[Intersticio de los mundos] La fuerza de la amistad

[EspeYuna]

—Lo he recordado todo, todo lo que de verdad soy —la fuerza de sus palabras me hicieron retroceder al igual que la de sus brazos sosteniendo la Llave-Espada Oscura—. Yo nací en el Mundo Inexistente como un sincorazón.

» Me alimentaba como ellos, actuaba como ellos. Sentía el mismo placer que ellos al arrancar un corazón y consumirlo.

—¡Eso es mentira! ¡Nunca has atacado a nadie! ¡Nunca has arrancado un corazón, ni tampoco lo has consumido!

Pero allí no acabó todo. Ragun forcejeó, contándome una historia tan terroríficamente irreal, que me costaba creerle. Sin embargo, su rostro consumido por el dolor me hacía ver lo equivocada que estaba.

No me mentía.

Me detuve y retrocedí un par de pasos, sosteniéndome en Ángel Forjado. Mi mente comenzaba a viajar a todos aquellos momentos en los que había estado con Ragun. Cada uno de ellos era cálido y especial, el de la primera vez que me sentí aceptada por alguien fuera de la Villa. A pesar de su afinidad, de nuestras diferencias con el paso del tiempo, de su personalidad, tan distante a la mía conforme íbamos creciendo a lo largo de los meses... nada podía compararse a la calidez, a la humanidad de Ragun.

Era imposible que Ragun hubiera sido un sincorazón. Si aquello era cierto, si de verdad a partir de la luz de Alexander aquel ser había resucitado en el Reino de la Luz, ¿no lo hacía de nuevo humano? ¿Una persona con un corazón? Si no, ¿cómo es que poseía la capacidad de invocar la Llave-Espada? ¿Un sincorazón atrapado en el cuerpo de alguien que...?

«Alex... está muerto»

Si lo que decía Ragun era verdad, él... ¿qué era? Ya no era un sincorazón, ni tampoco le pertenecía el cuerpo y la mente de Alexander. Entonces, ¿a quién tenía frente a mis ojos?

¿Dónde demonios estaba mi amigo? ¿Y el hermano de Chris?

—Mi vida es una gran mentira. No soy ni un humano, ni un sincorazón.

» Soy un error, una anomalía que jamás debería haber existido. Por eso, Nadhia. Debes odiarme.

—¿Por qué... debería odiarte...?

¿Por qué mis piernas flaqueaban y cedían? ¿Por qué todo lo que hasta ahora me había parecido real era una mentira para quien tenía justo delante de mí? ¿Por qué le creía? ¿Por qué no hacerlo?

—¿Por qué no acabas con él, portadora? —de pronto, la voz de Purplecat hizo eco en la sala blindada— Ha dicho que está dispuesto a devorar tu corazón, ¿no es cierto? ¿Por qué no lo haces desaparecer?

» Si se te escapa, quién sabe a cuántos niños devorará... ¿¡eh!?

Con toda la rabia que estaba a punto de explotar dentro de mí, apunté contra Ragun. Pero en el último segundo cambié la trayectoria y mi hechizo de luz fue lanzado hacia el cristal desde donde los espectadores nos observaban.

—Ragun nunca ha hecho eso —tras negar lo que él y los Cats confirmaban, me giré al primero—. Tú mismo lo has dicho, ¿no?

Me volví a levantar con la ayuda de mi Llave-Espada, clavándola en el suelo.

—No eres Alexander, ni tampoco un sincorazón.

» ¿Una anomalía? Para mí eres Ragun. Punto.

Por mucho que me costara asimilarlo... mirase por donde lo mirase.

—¿Que vas a devorar mi corazón, dices?

Levanté la Llave-Espada en su dirección, desafiándole.

—Adelante. Ven a por mí y hazlo. Si es que puedes.

[Sombra]

—¿Por qué... debería odiarte...?

—Por qué, preguntas... —una sonrisa boba se dibujó en mis labios.

Ella no entendía lo que aquello que le había dicho significaba. Claro que no, ella solo veía a un humano. No sabía las cosas horribles que había hecho a la gente de su raza, no podía ver el horror en sus caras cuando me acercaba, cuando ante sus seres queridos segaba sus vidas sin pestañear. Sin sentir remordimientos. Solo moviéndome para devorar todo lo que pudiese.

—¿Por qué no acabas con él, portadora? —la voz de Purplecat interrumpió mis pensamientos— Ha dicho que está dispuesto a devorar tu corazón, ¿no es cierto? ¿Por qué no lo haces desaparecer?

» Si se te escapa, quién sabe a cuántos niños devorará... ¿¡eh!?

Nadhia se apartó de un salto y me apuntó con la punta de su llave espada, como reflejo traté de bloquear su ataque, pero nunca llegó.

Una veloz flecha de luz impactó contra el cristal haciendo que incluso si el ataque no dañó la superficie de éste al menos asustó a los que estaban observándonos.

Miré sorprendido a Nadhia, de quien no me esperaba aquello.

—Ragun nunca ha hecho eso —no, "Ragun" no lo había hecho. El yo actual no, quería decir.

Pero mi pasado, el yo original sí lo haría y... ¿Cuántos habían caído bajo mis garras? Eran demasiadas caras, tantas que ni podía recordarlas todas. Personas de todas las edades, razas, sexo, ricas, pobres, guerreros, personas indefensas, malvados, buenos... Era indiferente en aquel momento, solo había deseado una cosa; corazones. No podía culparme ya que no era consciente de lo que hacía, solo mi cuerpo era lo que me permitía moverme, guiarme por el instinto más primordial y básico de un sincorazón.

—Tú mismo lo has dicho, ¿no? —no pude mantener el contacto con sus ojos— .No eres Alexander, ni tampoco un sincorazón.

