[Tierra de Partida] ¿Amigos?

[LightHelco]

Mi hechizo consiguió impactar en la cara de Yagami obligándole a apartarse mientras se sujetaba media cara con la mano. Al quitar su Llave Espada, me llevé instintivamente la mano al brazo herido, en esta ocasión no pude evitar soltar un grito de dolor.

Inspeccione mi brazo para ver cómo era la herida, de la cual no paraba de salir sangre, aparte de que no podía moverlo sin sentir un gran dolor. Tendría que arreglármelas solo con el diestro, pero por suerte el sacrificio no había sido en vano. La cara de mi rival estaba ahora llena de quemaduras que muy posiblemente nunca desaparecieran y el hecho de haber sufrido aquel golpe lo había enfadado más aun.

—No te rindes, ¿eh? —bramó entre risas. Aquel comportamiento ya empezaba a parecerse demasiado al de un loco, aunque su aspecto no ayudaba a pensar lo contrario —. Bien, voy a acabar contigo…

No esperó a nada, agarrando con fuerza su arma, Yagami se lanzó en una rápida embestida contra mí. Me resultó un movimiento demasiado estúpido por su parte, no tendría ningún problema en esquivarlo y poder golpear, al final resultaba que el joven había enloquecido y esa locura era lo que me daría la victoria.

Cuando estuvo a pocos pasos de mí, me hice a un lado esquivando su ataque para después materializar mi Llave y propinarle un fuerte golpe en la espalda.

“Esta vez seré yo el que me alcé con la victoria” pensé decidido a acabar con aquel al que había creído que era mi amigo.

[VaniRoxy801]

Como era de suponer, Alec esquivó el ataque desesperado de Yagami con mucha facilidad, invocando rápidamente la Llave Espada y dándole un golpe directo en la espalda. Yagami cayó al suelo del impacto, a pocos metros de Alec.

Yagami estaba perdiendo, cosa que le hacía estar aún más cabreado y poder pensar aún menos. Ya no había vuelta atrás, desde que perdió los estribos estaba claro que había perdido, Alec era un rival poderoso y necesitaría mucha frialdad y astucia para vencerle, pero ahora era demasiado tarde. Estaba en el suelo, herido, prácticamente en las últimas y con su cuerpo aún dominado por la locura.

— Vaya, al final voy a ser yo el débil. —pensó Yagami — A este paso nunca podré ganarle a él.

Genial, justo ahora le tenía que venir eso a la cabeza, aunque era lógico. Hacía ya cuatro años de aquello, le quedaba poco tiempo y no había obtenido suficiente poder. Si no era capaz de vencer a Alec, podía olvidarse de superar a River cuando volviese a encontrarle.

—Cálmate, vamos… —se decía Yagami a sí mismo —No debo dejar que me domine… ahora no…

Debía hacer lo posible por controlar su locura, el combate no estaba a su favor, pero si quería salir con vida tenía que empezar a pensar más… “Si quería salir con vida…” Ja. TENÍA que salir con vida. Tenía asuntos que atender, tenía poder que ganar y sobretodo, tenía a alguien especial al que matar.

—Supongo que algún día tendré que morir… —empezó a decir Yagami desde el suelo — Pero desde luego, tú no vas a matarme Alec.

Yagami se giró rápidamente y lanzó otra razia tenebrosa hacia Alec. A esa distancia era imposible que pudiese hacer nada para esquivarla. Después se levantó como pudo, tambaleándose, apenas sin fuerzas pero dispuesto a luchar hasta el final y a sobrevivir, esta vez sin dejarse llevar tanto por su locura.

—Tengo cosas que hacer antes de morir Alec —le dijo, algo más serio —¿Quieres un combate a muerte? Entonces me temo que serás tú el que va a morir.

[LightHelco]

Yagami cayó al suelo tras mi golpe, donde se quedó un tiempo sin hacer nada, cosa que me extraño. Le había alcanzado ya con tres ataques, pero me esperaba que se hubiese levantado loco de rabia para intentar devolverme el ataque.

—Supongo que algún día tendré que morir… —empezó a decir desde el suelo mucho más calmado, alertándome de que el siguiente ataque podría no ser tan fácil de prevenir y esquivar —. Pero desde luego, tú no vas a matarme, Alec.

Yagami se giró rápidamente lanzando otro proyectil de oscuridad. No me dio tiempo a reaccionar, entre sus palabras y el ataque, por lo que la esfera me dio de lleno haciéndome retroceder y llevarme la mano al pecho, lugar donde había impactado el ataque.

Maldije por lo bajo a la par que veía al joven levantarse listo para una segunda ronda. La balanza se equilibraba, Yagami había recuperado la cordura y eso empeoraba las cosas.

