[Tierras del Reino] All hail Lord Helix

[Soul Artist]

Cava. Empuja. Cava. Empuja.

Decenas de animales trabajaban en la cueva. Desde hacía varios días que los invasores habían llegado a aquellas tierras sagradas y dieron caza a todas las especies que pudieron, colocándoles grilletes alrededor del cuello y obligándoles a excavar las duras paredes del lugar. No era nada fácil para ellos, pues no contaban con picos ni palas: sólo las patas delanteras, y las pocas esperanzas de seguir viviendo. Eran esclavos.

Tenían miedo, frío, hambre. Ya habían visto a varios de sus compañeros morir de falta de alimentos en aquellos días, y si alguien se revelaba, la poderosa magia de los invasores les hacía sangrar y morir en el acto. El rey no aparecía para salvarles, y el número de recién llegados crecía cada día.

No había esperanza. No había nada. Excepto un grito aquel señalado día, proveniente de un facoquero, que casi podía saborear la recompensa de haberlo visto:

—¡Lo encontré! ¡Está aquí!

* * *
¡Buenas tardes tenga usted!
Le hemos seleccionado a usted,
IVAN KIT, de CIUDAD DE PASO,
debido a sus méritos y grandeza,
para ganar un iPed Nano en el mundo
TIERRAS DEL REINO.
¡Felicidades!

—¡Soy un ganador! ¿Quién es un ganador? ¡Yo soy un ganador!

Finalmente alguien apreciaba mi genialidad y me recompensaba como era debido. ¡Sí! Aquel iba a ser un día estupendo, estaba claro. Había recibido aquel mail en mi móvil durante el desayuno y nada más verlo salí corriendo por los pasillos, empujando a aprendices atontados y disculpándome de camino a la salida. Antes de hacerlo alguien sentado a mi lado comentó en voz alta que parecía ser un timo, pero le mandé a la mierda con las seis letras: estaba claro que tenía envidia.

En cuanto llegué a la salida aflojé el ritmo y caminé tranquilo; me metí las manos en los bolsillos, agaché la cabeza y silbé con la mirada desviada. Intentaba no llamar la atención de ningún Maestro, pues si me llamaban para una misión o para un entrenamiento me quedaría sin mi iPed Nano. Con la de cosas que podría hacer yo con uno de esos: sólo tenía un iPed Macro 2 y 3, ¡pero ninguno Nano! ¡Era completamente necesario para mí poseer uno!

Y lo logré con éxito. Bajé de la pequeña colina y una vez allí activé el teletransporte de mi nave gumi; iba a largarme corriendo para allá.

[Sombra]

<<Usted está entrando en la órbita de Tierras del Reino>>

<<Se recomienda transformarse en un animal de cuatro patas para una mayor seguridad>>

La voz robótica del navegador de mi nave me despertó. Estaba sentado sobre la silla de mando, desde donde alcanzaba todos los controles básicos de la nave. Frente al grueso cristal blindado podía ver perfectamente el mundo que iba a visitar.

—¿Por qué recomiendan eso? —pregunté sabiendo que no obtendría respuesta de la IA de mi nave, que no era tan avanzada como para mantener una conversación. Quizás debería comprar una nueva que diese más detalles sobre el mundo.

<<La temperatura es de cuarenta grados centígrados, la humedad es del quince por ciento, tiempo soleado>>

Pulsé un par de botones haciendo que la nave se parase sin mayor problema y me levanté del cómodo sillón estirando las piernas.

—Allá vamos —me di ánimos mientras activaba desde mi pulsera el teletransportador de la nave.

Cerré los ojos y visualicé un animal en mi mente, aquella era la clave para transformarse en un animal cuando se visitraba un mundo donde era necesario. Pensar en un animal.

Cuando volví a abrir los ojos noté que todo quedaba mucho más alto y es que al bajar mi mirada a mis piernas comprobé que efectivamente eran patas de animal.

—Es una sensación extraña —dije algo incómodo por tener el cuerpo totalmente recubierto de pelo negro como el carbón.

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El aparato de teletransporte hizo un pitido indicando que en unos segundos se activaría.

Me situé sobre la plataforma y una luz azulada envolvió mi cuerpo antes de hacerme aparecer en otro lugar.

[Soul Artist]

—In the jungle, the deep jungle...!

Mi felicidad era gigantesca, y la de Pichu también por extensión. Nada más llegar hice uso de mi magia para tomar aspecto de animal, tal y como aconsejaba el mapamundi de la Black Hunter; y había resultado ser un bellísimo pájaro de largo pico amarillo, alas oscuras y algo de joroba a la que no daba importancia.