» ¿Una anomalía? Para mí eres Ragun. Punto.

Bajé la mirada, ¿es que no lo veía? Ella necesitaba luchar contra mí para que su compañero no fuese herido. Era por ello que había contado mi secreto a mi mejor amiga.

—¿Que vas a devorar mi corazón, dices? —me apuntó con su llave espada nuevamente—. Adelante. Ven a por mí y hazlo. Si es que puedes.

—Ni se te ocurra dudar, Lucecita —me coloqué en guardia—. Te arrepentirás si lo haces.

Con esas palabras corrí hacia ella golpeando contra su arma. Nadhía ya no era aquella débil chica con la que me había enfrentado en entrenamientos y pudo bloquear mi ataque.

Pero no me detuve, volví a alzar mi llave espada bajándola de nuevo contra ella y cuando se dispuso a atacarme aproveché un "Punto abierto" para colocarme a su espalda.

Rocé la punta de mi llave espada contra su espalda, justo como en nuestro primer encuentro.

—Nunca más volveremos a tener momentos como los de nuestros entrenamientos.

Me arrepentía.

Había hecho tantas cosas malas que... Preferiría no pensar en ello. Pero era inevitable.

Todo aquel tiempo había tratado de olvidarlo, de seguir con mi vida de forma normal. Quería que no me afectase todo aquello, como si no tuviese que ver conmigo. Deseaba poder evadir todo el dolor que había causado y que ahora me perseguía.

Los peculiares, pero divertidos momentos con Ivan, las peleas y la rivalidad que Xefil y yo teníamos, los piques con Light, pelear junto a Malik y Fátima, aquellas charlas sin sentido con Fyk. Saxor, Dejay, Hitori, Fran, Saeko, Diana, Exuy, Hiro, Maya, Kazuki, Ariasu, Ryota e incluso Ronin.

Los odiase o no, todo ya daba igual. Daría lo que fuese con tal de volver a verles al menos una vez más, de poder llamarles compañeros.

—¡Flama Tenebrosa +! —grité en el aire tras dar un Doble Salto para así esquivar una de las poderosas magias de Nadhia—. Espero que algún día puedas perdonarme, Nadhia.

>>No podremos seguir siendo amigos, así que odiame y lucha de verdad.

[EspeYuna]

—Ni se te ocurra dudar, Lucecita. Te arrepentirás si lo haces.

Bloqueé el ataque que vi venir desde la distancia y frené mis pies con el suelo blindado, arrastrada unos pocos metros hacia atrás con la fuerza descomunal de Ragun.

Pero estaba segura de que ese primer ataque había sido tan sólo un mero aviso para iniciar el combate. Si hubiese atacado con todas sus fuerzas, seguramente me habría tirado como un trapo. Mi rival volvió a alzar su arma y cuando me dispuse a bloquear de nuevo con Ángel Forjado, le perdí de vista. Noté entonces el roce del filo de su Llave-Espada contra mi espalda y se me formó un nudo en la garganta.

Sentía unas ganas tremendas de llorar.

—Nunca más volveremos a tener momentos como los de nuestros entrenamientos —sentenció mientras yo cerraba los ojos, intentando ocultar la tristeza.

Debía sustituirla por la fuerza bruta necesaria para hacerle frente. Pero, ¿por qué al final había decidido ceder a la provocación y luchar contra él? Si me paraba a pensarlo, no le había costado mucho convencerme de que era lo correcto después de haberme contado su historia.

El caso es que en aquel momento necesitaba desahogarme. Por muy infantil que sonara, la única manera de quitarme aquel nudo de las entrañas era luchando, descargando toda la ira retenida dentro de mí, expulsarla con gritos, estocadas, poder mágico... de todo cuanto se me ocurriese.

Estaba asustada, y cansada. Cansada de que todos mis amigos sufrieran. De que tuvieran un pasado turbio, oscuro o cruel. Que Ragun cargara con los recuerdos de un vil sincorazón. Que Kit perdiera su mundo y que desconociera la auténtica faceta de los Cats e ignorara por completo que la organización seguía viva. Que Fyk siguiera buscando a su hermana perdida. Que Light hubiera crecido sin sus padres. Que Xefil siguiera sufriendo con la Bruja Eterna, comportándose como un asqueroso parásito dentro de su cuerpo. Que Tandy tuviera que cargar con un pacto que le limitaba y que llorara algunas noches recordando a Salim. Que Fátima sufriera por no revelar su auténtico aspecto.

Lo odiaba. Lo odiaba. ¡Lo odiaba!

¿Por qué todos sufrían? ¿Por qué nadie sonreía en aquel momento dentro de mi cabeza? ¿Por qué veía todo tan triste y oscuro?

—¡Flama Tenebrosa +! —chillé de dolor cuando la flama me alcanzó. Lancé una flecha que Ragun esquivó con facilidad al saltar—. Espero que algún día puedas perdonarme, Nadhia.

>>No podremos seguir siendo amigos, así que odiame y lucha de verdad.

Aquello era cuanto menos quería oír. Hasta hacía poco tiempo, cuando me reuní con Chris para hablarle de su hermano pequeño. Estaba tan ilusionada, tan feliz de haberme reunido con Ragun... por primera vez en mucho tiempo, las cosas habían parecido ir bien.

Pero aquella chispa de felicidad era una mentira. Todo por cuanto había luchado en aquellos entrenamientos de Agrabah ahora no servían de nada.

Estaba furiosa. Quería gritar, golpear, mandar todo a la porra. Todos mis esfuerzos habían sido en vano.

No podíamos seguir siendo amigos. Eso era lo que más me dolía oír. Todo por lo que había luchado... me parecía estúpido.