—Tengo cosas que hacer antes de morir, Alec —anunció con seriedad — ¿Quieres un combate a muerte? Entonces me temo que serás tú el que va a morir.

El quizá no podría morir, pero yo tampoco. Si moría jamás podría alcanzar mi objetivo de ser el más poderoso de los brujos y demostrarle a aquel que me traiciono por primera vez que no era un debilucho al que podían usar como entretenimiento, al que podían insultar y machacar con sus hechizos.

Debía ganar a toda costa si no jamás podría volver a Ciudad de Halloween y enseñarles a todos quien era y quien había dejado de ser.

—Siento decirte, que yo tampoco voy a morir aquí, Yagami, ¡por lo que sí quieres salir vivo tendrás que superarme!

Preparé mi siguiente hechizo en el brazo herido, el dolor que sentía al hacerlo era insufrible, pero si iba a ganar, tendría que hacer uso de mis dos brazos. Salté contra Yagami dispuesto a ensartarle con mi Llave espada, o eso le haría creer. En cuanto esquivase o bloqueara mi ataque le lanzaría un Piro que acabaría con él.

[EspeYuna]

Sin embargo, el ataque jamás llegó al cuerpo de Yagami. Ni siquiera el hechizo de Alec fue conjurado, pues éste chocó con un aura que apareció frente a su rival: una barrera, la cual lo repelió, haciendo que el pobre mago saltase por los aires y cayese de bruces. Si el brazo ya lo tenía herido de por sí, aquella repentina caída contra el suelo sólo haría empeorar el dolor.

Un misterioso aplauso irrumpió en el lugar. Giraron hacia el sonido y los pasos que se aproximaban hacia ellos. Alec reconocería aquel rostro, sus facetas y, por supuesto, sus intenciones. Para desgracia de él, y para alegría de Yagami, seguramente.

—Vaya, vaya, vaya... —dijo, aunque no parecía que estuviese sorprendido por las habilidades de ambos aprendices— ¿Una pequeña disputa? ¿Puedo participar?

Con una sonrisa burlona que surcó sus labios, y su inseparable baraja de cartas siendo manipulada por las manos de dicho propietario, Andrei Saavedra había hecho acto de presencia. Divertido por la situación, quizás, se acercó a Yagami, mirándolo de arriba abajo.

—Bien, Yagami... parece que ya te has dado cuenta de lo que hay en Tierra de Partida. Así que... te puedo ofrecer una vía de escape —le propuso Andrei al aprendiz, enseñándole una carta del tarot mientras la observaba con detenimiento—. En cierto modo, coloco a cada peón en su lugar.

>> ¿Qué me dices, Yagami?

¿Cómo había conseguido Andrei entrar en Tierra de Partida? ¿Tanto era de poderoso que burlaba la seguridad del bando de la luz?

[VaniRoxy801]

Alec se apartó un poco cuando la razia tenebrosa le alcanzó en el pecho. Aún así, Yagami seguía bastante dolorido como para pensar que estaba en ventaja. Ahora estaba todo más equilibrado, pero Alec seguía siendo muy poderoso y Yagami estaba lleno de heridas, no había que cantar victoria aún.

—Siento decirte, que yo tampoco voy a morir aquí, Yagami, ¡por lo que sí quieres salir vivo tendrás que superarme! —le respondió Alec.

Debía hacerlo, tenía que hacerlo. Si quería obtener el poder que necesitaba para sus fines era necesario quitar a Alec de en medio. Ambos estaban dispuestos a matar al otro con tal de demostrar quién era el mejor… Justo como ocurrió con River hace cuatro años…

Yagami agitó la cabeza. No tenía que desconcentrarse pensado en esas cosas ahora. Alec estaba volviendo a cargar energía en su mano, dispuesto a lanzarle otro hechizo, pero esta vez fue él mismo el que se lanzó a atacar directamente. Alec pretendía golpearle con la Llave Espada y aprovechar ese momento para atacarle con magia. Yagami no estaba como para aguantar más quemaduras, así que se preparó para esquivar a Alec en cuanto este se acercase lo suficiente, pero no fue necesario.

Una especie de barrera repelió a Alec, lanzándole hacia atrás bruscamente. Entonces, empezaron a sonar aplausos. Yagami se giró sorprendido hacia una persona que acababa de llegar, que parecía ser el autor de la barrera. Era un chico de más o menos su edad, que se estaba acercando a ellos de manera arrogante.

— Vaya, vaya, vaya... —dijo mientras se aproximaba— ¿Una pequeña disputa? ¿Puedo participar?

