[Intersticio de los mundos] La fuerza de la amistad

[Sombra]

—¡Tandy! —exclamó Nadhia al ver al moguri en una de las celdas.

Mi compañera no lo dudó ni un instante y cargando contra uno de los botones una Flama Tenebrosa lo hizo explotar. Al momento, la celda se abrió. Nadhia se lanzó a por él cogiéndolo en brazos y saliendo rápidamente de la celda para evitar el poder de aquella extraña maquina que bloqueaba la magia.

—Salgamos de aquí pues —ofrecí con amabilidad, cosa que al momento aceptó.

En aquel momento nuestros poderes empezaban a regresar a la normalidad, por lo que mi cabello empezó a cambiar nuevamente de color a su habitual púrpura casi negro, mientras que el de Nadhia volvía a su castaño claro y sus ojos dejaban de tener aquel brillo amarillento.

Recorrimos los grandes pasillos. Los ciudadanos de la nave se alejaban a nuestro paso asustados, ni uno de ellos se atrevió a aproximarse a nosotros. Varios guardias nos vigilaban con prudencia de que no hiciésemos nada violento hacia los habitantes mientras tratábamos de buscar la salida, aunque sinceramente yo al menos apenas podría enfrentarme a uno o dos de aquellos guardias en mi estado y dudaba que Nadhia estuviese mucho mejor que yo.

Desde una enorme cristalera podía verse el mundo que había intentado visitar antes de ser capturado. Su luz anaranjada era preciosa. Nadhia se quedó mirando la cristalera, mientras que yo decidía tomar un descanso sentado en un banco cercano.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó entonces agachándose un poco y acariciando mi mano— Puedes contarme, lo sabes.

—Estoy bien —forcé una sonrisa—. Supongo que... Me siento algo decepcionado.

Aparté mi mano de la de Nadhia y volví a levantarme. Estábamos cerca de la salida, si cogíamos un ascensor bajaríamos hasta aquel enorme hangar donde también estaban guardando mi nave.

—Solo tenía un objetivo en mi vida, nunca había pensado que hacer una vez lo cumpliese —expliqué acercandome a la cristalera—. ¿Seguir siendo un caballero? En primer lugar ni siquiera estaba interesado en eso, tan solo quería abandonar el Mundo Inexistente, para encontrarme a mí mismo. Nada más. No debería seguir siendo un Caballero de la Llave Espada, ni siquiera tengo madera de portador.

>>Pero no hay otra cosa que pueda hacer tampoco. Haga lo que haga estoy atado de pies y manos. Y unirme a estos chiflados no es una opción para mí.

Nunca me uniría a alguien tan desalmado como para no odiar al asesino de su hijo. De su propia sangre. Si podía prescindir de aquella forma de alguien de su familia... Prefería no pensar en como veía al resto de humanos. No debíamos ser muy diferentes de unas cucarachas a sus ojos.

¿Cómo podían permitirse tener un líder como aquel?

—Continuemos, no hacemos nada aquí parados.

Me aproximé a un amplio elevador y pulsé el botón para llamarlo.

En cuanto llegamos hasta abajo, nos encontramos en el hangar en el que habíamos estado antes. Allí, entre las demás naves se encontraba el portón que daba al intersticio.

Invoqué mi armadura y materialicé el Glider. En cuanto Nadhia también se hubo preparado el portón empezó a abrirse.

Un escudo de energía impedía que el oxígeno escapase de la nave, aunque permitía que las naves y otros aparatos pudiesen salir sin problema.

[EspeYuna]

—Estoy bien —no, no lo estaba. Sonreía de manera forzada y no tardó en decirme lo que estaba pensando en aquel instante—. Supongo que... Me siento algo decepcionado.

Apartó mi mano y se levantó, acercándose a uno de los ascensores de aquel interminable y silencioso pasillo en el que habíamos decidido descansar, sin que tuviéramos a nadie a nuestras espaldas. Bueno, eso era un decir. Quien sabe si los Cats no nos estaban vigilando desde las cámaras de seguridad que seguían nuestros pasos y el de los demás civiles de la nave nodriza.

