ellos lanzo cierta mirada malvada a Hiro, para ser tan pequeños parecían bastante problemáticos.

por **Kousen** » Mar Oct 16, 2012 10:49 am

—Por mi encantado — respondió mi perruno compañero, limitándose a ponerse morado a base de aquellos caramelos.

El diablillo no parecía nada complacida, sino que frunció el labio al ver a Hiro darse un festín con lo que iba a ser su trampa.

—¿Y se puede saber que hacen unos niños pequeños como vosotros en este lugar y jugando con cañones? — interrogó.

La única respuesta de aquellos pequeños diablillos fue otra sarta de risas agudas por lo bajo, mientras el más retaco se sentó en la tapia del recinto y sacó una enorme piruleta de colores violáceos que empezó a lamer con insistencia, llenándola de babas. La fémina negó con la cabeza al verlo hacer esto, y luego volvió a fijar su maliciosa mirada en los aprendices.

—¡Ja! ¡Si hubiesemos traído el cañón grandote, ahora mismo estaríais con un dedo aquí y una oreja en la mansión de Oogie!— exclamó, hinchando el pecho.

—Shoooooock, ¡me aburro!— exclamó su rojizo amigo — ¡Hablar es un muermo!

—¡Si! ¡Jejejeje!— carcajeó de forma algo tonta el último, escupiendo balazos de saliva— ¡Gastémosles otra broma!

Los dos pusieron cara de asco, cubriéndose de los proyectiles del gordete que acababa de abrir la boca llena de caramelo y babas. Hasta un poco nos llegó aquí abajo, pero no con tanta intensidad como a ellos por suerte.
Lock se pasó las manos por todas partes para limpiarse y Shock miró con disgusto algunos trozos de piruleta pegados a su sombrero. El primero le arrebató la piruleta de las manos ignorando sus protestas, y la segunda lo agarró por una oreja.

—¡Pazguato! ¡El factor sorpresa está arruinado!— acto seguido, le propinó un fuerte sopapo que lo tiró por detrás de la pared —Seguir incordiando a estos dos tipos raros ya no nos sirve de nada.

—Total, el espantacuervos ese se hará cargo de ellos— se juntó de hombros Lock, sonriendo con
malicia.

—¿Espantaqué?— pregunté, creyendo haberle escuchando mal —¿Acaso tenéis algo que ver con el espantapájaros del que tanto se habla?—

Ambos críos volvieron a esbozar una sonrisa retorcida y se miraron entre sí, sacándonos la lengua a la vez que Barrel terminaba de trepar por la pared.

—¡Ya lo veréis!—exclamó Lock—¡Adieu!

Y lanzó la piruleta de Barrel al suelo. Esta explotó nada más tocarlo, liberando una densa nube de humo verde que les permitió esfumarse, dejando solo el eco de sus risas en el aire.

—Rayos— resoplé, incapaz de atraparlos para preguntarles —Es por eso que no me gustan los niños... no hacen más que causar quebraderos de cabeza.

Del aire cayó una pequeña nota de papel, que Hiro atrapó en su mano. Me acerqué un poco para poder leer qué era lo que nos habían dejado aquellos monstruitos.

"El zarrapastroso de paja está donde la gran piruleta"

Finalmente, se escuchó una traca final explotar a escasos metros de donde estábamos. Una pequeña tumba pegada a la tapia lateral se abrió de par en par, dejando ver que era otra puerta camuflada.
Al otro lado de la pared solo había una parte mucho más amplia del cementerio, en la que un gran montículo rizado de forma muy extraña se elevaba.

Solo había un camino para avanzar.

por **RedXIII** » Vie Oct 19, 2012 2:06 pm

—¡Ja! ¡Si hubiésemos traído el cañón grandote, ahora mismo estaríais con un dedo aquí y una oreja en la mansión de Oogie!— Verdaderamente una imagen algo desagradable.

—Shoooooock, ¡me aburro, hablar es un muermo!—

—¡Si! ¡Jejejeje, Gastémosles otra broma!— Exclamó, como si de un juego se tratara todo aquello.

El más gordo pareció que escupía caramelos de la boca, aunque le chiflaran a Hiro, la idea de que estuvieran en su boca le resultaba incluso nauseosa.
Sus compañeros no parecían demasiado contentos con la idea de que les tirara babas y caramelos por encima, no era de extrañar.