—Lárgate, esto es personal. —le respondió mientras le apuntaba con la Llave Espada. Lo último que necesitaba es que viniese otro aprendiz a molestarle… aunque no recordaba haberle visto nunca por Tierra de Partida… —¿Qué haces aquí? — le preguntó con algo de curiosidad.

El recién llegado empezó a juguetear con una baraja mientras seguía acercándose, sonriendo y observando a Yagami con interés. Había algo extraño en él, no parecía para nada uno de los aprendices de Tierra de Partida… parecía diferente…

— Bien, Yagami... parece que ya te has dado cuenta de lo que hay en Tierra de Partida. Así que... te puedo ofrecer una vía de escape.

Ahora lo había comprendido, aquél chico que acababa de hacer su aparición no era de Tierra de Partida, de hecho, puede que incluso fuese bastante odiado por este mundo. Su manera de ser, su aura, su poder… Sin duda, se encontraba ante alguien de Bastión Hueco. Yagami no pudo evitar dejar escapar una amplia sonrisa. Al parecer, el problema de cómo llegar a su destino se había solucionado.

— En cierto modo, coloco a cada peón en su lugar. —siguió hablando, mientras sacaba una carta de su baraja y la enseñaba— ¿Qué me dices, Yagami?

—Vaya, así que eres uno de los aprendices de Bastión Hueco ¿eh? —le dijo Yagami mientras soltaba otra carcajada — ¿Qué os ha llevado a fijaros en mí?

A Yagami volvían a escapársele algunas risitas macabras, al fin podría irse de aquél lugar e ir en busca del poder y la información que necesitaba. No se había esperado que viniesen a recogerle, pero ya que se habían tomado la molestia… Echó un vistazo hacia donde estaba Alec, con el que había estado peleando hace unos minutos y tras dedicarle una de sus típicas sonrisas, se dirigió hacia el aprendiz de Bastión Hueco.

—Bueno, no me importa, con la condición de que me saquéis de aquí. Acepto tu oferta.

[LightHelco]

Una barrera de energía se interpuso entre yo y Yagami, lanzándome a varios metros de distancia de donde él se encontraba. Aterricé sobre el brazo herido causándome un intenso dolor el cual no pude disimular con un grito. No podía hacer mucho más que retorcerme mientras buscaba con la mirada al que había creado aquella barrera.

El culpable apareció en el momento acompañando sus pasos con unos aplausos.

—Vaya, vaya, vaya... —dijo mientras se aproximaba en con tono arrogante—¿Una pequeña disputa? ¿Puedo participar?

Yagami le apuntó con la Llave Espada pensando que sería algún enemigo, pero no lo era, recordaba haberle visto en Bastión Hueco junto al resto de los aprendices de allí y no andaba por mal camino, ya que fue directo a donde mi rival olvidándose completamente de mí.

—Bien, Yagami... parece que ya te has dado cuenta de lo que hay en Tierra de Partida. Así que... te puedo ofrecer una vía de escape.

No podía permitirlo, ¡no iba a dejar que mi enemigo escapase! A Yagami le encantó aquella propuesta, podía ver como sonreía, pero desafortunadamente no podía detenerlo tirado en el suelo y con un brazo sangrante, me alegraba al menos el saber que no se fijaban en mí, el humillante aspecto que debía tener haría reír a cualquiera.

—En cierto modo, coloco a cada peón en su lugar —siguió hablando, mientras sacaba ¿una carta?— ¿Qué me dices, Yagami?Aquella carta me recordó a que aun tenía fuerzas para un último hechizo, aunque físicamente no pudiese hacer nada, si conseguía dar en el blanco podría acabar con los dos y así demostrar de qué estábamos hechos los miembros de Tierra de Partida.

Mientras Yagami seguía hablando con el aprendiz traidor, fui levantándome con la ayuda del brazo sano. Ya sobre mis pies, levanté la mano para reunir energía en ella y así crear dos esferas de aire que fueron directas contra los dos jóvenes.

—Sota de Picas, esa es la carta con la que va a acabar la partida.

[EspeYuna]

Por desgracia, las últimas fuerzas de Alec no consiguieron alcanzar a Andrei ni a Yagami, pues un aura de oscuridad surgió entre ellos, evitando cualquier daño.

Antes de que Alec pudiese siquiera pestañear, notó una tremenda patada en el costado. Tirado en el suelo, sintió también cómo uno de sus enemigos había aparecido detrás suya, usando un pie para pisar su pecho con fuerza.

—Mal hecho —dijo Andrei, jugando de nuevo con sus cartas mientras observaba desde allí arriba, con superioridad, a Alec—. Y mira que dejaba pensarte con vida..