—Solo tenía un objetivo en mi vida, nunca había pensado qué hacer una vez lo cumpliese —explicó, acercándose de nuevo a la cristalera y observando el crepúsculo de mi hogar en la distancia, rodeado de la oscuridad que reinaba en el intersticio de los mundos—. ¿Seguir siendo un caballero? En primer lugar ni siquiera estaba interesado en eso, tan solo quería abandonar el Mundo Inexistente, para encontrarme a mí mismo. Nada más. No debería seguir siendo un Caballero de la Llave Espada, ni siquiera tengo madera de portador.

—Ey, discrepo bastante en que no tengas lo que hay que tener para ser un portador —dándome cuenta de lo que había dicho, y viendo que le faltaba un miembro superior, le corregí antes de que él se me adelantara—. Perdiste el brazo, pero no tu destreza. Y, por lo que veo, vas acostumbrándote. Te manejas bastante bien sin él, de veras.

Todavía me costaba no quedarme embobada mirando la falta del brazo de Ragun. Suponía que era cuestión de acostumbrarse, y sin querer incomodarle, aparté la mirada y seguí escuchando todo por lo que quisiera desahogarse.

—Pero no hay otra cosa que pueda hacer tampoco. Haga lo que haga estoy atado de pies y manos. Y unirme a estos chiflados no es una opción para mí.

—Ni se te pase por la cabeza —mascullé entre dientes, recordando el rostro del padre de Alex y Chris con una mueca que reflejaba repulsión por Whitecat y su concepto de "el fuerte predomina sobre el débil"—. Esta organización es el mal personificado.

Tandy exhaló un suspiro en sueños, descansando plácidamente en mi regazo. Le acaricié la cabeza y éste reaccionó de la forma más adorable, aferrándose más a mí. Estaba agotado y había perdido mucho poder mágico. Lo... sentía, ahora que lo tenía tan cerca. Tenía que aprender a dominar el pacto estando tanto tiempo separados.

Estaba pensando en si Merlín o Montblanc sabrían cómo entrenarme para ello, cuando Ragun me llamó la atención para que nos fuéramos de allí. Asentí y me levanté con el pequeño guardián que se espabiló con el ruido del hangar cuando bajamos por el elevador.

Ragun no tardó en invocar su armadura y lanzar su Llave-Espada Oscura a los límites del hangar para materializar su glider. Yo hice lo mismo, comprobando que la cápsula para Tandy no se había roto por culpa de los métodos que habían usado los Cats para arrastrarme a su morada.

Cuando entonces, rebuscando entre mis cosas, encontré un objeto que no pensaba conservar. Observé perpleja el comunicador que Xefil me había regalado hacía pocas semanas y de pronto me entró un escalofrío. En aquel momento lo recordé: Whitecat se había aproximado a mí, en algún momento de la conversación con el fantasma de su hijo. Sentía el gélido y desagradable tacto de su piel en mi móvil, y se me cerró el estómago.

¿Hasta ahora no me había dado cuenta de que había estado a escasos milímetros de mí, sin que Ragun o yo lo hubiéramos percatado? ¿Aquello era el poder de un Cat?

Tragué saliva, sin saber si estar más asustada que sorprendida. Eran fuertes... tanto que podrían habernos matado con un simple movimiento invisible a nuestros ojos. Pero no lo habían hecho.

¿Qué quería de nosotros? ¿Por qué nos mantenía con vida?

Apreté el móvil entre mis dedos de pura frustración y dejé a Tandy en la cápsula, imitando a Ragun y despegando con el glider de aquel lugar. Estaba deseando perderlo de vista cuanto antes.

[Sombra]

Y nos lanzamos hacia el intersticio dejando atrás la enorme Nave, que empezó a desaparecer bajo algún tipo de camuflaje óptico.

Muchas cosas habían pasado en el interior de la base de los Cats, cosas horribles. Pero no todas habían sido malas, había visto con mis propios ojos lo que la fuerza de la amistad podía hacer, pero también rondaban dudas en mi interior.

Desde que había peleado con Xefil lo sabía, sin embargo las palabras de mi amigo me habían animado para seguir adelante. "No eres un sincorazón" había dicho, sin embargo yo sabía que era mentira. A pesar de aquello había intentado ignorar por completo aquellos recuerdos, había engañado a la gente como si no recordase nada.