Corrí hacia Ragun y empleé un doble salto para lanzarme contra él, alzando mi Llave-Espada. Ésta, brillando con fuerza, bajó rápidamente hacia el cuerpo de mi rival con una cantidad desbordante de luz rodeando el filo de la misma.

—¡¡Ira de Lucifer!!

Comenzaba a odiarle de verdad.

[Sombra]

—¡¡Ira de Lucifer!! —la llave espada de Nadhia se cargó de pura y hermosa luz. Maravillado vi como se acercaba corriendo y arremetía contra mí.

Cuando traté de bloquear el ataque fracasé. No pude evitar soltar un grito de exclamación y salí disparado hacia atrás chocando contra una de las paredes de aquella sala de combate.

Me levanté a duras penas llevando mi mano hacia la herida que había abierto con su llave espada manchandome de sangre. Era doloroso, pero no eran las heridas físicas lo que más daño me hacían en aquel momento.

<<Mímico>>

—¡Ira de Lucifer! —exclamé mientras imitaba los movimientos de su técnica cargando contra ella.

Todo este tiempo me lo he preguntado. Si no soy Alexander, ni tampoco Ragun, tampoco un sincorazón, ni un humano siquiera. ¿Qué soy?

¿Por qué vivo? ¿Cual es mi razón para existir? Todo por lo que había luchado era en vano. ¿Lugar al que regresar? ¿Memorias que deseaba recuperar? Cuanto había hecho no servido de nada. No había un lugar a donde regresar, donde alguien pudiese haberme echado de menos o pensado en mí. Yo solo le había robado la existencia a otra persona dejando de lado mi antiguo yo, mi verdadera forma. No había memorias perdidas que recuperar tampoco pues las que de verdad me pertenecían habían vuelto.

Yo era un monstruo nacido en la oscuridad, había vivido durante años en aquella forma, siglos, milenios. Daba igual el tiempo, aquello era lo que verdaderamente era.

Cruel, despiadado, implacable. Un ser sin mente ni un cuerpo, solo un corazón corrupto que incluso me había corrompido a mí.

¿Para qué me engañaba a mí mismo? Hasta aquel momento había fingido no saber nada, desde el combate contra Xefil. Pero no podía más.

Yo no era quien creía ser.

Amigos, enemigos... Daba igual, como monstruo no tenía derecho a poseer algo tan fantástico como amigos o enemigos.

Caí de rodillas sobre el suelo de metal.

<<¿Te vas a rendir aquí? >>

La voz de Alexander resonó en mi cabeza.

<<Sí>>



—Estúpido ser inferior —murmuró Alexander con mi cuerpo ganando su control—. Yo te demostraré que soy poderoso e invencible. Esta Llave Espada es débil —sentenció con un rugido furioso.

La llave espada oscura empezó a transformarse en aquel mismo instante rodeada por las penumbras que empezaron a surgir desde mi cuerpo.



—Princesa del Amanecer. Preparate, esta vez voy en serio —sonrió con chulería mientras su cuerpo empezaba a adquirir la apariencia de un sincorazón que probablemente era a su vez su verdadera forma.

Una risa similar a la de un maniático surgió cuando las manchas negras cubrieron el cuerpo de Alexander y los iris amarillos se expandieron cubriendo toda la superficie de los ojos del monstruo.



—Metralla Oscura —detrás del sincorazón aparecieron varias Flamas Tenebrosas. Apuntó con su llave espada hacia Nadhia como marcándola como el objetivo de su ataque.

Y así fué, las seis Flamas que habían aparecido a la vez se lanzaron contra la muchacha.

Por primera vez, yo había acudido a Alexander.

Quería morir, pero a la vez no.

Era contradictorio, ridículo. ¿Acaso un sincorazón podía tener esa clase de sentimientos? Mejor dicho, ¿tenía derecho a tener sentimientos?

Todo ha acabado.

Así es como debería ser.

[EspeYuna]

Ragun no pudo bloquear mi estocada. Gritó de la sorpresa y salió disparado contra una de las paredes blindadas, ahogando un alarido de dolor. Recuperando el aliento, vi el cuerpo de mi amigo levantarse a duras penas. Y cuando percaté la enorme herida que le había abierto con Ángel Forjado, sentí que estaba empezando a perder el control.

«¿Qué estoy haciendo?», pensé de inmediato, fijándome en las gotas de sangre que caían del filo de mi Llave-Espada. Me había prometido desde tiempo atrás que salvaría a mi amigo, que le protegería de Alexander.

Pero en ese momento, ¿qué era lo que tenía que hacer?

Avancé un par de pasos hacia él, recuperando la cordura y dejando atrás la rabia que había liberado por culpa de la frustración ante aquella situación. Mi primer pensamiento fue acercarme y curar sus heridas, hablar con él, intentar comprender a aquella criatura con forma humana. Pero entonces, Ragun arremetió contra mí, y para mi sorpresa utilizó la misma estocada con la que había cargado previamente contra él.

Conseguí apartarme, pero la onda producida con la técnica me hizo caer de espaldas hacia un lado.



—Estúpido ser inferior —por primera vez, la voz de Alexander consiguió aliviarme. No quería seguir escuchando a alguien que decía no ser mi amigo, a alguien que consideraba nuestra amistad una farsa. A alguien que no conseguía entender, porque no conseguía llegar a él—. Yo te demostraré que soy poderoso e invencible. Esta Llave Espada es débil.

Me levanté del suelo y vi que, en efecto, el aura alrededor del cuerpo de Ragun se estaba transformando, al igual que la Llave-Espada que portaba.