Andrei presionó su pie contra el cuello de Alec, dispuesto a degollarlo. Lo más humillante es que parecía no estar ejerciendo ningún tipo de fuerza mientras lo hacía.

—Sin embargo... hoy no estoy por la labor —la presión del cuello de Alec desapareció, otorgándole de nuevo el poder respirar. Andrei se alejó, volviendo al portal de oscuridad en el que Yagami estaba esperando—. Sólo pasaba por aquí. Y sigo comprobando que Tierra de Partida sólo acumula débiles.

>> Podemos llamarlo destino, aunque no me gusta usar esa palabra. Mis cartas del tarot son lo único en lo que puedo confiar para asegurarlo todo.

Tanto Andrei como Yagami desaparecieron tras el portal, dejando a Alec allí solo, herido.

*****


Mientras ambos aprendices pasaban el portal y llegaban a unos oscuros pasillos, los cuales sólo estaban iluminados por tenues antorchas, Andrei se presentó a Yagami.

—Como habrás podido comprobar, si es que tienes más cabeza que tu ex-compañero —dijo Andrei, suspirando mientras guardaba su baraja de tarot—, formo parte del elenco de Bastión Hueco. Soy aprendiz, así que me veo obligado a llevarte hasta Ariasu. Sígueme.

Los dos atravesaron el infinito pasillo hasta quedar frente a una puerta. Andrei la abrió y empujó a Yagami adentro.

—Maestro Ariasu —sentenció únicamente Andrei, sin necesidad de decir nada más, se apoyó en una de las paredes mientras sacaba de nuevo su baraja de cartas.

Su Maestra se encontraba en la sala revisando unos papeles que parecían de suma importancia. Sin embargo, los dejó de lado cuando se dio cuenta de la inesperada visita. Alta, de cuerpo esbelto y decorado con ropajes verdes, cuyo sombrero destacaba al igual que sus cabellos rubios.

—¡Oh, vaya! —exclamó, acercándose al joven y dando vueltas a su alrededor— ¿Y esta sorpresa, Andrei? ¿Querías hacerme un regalo?

Andrei no contestó, prestando más atención a su tarot que a la Maestra.

—¡Vamos, no seas así de antipático, y más con los nuevos! —exclamó, vivaz y divertida, Ariasu. Tras ver que el aprendiz no iba a dar su mano a torcer, suspiró y miró con ojos curiosos a los de Yagami— Parece que vienes de Tierra de Partida, pues noto que portas la Llave-Espada.

>>¿Tu nombre?

[VaniRoxy801]

—Sota de Picas, esa es la carta con la que va a acabar la partida. —oyó que decía Alec a su espalda.

Yagami se giró para observar a su rival, que acaba de lanzar otro conjuro. Dos bolas de aire se dirigían a toda velocidad hacia ellos. Yagami intentó ponerse en guardia rápidamente, pero no fue necesario esquivar ni repeler el ataque, puesto que un aura de oscuridad le rodeó al instante. Lo siguiente que vio cuando se disipó el aura fue a Alec tumbado en el suelo y al recién llegado pisándole el pecho.

—Mal hecho. —dijo mientras seguía jugueteando con sus cartas— Y mira que pensaba dejarte con vida… —dicho esto empezó a presionar sobre el cuello de Alec, asfixiándolo.

Sin duda, era alguien del bando “enemigo”. Al parecer, iba a largarse por fin de Tierra de Partida. Sonriendo, hizo desaparecer la Llave Espada, su combate con Alec había terminado. Alec… Aquél con el que había estado combatido hace unos minutos estaba ahora luchando por respirar. Era curioso, no sólo no tenía ganas de reírse de él, sino que una parte suya quería… ayudarlo…

—Sin embargo... hoy no estoy por la labor. —dijo el aprendiz de Bastión Hueco mientras dejaba de pisar a Alec y se dirigía hacia donde estaba Yagami— Sólo pasaba por aquí. Podemos llamarlo destino, aunque no me gusta usar esa palabra. Mis cartas del tarot son lo único en lo que puedo confiar para asegurarlo todo.

Un aura oscura empezó a formarse alrededor suyo… Había llegado la hora de irse. Yagami seguía esbozando una sonrisa mientras la oscuridad le cubría. Justo en ése momento, miró hacia Alec, que estaba tumbado a pocos metros, prácticamente en las últimas. Yagami sonrió, pero sin burlarse de él, tan sólo quería dedicarle unas palabras antes de que la oscuridad le tragase por completo.

—Alec, esta vez el punto va para ti. Estamos empate, así que hay que hacer el desempate algún día. Ten en cuenta que la próxima vez…— Pero no puedo acabar la frase, la oscuridad le engulló por completo, y Tierra de Partida desapareció de su vista.