Yo no era un humano, no del todo al menos. Mis recuerdos eran una gran mentira, ni siquiera me pertenecían.

Pero los Cats, a pesar de saber quien era yo en realidad habían decidido aceptarme con ellos. No quería admitirlo, pero por un momento había dudado en si lo mejor para mí habría sido quedarme con ellos. Vaya una vida llevaba.

Nada me ataba a Bastión Hueco, ni a Tierra de Partida, ni a los Cats. Mi identidad era diferente a la de los demás, dijesen lo que dijesen yo era una anomalía, un error. ¿Que era lo que me había hecho cambiar? No lo sabía.

Todo era demasiado confuso aún.

Finalmente, llegó el momento de separarnos. Bajé la velocidad de mi vehículo hasta detenerme por completo. A partir de aquel punto Tierra de Partida y Bastión Hueco quedaban en direcciones opuestas.

—Es el momento de separarnos —informé a mi compañera en cuanto se hubo parado también.

[EspeYuna]

Dejar atrás todo lo sucedido me estaba resultando difícil. No sólo por todo lo que había descubierto sobre los Cats, sino por cosas que había descubierto sobre mí misma.

Nunca hubiera podido imaginar que quisiera saber mucho más sobre todos los misterios que me rodeaban. Algunos de ellos, unidos a la oscuridad de los corazones. Algo que, sin duda, me daría problemas en Tierra de Partida. Una idea fugaz pasó por mi cabeza y de inmediato la descarté. Yo no buscaba para nada la Verdad que Ryota prometía a quienes se habían unido a su bando. Ni tampoco era carne de cañón de mis maestros en la Orden. Nunca me habían usado de ese modo y dudaba que lo hicieran. Recordaba perfectamente la conversación con Nanashi y Ronin en la necrópolis, y estaba claro que eran dos bandos que algún día lograrían entenderse mutuamente.

Pero algo dentro de mí me hacía sentir insegura con lo que creía. ¿Por qué? ¿Era porque había visto más allá de la luz que albergaba mi corazón? ¿Había experimentado algo tan diferente dentro de mí, hasta el punto de tener miedo del cambio? Fuese como fuese, no paraba de darle vueltas y ya estaba convirtiéndose en una migraña molesta.

Me repetí que no le diera más importancia al asunto y que regresara a mi hogar, junto a Xefil, Light, Fátima y cuantos más me estuvieran esperando. Sin embargo, había una persona que faltaba en Tierra de Partida para sentirme completa, y era la que estaba surfeando el intersticio justo a mi lado.

Podríamos seguir hablando con nuestros comunicadores —esperando que no volvieran a tendernos una trampa. Tendríamos que planear algún tipo de código clave por si acaso los Cats no habían acabado aún con nosotros—, incluso ahora estábamos conectados a través de aquel extraño fenómeno por el cual podía sentir sus latidos sincronizados con los de mi propio corazón. Intuía que así sería.

Pero no podía estar tranquila, sabiendo que me iba a volver a separar de mi mejor amigo y desconociendo si en Bastión Hueco tendría apoyo alguno, exceptuando a Nyx.

—Es el momento de separarnos —anunció en cuanto se detuvo.

—¿Podrás... volver a Bastión Hueco con esa herida? —le pregunté bajo el casco, no muy convencida de dejarle solo en el intersticio, estando tan lejos de la Estrella Maldita— No me importa acompañarte.

No es que no me supusiera molestia alguna hacerlo. Es que me sentiría más tranquila si iba con él.

[Sombra]

—¿Podrás... volver a Bastión Hueco con esa herida? —se refirió al corte que me había hecho antes— No me importa acompañarte.

—Estoy bien, estoy bien —resté importancia a la herida. Había perdido bastante sangre, pero no creía que fuese demasiado grave. No lo suficiente como para necesitar ayuda para volver—. No te preocupes, "hermanita".

>>Hasta otra.

Y empecé a alejarme volando, sin embargo pronto me arrepentí de haber dicho aquello. Al virar el rumbo hice un movimiento brusco con mi brazo para poner rumbo a la antaño conocida como Vergel Radiante. Aquello provocó que la herida se abriese todavía más, lo que resultó realmente doloroso. Me llevé la mano hasta donde estaba mi herida.