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La oscuridad comenzaba a emanar de cada uno de los poros de su piel, las manchas oscuras lo consumían hasta convertirlo en otra cosa. Lo que estaba viendo no era una persona.

—Princesa del Amanecer. Prepárate, esta vez voy en serio.

Era un sincorazón. Un monstruo que podía hacer daño a personas que me importaban muchísimo. Tanto a mis compañeros de la Orden, como a mi familia o a los habitantes de otros mundos, quienes tanto cariño me habían dado. Bahira pudo estar a punto de perder a Sirâj si no hubiésemos estado allí Malik, Fátima y yo.

¿Cuántos niños habría devorado el sincorazón que tenía frente a mis ojos? ¿Cuántas vidas habría arrebatado a lo largo de su eterna existencia?

La risa de aquella anomalía me recorrió de pies a cabeza y pensé en qué era lo correcto. Pero... me dolía hacerlo. Mi cabeza ardía, porque todo se volvía cada vez más complicado, más turbio... todo lo que había construido con aquel amigo, todo por lo que había luchado no había existido nunca.

Desde el principio, Ragun siempre había sido mi enemigo. Un monstruo que devoró corazones, y quien sabe si con el control de Alexander volvería a despertar aquel instinto salvaje.

No podía confiar en que Ragun luchara contra ello. Porque no lo estaba haciendo.

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Quería dejar que la Llave-Espada tomara el control de mis acciones. Que mi deber como portadora despertara, que arremetiera contra aquel monstruo. Podía... llamar a Cédric. Si le pedía ayuda, podría acabar con aquello, ¿no?

Podía destruir el recuerdo de Alexander. Podía salvar a futuras víctimas, hacer fracasar los planes de los Cats. Y aquel error llamado Ragun dejaría de sufrir.

Me llevé la mano al broche, dispuesta a acabar con aquello allí mismo. Pero la vivaracha sonrisa de Chris hablando de su hermano pequeño apareció en mi mente y dejé escapar un par de lágrimas. Escuché entonces todos los momentos vividos con aquella criatura que había estado conmigo desde el principio.

Por poco humana que fuera... se había comportado como tal. Y yo, en aquel momento... no estaba cumpliendo con mi parte. Me estaba encerrando en una burbuja, haciendo caso de sus palabras cuando lo que debía hacer era luchar por él, como siempre había hecho.

¿Que era amiga de un error? ¿Qué más daba, cuando todo aquello había sido más real que los últimos años en la Villa apartada de los demás?

—Metralla Oscura.

Recordé aquel amanecer en las islas. La situación, por muy diferente que fuera, no había cambiado: seguía queriendo salvar a Ragun. Ya fuera su enemigo Bastión Hueco, Alexander, un sincorazón o él mismo. En absoluto, todo seguía exactamente igual.

Eres tú quien debe marcar la diferencia.

¿Pero cómo? ¿Cómo podía llegar hasta él y decirle que su existencia era muy importante para mí? ¿Cómo podía conseguir que me creyera?

Recibí las seis flamas en mis carnes y grité en el centro de aquella sala de combate, estremeciendo a los espectadores al otro lado del cristal; aguantando a duras penas el dolor y la oscuridad que se adhirió a mi cuerpo.

Cuando el ataque cesó y se hizo el silencio, mi cuerpo cayó al suelo, dejando escapar humo. Con los ojos entrecerrados, vi los pies de mi contrincante a pocos metros y dejé escapar un gemido intentando pronunciar su nombre, repitiéndome que no podía acabar ahí. Todavía no había cumplido todas mis promesas. Y una de ellas era salvar a Ragun.

Tus fines son nobles. Lucha por ellos.

Eso era, ¿no? ¿No me había prometido que, pasara lo que pasara, estaría siempre dispuesta a rescatarlo de las sombras? ¿Entonces por qué vacilaba? ¿Que era un príncipe de oscuridad? Lucharía. ¿Que era un sincorazón? Lucharía. ¿Que era una anomalía? ¡Lucharía!

Impón tu propia Justicia, Nadhia.

Y lo haría... si tuviera fuerzas para moverme. Porque no conseguía despegarme del suelo. Cada intento era chillar de dolor y maldecir el último ataque del fantasma de Alexander. Estaba cubierta de quemaduras, y los restos de flama seguían devorando mi piel.

—Ra...gun...

[Sombra]

Alexander soltó una risa todavía más fuerte cuando vio la situación de Nadhia viéndose obligado a limpiarse las lágrimas de lo mucho que estaba disfrutando de aquella escena.

—Ra...gun...

—¿Desde cuándo eres tan débil? —miró a Nadhia con desprecio tras unos momentos—. ¿¡Es que no hay aquí algún oponente que valga la pena!? —se giró hacia la cristalera desde la que los cats observaban impasibles ante la escena que estaban viendo y apuntó su llave espada hacia ellos.

>>Panda de inútiles. ¡Quiero un oponente mejor! Os lo exijo.

Y tras unos momentos volvió a darse la vuelta clavando sus ojos en la aprendiza. Alexander lanzó su llave espada casi como si no la considerase valiosa y avanzó con pasos largos hasta la chica.

Se agachó a su lado y levantó la cabeza de Nadhia tirando de su cabello castaño, obligándola a mirarle a los ojos.

—Die schwache sterben müssen —siseó en otra lengua—. Los débiles deben morir.


Soltó a Nadhia e hizo que la Llave Espada volviese a materializarse en su única mano.

—Ha sido un placer, Princesa del Amanecer —entrecerró los ojos—. Pero es hora de acabar este juego. Toda historia tiene que terminar, y este es el acto final de la tuya.

[EspeYuna]

Nadhia's Theme (Hear Our Prayer)

—¿Desde cuándo eres tan débil?

