[¿Bastión Hueco?] 28:06:42:12

¿Encuentro entre Gata y Enok?

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Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

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Notapor Soul Eater » Mié Mar 26, 2014 6:40 pm

Cero

Enok

Bastión Hueco

Corazón

Sueño

Espejo

Dolor

Sangre

Fuerza

Cero…

Me invade el desconcierto. Apenas soy consciente de cómo alguien carga con mi cuerpo, mientras sigo perdida por las mareas de mi propia consciencia, por el flujo y las corrientes de pensamientos sombríos.

No tengo fuerzas para debatirme. Me dejo llevar, como si fuera un fardo.

Me invade un sentimiento de muerte, una premonición de destrucción. Mi cara está húmeda, de sangre, de sudor, puede que de lágrimas, aunque no recuerdo haber llorado. Tampoco recuerdo haber soñado, pero mi corazón se ha convertido en una ardiente llama que amenaza con devorarme por dentro. Quema. Me castiga.

Pero no recuerdo haber hecho nada para merecerlo. Me encuentro demasiado cansada para sentir nada, demasiado cansada como para molestarme por lo que ocurre.

Todo tiembla a mi alrededor. No necesito abrir los ojos para ser consciente de que el castillo se está derrumbando. Viejo, ruinoso, decadente, un mundo enfermo que se precipita hacia su final. Dos seres, minúsculos, ínfimos, insignificantes, que se arrastran como gusanos tratando de escapar de su propio final. Hormigas en un mundo de gigantes que han perecido por su propia grandeza, incapaces de soportar el peso de sus cuerpos.

Ya estamos muertos. Esto es el fin.

Cero

Fuerza

Sangre

Dolor

Espejo

Sueño

Corazón

Bastión Hueco

Enok

Cero

Una ligera sensación de vértigo me demuestra que caemos, hundiéndonos en las profundidades del infierno. El golpe es extrañamente blando, extrañamente cálido. Después viene la inmovilidad. Se ha detenido. El mundo entero se ha congelado en su inevitable avance, el tiempo se ha convertido en una mancha difusa.

Todo se reduce a las luminosas manchas que brillan tras mis párpados cerrados. Me esfuerzo en abrir los ojos. Sobre mi cabeza, el cielo no presenta demasiadas diferencias, a excepción de puntuales manchas negras sobre el fondo oscuro. No hay ninguna luz, ni siquiera oscuridad.

Vacío

El extraño chico rubio se encuentra a mi lado. Me pregunto si está inconsciente. Trato de llamarle, pero ningún sonido surge de mis labios. Su pierna está sangrando, pero sigue sin reaccionar. Mi garganta está demasiado seca como para poder advertirle. Aunque fuera capaz de tocarle, no me atrevería a mancharle de la sangre que gotea de mis manos.

Así que sigo tendida en el suelo, junto a él, incapaz de pensar. Demasiado derrotada tanto en mi cuerpo como en mi alma como para poder hacer otra cosa que esperar. El bastión se deshace poco a poco ante mis ojos. Sus torres se encuentran surcadas por extrañas líneas negras, adoptando formas grotescas y exageradas, que se vuelven más imprecisas hasta que desaparecen por completo. Un enorme fragmento de muro cae, produciendo un ruido estridente. El lugar parece disolverse en la Nada.

Poco a poco, soy capaz de deslizarme lentamente hacia el cuerpo de mi compañero caído. Cada movimiento es un pequeño suplicio, un esfuerzo sobrehumano. –Enok- ni siquiera parece mi voz, sino un estertor ahogado que surge de una garganta muy lejana a la mía. Enok. Mis labios vuelven a formar su nombre, nuevamente en silencio. El viento comienza a levantarse, lanzándonos humaredas de niebla a la cara. El suelo tiembla, a medida que negras estrías comienzan a surcarle.

No responde. No reacciona. Como muerto.

Muerte.