—Mierda —maldecí el no haber tenido más cuidado durante el combate. Debería de haber intentado utilizar la Evasión Sombría en aquel momento.

Pero el haber apartado la mano del manillar tuvo un efecto inmediato. Caí de mi Glider, el cual continuó su marcha sin esperarme hasta estrellarse contra un asteroide mostrando una gran explosión

Había sido engañado por mi subsconciente y había olvidado que no tenía el brazo izquierdo para ayudarme. Por un momento lo había notado, era extraño. Sin embargo no tenía nada en aquel lugar.

Y allí me encontraba, flotando en medio del vacío infinito. Ah... La forma de mi Glider había sido completamente destruída, aquello significaba que tardaría en repararse varias horas. Que poco conveniente.

Era más probable que un sincorazón apareciese y me devorase o que muriese desangrado allí mismo antes de que se reparara el vehículo. Aunque... Tal vez no sería tan malo.

<<¿Que se siente al ser consumido de esa forma, Alex?>>

Abrí mis ojos siendo envuelto por la inmensidad del espacio.



Por primera vez me di cuenta de lo pequeño que era, y me sentí satisfecho. Era un paisaje mágico.

Levanté mi brazo apuntando a una estrella, jugando a que la cogía entre mi mano. Fue un gesto estúpido, pero me sentí vivo por primera vez en mucho tiempo.

Yo no era un humano, era un sincorazón. No tenía padres, no tenía a nadie. Pero... no era tan malo. Había hecho muchas cosas horribles y me sentía culpable por ello, pese a que no sabía lo que hacía. Pero allí estaba yo, un sincorazón que se había convertido al menos parcialmente en un ser humano.

Estaba satisfecho con haber podido experimentar lo que era estar vivo y ser consciente de tu propia existencia, algo que un sincorazón no podía hacer.

Pero... los sincorazón no eran enemigos para mí, eran seres atrapados en sí mismos que luchaban por volverse en alguien normal. No les odiaría incluso si aparecían en aquel momento y acababan conmigo.

Sonreí tranquilo. No daría tiempo a quel el Glider se regenerase antes de que muriese desangrado o...

<<Bueno, que más da>>

[EspeYuna]

—Estoy bien, estoy bien —me repitió varias veces, dando por sentado que se encontraba en condiciones para irse solo a Bastión Hueco. Fruncí el ceño bajo el casco, preocupada y sin quitarle el ojo de encima a su costado—. No te preocupes, "hermanita".

» Hasta otra.

—Cuídate... —musité sin que lograra escucharme, observando como la vela de su tabla cambiaba de rumbo.

Aquella despedida no era como la de Londres, pues a pesar de que todo había salido bien en cierto modo, tenía un nudo molesto en la garganta. Seguíamos siendo amigos, y podríamos comunicarnos igualmente. Pero Ragun ya no sería el mismo, o eso creía. Ahora que había descubierto quien era realmente, lo más seguro es que necesitara un tiempo para estar solo y pensar sobre lo que iba a hacer de ahora en adelante, asimilando todo cuanto sabía sobre su origen y su naturaleza.

Y estaba pensando de manera egoísta que ya nada le ataba a la Estrella Maldita, que podía volver a Tierra de Partida conmigo si ocultaba el origen y razón de su apariencia y existencia, cuando vi que el cuerpo de Ragun se separaba del de su glider de una forma temeraria y peligrosa. En un principio no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, cuando percaté entonces que con su único brazo se aferraba al costado.

—¡Ragun! —exclamé, viendo como el glider abandonado seguía su trayectoria hasta acabar completamente destruido tras chocar contra un asteroide.

«Idiota»

Al comprobar alarmada que, efectivamente, mi amigo había soltado por accidente su vehículo, aceleré con mi tabla y agarré la armadura que flotaba en mitad del espacio. Tiré de su brazo y lo aferré a mi cuerpo, agarrándome con seguridad al soporte de mi glider.

Tras comprobar que seguía consciente, proferí un suspiro de alivio:

—Retiro lo dicho, aún te cuesta recordar que te falta un brazo —dándome cuenta de lo que acababa de decir, me disculpé enseguida—. Perdona. Es mi culpa, has debido perder mucha sangre.

» Lo mejor será que te vea Mogara.

