[Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Encuentro de Nadhia, Xefil y Light

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Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Lun Jun 24, 2013 8:10 pm

Montblanc, tú mismo me dijiste que Vaan era el guardián de Salim, ¿verdad? —cuestionó entonces Nadhia, unos instantes después de comprender que Light y yo no estaríamos muy de acuerdo con su decisión. Pero la joven era testaruda, eso ya lo había notado; y si no podía compensar lo que había hecho al nombrar Vaan como un Aprendiz, buscaría otra manera—: Y por guardián te referías a un ente que le protegía de cualquier mal, era su protector, un guardaespaldas, ¿no? ¿No crees que Vaan podría ser aprendiz?

El moguri permaneció cabizbajo y, meditativo, cerró sus ojos. Aquella expresión emanaba angustia, se viera por donde se viese.

Ocultas algo, Montblanc... —acusé internamente, juntando las manos y llevándolas a la altura de mis labios, en una muestra de meditación.

Nadhia, es demasiado tarde.

Y sus palabras se convirtieron, pues, en la confirmación de mis teorías: algo desagradable había ocurrido, o estaba por ocurrir, y Montblanc no acertaba a decirlo. Su enunciado se perdió en la nada durante unos instantes, siendo reemplazado por completo y sobrecogedor silencio.

¿Qué ocurre? ¿Por qué...? —cuestionó Nadhia, sin comprender qué ocurría. De reojo, advertí que el pequeño Vaan acababa de volver...

¿Has tardado, eh?

>> ¿Vaan?


...y comprendí a qué se debía la preocupación del patriarca moguri.

¿Vaan? ¿Qué ha pasado...?

No he podido... ir a hacer pipí solo...

El pequeño hizo ademán de caminar en dirección a Nadhia, pero las fuerzas le faltaron y se precipitó al suelo. Nadhia fue más veloz que ninguno, tal vez a causa de su preocupación y su recién encontrado cariño, por lo que logró atrapar al chiquillo antes de que se hiciese más daño. Vaan dejó de moverse desde aquel momento, sin embargo, y no respondió ante Nadhia.

¡Estás ardiendo! —llamó la chica, aterrorizada. El niño, desafortunadamente, no contestó— Vaan, contéstame, ¡Vaan!

***


El silencio había caído. Mientras esperaba el diagnóstico del médico, que tanto apresuradamente como demasiado tarde había llamado el mismo Montblanc, no podía hacer nada más sino limitarme a tamborilear impacientemente con los dedos. Había decidido sentarme en el borde del entarimado de madera, con la vista tan pegada en el suelo que mi cabeza bien podría haber estado entre mis piernas.

Nadie en la habitación se comportaba diferente. Una estremecedora sensación de aflicción nos envolvía a todos, sin excepciones. Fue Montblanc quien, con aquella calidad de integrar contundencia a sus palabras que había pasado a caracterizarlo en mi mente, se limitó a declarar lo que todos habíamos comenzado a temer:

Vaan se muere, kupó.

Buscando alguna clase de rectificación, alcé la mirada en dirección al médico que examinaba al pequeño en aquellos precisos instantes. Era joven todavía, de cabellos perfectamente blancos y complexión delgada, algo débil tal vez. Pero en sus ojos cansados podía notar que ya se había encontrado incontables veces con la muerte, y aquello le otorgaba un aura de fortaleza y autoridad.

Por lo consiguiente, era natural que reconociera a la dama de negro en cuanto se presentase frente a él.

Sus signos vitales descienden rápidamente —expresó con pesadez, dudando por unos instantes sobre a quién mirar—. Como mucho le quedará una o dos horas de vida... o minutos... no sabría decir.

>> No encuentro la causa. Ni siquiera sé a qué se debe. Lo siento.


Se equivoca, resonó una voz familiar en el interior de mi cabeza en aquel momento. Quiere decir que no encuentra una causa física... pero hay una razón para que este niño esté muriendo, y es...

Inevitablemente, mis ojos recorrieron la habitación hasta toparse con Nadhia.

Xefil, Light. Llevaos a Nadhia de aquí, kupó —pidió Montblanc, intentando proteger a la chica, cuando era evidente que sus advertencias no servirían de nada—. No quiero que presencie la muerte de un niño. Nadhia, despídete de él, kupó. Pronto le fallarán los pulmones y su aspecto será demasiado desagradable para ti.

No me voy a ninguna parte.

>> Ese pacto.


No puedes hacer nada, Nadhia.

¿¡Es porque yo rompí el pacto, verdad!?

Montblanc permaneció en perfecto silencio, pero las palabras sobraban cuando la expresión de su rostro lo decía todo: Nadhia tenía razón. Habían sido por sus acciones las que habían llevado a Vaan al borde de la muerte. Y, por lo tanto, era obvio que ella quería compensarlo.

Dime qué tengo que hacer, Montblanc.

¿Qué pretendes, kupó?

>> No, ni siquiera tengo que preguntarte. Y la respuesta es no, kupó. No dejaré que realices un nuevo pacto.


¿¡Por qué no!?

Es magia tabú. Un conjuro que jamás debió existir, kupó. Un hechizo prohibido.

Un cosquilleo apareció en algún lugar de mi pecho; profundo, donde no podía localizarlo, mucho menos alcanzarlo. Al margen de la conversación como me hallaba, no sabía realmente cómo reaccionar, ni qué decir al respecto. La situación me parecía tan ajena e innatural; no por indiferencia o apatía, lo sabía, sino por miedo. Me asustaba no saber qué hacer.

Pronto el cosquilleo se extendió hasta mis manos y pies, provocando que se movieran impacientes. Advertí que me costaba mantenerme quieto como estaba, observando a Nadhia ir de un lado a otro buscando algo que no me había quedado muy claro. Con curiosidad, descubrí que aquella sensación era entusiasmo.

¿Buscas esto, kupó?

Montblanc se refería a un grueso libro que descansaba en el suelo, justo frente a él. Un enorme ejemplar que ya había visto antes, estaba seguro... Apresuradamente, Nadhia se acercó para tomarlo; sin embargo, Montblanc aprisionó su mano con el bastón, con frialdad.

¿¡Montblanc, qué hace!?

¡Nadhia!

¡Ey!

¿Acaso no me escuchaste antes, Nadhia? —cuestionó el patriarca, retorciendo más su bastón. Cuando Nadhia hizo ademán de convocar su Llave, además, el moguri la detuvo con destreza, moviendo las raíces de su bastón como si estuviesen hechas de verdad— Esto lo hago por tu bien, kupó. Recuerda lo que te dije: hubo muchos sacrificios detrás de la salvación de Vaan. Porque él ya estuvo condenado a morir... no. Su destino era morir incluso antes de que naciera, junto a su madre.

>> El pacto de Salim le permitió vivir a costa de la energía de éste. Y usó los cuerpos de sus progenitores. Su padre perdió la vista. Su madre la voz. Pero lo más importante... perdieron el sentimiento de afecto hacia él como pago por el pecado de burlarse de la muerte a costa de la magia oscura. ¿No lo entiendes, kupó? ¡Puedes perder durante el proceso cualquier sentido, una pierna, un brazo, o un órgano interno, como el estómago o los pulmones! ¡Incluso después podrías llegar a repudiar a Vaan, perdiendo el sentido del amor fraternal! ¡Es un condenado pacto con el mismísimo diablo!


Tengo que hacerme responsable de mis actos, Montblanc. Y también.

¿Pero hasta qué punto, eh? ¿¡Cómo puedes decirlo tan tranquila!? —estalló Light en aquel instante, interviniendo entre Nadhia y Montblanc—. ¿Qué ocurrirá si te llega a pasar algo? ¿¡De qué sirve salvarle, si a cambio tienes que sacrificarte tú!? ¡Eso no es lo correcto, tiene que haber otra manera!

Con aquella discusión, quedaba claro que la situación comenzaba a salirse de nuestras manos. Mientras Light reclamaba a Nadhia por su decisión, y ésta se defendía como podía, la vida iba abandonando lentamente a Vaan. Era evidente que alguien debía hacer algo al respecto, y pronto, pero llegar a una solución era más que complicado. Imposible, en realidad, si alguien tenía que arriesgar su vida.

Tenía que haber otra manera. Sumergido en mis pensamientos, comencé a buscar un camino diferente.

Yo he burlado antes a la muerte, ¿verdad? Parte de mis heridas mortales se curaron cuando desperté —apuntó Light, señalando con su dedo el pecho donde antes había tenido una herida fatal, que lo había de hecho llevado a la muerte—. Yo puedo hacer ese pacto en lugar de Nadhia, ¡podré soportarlo! —declaró, convencido de que podía volver a la vida por segunda vez. Complejo de Mesías—. Y de todos modos, si me llegase a pasar algo… ¡Sé que puedo luchar aunque me falte algún sentido o extremidad! ¡Esta es la opción más segura!

>>¡No hay otra manera, debo hacerlo yo…!

Intentando traerlo de vuelta a la realidad, su eidolon se materializó en la sala con una velocidad increíble. Sin hesitar ni un instante, la bestia golpeó con fuerza el rostro de su amo, atontándolo y obligándolo a retroceder. Sorprendido por aquella muestra de subordinación, Light se llevó a la mano hacia su cara y cuestionó:

¿Por qué... demonios has hecho eso?

¡Dices todas esas estupideces de prepotente como si te creyeras inmortal e inmune a cualquier cosa! —restregó la criatura, decepcionada por la actitud estúpidamente heroíca de Light—. ¿¡Has pensado en todas las bobadas que acabas de soltar!? Descerebrado...

Soy un descerebrado, ¿y qué? ¡¡La vida de Nadhia no se trata de ninguna bobada para tu información!!

Y por otro lado, la de Light tampoco.

Te crees que me conoces perfectamente, pero te equivocas. Tú… no tienes ni idea de nada, ¡tú no sabes absolutamente nada de mí! —con determinación, Light se preparó para un combate, extendiendo su Llave-Espada. El eidolon no reculó ni un poco, dispuesto a defenderse—. Si no queda otra… haré ese pacto, te guste o no.

La tensión era tal que uno podría estar convencido de ser capaz de palparla, incluso. La próxima muerte de Vaan no había traído más que confusión y desesperación a la estancia, y en aquel momento las malas ideas estaban llegando a su límite. No conformes con tener no sólo la vida del pequeño en riesgo, sino también la de Nadhia, habían decidido poner también en riesgo la integridad de los presentes con la posibilidad de una pelea que bien podría volar aquella humilde cabaña en pedazos.

Lo que debía pasar a continuación era elemental: alguien debía detener todo. Poner orden.

Y así sucedió. Si Light o su eidolon, fuese quien fuese, intentaba tomar la delantera y dar el primer golpe, se encontraría con algo atándolo en su sitio. No se trataba de una prisión invisible como las de Orpheus o una cadena física, sino de una inexplicable fuerza que volvía sus miembros demasiado pesados como para moverlos siquiera una pulgada.

Pronto, Light se vio obligado a soltar su arma, cuando ésta comenzó a pesarle mil demonios. Algo que, curiosamente, jamás debía pasar con una Llave-Espada.

Los presentes debieron, en aquel momento, dejar sus ojos volar por la habitación, buscando la fuente de aquella peculiar situación. Las únicas excepciones podían ser, tal vez, el patriarca Montblanc y el hechicero Merlín, quienes potencialmente serían capaces de encontrar al autor de aquella acción con una simple mirada. El resto de los jóvenes y la bestia, sin embargo, tardaron un poco en dar con la causa.

Había una persona que había permanecido en silencio desde hacía ya un rato. Con los ojos cerrados con tranquilidad y una sonrisa divertida en el rostro, descansaba sentado con las piernas cruzadas y el dorso de su mano en la barbilla en uno de los sillones del mago. Despreocupado, dejaba que su cuerpo entero se hundiese en el mullido sofá, mientras entre labios tarareaba una melodía desconocida.

Cuando se dio cuenta que la habitación se había vuelto tranquila de nuevo y que probablemente le estaban observando en aquel momento, Xefil abrió los ojos.

El brillo más carmesí que jamás exhibieron iluminó su rostro, como si una linterna color rubí dejara caer su luz sobre sus facciones. En unos instantes el resplandor disminuyó por completo, dejando atrás sólo un par de iris de color rojo; sin embargo, el efecto dramático ya lo había dado.

¡Oh! ¿Es mi turno de hablar ahora...? —buscó confirmación el joven, moviendo el pie juguetonamente.

Todos los presentes habían escuchado a Xefil hablar por lo menos una vez. Con la excepción del médico, todos habían terminado por acostumbrarse subconscientemente a la voz y manierismos del joven; de tal manera que, inmediatamente, todos notaron que algo iba mal con el chico.

En primer lugar, estaba la posición de su cuerpo. La manera en la que había cruzado las piernas era, más que elegante, delicada, y no cuadraba con la actitud usual del muchacho. Lo mismo ocurría con la firna en la que descansaba su rostro sobre el dorso de su mano, levemente arqueada, y lo mucho que pegaba los codos a su tronco.

Sumado a eso, estaba el sonido de su voz. Era la misma de siempre, sin duda, pero la modulación había cambiado levemente. El joven había hablado con suavidad y exquisitez, y el tono sonaba inconfundiblemente más agudo.

En general, el cambio de actitud de Xefil podía resumirse en una sencilla palabra: femenino. Muy femenino.

Ha sido una noche bastante loca, ¿no es así? —continuó de pronto el joven, le hubiesen dado o no confirmación de que sí, sí era su turno de hablar. Mirando al techo y no a sus interlocutores, como restándole importancia a sus palabras, Xefil comenzó a enumerar—: Enamorarse, desafiar al espacio, invocar una criatura del corazón, luchar con una reina y su sirviente, descubrir un pacto prohibido, regresar de la muerte, escapar de una bruja... —conforme enlistaba los episodios de aquella noche, moviendo su mano de un lado a otro, decidía mirar por medio segundo a la persona involucrada, casi como culpándolo por lo sucedido. Su última frase, sin embargo, lo obligó a contemplar al niño que descansaba en la cama, mientras su expresión se volvía sombría y fría como el hielo—: Ver a un niño morir.

>>Han pasado un montón de cosas, ¿no es cierto? Desafortunadamente, damas y caballeros, me temo que no hemos terminado todavía...


Una sonrisa siniestra se dibujó en el rostro del joven, regresándolo a la actitud despreocupada y juguetona con la que se había presentado. Con otro de sus afeminados movimientos, Xefil cambió su pierna de lado y tomó con su mano izquierda el codo derecho, mientras con su diestra señalaba a Light. El movimiento fue breve y suave, pero no por ello menos acusador.

Bien, ¿por qué no empezamos a poner orden? Light Hikari, el niño que vivió —Xefil se interrumpió y reemplazó su seriedad por un curioso entusiasmo mientras, entre dientes, añadía—: ¡Uh, es un buen título! ¿Crees que esté pillado? Oh, en fin... Tu mascota tiene razón: de esa gran boca tuya no sale más que completo sinsentido. Veo que tienes que jugar siempre al héroe, ¿no? —el joven Xefil dejó salir un bufido de fastidio, levantando uno de los mechones que cubrían su frente— Te prefería cuando tus discursos bonitos eran nada más eso: palabras. En serio, ¿cómo te aguanta Xefil? No me lo explico —el chico soltó una leve risita. Al igual que el resto de sus manierismos, ésta sonó curiosamente femenina. Fue más un trino entre labios, orgulloso y elegante, que una casual carcajada. Pero, en otro cambio radical de expresión, Xefil exhibió luego una expresión fría y orgullosa—. Ya has hecho suficiente hoy, pequeño. No empeores las cosas. ¿No te bastó con destrozar el hotelucho ése con tu eidolon, además de traer a esa supuesta reina y a su perro faldero? (Sin ofender, bonito. Tú eres hermoso, si me lo permites) —añadió al margen, refiriéndose a Gaomon, a la par que le dedicaba una sonrisa y un guiño de su ojo—. Diría que tus participaciones, más que ayudarnos, nos han traído problemas cuya solución finalmente depende de Xefil y Nadhia.

>>Eres minúsculo. Proteger a los que quieres no te excusará por ser débil... sólo te recordará cuán débil eres al final. Detente y deja de hacer el ridículo. Tus padres estarían decepcionados.


Era evidente que Light respondería. Bien podría defenderse o atacar de regreso al joven. De cualquier manera, Xefil respondería con una risita y le sacaría la lengua, como un niño pequeño. Sin darle importancia a sus palabras, el joven añadió:

Ahora... sé una dulzura y siéntate.

Desde la lejanía, Xefil apuntó a Light con el dedo. O más bien, hizo como si le diese un pequeño golpecito con el índice. Instantáneamente, el joven se sintió más pesado de lo normal. Mucho más pesado. Inevitablemente, terminó por caer al suelo, donde no pudo hacer nada más sino... sentarse.

Y Nadhia Hoghes, la musa que inspiró a dos dementes esta noche... —continuó Xefil, volviendo a cambiar de pierna y girándose en dirección a la chica mencionada—. Tú lastimaste a alguien en el pasado, ¿no es así? ¿Y ahora debo suponer que esto en lo que te has convertido es tu castigo? —cuestionó. Sin embargo, el rostro se le iluminó con súbita comprensión y se vio obligado a responderse a sí mismo— ¡Oh! Así que por eso no puedes dejar a este pequeño morir... —Xefil rió una vez más—. Es cierto lo que dicen, entonces: cargamos nuestra prisión con nosotros.

Xefil decidió levantarse del sillón en aquel momento. El mueble mágico de Merlín se movió de pronto, pues había estado vivo como casi todo lo demás en aquella casa. Como un animal asustado, el sofá caminó por sí mismo y se escondió en un rincón, donde comenzó a temblar en soledad. ¿Había sostenido a Xefil en contra de su voluntad? Y si era así, ¿por qué... por qué un objeto mágico le tendría miedo al joven?

¿Crees poder salvar a este niño? —cuestionó el chico, mientras caminaba en dirección al médico Sam y el agonizante Vaan, mientras se acariciaba la barbilla en actitud pensativa (Oh, mira, barba. No había tenido barba antes)—. Sean cuales sean tus pecados, el castigo puede ser más de lo que esperabas. El universo tiene sus propias ideas sobre la justicia, verás...

>>Ese conejo viejo de allí apenas entiende la magia de la que habla. Pero un "apenas" es suficiente para comprender que tu vida está en riesgo, niña. O algo peor.


Montblanc alzó la cabeza ante su mención. Uno diría que se sentía ofendido, pero el patriarca era mucho mejor que eso. Las palabras de Xefil no le molestaban en absoluto, pero sí le resultaban extrañas saliendo de su boca:

¿Y es usted una experta, kupó? —cuestionó, esbozando media sonrisa.

¿Había dicho... "experta"?

¡Oh, por supuesto! —se defendió Xefil, llevándose una mano al pecho, fingiendo agravio—. Más que el respetable Merlín, desafortunadamente... Sin ofender.

Los ojos del joven brillaron con intensidad, mientras esbozaba una sonrisa siniestra.

Aunque he tenido muchos títulos y un nombre en particular... el joven Xefil prefiere llamarme "Némesis" —risueño, el impostor miró en dirección a Light. Sabía que el muchacho había escuchado ese nombre antes—. Pero para muchos otros...

>>...soy la Bruja Eterna.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Sab Jun 29, 2013 10:04 pm

Spoiler: Mostrar


¿Pero hasta qué punto, eh? ¿¡Cómo puedes decirlo tan tranquila!? —no me extrañó para nada la reacción de Light. No me dejaría hacer algo tan temerario—. ¿Qué ocurrirá si te llega a pasar algo? ¿¡De qué sirve salvarle, si a cambio tienes que sacrificarte tú!? ¡Eso no es lo correcto, tiene que haber otra manera!

No es que Light quisiera indagar en la llaga o conociera mi punto débil. Pero tras mencionar a mi familia, a Dan o a su abuela, lo mucho que sufrirían aquellos que me querían porque me pasara algo... mis labios se sellaron y no fueron capaces de pronunciar una palabra más. Montblanc notó como mi mano dejaba de oponer resistencia, al igual que la diestra que había intentado invocar a Ángel Forjado, por lo que con cuidado deshizo la esposa mágica y apartó el bastón. Un moratón rojizo comenzaba a hacerse visible en mi zurda, pero no sentía dolor.

Estaba bloqueada. Y las palabras de Light no ayudaban en absoluto. Tan enfrascada me encontraba, intentando buscar una solución al problema, contemplando al pequeño Vaan en la cama, que ni me di cuenta de como el eidolon había aparecido ante su amo solamente para alzar sus zarpas contra él.

Soy un descerebrado, ¿y qué? ¡¡La vida de Nadhia no se trata de ninguna bobada para tu información!!

"Ni la tuya tampoco. Ni la de Vaan."

Quería decírselo, pero no me salía la voz del cuerpo. Arrodillada en el suelo, Montblanc y Merlín observaban la escena, sintiéndose meramente inútiles ante la situación. Noté una mano cálida a mi hombro. El joven Sam se había acercado a mí con toda la amabilidad posible, sin decir nada.

En aquel momento, puede que su mera compañía y el silencio fueran suficientes para amortiguar el dolor.

Pero no podía soportarlo.

"Deja de decir bobadas. Esa herida no era ninguna broma. ¡Maldición, Light! ¡Parecía poder meter la mano y atrapar con ella tu hígado o tu estómago! ¿¡Sabes lo que me costó cerrarla!? Y a pesar de todo, sigues queriendo arriesgar tu vida por mí."

Cuando de pronto, algo extraño sucedió. Escuchaba demasiado ruido a mi alrededor, pero en una milésima de segundo se hizo el silencio en la estancia. Alcé la mirada y me encontré con Light, quien habiendo invocado su Llave-Espada contra el eidolon, tuvo que deshacer su invocación y dejar que el arma desapareciera de su típico haz de luz. Por su rostro pude suponer que misteriosamente le pesaba como mil demonios. Me giré a Montblanc y a Merlín, quienes quizás habían detenido al muchacho para dejar de montar un escándalo y regalarle a Vaan un ambiente acogedor antes de su muerte. Una punzada de dolor me recorrió las entrañas al pensar que fuera aquella la posibilidad, que tan sólo pudiera escuchar el tic-tac del reloj de pared antes de que Vaan exhalara su último suspiro.

Pero sus rostros, centrándose en alguien en concreto, me hicieron dudar de que hubiesen sido los responsables. Y mis ojos avellana se encontraron con una mirada carmesí, pareciera que inyectada en sangre. Noté un escalofrío recorrer mi espalda cuando me di cuenta de quien eran esos ojos.

¿Xe...Xefil...? —pregunté, confusa.

¡Oh! ¿Es mi turno de hablar ahora...?

"¿Q-Qué?"

Spoiler: Mostrar


Había presenciado cosas muy extrañas desde que me hice portadora. Aquella no me iba a sorprender tras haber conocido a aquel abominable ser que residía dentro del corazón de Ragun. Pero cuando advertí que una voz femenina surgía de las cuerdas vocales de Xefil, me imaginé lo peor.

"Xefil, no. No me digas que... tú también..."

¿Es que acaso se repetiría lo mismo? ¿Los portadores éramos propensos a ser poseídos por parásitos indeseables?

Ha sido una noche bastante loca, ¿no es así? —dijo el joven, encarnando de forma femenina su nueva personalidad. Juguetón con sus pies, como si de una dama se tratara. Mis ojos no podían creerlo—: Enamorarse, desafiar al espacio, invocar una criatura del corazón, luchar con una reina y su sirviente, descubrir un pacto prohibido, regresar de la muerte, escapar de una bruja... —cuando sus ojos se dirigieron a Vaan, por mero instinto maternal me acerqué apresurada al lecho del enfermo, interponiéndome entre ambos—: Ver a un niño morir.

>>Han pasado un montón de cosas, ¿no es cierto? Desafortunadamente, damas y caballeros, me temo que no hemos terminado todavía...


Aquella sonrisa, siniestra y fría a partes iguales, hizo que rechinara los dientes mientras invocaba a Ángel Forjado, meramente recordando la otra personalidad de Ragun. Si aquella mujer que hablaba con el cuerpo de Xefil era un parásito parecido a éste, protegería sin dudarlo dos veces a mis compañeros. Pero era muy difícil saber qué hacer.

Porque el cuerpo que controlaba era otra vez uno muy preciado. Un buen amigo, al cual no conocía lo suficiente pero había resultado ser un compañero preocupado por los suyos. Amable y sosegado, educado y recatado. Un auténtico Caballero de la Llave-Espada. Señalando con su dedo índice a Light, alcé mi arma, pero esperé sus movimientos. Parecía estar bien acomodada y sin intención de atacar, pero si había sido la causante de que Light no hubiese tenido más remedio que soltar su arma, no podía bajar la guardia.

Bien, ¿por qué no empezamos a poner orden? Light Hikari, el niño que vivió —Xefil mostró cierto entusiasmo con aquellas palabras—: ¡Uh, es un buen título! ¿Crees que esté pillado? Oh, en fin... Tu mascota tiene razón: de esa gran boca tuya no sale más que completo sinsentido. Veo que tienes que jugar siempre al héroe, ¿no? —su bufido me hirvió la sangre. No pretendía hacerse el héroe. Conocía perfectamente a Light, y sin duda su intención era salvarme de cometer una locura— Te prefería cuando tus discursos bonitos eran nada más eso: palabras. En serio, ¿cómo te aguanta Xefil? No me lo explico —sus últimas palabras me hicieron reflexionar. "¿Cómo te aguanta Xefil?", decía. Con lo cual, era un ente que se encontraba dentro de él, observando los movimientos del dueño de aquel cuerpo—. Ya has hecho suficiente hoy, pequeño. No empeores las cosas. ¿No te bastó con destrozar el hotelucho ése con tu eidolon, además de traer a esa supuesta reina y a su perro faldero? (Sin ofender, bonito. Tú eres hermoso, si me lo permites) —guiñó el ojo al eidolon de Light, quien seguramente repudiaría un comportamiento así en un varón. Pero no pude comprobar sus reacciones. Mis cinco sentidos estaban para proteger a Vaan—. Diría que tus participaciones, más que ayudarnos, nos han traído problemas cuya solución finalmente depende de Xefil y Nadhia.