Es aterradora, incluso cuando se encuentra en otra persona. Es innatural, inconcebible, impensable. Esta caricatura de mundo, moribunda, también se dirige hacia ella, arrastrándonos a nosotros, pasajeros involuntarios de este féretro ambulante. Quiero sacudirle, llamarle, despertarle, espantar a la presencia fatal que se cierne sobre nosotros, como un buitre que espera a recoger lo que quede de nuestros cuerpos.

Incapaz de hacer nada, incapaz de salvarnos a ninguno de los dos, me hago un ovillo junto mi compañero caído. Está frío. Mantengo el contacto, tratando de empaparme de su realidad, pero ya es demasiado tarde. Ambos estamos corrompidos por la nada que nos rodea. Ambos tan vacíos en nuestra soledad, que somos incapaces de demostrarnos nuestra existencia el uno al otro.

El suelo comienza a temblar, mientras los límites del mundo comienzan a estallar en pedazos, destruidos por una fuerza circular y rotatoria que comienza a avanzar hacia nosotros. El castillo ya ni siquiera es visible, se ha evaporado, como si de lágrimas se tratara. El cielo comienza a llenarse de restos de madera, metal y minúsculos fragmentos de cristal que resplandecen como muertas estrellas.

Una enorme grieta comienza a recorrer la corteza del mundo, como una herida abierta, infectada, como todo este lugar. Veo, demasiado exhausta como para poder hacer nada, como avanza lenta e implacablemente hacia donde nos encontramos, cruzando por debajo del cuerpo inerte de Enok.

El mundo se parte en dos. Apenas soy capaz de retener su mano antes de que el chico se precipite.

La sangre que mana de mi propio cuerpo comienza a deslizarse por su brazo, volviéndolo resbaladizo. Tirada en el suelo, me encuentro demasiado débil para poder izarlo. Asomada a lo que parece ser el vacío infinito, puedo ver como cuelga peligrosamente. Los brazos con los que le sujeto me duelen demasiado, como si tuviera miles de agujas clavadas en ellos.

-Enok- vuelvo a llamarle, pero ni siquiera en esta situación responde. –No… no te vayas. No me dejes aquí- El miedo, como una garra helada, me estrangula por dentro, haciendo que inspirar se convierta en una tarea titánica. El suelo se ha vuelto negro por completo, y finas líneas oscuras comienzan a trepar por mi propio cuerpo, amenazando con disolverme.

-Me has… protegido… ¿por qué?- pero sigue sin responder. Su mano comienza a deslizarse, cubierta de sangre, deshaciéndose del contacto con la mía. Me ha ayudado. Su sola presencia ha servido para darme fuerzas. La idea de quedar atrapada para siempre en este lugar maldito, sola, es demasiado aterradora. –No puedes… morirte… yo… necesito… No… te…

Su cuerpo cae pesadamente, desapareciendo, tragado, engullido y devorado por la nada. Sigo mirando al precipicio que se amplia lentamente, mientras mi propia cara y mis ojos comienzan a ser cubiertos por lo que parecen oscuros tatuajes. Están helados.

El mundo ya no parece un mundo, sino una tierra baldía. No hay nada vivo y nada muerto, hasta ambas palabras carecen de sentido. El aire es tenue, frágil, apenas cargado de oxígeno. El suelo no presencia ninguna diferencia del cielo, ambos ligeramente sólidos como fragmentos de obsidiana.

Cada vez es más pequeño. El tornado avanza hacia su centro, deshaciendo todo lo que encuentra a su paso. Se encuentra a mi alrededor, a menos de un metro de distancia. Una isla oscura y vacía. Mi piel es una mancha difusa que no se distingue de la tierra en la que estoy tendida, salvo por una pequeña consciencia de identidad que permanece en mi cabeza.