Y estaba cien por cien segura de que se iba a poner cabezota con la idea de ir al hogar de la Orden original.

—¡Bastión Hueco está demasiado lejos, Ragun! Y seguro que los maestros harán la vista gorda si le contamos alguna trola.

[Sombra]

Entonces, Nadhia apareció salvando el día —otra vez—, empezaba a sentirme como una de esas típicas princesas en apuros de los juegos que tenía en mi habitación.

Me agarró de mi único brazo sujetándome con fuerza contra ella.

—Retiro lo dicho, aún te cuesta recordar que te falta un brazo

—Oh, venga... —la miré con recelo a través del casco.

—Perdona. Es mi culpa, has debido perder mucha sangre.

» Lo mejor será que te vea Mogara.

Solté una risa sarcástica en aquel mismo instante negando por completo ir a junto ella.

—¡Bastión Hueco está demasiado lejos, Ragun! Y seguro que los maestros harán la vista gorda si le contamos alguna trola.

—No lo harán —respondí. Si habían ignorado a Diana también lo harían conmigo obviamente, y no pensaba pisar aquel mundo si podía evitarlo—. Da igual lo que digas, sigo siendo de Bastión Hueco. Me abandonarán a mi suerte.

Además, había ciertas posibilidades de que notasen mi origen no humano. Algo que no sería muy agradable si uno de los Maestros se daba cuenta. Al fin y al cabo la misión de los portadores era eliminarnos a nosotros sin ninguna clase de piedad.

[EspeYuna]

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—No lo harán —respondió secamente, sin darme oportunidad alguna de tener al menos una pizca de razón—. Da igual lo que digas, sigo siendo de Bastión Hueco. Me abandonarán a mi suerte.

—Deja de decir tonterías —le recriminé, algo enfadada—. Kazuki jamás te dejaría morir desangrado. ¡Oh, vamos Ragun! ¡Fuiste su aprendiz!

Pero no hubo manera de convencer a Ragun. Y si planeaba regresar con él a Tierra de Partida, sólo conseguiría un temerario forcejeo que nos dejaría flotando a ambos en el intersticio si no le hacía caso.

Tras meditar unos minutos en medio de la polvareda de estrellas, contemplé el camino de asteroides que llevaba a Bastión Hueco. Luego, al sendero espacial que llevaba a Tierra de Partida. Ladeé la cabeza dos o tres veces a lo sumo entre ambas opciones, pensando qué sería lo correcto en una situación así.

Al final, descarté lo qué sería mejor para mí, sino lo mejor para Ragun. Y si él no quería pisar de nuevo la enfermería de Mogara, no era quien para llevarlo a la fuerza. Obviamente, aquella conclusión me dejaba con un amargo sabor en la boca... pues tenía que poner rumbo a Bastión Hueco para dejar a mi amigo sano y salvo.

«Me voy a arrepentir de esto, lo sé»

—Venga, te llevo —le dije bajo el casco, aferrándolo a mi armadura—. Agárrate a mí.

Dicho aquello, salí disparada con el Glider, en dirección a la destruida Vergel Radiante. Estaba agotada, me flaqueaban un tanto las piernas adheridas a la tabla y no tenía ni pizca de ganas de encontrarme con gente del bando contrario. Sólo era pensar en la arrogancia de Saeko, o peor aún, en la presencia de Andrei, y desear dar media vuelta, haciendo oídos sordos a las súplicas de Ragun.

Pero eso me parecía una excusa bastante estúpida e infantil por mi parte. Y Ragun merecía en aquel momento que cumpliera su deseo por lo mal que lo estaba pasando, por mucho que me costara.

Tan sólo esperaba que Nanashi fuera la que sintiera mi presencia al aterrizar junto a Ragun en el castillo. Tragué saliva al pensar en que me descubriera Ryota pisando territorio enemigo.

Cierto... Ragun y yo éramos enemigos. Pero desde que había visitado el Templo de la Reminiscencia veía las cosas de otra forma, desde un punto de vista diferente. Era hora de demostrar cuánto había cambiado desde aquel día que fuimos arrastrados a la Estrella Maldita.

Ya no era, en absoluto, la niña cobarde de antaño. Estaba segura de ello.