«¿Desde cuándo?», me pregunté a mí misma. «Puede que... desde siempre»

«Te equivocas»

Alguien se agachó a mi lado, mientras escuchaba a Alexander gritando a los Cats que se escondían tras el cristal que les protegía de cualquier ataque... de momento. Reconocí la calidez del ente que acarició mi diestra. Era la misma que la de mi llavero.

—Án...gel —musité, con voz débil.

«Levántate. Esto no ha terminado»

La apariencia de un joven de cabellos dorados y prendas oscuras me clavó su único ojo visible y celeste, con semblante serio. Su voz era autoritaria y estaba claro que no quería recibir un no como respuesta.

«No puedo, Ángel. No siento nada»

Mi compañera negó con la cabeza.

«Si aún sientes dolor, es que todavía puedes seguir luchando»

Entonces fue cuando alguien más se agachó frente a mí. Escuché como lanzaba su arma a lo lejos y ésta chocaba contra el suelo blindado, provocando un ruido ensordecedor y desagradable. Ésta desapareció entre llamas de oscuridad.

Gemí de dolor al sentir como Alexander me agarraba el cabello y tiraba de él para colocarme frente a sus ojos amarillos. Entreabrí los míos y apreté los dientes, encontrándome con su mirada satisfecha, disfrutando de mi patético aspecto.

«¿No prometiste que le protegerías?», dijo Ángel, observando a un lado la escena, impasible.

—Die schwache sterben müssen. Los débiles deben morir.

«¿Vas a dejar que consuma lo que queda de Ragun? ¿A que desaparezca así, sin más?»

«Yo... no quiero que eso pase», confesé a mi llavero, a quien dejé de ver cuando Alexander me soltó el pelo y caí de nuevo al suelo. Escuché como materializaba la Llave-Espada Oscura, dispuesto a acabar conmigo de una vez por todas.

Estaba cansada, asustada. Quería dejar de sentir dolor.

«¿Acaso no quieres entender más allá de lo que ves?»

—Ha sido un placer, Princesa del Amanecer.

Porque... seguimos siendo amigos, ¿verdad?

Sí, eso no lo dudes

«No quiero perderle»

—Toda historia tiene que terminar, y este es el acto final de la tuya.

«Entonces, ve. Puedes alcanzarlo»

«¿Cómo?»

«Llámalo. No importa lo lejos de esté, porque...»

Mi Llave-Espada bloqueó la estocada final de Alexander y, sacando fuerzas de donde no tenía, me arrodillé sobre mis piernas, quemadas y doloridas. Mascullé y, seguidamente, rugí. La luz comenzó a emanar de Ángel Forjado y rodeó con sus cadenas doradas la Llave-Espada Oscura del príncipe maldito.

Y entonces, todo a nuestro alrededor desapareció. La luz se tragó todo e hizo soltar a Alexander un alarido desgarrador.

«... la luz de tu corazón siempre le alcanzará»

«¡Ragun!»

[Sombra]

Y la llave espada bajó sobre Nadhia.

¡Clack!

Pero no la alcanzó. La chica logró bloquear el ataque logrando igualar la fuerza con la de su enemigo por unos momentos. Pero fue suficiente.

Una luz cálida rodeó su llave espada y unas cadenas salieron disparadas envolviendo el arma de Alexander.

Por mucho que trató de corromper aquella luz, no pudo hacer nada. Nadhia estaba muy segura de lo que hacer, ya no había lugar para las dudas o la indecisión.

—¡No! —exclamó asustado—. ¿¡De dónde sacas esa fuerza de voluntad!?

La enorme luz de Nadhia continuó creciendo envolviéndolos a los dos, pero al contrario que el dolor que habría sentido Alexander normalmente lo que apareció dentro de él fue muy diferente. Todo lo contrario.

Por primera vez sintió cariño.

Aquel pobre fantasma de lo que había sido el portador de la Oscuridad Corrupta por fín sintió felicidad tras tanto tiempo en soledad.

***

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Cambia el Invisible por Ragun y ya tienes su descenso xDD

Oscuridad mirase a donde mirase. No había nada salvo cientos de cadenas que habían estado apresando a Alexander y que en aquel momento flotaban apuntando hacia el centro como si esperasen a que algo volviese a estar allí atrapado.

A lo lejos podía ver decenas de descensos más, casi eran como medallas condecorativas de los corazones que había devorado cuando era un sincorazón

«¡Ragun!»

Levanté la mirada hacia el cielo de mi descenso del corazón, en busca de aquella voz inmaterial que me llamaba.

—¿Nadhia? —pregunté.

No, era imposible que fuese Nadhia, tenía que haber sido mi imaginación.

Pero entonces ella se materializó allí, ¿era real?

—N-no deberías estar aquí —me tembló la voz. Retrocedí a medida que ella se acercaba—. ¡No me mires! Solo soy un monstruo.

>>No merezco tu piedad.

Y es que allí dentro mi cuerpo no se parecía en nada al de Ragun, más bien se parecía mucho más al de otra criatura. Un monstruo que los Maestros enseñaban a detestar y a aborrecer.

Piel oscura, forma humanoide y sin facciones claras... Aquello no era el yo que el Brillo Dorado conocía. Solo me veía como lo que era, un ser sin forma que simplemente había adquirido conciencia y había adquirido otra apariencia robada.

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—¡Déjame en paz! —le grité—. ¿Por qué no me dejas morir?

>>¿No ves que esto es lo que soy? ¡Si no me matas estarás traicionando los principios de Tierra de Partida!