Cuando salió del portal oscuro, se encontró en un pasillo tenebroso débilmente iluminado por antorchas. Debía estar dentro del castillo de Bastión Hueco del que había oído hablar, pero tuvo poco tiempo para quedarse mirando el decorado, puesto que cuando otro aprendiz salió del portal, le habló.

—Como habrás podido comprobar, si es que tienes más cabeza que tu ex-compañero, formo parte del elenco de Bastión Hueco. Soy aprendiz, así que me veo obligado a llevarte hasta Ariasu. Sígueme.

Sin rechistar, Yagami empezó a seguir al chico por los pasillos del castillo. Suponiendo que allí las cosas funcionasen como en Tierra de Partida, cada Maestro tenía a varios aprendices a su cargo, y aquél parecía ser aprendiz de una Maestra llamada Ariasu. Seguramente ahora le tocaría conocerla para que le acogiese como aprendiz suyo.

Siguieron andando hasta llegar a una puerta. El aprendiz la abrió y empujó a Yagami dentro. Se iba a quejar, hasta que se percató de la presencia de una mujer, alta y esbelta, vestida con unos ropajes verdes y blancos y un gran sombrero, también blanco.

—Maestra Ariasu —dijo el aprendiz mientras entraba y se apoyaba en la pared, sacando de nuevo su baraja de cartas y entreteniéndose con ella. Dicho esto, la Maestra dejó el papeleo en el que estaba inmersa y se dirigió hacia Yagami, para observarlo con detenimiento.

—¡Oh, vaya! —dijo mientras daba vueltas alrededor suyo, cosa que inquietaba a Yagami— ¿Y esta sorpresa, Andrei? ¿Querías hacerme un regalo?

Vale, la primera impresión fue extraña. La Maestra Ariasu parecía comportarse como una cría inocente. Pero no había que fiarse de las apariencias, si había llegado a Maestra del bando de la Oscuridad, era por algo. De mientras, Andrei seguía apoyado en la pared, jugando con sus cartas y sin prestarle atención a la Maestra.

—¡Vamos, no seas así de antipático, y más con los nuevos! —exclamó Ariasu con un tono de absoluta felicidad— Parece que vienes de Tierra de Partida, ¿tu nombre?

—Eh… Yagami Kiryu — respondió mirando a su nueva y extraña Maestra. Aún le costaba respirar tranquilamente, seguía exhausto por su combate con Alec… Necesitaba descansar.

[LightHelco]

Un aura de oscuridad hizo desaparecer mi último ataque. Sorprendido intenté deducir que había sido aquella defensa, pero la patada que recibí al segundo fue suficiente para hacerme olvidar mi fallido ataque.

Volví a verme en el suelo ya sin fuerzas siquiera para levantarme. Pude notar como alguien colocaba su pie sobre mi pecho para impedir que me levantase, a la par de causarme algo de dolor al pisar con fuerza en el lugar donde había recibido anteriormente el hechizo de Yagami.

Aquella acción me había parecido demasiado rápida para ser del chico de las cartas, pero al mirar arriba pude verle jugando con su baraja con una expresión en la que hacía ver que era superior a mí.

—Mal hecho. Y mira que pensaba dejarte con vida...

Aquel comportamiento, el tono de sus palabras, me recordaba demasiado a Anthoni y aquello no mejoraba mi humor, tan solo me irritaba más aun. Quería escupirle, insultarle, decirle lo que pensaba de su compasión, materializar mi arma y destrozarle la cara. Necesitaba soltarlo todo, acabar con este horrible día que no paraba de recordarme lo débil que era.

Pero ni siquiera eso me iba a permitir. El aprendiz pasó su pie hasta mi cuello apretándolo con la intención de matarme en aquel lugar. Notaba como el aire se me escapaba, sufría al intentar respirar y veía como aquella persona sonreía mientras intentaba degollarme. La vista se me nublaba y empezaba a dejar de sentir el dolor, sentí perder el conocimiento.

—Sin embargo... hoy no estoy por la labor —la presión del cuello desapareció al instante permitiéndome volver a respirar y aunque me costase, cogí grandes bocanadas de aire deseando no volver a perderlo nunca —. Sólo pasaba por aquí.

Al recuperar la visión pude ver como Yagami y aquel tío seguían hablando.

—Podemos llamarlo destino, aunque no me gusta usar esa palabra —destino. La palabra rebotaba en mi cabeza, después de haberme enfrentado el día anterior a él, hoy decidía demostrarme lo cruel que podía llegar a ser —. Mis cartas del tarot son lo único en lo que puedo confiar para asegurarlo todo.

