—Hablas de tu antiguo Maestro, ¿no? La verdad es que todavía no he tenido la oportunidad. Estos meses me he dedicado exclusivamente a manejar correctamente la Llave Espada para combatir. También he aprendido a jugar al Paintball… —dejó escapar sin querer mientras organizaba el espacio de los alimentos y los materiales para que ocuparan el mínimo espacio en la balsa.
—De todos modos, no todos los enemigos pueden vencerse solo con fuerza bruta —afirmó Ragun—. Yo también confío más en mis habilidades físicas que mágicas, pero tener habilidades de larga, media y corta distancia es la mejor forma de no tener puntos débiles. Probablemente tu perderías contra cualquiera al que no pudieses alcanzar ya fuese porque es muy rápido o porque pudiese volar.
—¿En serio? Creo que tengo una habilidad de combate que me permitiría acertar enemigos voladores, pero ahora que lo pienso mi puntería no es pésima, lo siguiente —justificó Light, bastante avergonzado. En verdad era un negado para la magia, definitivamente.
En cuanto prepararon todo, se subieron a la balsa y comenzaron a remar para hacer avanzar el vehículo. Light habría preferido ir nadando hasta la isla principal, pero no les quedaba otra que utilizar las balsas para trasladar aquellos materiales. Además, podía apostar mil millones de platínes a que la idea no le agradaría en absoluto a Ragun.
—¡Es tan tarde que ya pensábamos que no llegaríais nunca!
En la orilla de la playa de la isla principal les esperaba Queiri y sus amigos, quienes les recibieron con saltos de alegría. Los niños corrieron para comprobar que habían traído todos los materiales. Encantados por el trabajo de los aprendices, comprobaron que incluso se habían molestado en traerles la merienda. Se les veía bastante emocionados realmente.
—¡Muchas gracias a los dos!
—¡Gracias!
—Estamos muy agradecidos.
—Queiri, espero que no hayas olvidado tu promesa…
—Ya lo sé, ya lo sé… no iremos a la isla prohibida. ¿Contento? —Light asintió y sonrió, esperando que no olvidara la promesa que le había hecho—. Por cierto, ¿tenéis hambre? Creo que es el momento perfecto para disfrutar de una buena merienda, ¿sí? Alucinaréis con mis habilidades culinarias.
—Claro, aunque los dos acabamos de comer de esa fruta con forma de estrella...
Las carcajadas y las risas de los niños se desvanecieron y entre estos empezaron a mirarse confundidos, sumergidos en un silencio incómodo. Light y Ragun se miraron extrañados, sin entender a qué venía esa extraña reacción. Queiri vio la confusión en sus rostros y comenzó a reírse en bajo de su ingenuidad.
—¡Bueno! Igualmente os vendrá bien llenar un poco más el estómago, ¿no? Después de todo, ahora os toca construir nuestra balsa y eso os llevará muuuuchas horas, ¿verdad?
—Esto…
Otro silencio sepulcral. Light hizo una mueca y miró a Ragun, bastante tenso. ¿Aquello formaba parte del trato? Ya ni siquiera podía recordarlo. La niña no podía estar hablando en serio, y en el caso de hacerlo…
¿¡Cuándo iba a poder disfrutar de sus vacaciones, entonces!?
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