>>Eres minúsculo. Proteger a los que quieres no te excusará por ser débil... sólo te recordará cuán débil eres al final. Detente y deja de hacer el ridículo. Tus padres estarían decepcionados.


Cualquiera que fuese la respuesta de Light, Xefil nos sorprendería de nuevo con un gesto infantil, una risa burlona y afeminada y sacando la lengua.

Ahora... sé una dulzura y siéntate.

Cuando Light cayó al suelo, meramente porque aquella persona había ejercido su poder sobre él, hice ademán de acercarme a él, o de proteger a Vaan. Si era capaz de tumbar a Light con un dedo índice, ¡sin tocarle, señalando hacia él en la distancia!

¿¡A quién narices nos estábamos enfrentando!?

Y Nadhia Hoghes, la musa que inspiró a dos dementes esta noche... —cuando dijo mi nombre hubo desafío en mis ojos, dejándole bien claro que no me apartaría de Vaan. Le escucharía con arma alzada—. Tú lastimaste a alguien en el pasado, ¿no es así? ¿Y ahora debo suponer que esto en lo que te has convertido es tu castigo? —cuando cuestionó aquello, mi arma bajó un segundo, pero al tiempo de vacilar volví a amenazarle con Ángel Forjado— ¡Oh! Así que por eso no puedes dejar a este pequeño morir... Es cierto lo que dicen, entonces: cargamos nuestra prisión con nosotros.

Incluso si no hubiese lastimado a alguien en el pasado —dije, manteniendo el inicio de la postura de un auténtico arquero—. Aunque no hubiese tenido nada que ver con su muerte, no podría perdonarme verle morir sin hacer algo por salvarle. Y teniendo el remedio en mis manos, a pocos metros.

La reacción del sofá que abandonó Xefil en aquel momento nos sorprendió a todos, a excepción de Montblanc, quien contemplaba con seriedad los pasos de la nueva personalidad del aprendiz. Cuando vi que se acercaba a Sam y a Vaan, apunté tensando una Flecha Celestial, pero a medida que la invoqué, detuve el proceso. Era Xefil, maldita sea. No podía tomarme tan a la ligera aquella inexplicable y súbita aparición.

¿Crees poder salvar a este niño?

Nunca lo sabré si no me arriesgo —contesté de inmediato—. No sé si podré ganar o fracasaré, pero creo y quiero salvarle. Es todo cuanto necesito para tomar esta decisión.

Sean cuales sean tus pecados, el castigo puede ser más de lo que esperabas. El universo tiene sus propias ideas sobre la justicia, verás...

>>Ese conejo viejo de allí apenas entiende la magia de la que habla. Pero un "apenas" es suficiente para comprender que tu vida está en riesgo, niña. O algo peor.


Montblanc me quitó las palabras de la boca. Me estaba dejando engatusar por las palabras de aquel ente femenino. Era como si... supiera a lo que me enfrentaba.

¿Y es usted una experta, kupó?

¡Oh, por supuesto! Más que el respetable Merlín, desafortunadamente... Sin ofender.

Su media sonrisa, siniestra, no hacía que fuese digna de confiar. Y más si había aparecido tan de repente, corrompiendo el alma de Xefil y controlando en contra de su voluntad el cuerpo del joven.

Porque era en contra de su voluntad, ¿no?

Entonces fue cuando caí en sus redes. Estaba desesperada.

¿Quién eres? —pregunté, sin apartar mis ojos de ella.

Aunque he tenido muchos títulos y un nombre en particular... el joven Xefil prefiere llamarme "Némesis" —una mirada a Light y su expresión fue más que suficiente para saber que mi amigo había oído hablar de ella. Con lo cual, Xefil conocía de su existencia—. Pero para muchos otros...

>>...soy la Bruja Eterna.

Se hizo el silencio. Un silencio que habría resultado eterno de no ser porque Sam se adelantó a lo que yo estaba a punto de preguntar.

Disculpe entonces, pero... ¿usted sabe tratar con este tipo de magia?

Abrí los ojos como platos.

¡Si eso es verdad, ayúdame!

Realmente eres testaruda, kupó —dijo Montblanc—. ¿Por qué deberías fiarte de esta persona que se hace llamar Bruja Eterna?

Porque habita dentro de Xefil —contesté, sin comerme demasiado el coco para darle una respuesta al patriarca. Me aferraba a cualquier cosa, simplemente por querer tener razón—. Si acaba de aparecer ante nosotros, es porque sabe a lo que nos enfrentamos.

>> Xefil le habrá pedido ayuda.


Fuese verdad o no, me dirigí a la bruja.

Pero tengo la sensación de que esta situación te... gusta. O te divierte.

Fue entonces cuando le miré a los ojos. Y pude ver en ellos algo, no sabría decir con exactitud el qué. Pero estaba claro que ella podía ayudarme.

Aprovechando el despiste dirigí una Flecha Celestial a Montblanc, pues éste había percatado mis intenciones de arrebatarle el libro de hechizos. Ambos nos quedamos mirando el uno al otro. Tensaba la cuerda imaginaria de mi Llave-Espada, pero temblaba.

Baja el arma, Nadhia. Estás muerta de miedo, kupó.

Claro que lo estoy. Vaan va a morir si no hago algo pronto.

Nadhia...

¿Por qué no confías en mí?

Montblanc abrió los ojos, impactado por la última pregunta que formulé. Suspiró y percató algo que colgaba de una de mis muñecas. Una cinta blanca a modo de lazo.

¿Confiar en ti, eh? —se preguntó a sí mismo, pensativo— Esa cinta... debiste sorprender a la Maestra Nanashi para que te obsequiara con algo tan poderoso.

¿Cómo sabes...?

Montblanc no contestó. Cerró por un instante los ojos y de pronto, soltó el libro a los pies de Nadhia.

Está claro que hoy he seguido mi criterio y eso nos ha llevado a una situación de locos, kupó —explicó el patriarca—. Pero confié en ti en las alturas, y seguiré haciéndolo. Sólo por esta noche, seguiré tu propio criterio, Nadhia Hoghes.

Mis ojos se iluminaron y me agaché a recoger el libro.

Muchas gracias, Montblanc.

* * *


Este libro no es lo que parece.

¿A qué se refiere, Montblanc?

Acariciando una de las mejillas de Vaan, escuché lo que el moguri nos tenía que explicar acerca del hechizo.

Light, Nadhia, habréis escuchado sobre ciertos mundos especiales, a los cuales no podéis acceder en el intersticio. Un mundo dentro de otro mundo, escondido en un objeto mágico.

>> Pues bien, kupó. Este libro conduce a un mundo recóndito. Muy lejano y antiguo.

>>> Si vais allí encontraréis al ente que concederá el deseo de Nadhia para pactar con Vaan. Pero tendrás que pagar un precio por ir, y puede que te lo arrebate nada más pisar las hojas de este mundo, sin tu consentimiento. Y otro por recuperar a Vaan.


Le di un beso en la mejilla a Vaan y me levanté, no sin antes dedicarle unas palabras a Sam.

Cuida de él.

Dalo por hecho. Y, Nadhia —el muchacho se acercó a mí y me dio un apretón de manos, cálido y lleno de decisión—, ten asegurado que haré todo cuanto esté en mi mano porque no te pase nada. Estaré preparado para cualquier intervención.

Gracias, Sam.

Y fue entonces cuando me encontré de nuevo con los ojos de Némesis.

Antes que nada, dime por qué quieres ayudarme.

>> ¿Es porque Xefil te lo ha pedido? ¿O simplemente te sientes atraída por esta clase de cosas?

>>> Y dado a como eres... seguramente quieras algo a cambio. Espero que por bien de Xefil no estés dispuesta a poseer su cuerpo por más tiempo. Le pertenece a Xefil, no a ti. Si intentas hacer algo extraño, yo...


Era testaruda, sin duda.

¿Amenazarla? ¿Y con qué propósito?

Dirigí una última mirada a Light.

Me imagino que si te digo que te quedes, no me harás caso.

Reí, contemplando su reacción. Seguramente la de un hermano mayor. Estaba hablando de Light: no se quedaría de brazos cruzados sin hacer nada.

El caso es, ¿qué papel tendrían ambos si yo iba a ser la protegida y el sacrificio de aquel pacto?
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Mar Jul 09, 2013 11:55 pm

¿Qué demonios…? —el chico pudo notar al fin que no era capaz de dar un paso al frente. Lo intentó múltiples veces, pero sus músculos pesaban demasiado. Ojeó mosqueado a todos los presentes, dubitativos porque lógicamente no comprendían lo que le estaba pasando. Ninguno de ellos parecía estar hechizándole—. ¿Es esto cosa tuya? —preguntó, observando indignado a la bestia, que no parecía menos confusa que él. Dicha criatura agitó la cabeza, dando a entender que no tenía nada que ver.

Primero fueron sus músculos, y después, su arma. Alma Inquebrantable, mucho más pesada que de costumbre, cayó de golpe hasta el suelo, provocando un efímero estruendo metálico. El sonido de la impotencia.

Raudo, se dispuso a recuperar su Llave Espada, pero una vez más fue incapaz de mover articulación alguna de su cuerpo. Frustrado, sentía que alguien estaba jugando con él. ¿De quién se trataba el responsable de su bochorno?

Light volvió a buscar al responsable, aún más enfadado. Todos seguían tan confundidos como él, excepto cierta persona. Tardó en darse cuenta de que se trataba de su compañero Xefil, el único que se mostraba sonriente y calmado; tan calmado, que se podía permitir canturrear dentro del ojo del huracán…

Y demente. Sus ojos bañados por el tinte rojizo de su Locura se entreabrieron ante todos. Por supuesto que no era la primera vez que el joven Light daba con aquella mirada carmesí, pero en aquella ocasión era diferente. La luz carmesí de sus ojos era más radiante que nunca, y aterradora también…

¡Oh! ¿Es mi turno de hablar ahora...?

¿Quién… eres tú? —preguntaría automáticamente, aturdido por el repentino cambio en el tono de voz del chico. Aparte de su voz, su postura y su actitud también acentuaban esa peculiar feminidad.

El femenino Xefil comenzó a enumerar todos los increíbles hechos que habían acaecido aquel día, apuntando a cada uno de los responsables de estos con su mirada carmesí, como si les culpara y estuviera reprendiéndoles de lo sucedido, siempre con sutilidad.

Se trataba de una situación incómoda. Light aguzó su oído y le escuchó con atención, observándole por el rabillo del ojo, incapaz de girar su rígido cuello. Xefil le apuntó con el índice de su diestra, acusándole.

A sus oídos llegaron palabras que no resultaron demasiado agradables, precisamente. “En boca cerrada no entran moscas”, se podía haber molestado en decirle a aquella señorita, pero se limitó a escuchar su sermón y a no interrumpir. Simplemente estaba jugando a ser un héroe, según ella.

¿Cómo le aguantaba Xefil, había preguntado…?

Definitivamente, sacaría su vena respondona.

Yo tampoco me explico cómo eres tan bocazas. ¿Qué quieres conseguir con todo esto?

El Xefil poseído se rió inmediatamente, posiblemente por la pregunta que había acabado de lanzar. La mujer, que parecía no estar tomándole en serio, continuó criticándole, culpándole incluso de lo ocurrido en el hotel hace unas horas. Tanto Light como Gaomon mostraron sus “colmillos” mientras ella seguía hablando, literalmente éste último, inmune a cualquier halago que le hiciera.

No sé de qué estás hablando, pero si te crees que nombrando a mis padres vas a sensibilizarme lo llevas muy claro —soltó sin pensar, exhibiendo una alargada y desafiante sonrisa para demostrarle lo contrario. ¿De dónde demonios sacaba que quería hacerse el héroe con todo aquello? Impensable. Si estaba quedando en ridículo era exclusivamente por culpa de ella—. ¿Hacerme el héroe? Déjame decirte, señora experta, que no sabes nada sobre mí, ni sobre Nadhia, así que creo que la única que está haciendo el ridículo aquí eres tú.

La mujer burlona, aunque refinada y sutil, seguía sin tomarle en serio. Light quería aparentar indiferencia y no darle demasiada importancia a sus duras e incomprensibles palabras, pero inevitablemente lo hizo.

Él había atraído a aquellos dos hasta allí. La vida de Nadhia y Xefil habían peligrado por su única culpa…

Ahora... sé una dulzura y siéntate —cuando se dio cuenta de su semblante amargo, el ente que poseía a Xefil le invitó a que tomara sitio; o más bien obligándole, impulsándole con un pequeño empujoncito, sin necesidad de tocarle. Caería al suelo irremediablemente, aplastado por la fuerza de la gravedad y por la dureza de sus palabras.

Light continuó observándola con ojos desafiantes. ¿Cuáles serían las intenciones del ente que había empezado a controlar a su amigo? ¿Tendrían que combatir contra ella? Si pudiera alcanzar su Llave Espada… pero no podía hacer otra cosa que mantenerse sentado y escuchar.

Y Nadhia Hoghes, la musa que inspiró a dos dementes esta noche... —indicó, volviendo a jugar con ambas piernas—. Tú lastimaste a alguien en el pasado, ¿no es así? ¿Y ahora debo suponer que esto en lo que te has convertido es tu castigo? —no hizo falta respuesta por parte de la chica, que seguiría apuntando a Xefil con su llavero celestial—. ¡Oh! Así que por eso no puedes dejar a este pequeño morir... —se regocijó de su desgracia—. Es cierto lo que dicen, entonces: cargamos nuestra prisión con nosotros.

Incluso si no hubiese lastimado a alguien en el pasado —sin moverse un centímetro y sin ceder, Nadhia continuó apuntándole con su arco. Parecía decidida—. Aunque no hubiese tenido nada que ver con su muerte, no podría perdonarme verle morir sin hacer algo por salvarle. Y teniendo el remedio en mis manos, a pocos metros.

Xefil se levantó del sofá mágico tras escuchar una respuesta. Para sorpresa de todos, el asiento salió despedido en cuanto el muchacho se despegó de él. Estaba aterrado por la mera presencia del joven del Reino Encantado. ¡Estaba temblando como un flan!

El afeminado Xefil se acercó hasta la cama de Vaan para examinarle de cerca. Nadhia no lo dudó, y cargó una flecha celestial, preparada para ser lanzada en cualquier momento…

¡Espera, Nadhia! Si disparas…

El cuerpo de Xefil sería el único perjudicado. Nadhia se dio cuenta a tiempo y dejó de tensar el arco, haciendo desaparecer el proyectil sagrado y cancelando de esta manera el ataque.

¿Crees poder salvar a este niño?

Nunca lo sabré si no me arriesgo —contestó rápidamente—. No sé si podré ganar o fracasaré, pero creo y quiero salvarle. Es todo cuanto necesito para tomar esta decisión.

Sean cuales sean tus pecados, el castigo puede ser más de lo que esperabas. El universo tiene sus propias ideas sobre la justicia, verás...

>>Ese conejo viejo de allí apenas entiende la magia de la que habla. Pero un "apenas" es suficiente para comprender que tu vida está en riesgo, niña. O algo peor.


Tanto Montblanc como Light escucharon extrañados sus palabras. Levantarían sus cabezas (mas el segundo sin éxito), en busca de respuestas.

¿Y es usted una experta, kupó?

¡Oh, por supuesto! Más que el respetable Merlín, desafortunadamente... Sin ofender.

¿Una hechicera de mayor nivel que Merlín, el famoso brujo por excelencia? Su sonrisa siniestra y sus intenciones no claras sólo hacían surgir más preguntas. ¿Por qué estaba en el cuerpo de Xefil alguien como ella…?

¿Quién era ella, exactamente?

Aunque he tenido muchos títulos y un nombre en particular... el joven Xefil prefiere llamarme "Némesis" —Light alzó la cabeza de inmediato, atraído por aquel nombre que le resultaba familiar. Como ella aseguraba, Xefil le había hablado de Nemésis—. Pero para muchos otros...

>>...soy la Bruja Eterna.


Tenía sentido que la bruja conociera tantas cosas. Después de todo, ella era la bruja invisible que seguía a Xefil a todos lados: toda información que hubiera compartido con el chico también la habría compartido con ella.

Nadhia no dudó en pedirle ayuda a la Bruja Eterna, ¿pero podían fiarse realmente de ella? La Bruja Eterna no era Xefil.

¡Nadhia!

De improvisto, Nadhia dirigió una de sus flechas celestiales hacia Montblanc; tenía que coger ese libro de hechizos si quería salvar a Vaan, mientras que el Moguri tenía que impedir que realizara aquella magia prohibida, por su bien. Ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder, hasta que…

Esa cinta... debiste sorprender a la Maestra Nanashi para que te obsequiara con algo tan poderoso.

¿Cómo sabes...?

Está claro que hoy he seguido mi criterio y eso nos ha llevado a una situación de locos, kupó. Pero confié en ti en las alturas, y seguiré haciéndolo. Sólo por esta noche, seguiré tu propio criterio, Nadhia Hoghes.

Muchas gracias, Montblanc.

Ojalá la hubieras detenido, Montblanc…” desconocía la razón que había impulsado al moguri a permitirla coger el libro. Light, todavía inmovilizado en el suelo, cerraría momentáneamente los párpados y maldeciría dicha razón.

Nadhia parecía decidida a realizar aquella magia. No había vuelta atrás.

* * *


Este libro no es lo que parece.

¿A qué se refiere, Montblanc?

Light, Nadhia, habréis escuchado sobre ciertos mundos especiales, a los cuales no podéis acceder en el intersticio. Un mundo dentro de otro mundo, escondido en un objeto mágico.

>> Pues bien, kupó. Este libro conduce a un mundo recóndito. Muy lejano y antiguo.

>>> Si vais allí encontraréis al ente que concederá el deseo de Nadhia para pactar con Vaan. Pero tendrás que pagar un precio por ir, y puede que te lo arrebate nada más pisar las hojas de este mundo, sin tu consentimiento. Y otro por recuperar a Vaan.


¿Dos… sacrificios? —pronunció Light con dificultad, entre sudores.

Nadhia se despidió de Vaan y decidió volver a entrevistarse con Némesis. Era molesto admitir que él era sólo un chico normal, inmovilizado, inútil e incapaz de ayudar a su amiga; mientras que aquella extraordinaria “mujer” era la solución a todos sus problemas, la mismísima bruja que se había burlado de él anteriormente.

Malditas brujas” balbuceó de mala gana. Némesis, Ágatha Furier, ¿por qué todas las hechiceras que conocía eran tan odiosas y extravagantes…?

Me imagino que si te digo que te quedes, no me harás caso.

Por supuesto; si nuestra querida bruja me libera, claro… —comentó irritado y con tono sarcástico, esperando que Némesis deshiciera cuanto antes el encantamiento. Su compañero canino observó a la bruja con fiereza y desconfianza. No dijo nada, pero claramente manifestaba que ya iba siendo hora de liberarle.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Mar Ago 27, 2013 10:25 am

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¿De vuelta tan pronto, querido...?



Yo tampoco me he rendido. Y esa razón tuya... ¿cuál es?

...

¿Qué tiene la chica? La conociste hoy mismo, ¿por qué debería importarte?

...

¿Cómo puede ser un peligro para ella, si es un sacrificio? Aceptará ese destino por decisión propia.

¡...!

Exacto. Es su intención intercambiar su vida por una recompensa. ¿Vas a detenerla, si lo ha elegido de propia voluntad?

¡...!

No está en ti asegurar eso. Así como tampoco depende de mí intervenir en los asuntos de un par de chiquillos.

...

¿Oh...? Oh, ahora "eso" es interesante. ¿Harás un sacrificio, tú también?

...

Entonces acepto. Es un gusto verte dejar de lado el orgullo para resolver nuestros problemas, Xefil.


***


Disculpe entonces, pero... ¿usted sabe tratar con este tipo de magia?

La pregunta del médico pareció impresionar, aunque un poco, a la Bruja que ocupaba el cuerpo del joven Xefil en aquel momento. Los ojos rubíes del muchacho se acrecentaron un poco, como si la cuestión que había sido alzada lo hubiese tomado con la guardia baja, de tal manera que le costaría unos instantes contestar. Y no obstante, en cuanto Némesis encontró la manera adecuada de vocalizar sus pensamientos, comenzó:

No es la disciplina en la que me instruí cuando joven, pero he presencia--

¡Si eso es verdad, ayúdame!

La Bruja detuvo su declaración cuando la desesperada voz de Nadhia la interrumpió, implorándole por su asistencia. La hechicera giró su cabeza hacia la chica y le sostuvo la mirada, con una pizca de asombro en su rostro. Sus ojos la recorrieron un poco más tarde, como si contemplarla en su totalidad pudiese ofrecerle alguna clase de explicación sobre aquella curiosa actitud. Por supuesto, cómo la joven se interesaba tanto por sólo un niño, tanto que sería capaz de ofrecer su vida a cambio, era un comportamiento incomprensible para la Bruja. Tan vieja como era, había cosas que escapaban su entendimiento.

No contestó, sin embargo.

Realmente eres testaruda, kupó —declaró el patriarca moguri; no obstante, en su rostro no exhibió su familiar sonrisa. En su expresión, esa vez, sólo hubo preocupación—. ¿Por qué deberías fiarte de esta persona que se hace llamar Bruja Eterna?

El falso Xefil abrió la boca para responder; empero, fue interrumpido una vez más por Nadhia, que no tardó ni un milisegundo en replicar:

Porque habita dentro de Xefil.

¿Cómo era aquello una razón válida? El joven se cruzó de brazos y alzó una de sus cejas, a la par que se permitía dibujar una sonrisa orgullosa en su rostro, esperando que Nadhia extendiera de alguna manera su respuesta. Y lo hizo:

Si acaba de aparecer ante nosotros, es porque sabe a lo que nos enfrentamos.

>> Xefil le habrá pedido ayuda.


La Bruja soltó un par de risitas sin separar los labios, que tan femeninas como eran, sonaban extrañas y ajenas en la voz de Xefil. Por cualquier razón, las palabras de Nadhia parecían haberla divertido. Y, desgraciadamente, sólo ella sabía el por qué. Si el chico realmente había acudido a ella o si ella se había aprovechado de su debilidad... no lo sabría nadie más que la Bruja.

Las miradas de ambas hechiceras, de pronto, se encontraron. Y ninguna la apartó al advertirlo.

Pero tengo la sensación de que esta situación te... gusta. O te divierte —acusó Nadhia. Némesis no mostró ninguna reacción en su rostro, excepto una orgullosa sonrisa.

Eso era un "sí".

Tengo motivos para sentirme así. Oh, sois todos tan divertidos.

Aprovechando que todos se habían concentrado en el encuentro entre Nadhia y la Bruja, y que consecuentemente se habían descuidado, ésta primera aprovechó para conjurar una de sus flechas mágicas y amenazar a Montblanc con ella. Con un orgullo y confianza en sí mismo comparables a los de la Bruja Eterna, el moguri sólo le sostuvo la mirada a la chica, y pidió:

Baja el arma, Nadhia. Estás muerta de miedo, kupó.

Claro que lo estoy —respondió la joven, con voz temblorosa—. Vaan va a morir si no hago algo pronto.

Nadhia...

¿Por qué no confías en mí?

La diminuta chispa de sorpresa que se asomó en el rostro del moguri no pasó inadvertida; ni para la Bruja, ni para el resto de los presentes. Un silencio se apoderó de Nadhia y Montblanc durante unos instantes, mientras éste se preparaba para responder la pregunta. Un suspiro escapó de su boca antes de que pudiese contestar con un tono de voz que reflejaba su meditación:

¿Confiar en ti, eh? Esa cinta... debiste sorprender a la Maestra Nanashi para que te obsequiara con algo tan poderoso.

Los ojos de Némesis se posaron durante unos segundos sobre el adorno en cuestión, pero pronto apartó la mirada.

¿Cómo sabes...?

El patriarca no quiso dar más explicaciones. Sencillamente cedió y finalmente se resignó a soltar el libro que había estado alejando de Nadhia.

Está claro que hoy he seguido mi criterio y eso nos ha llevado a una situación de locos, kupó —señaló el sabio moguri—. Pero confié en ti en las alturas, y seguiré haciéndolo. Sólo por esta noche, seguiré tu propio criterio, Nadhia Hoghes.

Muchas gracias, Montblanc.

La Bruja soltó un bufido de fastidio.

***


No consideres esto una señal de rendición. Si he venido, Bruja, lo he hecho por una razón. Se trata de Nadhia. ¿Cómo podría no importarme? Nadhia está en peligro. Pretende sacrificarse para... para... Quiere salvar a Vaan, el niño, aunque le cueste la vida.

>> ¡Pero podría morir! ¡Por supuesto! ¡Está tomando una pésima decisión; no entiende la gravedad del asunto!

>> ...tal vez no. Pero sé que harías lo que fuese por controlar este cuerpo, incluso si fuese por un par de horas.

>> ¿Por ella? Sí, supongo que sí...


***


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Antes que nada, dime por qué quieres ayudarme.

>> ¿Es porque Xefil te lo ha pedido? ¿O simplemente te sientes atraída por esta clase de cosas?

>>> Y dado a como eres... seguramente quieras algo a cambio. Espero que por bien de Xefil no estés dispuesta a poseer su cuerpo por más tiempo. Le pertenece a Xefil, no a ti. Si intentas hacer algo extraño, yo...


¡Ah-ah! —intervino Némesis, alzando un dedo. Quien había estado hablando era Nadhia, que había aprovechado la oportunidad para reprocharle a la Bruja su súbita aparición y el extraño ofrecimiento por su parte. No obstante, la hechicera parecía no estar muy conforme con las palabras de la chica, por lo que, después de unos cuantos bufidos y suspiros de cansancio, terminó por levantar su índice como para acallar a la joven—. Tienes esta costumbre de hablar y hablar y no parar, ¿verdad?

La Bruja se aproximó todavía más al niño que agonizaba en la cama. Había estado contemplándolo mientras Montblanc le explicaba la situación a Light y Nadhia, pero no se había acercado tanto a él. Lo observó con interés, clavando sus ojos rubíes en él, viendo cómo se retorcía en la cama y empapaba las sábanas con su sudor.

No pretendo ayudarte. No tengo ni el más mínimo interés en ti o en esta... —Némesis tomó un poco del sudor de la frente del niño y lo extendió entre sus dedos, como queriendo sentir algo en el líquido con sus yemas. Pronto se lo limpió en las ropas— larva.