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Al aterrizar Pichu y yo nos encontramos en un enorme campo desértico, con algunos árboles muertos de fondo y un larguísimo cañón frente a nosotros. Mi mascota dejó caer su trasero al suelo, agobiada por el abrasador sol, mientras sacaba la lengua para intentar recuperar algo de humedad. Le acaricié las orejas con mi ala y le sonreí.

—¿Agotada, tonta? Anda, súbete a mí.

La ratoncita afirmó con la cabeza y se subió a mi espalda, agarrándose con fuerza a mí. Extendí mis dos extremidades y solté un grito de felicidad, mientras volvía a cantar en alto al tirarme por el cañón. Investigaría todo lo posible aquel lugar, buscando alguna pista de dónde tenía que recoger mi recompensa por aquel concurso en el que no recordaba haber participado. ¡Pero sería tan genial!

[Sombra]

Vacío, así era el lugar donde había aparecido.

No había ciudad alguna, tampoco gente ni animales. Un amplio yermo era lo único que me rodeaba. Podía ver enormes calaveras en algún punto alejado y al otro estaba una roca con una forma un tanto peculiar.

Era como si todo estuviese muerto allí.

Empecé a caminar. No tenía ninguna dirección fija por lo que simplemente quería subir a algún lugar alto y ver bien en que clase de lugar me encontraba. Con mis patas no podría escalar aquella roca posiblemente por lo que opté por buscar algún otro sitio cerca.

Sinceramente, aquel mundo no me llamaba la atención ni un poco.

¿Y por qué había decidido ir hasta allí entonces? Tan simple como que no tenía combustible. Esperaba encontrar algo que sirviese, pero allí no había nadie que pudiese ayudarme.

Siempre quedaba la opción de llamar a una Nave-Remolque, pero no me apetecía gastar tanto por un despiste tan tonto.

—Tenía que haber repostado en Ciudad de Paso —repetí varias veces entre murmuros algo arrepentido.

[Soul Artist]

—¡Awinmawe, awinmawe...!

Pichu canturreaba conmigo la alegre canción que se me había pasado por la cabeza cantar en el cañón, balanceándose hacia uno y otro lado. Me llevé un ala al pecho para impulsar mi canto y asegurarme de que todos los animales del mundo me escucharan para salir de sus cuevas y sonreírme, agradeciendo que les hiciera tan felices con mi sencilla presencia.

Nadie salió a darme las gracias, sin embargo. El cañón seguía tan vacío como era de imaginar: quizás toda forma de vida de aquel lugar se extinguió hace tiempo. Había visto calaveras de algunas vacas, pero como sólo estaban estas y no los cuerpos, pensaba que era simple decoración de jardín de algún animal con tendencias sociópatas.

Y entonces lo vi. Un cartel gigante y con letras en rojo me decía dónde debía descender: ganadores del iPed Nano, aquí. El letrero señalaba a una cueva en el interior del cañón, de aspecto oscuro y un poco oculta a la simple vista. Nada sospechoso, vamos.

Descendí y aleteé mis alas antes de tocar el suelo, contemplando la cueva un poco por encima. Pichu se negó a bajarse de mi espalda, echando un vistazo también a la caverna. Un soplo de aire frío, como el desgarrador suspiro de un muerto, me golpeó en la cara y la pequeña ocultó su cabecita agachando sus orejas.

—¡Pichu, tranquila! —le susurré, pero la pequeña no me hizo caso. Suspiré; no iba a entrar hasta que viese que no había ningún peligro. ¿Qué podía tener de malo una cueva oscura y tenebrosa en mitad de un desierto?

[Sombra]

Y al final, caminando sin rumbo llegué al fondo de aquel sitio baldío. Un precipicio separaba el lugar donde estaba de otro no demasiado diferente que se encontraba a la misma altura. Al asomarme vi que el suelo quedaba a bastante distancia, era una gran caída

También podía ver en la pared rocosa un amplio cartel con letras rojas que hablaba sobre un ganador de algo. Bueno, aquello significaba que había gente y por tanto... Tal vez supiesen algo.

El problema era descender el muro de rocoso.

—Ah, claro. ¿Cómo no lo he pensado antes?

Un par de grandes alas se materializaron en mi espalda*. Empecé a dar potentes aleteos con los que me elevé varios palmos del suelo. No lo pensé más y me lancé directo hacia el acantilado en cuestión, tenía que entrar en aquella cueva. Tenía la esperanza de que fuesen viajeros del intersticio y que por tanto pudiesen echarme una mano.