Me pareció inteligente el confiar en unos objetos como esos, al menos sabías que ellos nunca te iban a apuñalar por la espalda. Y hablando de apuñalamientos, un portal de oscuridad empezó a formarse alrededor del chico de las cartas y Yagami, esté me dirigió una última sonrisa antes de irse, una sonrisa con la que no pretendía burlarse de mi estado, algo que agradecí viniendo de alguien como él.

—Alec, esta vez el punto va para ti. Estamos empate, así que hay que hacer el desempate algún día. Ten en cuenta que la próxima vez…

—No te dejaré vivir —completé la frase al ver que los dos desaparecían junto el portal.

Cerré los ojos hundido. Y un cuerno había ganado, todo lo contrario, no era más que un perdedor, alguien que no llegaría a nada, un débil iluso que se creía capaz de todo. Deseé que aquel joven me hubiese matado, de esa forma no tendría que sentirme así, pero no, el había preferido echar mi orgullo por los suelos, vencerme sin esfuerzo y humillarme con su falsa compasión.

Compasión…aquello que siempre acababan sintiendo hacia mí. En el momento en que estaba débil me trataban como a uno más, pero luego se volverían, me dejarían tirado como ahora, sin fuerzas y herido. Yagami tenía razón, al creer en la amistad me volvía débil, confiaba en aquellos que acabarían traicionándome.

Y todos ellos tenían razón: Era un iluso, alguien débil.

Me quedé allí tumbado un rato, al menos para reunir la suficiente fuerza y poder sentarme. La cabeza me daba vueltas debido a la pérdida de sangre y lo complicado que se me hacía respirar. Al incorporarme noté un ligero dolor en uno de los costados a causa de alguna costilla rota. Me llevé la mano diestra a la cabeza, me faltaban fuerzas para todo, casi todo el cuerpo me dolía y no podía más que odiarme a mí mismo por ser tan idiota.

—Todo es como aquel día, el día en que me gané su odio y rivalidad —me decía a mi mismo a la vez que los recuerdos de hacía ocho años volvían a mí.

Anthoni y yo discutimos aquel día y como era normal acabamos peleándonos. Su magia contra mi fuerza. Llevaba las de perder. Los hechizos me llegaban desde todos los lados, pero no quise rendirme, por lo que me levantaba una y otra vez para encarar a mi rival.

Sin pensarlo, vi que había conseguido levantarme, aunque aun me tambalease un poco, todo se volvía más borroso por segundos, sin contar que las pocas fuerzas que tenía no me darían para moverme muy lejos.

En aquella ocasión también había visto como mis fuerzas flaqueaban durante el combate. No sabía cuántos hechizos más podría aguantar, por lo que debía golpear al que pensé que había sido mi amigo durante tantos años lo antes posible.

Di un paso y otro más.

Conseguí llegar a hasta él y propinarle un buen puñetazo en la cara.

Mi cuerpo cedió y acabé de rodillas. Por mucho que mirase hacia adelante no podía ver nada, todo era un rio de colores que se mezclaban entre ellos.

Mi último recuerdo de aquel día era ver a Anthoni retroceder y preparar un poderoso conjuro, en su cara podía verse tranquilamente lo mal que le había sentado que alguien como yo le tocara. El ataque me dio de lleno enviándome volando hasta chocar contra un edificio.

Acabé derrumbándome por completo, siendo lo último que sentí el frío tacto de la hierba.

“Igual a aquel día”

[EspeYuna]

La Maestra siguió observando al aprendiz. Al ver cómo jadeaba, visiblemente agotado, se dirigió a una vitrina cercana al escritorio donde había estado meditando entre papeles antes de que los dos jóvenes aparecieran. Extrajo de ella un pequeño frasco cuyo color Yagami reconocería.

La lanzó al aire, esperando que su nuevo pupilo la recogiese al vuelo.

—¡Un regalo de bienvenida! —exclamó, acercándose de nuevo a él— A partir de hoy serás mi nuevo aprendiz, ¡seguro que aquí te sentirás como en casa! ¡O mejor que en tu antigua morada, pues obtendrás sabiduría, poder! ¿¡A qué es genial!?

Demasiado efusiva para lo que había llegado a imaginarse Yagami —si no tendía a compararla con la Maestra Yami, la reina de la locura—, se dirigió hacia Andrei.

—Andrei, acompáñalo a sus nuevos aposentos, ¡de seguro querrá echarse una buena siesta!

Andrei, chasqueando la lengua por seguir recibiendo órdenes, cedió, haciendo seña con la cabeza a Yagami para que le siguiera de nuevo.

Una vez se fueron de la habitación, la Maestra Ariasu contempló cómo la puerta se cerraba.