>>Pero supongo que asumes bien: sí, el pequeño Xefil me lo ha pedido.


El joven estiró sus brazos hacia el techo, como desperezándose, y luego hizo crujir su cuello, sus hombros y sus dedos, cerrando los ojos para disfrutar la dicha de relajar sus articulaciones. Después de eso hizo unos extraños movimientos con sus manos y dedos, como si quisiera probar la movilidad de ambos. Por lo bajo, murmuraba "Sí, algo así, parece estar bien, sí, sí".

Cuando terminó de ajustarse bien a los movimientos precisos de su nuevo cuerpo, Némesis se giró hacia Nadhia y, con una sonrisa perversa, se acercó hasta su oído. Con una voz que entonaba su sádica diversión y que sólo la chica podía escuchar, declaró:

Debiste verlo. Llegó arrastrándose hacia mí, pidiéndome perdón y misericordia, luego de uno de sus tan usuales episodios de heroico orgullo. Tan patético...

El falso Xefil se apartó de la chica y, con un nuevo volumen de voz que todos los presentes serían capaces de apreciar, añadió:

Lo hizo por ti, no obstante.

>>Puedo ayudarte, Nadhia Hoghes. Si me dejas, puedo hacer lo posible por asegurarme que ninguno de esos sacrificios te arrebate la vida. Todavía tendrías que entregar algo, por supuesto, pero al menos puedo impedir tu prematura muerte.


Mientras hablaba, la hechicera controló a su marioneta hasta que lo hizo sentarse en la cama, junto a Vaan. Volvió a hacer contacto con la frente del niño con sus dedos, pero esa vez se hallaba más ocupada en contemplar con interés el libro que se había permitido tomar en su mano libre.

Las Brujas siempre quieren algo a cambio... Y, en mi caso, son sólo unas simples condiciones. Número uno... yo no he ayudado en absoluto —Xefil cerró el libro de un golpe y lo dejó en el sitio—. Porque, después de todo, soy la terrible bruja. Entonces... yo vine a este sitio y sencillamente me quedé sentada observando cómo sufríais por este niño. Rompí la promesa que hice con Xefil. No os he ayudado en lo más mínimo.

La sonrisa que exhibía el rostro del muchacho era tan amplia y tan orgullosa, que uno no podría evitar preguntarse qué planeaba la hechicera con aquella condición. ¿Por qué debían los presentes mentirle a Xefil en cuanto regresara? ¿Por qué debían ocultarle que la Bruja les había ayudado, tal y como el joven se lo había pedido? ¿Qué clase de status quería mantener?

Número dos... Xefil volverá pronto. Este cuerpo le pertenece todavía (así que no temas, Nadhia). Y cuando lo haga, quiero que finjáis ignorancia sobre mi naturaleza. El pobre se haya tan avergonzado... así que agradecería que no se tocara el tema de "¡Hay una Bruja dentro de ti!". Lo que se presentó ante vosotros no fue más que el demente Xefil de ojos rojos, ¿de acuerdo?

>>Y por último, Aprendices... un mensaje.


El joven extendió una mano al frente. En la palma vacía comenzaron a volar pequeñas motas de polvo recolectadas de toda la habitación, formando un pequeño remolino que poco a poco se tornaba más denso. La columna de suciedad se comprimió en el reducido espacio de la mano de Xefil hasta que, finalmente, aquella curiosa masa tomó la forma adecuada:

Dos elegantes pergaminos, cerrados con un listón de color carmesí. Suficientemente pequeños para guardarlos en un bolsillo. Uno voló hasta donde estaba Nadhia, y el otro hasta donde estaba Light. Y si alguno decidía leerlo al instante, vería que, escrito en color sangre, se hallaba el siguiente mensaje:


Nadhia Hoghes/Light Hikari, su presencia será requerida cuando el silencio se vea roto.



¿Comenzamos ahora? —Xefil chasqueó los dedos y al instante Light se vio liberado de su pesada prisión—. Puedo proporcionar la energía que necesitáis, ahora que Xefil ha roto unas cuantas cadenas. Contad con mi apoyo...
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Jue Ago 29, 2013 5:06 pm

¡Ah-ah! —la bruja enjaulada dentro del cuerpo de Xefil alzó un dedo, haciéndome callar de inmediato—. Tienes esta costumbre de hablar y hablar y no parar, ¿verdad?

Por alguna razón aquel comentario provocó que mis mejillas y orejas enrojecieran, puede que de vergüenza, o quizás por rabia a que aquella mujer controlara mis acciones sin apenas mover un ápice. Y lo que es peor, lo hacía sin ninguna fuerza mágica como con Light, tan sólo su semblante fue suficiente para sellar mis labios.

Mentiría si dijera que no me asusté cuando Némesis se acercó a Vaan, quien había pasado a retorcerse en la cama, empapando las sábanas de un sudor que, para mi sorpresa, caía a la cama como pequeñas gotas de gélido cristal.

No pretendo ayudarte. No tengo ni el más mínimo interés en ti o en esta... larva.

>> Pero supongo que asumes bien: sí, el pequeño Xefil me lo ha pedido.


Quería preguntarle sobre Xefil, pero ella se adelantó susurrándome al oído con los labios de su auténtico dueño. Pude haber evadido aquel imprevisto acercamiento —para qué mentir, se me erizaba la piel desde el accidente del hotel—, pero sus palabras, pronunciadas con un pequeño toque sádico, me dejaron helada en el sitio.

Debiste verlo. Llegó arrastrándose hacia mí, pidiéndome perdón y misericordia, luego de uno de sus tan usuales episodios de heroico orgullo. Tan patético...

¡Tú...!

Lo hizo por ti, no obstante —me interrumpió una vez más, apartándose de mí—. Puedo ayudarte, Nadhia Hoghes. Si me dejas, puedo hacer lo posible por asegurarme que ninguno de esos sacrificios te arrebate la vida. Todavía tendrías que entregar algo, por supuesto, pero al menos puedo impedir tu prematura muerte.

¿Y qué ganas con todo esto? —arqueé la ceja, deseando escuchar qué quería de recompensa por salvar el pellejo de Vaan y el mío propio.

Las Brujas siempre quieren algo a cambio... Y, en mi caso, son sólo unas simples condiciones. Número uno... yo no he ayudado en absoluto —Némesis cerró el libro que tenía entre sus manos y lo tiró. Lo recogí, completamente confundida con la primera condición de la Bruja Eterna—. Porque, después de todo, soy la terrible bruja. Entonces... yo vine a este sitio y sencillamente me quedé sentada observando cómo sufríais por este niño. Rompí la promesa que hice con Xefil. No os he ayudado en lo más mínimo.

No te entiendo —respondí, intercambiando mirada con los presentes, en especial con los ojos de Light—. ¿Entonces por qué lo haces? ¿No ayudabas porque Xefil te lo había pedido? ¿De qué sirve salvarme si luego él no sabe que fuiste tú...?

Número dos... Xefil volverá pronto —chasqueé la lengua. Némesis no tenía intención alguna en responder a mis preguntas—. Este cuerpo le pertenece todavía (así que no temas, Nadhia). Y cuando lo haga, quiero que finjáis ignorancia sobre mi naturaleza. El pobre se haya tan avergonzado... así que agradecería que no se tocara el tema de "¡Hay una Bruja dentro de ti!". Lo que se presentó ante vosotros no fue más que el demente Xefil de ojos rojos, ¿de acuerdo?

"Xefil..."

Estaba bastante preocupada por él. Por quién, de sólo conocerme un día, estaba dispuesto a dejar que aquella bruja controlara su cuerpo con tal de que me ayudara a salvar a Vaan y a que yo no muriera en el intento.

Era noble... y valiente.

Y por último, Aprendices... un mensaje.

Un pequeño remolino revoloteó desde donde estaba Xefil hasta aterrizar en mi mano en forma de un pequeño y fino pergamino, envuelto en cinta de un rojo intenso. Lo abrí, viendo que Light también había recibido uno. Quité la cinta y desenvolví el pergamino, encontrándome con un mensaje un tanto desconcertante.

Nadhia Hoghes, su presencia será requerida cuando el silencio se vea roto.


¿Cuando el silencio... sea roto? —pregunté en voz alta, aunque no esperaba que Némesis me contestara. No lo haría, ya lo había asumido. Tendría entonces que esperar a aquel día.

"¿A qué se refiere? ¿Y si Xefil...?"

¿Comenzamos ahora? —el chasqueo de dedos de la Bruja me hizo recordar la situación en la que nos hallábamos y zarandeé la cabeza. ¡Cierto, Vaan estaba en peligro! ¡No había tiempo que perder!—. Puedo proporcionar la energía que necesitáis, ahora que Xefil ha roto unas cuantas cadenas. Contad con mi apoyo...

* * *


La nada.

Me intenté levantar del gélido y húmedo suelo, pero ni mis piernas ni brazos respondían. Una densa neblina me rodeaba, haciendo más difícil la visión.

"¿Qué ha... pasado...?"

Cuando de pronto, una punzada de dolor atravesó mi ojo izquierdo. Como si algo lo quemara por dentro, un dolor desagradable y atroz. Me retorcí en el sitio y, para cuando el repentino ataque cesó, volví a girarme buscando la humedad y el frío para aliviar el foco. Suspiré, aliviada. Sin embargo, no podía quedarme allí tumbada para siempre. Si me dormía con aquel ambiente tan gélido, quién sabe si volvería a despertar.

"Pero es que... se está tan bien aquí..."

Demasiado bien. No quería volver a abrir los ojos, uno ya me dolía demasiado. Eso es. Sólo quería dormir.

Sin darme cuenta, unos finos hilos de seda comenzaban a cubrir mis extremidades, arropándome del frío.

Duerme, hija mía, duerme

"¿Quién... eres...?"

Cierra tus preciosos ojitos, querida mía. No hay de qué temer.

Yo estoy aquí.


* * *


Nadhia se colocó en el centro de la sala donde antes habían estado todos los muebles del mago Merlín. Éste había privado su casa de magia para ayudar en lo que fuera posible. Sam se sentó en un rincón, contemplando algo que para sus ojos se convertía en toda una heroicidad, y no un acto suicida. Junto a Nadhia, descansaba el pequeño Vaan, quien a medida que pasaban los minutos pasaba de una temperatura elevada a un sudor frío y... gélido.

Montblanc le pidió a Nadhia que invocara su Llave-Espada. Ésta hizo caso y en un cálido resplandor iluminó el lugar.

Abrirás la cerradura de ese mundo para acceder a él —Nadhia miró confundida al patriarca, y éste entendió lo que le preocupaba—. El tutor de Vaan tenía un poder similar, pero debía sacrificar más cosas para llevarlo a cabo, pues no era Caballero. Y ahora no es momento para explicártelo.

Nadhia asintió y alzó su arma. Una chispa de luz, como la de sus flechas celestiales, salió disparada al libro que sostenía Light, abierto por una página en concreto. En dicha parte, se presentaba un paisaje triste y gris. La niebla pincelada dificultaba saber qué se escondía tras ese tétrico lugar. Pero en cuanto Light recibió la apertura de Ángel Forjado, escuchó un sonido extraño. Uno muy lejano, pero atrayente y relajante. De pronto le estaba entrando mucho sueño...

¡¡Nadhia!!

El grito de Sam le despertó de aquel pequeño lapsus. Y la razón de su preocupación se presentó ante sus ojos cuando Nadhia, tras haber hecho aquella parte del ritual, cayó al suelo. Pero eso no fue todo.

Si la Bruja, Light o cualquiera de los presentes se acercaba a ella para socorrerla, verían que de su ojo izquierdo emanaba un hilo de sangre. Montblanc se atrevió a abrir su párpado, temeroso. Sin embargo, se encontró con el globo ocular en su sitio. Nadhia estaba en completo estado de sueño, pues aunque el patriarca y Sam estuvieron revisando sus ojos, no daba signos de despertar.

La Bruja Eterna sólo sabría lo que Nadhia había sacrificado como entrada al antiquísimo mundo, atrapado en aquel viejo libro: su ojo izquierdo. Pero gracias o no a Némesis, quién sabe, Nadhia no había perdido la forma física del globo ocular. Como si hubiese tenido un accidente, el brillo dorado de sus ojos se había apagado en el izquierdo.

Nadhia había entregado parte de su vista.

* * *


¡Chica, despierta!

¿Eh...?

De pronto noté cómo alguien me daba un par de leves bofetadas en la cara, intentando hacerme recobrar el sentido. Al tercer o cuarto intento, el muchacho me zarandeó y consiguió despertarme.

Recabando en el aspecto del muchacho me di cuenta de que algo iba mal. Tenía abiertos los dos ojos, pero... ¿por qué estaba tan oscuro en una de las esquinas?

Y entonces fue cuándo recordé a Vaan. La neblina de mi mente se disipó y pude acordarme de todo. Light y Xefil, el hechizo de Vaan, los sucesos del hotel... y el ritual.

Me asusté al no poder ver por mi ojo izquierdo. Pero intenté tranquilizarme. El chico que estaba a mi lado me calmó sosteniéndome de mis hombros.

¡Oye, tranquila! —decía, con una voz dulce y, raramente, muy familiar— Ey, ya estás a salvo. Oh —el muchacho, revisando a Nadhia, reparó en la falta de matiz dorada en su ojo herido—, vaya, parece que tú también.

Ante la duda en mi rostro el chico señaló su ojo derecho, con una vivaracha sonrisa. Percaté entonces la belleza de su rostro y las ropas de un guerrero del intersticio. Reparé en que uno de sus ojos estaba herido ¿De qué mundo provendría aquel desconocido nativo?

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¡Oh!

¿Dónde estamos? ¿En el interior del libro? —para mi sorpresa, el chico asintió— Pero, tú... ¿tú qué haces aquí?

Supongo que por la misma razón que te ha traído a ti —rió, aún un tanto nervioso por la situación de ambos—. Aunque si no llega a ser por mí, acabas a su merced.

¿A merced de quién?

¿¡De quién va a ser!? —preguntó, alterado— ¿¡Es que acaso has sacrificado tu ojo sin saber lo que te depara aquí dentro!? —de pronto, el muchacho sonrojó, acordándose de algo— B-Bueno, yo es que tampoco sepa mucho. Ese estúpido mago...

>> Pero bueno, ¡mis modales! ¡Me llamo Eren! ¿Y tú?

N-Nadhia —dije, agradeciendo su ayuda para levantarme del sitio.

Seguro que si vamos juntos, antes recuperaremos lo que hemos venido a buscar, ¿verdad?


* * *


Pasaron horas desde que nos pusimos en marcha. Atravesamos un triste paraje desértico, y helado. La niebla jamás dejaba ver lo que había más adelante, por lo que alguna vez tuvimos que ayudarnos para no caer por algún que otro precipicio. También nos adentramos en un bosque, al salir de él pudimos presenciar unos grandes acantilados que daban a una playa igual de triste y tapada por el cielo gris y la condenada niebla.

Y finalmente, Eren me hizo reaccionar a las últimas de nuestro viaje. Le observé, confundida cuando él mismo me había hecho un corte en la palma de la mano.

Habíamos estado bajando unas escaleras en lo profundo de... ¿de dónde? No lo sabía. ¿Cuándo habíamos entrado a lo que parecía ser una fortaleza? El frío me había acunado y por un buen tiempo había perdido el sentido.

El dolor ayuda a mantenerse despierto —me dijo Eren, serio—. Mi maestro me enseñó este truco. Y me dijo que sería útil estando aquí.

El chico avanzó y, a unos escasos metros de una gran puerta de madera, llena de moho e igual de grisácea y triste, se giró y se atrevió a preguntar:

Nadhia, ¿por qué estás aquí?

Yo... —zarandeé la cabeza, víctima del sueño e intentando mantener la cordura. Apreté la hoja que me había ofrecido de una de sus dagas y proseguí— Quiero traer de vuelta a alguien.

El muchacho rozó con una de sus manos la puerta. De espaldas a Nadhia, le confesó:

Yo también... he venido a recuperar a alguien importante para mí, así que se puede decir que estamos juntos en esto —dijo, rascándose la nuca—. Y supongo que habrá gente que te esté esperando ahí fuera, ¿verdad?

—recordé a quienes velaban por mi seguridad, allá donde estuvieran. Me pregunté entonces si estaban viendo lo mismo que yo en aquel momento, si quizás Némesis estaba cumpliendo su parte del trato—. ¿Y a ti, Eren?

Eren se quedó en silencio unos segundos.

Quiero creer que podré volver a verles —el tono de su voz decantó tristeza y desolación—. Primero lo primero. ¡Tengo que salvar a Vaan! ¡Salim jamás me perdonaría haber llegado hasta aquí para pudrirme entre hilo y gélido polvo!

"¿Eh?"

¿¡V-Vaan!?

Eren no hizo caso a mi repentino rostro de sorpresa. ¿Quién era aquel muchacho, y de qué demonios conocía a Vaan? ¿Y a...Salim...?

"¡Un momento!"

El guerrero desenvainó sus dos espadas y una de sus piernas, abriendo la puerta que daba al destino de ambos.

¡¡Juro aquí y ahora que volveré a verles!! ¡¡Pienso salvar y proteger a mi familia, cueste lo que cueste!!

¡Eren, espera!

Sin tiempo que perder, eché a correr tras él.

* * *


Montblanc, ¿con quién está hablando Nadhia? ¿Con Vaan?

Para sorpresa de los presentes, habían estado escuchando dificultosamente algunos trazos de la conversación entre Nadhia y aquel misterioso personaje.

El patriarca se giró a Xefil. No. A la Bruja Eterna.

A esto se le suele llamar Paradoja, kupó, supongo que sabes a lo que me refiero —explicó el moguri—. El corazón de Nadhia las atrae constantemente. Un buen ejemplo es el broche que cuelga de su pecho. Por culpa de aferrarlo durante tantos años a ella, ahora no sería capaz de deshacerse de él.

>> Lo que acabáis de escuchar es una de esas Paradojas. Nadhia es capaz de atraer fantasmas del pasado. Puede que suene algo tétrico, pero en realidad es un poder asociado a tan sólo algunos privilegiados. Salim también poseía ese don... o bueno... un arma de doble fijo, cabría decir. Y su carácter no ayuda, kupó.

Montblanc rió al comentar aquello.

Light, tú sabes que Nadhia se aferra con sumo afecto a sus amigos. Pero no sólo a ellos. Estaría dispuesta a dar la mano por cualquiera. Incluso si algún día Némesis se viese en peligro, podría sentir compasión de ella.

De pronto, el libro abierto de par en par comenzó a moverse en el suelo. Y para desconcierto de todos excepto quizás para Némesis, una polvareda gris emergió de él.

Para cuando abrieron los ojos, un remolino se había colocado mágicamente frente a todos ellos. Parecía una nube densa y polvorienta, pero no verían suciedad a través de ella.

Verían a Nadhia entrando en un lugar recóndito. Para los recuerdos de Xefil de Reino Encantado, podía asemejar aquella sala como las del trono de sus Reyes.

Y Nadhia no estaba sola.

* * *


¡¡Eren!!

Al entrar en aquel gélido y escalofriante páramo abandonado, no encontré a Eren. El lugar yacía vacío. La niebla se tragó el último atisbo de luz de aquel muchacho que juraba protección a su familia. Pero sí contemplé aterrada que en el techo de la misma sala yacía dormido un pequeño moguri, atrapado entre fino hilo y... arañas. Arañas rojas, que tejían sin descanso la telaraña en la que dormía Vaan, rodeado de muchos otros capullos, todos ellos abiertos y... ensangrentados.

¡¡Vaan!!

Hija mía, ¿qué haces despierta?

El único ojo que me permitía ver contempló a alguien más, tumbado en un alargado trono y conquistado por el carmesí de aquellas extrañas arañas. Un cuerpo de mujer bello, esbelto y tan sólo cubierto por el mismo hilo que tejían las arañas de su alrededor. Su piel traspasaba el hilo plateado y parecía de delicado mármol. Su cabello tampoco pasaba desapercibido, brillante y reluciente. Sus atrayentes ojos y sus engrosados labios teñidos de rojo sangre me hicieron dudar si realmente Ángel Forjado en su forma humana había sido el ser más hermoso que había presenciado mi vista.

O bueno, la que quedaba de ella.

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Eres tan bonita como rumoreaban tus hermanas.

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¿¡De qué estás hablando!? —exclamé, sin quitarle la vista de encima a Vaan, quién se hundía cada vez más en la telaraña— ¡¡Yo no tengo hermanas!!

Hija mía, claro que sí —el tono de su voz me resultó reconfortante. Mis piernas flaquearon, mareada. Era la misma sensación que aquella vez. Entonces mi ojo derecho vio por el rabillo del ojo como una pequeña araña roja subía por mi cabellera. Asqueada, la tiré al suelo, aunque ésta no murió por algo así, sino que escapó hasta volver al trono de aquella mujer—. Ellas estuvieron cantándote para que durmieras, pequeña. Todavía eres muy joven para corretear por ahí tú sola. Necesitas descansar en tu lecho, antes de venir a mí por primera vez.

¿¡Quién eres!?

La mujer se desperezó sensualmente y giró en su lecho, vistiéndose con todas las arañas rojas. Éstas jugueteaban en su piel, reían. Las... escuchaba. ¿Cómo era posible?

Muy traviesa es
No nos deja acunarla
Vino un niño malo y deshizo la manta
Estaba quedando preciosa
La plata de nuestros hilos y el dorado de su cabello


Eres tan adorable... igual que maleducada —la mujer rió para sí misma—. Tú eres a quién he adoptado. Quien ha invadido mi hogar. ¿No deberías presentarte tú primero?

Chasqueé la lengua, irritada. Pero no me quedaba otra que seguirle el juego.

¡Nadhia! ¡Nadhia Hoghes!

Nadhia, ¿eh? —la mujer se incorporó en su lecho y clavó sus ojos en los míos— Tan bonito como tú.

Es precioso su nombre
nuestra hermana pequeña
Nadhia

Nadhia, Nadhia, Nadhia
Nadhia, Nadhia, Nadhia...


¡He respondido a tu pregunta! ¿¡Quién eres tú!?

La mujer dejó expuesta una de sus manos, la cual portaba algo resplandeciente, lleno de luz. La abrió poco a poco, y algo tétrico y desconcertante ocurrió.

Una parte de ti ya sabe la respuesta, Nadhia.

Volvía a ver. Mi ojo izquierdo volvía a sentir la luz, pero... aquello no tenía sentido. Estaba contemplando algo diferente que mi ojo derecho. ¡No tenía ningún sentido!

Lo que contemplaba era mi propio rostro lleno de confusión.

Estaba observando aquella sala desde otro ángulo: desde el de la mujer que me lo había arrebatado.

E-Eso es... —dije, llevándome la mano al ojo herido.

Tu ojo izquierdo —reveló la bella y misteriosa mujer, acariciando con sus dos manos aquella esfera dorada que representaba mi sentido de la vista—. Todas tus hermanas ansían devorarlo. No me extraña, es la aguda vista de una formidable arquera. Y parece que aún está creciendo su poder. Pero no podría esperar a degustarlo.

>> Devorarlo supondría para mí un sumo regalo. Llevo muchos años encerrada aquí, y necesitaba de poder para rejuvenecer. Además, que una pequeña como tú provenga del exterior es algo que no se ve todos los días. Ni siquiera recuerdo el rostro del último sacrificio...

¿Sacrificio? ¿Entonces... tú eres el ente del pacto?

Vaya, vaya... Ente. Así sólo me llamaba mi querido... mi amado... Salim.

¿S-Salim...?

Fui su amada durante siglos —la mujer se recostó de nuevo en el trono de arañas, dejando que su pelo en cascada rozara el suelo y sus hijas corretearan por él—, pero todo llegó a su fin aquel día. Me traicionó por unos chiquillos y su bebé.

>> Da igual. Ahora, ese pequeño formará parte de mi familia. Podría decirse que pronto se cumplirá mi venganza. Me quedaré con lo que es mío.

Contemplé a Vaan, quien no reaccionaba aunque cientos de arañas estuvieran a su alrededor tejiendo lo que podía ser su tumba. Frustrada, seguí escuchando lo que el Ente tenía que decir.

Aunque dejé atrás ese nombre hace años, claro. Era doloroso recordar la traición.

>> No tengo un nombre concreto... pero recuerdo que en algunos mundos de la antigüedad me llamaban de una forma peculiar.

La mujer dejó que sus hijas la alzaran con una telaraña fuerte y resistente, que la alzó en el aire mientras la misma danzaba entre la plata del hilo y el rojo de las arañas.

En el pasado, la gente me conocía como la Jorougumo.

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- Tanto Light como Némesis y los demás van a poder escuchar esta conversación también.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Sab Ago 31, 2013 5:12 pm

La bruja que habitaba en el cuerpo de Xefil no le liberó de aquella parálisis tan rápido. Light soltó un bufido y la maldijo en voz baja; ya le podían liberar, se le había pasado aquella repentina pataleta y no atacaría a su eidolon, quien quiso impedir que fuera Light el que llevara a cabo el pacto para asegurar la vida de Nadhia.

¿Acaso había sido una locura? Si Light y Nadhia hubieran intercambiado los papeles, estaba seguro que ella también hubiera hecho lo posible por ayudarle.

La aparición de Némesis había provocado que la situación cambiara por completo. Nadie tendría que sacrificarse si aquella hechicera, gran conocedora de hechizos prohibidos y maldiciones, ayudaba a Nadhia a ejecutar el pacto de manera segura.

A Light le parecía bien. Si aquella extraña bruja iba a ayudar a Nadhia, perfecto. No confiaba en ella, pero le bastaba que Xefil lo hiciera.

La conoces, ¿verdad? A la bruja —le preguntó el eidolon. Era cierto, Gaomon sabía absolutamente todo él: era consciente de que Light había oído hablar de Némesis anteriormente.

Xefil me habló de ella una vez, al día siguiente de regresar de Bastión Hueco —confirmó mientras Nadhia y Némesis seguían con su conversación.

>>Recuerdo que pensábamos que estábamos locos —añadió, tomándoselo con humor—. Ya sabes, él por Némesis y yo por oír esas voces en mi cabeza, aunque ahora sé de quiénes se trataban realmente. Tú y... Orpheus.