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Miraba desde las alturas la ciudad masacrada por los sincorazón y a sus nuevos habitantes deambulando por las calles. Algunos observaron con curiosidad el cielo, percatando mi presencia. No pude evitar estremecerme con la idea de aterrizar allí. Estaba claro que no era la opción más segura, y me había prometido dejar a Ragun sano y salvo dentro del castillo. Ahora bien, ¿dónde aterrizar de modo que evitara a la famosa Wix o a los sincorazón voladores?

Cuando de pronto, mis brazos flaquearon por las pocas fuerzas que me quedaban. Mascullé entre dientes, rodeando el castillo. No encontraba la maldita entrada y la cabeza me daba vueltas. El viaje había sido demasiado largo y el cansancio ya podía conmigo. Mis ojos se detuvieron entonces en una de las terrazas más altas y próximas, y sin pensármelo dos veces, aterricé sobre ella con inevitable brusquedad.

El Glider desapareció enseguida y me incorporé como pude cargando con Ragun. Agobiada con el casco, me lo quité enseguida y lo tiré, rompiéndose en mil añicos que desprendieron una cálida luz. Inspiré profundamente por la nariz y exhalé por la boca, aliviada de que ningún sincorazón nos hubiera atacado en las alturas y haber llegado de una pieza. Observé que, bajo la armadura, Ragun estaba completamente exhausto y le costaba mantener los ojos abiertos. Tandy, por otro lado y sorprendido por la atmósfera de aquel mundo desconocido, se agarró al hombro contrario por el que cargaba con mi amigo y permaneció en silencio. Tampoco es que tuviera apenas fuerzas para preguntarme qué demonios hacíamos allí.

—¿Hay... hay alguien ahí? —cuestioné con la garganta seca y el corazón en la misma, algo insegura de cual debía ser el siguiente paso.

Porque había conseguido llegar con Ragun a Bastión Hueco. Ahora, ¿me permitirían marchar sin más?

[Sombra]

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Bastión Hueco, mi hogar.

Nadhia recorría desde el aire el mundo mientras observaba las ruinosas calles de la que una vez había sido conocida como La Capital de la Luz.

Las hordas de sincorazón nos miraban con ansias, pero tan solo pude sentir lástima por ellos. El bien y el mal eran un tanto relativos, ¿no?

Ellos solo actuaban por su instinto, nada más. Sin embargo los humanos los tachan de malvados, ¿pero no hacen lo mismo? Criando animales tan solo para alimentarse, no podía ver la diferencia con los sincorazón.

Humanos y sincorazón, al final todos éramos lo mismo.

Nadhia dio varias vueltras en busca de una entrada, decidiendo finalmente aterrizar en una de las terrazas.

Lancé una mirada a Nadhia y toqué el botón de mi armadura haciendo que desapareciera. Rapidamente me di cuenta de que mi sangre había llegado a manchar hasta la altura de mis botas. Cerré los ojos tumbado en el suelo. Sentía mucho frío y creía que me acabaría durmiendo de un momento a otro, oh dios. ¿Cómo podía tener tanto sueño?

—¿Hay... hay alguien ahí?

[Soul Artist]

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—Si es la dama de la perla...

Del interior del castillo surgió la figura de de piel oscura y pelo negro como la noche. Nadhia ya le conocía por el propio incidente al que estaba haciendo referencia, y precisamente en aquel mismo castillo había tenido la ocasión de relacionarse con él: Andrei Saavedra, uno de los más prometedores aprendices de Bastión Hueco.

El muchacho se acercó a la mujer con una sonrisa lasciva y se quedó plantado frente a ella durante unos segundos, desafiándola en silencio con la mirada. Rió por lo bajo y se acercó a ella para que Ragun se apoyase en él, al cual sostuvo por el hombro sin problemas.

—Gracias por el paquete —se burló el chico, sin darle importancia el deporable estado de Ragun.

Estaba claro que no sería por él por quien se curaría, pues había ido a parar con el aprendiz que menos le podía importar el estado de uno de los suyos. Seguramente, serían Diana o Nanashi quienes curaran sus heridas con magia.

—Te invitaría a un café, pero los de Tierra de Partida no podéis quedaros aquí —señaló Andrei. Nadhia podría escapar sin problemas de aquella situación, aunque no recibiría ninguna clase de agradecimiento por sus acciones—. A menos, claro, que sea para asuntos... Íntimos.