Poco a poco, carente de ningún lugar donde reflejarse, incluso esta comienza a desaparecer. Los sentimientos, poco a poco, desaparecen dulcemente. El dolor se difumina como tinta mojada por el agua. Ni humana, ni mujer, ni niña, ni gato, ni animal, ni bestia, ni monstruo. Nada. Vacío.

Enok, Bastión Hueco, corazón, sueño, espejo, dolor, sangre, fuerza… todo se funde con la ausencia total que me rodea y que me envuelve.

Únicamente, cero.
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¿Fin?

Notapor Sheldon » Jue Mar 27, 2014 1:14 am

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Enok abrió sus ojos precipitadamente, como reaccionando a una amenaza inexistente. Todos y cada uno de sus músculos se tensaron. En su rostro se dibujó una mueca de un dolor que no sentía. Sus pupilas se dilataban, sin saber a que realidad adaptarse. Su corazón latía con intensidad, transmitiendo los pulsos a través de sus sentidos internos y provocando una respiración entrecortada e irregular. Un sudor frío se había formado por todo su cuerpo y recorría y empapaba cada uno los poros de su erizada piel. Las sabanas del camastro se revolvían en formas extremas y giros imposibles, húmedas.

La noche reposaba latente sobre toda Tierra de Partida, cubriendo cada uno de las habitaciones del castillo, adentrándose en los resquicios ocultos a la mirada donde los animales descansaban, donde los sentimientos se debatían por existir.

Un mal sueño, una pesadilla.

Los minutos se sucedían mientras Enok mantenía su expresión de horror queriendo gritar, llorar o dejar de respirar. Tenía miedo de parpadear, de volver a sentir el negro de la oscuridad que se colaba entre los cristales del ventanal. Su existencia empezaba a agotarse.

Cerró los ojos. La brisa de la noche que se colaba bajo la puerta acarició su piel, acunándole y relajando la fuerte tensión que sostenía en su alma, ofreciéndole su ayuda maternal. Los murmullos del aire le tranquilizaron. Respiró hondo numerosas veces y volvió a abrir los ojos. Unas palabras indefinidas golpearon sus recuerdos .

No puedes… morirte… yo… necesito… No… te…


El frío cristalizo las gotas de sudor.

Apoyó las plantas de sus pies en el suelo desnudo. No sentía dolor, no había sangre. Palpó su brazo derecho. Nada. Se levantó de forma pausada, midiendo sus fuerzas. Dio unos pasos hacia el frente con los amagos de un cojeo. Pero ya no era necesario. Logró acercarse hacia la ventana. Miró el cristal e instintivamente sintió un agudo dolor en una de sus piernas. La abrió y se asomó.

Un gran astro blanquecino resplandecía en un cielo vacío marcado por los reflejos de la superficie terrestre. La atmósfera descansaba en un tenue y mudo silencio. Los farolillos alrededor del castillo iluminaban diversas áreas circulares muy marcadas. No existía ninguna evidencia de que aquella fuese la realidad correcta, de que no se tratase de nuevo de un error, de que la belleza que se desprendía no fuese mas que una pesadilla, de que todo fuese una anti-realidad . Lo único que podría demostrar era su propia existencia, aunque dudaba si la realidad no había acabado con ella.

Se volvió y tomó un pequeño libro sobre la mesa, su diario. Lo abrió por las páginas que había marcado con una pegatinas. Se dispuso a cerrarlo de nuevo cuando se fijó en que algo había cambiado. Faltaba una de las arcaícas runas. Acercó la página a sus ojos y paso las puntas de sus dedos a través de todo el papel. Respiró profundamente. Un deseo irrefrenable de destruir aquel objeto se apoderó de sus pensamientos. Sin embargo, era incapaz de hacerlo, de acabar con las únicas pruebas de algo que desconocía. Depositó el libro en su lugar y cerró el ventanal.

Me has… protegido… ¿por qué?

Volvió a su cama y se tendió en ella manteniendo su mirada fija en el techo de la habitación.

Un sueño nunca es tan real y tangible.