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*Alas del equinocio, por si no queda claro

[Soul Artist]

—¡Vale, estúpida! ¡Si tanto miedo tienes, quédate aquí!

Pichu protestó y dos enormes lagrimones surgieron en sus ojos cuando le grité, pero ignoré a la pequeña para adentrarme en la cueva. Esta parecía incapaz de decantarse entre seguirme o quedarse sola bajo el infernal sol, pero tras unos minutos dentro pareció ser que elegió quedarse afuera en vez de acompañarme. Pronto me reiría de ella cuando tuviese mi iPed Nano y se lo pasase por toda la cara, sabiendo que querría uno igual (¿qué más da que fuera un animal?).

Seguí tatareando la canción mientras caminaba por la rocosa cueva, agitando mi cabeza hacia atrás y adelante. Miré las paredes, con manchurrones rojos en ellas como si alguien hubiese intentado tratado de pintar algo en ellas pero dejara puesta la pintura y se le hubiese olvidado limpiar. Qué maleducados, aún estaba húmeda y todo.

El interior estaba iluminado por algunas pequeñas fogatas de fuego a ambos lados, como un aeropuerto que indicaba el camino a seguir. El túnel era largo, y en gran parte cansino, pero el paseo se me pasó volando mientras me imaginaba con mi premio. No había estado tan emocionado desde el estreno de las Vengadoras.

—Sigue caminando.

Levanté la cabeza al ver tres sombras delante de mí. Agité mis alas, lleno de gozo, mientras saltaba un poco. Ya casi había alcanzado mi premio.

[Sombra]

Aterricé sin problema alguno en el suelo de aquel cañón y empecé a caminar en dirección a la cueva cuando algo llamó mi atención.

Una criatura amarilla que se veía demasiado bien al tener un color tan llamativo esperaba con cierto nerviosismo frente a la cueva. Parecía como si quisiese entrar pero no pudiese (o no se atreviese en todo caso)

Aquella especie de rata se aproximó a mí apresuradamente en cuanto me vio, señalando el interior de la cueva.

—¿Quieres que entre ahí contigo? —pregunté. La rata amarilla asintió y escaló mi cuerpo montandome como si fuese un caballo o algo así—. Está bien...

>>Iba a entrar de todas formas.

Y así fue como me interné en aquella oscura caverna. No se veía mucho por lo que pronto tuve que activar mi Visión Nocturna. Algo de lo que no tardé en arrepentirme.

Las paredes manchadas de sangre eran grotescas, dignas de una película de terror (y parecía reciente) también había un aroma suave similar al del óxido. Un olor que reconocí como el de la sangre reseca, lo que quería decir que a parte de aquella sangre fresca también había la que ya llevaba allí algún tiempo.

Invoqué mi llave espada, que apareció en mi boca. No me detuve, quería saber que es lo que ocurría allí dentro. ¿Acaso podrían haber sido sincorazón?

[Soul Artist]

Las tres sombras me esperaban al final del túnel. Resultaron ser dos gorilas enormes y peludos con cara de malas pulgas y, entre los dos, una criatura que seguiría acompañando mis peores pesadillas. Ya había hecho frente a un ejército de ellos, pero definitivamente, no estaba preparado para ver a otra así. Ahogué un grito y me llevé el ala hasta el pico, impresionado por la presencia de uno de ellos allí. Mis ojos reflejaron su piel amarilla, sus mofletes rosados y su sonrisa maquiavélica.

—¿Vienes a por el iPed Nano?

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—¡Es una trampa!

Di la vuelta e intenté escapar, pero uno de los gorilas me agarró por el ala izquierda y tiró de mí hasta colocarme delante de la malvadísima criatura amarilla. Esta soltó unas chispas eléctricas y mi cuerpo entero se vio electrocutado, obligándome a soltar un aullido de dolor mientras me doblegaba ante mi enemigo; este sacó de su espalda un collar negro y lo zarandeó frente a mí.

—Cállate si no quieres ser la cena de mis chicos esta noche, pesado.

[Sombra]

Mientras más nos internábamos en la cueva más mala espina me daba todo aquello. El eco de un grito desgarrador llegó hasta mis oídos provocando que la rata amarilla se sujetase con más fuerza de mí.

—Tranquila —susurré, aunque yo también estaba nervioso.

Fue entonces cuando creí llegar al fondo de la cueva.

Una criatura amarilla similar a la rata que llevaba encima (pero más grande) y dos gorilas le colocaban en el cuello un collar negro realmente extraño a un buitre del que salía humo, parecía que lo acababan de freír con un rayo o algo.