No esperó a que Nadhia contestara. Su sonrisa se alargó y agarró a Ragun por la cintura para sujetarle bien, llevándole hasta el interior de Bastión Hueco. No hubo oportunidad para protestar... Ni tampoco para aceptar la propuesta de Andrei.

[EspeYuna]

—Si es la dama de la perla...

«¡No, no y no! ¿¡Por qué tenías que ser tú!?»

Y para colmo, me recordaba como la cobarde que le lanzó un hechizo aquel maldito día, aterrada por querer seguir con vida. Allí estaba, surgiendo del interior del castillo, el aprendiz del bando contrario con el que menos me apetecía toparme: Andrei Saavedra. Acercándose a nosotros, tuve la sensación de que se me encogía el estómago. O no. Más bien, parecía que se me revolvían las entrañas sólo de saber que se acordaba del incidente y que había visto la parte más patética que podía mostrar siendo aprendiz.

Por eso, cuando se detuvo frente a nosotros, le sostuve la mirada mientras sonreía, no muy preocupado del estado en el que había llegado Ragun. Su compañero estaba sangrando todavía, manchando las prendas y el suelo, y Andrei parecía más entretenido en mi posible reacción que en preguntar qué había pasado. Por ese motivo y por muchos más, no comprendía por qué mi amigo prefería estar allí.

Sin embargo, claro que comprendía cómo debía sentirse en aquellos momentos. Teniendo recuerdos de un sincorazón, era probable que tuviera miedo de que fuera descubierto por la Orden y... me costaba admitir que quizás no lo dejaran regresar a Tierra de Partida.

Contuve la respiración cuando se acercó a mí riéndose, convirtiéndose en el nuevo apoyo de Ragun.

—Gracias por el paquete.

Me ahorré la respuesta con el asqueroso comentario, más por seguir teniendo una oportunidad para salir de allí en cuanto se hiciera cargo de Ragun. Pero estaba claro que él no se encargaría de sanar sus heridas. Agradecí que dentro del castillo hubiera una Maestra como Nanashi.

—Te invitaría a un café, pero los de Tierra de Partida no podéis quedaros aquí —señaló entonces el aprendiz—. A menos, claro, que sea para asuntos... íntimos.

«¿Asuntos íntimos, dices?», pensé sin darle importancia al mensaje de aquellas palabras, viendo como alargaba su sonrisa y agarraba a Ragun firmemente por la cintura para llevarlo al interior del castillo. El asunto que más me podía interesar de aquel lugar era la seguridad de mi mejor amigo, nada más.

En cuanto me arrebató a Ragun de las manos, tuve la necesidad de alzar el brazo para que me lo devolviera.

Pero igualmente, me sentía muy mal por no poder seguir a su lado en un momento tan difícil. Tenía miedo de lo que el tiempo pudiera hacerle a Ragun, qué le depararía el futuro con la organización Cat sabiendo de su existencia. Y Chris, quien no sabía que en realidad Ragun sólo era un fantasma de su hermano fallecido.

—¿Dónde estamos, tan?

El adormecido Tandy me sacó del trance al escuchar su vocecita y notar las cosquillas de sus bigotes en mi oreja. Me giré a él y, para cuando volví a mirar, Andrei había desaparecido en la oscuridad junto a Ragun.

—Tranquilo, nos vamos ya mismo a casa.

Durante el viaje de vuelta, sólo podía pensar en una cosa: mantenerme despierta hasta llegar a Tierra de Partida. Podía parar en Ciudad de Paso, o quizás en Agrabah, pero descarté la segunda de inmediato. Aún no estaba preparada para contarle toda aquella odisea a Chris. Y tampoco para comprobar cual iba a ser su reacción.

Pasando por el mundo donde había vivido Tandy durante tantos años, decidí que aún tenía fuerzas para llegar al hogar de los Caballeros sin necesidad de parar. Tan sólo quería llegar a casa, curar mis heridas, comer y dormir.

Pensé en todos mis amigos, en mi maestro, en Xefil. Intenté ver todo lo bueno que tenía allí y evitar pensar en lo que dejaba atrás. Cuando de pronto, volví a sentirlo.