Su sonrisa desapareció para mostrar de nuevo seriedad mientras volvía a su trabajo.

—Así que... Tierra de Partida sigue ganando traidores —alguien más se encontraba en la habitación, observando a Ariasu desde un rincón oscuro, mientras leía un libro con tranquilidad.

—No debería sorprenderte, Nanashi.

*****

Los nuevos aposentos de Yagami eran más oscuros que los de Tierra de Partida, pero seguramente el aprendiz no se quejaría. Antes de que Andrei abandonase el cuarto, dirigió unas últimas palabras a su nuevo compañero, de espaldas a él.

—Aquí no queremos débiles —sentenció, mostrando seriedad y, por supuesto, arrogancia—. Espero que sepas aprender rápido.

[VaniRoxy801]

La Maestra Ariasu se dirigió hacia una de las vitrinas cercanas para coger un frasco con un líquido verde. Yagami reconoció al instante que era una poción, al parecer la Maestra se había dado cuenta de que estaba haciendo todo lo posible por mantenerse de pie. Ariasu le lanzó al frasco y Yagami lo cogió al vuelo.

—¡Un regalo de bienvenida! —le dijo mientras volvía a acercarse— A partir de hoy serás mi nuevo aprendiz, ¡seguro que aquí te sentirás como en casa! ¡O mejor, pues obtendrás sabiduría, poder! ¿¡A qué es genial!?

—Sí, más que genial. —le respondió Yagami sonriendo mientras abría el frasco. Parece que había encontrado el lugar ideal para obtener la sabiduría y el poder que estaba buscando.

Se bebió la poción de un trago, notando como hacía efecto. El dolor y el cansancio disminuyeron un poco, pero aún no estaba en plena forma, iba a necesitar una buena sesión de sueño para recuperarse completamente.

— Andrei, acompáñalo a sus nuevos aposentos, ¡de seguro querrás echarte una buena siesta!

Al parecer Ariasu también se había dado cuenta de eso. Acababa de ordenarle a Andrei, su aprendiz, que le guiase hasta su nueva habitación. Aunque Andrei no parecía muy contento con la orden, le hizo una seña a Yagami para que le siguiese. Salieron de la estancia donde estaba Ariasu y se dirigieron hacia los nuevos aposentos de Yagami.

Cuando Yagami entró en la habitación se encontró con un cuarto bastante parecido al de Tierra de Partida, aunque mucho menos iluminado. Por lo demás todo igual, una cama, una silla, un armario… lo básico.

— Aquí no queremos débiles. —le dijo Andrei desde la puerta— Espero que sepas aprender rápido.

— No te apures. —le respondió Yagami con una carcajada— Eso no va a suponer ningún problema. —añadió mientras Andrei se iba y cerraba la puerta de su habitación.

Tras un rato de silencio, Yagami dejó escapar un largo suspiro. Había sido un día bastante agitado. Su vista se dirigió hacia la cama, le iba a venir perfecto dormir durante el resto del día. Pero mientras se acercaba se dio cuenta de su ropa, que estaba bastante estropeada por la pelea con Alec. Aparte de que estaba bastante sucia, había trozos quemados.

Se dirigió al armario y lo abrió. Por suerte, encontró ropa bastante de su estilo; unos pantalones negros similares a los que llevaba puestos, una camiseta morada, demasiado ajustada para su gusto, pero tampoco había mucho más que elegir, y una chaqueta oscura con algo de pelusa en la parte superior. Se vistió con la nueva ropa que acababa de coger.

Spoiler: Mostrar

Este sería el nuevo aspecto de Yagami:

Mientras cerraba el armario, se dio cuenta de que en el interior de una de las puertas había un pequeño espejo. Se quedó mirando a sí mismo un rato, fijándose en su mejilla derecha, en la que había una quemadura bastante grave. Se acarició en el lugar de la quemadura.

— Esto se va a quedar para siempre… —se dijo a si mismo mientras suspiraba y cerraba el armario.

La pelea contra Alec había sido bastante reñida, pero siendo realista, si Andrei no hubiese intervenido, ahora mismo no estaría allí. Su locura había vuelto a apoderarse de él y le había vuelto a dejar al borde de la muerte. Debía controlar mejor sus instintos psicópatas, o podía costarle caro.

“Tu problema es tu mente, estás tan loco que no puedes controlarte en los momentos más críticos.”