El paso de las horas arrastró los recuerdos de aquella noche. Enok calló en los brazos del sueño, rendido y receloso ante lo que había evitado, el volver a encontrarse con el rostro del miedo. Su cuerpo se movió entre sueños. De su bolsillo se deslizaron unos pequeños trozos de papel doblado, que terminaron por caer al suelo de la habitación. Uno por uno, de deshicieron en la nada, bajo unas lineas planas y oscuras que los devoraron lentamente.

Bastión...Hueco.
Última edición por Sheldon el Jue Mar 27, 2014 4:51 pm, editado 2 veces en total
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¿Fin?

Notapor Soul Eater » Jue Mar 27, 2014 1:09 pm

Abro los ojos.

De forma súbita, espontánea.

Me incorporo, respirando ruidosamente.

La piel me cosquillea, en un recuerdo del dolor pasado. La carne permanece intacta, libre de las heridas que me torturaban hace apenas unos segundos.

No hay sangre.

Las comisuras de mis labios se curvan ligeramente, hasta acabar en una amplia sonrisa y en una risa incontrolable. Un ligero júbilo por mi propia existencia, la consciencia del peligro pasado... todo se traduce en una especie de histeria desenfrenada.

Únicamente, una ligera punzada en el corazón. Una ligera molestia que me hace llevarme una mano al pecho todavía riendo. Es como tener una aguja clavada.

Me pongo en pie, con ganas de bailar, gritar, saltar... estoy viva. Quiero demostrarlo, demostrármelo a mí misma. El sonido de mis propias carcajadas llega hasta mis oídos. Tiene algo real que lo hace especialmente delicioso. Estoy despierta. Fuerte o débil, cobarde o valiente, sigo siendo yo, Gata. No he muerto, ni me he desvanecido en las brumas del sueño.

Un ligero resplandor me hace detenerme de golpe, presa de un súbito pavor. Pero solo es un espejo, un espejo normal y corriente. Mi propio rostro, al otro lado, parece asustado. Sus ojos negros excesivamente abiertos, sus manos engarfiadas... siento un oscuro placer al golpearlo, al romperlo. Los cristales, como oscuros fragmentos de cielo, se esparcen por el suelo... pero nada sale de ellos.

Algo más calmada, tal vez a causa del dolor, me froto la mano, por la que resbala una pequeña gota de sangre.

La habitación permanece en penumbra. Abro la ventana al exterior, mientras dejo que mis pulmones se llenen de aire limpio, frío, natural. Unas estrellas brillan en lo alto del cielo negro, salpicándolo de motas de luz. Me siento en el borde, recortándome contra el marco, mientras dejo que una de mis piernas cuelgue peligrosamente.

Dolor, miedo, culpabilidad... todos ellos son extraños sentimientos. Mis pensamientos divagan mientras observo la oscuridad, que se aclara lentamente, demasiado despejada como para dormir. Soy consciente de haber estado sumida en una pesadilla, pero sus detalles se me escapan. Únicamente ciertas imágenes fugaces, ciertas palabras permanecen retenidas en mi memoria: los espejos, Bastión Hueco, una cuenta atrás, cadenas, mi propio pasado, Enok... pensar en el chico me resulta realmente incómodo, así que procuro alejarle de mi mente...

Lo cierto es que, después de todo, el dolor y el miedo tienen utilidad. No son agradables, y si los pudiera extirpar de mí, lo haría. Pero no puedo negar que estaría un paso más cerca de la muerte. Ambos no son más que reminiscencias de una previa etapa animal. El dolor es un mecanismo para advertir al cuerpo de que se le está sometiendo a un uso perjudicial, que puede desembocar en heridas letales. El miedo nos advierte frente a aquellas cosas que pueden resultar peligrosas para uno mismo, con el objetivo de evitar la muerte. Tienen que ser desagradables, porque si no, no cumplirían su función. Están pensados para ser rehuídos, y de esa forma, nuestras vidas protegidas. La diferencia entre el humano y el animal es que el primero puede, estúpidamente, sobreponerse a ambos en defensa de cualquier clase de sentimiento o ideal, arriesgándose el cuello en el intento.