>>Orpheus... —pronunciar su nombre era desagradable. Recordar su estúpida y afeminada voz todavía más—. Me pregunto qué es lo que realmente quieren esos dos de mí…

Dejó aquella cuestión en el aire y continuó escuchando las condiciones que Némesis les imponía a cambio de su ayuda. Accedería a acatarlas si ella cumplía su parte del trato.

Y por último, Aprendices... un mensaje.

El aprendiz poseído creó mágicamente una pareja de elegantes pergaminos, cada uno destinado a un compañero de Xefil. Estos volaron por arte de magia hasta alcanzar sus respectivos destinatarios. Nadhia rápidamente lo abrió para comprobar el mensaje escrito en su interior. Como Light no era capaz (pues seguía hechizado), tuvo abrirlo el gran can que le acompañaba, haciendo uso de sus colmillos para romper la cinta que sellaba el papiro. Extendió el papel ante Light para que lo leyera sin más dilación.

Light Hikari, su presencia será requerida cuando el silencio se vea roto.


¿Comenzamos ahora? —repentinamente, los músculos de Light volvieron a la normalidad. Podía moverlos e incluso moverse libremente, sin ataduras—. Puedo proporcionar la energía que necesitáis, ahora que Xefil ha roto unas cuantas cadenas. Contad con mi apoyo...

Si estás segura de esto… empecemos —le dijo a Nadhia, clavando, una vez más, su mirada seria en el rostro decidido de la joven.

***


Había llegado la hora de prepararlo todo para el pacto, y los nervios de Light no hacían otra cosa que aumentar, a causa de la incertidumbre. Merlín retiró todos los muebles de la sala que supusieran un obstáculo. Allí mismo, en el centro de la habitación, tendrían que abrir el mágico libro de Merlín para que Nadhia pudiera alcanzar el mundo del ente.

Light cogió el vademécum de hechicería prohibida y lo abrió por la página que Montblanc o cualquier otro experto en la materia le recomendara. Se posicionó en el centro de la habitación, justo en frente de Nadhia, con libro abierto.

Cuando quieras.

Nadhia obedeció sin rechistar al patriarca de los Moguris. Su poder de Portadora le permitió abrir la cerradura de aquel mundo; bastó un simple rayo luminoso de su Llave Espada para conseguirlo. Un sonido lejano e imposible de reconocer indicó que la muchacha había logrado su objetivo: había abierto la cerradura.

Pero Light sabía que algo no iba bien. Dejó de darle importancia al libro para observar a Nadhia, quien reclamaba la atención de todos en aquel preciso momento. Se había desmayado repentinamente.

¿Qué había sucedido? ¿Había salido algo mal?? No quería ni pensarlo.

Light arrojó el libro y corrió a socorrer a la aprendiza. Se lanzó al suelo y empezó a abofetear a la chica para que despertara, llamándola por su nombre una y otra vez.

¡Ey! ¡Nadhia, despierta!

Algo le horrorizaría. Sangre. El joven Light se topó con un delgado hilo de sangre que salió de uno de los ojos cerrados de Nadhia. Indudablemente, el rostro manchado de Nadhia ofrecía ahora una visión aterradora de sí misma.

¿Na-Nadhia…?

"¡Puedes perder durante el proceso cualquier sentido, una pierna, un brazo, o un órgano interno, como el estómago o los pulmones!"

Ha perdido la vista, o incluso los ojos.

Las palabras de Montblanc retumbaban como tambores dentro de su cabeza.

A la vista de la situación, Montblanc y el médico se apresuraron a examinarla. La respiración agitada de Light no se calmaría hasta comprobar que los ojos de la chica se encontraban todavía en su sitio, aunque no se tranquilizaría del todo hasta que aquella locura terminara, con Nadhia intacta.

A partir de aquel momento no podía hacer nada por Nadhia. Ahora, sólo le quedaba esperar.

***


¿Dónde estamos? ¿En el interior del libro?

Light, que había tomado asiento en el viejo sofá de Merlín tras el desvanecimiento de Nadhia, se levantó del asiento nada más reconocer la voz de su amiga, y se acercó a ella. No había despertado, sino que, aparentemente, hablaba en sueños. O quizás estaba delirando…

Atento a cualquier pista o dato importante que Nadhia pudiera ofrecerles, se dejó caer en el suelo, sentándose al lado del cuerpo echado de su compañera. Cogió una de sus manos y continuó escuchando los fragmentos de la conversación.

¿¡V-Vaan!? —Light empezó a mirar a Nadhia fijamente, ante su exclamativa. ¿Había encontrado allí algo relacionado con Vaan? ¿Estaba Nadhia a punto de hacer el pacto?

>>¡Eren, espera!

¿Eren?

Montblanc, ¿con quién está hablando Nadhia? ¿Con Vaan?

A esto se le suele llamar Paradoja, kupó, supongo que sabes a lo que me refiero —les aclaraba Montblanc—. El corazón de Nadhia las atrae constantemente. Un buen ejemplo es el broche que cuelga de su pecho. Por culpa de aferrarlo durante tantos años a ella, ahora no sería capaz de deshacerse de él.

>>Lo que acabáis de escuchar es una de esas Paradojas. Nadhia es capaz de atraer fantasmas del pasado. Puede que suene algo tétrico, pero en realidad es un poder asociado a tan sólo algunos privilegiados. Salim también poseía ese don... o bueno... un arma de doble fijo, cabría decir. Y su carácter no ayuda, kupó.

¿Su carácter? ¿Un arma de doble filo? Light no comprendió a qué se refería el moguri exactamente. Montblanc empezó a reírse, ¿sería por la ingenuidad que mostraba su rostro confundido?

Light, tú sabes que Nadhia se aferra con sumo afecto a sus amigos. Pero no sólo a ellos. Estaría dispuesta a dar la mano por cualquiera. Incluso si algún día Némesis se viese en peligro, podría sentir compasión de ella.

Empezaba a comprender lo que Montblanc quería transmitirles, o eso pensaba. Muchos intentarían aprovecharse de las buenas intenciones de Nadhia y ésta no siempre saldría bien parada…

¿Qué está sonando?

Light se giró confundido: algo cercano se estaba moviendo, arrastrándose por el suelo. Comprobó que el mismo libro que él antes había arrojado ahora había cobrado vida, por alguna misteriosa razón. El libro de conjuros empezó a expulsar una polvareda gris que obligó a todos ellos a cerrar los ojos.

Cuando los abrieron, contemplaron que la polvareda había tomado la forma de un remolino de polvo, con alguien en su interior. Se trataba de Nadhia, ni más ni menos. La joven aprendiz había entrado en una especie de… ¿Castillo? Ahora se encontraba en una gran sala que podía ser perfectamente la sala del trono de aquella misteriosa fortaleza…

La niebla densa prácticamente les impedía ver los detalles de la sala, pero no se escaparon de la vista de Light las finas y plateadas telas de araña asentadas por toda la habitación. Prácticamente no podía distinguir a los arácnidos desde su posición, pero sabía que estaban allí.

¡¡Vaan!!

Hija mía, ¿qué haces despierta?

Una voz de mujer, diferente a la de Nadhia, llamó rápidamente su atención. Una mujer desnuda, cubierta solamente por el plateado hilo de los arácnidos, se encontraba acostada en el gran trono de aquella habitación. La belleza sin parangón de aquella diosa aturdió a Light momentáneamente, sin remedio.

Solamente su físico le había impresionado. En cuanto a las absurdeces que salieron de su boca, las ignoró. Light decidió acercarse a la cortina de niebla para contemplar mejor la escena. Allí, en el techo, pudo reconocer que se encontraba el moguri que anteriormente les había hechizado, el mismo Vaan, atrapado en una desagradable telaraña.

No sólo tenía a Vaan en su poder. La atractiva mujer exhibía una esfera dorada, el primer sacrificio que Nadhia había tenido que hacer para entrar en aquel mundo. Ella les confirmó que se trataba de la vista de Nadhia, la vista privilegiada que les saciaría.

Qué locura.

Nadhia había perdido la vista, ni más ni menos. ¿Y qué pasaba con Némesis? Se suponía que tenía que salvar a Nadhia y evitar más sacrificios. ¿Por qué no había hecho nada? Quizás estuviera esperando el momento idóneo…

La fémina se molestó en contarles parte de su historia, y una cosa era segura: a Light no le importaba en absoluto su estúpida venganza. Éste se cruzó de brazos y empezó a preguntarse si podría atravesar la niebla densa. Los expertos hechiceros, como Montblanc y Merlín, más bien permanecían alejados de ésta. ¿Sería… seguro cruzar el otro lado y alcanzar a Nadhia?

En el pasado, la gente me conocía como la Jorougumo.

La Jorougumo —pronunció Light, girándose en aquel momento hacia Xefil, para preguntarle a Némesis—. Ella es el ente que le concederá a Nadhia el pacto, ¿verdad? A cambio de algo más.

>>Pues, ¿a qué estamos esperando? Vamos a ayudarla.

La respuesta de Némesis no alteraría sus acciones. Materializó su flamante Llave Espada y se acercó a la misteriosa cortina de niebla. El joven, para comprobar que podía traspasarla, ejecutó una rápida estocada frente al cristal de niebla. Su ataque no rebotó: su extremidad entera atravesó con éxito el muro de niebla, perfectamente y sin ningún percance.

Perfecto.

No esperó a que Némesis o Gaomon intentaran detenerle. Sin previo aviso, se internó dentro de la de niebla y salió corriendo en dirección a Nadhia.

Un escalofrío recorrió su espalda nada más entrar, pero no sintió nada más. Poco a poco, se fue internando en aquel misterioso mundo.

¿Uh? —tarde o temprano, las arañas, que le detectarían como un intruso, se lanzarían a él desde sus telarañas. El aprendiz se deshizo de los insectos como pudo, aunque algún que otro diminuto se quedó recorriendo su espalda.

Acabaría alcanzando a Nadhia, de un momento a otro. Sonriente, despegó de su cuerpo la última araña que en aquellos momentos escalaba por su cuello y se acercó a su amiga.

"Me imagino que si te digo que te quedes, no me harás caso"

¿Recuerdas? Aunque me digas que me quede, sabes que no te haré caso. No te dejaré sola —comentó.

Borró su sonrisa para dar paso a la seriedad, con ceño fruncido. Observó sin pestañear a la Jorougumo, posiblemente sorprendida por su intrusión.

No le inspiraba nada de confianza.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Mié Sep 04, 2013 7:42 pm

¿Sabes que hay una cosa que odio de ser Portador de la Llave-Espada?

Como era de esperar, la figura que se hallaba sentada en el centro de aquel vitral no respondió. La silueta que había quedado sin vida frente a mí, aún aprisionada por las incontables cadenas de brillante plata, se había convertido en sólo un cascarón vacío. Se había quedado allí, quieta en su sitio, mientras los dos incandescentes soles rojos de sus ojos se apagaban por completo.

La oscuridad se había vuelto más profunda y sobrecogedora en cuanto el silencio la había acompañado. No pude resistir más que unos minutos sin ponerme a hablar conmigo mismo, desesperadamente.

Espacios metafísicos y separación de la unidad cuerpo-mente —declaré, intentando encontrar una postura cómoda con las piernas cruzadas en el suelo. Sin embargo, otra vez noté la cadena que me sujetaba la muñeca impidiéndomelo, por lo que tuve que resignarme a quedar de rodillas—. Hablo en serio. ¿Has leído los libros de la biblioteca o los ensayos de los Maestros? (No, no creo...) Todo el tiempo. ¡Todo el maldito tiempo! —a continuación rasgué un poco mi voz, en una pésima imitación de Ronin, mientras con mi mano libre simulaba una boca hablando—."Oh, no, no hay filete de Chocobo en el comedor hoy, creo que estoy a punto de tener una visión", "Está nublado y puede que llueva, así que mejor me voy a mi Descenso", "Me queda grande la tanga, ¡me sumergiré en el Reino de los Corazones!". ¡Es ridículo!

Apoyé mi cabeza sobre mi propia cadena, cansado.

Malditas proyecciones astrales. Todo el tiempo...

* * *


Cuando todo estuvo listo para llevar a cabo el mágico procedimiento, Merlín se ocupó de apartar todos los muebles y libros en su cabaña, abriendo suficiente espacio para que Nadhia pudiese llevar a cabo el ritual con mayor sencillez. La única persona que no se movió de su sitio fue Xefil, quien permaneció sentado en el mullido sillón del mago y sólo se preocupó por girarlo en la dirección correcta.

El pequeño Vaan fue colocado en el centro de la habitación; su piel brillaba cada vez más por el frío sudor que expelía su piel y los espasmos de sus pequeños músculos eran cada vez más frecuentes. Si antes se hallaba al borde de la muerte, ahora ésta lo envolvía en un fatal abrazo. Evidentemente, Nadhia se colocó a su lado. Y mientras el médico observaba desde una distancia prudente, Montblanc decidió acercarse lo suficiente para supervisar todo el proceso; a la par que Light, intentando ser útil y servicial, sostenía el libro en sus manos.

Cuando todos estuvieron listos, Nadhia invocó su Llave-Espada. La Bruja puso especial atención en ella cuando lo hizo, observando con interés el proceso en su totalidad. Cuando observó a Ángel Forjado resplandecer en la mano de su dueña, una sonrisa se asomó en su rostro.

Abrirás la cerradura de ese mundo para acceder a él —explicó Montblanc, iniciando finalmente el ritual. Las indicaciones que comenzaría a dar desde aquel momento no pasarían desapercibidas para Nadhia, inclusive para la poderosa Bruja (que, orgullosa como era, también desconocía algunas cosas)—. El tutor de Vaan tenía un poder similar, pero debía sacrificar más cosas para llevarlo a cabo, pues no era Caballero. Y ahora no es momento para explicártelo.

La joven no dijo nada, pero inmediatamente levantó su Llave-Espada y apuntó al libro que Light sostenía abierto. De la punta de su arma salió un rayo de luz, que inmediatamente conectó en algún sitio oculto en el interior de las hojas. En la lejanía, se escuchó el sonido de una cerradura activándose: el poder más puro de la Llave en todo su esplendor.

Fue en aquel momento cuando Nadhia cayó al suelo. Quien inmediatamente reaccionó fue Light, que al instante se lanzó junto a ella e intentó despertarla a base de golpes en el rostro. Alterado por aquellas acciones, Xefil se levantó de su asiento y se acercó al grupo con un par de zancadas. No sin antes tomar el libro del suelo, declaró:

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Lo único que vas a lograr es sacarle un buen cardenal, salvaje —la Bruja le dio una patadita a Light en el brazo, pero no fue ningún golpe significativo—. El primer paso ha salido según lo planeado y la joven Nadhia ya ha hecho su primer sacrificio.

Con un rápido movimiento, Némesis pasó uno de sus dedos por el rostro de Nadhia. Cuando recogió con éste una pequeña gota de un líquido carmesí, Light y Montblanc se acercaron con temor a examinar a la chica. Y mientras, preocupados, observaban el claro signo de que la joven había perdido parte de su vista, la Bruja se ocupó en otros asuntos.

Sosteniendo el libro con la mano izquierda, dibujó un trazo simple con la gotita de sangre que había tomado de Nadhia. Luego de ello, se llevó el mismo dedo a la boca y le dio un fuerte mordisco con el colmillo; y como el cuerpo de Xefil no estaba acostumbrado como lo estuvo alguna vez el de la Bruja, aquello le sacó un gruñido de dolor. No obstante, a fin de cuentas logró su cometido y pudo exprimir una nueva gotita de sangre con la que trazó un símbolo más en la hoja del libro.

Finalmente, murmuró unas palabras por lo bajo y volvió a dejar la puerta a aquel misterioso mundo en donde lo había recogido: el suelo.

* * *


En el pasado, la gente me conocía como la Jorougumo.

La Bruja levantó la vista del libro que había vuelto a sostener entre sus manos en cuanto la Paradoja había comenzado. La cortina de niebla que antes había ignorado con bastante indiferencia de pronto atrajo su atención, cuando escuchó el nombre del ente que vivía al otro lado de aquella mágica puerta. Némesis se quedó quieta y sólo inquisitiva, con una ceja alzada, contempló a la otra mujer.
Pero no dijo nada. Pronto volvió al libro y a murmurar cosas entre dientes, mientras movía sus dedos sobre las hojas. Nadie sabía lo que significaban sus palabras y gestos…

…pero mantenían a Nadhia con vida, y eso bastaba.

La Jorougumo —repitió Light, girándose hacia el que antes había sido su amigo—. Ella es el ente que le concederá a Nadhia el pacto, ¿verdad? A cambio de algo más.

Es sorprendente que ella particularmente sea el Ente del Pacto —respondió Xefil, sin levantar la mirada de su libro y sin detener el movimiento de su diestra sobre el papel—. He escuchado historias sobre ella desde que era niña; y aunque me conservo bien, soy un poco vieja.

>>Pero la respuesta a tu pregunta es “Sí, es ella”. Y sí, se llevará algo más.


Pues, ¿a qué estamos esperando? Vamos a ayudarla.

Sí, por supuesto —asintió el joven Xefil. Y sin embargo, en ningún momento había prestado realmente atención a las palabras de Light, respondiéndole de tal manera sólo para cerrarle la boca. De tal manera que, en cuanto el impulsivo metió su brazo por la cortina de niebla, la Bruja intentó detenerle—: ¡Eres imbécil!

Y aunque extendió la mano para parar a Light, el joven ya había desaparecido por el portal. Némesis cerró los ojos y bufó por la nariz para intentar calmarse.

Claramente no puede cuidar de sus protegidos, Maese Montblanc. Decepcionante.

>>Ahora el joven Hikari perderá algo también. Y, evidentemente, no podrá ser su cerebro o el sentido común, porque parece que alguien se los ha llevado antes.


La Bruja puso los ojos en blanco y sostuvo la mano libre al frente. Obedeciendo sus órdenes, un cristal apareció sobre su palma en un destello de luz carmesí.

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Ofrécele esto como tu pago a tu arácnida amiga, Nadhia. Sabrá apreciar el valor en él…

Una sonrisa siniestra apareció sobre el rostro de la Bruja mientras el cristal rojo cruzaba la cortina de niebla, detrás de Light.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Jue Sep 05, 2013 12:13 am

¿Jo... Jorougumo?

La sensual fémina se balanceó en las alturas, mostrando una seductora sonrisa y su lado más infantil al columpiarse en las telarañas que mismamente ella había invocado y decoraba su hogar. Mágicamente los retoños arácnidos se adherían al cuerpo desnudo de su querida madre para vestirla de la forma más hermosa posible. Sacudí la cabeza de nuevo, sintiendo como se me nublaba la vista derecha y volvía a escuchar aquel tentador sonido que me rogaba por un descanso eterno en aquel recóndito lugar. Contemplé mi alrededor. ¿De dónde procedía aquel efecto hipnótico? Si pudiera deshacerlo, quizás lograra concentrarme mejor. Y lo agradecería, pues ese Pacto era bastante peliagudo: si perdía algo más aparte de la vista, algo realmente importante, tenía derecho a saberlo antes de caer de nuevo dormida.

Intenté concentrarme en Vaan. Por el rabillo de mi ojo derecho, contemplé como el proceso de la telaraña seguía ascendiendo a la barbilla del moguri. Si no me daba prisa, puede que fuera demasiado tarde para negociar con el Ente. Pero había otra cosa más que me tenía despierta, y es que conocía el término "Jorougumo".

He leído sobre ti —la mujer se dejó colgar de sus tobillos por la tela de araña y me observó del revés, con su bella cabellera cayendo en cascada mientras algunas arañas decidían jugar con los hilos dorados. Exacto, había leído mucho sobre aquella criatura en los libros de fantasía del viejo Sendh—. La leyenda dice que cuando una araña cumple los cuatrocientos años de edad, gana poderes mágicos y es capaz de convertirse en una mujer... hermosa.

La Jorougumo, halagada porque supiera de su origen, y especialmente complacida con mis últimas palabras, sonrió.

Lo que no entiendo es que formes parte de... esto —señalé a mi alrededor, en un intento de querer llevar la situación, algo que sin duda era imposible, pues me encontraba en su guarida. Allí estaba sometida a sus reglas—. Nunca he leído que las Jorougumos estén atrapadas en un lugar como éste. Ni tampoco que os dediquéis a hacer pactos satánicos. O quizás, Salim...

De repente mis mejillas se encendieron al acordarme de la afición de una Jorougumo. Existían muchas historias sobre ellas, pero todas se centraban en su presa habitual.

Salim —afirmé, volviendo a encontrarme con sus ojos—. ¿Cómo es que no...?

"¿... lo devoraste?"

Su siniestra sonrisa me hizo dar un paso hacia atrás. Algo en su confesión había provocado dentro de mí un escalofrío atroz. Dándome cuenta de ello, e irritada por mostrarle aquella pequeña chispa de miedo, volví a dar un paso al frente.

Como te he dicho, querida mía, por primera vez en quinientos sesenta y cinco años me enamoré de un hombre. Un poderoso mago —la Jorougumo volvió a balancearse despreocupada entre las telas de araña—. ¿Sabes? Le puse a prueba. Al igual que a todos los hombres a los que hice compañía durante numerosas noches de soledad. Y fue el primero que, por primera vez y durante veinte años, no reveló mi secreto. La mayoría de todos ellos acababan hablando de mí, tarde o temprano. Pero él no. Es más, encontró este paraje. Yo destrocé su vida, y sin embargo me otorgó todo cuanto tenía a su alcance para hacerme feliz.

>> Yo saqué el mejor provecho de él. Le hablé de la magia oscura, de todo aquello que podíamos conseguir juntos. Él no viviría mucho tiempo, pronto llegaría su muerte y ambos nos necesitábamos. Por lo que no se arrepintió de todas las vidas que corrompimos, del poder que obtuvimos, el de cumplir deseos a cambio de la mismísima ira de Satán. ¡Ah! Sólo de pensar en lo apuesto y enigmático que se volvió al aceptar la oscuridad de sus actos...

>>> Pero todo tenía un final. Y no fue precisamente la muerte la que nos separó. Fue la traición.

La mujer se acercó a la esquina donde yacía Vaan. Alertada, di dos pasos, mostrando a la Jorougumo mi más fuerte debilidad en aquel momento. Chasqueé la lengua cuando ella, divertida, se relamió los labios.

Pero jamás llegué a degustar su sabor. Desapareció, así sin más —confesó la mantis religiosa, arrastrándose por la telaraña—. Tras engañarme y realizar el último pacto consiguió sellarme dentro de este mundo.

Sus últimas palabras hicieron que se me formara un nudo en el estómago. Acababa de decir que había estado sellada durante años en aquel mundo en forma de libro. Pero... si yo había deshecho el sello con mi Llave-Espada...

"La acabo de liar bien parda, entonces."

Ahora tenía otro problema. No podía consentir que aquella criatura escapara si el mismo Salim la había sellado tiempo atrás. Por lo que él tuvo claro que el pacto jamás tenía que ser realizado de nuevo. Aún no sabiendo sus verdaderas intenciones, ni que el mago estuviera vivo en alguna parte, tenía que mantener la calma.

Pero no sería fácil cuando de repente, un portal surgido de la nada escupiera otra inesperada complicación.

¿¡L-Light!? —aquello me sacó de mis casillas, completamente—. ¿¡Cómo demonios has entrado!?

¿Recuerdas? Aunque me digas que me quede, sabes que no te haré caso. No te dejaré sola.

Le miré enfurecida. Acababa de perder los nervios por su culpa. Su sonrisa despreocupada me irritó aún más. Cuando vi como la Jorougumo contemplaba el lugar por donde había hecho aparición Light con peligrosa curiosidad, el corazón se me subió a la garganta. Podía quedarme sin el Pacto, la reina araña tendría probabilidades de escapar. Y lo que es peor...

¡Light, has tenido que sacrificar algo! ¿¡Entiendes lo que eso significa!?

Mientras escuchaba las excusas de Light por mantenerse allí a mi lado, observé como la Jorougumo centraba toda su atención en el muchacho, con unos ojos confundidos en un primer momento. Como si no se esperara la presencia de Light. Y al girarme de nuevo a mi compañero, supe que algo andaba mal. Percaté unas ojeras preocupantes en su rostro. Y una palidez que me asustó. Cuando me quise dar cuenta, Light perdía el equilibrio de sus piernas, y le ayudé a sostenerse. Sin embargo, acabó siendo un peso muerto y me arrodillé junto a él.

¿¡Light, qué ocurre!? —sosteniéndole por los hombros el muchacho soltó un alarido de dolor— ¿¡Qué le has hecho!?

Ha pagado su precio por entrar aquí, obviamente —dijo la mujer, con ojos aparentemente inocentes—. Su fuerza es innata. Podría haber escogido algo de mayor valor, pero...

Dubitativa, la mujer ignoró sus propios pensamientos cuando se reveló ante su mano derecha otra esfera de resplandeciente brillo celeste. La fuerza de Light. Con la cual sostenía su Llave-Espada, o su bate de Struggle. La había perdido para siempre.

De pronto, una ligera brisa danzó a través de mi cabello. Y una voz familiar resonó con ella, al igual que un extraño objeto levitó frente a mis ojos. Era Némesis, la Bruja Eterna.

Ofrécele esto como tu pago a tu arácnida amiga, Nadhia. Sabrá apreciar el valor en él…


"Pero... Light...", pensando en cómo solucionar la inesperada participación de mi amigo, una oleada de sentimientos atravesó mi pecho al contemplar el objeto puntiagudo. Su contenido era de un rojizo brillante, atrayente. Mi corazón latía velozmente al apreciar el sumo valor que se escondía en su interior.

Y una aguda punzada de dolor, en algún lugar de mi ser, me advirtió de qué contenía aquel misterioso frasco.

¡Ni hablar!

"¡Esto tiene sentimientos! ¡Puedo oírlos! ¡¡Es un corazón!!"

Agarré el objeto, pero al instante de hacerlo el dolor se hizo más fuerte y lo dejé apartado en el suelo, a la vista de Light. Él también lo sentiría, o eso creía. Incluso había experimentado unas fuerzas enormes a invocar a Ángel Forjado. Eso significaba que mi cuerpo de portadora reaccionaba ante aquello.