—¡Pazguato! ¡El factor sorpresa está arruinado!— Tan enfadada parecía estar que le solto un buen mamporro que hizo que chocara con la pared —Seguir incordiando a estos dos tipos raros ya no nos sirve de nada.

—Total, el espantacuervos ese se hará cargo de ellos— Dijó sonriendo.

—¿Espantaqué, acaso tenéis algo que ver con el espantapájaros del que tanto se habla?— Pregunto mi compañero.

Los tres niños volvieron a esbozar una sonrisa y se miraron entre sí, sacando la lengua a la vez que Barrel terminaba de trepar por la pared.

—¡Ya lo veréis, Adieu!

—Oh, se despide en ruso, adjö a ti también — Comentó Hiro mientras se despedía de ellos con la mano, sin tener ni idea de que había dicho.

Uno de ellos tiro una piruleta al suelo y al chocar bruscamente con el suelo, exploto y apareció una densa nube verde que no dejaba ver nada.

—¡Oh, que guay, son ninjas! — Exclamo eufórico —¡Yo también quiero hacer eso! — Empezó a buscar una piruleta de las múltiples que había en el suelo y cuando al encontró la lanzo bruscamente, desgraciadamente solo se fracturo sin dar resultados, algo que desilusiono un poco a Hiro.

—Es por eso que no me gustan los niños... no hacen más que causar quebraderos de cabeza.

—Pues a mi me caen bien, se pasan el día acariciándome al cabeza y dándome galletas... ¡Mierda! — Como 1+1 eran 2 Hiro pudo ver el motivo de porque le regalaban galletas.

En el aire apareció una nota, o un trozo de papel, que fácilmente atrapo Hiro y leyó.

"El zarrapastroso de paja está donde la gran piruleta"

—¡OH SÍ, ME LA PIDO! — Gritó aun más eufórico.

De golpe se escucho un seguido de explosiones, o algo similar, cerca. Una pequeña tumba pegada a la tapia lateral se abrió de par en par, sin duda era otra puerta como la que habían visto anteriormente. Sin pensarlo dos veces se adentro y llego al otro lado, el cual parecía una extensión cementerio, con la excepción de un extraño, muy extraño, montículo con un rizo en la punta, algo que desafiaba a la lógica y a la gravedad... a no ser que estuviera esculpido.

Empezó a dar vueltas, buscando aquella "gran piruleta" prometida, mientras de su boca emanaba una gran cantidad de babas, deseoso de probar tan solo un pedazo, desde que había llegado allí tenía unas grandes ganas de comer golosinas de una forma exagerada.

—¡Donde esta mi piruleta gigante! — Gritaba mientras corría de un lado para otro con una gran sonrisa inocente.

por **Kousen** » Vie Oct 26, 2012 7:45 pm

—¡OH SÍ, ME LA PIDO! — Chilló Hiro, dándome un susto.

Mi compañero comenzó a correr por toda la zona buscando la condenada piruleta, como poseído por su propia afición al azúcar.

—¡Donde esta mi piruleta gigante! — repetía una y otra vez, con la cara radiante de alegría.

Examiné el papel que había dejado caer, releyendo una y otra vez la frase para encontrarle algún sentido, pero completamente en vano. O estaba escrito de forma críptica o era lenguaje abstracto para referirse a algo mediante metáforas. Al menos a primera vista no había nada que se pareciese, pues solo había granito de las lápidas y aquel árbol tan siniestro de la esquina.
Por otra parte, el espectáculo de explosiones que había abierto el paso a la próxima zona había sido bastante claro...

—Hiro, sigamos adelante— le llamé —Aquí ni huele a azúcar— bromeé

El paso era bastante corto, pero por haber sido el primero me topé con una telaraña que tuve que apartarme de la cara y el pelo, asqueado... aunque la dueña no parecía muy contenta, levantando una pata y maldiciendo con voz aguda.
Finalmente habíamos llegado a lo que parecía ser la zona más amplia del lugar, extendiéndose bastante hasta unos muros muy largos que ya llevaban al exterior del cementerio.
El lugar estaba lleno de diferentes lápidas mayores en tamaño que todas las anteriores, con una cara lamentándose o la cara de un caballo llevada al límite de lo grotesco. El terreno se elevaba según nos acercábamos al centro, en el cual el montículo con forma de espiral se levantaba.