[EspeYuna]

Me vi transportada a otro lugar. Tan familiar, y a la vez... tan lejano. Conocía aquella sensación, la de verme rodeada de oscuridad y ver aparecer bajo mis pies el sólido cristal de una vidriera. Pero aquella era tan diferente a la mía. No lo sabía, pero era totalmente distinta a la de cualquier portador.

—¿Nadhia?

Y allí, yacía una enorme sombra en el centro de la misma vidriera, observándome con aquellas dos esferas que tenía por ojos. No retrocedí, habiendo escuchado la voz de mi amigo. Era él, ¡tenía que ser Ragun!

—Ragun, ¿eres tú? —cuestioné, dando un par de pasos hacia el sincorazón.

—N-no deberías estar aquí —pero su voz era tan humana, que no hice caso y seguí avanzando hacia él—. ¡No me mires! Solo soy un monstruo.

» No merezco tu piedad.

—No lo eres.

—¡Déjame en paz! —rugió, amenazándome con su tétrico aspecto—. ¿Por qué no me dejas morir?

» ¿No ves que esto es lo que soy? ¡Si no me matas estarás traicionando los principios de Tierra de Partida!

«Cierto, los principios»

—No me importan.

» ¿De qué me sirve si no puedo salvar a la gente que quiero?

Seguí avanzando hacia él, sintiendo como la oscuridad comenzaba a ascender por mis piernas y atrapar mis brazos, atraída por la luz que desprendía mi corazón. A pesar de que mi cuerpo comenzaba a pesar, que el sincorazón hacía todo cuanto estaba en sus garras para alejarme de él, seguí hundiendo mis pies en la oscuridad... hasta que, finalmente, lo atrapé en un férreo abrazo.

—Quiero saber, Ragun —le dije, hundiendo mi rostro en uno de sus deformes hombros—. Entender lo que sientes, cuánto sufres con esto.

» Porque, ¿siempre estuviste solo, no? Siendo un sincorazón en el pasado, o el hermano de Chris. Y cuando tuviste a alguien, desapareció sin más. Yo... no quiero apartarme de tu lado. No quiero dejarte solo.

Sollocé, sintiendo que mis brazos se hundían en la oscuridad que conformaba el cuerpo de Ragun. Pero éste desprendía calidez, la del primer amigo que había tenido en mi vida.

—Déjame alcanzarte. ¡P-Por... porque...!

Entre lágrimas y un inocente moqueo, visualicé cerrando los ojos al muchacho que escondía los labios detrás de su holgada ropa. Bajé mi diestra y la coloqué en el centro de su "pecho", buscando latidos que, aunque inexistentes, los escucharía igualmente.

—¡Me da igual lo que seas! ¡Sigues siendo Ragun! Por eso... ¡yo estaré ahí siempre! ¡Te ayudaré, no permitiré que le hagas daño a nadie! ¡No dejaré que sufras!

» ¡Por favor, no te vayas! ¡No desaparezcas!

[Sombra]

—No me importan. —respondió al instante a mis negativas.

» ¿De qué me sirve si no puedo salvar a la gente que quiero?

Di un paso más hacia atrás llegando al borde de mi descenso. No había un lugar a donde escapar ni a donde escapar.

La oscuridad que formaba mi corazón empezó a ser atraída por el gran poder que Nadhia albergaba. Brillaba más que nunca, era como un rayo de esperanza en el medio de la discordia y era por ello que el sincorazón que habitaba en mí la deseaba. Quería su luz para iluminar un poco mi triste existencia. Que su alma descansase en mi interior y su descenso brillase junto a los cientos que formaban brillos multicolores en la distancia.

Pero no podía permitir que el instinto me cegase. Me llevé las manos a la cara como avergonzado, no quería que me viese. No en aquella forma.

Solo había una forma de salvarme en aquel momento. Atravesando mi alma con el Ángel Forjado que la acompañaba y devolviéndome a donde fuese que iban a parar los restos de los errores como yo.

—No... ¡Por favor, vete! —supliqué—. No quiero hacerte daño. ¡No te acerques más!

Pero me alcanzó.

Sus brazos rodearon mi cuello y su rostro se hundió en mi hombro. Era agradable, conmovedor, sincero, cálido como nunca había sentido algo. Había demasiadas sensaciones mezcladas en aquel gesto tan inocente y aparentemente simple, demasiadas emociones como para que pudiese comprenderlas todas.

Al fin y al cabo no podía entender los sentimientos de un humano. ¡Que misteriosos eran los seres con corazón! ¿Era por eso que los sincorazón los atacabamos y devorabamos sus corazones? ¿Envidia? ¿Interés? ¿Queríamos sentir como ellos?

No podía explicarlo, claro y probablemente nunca podría.

—Quiero saber, Ragun —apretó más su rostro contra mi hombro—. Entender lo que sientes, cuánto sufres con esto.

» Porque, ¿siempre estuviste solo, no? Siendo un sincorazón en el pasado, o el hermano de Chris. Y cuando tuviste a alguien, desapareció sin más. Yo... no quiero apartarme de tu lado. No quiero dejarte solo.

Siempre solo... Sí. Desde antes de aquel momento que me había cambiado, desde mucho antes siempre había estado solo. Atrapado en las cadenas del instinto más básico, sin poder actuar impulsado por mis verdaderos deseos. Tan solo quería ser como ellos, lo deseaba con todas mis fuerzas.

Había dañado a tantos... ¿Por qué entonces no me odiaba? Si me la hubiese encontrado en el pasado probablemente la habría atacado sin dudar.

—Déjame alcanzarte. ¡P-Por... porque...!

Y colocó su mano sobre mi pecho. Ella... Estaba llorando, ¿por mí? Una punzada atravesó mi interior como un flechazo doloroso. Yo también empecé a llorar, pero incluso mis lágrimas estaban contaminadas y eran tan negras como la tinta de una pluma.