"Lo siento, Némesis. Desconozco cómo puedes guardar esto contigo, ni tampoco quiero saberlo, hoy no. ¡Pero no pienso usar el corazón de otro ser en mi propio beneficio!"

Es curioso lo que puede hacer el afecto hacia una persona, ¿verdad? —miré furiosa a la Jorougumo con mi ojo derecho— Sacar todo lo bueno o todo lo malo de nosotros. O arriesgarse por ella. Estás furioso, ¿verdad, querido? —la mujer se dirigió a Light. Conociéndole, debía estar matándola con la mirada— Por lo que veo, le tienes bastante cariño a esta muchacha y no te has pensado dos veces el venir en su ayuda. Al igual que...

La Jorougumo se agazapó al lado de Vaan. Quien antes parecía un cascarón vacío en forma de moguri había tomado poco a poco su auténtica forma. La humana. El pequeño Vaan jadeaba en aquel momento mientras las arañas terminaban con su tarea. Ver los nidos ensangrentados al alrededor de ambos me alertó y, dejando a Light en el suelo, me acerqué a la esquina del gran habitáculo donde reinaban las telas de araña.

... el cariño que le tiene este pequeñajo. Él ya había aceptado su vivencia en este mundo, alejado de los suyos. Sin embargo, cuando su alma vagaba en pos de mi canto, advirtió tu presencia y corrió a tener una audiencia conmigo, aún sabiendo lo perjudicial que era estar bajo mis efectos. ¿Y sabes qué es lo que me pidió?

>> "Por favor. Ese es el ojo de mi amiga Nadhia. Devuélveselo, por favor."

Vaan...

Boquiabierta por las palabras de la reina araña, invoqué mi Llave-Espada.

Es su ojo... por favor... tan...

Y un último ruego de Vaan fue suficiente para lanzarme a por la Jorougumo. Estaba realmente furiosa.

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Sería mejor que no te movieras.

Tan pronto como dijo eso la emperatriz de las arañas, un enorme y grueso hilo de telaraña se abalanzó sobre mí, pero no había perdido del todo mis reflejos. Conseguí esquivarlo al lanzarme contra el suelo.

¡Vaya!

Pero una vez me levanté, la fuerte telaraña propinó un doloroso latigazo en mi espalda. Me arrodillé en el suelo, mascullando entre dientes. Mis sentidos se activaron cuando percaté el sonido del aire a mi alrededor. Volvía el ataque, por lo que se me ocurrió la más grande de las ideas. Invoqué el poder del fuego. Fue un leve Piro, pero consiguió hacer cenizas a las telarañas vivientes. Mi alrededor ardió en llamas mientras contemplaba desafiante a la Jorougumo. Alcé mi Llave-Espada, dispuesta a combatir contra ella.

Sin embargo... tuve que bajar el arma.

Parece que el fuego y mis telarañas no se llevan muy bien —una de sus cuidadas uñas se alargó, sosteniendo el fino cuello de Vaan. Amenazándome con aquella imagen, sonrió complacida de mi expresión sumida por el terror—. Para de atacar a tus pobres hermanas, o si no...

Cerré los ojos, impotente. Ángel Forjado desapareció de mi diestra, como si jamás hubiera estado ahí.

Buena chica.

Las telarañas, siendo trasladadas por las arácnidas rojizas, rodearon mi cuerpo y me alzaron en el aire. Estaba atrapada, sin la ayuda de Némesis pues la había rechazado testarudamente. Sin embargo, creía que hacía lo correcto. ¡Pero demonios! ¿Si la vida de Light y Vaan estaban en peligro, qué importaban los principios?

Es más, ¿qué importaba yo?
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Sab Sep 07, 2013 9:14 pm

¡Light, has tenido que sacrificar algo! —la piel se le puso de gallina mientras asimilaba el duro mensaje de su compañera—. ¿¡Entiendes lo que eso significa!?

¡Ya… ya lo sabía! —mintió, esquivando los ojos de Nadhia para concentrarse en la Jorougumo, colocándose en guardia. La mujer araña parecía confundida y enojada, posiblemente por su repentina intrusión—. ¿Pero qué querías que hiciera…?

Entonces, empezó a encontrarse mal.

¿Qué me...?

El chico se llevó la mano hasta la frente, pálida como la tiza. Repentinamente se le nubló la vista y empezó a perder el equilibrio, hasta el punto de caer inevitablemente en el gélido suelo de aquella extraña habitación. Había perdido momentáneamente el control de su cuerpo y ahora no podía mantenerse de pie de ninguna manera. Nadhia yacía a su lado, preocupada otra vez...

Tragó saliva. Antes de confirmar sus sospechas le vino a la cabeza una única y aterradora palabra: sacrificio.

¿¡Light, qué ocurre!? —el chico intentó pronunciar alguna palabra, pero sólo pudo responder con un quejido. El miedo empezaba a apoderarse de él—. ¿¡Qué le has hecho!?

Ha pagado su precio por entrar aquí, obviamente —Light giró exitosamente su cuello para tener a la Jorogumo en el punto de mira—. Su fuerza es innata. Podría haber escogido algo de mayor valor, pero...

Rápidamente, su atención se centraría en una segunda esfera que aparecería en la mano derecha de la seductora fémina. Un intenso brillo azul emanaba de aquella diminuta esfera que sin duda reconocería. Su sacrificio.

A Nadhia le habían arrebatado su magnífico ojo de arquera, y ahora él había perdido la gran fuerza que le caracterizaba. Se preguntaba si podrían alguna vez recuperar lo que habían perdido.

Su sangre se helaba por momentos. El chico rápidamente se dio cuenta de que sus fuerzas le abandonaban lentamente: el efecto era progresivo. Dentro de unos minutos no podría mover ni un solo músculo. ¿Quedaría paralítico de por vida y se convertiría en un inútil lastre? ¿Se habían acabado los combates de Struggle y sus obligaciones como Caballero de la Llave Espada? No quería ni pensarlo.

Presenció como Nad sostenía el misterioso cristal de color carmesí que había acudido hasta ella. Light no era consciente de lo que era, pero quería creer que se tratara de su salvación. Al principio se mostró maravillada por el objeto, mas terminó rechazándolo; por la mueca que había dibujado en su rostro no debía de ser nada bueno. Igualmente, quería averiguar qué era.

Es curioso lo que puede hacer el afecto hacia una persona, ¿verdad? Sacar todo lo bueno o todo lo malo de nosotros. O arriesgarse por ella. Estás furioso, ¿verdad, querido? —Light no dijo nada. Solamente respondió con la más severa de sus miradas, a la vez que apretaba sus dientes, furioso—. Por lo que veo, le tienes bastante cariño a esta muchacha y no te has pensado dos veces el venir en su ayuda. Al igual que...

Te-tengo que levantarme —cogió fuerzas de donde no las había, dispuesto a levantarse para ayudar a su compañera, que había echado a andar hacia la Jorogumo. Sin embargo, el deseo de ayudarla no era suficiente: no disponía de la fuerza necesaria—. Nadhia me necesita…

Aunque no podía acercarse a la posición de Vaan, podía seguir escuchando a la atractiva mujer araña.

"Por favor. Ese es el ojo de mi amiga Nadhia. Devuélveselo, por favor."

Zorra…

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Un destello a lo lejos. Nadhia había invocado su característico llavero y se disponía a salvar a Vaan. Light, en cambio, seguía sin poder hacer nada útil. Sus músculos paralizados pesaban cada vez más, y sin ellos no volvería nunca más a sostener una espada. Ni siquiera podría andar.

Un torrente infinito de preguntas surgió: ¿Avanzaría aún más la parálisis? ¿Cómo se tomaría Ágatha Furier la noticia de que su nieto había acabado paralítico? Ahora que no era de utilidad en Tierra de Partida, ¿volvería a Villa Crepúsculo y se quedaría allí para siempre, petrificado sobre una silla de ruedas?

No, no, ¡no! ¡No podía permitirse pensar en aquella calamidad! ¡Ni tenía por qué pensar en la reacción de su abuela, tenía que planear cómo salir de aquel embrollo! Nadhia había sido golpeada, alzada y ahora se encontraba atrapada dentro de aquella red.

¿Puedo moverme?

Light aún podía arrastrarse por el suelo, aunque a duras penas. Obsesionado con la idea de rescatarles, avanzó solamente dos metros. Hacia la única vía de escape que tenían.

Esta es la peor de mis pesadillas...

Sus músculos fallaron por un momento y supuso que no volverían a obedecerle. Para su fortuna, volvieron a reaccionar y siguió reptando, aunque todavía no sabía cómo.

¡Pero no me arrepiento!

Alcanzó el cristal carmesí que Nadhia había rechazado. Cuando lo agarró, experimentó una indescriptible sensación… como si estuviera agarrando a un ser vivo, a una persona de carne y hueso, pese a que solamente se trataba de un cristal. Un cristal repleto de emociones. Un corazón.

La reacción de Nadhia ahora era comprensible. En situaciones normales, negociar con un corazón le parecería simplemente impensable. En un momento de desesperación como aquel, era lo más lógico.

Eran sus vidas o aquel corazón.

Con el corazón en mano, se arrastró por el suelo para aproximarse bajo la Jorougumo, difícilmente. En cuanto se situara debajo de la mujer serpiente, usaría sus últimas fuerzas para sugerir el trato.

¡Un corazón! —estiró el brazo, alzando el cristal carmesí. Incluso pronunciar aquellas palabras fue complicado: pronto perdería la capacidad de hablar—. ¡Un co-corazón por mi fuerza! ¡Devuélvemela…!

No había otro camino.

Furioso, esperó impaciente una respuesta. No le quedaban fuerzas ni para mover un sólo músculo ni para pronunciar una palabra más, así que afrontaría su destino con la cabeza pegada al suelo. Empezó a susurrar al cristal:

Perdóname…

***


Había recuperado las fuerzas.

Sí, lo había conseguido, aunque había cometido un crimen para ello. Una vez recuperara todas sus fuerzas, invocaría su Llave Espada para cortar la red que atrapaba a Nadhia: liberaría toda su rabia en forma de Onda Lunar para conseguir su objetivo. La media luna celeste ascendería hasta rajar la parte superior de la jaula de la aprisionaba a la chica, deshaciendo las paredes de la prisión por completo.

El Ángel Caído descendería tras la ruptura de la telaraña, atraída por la fuerza de la gravedad. Light, que se encontraba justo debajo de ella, cogió a la muchacha en brazos.

¡Te tengo! —exclamó con una sonrisa efímera. Seriamente, sugirió—: Ahora tienes que ir salvar a Vaan, ¡sólo tú puedes hacerlo, venga!

Ahora era su turno: Nadhia usaría sus propios medios para alcanzar al moguri, ella se encargaría de protegerle y acabaría con todo aquello.

Aunque no estaría sola. Light correría a ayudarla si la joven Nadhia volvía a verse en apuros. Mientras él estuviera allí, el ente no volvería a atrapar a Nadhia con sus redes.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Dom Sep 08, 2013 1:17 am

Estos hilos son seda de araña —explicaba la Jorougumo, mientras sus hijas jugueteaban con mi pelo a la par que ascendía hasta el lugar donde su madre reposaba, en las alturas—. Con ella, mis hijas y yo somos capaces de columpiarnos allá donde queramos, gracias a su gran resistencia.

Una vez estuve frente a ella, no mencioné palabra alguna. La observaba seriamente, y, como si me contemplara en un espejo, veía con mi ojo izquierdo el rostro con el que me encaraba a la Reina.

¿No te interesa? —preguntó la mujer, con falsa inocencia. Se acercó a mí y posó una de sus manos, frías como el hielo, en mi mejilla izquierda— Qué pena, pensé que te gustaría saber más de nosotras. Podrías quedarte, yo cuidaría de ti.

Libera a Vaan.

La fémina se extrañó de mi repentina proposición o, más bien, amenaza.

¿No quieres de vuelta tu ojo?

Mi ojo fue el primer sacrificio que hice por venir aquí —expliqué, incrédula a la cuestión que me había hecho—. Haz lo que quieras con él. Lo que he venido a hacer es un pacto contigo. Un trato. Te daré lo que quieras a cambio de una conexión con Vaan, como la tuvo Salim en su momento.

>> Así que, por favor, libérale.

La Jorougumo se echó hacia atrás y contempló mis ojos, decidida a sacrificar cualquier cosa por el muchacho. Sin embargo, sonrió y alargó de nuevo una de sus uñas, agazapándose sobre Vaan y deslizando su puntiaguda arma sobre el pecho del pequeño.

Pero, ¿sabes? Este niño puede ser muy valioso para mí —apreté los dientes, furiosa e intentando deshacerme de la red—. No sería la primera vez que devoro un corazón. Y éste es muy especial. El de un niño aparentemente inmortal. Un inocente retoño con cincuenta años de vida. Quizás podría alargar mi vida con él otros... quinientos años más.

¡Si mi ojo tiene tanto valor...! —noté que mi voz emitía un temblor atroz— ¿Qué hay del resto de mi cuerpo? ¿No habías dicho que querías que me quedase contigo? ¿Qué tal el cuerpo... entero?

Decía soberanas estupideces. Sin mí, era imposible que luego Vaan pudiera vivir allí fuera. Sin embargo, si hacía una conexión con Light... ¡pero Light ahora no podía moverse! Había perdido su fuerza. Entonces, quizás...

Por supuesto... sería estupendo si me pudiera hacer con el juego al completo.

¿La Jorougumo estaba interesada en mi trato? ¿De verdad?

¡Entonces, te daré mi todo si haces que Light y Vaan mantengan una conexión que les permita vivir a ambos! ¡Y la fuerza de Light, la quiero de vuelta! ¡Te lo ruego!

¿Tan importante es para ti este pequeño?

Vaan... tan sólo lo conozco de apenas una noche. Una noche muy larga, pero... sé que no es mal chico. Y que no se merece lo que le ha pasado, incluso antes de nacer.

>> Así que, por favor, deja que se vaya.

Los siguientes segundos se me hicieron eternos. La Jorougumo se mantuvo seria, observándome fijamente tras haber ofrecido todo de mí para que Light y Vaan pudieran salvar sus vidas.

El silencio de la fémina hizo que perdiera los nervios e intentara persuadirla de nuevo:

¡Si acaso no es suficiente, entonces...!

Lo odio.

¿Q-Qué...?

Odio esa actitud... ofreces todo tu ser como si nada, así por las buenas —la Jorougumo se balanceó ágilmente hasta encontrarse a pocos centímetros de mi rostro, tras lo cual, tomaría con una de sus frías manos mi barbilla para alzar mi mirada a la altura de la suya—. ¿Acaso crees que puedes ofrecer algo que no valoras en absoluto... a cambio de algo que sí consideras importante?

¿Eh...?

La Jorougumo buscó con sus ojos a Vaan, y de nuevo los fijó en mí.

Este pequeño ha arriesgado su vida como alma vagante de mi mundo para recuperar tu ojo, y sin embargo tú ofreces lo único que te queda sin pensártelo dos veces.

>> Supongo que entonces pensarás que Vaan es estúpido, ya que intenta proteger algo que tú desprecias como si de basura se tratara.

¡Te equivocas! —exclamé, furiosa.

No me equivoco. De hecho... —fue entonces cuando la mujer señaló hacia el suelo. Me di cuenta de que Light se arrastraba con dificultad por el suelo. Verle así hizo que se me rompiera el alma por dentro— fíjate en lo preocupado que está ese chico por ti.

¡Un corazón! —Light estiró el brazo, sin fuerzas para hablar y con el cristal que yo había rechazado—. ¡Un co-corazón por mi fuerza! ¡Devuélvemela…!

La Jorougumo dejó de prestarme atención por unos instantes. El cristal voló hasta su regazo y miles de arañas se aproximaron al preciado objeto. Comenzaron a devorarlo. Sólo de pensar que se trataba de un corazón, me entraron unas náuseas terribles. La fémina aceptó el trato, por lo que lanzó la esfera celeste al pecho de Light.

¡¡Light!!

Mi compañero cayó al suelo de nuevo. Aun inconsciente por unos segundos, el color de su piel volvió a la normalidad. Suspiré, aliviada de verle recobrar la consciencia al instante. Pero...

Tú misma lo acabas de ver, Nadhia. Lo preocupado que está por ti, y el sacrificio que ha hecho porque sigas con vida. ¿Acaso lo consideras estúpido por haberlo hecho? —alcé un tanto la cabeza, escuchándola atentamente—. También hay otros más, ¿no? Gente para la que tú eres muy importante.

Yo...

Pero tú no te das a ti misma la importancia que deberías —sorprendida por sus palabras, la escuché antes de poder excusarme. De hecho, ella tenía razón. Estaba mirando a través de mí—. Para que los demás no sufran, prefieres herirte a ti misma. Y no te das cuenta de lo que sufren aquellos que te quieren al verte así.

>> Yo... detesto ese tipo de actitud.

Agaché la cabeza, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. Que me diera cuenta de aquello gracias a un ente como aquel... me dolía. Y me sentía estúpida al pensar que aquel comportamiento era infantil y que hacía mucho más daño a los de mi alrededor. Nunca quise darme cuenta.

Así que —la Jorougumo transformó toda la seriedad mostrada en una actitud fogosa, cruel e infantil—, oferta denegada.

Gruñí al agachar la cabeza.

¡Anda! ¿La pequeña Nadhia se ha puesto a llorar? Deja que te seque las lágrimas, corazón.

Cuando la Jorougumo fue a sujetar mi mentón, la punta de Ángel Forjado se encontró a escasos milímetros de una de sus pupilas. Había invocado mi Llave-Espada, habiendo aprendido una lección muy importante aquel día. Gracias a haberla convocado la mayor parte de la tela de araña se desprendió de mi cuerpo, dejándome a poco de caer al suelo.

¡Devuélveme a Vaan!

¡Eso me gusta más!

De pronto, un ataque mágico hizo que tanto mi cabello como el de mi secuestradora danzaran en medio del aire. Un ataque lleno de fuerza y determinación en forma de luna creciente había sido liberado algo por encima de mi cabeza, desprendiéndome del todo de aquella pegajosa telaraña y cayendo al suelo.

¡Te tengo! —ahogué un grito de la impresión de la caída, pero más cuando Light me atrapó al vuelo, sonriente—: Ahora tienes que ir salvar a Vaan, ¡sólo tú puedes hacerlo, venga!

Asentí. Supe lo que tenía que hacer. Traería de vuelta a Vaan. Ya no importaba los sacrificios. Podía luchar contra la Jorougumo. Podría vencerla y traer a Vaan de vuelta a nuestro mundo.

Rápidamente, susurré pidiendo ayuda a mi poder de portadora. Dos alas rebosantes de luz se desplegaron a mi espalda y, con un fuerte impulso de mis piernas, alcé el vuelo contra la telaraña donde yacía Vaan. Gracias a Light, conseguí esquivar fuertes latigazos de la seda de araña, la cual cobraba vida propia para defender el alimento de su señora. Mis supuestos hermanas me atacaban con sus picaduras, pero la velocidad le impidió a más de uno hincarme los colmillos. Sonreí desafiante y cuando estuve a la cercanía justa, corté de un sablazo la telaraña que tenía atrapado al niño.

¡Light!

No haría falta decir más. El aprendiz echó a correr y consiguió recoger a Vaan. Sin embargo, cuando quise darme la vuelta, me di cuenta de que no podía.

¿¡Q-Qué!?

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Había caído en la trampa de la araña. Como un mísero insecto, mis alas se habían quedado atrapadas en la pegajosa telaraña que las propias hijas de mi enemiga habían tejido en apenas unos segundos. Intenté conjurar un hechizo de fuego, pero una picadura por parte de una de las arañas hizo que el arma se me desprendiera de la diestra, cayendo cerca de Light. Y antes de poder invocarla de nuevo, me encontré acorralada por la Jorougumo, la cual me tenía agarrada de brazos y piernas y se encontraba agazapada encima mía.

Podía notar su gélido aliento en mi rostro.

¿Crees que voy a dejarte ir sin darte tu merecido, jovencita? —gruñí incansable, intentando liberarme mientras la fémina acariciaba mi cabellera con falsa maternidad— Mereces un castigo por no saber valorar tus virtudes.

>> Por eso, regálale un nido a tus hermanas.

Me arqueé en la telaraña esbozando una mueca de dolor. Fuera lo que fuera lo que estaba haciendo la reina de las arañas, sentía como si... estuviese hurgando dentro de mí.

Y cuando terminó aquel insoportable quemazón, sentí que había perdido algo.

Algo muy importante. Y descubrí lo que era. Una sensación desagradable me invadió las entrañas. Unos sentimientos que nunca habían salido a la luz se manifestaron en la tristeza que me asolaba.

Cuando quise darme cuenta, acababa de caer de la telaraña gracias a que Light había usado otro ataque para alejarme del alcance de la mujer. Light estaba arrodillado conmigo en brazos, y me agaché para abrazar con todas mis fuerzas el cuerpo congelado de Vaan, quien se abalanzó a mi pecho, buscando calor.

¡Maravilloso! —exclamó el ente, aplaudiendo— Parece que has logrado rescatar a la princesita, Light.

>> De acuerdo, Nadhia. Te devuelvo a Vaan. Y tranquila, no tengo intención alguna en salir de aquí. Todavía no ha llegado el momento.

La mujer mostró entonces la esfera de mi ojo izquierdo. Sin embargo, en su diestra yacía otro haz de luz dorado, el cual giraba en forma de espiral hasta acabar teniendo una forma ovalada y perfecta como la anterior. Contemplarla me destrozaba por dentro, pues sabía lo que la Jorougumo me había arrebatado.

Aquel sería mi sacrificio.

Por tanto, yo me quedo con esto.

Y sin más dilación, la arpía se llevó la esfera a los labios. Temerosa por ver algo tan desagradable, finalmente decidí ver como parte de mí acababa siendo devorado. La mujer tragó gustosa su comida y un quemazón más intenso que el anterior hizo que me ardiera el vientre. Me abracé contra Vaan, intentando buscar consuelo.

Sería hora de irse a dormir, ¿no os parece?

>> Ha sido un placer, Nadhia Hoghes.

* * *


¡Nadhia, Nadhia, kupó!

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Abrí lentamente los ojos, mas en uno yacía una oscuridad infinita. Tiritaba de frío, pero encontrarme con los ojos llorosos de un entrañable conejo moguri hicieron que mi corazón se llenara de calidez. Con un gracioso moqueo, Vaan se agarró a una de mis manos y berreó entre más sollozo mi nombre. Sonreí y le acaricié una de sus peludas mejillas.

¡Lo siento, kupó! ¡No pude hacer nada, tan!

Hola, pequeño granuja. ¿Estás bien?

Me encontraba tumbada en una cama, bajo la mirada de todos los presentes. El libro de la Jorougumo descansaba en una vitrina, protegida con magia por Merlín. Por otro lado, el cuerpo de Xefil se encontraba sentado en una butaca, pensativo. Aunque entonces fue cuando recordé que, quizás, Némesis se encontrara en aquel preciso instante allí. Por si acaso, esperé a que él hablara primero para no meter la pata.

Y justo a mi lado, Light se hallaba sentado en el suelo, cerca del filo de la cama.

Ey... hola.

* * *


...

Veo que has estado siguiendo de cerca nuestra pequeña reunión, ¿qué te trae por aquí?

...

Siento verdadera curiosidad por ti, de verás. Es escalofriante, a la vez que maravilloso, que poseas tal suma de corazones a tu disposición. Y más aún, que me los vayas a regalar a cambio de esto. ¿Estás segura?

...

Aquí tienes. Espero volver a hacer negocios contigo de nuevo, algún día... Némesis.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Jue Sep 12, 2013 6:47 pm

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Nadhia y Light decidieron rescatar a Vaan sin más dilación. La amiga de Light haría uso de cierta habilidad para materializar un par de alas de luz que le permitirían volar para alcanzar rápidamente al inmovilizado moguri.

¡No pares! ¡Yo te cubro!

Light se concentró en cortar todas las redes que se dirigieran hacia Nadhia. A base de disparar ondas lunares impediría que los hilos de araña lastimaran o atraparan a la muchacha, sincronizándose con ésta y sin herirla con los proyectiles lunares que volaban por el aire. Las media lunas, que de por sí no tenían mucho poder cortante, eran capaces de segar los suaves hilos con una facilidad impresionante.

Venga, ya casi has llegado…

Nadhia era la única de los dos capaz de volar y rescatar al pequeño: si la atrapaban o la derrotaban nadie podría rescatarle. Por eso, Light tenía que protegerla y asegurarse de que la joven llegaba a su destino.

A la vista de que Nadhia empezaba a acercarse demasiado a Vaan, las arañas más grandes enloquecieron y salieron arrojadas en dirección a Nadhia. Era una tarea imposible para Light la de acabar con todo ese ejército de arácnidos, mas Nad pudo arreglárselas sin él, evadiéndolas con veloces movimientos y demostrando su título de campeona de Struggle.

Finalmente, la chica alcanzó al pequeño conejo y le liberó de su prisión.

¡Light!

¡Ya lo sé!

No hacía falta que se comunicaran, la sincronización era perfecta: pensaban como uno solo.

Ya se había apresurado a cogerle cuando Nadhia le llamó por su nombre. El aprendiz cogió a Vaan al vuelo y le depositó cuidadosamente sobre el suelo. Light se vio obligado a mirar hacia arriba al escuchar la exclamación de su compañera.

¿¡Q-Qué!?

¡Nadhia!

La Jorougumo y sus hijas mayores habían movido ficha. Nuevamente, Nadhia estaba atrapada entre las telas pegajosas, y Light tenía sus propios problemas mientras tanto. Los arácnidos más grandes le habían rodeado y se disponían a lanzarse contra el inconsciente Vaan de un momento a otro. Querían saborear aquella exquisita comida antes de perderla.

Si Light rescataba a Nadhia y dejaba a Vaan de lado, sabía que el moguri no lo contaría. Al contrario que Nadhia, Vaan no se podía defender mientras estaba inconsciente. Además, habían recorrido todo este camino para salvarle y no tenía sentido abandonarle ahora a su suerte.

El primer arácnido gigante se lanzó hacia Vaan sin más tardar, y murió al segundo. Light se había anticipado a su movimiento y se había interpuesto en su camino, partiéndole por la mitad con un violento sablazo y resultando salpicado por la sangre de la criatura, que pringaría sus ropas. Su dorada Llave Espada había penetrado sin problemas su cuerpo.