Vaya… justo ahora le habían venido esas palabras a la cabeza… Rebuscó en los bolsillos de su antiguo pantalón, hasta que encontró lo que buscaba, la foto que había llevado consigo desde hacía unos cuatro años. Se tumbó en la cama y se quedó mirando la foto durante bastante rato. Aquella foto que se había hecho con él antes de que se fuese… Cuatro años habían pasado ya, y seguía sin ser tan poderoso como esperaba…

Suspirando, se guardó la foto en el bolsillo, cerró los ojos y se dispuso a dormir. Pese a la poción, aún se encontraba bastante cansado y necesitaba descansar durante muchas horas. No tardó nada en quedarse dormido.

“Pues lo haremos así. Nos separaremos unos años y cuando volvamos a encontrarnos, veremos quién es mejor que el otro.”

[LightHelco]

Cuando recuperé el sentido descubrí que estaba en mi habitación. Sonreí al saber que alguien me había encontrado en los jardines y traído hasta aquí. Vi que me habían quitado la parte de arriba de la ropa dejando así a la vista las curas que habrían usado en mí dejando como prueba un brazo izquierdo totalmente vendado a la par que la cintura y el cuello.

Me volví a tumbar suspirando, estaba agotado y por mucha venda que tuviese tanto el brazo como las costillas que tuviese rotas aun se hacían notar. Teoricé sobre quien habría podido encontrarme, Yagami y yo nos habíamos juntado en una zona algo alejada y en la que no había nadie que hubiese podido vernos luchar, por lo que podría haber sido cualquiera que hubiese decidido pasar por allí.

Busqué con la mirada mi sombrero, no recordaba el momento en que se habría separado de mi cabeza, pero recordaba no haberlo tenido en el momento en que me desmayé. Me levanté un poco al no poder verlo por ningún lado cuando este, salido de la nada, voló hacia mí.

—Supongo que buscabas esto, kupo —escuché una vocecilla aguda hablándome.

Exclamé sorprendido al girarme para ver al moguri. No me había dado cuenta de cuando había entrado y el sobresalto que me había llevado hizo que me sonrojase al acordarme que de cintura para arriba estaba desnudo.

—Sí, gracias —agradecí colocando el sombrero sobre la mesilla —. Esto… ¿podría saber cuánto tiempo llevo inconsciente?

El animalillo me sonrió en un intento de relajarme y tras volar hacia mi mesilla y sentarse en ella empezó a hablar:

—No sabemos cuánto tiempo puede haber pasado entre que te desmayaste y te encontramos, kupo, pero habrás pasado así alrededor de unas cuatro horas, kupo —¿cuatro horas? Eran bastantes, aunque teniendo en cuenta mi estado lo podía ver hasta normal—. Aun así no deberías de preocuparte por si estabas citado por algún Maestro para entrenar, kupo, Mog avisó a los maestros de tu estado y han preferido dejarte unos días libres para que recuperes fuerzas, kupo —no sabía si agradecerlo o verlo normal por parte de Kazuki, cualquier excusa era buena para no tener que hacer nada.

—Muchas gracias por todo…

—Mogara —completó presentándose —. Suelo encargarme de bastantes aprendices, kupo, por ejemplo hace unos días casi me da un infarto con una chica a la que le dio por escaparse, kupopo —susurró algo mas referente a esa aprendiza, pero no estaba muy motivado para enterarme de ese tipo de cosas —. Bueno, será mejor que te deje descansar, kupo, si necesitas cualquier cosa solo tienes que avisar ¡kupo!

Asentí haciéndole ver que lo había entendido y en el momento en que se fue me tumbé directamente casi golpeando la cabeza contra la pared, lo que me faltaba hoy era recibir otra herida mas.

Me quedé mirando al techo y pensando en lo ocurrido aquel día, ahora que mis ideas podían ser más claras que durante la batalla. Realmente me costaba creer que finalmente hubiese explotado y que descargase mi odio hacia Yagami, pero era lo que había. Debía dejar de confiar tan ciegamente en todo aquel me mostrase un mínimo en simpatía o volvería a ocurrirme lo mismo o llegara a lo peor. Admitía ser orgulloso e incluso ahora no habría dejado que un enemigo se me fuera de rositas, pero si hubiese pensado en las consecuencias antes de atacar al aprendiz de Bastión Hueco lo más probable es que solo tuviese que preocuparme de un brazo.

—Te has comportado como un idiota, Alec —me reproché a mí mismo a la vez que me tapaba con las mantas —. Será mejor que duermas y te olvides de todo esto.

Apagué la luz, terminando así con aquel día.

[EspeYuna]

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No voy a poder parar a explayarme para comentar vuestro encuentro, aunque lo he leído gustosamente y puedo decir que me ha encantado y entretenido bastante. Enhorabuena ^^

Alec, 28 PX. Te faltan 4 PX para subir al nivel 7

Yagami, 26 PX. ¡Subes al nivel 5!

Y con esto cierro tema ;D