—¡Me da igual lo que seas! ¡Sigues siendo Ragun! Por eso... ¡yo estaré ahí siempre! ¡Te ayudaré, no permitiré que le hagas daño a nadie! ¡No dejaré que sufras!

» ¡Por favor, no te vayas! ¡No desaparezcas!

—Nadhia... —mi mano en forma de horrenda garra se levantó encontrándose con el rostro de mi amiga. Acaricié su mejilla y recogí una de sus lágrimas con delicadeza evitando dañarla—. Tu siempre estás ahí aunque no lo merezca, incluso habíendote herido tantas veces

Y el descenso del corazón empezó a resquebrajarse. Caminé hacia el centro y me arrodillé allí, levanté mi puño y lo bajé contra la cristalera una y otra vez. Las grietas pasaron a ser enormes y lentamente una luz se filtró entre ellas mostrando un descenso completamente vacío, pero aquello solo significaba una cosa. Era un lienzo en blanco sobre el que empezar de cero.

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*ignorar la parte rota

—Siento haberte mentido, haberos mentido a todos los que considero importantes —sobre el blanco de mi descenso empezaron a dibujarse formas circulares y las caras de varias personas empezaron a aparecer.

En primer lugar Ivan Kit, Nadhia y Xefil aparecieron en grande al lado de mi cuerpo con forma humana que parecía dormir placidamente con una expresión alegre, los colores eran vivos y alegres. Todos parecían contentos en las imagenes de la cristalera.

Amigos y enemigos rodearon y aparecieron por todas partes. De alguna forma ellos habían creado a mi actual yo, incluso si era la imagen falsa de un muerto... Yo era yo.

Todas las experiencias que había vivido en aquellos años me pertenecían solo a mí. ¡Y eran muy reales! ¿Cómo podría haber pensado que era falso? ¿¡A quién le importaba mi pasado!? Solo el presente era importante.

—Les contaré a todos la verdad, lo merecen —me levanté y mis ojos amarillos se clavaron en Nadhia—. Creo que deberíamos volver.

>>Tenemos que rescatar a tu compañero y destruir los planes de los Cats.

Nadie iba a ser herido por mi culpa nunca más.

Daba igual las veces que me enfrentase a mi instinto sincorazón o al alma de Alexander que todavía luchaba por controlarme. Los derrotaría las veces que hiciese falta.

[EspeYuna]

Can we start again - Red (Nightcore)

—Nadhia... —al escucharle pronunciar mi nombre, alcé la mirada y me encontré con sus ojos de sincorazón. De ellos descendían dos ríos de tinta, como si realmente estuviera llorando. La caricia de su garra a mi mejilla no me asustó. ¿Cómo podía tener miedo de mi mejor amigo?—. Tú siempre estás ahí aunque no lo merezca, incluso habiéndote herido tantas veces.

—No vuelvas a decir que no lo mereces —le corregí, limpiándome las lágrimas con el rostro hinchado y enrojecido—. Tu amistad vale mil veces más.

«Tú has sufrido mucho más que yo», pensé, apartándome de él. «Y lo peor es que no puedo alcanzar a entender lo que debe sentir un sincorazón»

Porque... ¿los enemigos de la Llave-Espada sentían? ¿Intuían? Un misterio que sólo había experimentado Ragun y que, aunque me diera miedo... deseaba poder saber más sobre ello.

Había tantas cosas que se me escapaban...

De repente, a mi espalda el descenso de cristal comenzó a resquebrajarse en el centro. La figura de Ragun en la oscuridad se arrastró hacia el origen de la rotura y, arrodillado sobre sus deformes piernas, levantó su enorme garra y golpeó contra el duro cristal. Una vez, y otra. Y otra más, hasta que finalmente una cálida luz comenzó a filtrarse a través de las grietas, bañando con su poder la imagen de la vidriera. Di un par de pasos hacia el centro, viendo como el cristal se había quedado completamente liso y blanco. Desprendía una sensación llena de inocencia y calidez, incitándome a comprobarlo por mí misma al arrodillarme y rozar con mis dedos la plataforma.

—Siento haberte mentido, haberos mentido a todos los que considero importantes —sonreí cuando tres grandes círculos de cristal comenzaron a pintarse en el lienzo en blanco que conformaba el descenso de Ragun. De ellas surgió mi rostro, el de Kit y el de Xefil. Justo debajo y ocupando la mayor parte de la misma, un muchacho parecía dormir con una sonrisa en sus labios. Los colores eran oscuros, pero despertaban una alegría desbordante.

Aquello sólo podía significar que Ragun se había dado cuenta de que no era el sincorazón que en el pasado hizo daño a tantas personas. Ni era el príncipe que había sufrido por culpa de la tiranía de otras personas.

Y se equivocaba. Él nunca nos había ocultado ni mentido sobre aquello. Sólo había tenido miedo, y eso demostraba que era tan humano como cualquiera de nosotros.

—Les contaré a todos la verdad, lo merecen —entonces, el Ragun de siempre sustituyó la imagen de su forma de sincorazón, levantándose del sitio y girándose a mí con sus ojos amarillos—. Creo que deberíamos volver.

Asentí con una sonrisa.

—Tenemos que rescatar a tu compañero y destruir los planes de los Cats.

—¡Sí!

Y avancé hacia él, cuando de repente un dolor punzante e inesperado me atravesó el pecho como una flecha invisible. Mi cuerpo tambaleó, pero conseguí quedarme en pie, mirando perpleja a Ragun.

—¿Qué ha... sido eso? —pregunté, llevándome una mano al pecho.

Dolía una barbaridad, y sentía que me oprimía el corazón de tal manera que me costaba respirar.