Así con los insectos restantes. Las hijas mayores de la Jorougumo sacrificaron sus vidas para entretener a Light por unos valiosos segundos, permitiendo que nadie interrumpirá aquello que su madre estuviera haciendo con Nadhia. En cuanto Light terminó con todas las arañas, invocó otra vez una de sus hojas cortantes para liberar a la joven de la telaraña, que caería nuevamente en sus brazos.

Ya está —afirmaba, permitiéndose el lujo de caer de rodillas y resoplar aliviado. El muchacho presenció como su amiga se aferraba a Vaan sin soltarlo. La imagen de aquellos dos bastaba para sacarle una sonrisa llena de satisfacción.

¡Maravilloso! Parece que has logrado rescatar a la princesita, Light.

Aún no había acabado todo. No podían bajar la guardia todavía, tenía que protegerles. La presencia de la Jorougumo le impulsó a interponerse entre ésta y su compañera aprendiz, con Llave Espada en mano.

De acuerdo, Nadhia. Te devuelvo a Vaan. Y tranquila, no tengo intención alguna en salir de aquí. Todavía no ha llegado el momento.

La mujer araña se molestó en exhibir los dos sacrificios de Nadhia. Dos sacrificios. Light estaba al corriente del primer sacrificio que la chica había tenido que hacer era el de su ojo izquierdo, ¿pero el otro?

Lo desconocía por completo.

Por tanto, yo me quedo con esto.

¡Espera!

Nadie pudo detenerla. La mujer araña se llevó a la boca el segundo sacrificio y se lo tragó. Nadhia reaccionó abrazándose con fuerza al moguri que habían acabado de rescatar.

¡Nad...!

De repente, sin explicación alguna, empezaba a sentirse muy cansado. Sus fuerzas le abandonaban: el sueño volvía a apoderarse de él, otra vez. Repentinamente, sus ojos comenzaron a cerrarse progresivamente y empezó a tambalearse hasta caer dormido.

Sería hora de irse a dormir, ¿no os parece?

>>Ha sido un placer, Nadhia Hoghes.

***


Así que ya has despertado.

¿Gaomon? —el gran eidolon examinaba al chico recién despierto con sus brillantes ojos dorados—. ¿Qué ha... pasado?

Regresasteis del mundo del libro.

Light despertó en un lugar que difería por completo de la guarida de la Jorougumo; uno mucho más acogedor, sin duda. Light volvía a encontrarse en la casa del viejo Mago Merlín, de una pieza.

Nadhia se encontraba en aquel momento inconsciente, aparentemente bien, aunque todavía ignoraba el sacrificio que la chica había tenido que hacer para salvar la vida del moguri. Cuando Light recuperó la conciencia, Sam y Montblanc ya estaban examinando a Nadhia. Sin remedio, escuchó parte de la conversación que ambos compartían.

¿Y esta fiebre?

Su cuerpo se está acostumbrando a la pérdida —contestaba tranquilamente el líder de los moguris. Éste se percató de que Light se había acercado a escucharles y se giró hacia su posición. La sonrisa que asomaba entre sus bigotes era una buena señal—. Tranquilos, se pondrá bien.

Que Nadhia estuviera bien era todo un alivio. Al final, Nadhia, Xefil y Light habían salido airosos de toda aquella locura. Nadie se había convertido en siervo de Dusk, nadie había tenido que morir por salvar a Vaan.

Entonces sólo nos queda esperar a que despierte —indicó, y sin más dilación se dejó caer sobre el suelo.

Cruzó las piernas para acomodarse y se dedicó a observar el misterioso libro que contenía a la Jorougumo. Ahora que estaba sellado por la todopoderosa magia de Merlín, tras el cristal de la vidriera, nadie entraría en el mundo de la reina araña sin el permiso del viejo hechicero.

Nadie volverá a sacrificarse —musitó, con la mirada fijada en el libro de conjuros.

***


¡Nadhia, Nadhia, kupó!

Tarde o temprano acabaría despertando del sopor, para alivio de todos los presentes. Vaan comenzó a lloriquear y a disculparse por lo sucedido; posiblemente por no haber logrado recuperar el ojo de Nadhia. ¿Lo habría devorado la Jorougumo también?

Deseaba averiguarlo, pero no se atrevía a preguntárselo directamente a Nadhia.

Ey... hola.

Nadhia —se aproximó a la joven para acurrucarse a su lado. Acto seguido, cogió una de las manos frías de la joven y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja. Agitó la extremidad de la joven entusiasmado—. Todo ha acabado ya, lo hicimos. Fue difícil y angustioso… ¡pero al final lo hicimos!

>>¿Eh? ¿Qué es esa… marca? —el joven aprendiz dio con un misterioso tatuaje en la palma de la aprendiza. Desconocía el significado que encerraba, pero por alguna razón se le aceleraba el pulso al observarla.

Se dedicó a contemplar el extraño tatuaje, pensativo. Gaomon se acercó lentamente para ver la marca con sus propios ojos.

Una conexión —contestó rápidamente el eidolon. Quizás no conocía el significado exacto del tatuaje de la joven, pero era consciente de la conexión que había nacido escasos momentos—. Aparte del pacto que ha hecho con Vaan, Nadhia también ha hecho otra conexión contigo. Ignoro en qué consiste exactamente, pero una cosa sí que es segura.

>>Vuestros corazones ahora están conectados.

Light no comprendía exactamente lo que significaba, aunque algo era seguro: ahora estaba más unido a Nadhia que nunca.

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Onrol: Nadhia y Light hacen un nexo-D


***


¿Nadhia? —Light encontraría a la chica afuera, contemplando el lago oscuro que rodeaba a la casa del mago. Aprovechando que nadie más rondaba por allí, se sentó a su lado para conversar con ella—. Por tu mirada noto que algo te preocupa. Si quieres puedes contármelo.

***


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Mamá… ¿Al final conseguiste lo que buscabas?

Dusk y su hija se hallaban en la cafetería de Ciudad de Paso, disfrutando de un relajante café con leche en el distrito. Orpheus vigilaba desde una esquina con ojo avizor, preparado para confundir con ilusiones a cualquier sospechoso con dudosas intenciones.

No… no pude convencerles de que se unieran a mí.

¿No? —torció la boca en señal de disgusto e infló los mofletes, sonrojados—. Pues es una pena —dejó escapar una tímida risa antes de proseguir—. El chico del eidolon era tan guapo… Me encantaría conocerlo, aunque... nadie se fijaría en alguien como yo.

¿Por qué dices eso?

Se tomó su tiempo para contestar.

Soy una chica rara. Tímida, nerviosa, y no soy guapa, al contrario que tú mamá. Tú eres una mujer poderosa y elegante, puedes manejar a un ejército de Sincorazón y derrotar al enemigo sin despeinarte.

>>Me gustaría ser algún día como tú…

No soy tan perfecta como piensas, cielo —la cortó inmediatamente Dusk, pasando sus manos blancas por el sedoso cabello rubio de su hija. La voz dulce de la Reina del Crepúsculo no tenía nada que ver con la habitual—. Y si soy tan fuerte es gracias a ti. Gracias a ti no me hundo y puedo seguir luchando por un futuro mejor.

La niña cerró los ojos y cogió la mano de su madre. Muchas palabras querían escapar de su boca en aquel momento, pero no se atrevía a pronunciarlas.
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Lun Sep 16, 2013 12:41 am

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Un fuerte tirón en mi muñeca movió todo el mundo a mi alrededor. La cabeza, la cual había mantenido apoyada en la cómodamente fría cadena de plata, inmediatamente se me cayó en cuanto perdí la posición en la cual me había acomodado. El pequeño susto terminó de despertarme, obligándome a recuperar el equilibrio con una sacudida y una maniobra algo estúpidas. Al instante mi mirada bailó de un lado a otro, buscando a lo que había causado aquello; pero cuando vi que nada había cambiado en el Descenso, le resté importancia. Seguramente me había movido mientras dormía.

Fue entonces cuando me di cuenta que había estado dormido, sí. Un gran bostezo se me escapó y me vi obligado a taparme la boca inmediatamente, incluso cuando no había nadie observándome. No pensé que fuese posible tomar una siesta cuando estaba teniendo una experiencia extracorpórea, pero mi propio comportamiento me demostró lo contrario. Pronto descubrí que sentía hambre también y la usual sensación de querer ir al baño después de despertar.

Supuse que, técnicamente, me hallaba en el interior de mi cuerpo. Muy muy dentro, sin embargo, en un lugar donde el mundo exterior no podía alcanzarme. Pronto comencé a preguntarme si la Bruja tenía aquellas sensaciones también, o si sencillamente las compartía conmigo.

Pensar en aquella última opción me resultó repugnante. ¿Cómo era posible que comenzara a familiarizarme con el hecho de tener un parásito viviendo dentro de mí? Antes de darme cuenta, había comenzado a tener conversaciones con ella, e incluso había llegado a bautizarla.

Tuve miedo del futuro, por un instante. Pero un poco después, su voz me interrumpió:

Se ha hecho.

Me estremecí cuando me di cuenta que no había estado solo. El haber sido abandonado en la propia prisión de mi corazón provocó que me olvidara que, durante todo ese tiempo, el cuerpo de la Bruja se había quedado quieto en el centro de la vidriera, encadenada como se hallaba. Entonces, teoricé, sencillamente había vuelto a su lugar.

Mi cuerpo seguramente se había quedado dormido en el mundo real... vacío y esperando mi regreso. La Bruja había cumplido con su parte.

¿Vaan está a salvo? ¿Y Nadhia también? —cuestioné, poniéndome de pie. Me costó un poco por la cadena que llevaba en la muñeca, la cual había pasado por no sé dónde y ahora me quedaba corta; y aunque me hallaba incorporado, tenía que inclinarme hacia la derecha—. Dijiste que podías ayudarlos... ¿lo hiciste?

Némesis no contestó. Sencillamente sentí su mirada clavada en mí, como estudiándome. En un momento dado, su cabeza se inclinó hacia un lado, como si no me comprendiese totalmente.

***
Previamente


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Adelante, llámala.

¿Llamarla, kupó...?

El pequeño Vaan miró con incomprensión al joven Xefil, que descansaba completamente hundido en aquel mullido sillón. Para el pequeño moguri resultaba curioso y algo aterrador ver a aquel joven tan destrozado, cuando estaba seguro de no haberle visto en el mundo de la mujer araña. Se hallaba cubierto de sudor, con su cabello desaliñado y enredado y con las ropas fuera de lugar, con dificultad para mantener el aliento; no era ninguna sorpresa verlo a punto de desfallecer en el mueble si se hallaba en ese estado.

¿No te dio miedo, Vaan? —preguntó Xefil, mirando al moguri con sus ojos color rubí. El pequeño no podía explicarlo, pero estaba seguro que el joven se veía... distinto. No era el mismo al que le había hecho aquella travesurilla hacía unas pocas horas. Finalmente, sin saber muy bien qué hacer, el niño asintió con la cabeza—. Estoy seguro que Nadhia está asustada, también. Le hará bien saber qué estás a salvo...

El joven comenzó a ventilarse con al mano y Vaan no pudo evitar notar que tenía los dedos ensangrentados.

No fue la única que hizo sacrificios hoy, ¿sabes? —continuó el chico—. ¿El tío al que le pertenece este cuerpo...? Asegúrate de ser insoportable con él. No le des ni un respiro o va a terminar creyéndose que es un héroe.

N-no entiendo, tan, tan... —reprochó el pequeño moguri, mirando al joven Xefil y luego a Nadhia.

Entender es aburrido... —murmuró el joven, recargándose por completo y cerrando sus ojos—. Adelante, Vaan. Está despertando.

El moguri se olvidó de lo que estaba a punto de decirle al joven Xefil y se giró de nuevo hacia Nadhia, quien se había movido en su lecho imperceptiblemente.

¡Nadhia, Nadhia, kupó! —llamó desesperado, casi arrojándose sobre la cama. Con los ojos todavía cerrados, la Bruja escuchó el resto de la conversación con una media sonrisa—. ¡Lo siento, kupó! ¡No pude hacer nada, tan!

Para alivio de todos, Nadhia no tardó más que unos instantes en responder.

Hola, pequeño granuja. ¿Estás bien?

Némesis volvió a abrir los ojos y contempló cómo casi inmediatamente Light se abalanzaba sobre Nadhia para hablar con ella. Aunque la chica tuvo la cortesía de saludar al joven impostor, éste no respondió en absoluto. Mientras poco a poco las conversaciones devolvían a todos a la vida, Xefil sencillamente permaneció en su sitio, intentando descansar un rato.


No fue hasta que la puerta se cerró por segunda vez que decidió abrir los ojos y terminar con su inocente treta. Miró en todas direcciones, cauta, y cuando estuvo segura que se hallaba prácticamente sola, se levantó con cuidado del sillón.

Montblanc y Merlín conversaban todavía, sentados a la mesa, discutiendo apasionadamente sobre lo que había sucedido esa noche. Ahora que el peligro había pasado, no había problema alguno en conversar de manera entusiasta sobre los acontecimientos. Desde su posición, Némesis podía escuchar trozos de la plática, en la que no dejaban de mencionar el nombre de Nadhia y la mujer araña. Parecían bastante interesados el uno en el otro, por lo que la Bruja no les dio importancia.

A Nadhia, Light y Gaomon no pudo encontrarlos en ningún sitio. Supuso que habían salido de la cabaña y que aquello había sido el portazo que había escuchado anteriormente. Previo a ello, además, había oído como el médico se despedía de Nadhia, no sin antes advertirle que cuidara su salud y que tuviese mucho cuidado con sus heridas (especialmente, con la pérdida de su ojo).

Y Vaan por otro lado, sencillamente se hallaba demasiado enfrascado en sus asuntos como para prestar atención a sus alrededores. El pequeño moguri devoraba emocionado las galletas, pasteles y bizcochos que el mago Merlín le ofrecía en varios platos que volaban hasta su regazo. Parecía que no había comido en años, pero para ser justos, era normal tener tanta hambre después de un complicado proceso mágico. Aunque también parecía que era un glotón, era cierto.

Nadie miraba en dirección del joven, afortunadamente. Con tranquilidad, caminó hasta donde Nadhia había estado descansando y se paró frente a la vitrina donde el mago Merlín había resguardado el libro. Una delgada capa mágica la protegía, invisible al ojo mortal. Sólo hechiceros experimentados como Merlín y Némesis, y tal vez Nadhia, serían capaces de comprender la protección que había sido colocada encima de aquel recipiente.

Y por supuesto, también entenderían cómo deshacerse de ella. Como si no fuese más que un cristal común y corriente, Xefil abrió la vitrina con la punta de sus dedos y sacó el libro sin más reparos. Una vez se aseguró de volver a cerrar la puertecilla, regresó hasta el sillón y se sentó de nuevo en él, con el tomo en el regazo.

Con una sonrisa orgullosa, lo abrió en una página en particular.

***


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Veo que has estado siguiendo de cerca nuestra pequeña reunión, ¿qué te trae por aquí?

¿Es necesario explicarlo... Jorougumo? Sabes perfectamente por qué he venido hasta aquí. Como todos los que han pisado esta sala antes. Vengo a ofrecerte un trato...

Siento verdadera curiosidad por ti, de verás. Es escalofriante, a la vez que maravilloso, que poseas tal suma de corazones a tu disposición. Y más aún, que me los vayas a regalar a cambio de esto. ¿Estás segura?

Sólo uno de ellos. Es un intercambio justo. Y verás... he tenido tiempo para llamarme a mí misma una especie de coleccionista.

Aquí tienes. Espero volver a hacer negocios contigo de nuevo, algún día... Némesis.

Es desafortunado que no pueda decir lo mismo...

>>Aunque no sabemos qué nos depara el futuro, ¿no? Quién sabe si algún día decido volver a hacer justicia...


***


La esfera dorada que Némesis sostuvo en su mano me permitió contemplar su rostro brevemente, antes de que la hiciera rodar por el suelo. Sus ojos eran grandes y brillantes, y su iris del mismo color rubí que poseía los míos cuando me enfadaba. Distinguí que su cabello era rubio muy claro; o eso quería pensar, pues bajo aquella luz creí verlo de color blanco. Además de descubrir que tenía rasgos muy delicados, de una mujer joven, y una piel pulcra... no pude ver nada más.

Cuando me agaché para tomar lo que la Bruja me había lanzado, advertí que ya no llevaba una cadena en la muñeca. Tras recoger aquel orbe de luz, contemplé con extrañeza el brazo que había quedado libre. Nada exhibía en mi piel, nada que pudiese mostrar que había sido aprisionado con grilletes; ni una leve muestra de enrojecimiento, siquiera.

Así que la ayudaste...

Me pregunto... —murmuró la Bruja, con una sonrisa.

Fue en ese momento cuando decidí despertar.

***


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Abrí los ojos súbitamente y tragué con desesperación varias bocanadas de aire, como quien despierta agitado de un mal sueño. Me estremecí en mi sitio y al intentar incorporarme, me di cuenta de que un peso en mis piernas me lo impedía, además de descubrir que me había quedado dormido en una silla y no en una cama o en el suelo como esperaba.

Le di poca importancia al libro que llevaba en el regazo, levantándolo sin mucho cuidado, y me puse de pie de inmediato. Me arrepentí al instante cuando perdí el equilibro y tuve que apoyarme en el mueble para no caer al suelo. Quién diría que tendría que acostumbrarme a mi propio cuerpo...

No lo vuelvo a hacer —me dije a mí mismo, llevándome una mano a la cabeza. Se sentía bien estar de vuelta, de cualquier manera. No quería tener esa experiencia de nuevo, jamás. Nunca podría olvidar lo sencillo que era permitir que la Bruja saliera al mundo exterior en mi lugar y, por lo tanto, lo peligrosa que era.

¿Por qué quería el control de mi cuerpo? ¿Y cómo había llegado allí en primer lugar? ¿Cuándo había sido la primera vez que había escuchado su voz...?

Bastión Hueco.

Suspiré, fastidiado por la situación que en el transcurso de unos días se había apoderado de mi vida. Una vez más, me recordé a mí mismo que no lo volvería hacer.

Incluso si debo ser el Monarca de la Locura... protegeré lo que es importante.

Pero había dicho eso, ¿no? Había prometido que no correría de mí mismo, que encontraría la manera de aceptar lo que fuese que viniese y lidiar con ello. Y al final de todo, ¿no me había servido más de lo que me había perjudicado?

Pronto sentí la imperiosa necesidad de tomar aire fresco, por lo que, sin decirle nada a nadie (aunque Merlín y Montblanc notaron que estaba despierto), salí por la puerta principal de la cabaña. La empujé con mi brazo, dándome cuenta demasiado tarde que no había dejado el libro en el sillón, y me lancé al exterior.

Oh... Vosotros dos —murmuré, escondiendo el tomo a mis espaldas. Ni Light ni Nadhia pudieron verlo a tiempo, pero no estuve seguro sobre el eidolon—. O tres, como sea —corregí, mirando al can.

¿Te importa decirme dónde llevas guardado su sacrificio?

Me detuve antes de iniciar una nueva frase, con la mano alzada a medio camino y la boca abierta. Cerré los labios e hinché los mofletes, apartando la mirada como para pensar un poco. Intenté decir algo más, pero de nuevo tuve que interrumpirme. Solté un bufido cuando me di cuenta que la Bruja tenía razón.

¿Quieres que te diga cómo dárselo de vuelta?

Tragué saliva.

Un beso. Simple y sencillo: sólo tendrás que besarla una vez más.

¡Qué! —exclamé de pronto, sobresaltando un poco a los presentes. Luego me encogí sobre mí mismo, avergonzado, y me disculpé en voz baja, sabiendo que no entenderían. Después de ello, sintiendo que el calor comenzaba a subir a mis mejillas, añadí—: Nadhia, ¿podrías cerrar los ojos un momento...? Por favor.

Lo que tenía que hacer, era mejor hacerlo rápido. Así que me armé de valor, tomé aire y...

La besé en los labios.

Me adelanté sólo lo suficiente para alcanzarla, me preocupé especialmente por ocultar el libro dentro de mi saco y luego sencillamente... la besé. Fue sólo un segundo, pero estuve seguro que el mundo entero se puso de cabeza, descendiendo irremediablemente en una espiral de caos y demencia. No tuve que girarme a verlos para saber que Light y su eidolon estaban estupefactos, sin saber explicar qué ocurría. Y Nadhia, frente a mí, había abierto los ojos en una expresión de completo shock.

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¡¡Nadhia, lo juro, no he sido yo, tan, tan!!

Un escalofrío me recorrió la columna y me di la media vuelta con una pirueta algo torpe, topándome con que los tres a quienes había creído dejar adentro de la cabaña en realidad habían decidido asomarse por el marco de la puerta. El pequeño moguri, Vaan, parecía estar igual de alarmado que Nadhia; Montblanc me miraba poco impresionado, mientras que el mago Merlín sólo exhibía una sonrisa divertida que ocultaba sus pequeños ojos bajo sus gafas, a la par que se acariciaba la barba entretenido.

Estoy seguro que Merlín sabrá más que yo sobre magia, kupó —declaró Montblanc, después de aclararse la garganta—, ¿pero no había mejores maneras de hacerlo?

¡¡No, no!! —me defendí, sintiendo que echaba vapor por las orejas—. ¡N-no sé, pero la B-Bruja me dijo que podría devolverle su vista si...! ¡Agh, no, juro que esa era la idea!

>>Pero sí puedes ver de nuevo, ¿verdad, Nadhia? Dime que ha funcionado y no he pasado esa vergüenza en vano, ¡por favor!
—rogué, girándome desesperado hacia la chica.


Ah, caíste por completo...
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor EspeYuna » Lun Sep 16, 2013 8:42 pm

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Light & Nadhia's Theme


Nadhia —Light fue el primero en reaccionar, aproximándose a mi lado para coger una de mis manos, deseando darme la noticia—. Todo ha acabado ya, lo hicimos. Fue difícil y angustioso… ¡pero al final lo hicimos!

Eso parece —al agitar mi mano, me sentí aliviada. Light había recuperado su vitalidad, la energía que le acompañaba a todas partes. Sin sus impulsos ni su fuerza, ¿qué habría sido de él? No quería imaginarlo—. ¿Ocurre algo, Light?

¿Qué es esa… marca? —mi amigo había cesado el zarandeo y observaba curioso la mano que tenía agarrada. Mis ojos se toparon con lo mismo que había despertado la curiosidad del joven.

Sentí un par de latidos más en el compás de mi corazón al contemplarlo. Era una especie de tatuaje marcado en la palma de mi mano, y por el aspecto, recordé el poder mágico de Light: unas cinco o seis lunas crecientes estaban estampadas en mi piel, jugando unas con otras, hasta acabar en un grueso hilo de tinta en mi muñeca, donde, para sorpresa de ambos, ésta penetraba en mis venas y arterias. Como si el tatuaje siguiera dibujándose dentro de mí. Tantas cosas habían pasado que aquello no me iba a alarmar, pero sí sentía tremenda curiosidad por él. ¿Había sido a causa del pacto?

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Una conexión —ambos nos giramos al eidolon de Light, quien nos explicó el por qué de aquel extraño suceso marcado en mi piel—. Aparte del pacto que ha hecho con Vaan, Nadhia también ha hecho otra conexión contigo. Ignoro en qué consiste exactamente, pero una cosa sí que es segura.

>> Vuestros corazones ahora están conectados.

¿Co... conectados? —musité, extrañada.

Alcé la mano una vez Light la soltó, levantándome con cuidado del sitio mientras Vaan seguía en mi regazo, sin energías apenas para responder a alguna pregunta que le hiciera. Debía reconocer que el motivo era hermoso, pero era extraño que observarlo causara un sentimiento jamás experimentado dentro de mí.

Aunque no era el único.

Nadhia... tu vientre... está congelado, tan.

No dije nada frente a los presentes. Miré a Light con ojos adormecidos y le hice entender que la fiebre aún no se me había pasado. Apenas tenía ganas de hablar, al recordar lo que había sacrificado. No odiaba a Vaan por ello, pues había sido mi elección. La Jorougumo había intentado arrebatarme un sentimiento en concreto, pero no lo había conseguido.

Sin embargo, había logrado arrebatarme algo muy valioso.

Me acurruqué en la cama mientras notaba como Light posaba su mano en mi frente y Vaan se abrazaba mucho más a mí, buscando transmitirme calor.

Intenté sonreír. Pero no pude.

***


Nadhia, cuídate.

Me despedí de Sam y le vi desaparecer en la oscuridad, saliendo al exterior del Distrito 3 y siendo protegido por dos o tres moguris que había convocado Montblanc, por si los sincorazón andaban de cacería a la madrugada.

Una pequeña corriente de aire jugó con mi cabellera. Desconocía de dónde podría proceder, encontrándonos en un lugar tan recóndito como aquel. Pero lo agradecí. Tenía unas ganas locas de salir afuera una vez Xefil despertara y Vaan estuviera listo para marcharse.

Por otro lado, yo intentaba poner en orden muchas cosas en mi cabeza. Haber perdido el ojo izquierdo suponía un problema bastante gordo con respecto a mis cualidades como portadora. Tendría que acostumbrar el ojo derecho, pero aquello significaría también tornar mi diestra y zurda al agarrar mi Llave-Espada y conjurar una Flecha Celestial. Suspiré, intentando no pensar más allá de aquello.

¿Nadhia? —me acurruqué sobre mis rodillas, notando como el joven se aproximaba y se sentaba a mi lado. Seguí contemplando el lago que rodeaba la casa de Merlín—. Por tu mirada noto que algo te preocupa. Si quieres puedes contármelo.

Intenté sacar fuerzas de donde fueran para sonreír despreocupada.

¿No serán imaginaciones tuyas? —bromeé— Yo me encuentro perfectam... ¡ay! —sin previo aviso, Light alargó el brazo y me pellizcó en una de las mejillas a conciencia— ¿¡Por qué has hecho eso!?

No sabes mentir —para mi sorpresa, el rostro de Light mostró seriedad. Recordaba aquella mirada, justamente la misma con la cual me reprochó sobre mi comportamiento, en Villa Crepúsculo—. Eres como un libro abierto, y eso me hacía gracia hasta ahora... pero ya no. En un momento como éste, no.

