Ni una sola de aquellas criaturas hizo gala durante aquel día. Y era especialmente extraño: aquel día era estupendo para cazar niños que caminaban de casa en casa pidiendo chucherías, sin adultos que vigilaran los posibles peligros. Era prácticamente un festín al aire libre y, sin embargo, ya no estaban allí. ¿Acaso respetaban aquella noche como un ritual sagrado para aquellas criaturas de la oscuridad? ¿Quizás toda la especie había sido erradicada hasta su mismísimo final? O... ¿El terror se había apoderado de ellos?
La respuesta estaba ahí fuera. Sólo los jóvenes aprendices de la Llave Espada podían desencriptar el misterio, y el único modo era la labor más difícil y estresante a la que se habían enfrentado nunca. ¿Superar las estresantes pruebas de un templo que te obligara a recobrar los recuerdos de anteriores generaciones de Maestros? ¿Escapar de guardias parisianos que pretendían quemarles en la hoguera? Nada de todo aquello era mínimamente comparable al horror.
Tenían que disfrazarse terroríficamente y pedir golosinas de puerta en puerta. Oh, bendito Efialtes, qué hicieron para merecerse esto.
La calle del Distrito 2, sólo habitable de día, era preciosa. ¡Niños corriendo de un lado a otro! ¡Gamberros lanzando huevos a la tienda del sombrerero! ¡Una furgoneta en la que un señor mayor aseguraba que tenía ricas golosinas para los más pequeños en privado!
Pero en términos generales, seis casas en total eran las interesantes. Y aunque nunca antes se habían percatado de su presencia, allí estaban. Sólo de verlas tendrían pesadillas toda la noche, escalofríos notarían en su espalda y la piel de gallina se les pondrían. Más de uno seguramente llegaría a pensar que se podía escribir toda una serie de libros acerca de sus inquilinos.
La primera casa era ciertamente interesante. Estaba decorada por fuera con siniestros muñecos colgados de ventanas y paredes, con posiciones extrañas e inhumanas. Algunos de ellos tenían nombres tales como Rachel o Justin. En la puerta una inscripción en inglés señalaba Don't play with Dummy, y debajo decenas de risas sobre el susodicho chiste.
La segunda casa contaba con el elemento más clásico de aquellas fechas: muchas calabazas. Quizás demasiadas. En las ventanas, cartulinas de calabazas; en las paredes, calabazas pegadas; incluso era difícil ya de por sí acceder a la puerta, ¡pues había un total de trece calabazas en ella! Todas con largas sonrisas que mostraban maldad y picardía. La palabra venganza estaba escrita en el felpudo a modo de bienvenida.
La tercera casa... Bueno, la cosa se ponía interesante. Estaba claro que su inquilino había dado todo de sí para decorar su fachada con motivo de aquel día. Sus paredes eran verdes, pero no por pintura: ¡alguien la había recubierto de un pringue verde pegajoso! Hasta parte del suelo estaba recubierto de aquella cosa, y dios santo, ¡era horrible! La imaginación podía hacer pasar una me paasada sobre qué era exactamente aquella cosa. Y mejor quizás no saberlo...
La cuarta casa era incluso bonita. Había sido decorada con decenas de máscaras de plástico de todo tipo: un vampiro, un hombre lobo, una momia... Lo típico de aquellas fechas. Sin embargo, en la puerta principal una interesante máscara verde, con colmillos y ojos rojos esperaba a cualquiera que se atreviera a llamar a la puerta, puesto que no había timbre. Casi parecía que fuera a comer la mano del que llamase.
La quinta casa era mucho más típica que el resto: su temática eran los fantasmas. Algunos dibujos de fantasmas blancos en las ventanas, una manta con dos agujeros en el tejado, incluso... ¡Una vieja con cara de mala hostia en el segundo piso que miraba por delante de las cortinas con los ojos casi salidos de órbita! ¡Aquello era pasarse decorando ya!
Y la sexta y última casa era, para variar, completamente normal. Una calabaza junto a la puerta, un murciélago colgante bajo esta y un felpudo en el que ponía Happy Halloween. Nada más. Bastante soso, sí. Su inquilino tampoco se había esforzado demasiado en decorarla.
Seis casas y muchas chucherías... A alguien le daría un ataque con tanto azúcar.