Otro día más… Como todos los demás… Un soleado y aburrido día en Tierra de Partida. Como de costumbre, Yagami estaba tumbado bajo la sombra de uno de los árboles del jardín. Aunque esta vez no estaba descansado, estaba de nuevo estrujándose la cabeza con algo que había sido tema de conversación de todo el mundo: Los sucesos que ocurrieron hace poco más de una semana.
Al parecer, un gran grupo de aprendices “llegó” hasta el mundo de Bastión Hueco, lugar prohibido para ellos. Y lo que encontraron allí fue de lo más interesante: Maestros y aprendices “traidores”. Todo eso era lo que más le rondaba la cabeza a Yagami. Como siempre, se estaba dejando llevar por la curiosidad, y ahora mismo ésta le decía que si aquellos Maestros habían traicionado al resto, es porque sabían algo más.
Llaves Espada, Maestros, Sincorazón, Luz y Oscuridad… Había tantas cosas que aún no acababa de comprender y que quería saber, que necesitaba saber. Y ahora mismo, lo único que se le ocurría para saber más sobre eso era contactando con aquellos Maestros que habían traicionado al resto por un motivo desconocido.
Y ése era el problema. No sabía muy bien cómo llegar a Bastión Hueco, y aunque lo supiera, no podría presentarse allí porque sí pidiendo que le explicasen lo que sabían de más. No era lo suficiente bueno con el Glider como para vagar por ahí en busca de un mundo. Había demasiadas preguntas dentro de él, quería saber más…
Yagami suspiró y se agarró la cabeza. De nuevo le estaba dando muchas vueltas al asunto, pero aún así no podía quitárselo de cabeza. Se levantó un poco para quedarse sentado y apoyado bajo el árbol. Empezaba a sentirse bastante cansado… Tenía que dejar de pensar en eso, aunque sólo fuese por un momento.
Entonces vio a alguien a lo lejos, caminando por el sendero, alguien conocido de hecho… y le vino una idea a la mente.