Light...

El silencio invadió nuestro espacio.

Para que los demás no sufran, prefieres herirte a ti misma. Y no te das cuenta de lo que sufren aquellos que te quieren al verte así.


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Nadhia's Lullaby


Lo siento —me disculpé con Light, quien había estado a punto de perderlo todo por salvarme a mí y a Vaan—. De acuerdo, te contaré. Pero... ni yo misma lo entiendo.

>> La Jorougumo intentó arrebatarme lo que más temía perder por culpa del pacto. El ojo era una preocupación fugaz, dado a cómo me he entrenado como portadora. Pero eso puedo arreglarlo, por lo que tampoco lo voy a echar mucho de menos.

Suspiré, con un temblor extraño en mis labios. No sentía ganas de llorar, pero me asustaba la idea de recordar cómo aquella mujer había hurgado dentro de mi corazón, buscando algo de lo que apoderarse. Había sido repulsivo y el frío de su tacto permanecía aún en mis entrañas.

Quería mi afecto —le expliqué a Light—. De repente, sentí sumo odio por todo lo que estaba sucediendo en aquel momento. Miraba hacia ti, luchando contra las arañas. Me dabas... asco. Y al divisar a Vaan, pude entender lo horrible que tuvo que ser para sus padres sacrificarse por él.

>> El deseo de... odiar a un hijo hasta tal punto de querer verle muerto.

Contemplé el lago una vez más, tirando una china con todas mis fuerzas y recordando a Eren... el padre de Vaan. Ésta rebotó en el agua varias veces hasta desaparecer en la oscuridad, dejando tras de sí el eco de las cloacas.

Pero entonces, alguien se interpuso, je.

>> Ángel Forjado.

Me encogí sobre mi vientre, notando el frío anómalo que residía en él en aquel momento, aun tras las ropas.

Pero no pudo protegerme en el último instante, pues sabía perfectamente que el pacto debía realizarse, aun sin poder ofrecer algo tan valioso como los sentimientos.

>> Y logró encontrarlo.

Por eso, regálale un nido a tus hermanas.


Quería un "nido" para sus hijas —le dije. Ante la duda en los ojos de Light, intenté explicárselo de otra forma, aunque me costaba encontrar un término adecuado—. Un... lugar para que sus hijas pudieran... crecer y alimentarse.

>> Me arrebató mi...

El gesto de abrazarme contra mi vientre haría entender a Light a lo que me estaba refiriendo, aun sin usar las palabras.

* * *


El don de concebir hijos.

Dentro de la casa de Merlín, el viejo propietario y el patriarca moguri conversaban, ignorando los pasos de una Némesis sigilosa y cauta.

Increíble. Pobre criatura...

Nadhia lo sabe. Es puro instinto maternal —dijo Montblanc, descansando su bastón mientras observaba a Vaan detenerse al comer cuando escuchó aquella noticia, la cual la sabía desde que recuperó su cuerpo de moguri—. No sabemos si le habrá extirpado un órgano en concreto, pero está claro que ese ha sido el segundo sacrificio de Nadhia, kupó.

Si hubiese sido... más fuerte, tan.

Es algo que no podrías haber evitado, Vaan, kupó —dijo el patriarca, animando a su protegido—. Ella ya había tomado una decisión. Ahora lo que tienes que hacer es estar a su lado.

Sólo le he causado problemas, kupó.

Vaan —el viejo moguri cogió su bastón y observó al desanimado moguri—. Te ha regalado más años de vida, y aunque ella no sea como Salim, podrás vivir a su lado feliz... hasta el día en que ella muera. Pues tú morirás con su existencia.

>> Así es el pacto, kupó.

¿Pero... y si no quiere que me vaya con ella a Tierra de Partida, kupó? —cuestionó Vaan, preocupado— No soy un portador de la Llave-Espada, no sería bien recibido allí. Tampoco soy un moguri trabajador, sólo sé tocar la armónica, tan, tan. Y ser malo.

Aquel inocente comentario les sacó una sonrisa a los presentes.

¿Crees que Nadhia te dejaría aquí, con el cariño que te tiene? ¿Y por todo lo que ha pasado para que sigas con vida? —le preguntó Merlín, acariciando su barba— Estoy seguro de que se le ocurrirá algo para que puedas quedarte con ella en el hogar de los portadores. Y Montblanc también puede colaborar para que te admitan enseguida.

Salim querría que cumplieras con tu deber —mencionó Montblanc, sonriente—. El pacto conlleva que te conviertas en su...

* * *


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Traverse Town (Dawn)


Por favor, Light —le rogué, acurrucada y en un susurro—. No le comentes nada a Xefil, al menos, sobre el segundo sacrificio. Si llega a saber que no ha logrado nada al sacrificarse, se derrumbaría. Tan sólo el comportamiento de Némesis me hace creer que Xefil no es tan fuerte como parece. No quiero que se sienta culpable en absoluto.

Escuché las palabras de consuelo de Light, agradecida de que empatizara aún no entendiendo del todo lo que debía estar pasando en aquellos momentos. La Jorougumo tuvo razón en algo, y es que herirme a mí misma, intentando que los demás no se preocuparan por mí, era mil veces peor que ser sincera y compartir el dolor. Guardárselo todo y adentrarte en tu propia cúpula, eso es lo que hacía yo. Cuando en realidad, la escucha de un amigo podía ser el mayor regalo de todos.

Oh... Vosotros dos —tanto Light como yo nos observamos, sorprendidos de escuchar la voz de una persona a la que habíamos echado bastante de menos—. O tres, como sea.

Xefil salió de casa de Merlín, comportándose un tanto extraño.

H-Hola.

Los ojos de Xefil habían vuelto a la normalidad, los mismos castaños que recordaba durante el infortunio de la noche anterior. No había signos de la Bruja Eterna por ninguna parte. Pero comportarse de ese modo quería decir que se encontraba aún algo aturdido y que no estaba seguro de como acercarse a nosotros, cuando a medio camino se detuvo antes de hablar.

Lo que se presentó ante vosotros no fue más que el demente Xefil de ojos rojos, ¿de acuerdo?


¡Qué! —me sobresalté, enfrascada en mis recuerdos y al escuchar una exclamación del joven, quien se encogió y se disculpó. Alterné una mirada con Light, sabiendo que él también estaría pensando en lo mismo: había que ser cuidadosos con el tema, pues habíamos hecho un trato, aparte de comprender los sentimientos de Xefil—: Nadhia, ¿podrías cerrar los ojos un momento...? Por favor.

¿Eh? —confundida en un primer momento, recordé las advertencias de Némesis. Y pensé que sería mejor no preguntar el por qué— De... de acuerdo.

Cerré los ojos, obediente. Cuando de pronto...

¡!

El roce de sus labios sobre los míos hizo que abriera los ojos de par en par, sorprendida. En cuanto el joven se apartó, me llevé las manos a la boca, claramente alarmada.

"¿¡X-Xefil!?"

No, no, no.

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Tandy's Theme (II)


¡¡Nadhia, lo juro, no he sido yo, tan, tan!!

El supuesto culpable salió de la casa de Merlín, con una mueca de desconcierto en su rostro peludo. Alternaba mirada con todos, muerta de vergüenza y preguntándome qué había pasado en ese preciso instante. Llegué a pensar que la propia Némesis nos estaba jugando una broma pesada. Observé de nuevo a los presentes, a Montblanc, a Merlín acicalándose la barba, divertido por mi reacción.

Y a Light por el rabillo del ojo, quien estaba tan alarmado como yo.

¿Eh?

Por el rabillo... de mi ojo izquierdo.

Estoy seguro que Merlín sabrá más que yo sobre magia, kupó —dijo Montblanc, aclarándose la garganta en un intento de mantener la compostura ante aquella escena—, ¿pero no había mejores maneras de hacerlo?

¡¡No, no!! —escuché a Xefil, alterado y tan rojo como yo—. ¡N-no sé, pero la B-Bruja me dijo que podría devolverle su vista si...! ¡Agh, no, juro que esa era la idea!

>> Pero sí puedes ver de nuevo, ¿verdad, Nadhia? Dime que ha funcionado y no he pasado esa vergüenza en vano, ¡por favor!

Vuelvo... a ver.



Estaba en shock, pero realmente sorprendida y aliviada. ¡Se sentía tan bien volver a disponer de ambos ojos para contemplar el mundo a mi alrededor! Es más, ahora incluso las cloacas me parecían más hermosas que antes. Le sonreí a Xefil, muy agradecida. Y en mi cara se dibujó una mueca de duda... teatral, pero esperaba que efectiva.

¿Qué... qué bruja? —alterné una mirada con Light y con los presentes, como si me hubiera perdido algo— ¿Una bruja? ¿No estamos sólo con el mago Merlín? ¿Una bruja en Ciudad de Paso?

Vaan era el único que no sabía sobre aquello, pero por la reacción de los presentes, se mantuvo callado. No tenía un pelo de tonto.

Xefil, ¿estás bien? —me acerqué a él, intentando parecer lo más realista posible— Me dijiste que me ayudarías, y tus ojos... ¡eso es!

En realidad, no. Me había quedado pillada a medio camino, sin saber cómo conducir los sucesos. Por suerte, se me ocurrió una idea.

Ese poder que tienes en tus ojos, cuando se vuelven oscuros. ¿Así es como lo haces? ¡Es increíble!

>> Xefil, muchas gracias. No he tenido que sacrificar nada gracias a ti. ¡Y Vaan está a salvo! ¿Ves?

Inevitablemente, mentí donde no debía. Pero mi agradecimiento era sincero. Dándome cuenta de lo que acababa de pasar, me puse roja como un tomate.

Y aunque seguramente la Bruja Eterna habría utilizado su inusual arsenal para hacer un trato con la Jorougumo, me resigné a aceptarlo. Light había sacrificado un corazón, por lo que no sería el único que cargara con aquel peso. Ambos compartiríamos el mismo dolor.

"Gracias, Némesis."

* * *


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Nadhia, kupó —disfrutando todos de un rico desayuno al que nos había invitado Merlín en su casa, Montblanc anunció algo—. Debes finalizar correctamente el pacto. Tranquila, es sólo un pequeño protocolo, pero creo que a Vaan le gustará hacerlo, tal como en su día con Salim, kupó.

Oh.

El pequeño moguri me indicó que me colocara frente a los presentes, quienes estaban en el centro del salón, curiosos por lo que iba a suceder ahora.

N-Nadhia H-H-Hoghes...

Reí al escuchar el tartamudeo del pequeño.

Ey, tranquilo —le calmé, agachándome a su altura—. ¿Te cuento un secreto? Yo estoy más nerviosa que tú.

¿D-De verdad, tan...?

Asentí.

El pequeño se aclaró la garganta y, con paso firme, se... ¿inclinó ante mí?

Lady Nadhia, quien me ha salvado del inminente peligro esta noche y ha sufrido tales penurias, kupó —boquiabierta me quedé al escuchar un lenguaje tan educado y adulto proveniente del pequeñajo—. Quien ha ofrecido parte de su vida para este ser insignificante, tan. No puedo estar más agradecido, y orgulloso de haberme convertido en su Guardián, tan, tan.

En aquel momento busqué con mis ojos los de Montblanc, quien se esperaba mi reacción y sonrió.

¿Me aceptaría como su leal servidor, tan?

El pequeño agachó aún más la cabeza, sonrojado a pesar de ser meramente camuflado por sus bigotes.

Ahora, Nadhia —interrumpió Montblanc—, para sellar el pacto, debes otorgarle un nuevo nombre. Es como una especie de bautizo: Vaan acaba de nacer otra vez, y debe dejar atrás el nombre con el que sirvió a Salim.

¿Qué? —aquella noticia me puso nerviosa— ¿Servir? ¿Guardián?

A partir de ahora, serás su protegida.

Pero, yo...

Vaan alzó el vuelo y agachó una vez más la cabeza, cerrando los ojos con fuerza.

¡Por favor, tan!

Se hizo un silencio sepulcral en la casa de Merlín. Todos esperaban una respuesta, especialmente el pequeño guardián. Mi fiel... guardián.

Tan, tan, tan...

¿Eh?

Tarareé por un momento la canción de Vaan, con la que usualmente terminaba sus frases, apartando el kupó característico de los moguris.

Tan... Tandy.

Sí. Lo había decidido.

Tandy Vaan Hoghes.

Merlín se ajustó las gafas, mostrando interés por el nombre que le había puesto al pequeño. Aunque no por el primer nombre. No.

¿Un nombre... combinado, tan?

Asentí, alzando su barbilla.

—le acaricié la cabeza, esperando una respuesta ante su inminente timidez—. ¿Te gusta?

M-Mola —reí con la reacción de Vaan, sonriendo al repetirse para sí mismo el nombre—. Tandy V. Hoghes. Pero, ¿y el apellido, tan?

Porque ya eres parte de mí. Eres parte de mi nueva familia.

No tuve que decir más para que el pequeño soltara un fuerte berrido y se abrazara a mí. Le devolví el gesto, sin poder evitar emocionarme.

Montblanc había encontrado un hogar para Vaan, en mi corazón.

* * *


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Jorougumo's Theme


Pronto saldremos de esta prisión, hija mía.

Pero, madre. Aún no sé columpiarme como mis demás hermanas.

>> ¿Cómo podría sobrevivir al mundo exterior?

No tengas miedo. Eres más fuerte que todas ellas.

¿De... de verdad?

Sí.

La arácnida mujer arropó a su hija con el tejido dorado que había conseguido apenas unas horas antes. Sin embargo, en aquel recóndito mundo de oscuridad, habían pasado días... semanas... incluso meses.

Dos corazones y un nido donde crecer fuerte y sana en un mundo tan horrible como éste —dijo la madre de la joven que descansaba sin más tejido que cubriera su blanca piel que los hilos que tejían sus hermanas mayores—. Pronto, muy pronto, hija mía. Ahora, descansa.

La joven, sumida por el sueño, cerró sus ojos, tan dorados como la más suculenta miel. Su protectora le acarició el pelo que le caía a un lado del rostro, tan fino y plateado que se asemejaba al hilo de seda de las arañas.

Buenas noches, Nadhia.

* * *


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Learn me right


Todo había salido bien.

Esperando a que Vaan —perdón, Tandy— se despidiera de los vecinos de Ciudad de Paso, yo estaba sentada en las escaleras que daban a la plaza de las farolas junto a Light y a Xefil, riendo al acordarnos el infortunio previo a lo sucedido con Dusk y la Jorougumo. Intentando no pensar en todo lo malo, acabamos riendo sobre todo lo bueno y divertido de aquella noche, que, aunque siendo poco, se recordaba con una sonrisa. Y no quería que Xefil ni Light se sintieran incómodos con lo ocurrido. Escuchar a Light sobre que recordara como había tocado las campanas "en mi honor" me hizo soltar una descarada carcajada, pidiendo disculpas enseguida.

Me parece que no voy a volver a pisar Ciudad de Paso en una buena temporada —reí a la par que mis amigos—. Jamás pensé que llegaría a aborrecer un mundo, pero tenemos nuestros motivos, tan... ¡!

De pronto, un descuidado "tan" salió de mis labios. Tanto había escuchado a mi nuevo compañero de aventuras acabar sus frases con ese término, que me lo había contagiado. Con ojos de sorpresa, empecé a reír de nuevo.

Aquellos momentos no los cambiaría por nada del mundo. Ni nada de lo que había sucedido aquella noche.

Parece que aún tenéis energía para rato, kupó —a nuestra espalda escuchamos a Montblanc, quien había acompañado a Tandy para despedirse de nosotros—. Estoy impresionado.

Mi pequeño acompañante posó su peso en mi hombro izquierdo, acostumbrándose a que ahora no era tan fuerte como antes y aún tenía que equilibrar la pérdida de poder mágico. Por lo pronto, ya no podría emplear varios hechizos de atracción a la vez. Aunque, por supuesto, se lo tenía prohibido. Montblanc me explicó que el tatuaje que residía en la palma de mi mano hacía que Tandy cumpliera todas y cada una de mis órdenes, sin rechistar. Pero no pensé mucho en ello. Si Tandy me obedecía, sería por gusto y no por sentirse obligado.

Antes de iros, me gustaría preguntaros algo —Montblanc sonrió con su comentario—. ¿Cómo comenzó todo este lío?

¿Eh?

Tanto yo, como Xefil y Light cruzamos nuestros brazos y comenzamos a pensar. Qué nos había traído hasta Ciudad de Paso aquella noche.

Cuando de pronto, yo misma me sobresalté. Y antes de poder decir nada, un objeto alargado, puntiagudo y tapado por un mantón dorado levitaba frente a Montblanc.

Te lo has ganado, Nadhia.

Me acerqué, temblorosa.

¡Descúbrelo, tan, tan! —exclamaba Tandy, muy emocionado— ¡Yo también he participado, tan!

Mi mano destapó lo que tanto había ansiado conseguir.

Un arco. Pero no uno cualquiera. Hecho con material de la Orfebrería de los moguris, aquel arma relucía con belleza. Una madera fina, suave al tacto, pero resistente. Me quité uno de los guantes para sentir de verdad el tacto de mi piel con el material.

Es... precioso —me quedé sin palabras—. Gracias, ¡muchas gracias!

Emocionada y con una sonrisa de oreja a oreja, se lo mostré a Xefil y a Light.

Deberíais marchar —dijo el patriarca, bastante contento con la reacción de los presentes—. He dado un aviso a Tierra de Partida para que Simon os recoja, así que no creo que tarde. Estoy seguro de que querréis dormir un poco antes de llegar, kupó.

>> Además... no creo que por este pequeño incidente os supriman los entrenamientos.

Oh, no.

V-Voy a morir... mañana, digo, hoy tengo entrenamiento con Akio —confesé, con un tic en el ojo.

Escuché las carcajadas del pequeño demonio desde allí y me estremecí. Aquel día me patearía el trasero, y más si llegaba tarde a los jardines.

Y entonces, el sol comenzó a asomarse por la ciudad, atacando nuestros pobres ojos. Sin embargo, no pude hacer más que agradecer y sonreír, con Tandy hinchando sus mofletes, feliz de acompañarme y empezar una nueva aventura a mi lado.

Aquella había sido la noche más larga de nuestra vida.

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¡Último post por mi parte!
Antes que nada, dar las gracias por adelantado al GM que se atreva a puntuar ESTO tras que posteen los señores Light y Zee. También agradecerles a ellos la paciencia y el esmero con los posts. ¡Chicos, que ganamos el logro Santa Paciencia ++! xD

Ahora que he terminado mi último post, me da pena y todo :< okno!!!!!
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Light » Sab Sep 21, 2013 11:57 pm

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¿No serán imaginaciones tuyas? —Light arqueó la ceja y dirigió un par de dedos hacia el rostro de la muchacha, para pellizcarla. La pilló por sorpresa. Claramente estaba en distraída, por alguna razón—. Yo me encuentro perfectam... ¡ay! ¿¡Por qué has hecho eso!?

No sabes mentir —dijo seriamente. Sus ojos color avellana conectaron con los de la muchacha, esquivos. Light exigía sinceridad: sabía que Nadhia ocultaba algo y sospechaba de qué se trataba. Al menos quería confirmar sus sospechas—. Eres como un libro abierto, y eso me hacía gracia hasta ahora... pero ya no. En un momento como éste, no.

Light...

No eres la única con preocupaciones en la cabeza, si te soy sincero —comentó, refiriéndose a sus propias preocupaciones—. Después de todo yo he tenido que sacrificar el corazón de un inocente para salvar mi propia vida —explicaba con voz amarga—. He sido un egoísta y seguramente he roto un montón de normas de Tierra de Partida. Quizás ya no merezca tener el título de Portador...

>>Pero... gracias a ese corazón pudisteis salir vivos vosotros también, ¿no? Entonces no me arrepiento de mis acciones.

Esperó en silencio que la chica dijera algo al respecto. O, al menos, que le contara lo que tanto le preocupaba. Igualmente, si Nadhia decidía no contárselo, lo comprendería.

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Lo siento —se disculpó—. De acuerdo, te contaré. Pero... ni yo misma lo entiendo.

>> La Jorougumo intentó arrebatarme lo que más temía perder por culpa del pacto. El ojo era una preocupación fugaz, dado a cómo me he entrenado como portadora. Pero eso puedo arreglarlo, por lo que tampoco lo voy a echar mucho de menos.

La chica se tomó un momento para suspirar. Estaba claro que lo iba a echar de menos, aunque lo negara.

Quería mi afecto —de repente confirmó—. De repente, sentí sumo odio por todo lo que estaba sucediendo en aquel momento. Miraba hacia ti, luchando contra las arañas. Me dabas... asco. Y al divisar a Vaan, pude entender lo horrible que tuvo que ser para sus padres sacrificarse por él.

>> El deseo de... odiar a un hijo hasta tal punto de querer verle muerto.

Así que es eso…

Había sacrificado su afecto y ahora le repudiaba. Light intentó decir algo, mas no le salieron las palabras. Aturdido, se dedicó a observar las efímeras ondas del agua, provocadas por la piedra que acababa de arrojar Nadhia.

Nadhia estaba sana, pero… ¿a qué precio? ¿Qué clase de absurdo sacrificio era ese? ¿Había aprovechado la Jorougumo para quitarle el afecto en aquel momento, cuando atrapó a Nadhia entre sus redes y envió a las arañas en busca de Vaan? Podría haberlo impedido, pero demonios, era consciente de que Vaan habría muerto si hubiese decidido rescatar a Nadhia.

¿Sería el fin de su amistad?

Pero entonces, alguien se interpuso, je.

>> Ángel Forjado.

Tu llavero...

Pero no pudo protegerme en el último instante, pues sabía perfectamente que el pacto debía realizarse, aun sin poder ofrecer algo tan valioso como los sentimientos.

>> Y logró encontrarlo.

¿El qué? —preguntó con voz titubeante. Realmente ni se imaginaba en qué consistía.

Quería un "nido" para sus hijas —le confirmó. Ante la extrañeza que reflejaba el rostro de Light, como era de esperar, una Nadhia algo incómoda intentaba dar con la palabra adecuada—. Un... lugar para que sus hijas pudieran... crecer y alimentarse.

¿Qué estás diciendo? Eso es… —prácticamente imposible, quería decir. Además, no tenía ningún sentido, Nadhia no tenía algo semejante a aquello…

Me arrebató mi...

No lo comprendería hasta que observara el gesto de su compañera, el gesto al que no le había dado demasiada importancia. La muchacha estaba abrazando su abdomen. En cuanto se percató de su significado, todo cobró sentido. Era obvio, aunque también difícil de creer.

Nadhia... tu vientre... está congelado, tan

Entiendo —declaró, evitando así que Nadhia tuviera que especificarlo exactamente—. Debe ser difícil aceptar una pérdida como esa. Lo siento…

Cerró los ojos momentáneamente y maldijo aquella pérdida. ¿Qué podía decir para animarla? Después de todo él era un hombre y no podía ponerse en su lugar de ninguna manera. Mientras se rascaba la barbilla, el chico aprovechó otro incómodo silencio para planear sus palabras cuidadosamente. Se trataba de un tema muy delicado y no podía dejarse llevar por sus impulsos.

Pero… Vaan y tú estáis a salvo, ¿no? Eso es lo más importante —soltó. “La he cagado”, pensó al segundo. Quizá, pero su único propósito con sus palabras no era otro que el de recordarle a Nadhia lo más importante de todo; o al menos, lo que él consideraba más importante.

Ambos volvieron a sumergirse en otro silencio. Acurrucados, el muchacho permitió que Nadhia apoyara su cabeza sobre su hombro. Allí, delante la casa del viejo mago Merlín, se quedaron observando el oscuro lago que les rodeaba. Gaomon no era una excepción: les había estado observando algo alejado, incapaz de entrometerse en su conversación.

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Por favor, Light —musitó Nadhia—. No le comentes nada a Xefil, al menos, sobre el segundo sacrificio. Si llega a saber que no ha logrado nada al sacrificarse, se derrumbaría. Tan sólo el comportamiento de Némesis me hace creer que Xefil no es tan fuerte como parece. No quiero que se sienta culpable en absoluto.

Se había olvidado por completo de Némesis. Ella se había comprometido a proteger a Nadhia en un principio, pero no habían sabido nada de ella desde que entraron en el mundo de la Jorougumo. ¿Habría cumplido realmente su palabra?

Claro. Dalo por hecho.

Oh... Vosotros dos —una voz que reconocería le obligaría a voltearse. No era la Bruja Eterna, se trataba de Xefil. El aprendiz se aproximó a sus compañeros portadores, bajo la mirada del gran can azul en todo momento—. O tres, como sea.

Ah, Xefil —el aprendiz permanecía parado en el sitio. Parecía querer decir algo, pero por alguna razón se contuvo. Su comportamiento extraño llamó la atención de Light—. ¿Ocurre algo…?

¡Qué! —tanto Light como Nadhia se sobresaltaron, y procedieron a intercambiar miradas. ¿Tendría que ver ese peculiar comportamiento con la revelación de la Bruja Eterna? Light y Nadia no podían contar nada al respecto, pues romperían la promesa que le habían hecho a Némesis—. Nadhia, ¿podrías cerrar los ojos un momento...? Por favor.

Una extraña petición que le extrañó todavía más. Nadhia, algo confundida, aceptó cerrarlos sin queja alguna.

Light no se podía imaginar las intenciones de Xefil. Tampoco podía explicar las razones que le impulsaron a hacer algo como aquello. O quizás sí, pero barajar aquella posibilidad le ponía los pelos de punta.

Xefil había besado a Nadhia. Increíble. De ninguna manera. ¡No, demonios! ¿Había vuelto a hacer Vaan de las suyas? Light no daba crédito a lo que sus ojos le estaban mostrando en aquel momento.

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Todo esto es una pesadilla, ¿verdad? —preguntó a Gaomon. El can se encontraba tan sorprendido como él.

>>Esto es cosa tuya. ¡Has vuelto a hacerlo! —acusó a Vaan sin dudarlo, que acababa de salir de la casa de Merlín. El joven fulminó al pequeño moguri con la mirada, cabreado. El pequeño conejo evadió sus ojos y se apresuró a desmentirlo, horrorizado.

¡¡Nadhia, lo juro, no he sido yo, tan, tan!!

