Saeko_Zeix
Enok_Sheldon
Cronología
Mediados de 1211 d.G
Saeko_tras [Misión] ¡Sin piedad!
Enok_tras [Encuentro] La oscuridad acecha.
Paraíso de los Bromistas
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Los goterones de una lluvia de mediodía golpeaban la cuidada hierba de los jardines de Tierra de Partida. En apenas unos minutos el cielo había obrado a su antojo trayendo consigo un fuerte vendaval. Parecía como si se hubiese cobrado una especie de venganza haciendo caer aquella cortina de agua bajo la marabunta de aprendices. Con suma rapidez y mascullando entre dientes, todos los alumnos se refugiaron en el rellano del comedor, dejando la explanada prácticamente vacía. Justo en el centro quedaban aun unas figuras que daban pequeños saltos de disgusto y gesticulaban de una forma un tanto estúpida. Vestían atuendos peculiares y bien se podría decir que eran una especie de caricaturas humanas, lo que atraía la mirada de todos los neófitos expectantes que aguardaban una reacción por parte de aquellos estrafalarios personajes.
El plato de Enok estaba repleto de comida. Poco a poco, los moguris habían empezado a rehuir del chico a la hora de ofrecerle la comida, ya que era uno de los aprendices que mas devoraba al día. El chico sonrió torpemente y empezó su cometido. Embelesado por el aspecto de la comida, no se fijó en que el comedor estaba casi vacío. Levantó la mirada y se encontró solo. Frunciendo el ceño, se dispuso a continuar cuando a sus oídos llegó un barullo de voces. Volteó la cabeza de forma instintiva y se encontró de bruces con que varios aprendices se habían acomodado en su misma mesa. El joven comenzó a sonrojarse. Empezaba a dejar de sentir hambre y a desear salir de allí cuando logró entreoír la conversación de aquellos chicos:
—…Pues la actuación tenía buena pinta. Lástima de la lluvia— se lamentó el chaval que aparentaba menor edad con una voz chillona.
—A lo mejor cuando pare seguirán…— deseó su compañera, unos años mayor que él. De vez en cuando miraba de reojo a Enok, lo que hacía que encorvase la cabeza aun más.
—La lluvia no parará. Necesitamos ver como continua la función. — rebatió otro de los aprendices algo mas avispado y con un brillo especial en los ojos. Parecía darle vueltas a algo. —Los malabaristas dijeron que eran de un lugar…
—El Paraíso de los Bromistas — exclamó la chica con una sonrisa en el rostro.
—Seguro que allí habrá cientos de funciones más. —suspiró el primer aprendiz, que no parecía haberse enterado del plan de sus compañeros.
—Eso habrá que verlo.
Los tres amigos se levantaron de un salto mientras sentían el cosquilleo especial de saber que si se enteraban los profesores de que habían abandonado las clases les caería una buena. Los dos chicos se alejaron a avisar a unos compañeros más mientras que la jovenzuela se acercó a Enok y le sonrió.
— ¿Quieres venir? Será interesante. — le dijo con voz amistosa. Enok deseaba disentir el ofrecimiento pero sentía tanta vergüenza que su cuerpo reaccionó de un modo distinto, asintiendo espasmódicamente mientras se mordía los labios. La jovenzuela, algo menor que él cogió su brazo y arrastró al joven hacia los compañeros, que la esperaban junto a la puerta mientras observaban la atípica escena y cuchicheaban entre si. Parecían haberse unido una decena de chicos, todos de una edad menor a Enok por lo que el aprendiz se encontraba incluso más extraño en medio de ellos. Suspiró y les siguió hasta el lago.
La lluvia manchaba la hierba de tierra y barro. Las gotas caían en el estanque obedeciendo así los flujos de la naturaleza. El viento había cesado aunque las nubes aun presagiaban una tormenta de mayor intensidad. Invocando sus glider, uno por uno los aprendices se difuminaron en el horizonte tras la borrasca. Enok fue el último. Miró hacia atrás con un semblante totalmente neutral. No había nadie. No tenía sentido lo que iba a hacer. Invocó su vehículo y abandonó Tierra de Partida.
Una esencia le observaba desde su propio interior.