—
Siento este absurdo retraso, no volverá a pasar.—
No importa —contesté simplemente cuando Saeko me alcanzó.
Aceleramos el paso, esta vez descendiendo la velocidad ligeramente para poder avanzar juntos, pasamos otra callejuela, y otra... Y finalmente acabamos en la plaza, aquella en la que en el Ocaso de una Estrella habíamos aparecido la mayor parte de Aprendices de Tierra de Partida.
—
¿No es aquel el intruso? Deberíamos dejar que los Sincorazón se encarguen de él... —señaló Saeko siendo la primera en darse cuenta de su presencia. Estaba siendo atacado por sincorazón... Y sin duda le conocía. Le había visto en una misión con los de Tierra de Partida y otra más en Atlántica, si mal no recordaba.
—
La maestra lo quería vivo, habrá que salvarlo.—
Eso es cierto. Tendremos que salvar su pellejo por ahora —comenté apretando con fuerza el mango de mi llave espada y corriendo junto a Saeko y Gengar contra los sincorazón que acosaban al joven.
Eran dos, dos Soldado. Justamente los que habíamos estado siguiendo desde que habían detectado al intruso cuando estábamos en la tienda.
—
Tenemos que librarnos de estos si queremos capturarlo vivo. Gengar, no bajes la guardia, no me seas inútil.—
Déjamelo a mí.Saeko y Gengar no tardaron en lanzarse a por uno de los Soldado con una mirada fiera que podría echar atrás a un fornido guerrero. Sin prestar más atención a mis compañeros realicé un combo que encadenó tres golpes acabando con una estocada que atravesó el pecho del ser de oscuridad eliminandolo por completo dejando tan solo un corazón que flotó hacia el cielo.
Pero como si los corazones flotantes de los Soldado que habíamos eliminado hubiesen sido un cebo varias Sombras empezaron a surgir de varias rendijas que en su día habían servido para canalizar el agua de las fuentes, que ahora estaba estancada.
—
Ni se te ocurra intentar nada raro. Tú —miré ferozmente a Fran.
Pero no tardó en aparecer una gran humareda de oscuridad de la que surgió como por arte de magia una especie de criatura con forma humanoide medio enjorobada de tonos azules con un escudo que parecía lucir una cabeza de perro con tres ojos rojos y con vida propia, al parecer.
—Esto empieza a ser problemático —comenté sin saber muy bien como atacar a aquella criatura a la cual jamás había visto.
Ese sincorazón parecía más poderoso que los demás, sin duda.
—
¡No perdamos más tiempo!—
Me encargaré del grandullón.Aquella afirmación fue tal vez demasiado precipitada. Desconocía todo de aquel monstruo, parecía tener unas defensas muy altas y sobre aún encima aquel escudo no parecía ser algo de fiar, aunque de algún modo que tuviese una cabeza que abría y cerraba la mandíbula me hacía pensar que era alguna clase de punto débil.
¿Acaso un punto débil sería tan obvio?No, no tenía sentido eso. Pero no tuve mucho tiempo para pensar. El monstruo avanzó hacia mí. Me lancé de frente para clavar la llave espada en la frente del Escudo-Cabeza con un resultado pésimo, como si hubiese golpeado una goma salí rebotado hacia atrás estando a punto de caer de espaldas y lo peor, sin que me diese tiempo a reaccionar el Escudo-Cabeza se acercó peligrosamente hacia mí con sus fauces abiertas.
Tragué saliva al notar el fétido aliento de aquella especie de arma viviente. Por poco más y posiblemente me habría quedado sin cara.
El escudo es invulnerable.Empecé a correr de frente nuevamente, pero esta vez dando un salto hacia su lado derecho con una veloz finta. Logré golpear a la criatura haciendo que mi espada soltase un sonido metálico. Volví asestar otro golpe más, y otro. Pero poco más pude hacer.
La criatura empezó a girar sobre sí mismo haciendo que su Escudo-Cabeza impactase contra mí tirándome a un lado. Los ojos de aquella arma empezaron a brillar intensamente y una especie de pequeñas llamas surgieron de su boca.
La bola flamígera se lanzó contra mí sin dudarlo.
—
¡Aura tenebrosa! —exclamé haciendo que de mi cuerpo saliese una humareda negra que rodeó por completo mi cuerpo. Pero aquello tampoco fue suficiente.
El Piro, sin duda más poderoso que mi magia defensiva logró atravesar mi Aura impactando contra mí y provocando que mi ropa fuese corroída mostrando así parte de la zona de mi hombligo con unas ligeras quemaduras. Al menos había aquello había frenado un poco aquel Piro.
Es más fuerte que yo...¿Lo es? Sabes que yo poseo el poder suficiente como para derrotarle, ¿por qué no ceder?Me levanté del suelo y escupí sangre que había provocado el anterior golpe con el escudo. Interpuse mi espada entre él y yo.
—
No juegues conmigo, monstruo. Yo soy invencible —dije amenazante contra el sincorazón.
Pero sin casi darme cuenta... Los sincorazón nos habían ya rodeado.
No por nada aquel era el Mundo Prohibido. El gran nido de sincorazón, millones de personas transformadas. Todo un mundo transformado.
¿Acaso era posible luchar contra todos los que habían sido habitantes de aquel mundo en el pasado? Los tres éramos aprendices. Simples novatos, incluso yo, a pesar de haber sido considerado en Tierra de Partida por Xefil uno de los Aprendices más poderosos...
No podía compararme a Alexis y los otros aprendices de antes de La Caída de Bastión Hueco.
Sonreí.
En aquel momento, como quien dice estábamos muertos.
Decenas de sincorazón nos rodeaban y yo no podía hacer nada. Nada de nada. Ni siquiera había podido contra aquel sincorazón del Escudo, ahora habían aparecido otros dos más que empezaban a aproximarse. Sonreí.
No era miedo lo que sentía. Era... algo más.
Entrega lo que me pertenece y no morirás.Un dolor agudo en mi cabeza hizo que me parase unos instantes como si no estuviese allí.
No, no podía caer ante Ello. Lucharía y ganaría con mis propios medios.
—
¡Vosotros! —grité para llamar la atención de mis compañeros enzarzados en una cruenta batalla—.
Más os vale no morir hoy.>>
Por que hoy... Vamos a devorar muchos Sincorazón.Dejé escapar una siniestra sonrisa sin darme cuenta cuando varios Sincorazón Sombra saltaron sobre mí, aunque fueron facilmente eliminados convirtiéndose en una especie de líquido negro que mi cuerpo empezó a devorar haciéndo aquella oscuridad parte de mí.
—
Siento... Siento el Poder —los iris de mis ojos de color amarillo empezaron a expandirse cubriendo la esclerótica y comenzando a brillar como los de los Sincorazón.
Nota: La habilidad devorar solo afecta a un único Sincorazón Purasangre, esto lo hice solo por narrativa y tal.