Era cierto que entrar dentro del barco era una de las mayores locuras que se me habían ocurrido, pero me resultaba un suicidio insistir únicamente en disparar y esperar a que dejara su punto débil al descubierto. Posiblemente acabase antes el barco hundido que el ver al enemigo enseñarnos lo que escondía.
—Sé lo que hago, Fátima, no tienes por qué preocuparte.
—Para acercarnos lo suficiente tenemos que destruir sus cañones. ¡Espero que sea verdad lo que dices, mocoso! —tan verdad como que tú eras peor que una serpiente —: ¡Preparad los cañones! ¡Borda contra borda!
Las piratas obedecieron al instante las ordenes de la mujer y con un fuerte gemido, el barco empezó a virar y mostrar su lado derecho al sincorazón, el cual lo agradeció iluminando sus cañones y apuntando con todos ellos al Sombra de Luna. Tragué saliva esperando a que la capitana atacase antes que el monstruo.
Finalmente Ana Lucía levantó una mano y rugió las palabras que deseaba oir:
—¡FUEGO!
Los cañones de ambos lados explotaron al unisonó enviando sus proyectiles con fuerza contra el enemigo. Tuve que agarrarme rápidamente a uno de los lados del barco para no caerme debido a los cañonazos que recibió el Sombra de Luna durante la primera andanada de disparos. El resultado de esta fue bastante devastador entre la tripulación hiriendo gravemente a alguna de las mujeres, pero no podía centrarme ahora en eso, teníamos que aprovechar a que los cañones del monstruo debían enfriarse para saltar dentro y acabar con él desde el interior.
—Bien, esta es nuestra oportunidad para atacar —sonreí listo para rebanara algún que otro sincorazón.
—Estás loco —volvió a repetir Fátima, pero en esta ocasión con algo más de humor —. Pero voy contigo.
—Como ya te he dicho, voy a necesitar a alguien que impida que me ahogue.
Saqué la Llave Espada del improvisado cinturón esperando a que los dos barcos chocaran en cualquier momento. Tanto a un lado como al otro podía ver a la tripulación de Ana preparada para asaltar el barco, me imaginaba que varias se quedarían para recargar los cañones y cuidar de las que hubiesen sido heridas, pero gran parte de la tripulación nos iba a acompañar en el ataque al interior del navío enemigo.
—Ana —volví a llamar a la mujer esta vez omitiendo su segundo nombre —. Cuando los demonios mueren desaparecen, si el barco es uno, podría desaparecer tras que destrocemos su corazón y caernos todos al agua.
>En cuanto encontremos el órgano envía a toda la tripulación de vuelta al barco.
No estaba interesado en saber su respuesta, solo quería que se le hubiese quedado clara mi advertencia antes de que saltáramos contra los sincorazón. Algo que no tardó mucho en suceder, ya que en el momento en que Ana Lucia gritó a pleno pulmón la palabra “abordaje” todos nos precipitamos contra la cubierta enemiga en donde nos esperaba una tropa de criaturas rojas y negras armadas con sables y que recordaban mucho a las ilustraciones de piratas de los cuentos infantiles.
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Esquivando con gran agilidad la estocada de uno de aquellos monstruos, corté el aire con la mano libre trazando una línea recta igual que había hecho el anterior día en la posada con los piratas humanos, y de la misma forma que había atrapado a tres de estos, conseguí hacer arder a otros tres de los piratas sincorazón permitiéndome avanzar hacia la puerta que daba al interior del barco.
—¡Fátima, Ana! ¡Por aquí! —les grité a las dos apartando a uno de los piratas de un golpe de la Llave Espada, sabía que no lo había matado, pero con que nos dejase pasar al otro lado me bastaba.