Montblanc y Merlín no parecían demasiado sorprendidos, ni mucho menos enfadados por la travesura de Vaan.

Estoy seguro que Merlín sabrá más que yo sobre magia, kupó, ¿pero no había mejores maneras de hacerlo?

¿Qué?

¡¡No, no!! —negaba rotundamente Xefil. El aprendiz de Reino Encantado también recibió la mirada fulminante de un Light muy indignado—. ¡N-no sé, pero la B-Bruja me dijo que podría devolverle su vista si...! ¡Agh, no, juro que esa era la idea!

Así que se trataba de eso —señaló Light. En absoluto le convencieron las palabras de Xefil—. Bueno… pero Montblanc tiene razón. ¿Realmente pensaste que podrías devolverle la vista con un simple beso…?

Estás celoso.

¡Para nada! —negó rotundamente, con las mejillas encendidas. ¡Estúpido perro parlante e impertinente! ¡Por supuesto que no se trataba de eso! (¿O sí?).

Pero sí puedes ver de nuevo, ¿verdad, Nadhia? Dime que ha funcionado y no he pasado esa vergüenza en vano, ¡por favor! —preguntaba desesperado Xefil.

Vuelvo... a ver.

¿¡En serio!?

Ese milagro le pilló por sorpresa completamente. Parecía que después de todo esa bruja había ayudado a Nadhia: se había encargado de recuperar el ojo arrebatado por la Jorougumo. El método para devolverle la vista había sido extraño, pero había funcionado.

Nadhia no cabía en sí de gozo. Aunque se tratara de una preocupación fugaz, como ella señaló, se mostraba encantada de recuperarlo. Estaba eufórica. Light no tardó en olvidarse de la impertinencia del eidolon; inevitablemente, se dibujó una amplia sonrisa en su rostro.

¿Qué... qué bruja? —preguntó repentinamente Nadhia. Light se llevó los dedos a la barbilla y empezó a meditar al respecto—. ¿Una bruja? ¿No estamos sólo con el mago Merlín? ¿Una bruja en Ciudad de Paso?

Ni idea…

Xefil, ¿estás bien? —preguntó Nadhia, aproximándose al chaval—. Me dijiste que me ayudarías, y tus ojos... ¡eso es!

Definitivamente eres como un libro abierto, Nadhia…” pensó Light. La actualización de Nadhia no había podido ser más forzada, pero también tenía que admitir que esa incapacidad de mentir era uno de sus encantos.

Light decidió no abrir el pico y se limitó a presenciar las improvisaciones de Nadhia, asintiendo a todo lo que ella dijera. Estaba completamente seguro de que lo complicaría todo si intervenía en su conversación; además, lo mismo delataba a la Bruja Eterna sin darse cuenta. Y, por supuesto, no quería volver a experimentar su magia.

***


En aquel momento se encontraban dentro de la casa de Merlín, donde habían disfrutado de un desayuno completo que restablecería sus energías. Definitivamente, no había nada como una taza de chocolate caliente y unas pastas para llenar el estómago. Además, para alivio de Light, ninguna de las galletas tenía sabores aleatorios (y bastante extraños, ha de remarcarse) como las de su abuela.

Pronto tendrían que irse, no había tiempo que perder. Como aprendices de Tierra de Partida que eran, les tocaba marchar a dicho mundo para acudir a los entrenamientos.

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Ahora, Nadhia —comentó Montblanc—, para sellar el pacto, debes otorgarle un nuevo nombre. Es como una especie de bautizo: Vaan acaba de nacer otra vez, y debe dejar atrás el nombre con el que sirvió a Salim.

Antes de partir, Nadhia realizaría una especie de ritual que haría oficial el pacto que el moguri y ella habían construido. La ceremonia consistía en una especie de bautizo: la chica le otorgaría a Vaan un nuevo nombre como prueba de su vínculo.

Tandy Vaan Hoghes.

Incluso compartiría apellido con el pequeño moguri, justificando que ahora era un miembro más de su familia. Los dos se fundieron en un tierno abrazo que logró emocionar a alguno que otro. Como madre e hijo...

¿Uh? —Light se dio cuenta de que una lágrima recorría rápidamente su rostro y procedió a retirarla. ¿Qué era este sentimiento de felicidad? No supo explicar esas ganas repentinas de llorar, pero sentía como si aquella imagen de Nadhia bautizando a Tandy la hubiera vivido previamente: un posible déjà vu.

Nunca se había considerado una persona sensible ni propenso a llorar. El joven decidió salir de casa de Merlín para alejarse de la multitud y tomar un poco de aire fresco, aunque no tardó en darse cuenta de que seguían dentro de una cueva.

Se sentó en el mismo lugar de antes, donde había estado hablando con Nadhia. Y allí, siguió despidiendo lágrimas, aunque aparentemente no tenía los motivos para hacerlo. Realmente, se veía ridículo, y si le estaban observando era peor.

Gaomon se situó a su lado y contempló como el chico expulsaba un mar de lágrimas. Solamente lágrimas: Light no estaba gimoteando ni nada parecido. Sólo exhibía una triste y melancólica sonrisa que intentaba aparentar felicidad.

No es nada, de verdad. Oh, esto es ridículo —admitía mientras se secaba todas las lágrimas del rostro.

Quizás se había acordado de sus padres al presenciar aquel ritual. O quizás no. Demasiadas emociones en una sola noche.

***


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No te preocupes. Todo va a salir bien —aseguraba la Reina del Crepúsculo, acariciando las manos de la joven—. Ahora vámonos, volvamos a casa, Lucy.

Las dos abandonaron la cafetería y se acercaron lentamente a Orpheus. El extraño enmascarado no dijo palabra alguna y abrió un portal de luz, a través del cual alcanzarían el mundo en el que se encontraba su hogar. Se apartaría para que Su Majestad y su hija entraran primero por éste.

La Reina del Crepúsculo atravesó el portal y se perdió en la radiante luz del pasadizo. La siguiente en atravesarlo sería la chica pálida. Se dispuso a cruzarlo cuando repentinamente se paró en seco.

Te recomiendo que no te hagas demasiadas ilusiones, terroncito de azucar —comentó un Orpheus sonríente. Orpheus siempre la llamaba de esa manera, no había apodo mejor para remarcar su dulzura y su palidez—. Ni el chico puede ser un interés amoroso para ti ni Dusk es tu…

¡Cállate!

Un poderoso fulgor producido por la chica pálida cegó a ambos por completo. Cuando cesó, Orpheus observaría estupefacto el arma que tocaba su cuello en aquel momento. Un arma dorada, una espada. La Llave Espada más brillante y más maravillosa que había visto en su vida.

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El guardaespaldas de Dusk no se aguantó las ganas de reír y soltó una risotada.

Je. Sabía que eras una Portadora, pero no me imaginaba que guardaras una joya como ésta. Realmente es mucho más preciosa que la del otro chaval —confirmaba, examinando el dorado arma que le amenazaba, sin girar el cuello—. ¿De dónde has sacado tu increíble Llave Espada, si puede saberse? No tienes ningún Maestro, y tampoco creo que seas uno de ellos.

El rostro inexpresivo de la chica permaneció intacto. Ella no contestaría a sus dudas, pero al menos alejaría el filo de su arma del cuello del hombre.

Eso no te importa… —contestó en voz baja, agachando y desviando la mirada.

Ahora podrás ayudar a Su Majestad en su misión, aunque ahora que lo pienso… no creo que esté de acuerdo con esto —opinaba, cruzado de brazos y pensativo—. Ella no quiere ponerte en peligro de ninguna manera.

Me da igual. Si es por el bien de mamá haré lo que sea para ayudarla.

Sus palabras no lograron convencer del todo a Orpheus. El hombre acarició la cabellera de la chica, amigablemente.

¿Estás segura?

¡Por supuesto! ¡Yo puedo hacerlo! —afirmó entusiasmada. Ruborizada, desvió su mirada de la de Orpheus—. ¡Y además ese chico ya no me gusta, ya me he olvidado de él!

Espero que sea así —declaró Orpheus—. Ese chico… no te conviene. De todas las personas que puedes conocer en el universo… Light Hikari es la última persona que te conviene.

¿Eh? No te entiendo…

Puede que ahora no lo entiendas, pero llegará el día en el que lo comprenderás todo. Tú y él estáis destinados a luchar: uno de vosotros matará al otro. Ambos perseguiréis el mismo objetivo y lucharéis para conseguirlo.

¡Pero…!

No necesitas saber nada más, pequeña —interrumpió a la joven y apoyó la diestra en su hombro, invitándola a que entrara por el portal—. Ahora atraviesa el portal, no tenemos todo el día.

Lucy desmaterializó su Llave Espada y ordenó sin rechistar. La chica, confundida por las palabras del ilusionista, atravesó corriendo el portal, deseando llegar a su hogar.

Un hogar muy especial.

***


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Los tres aprendices ya estaban preparados para abandonar Ciudad de Paso. Ahora sólo quedaba esperar a que el nuevo compañero de Nadhia se despidiera de sus vecinos y sus amistades. Los jóvenes le esperarían en los escalones del primer distrito. Allí conversarían para matar el tiempo, recordando los momentos más divertidos de aquella noche.

Entonces, como no te encontraba en el hotel, subí y toqué las campanas de Ciudad de Paso para llamarte —les narraba. Nadhia soltó una incontrolable carcajada y Light la imitó—. ¡Y vosotros estabais encerrados en aquella habitación del hotel!

Light no les recordó ningún momento más. Después de todo, la anécdota de las campanadas era el único recuerdo divertido que tenía de ese día. Tras encontrarles en aquella habitación, el resto de la noche había sido como un mal sueño.

Y tampoco quería mencionar a la Bruja Eterna, por supuesto.

Me parece que no voy a volver a pisar Ciudad de Paso en una buena temporada. Jamás pensé que llegaría a aborrecer un mundo, pero tenemos nuestros motivos, tan... ¡!

¿Tan...?

Nadhia y Light no pudieron evitar reír por aquel descuido. Aquella muletilla definitivamente era enfermiza.

Parece que aún tenéis energía para rato, kupó —detrás de ellos se encontraba el jefe de los moguri. Con él se encontraba Tandy, preparado para partir—. Estoy impresionado.

En efecto, Tandy se iría de Ciudad de Paso para quedarse con Nadhia en Tierra de Partida. Y no sólo Nadhia había conseguido un compañero: Light ahora tenía a Gaomon, el eidolon. Expresamente no le había confirmado que le acompañaría a Tierra de Partida, pero lo daba por hecho; no hacía más que seguirle y vigilarle.

Antes de iros, me gustaría preguntaros algo. ¿Cómo comenzó todo este lío?

¿Eh?

¿El comienzo de aquel lío? Un recado, si su memoria no le fallaba. Los tres aprendices tenían que entregar un paquete a Merlín. Pero no le encontraron, y en su lugar, se toparon con el travieso Vaan, que hechizó a Light y a Xefil para que se enamoraran perdidamente de Nadhia.

Pero... ¿Por qué se molestaron en hacer ese recado?

Te lo has ganado, Nadhia.

El objeto que en aquellos momentos le estaba haciendo entrega Montblanc. Un arco, el dichoso arco que Nadhia había pedido en la orfebrería. Parecía que los tres aprendices se habían olvidado del arma por completo.

Es... precioso —indicaba Nadhia, aturdida por el presente de Montblanc—. Gracias, ¡muchas gracias!

Sí, precioso. Más te vale cuidarlo —aconsejaba Light, resaltando la calidad del arma y el precio que habían tenido que pagar todos para conseguirlo. Una aventura que podía haber sido la última.

>> Y tú —señaló al can azul con la mirada—. Espero que no dejes toda mi habitación llena de pelos y te portes como es debido. No tengo tiempo para cuidar de mascotas.

No soy tu mascota, lo primero —contestó con educación, sin ofenderse—. Lo segundo, si crees que estorbo sólo tienes que pedir que me desmaterialice y lo haré —recomendó—. Esperaré en tu interior, en tu Descenso al Corazón. Allí dentro, en tu corazón, estaré al tanto y me materializaré cuando me necesites.

¿Descenso al Corazón? —pronunció Light no muy convencido—. Casi que prefiero tenerte a la vista…

Deberíais marchar —recomendó Montblanc—. He dado un aviso a Tierra de Partida para que Simon os recoja, así que no creo que tarde. Estoy seguro de que querréis dormir un poco antes de llegar, kupó.

>>Además... no creo que por este pequeño incidente os supriman los entrenamientos.

Aquel último comentario les sentó como un cubo de agua fría. Ese extraño día podían haberlo aprovechado para relajarse y descansar de los extenuantes entrenamientos y las eternas misiones que consumían prácticamente todo su tiempo.

Desgraciadamente no les quedaba otra: tenían una obligacion como aprendices y no podían pasar por alto sus obligaciones. Al menos, la cegadora luz del amanecer parecía consolarles. Los tres aprendices, como recompensa, presenciaron el precioso amanecer que daba fin a aquella problemática y eterna noche llena de aventuras.

Pues habrá que darlo todo en los entrenamientos, ¿no? —expresaba con optimismo el chaval, alzando el puño—. Después de los desafíos que hemos tenido que superar hoy, seguro que los entrenamientos serán coser y cantar.

¿Entrenamientos y misiones fáciles? Ni se imaginaba Light Hikari lo que el destino le deparaba. Seguramente le esperaban desafíos mucho más difíciles que los de aquella eterna noche, y no siempre saldría victorioso de estos. El chico no podía asegurar nada al respecto, aunque una cosa sí que era segura.

Light no se enamoraría en mucho tiempo.

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AL FIN. FIN.~ Igualmente, ha sido un placer hacer todo el fanservice realizar este gran encuentro y espero repetir con Nadhia y Zee en una temprana ocasión ^^ También deseo que la lectura del encuentro sea agradable para el GM que puntúe y no se deje la vista en ello (?)

^^ Hasta otra~
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Re: [Ciudad de Paso] Atracción Fatal

Notapor Zee » Sab Sep 28, 2013 3:46 pm

Vuelvo... a ver.

Oh, gracias al cielo… —murmuré, dejando escapar tanto aire que casi me encojo sobre mí mismo. Con aquella declaración, esperaba, probablemente mis acciones tendrían suficiente sentido para poder restarles importancia, y así no tuviera yo que pasar aquella vergüenza—. Cuando la Bruja me dijo que era la única manera, pensé que…

Me interrumpí al instante, completamente derrotado. Ya había tenido suficientes malentendidos aquella noche, tantos que realmente ya no tenía muchas ganas de dar más explicaciones. Estaba seguro que pronto todos se olvidarían de ello, puesto que de cualquier manera había llevado a cabo mis intenciones y la vista de Nadhia había vuelto.

¿Qué... qué bruja?

¿Cómo...?

Inmediatamente me volví a girar hacia Nadhia, sin comprender realmente a qué se refería. ¿No había estado ella presente? Era cierto que había quedado inconsciente, ¿pero no había hecho eso antes de que yo le otorgara el relevo a Némesis? ¿Cómo podía sencillamente haberse olvidado de ella?

No, no se había olvidado de ella... Sencillamente nunca la había conocido.

¿Una bruja? ¿No estamos sólo con el mago Merlín? ¿Una bruja en Ciudad de Paso?

Ni idea… —murmuró Light, encogiéndose de hombros.

¿Qué? No- —un nudo en la garganta me detuvo. Simplemente no supe cómo continuar esa frase.

Xefil, ¿estás bien? —preguntó entonces Nadhia, acercándose a mí como para revisar mi estado— Me dijiste que me ayudarías, y tus ojos... ¡eso es!

¡¿Qué tienen mis ojos?! —cuestioné, alarmado, mientras me llevaba la mano izquierda al ojo correspondiente. No fue hasta después de un par de milisegundos que mi mente hizo conexión y pude comprender que Nadhia se refería a mis ojos de la locura:

Ese poder que tienes en tus ojos, cuando se vuelven oscuros. ¿Así es como lo haces? ¡Es increíble!

Nadhia, no, espera...

Xefil, muchas gracias. No he tenido que sacrificar nada gracias a ti. ¡Y Vaan está a salvo! ¿Ves?

Me giré hacia el pequeño moguri y me encontré con que él también mantenía el mismo silencio que los demás... como si no entendiesen de lo que yo estaba hablando. Como si en ningún momento se hubiesen encontrado con la Bruja. Pero eso no tenía ningún sentido, en absoluto. Yo le había ofrecido suficiente tiempo en mi cuerpo para ayudar a Nadhia, para formar parte de aquel inevitable Pacto y...

A menos que no hubiese formado parte del Pacto en absoluto.

"Ese poder que tienes en los ojos"...

Había aparecido. Estuvo allí. Pero no hizo absolutamente nada. ¡Ya me parecía muy sospechoso que tuviese que "recuperar" el sacrificio y devolvérselo a Nadhia! ¡La Bruja no había hecho nada para ayudar!

¿Pero entonces qué había hecho durante todo ese tiempo que le habría ofrecido en el exterior? ¿Haciendo preparaciones? Sabía que no podía escapar si no conseguía mi permiso, o si no lo tomaba a la fuerza, ¿pero qué me aseguraba que no podía debilitar su prisión si le concedía semejantes posibilidades? ¡Maldita fuese, seguramente así había sido! Mientras todos se arriesgaban para salvar a Vaan, la Bruja se había concentrado en otros asuntos, lejos de mi vista, para aprovecharse de mi hueco de debilidad.

Apreté los puños con fuerza y mis ojos se iluminaron, mientras todos decidieron volver al interior de la cabaña. Bueno, pues nunca más.

* * *


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Learn me right


A final de cuentas, las cosas parecían haber funcionado.

Tres Aprendices de la Llave-Espada, futuros Caballeros de la Orden, esperaban en las escaleras frente a la Orfebrería de Ciudad de Paso. Finalmente, la noche había terminado y un nuevo día se había abierto paso, otorgando así la promesa de un mejor porvenir. Uno de esos Aprendices era yo, Xefil Arazecsson, quien había terminado hecho un desastre después de la noche más loca de mi vida; la cual, en pocas palabras, involucraba una chica testaruda, un moguri demente, un perro demente, una reina demente, un ilusionista demente, una araña demente y una bruja demente. Al menos.

Yo no reía tanto como Light y Nadhia. Los escuchaba rememorar los momentos supuestamente cómicos de aquella noche, mientras yo jugueteaba con mi Llave-Espada en la acera, balanceándola para que sólo su punta tocara el suelo. A mí no me parecían tan divertidos, pero de cualquier manera respondía con una falsa sonrisa o con un par de carcajadas desganadas. Después de todo, ¿quién era yo para arruinar el buen humor de ese dúo de amigos?

Suspiré, contemplando mi nueva Llave-Espada y pensando en cómo irónicamente había sido en aquel mismo sitio, en aquella misma posición, con aquella misma arma en la mano, en donde la noche había comenzado. Conmigo observando la Danza de la Demencia y considerando el porqué de mi situación.

¿Cómo había llegado a ser lo que era? En un par de horas, había pasado de repugnarme con la presencia de aquella Bruja hasta cooperar con ella. Le había dejado la vía libre para controlarme y hacer su voluntad... y lo hizo, ignorando por completo mi llamado de ayuda.

No sabía si darme vergüenza o sentir cierto orgullo por mí mismo.

<<Incluso si debo ser el Monarca de la Locura...>>

Me parece que no voy a volver a pisar Ciudad de Paso en una buena temporada —comentó Nadhia, arrastrándome fuera de mi pequeña burbuja. Con aquella frase particularmente porque me parecía lo más acertado que había dicho en un buen rato: no hacía falta ni mencionarlo. Yo mismo tardaría meses enteros en volver a aquella infernal villa —. Jamás pensé que llegaría a aborrecer un mundo, pero tenemos nuestros motivos, tan... ¡!

¿Tan...?

Tantantantan —repetí, fastidiado. Escondí mi rostro entre mis manos. "No más, por favor", quise rogar al cielo, pero supuse que sería maleducado y decidí guardar silencio. Light y Nadhia volvieron a reír.

"Tandy", decidió llamarle. Nadhia a Vaan, quiero decir. Como la chica había decidido establecer un nuevo pacto con el pequeño moguri, debieron llevarse a cabo ciertas formalidades. Y mientras la curiosa criatura insistía en convertirse en el Guardián de la joven, ésta debió bautizarlo para representar su renacer.

"Tandy", por sus repetitivos "tan, tan, tan".

¿Por qué los moguris debían añadir muletillas a todo? ¿Estaba en su fisiología o en su morfología? O tal vez tenían un trastorno adquirido del lenguaje. ¿Qué pasaría si se separara a un moguri de su raza...? ¡Oh, no, pero Tandy no era un moguri en realidad! Él mismo demostraba que era algo propio de aquellas criaturitas, y no algo que obtenían debido a su cultura. ¿Vaan, en su forma de niño pequeño, había usado aquellas palabras? No recordaba. En realidad...

Interrumpí mi torrente de pensamientos con un largo bostezo. El sueño ya me estaba haciendo desvariar. Cuando estaba cansado, mi cuerpo respondía volviéndose hiperactivo, como para intentar mantenerme despierto. Y parecía que estaba justo por suceder...

Parece que aún tenéis energía para rato, kupó —expresó alguien a nuestras espaldas. Con reflejos casi felinos, inmediatamente me puse de pie y me giré hacia el origen de la voz, descubriendo a Montblanc acompañado por Tandy—. Estoy impresionado.

¿Esperaría usted menos de los Caballeros de la Llave-Espada, Maese Montblanc? —declaré travieso, moviendo mi Llave de un lado a otro. Sentí uno de mis párpados temblar.

Antes de iros, me gustaría preguntaros algo —continuó el patriarca, con una sonrisa—. ¿Cómo comenzó todo este lío?

¿Eh?

¿Eh?

¿Eh?

Ya nos estábamos convirtiendo en un coro y todo. En ese momento los tres nos colocamos en varias posturas meditativas, intentando recordar a qué se refería Montblanc. En mi caso, la respuesta llegó casi al instante.

Ah, el pedido.

Te lo has ganado, Nadhia.

Un arco. Un hermoso arco de la madera más fina que jamás había visto en mi vida. ¡Realmente estaba asombrado! Y yo había visto varios arcos en mis "años mozos", por supuesto... ¡pero aquella calidad era simplemente increíble! Brillaba de una manera casi mágica y la cuerda era tan blanca y pulcra como si fuese tejida por una elegante araña.

Es... precioso —expresó Nadhia, para luego agradecer con todo su entusiasmo—. Gracias, ¡muchas gracias!

Emocionada como una niña, Nadhia nos mostró el arco a Light y a mí. Le correspondí con una sonrisa cansada, pero sincera.

Sí, precioso. Más te vale cuidarlo —pidió Light, claramente refiriéndose a todo lo que habíamos pasado aquella noche.

Deberíais marchar —aconsejó entonces Montblanc, señalando al cielo con su bastón—. He dado un aviso a Tierra de Partida para que Simon os recoja, así que no creo que tarde. Estoy seguro de que querréis dormir un poco antes de llegar, kupó.

¿Quién necesita dormir? —expresé, alzando una ceja. Y claramente sarcástico, por supuesto. Mi cuerpo me rogaba por ello. A su manera, claro... no podía dejar de pisotear el suelo como siguiendo una rapidísima canción inaudible.

Además... no creo que por este pequeño incidente os supriman los entrenamientos.

V-Voy a morir... mañana, digo, hoy tengo entrenamiento con Akio —se lamentó Nadhia, demostrando su nerviosismo. ¿Y Light...? Bueno, él era otro asunto.

Pues habrá que darlo todo en los entrenamientos, ¿no? —dijo, levantando su puño con entusiasmo—. Después de los desafíos que hemos tenido que superar hoy, seguro que los entrenamientos serán coser y cantar.

Bueno, en vista de que continúo siendo un excepcional caso sin Maestro asignado... —comenté, llevándome la mano al mentón—. Creo que dormiré todo el día. Ronin ni se enterará que he faltado al entrenamiento conjunto.

>>Digo, mi mascota no habla
—declaré, mirando a Gaomon y a Tandy—. Pero al menos es pachoncita y cómoda.

Estaba seguro que tenía muchas nuevas lecciones aprendidas y experiencias sin compartir... pero estaba demasiado cansado como para pensar en una frase molona para terminar la noche, como Nadhia y Light. Lo único que se me antojaba era mi cama, o el césped de los jardines, o el pelaje de Pema... Y un gran gran desayuno.

* * *
Previamente


¿Cuál es el significado de esto...? Pensé que ibas a ayudarla.

Contemplé mi propio reflejo en el agua, esperando que en cualquier momento se moviese por sí mismo y me respondiese... pero no ocurrió nada. Entorné mis ojos, enfadado, y me concentré en el interior de mi propia mente.

Nada. Igual que siempre.

¿Qué? ¿No te dignas a contestar? ¿O ahora resulta que estoy loco?

Sólo el silencio de la cueva subterránea. Las gotas cayendo de las estalactitas en el frío lago, resonando en la roca pulida por el agua.

Bien. Entonces te quedarás sin tu recompensa —declaré, sacando el libro que había escondido en el interior de mi saco. Había supuesto que en su interior encontraría algo de valor, puesto que había sido la Bruja quien lo había tomado en primer lugar. ¿Tal vez allí dentro estaba el secreto para liberarse de sus cadenas? Igualmente, también era posible que hubiese una manera de deshacerse de ella.

Pero eso era ser demasiado optimistas. Era un volumen peligroso. Y no estaba dispuesto a tomar riesgos ni a hacer sacrificios.

Así que lo extendí al frente, sobre el perfecto espejo de agua helada... Pensé en el ente del pacto que le había arrebatado la vista a Nadhia, aquella mujer araña sobre la que Némesis me había hablado.

Y sobre el último sacrificio, aquel que la Bruja había insistido en esconder. Aquél que, me dijo, no podría recuperar.

E imaginé el rostro de aquella arácnida mujer desconocida mientras aligeraba mi agarre sobre el libro, poco a poco liberándolo de mis dedos... hasta que cayó en el agua y se hundió irremediablemente en el oscuro e impenetrable lago, donde se perdería para siempre.

Maldita perra.

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Fin Un placer Sí Adiós Nos vemos pronto Los quiero mucho Besitos Bye
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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