No parecía que hubiese nada de interés encima de interés encima de este, así que optamos por rodearlo. Junto a la colina se podía ver una zona llena de calabazas a sus pies que ocupaba todo el frente hasta la tapia, pero nada más.
Levanté la vista para mirar al otro lado y entonces pudimos verlo con claridad: La gran piruleta de la que hablaban aquellos mocosos estaba justo enfrente de nuestros ojos.
La espiral de la colina, situada frente a la gran luna al otro lado, creaba una forma igual que una piruleta de los mismos colores que la que se había estado comiendo Barrel unos minutos antes.
Y el zarrapastroso de paja estaba efectivamente allí. Al otro lado, en un claro entre las tumbas, estaba clavado en el suelo un espantapájaros de aspecto bastante siniestro, extendiendo sus brazos en cruz.

—Por fin encontramos al condenado trasto— me quejé —Pronto podremos volver a Tierra de Partida, al menos.—

Nos acercamos hasta el constructo para poder echarle un vistazo más de cerca, pero nada parecía especialmente extraño. Un par de guantes viejos, un abrigo raído y una camiseta algo estropeada, rellenos de paja y con una calabaza tallada por cabeza.

—Mira que montar tanto revuelo por esto... ni que fuese a moverse— reí, viendo como estaba clavado en la tierra... ¿fresca?

Ya estaba a punto de poder tocarlo cuando levanté la vista, extrañado por este último detalle. El espantapájaros tembló ligeramente, y no solo eso:
Los guantes se ennegrecieron y se volvieron más afilados. La sonrisa de la calabaza se torció en una mueca y sus ojos se iluminaron. Un emblema rojo y negro apareció en su pecho tras envolverse con una neblina oscura.

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—Oh, no...—

por **RedXIII** » Mar Nov 20, 2012 8:35 pm

Rodeando aquella montaña se podían ver un montón de calabazas, pero, lo que más le llamó la atención a Hiro fue encontrar su preciado "Tesoro", aquella gigantesca piruleta gigante, posada delante suyo como si quisiera que se la comiera, tal vez delirios por la gran cantidad de azúcar ingerido o por un problema de adicción al azúcar, pero, en ambos casos, la reacción hubiera sido la misma.

—¡MIOOOOOOOOOOOO! — Desgraciadamente Hiro pudo ver que era un engaño, una ilusión provocada por la gran luna que se mostraba detrás de la montaña, haciéndola parecer una gran piruleta, Hiro volvió a quedar desilusionado al comprender que no era literalmente una piruleta gigante a lo que se referían.

—Por fin encontramos al condenado trasto, pronto podremos volver a Tierra de Partida, al menos.— Escapando de la atención de Hiro, por la triste noticia de la gran piruleta, se encontraba el famoso espantapájaros, clavado entre algunas tumbas.

Siguió a Kousen, el cual parecía ir hasta el espantapájaros, posteriormente lo examinó.

—Mira que montar tanto revuelo por esto... ni que fuese a moverse— Y empezó a reír.

—¿Sabes que normalmente cuando alguien dice esas cosas llueven caramelos? — Dijo Hiro, no muy convencido —Espera... no, no era eso, algo de que pasa o vienen volando cuervos asesinos... ¡No se, yo quiero mi piruleta! — Exclamó frustrado ¿Podía ser cierto de que le hubiera afectado bastante aquella noticia falsa sobre la gran piruleta?

Antes de que lo pudiera tocar Kousen, el espantapájaros se movió y fue engullido por una niebla negra, haciendo así que su aspecto cambiara y apareciera el símbolo propio de los sincorazones en el.

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—Oh, no...

—¡¿Como que no? Mejor, tengo ganas de pegarle a alguien por lo de mi priuleta! — Exclamó, enfadado, mientras, rápidamente sacaba su revólver y disparaba tres tiros al espantapájaros que acababa de transformarse. Acto seguido se alejo unos pasos más de los que ya estaba y permaneció apuntando al enemigo hasta que Kousen se alejara, o al menos lo intentara.