Bum, bum. Bum, bum.

Un latido intruso decidió bombear de nuevo junto a mi corazón. Me llevé la mano al pecho, sintiendo un profundo alivio. Era cierto que la fuerza de nuestra amistad superaba cualquier distancia. Ya fueran mundos lejanos, bandos contrarios, orígenes distintos, pasados turbios, futuros complicados.

Ragun y yo seguiríamos siendo amigos... siempre.

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Mi último post

[Sombra]

—Si es la dama de la perla...

Extrañado intercambié miradas entre ambos aprendices sin llegar a comprender lo que pudo haber pasado entre ellos dos, pero Nadhia parecía muy incómodo mientras que Andrei... Bueno, Andrei seguía siendo Andrei.

Suspiré sin prestar mucha más atención a las miraditas que se echaban, en aquel momento no estaba muy de humor para decir nada.

Andrei me agarró de la cintura tras unos momentos de tensión.

—Gracias por el paquete.

<<Paquete tu madre>>

El aprendiz —que pronto sería Maestro según tenía entendido de alguna oída— empezó a caminar conmigo bien sujeto.

Apenas podía caminar por mi propio pie, por lo que era un alivio que alguien hubiese salido a recogerme, incluso si era él. No lo conocía demasiado, a pesar de llevar tanto en Bastión Hueco. Las veces que habíamos hablado nunca profundizamos de ninguna manera especial por lo que simplemente era un conocido.

—Te invitaría a un café, pero los de Tierra de Partida no podéis quedaros aquí —supuse que era su forma de decirle a Nadhia que se fuese a casa—. A menos, claro, que sea para asuntos... íntimos.

—Cuidate... Nadhia —somnoliento murmuré aquello de manera casi imperceptible, por lo que dudé que me escuchase.

No pude recordar que pasó después de ser llevado al interior del castillo.

***

Cuando me desperté estaba en una de las camas de la enfermería y una pequeña cicatriz en mi costado lucía junto a la otra enorme que recorría todo mi pecho hasta el abdomen.

Vaya una colección de cicatrices empezaba a tener.

Una risa tonta se escapó de mí. Me llevé la mano hasta la altura de mi corazón sintiendo todavía aquella luz en mi interior que incluso después de que el efecto de aquel fenómeno finalizase seguía ahí.

Recordé en aquel momento que también tenía algo parecido con otra persona y casualmente también había tenido algo que ver con aquella panda de locos y un pequeño monstruito entrañable que había intentado matarnos a todos de forma cariñosa.

—Nexo-D... —eché mi cabeza haciendo que mi cuello soltase unos crujidos, seguramente había estado durmiendo un día entero en la misma postura. Me sentía un tanto entumecido.

No podía evitar preguntarme si los Nexos eran algo exclusivo de los portadores o cualquier persona podía tener uno, aunque no es que fuese realmente importante. Quizás algún día me pusiese a estudiar aquello, aunque eso sería otro día.

En aquel momento solo deseaba dormir. Tenía demasiadas cosas que replantearme a partir de aquel momento.

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THE END

[Soul Artist]

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¿The end?

[spoiler]

Sombra
27 PX
No sabes la rabia que me ha dado este Encuentro por tu parte. Has tenido cosas muy buenas, en serio, posts que estaban muy bien descritos y narrados, muy bien cuidados, como dios manda, a los que has puesto muchísimo cariño y esfuerzo. ¿Pero por qué aparecen luego otros con una narración más pobre, frases atropelladas y faltas ortográficas? ¡Lo estabas haciendo muy bien! ¡Si todos fueran como la mitad del Encuentro, hubiese sido puntuación perfecta! ;w;
45 PX para el Nivel 22.

EspeYuna
28 PX
¡Y tú! ¡Túuuu! Lo has hecho bien, pero ¡no mejor! Tienes más capacidad para hacer posts, y algunos me han sabido demasiado dulces, demasiado... Dramáticos. ¡Y no te vengas abajo ahora por ello! Es tu estilo, y aunque sea algo que no me guste, ¡es como eres escribiendo, corchos, no te baja tanto la puntuación y he visto casos peores en este mismo rol y lo sabes!
Nivel 17, te faltan 62 PX para el 18.