Halloween. ¿De dónde procedía la festividad, y el nombre que la evocaba la noche del 31 de Octubre? ¿Por qué ese día? ¿De dónde surgían las brujas, los vampiros y todos aquellos seres de cuento? Algunos ancianos de la Villa le habían hecho la misma pregunta a sus padres y a sus abuelos cuando tuvieron la mediana edad de abandonar la tradición de su tierna niñez, y todos respondían lo mismo: "Halloween es, sin duda, una Maravilla más de Villa Crepúsculo."
Algunos añadían que procedía de aquellos libros de autores desconocidos que aparecían sin más en la ciudad, quizás procedentes de ciudades lejanas y olvidados por los misteriosos extranjeros que se pasaban por allí de vez en cuando. Pero como la mayoría de los habitantes de Villa Crepúsculo no estaban interesados en visitar las tierras de más allá de donde llegaban los trenes de la estación, celebraban esa noche sin echar humo por la cabeza.
Había bastantes familias emocionadas por la llegada de los más pequeños, dispuestos a usar su ingenio e imaginación para ganarse los caramelos que había preparado anteriormente la vieja propietaria de la tienda de dulces, considerada por muchas cuarentonas una vieja rara, pero por muchos niños una tercera abuela. Muchas tiendas aprovechaban aquella noche para abrir sus tiendas al público, y se celebraban algunos torneos de Struggle para entretener a los más mayores mientras los pequeños se reunían en grupos y corrían despavoridos, la mayoría disfrazados, a llamar cuanto antes a las puertas de la Plazoleta del Tranvía.
Pero las cosas habían cambiado mucho: no todos los mayores lo pasaban tan bien esa noche. Años atrás había habido muchos gamberros dispuestos a hacer jugarretas de mal gusto. Se había hecho más difícil hacerse con los caramelos. Por otro lado, la competencia estaba muy reñida, pues no sólo los pequeños iban de puerta en puerta. Algunas pandillas también eran adictos al dulce, o acompañaban a sus hermanos pequeños para procurar que se les trataba bien.
Y los portadores de la Llave-Espada no iban a ser menos para acudir a la tradición. Era una ciudad muy grande, pero los rumores decían que sólo en seis casas se encontraban los dulces más codiciados de la encargada de la tienda de gominolas. Hacerse con ellos suponía un reto en el Truco o Trato. Ahora bien, ¿por dónde empezar? ¿Ir sólo o en grupo?
Para los más valientes, existían dos casas misteriosas y peculiares, diferentes al resto: una, situada en la Plazoleta, tenía el símbolo de un corazón en su puerta. ¿Quién celebraría Halloween con un decorado tan pomposo y fuera de tono? Y existía otra, supuestamente abandonada, sin timbre al que llamar. Pero sí una puerta la cual tocar. Aunque los rumores decían que allí había una persona que daba caramelos. ¿Sería una broma? ¿O es que alguien tenía algo especial preparado para sus invitados?
Empezaba a anochecer...