Retrocedí unos pasos, pero el pequeño y cobarde animal que llevaba encima parecía querer decir algo y señalaba al ave. Fue entonces cuando comprendí que aquel ser quería que salvase a su amigo.

—Está bien —suspiré. Ya estaba allí, no podía echarme atrás.

Lancé una Flama Tenebrosa y salí corriendo tras ella con la llave espada en la boca haciendo un Impulso Tenebroso. Por suerte, el lugar estaba muy oscuro por lo que el camuflaje fue casi perfecto hasta que me acerqué lo suficiente.

La Flama impactó de lleno, al igual que el espadazo que logré dar a uno de los dos gorilas, que se vio en el suelo sin siquiera esperarselo, aunque no le dejé fuera de combate.. Miré con furia a los dos gorilas y a la gran rata amarilla.

—¿Quienes sois vosotros?

[Soul Artist]

Una bola de oscuridad golpeó a mis opresores, permitiéndome recuperar mi libertad tirándome al suelo, donde me llevé el ala al cuello para recuperar aire. Abrí los ojos como platos y alcé la mirada hacia el pikadeador del mal, el cual pareció asustarse al ver el ataque de la misteriosa criatura oculta en las sombras.

—¿Quiénes sois vosotros?

Los dos gorilas se miraron entre sí y centraron su atención en el ratón amarillo. Este se llevó la mano a la frente y suspiró, apartando a ambos de su camino. Observó con ira al monstruo oscuro y se comenzó a cargar de electricidad, preparando un ataque gigantesco frontal contra él.

—¿Vas en serio?

Nunca había visto un ataque eléctrico tan poderoso. La energía liberada era tan grande como para cubrir todo el túnel, y nada se encontró en su camino hacia el ser oscuro: aquello debería haberle dejado frito. El pikadeador sonrió para sí mismo, orgulloso de su victoria.

Sin embargo, cuando el ataque cesó descubrió que no había logrado nada. Una pequeña criatura amarilla se había adelantado y absorbido el ataque como si nada pasara; abrí el pico al ver a la pequeña y me levanté sobre mis dos patas, feliz de volver a verla.

—¡Pichu!

—¡Acabad con él!

El ratón amarillo retrocedió hasta mi posición y me cogió por el ala, tirando de mí hacia la enorme cueva interior tras el túnel; quise luchar contra él, pero sus mejillas estaban cargadas de electricidad y había descubierto que enfrentarme a él en forma de animal de tipo volador quizás no fuese la mejor idea que podía tener. Lo último que vi fue a los dos gorilas bloqueando el paso a mi mascota y a mi misterioso salvador.

[Sombra]

El gorila se levantó y se miraron entre los dos antes de centrarse en el ratón que parecía de la misma especie que el que iba conmigo.

—¿Vas en serio?

—Muy en serio —le miré desafiante.

La rata me observó rabiosa y empezó a cargar electricidad en su cuerpo provocando que la electricidad estática que generaba hiciese que mi pelo se erizase.

Y unos segundos después un enorme rayo salió desde su cuerpo. El tamaño de aquel ataque era sorprendente, jamás había visto tanta energía en una sola magia de aquella clase. ¿Aquello era un Electro ++?

Cerré los ojos molesto por el fuerte destello, una molestia acrecentada al tener activada la habilidad Visión Nocturna. Aquel ataque me iba a alcanzar, ni siquiera me podría dar tiempo a utilizar Evasión Sombría para esquivar aquel ataque y aura tenebrosa no podría absorver tal cantidad de daño. Estaba jodido.

—¡Pichu!

Al volver a poder ver descubrí como la rata pequeña había de alguna manera absorvido todo el ataque, ¡y parecía intacto!

—Sorprendente —murmuré.

—¡Acabad con él!

—Oh no, tu no te vas a ningún lado —solté cuando empezó a retroceder llevandose al buitre agarrado por un ala hacia el interior de la cueva que se abría tras el tunel.

Los dos gorilas se interpusieron en medio del camino impidiendo que pudiese alcanzarles. Solté un rugido enfadado.

—Os vais a cagar, capullos.

Me lancé directo contra uno de los dos y di una estocada rápida, pero no lo suficiente. El otro gorila me hizo un placaje y me agarró entre sus manos de forma que me era imposible librarme de él.

—¡Suéltame! —volví a rugir—. ¡Electro!

De una de mis patas delanteras salió la magia golpeando la mano del animal, que me soltó por el dolor.

—¿Crees que puedas luchar también? —le pregunté a la rata.