Pero la culpabilidad... es algo completamente innecesario. Ni siquiera es algo natural, sino algo inculcado por el resto de personas, con el objetivo de reprimir las consideradas "malas" acciones. Una emoción que surge cuando haces algo que sabes que no deberías de haber hecho. Una sonrisa irónica y no carente de algo de tristeza se dibuja en mi rostro, que comienza a ser iluminado por los rayos del amanecer.

Bastión Hueco, después de una noche de sombras, da paso al día y a la luz.

Deber. Moral. Son palabras bellas, que la gente que vivía en las mansiones, rodeadas de criados y sirvientes podía permitirse el lujo de emplear y seguir. Todos creen que la gente actúa mal por gusto o por placer... nadie mata porque sí, mata porque le interesa para algo. Nadie se molestaría en hacerlo si no le hiciera falta. Y si unos necesitan matar es que, de entrada, el mundo en general no es bueno ni moral, porque hace necesario que se cometan "malas" acciones para sobrevivir en él.

He vivido como un animal durante mucho tiempo, y creo que sigo viviendo como tal. No me arrepiento de nada de lo que he hecho, y si pudiera volver atrás, no cambiaría nada. E incluso haría cosas peores si fuera capaz. En Port Royal, he robado y he asesinado para sobrevivir. Y no lo lamento. No sé que hice o qué deje de hacer antes de llegar allí, porque sigo careciendo de esos recuerdos, pero dudo mucho que pueda llegar a sentirme culpable por ello, tampoco. ¿Acaso eso me convierte... en un monstruo?

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Fin del encuentro
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Re: [¿Bastión Hueco?] 28:06:42:12

Notapor Tanis » Sab May 03, 2014 5:16 pm

Tarararaaaaa

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Encuentro terminado. Sentimos el retraso, entre unas cosas y otras se les había pasado la puntuación de este encuentro a los GM. ¡Pero la becaria ha venido al rescate! Procedo a puntuar (es mi primera vez, no os enfadéis mucho conmigo).

En general el encuentro ha estado bien. Quizá se me ha hecho un poco pesado de leer, y denso, quizá más por leérmelo todo de golpe que poco a poco. Pero lo cierto es que sobre todo ha influido el estilo de escritura de Sheldon, muy recargado, muy barroco. La historia en sí se me ha hecho interesante, siniestra y curiosa, y he visto un bastante aceptable manejo de los personajes con sus pequeños pasos hacia un desarrollo mayor.

Cuestiones más personales.

Sheldon: Hay una falta en particular que cometes mucho, confundir calló (de callar) con cayó (de caer). Ten cuidado con las tildes, te comes muchas que no son demasiado obvias, sería buena idea releer los post tras usar un corrector ortográfico. Te recomendaría también que no fueras tan redundante a la hora de escribir, hace que la lectura sea pesada y el lector se canse más y que hicieras más saltos de párrafos. Leerlos tan grandes es incómodo a la vista, sobre todo en pantalla. Lo ideal serían cinco y seis líneas. Por lo demás, no he vista nada inusualmente grave.

Ganas 23px. 21Px restantes para nivel 9.

Soul Eater: De ti, salvo comentar que leer en primera persona presente me es muy extraño, no he visto ningún error sobresaliente ni faltas graves o de tildes. El manejo de la Gata del espejo me ha resultado algo acartonado, quizá porque soltaba discursos de golpe y porrazo. Habría estado bien que se recreara un poco más en las situaciones, creara más tensión, aunque ha sido agradable ver a Gata de forma diferente a lo usual, acorralada y asustada de esa forma.

Ganas 27px. Subes a nivel 3, te queda 1px para subir a nivel 4.
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Tanis
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