[Soul Artist]

Mientras el pikadeador me arrastraba con su fuerza de niñita eché la mirada atrás. Vi que el ser de la oscuridad invocaba un hechizo eléctrico y mostraba en un flash su aspecto real: un lobo negro como la noche, furioso, casi monstruoso. Mi mascota le ayudó en combate atacando con un rayo a uno de los dos gorilas y tumbándolo de un golpe, a lo cual contestó victoriosa subiéndose sobre su enemigo y bailoteando a dos patas sobre su panza.

Volví a mirar hacia adelante y me di cuenta, por primera vez, de que aquella cueva no era natural; por poder, podía ser que incluso el túnel no lo fuera. Decenas de animales de todo tipo estaban excavando con sus patas las paredes, agotados y con un aspecto casi mortal, obligados por más gorilas matones como los que había dejado atrás. Identificaba hasta tres pisos superiores donde excavaban, y por qué lo vi al pasar por al lado de una jirafa desnutrida: estaban recolectando rubíes y esmeraldas de las paredes.

—¡Esto es crueldad animal!

El pikadeador se detuvo y me miró con malos ojos. Volvió a dirigir los ojos hacia adelante y, aprovechando que sabía que no volvería a echar la vista atrás, extendí mi ala hacia la bolsa de la jirafa para tomar dos rubíes del tamaño de unas naranjas. Un poquito de dinero extra daño no me haría.

—¡Trabajarás como los demás!

El pikadeador me empujó hacia adelante y me vi impulsado hasta una pared sobre la cual muchos de los animales se dedicaban a excavar. Miré extrañado al ratón amarillo, sin entender, y al tocar suavemente con mis alas el muro lo entendí. Di un par de pasos hacia adelante, maravillado con el gigantesco objeto atrapado en la roca. Gigantesco, de más de diez metros de alto, y con forma de hélice: un fósil de una criatura extinta.

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—Alabado sea Lord Helix —dijeron todos los animales al unísono.

[Sombra]

Pichu, como le había llamado el buitre utilizó una magia tumbando del todo a uno de los dos gorilas, pero quedaba el otro, que solo tenía una pequeña herida que le había provocado con mi llave espada.

—Rindete —le amenacé.

Lejos de aceptar aquello, el primate se tiró golpeandome con su puño y lanzándome hacia atrás. Respondí al instante con un Láser Oscuro que abrasó su piel y le hizo soltar un rugido de dolor. Cuando se dispuso a contratacar Pichu volvió a salvar el día lanzando otro potente rayo que lo dejó chamuscado en el suelo.

—Nada mal —halagué invitando a la pequeña criatura a subirse encima de mí—. Vamos a ayudar a tu amigo, Pichu.

Y cuando se subió encima empecé a correr. Sentí que con mis cuatro patas era mucho más rápido que con mi forma humana, algo que quizás era normal, claro.

Y allí estábamos, en aquella cueva.

Una artificial, cavada con el sudor y la sangre de aquellos pobres animales que trabajaban cual esclavos.

—¿Qué está pasando aquí?

—Alabado sea Lord Helix —dijeron todos los animales al unísono como hipnotizados. ¿Por qué trabajaban? ¿Por qué no trataban de escapar?

¿¡Quién diantres era el tal Helix!?

Fuese quien fuese, estaba esclavizando a pobres animales, todos parecían muy debilitados y desnutridos. Tenía que hacer algo, no podía dejarles así.

—Ahí estás —señalé a la rata amarilla que tenía capturado al buitre—. Libera a todos estos animales y no sufrirás ningún daño. Ya nos hemos encargado de esos dos gorilas. Estás solo.

[Soul Artist]

—Libera a todos estos animales y no sufrirás ningún daño. Ya nos hemos encargado de esos dos gorilas. Estás solo.

El lobo negro había vuelto con Pichu para, aparentemente, salvar a todos aquellos animales esclavizados. O apresor, sin embargo, se rió en la cara del cuadrípedo y negó con la cabeza, señalando hacia el fósil gigante.

—¡Mira ahí, caraculo! ¡El todopoderoso señor Helix va a regresar de su tumba pronto! Y a él se sumarán las mentes no sólo de estos animales, ¡sino las de todos los mundos!

La cueva entera tembló y eché a volar instintivamente para escapar del terremoto. Eché la mirada hacia el muro y comprobé que los esclavos mentales ya estaban logrando terminar su excavación: pronto el fósil se separaría de la roca y quedaría libre. Y aquello parecía hacer muy feliz al pikadeador, porque alzó sus dos manos hacia el monumento con los ojos desencajados.

—¡Oh, gran lord Helix! ¡Despierta de tu letargo, heredero de R'lyeh!