«Quieres entender, ¿verdad?»

Bum, bum. Bum, bum.

«¿Qué es...?»

«Lo sientes. Es diferente al tuyo»

Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum.

—No... no puede ser.

Aquellos latidos no eran míos. Sentía como si de pronto me pertenecieran dos ritmos cardíacos distintos. Mi corazón, alterado por la sorpresa, latía frenético. Y el intruso, aunque calmado, desprendía una energía desbordante...

... y poderosa. Nunca antes había sentido nada igual.

Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum.

«¿Los latidos... de Ragun?»

Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum.

*****

Se había activado la alerta roja en el nivel 5 de la nave nodriza perteneciente al clan de los Cats. Los trabajadores de los laboratorios en el centro sanitario de la ciudad flotante en medio del intersticio corrían de un lado a otro por los pasillos, pidiendo o dando explicaciones, mientras que Purplecat y Blackcat vigilaban desde su posición la sala blindada.

De hecho, mentirían si dijeran que podían diferenciar algo. La luz que había salido de la nada engulló por completo a los combatientes encerrados dentro de la sala, y el fenómeno había permanecido así durante más de veinte minutos, sin cambios aparentes. No tenían ni idea de lo que había ocurrido.

Fue entonces cuando los dos advirtieron que la cegadora luz se apagaba y se concentraba en un punto concreto del cuarto blindado, iluminado por un destello más poderoso.

Sin embargo, no era Nadhia quien lo desprendía.

Algo raro estaba pasando.

[Sombra]

Can we start again - Red (Nightcore)

—¡Sí! —contestó al momento con una preciosa sonrisa.

Una especie de puerta de luz se formó al fondo de la cristalera invitándonos a salir y volver a nuestros cuerpos. Empecé a caminar hacia nuestro mundo real.

Pero antes de que aquello pasase, empecé a sentir calided, preocupación, miedo... Fue muy repentino, tanto que ni siquiera pude comprender por qué aquel sentimiento había aparecido en mí en aquel preciso instante.

—¿Qué ha... sido eso? —al darme la vuelta me encontré con Nadhia con su puño sobre el pecho.

—¿Tu también lo has sentido?

Bum, bum. Bum, bum.

Dos corazones desincronizados sonando en mi interior, palpitando con fuerza. Parecía como si quisiese salir de lo fuerte que sonaba

Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum. Bum, bum.

—No... no puede ser.

El latído frenético... Solo podía ser de una persona.

—¿Nadhia esto es...?

***

Luz, tanta que no me dejaba ver ni mi propio cuerpo. Era... agradable, algo que jamás había sentido hasta aquel momento.

Siempre había pensado que la luz daba miedo y que hacía que la gente cerrase sus mentes, quedando estancados en solo sus pensamientos. Me equivocaba.

Era placentero, como estar en un caluroso día a la sombra de un árbol, o cuando hace frío y te acercas al fuego de una chimenea.

Y entonces, la luz empezó a reducir su intensidad, aquello me permitió ver que aquel poder tan puro y lleno de inocencia estaba saliendo de mí, aunque pareciese algo imposible.

Y giré mi cabeza en dirección a Nadhia sorprendiéndome al ver como una intensa aura de oscuridad bañaba su cuerpo, su cabello había adquirido una tonalidad muy similar a la mía de un color negruzco con brillos púrpuras y el color de sus ojos era de un intenso color amarillo brillante como un faro en mitad de la noche.

Éramos dos polos opuestos, el ying y el yang. Luz albergando Oscuridad, Oscuridad irradiando Luz. Tan diferentes, pero tan parecidos...

Y allí estábamos.

Los dos levantamos nuestras llaves espadas y apuntamos al cristal desde el que Purplecat y Blackcat todavía nos observaban. Nadhia y yo empezamos a reunir nuestro poder mágico para destrozar aquel cristal.

—¡Flecha Celestial!

Los dos Cats no esperaron a que los ataques les alcanzasen. El hombre trajeado se tiró contra la chica que se había hecho llamar mi prometida y ambos desaparecieron con una distorsión del espacio cuando el cristal saltó por los aires en cientos de fragmentos brillantes que llovieron como diminutas estrellas.

—Salvemos a Tandy —y un par de alas de luz surgieron a mi espalda. Era hora de acabar aquella aventura.

[EspeYuna]

Monster - Paramore

¿Cómo decirlo sin parecer que me estaba volviendo completamente loca con la adicción a una nueva, desconocida y placentera experiencia?

Simplemente, se sentía bien.

Desperté rodeada de una mole oscura que no se me antojó amenazante, y con una sensación extraña en cada uno de los poros de mi piel. Levantándome del suelo, el fuego de oscuridad acabó ascendiendo a mi cabello y éste se tiñó de un color violáceo brillante, dejando caer algunas gotas al suelo blindado, como si recién hubiese salido de un baño de agua.

Mis ojos, que hasta ahora habían sido siempre pacíficos, brillaron con un centelleante amarillo que le otorgaron un aspecto salvaje. Cuando conseguí erguirme e intercambiar una mirada con Ragun, me fijé sorprendida en que él también había cambiado. Parecía alguien totalmente diferente.

Su pelo ahora era de un brillante castaño, con pequeños matices dorados. Su calidez me cegaba, era molesta y a la vez atrayente. Mi corazón latía frenético al contemplarle. Pero lo que más me sorprendió fueron la tonalidad de sus ojos... eran verdes.

Exacto, tan verdes como las hojas de un árbol. Eran naturales, humanos... y muy bonitos.

No entendía lo que estaba pasando, ¿habíamos intercambiado afinidades? ¿Acaso era aquello lo que se conocía como la posible conexión entre dos corazones?

Observé mi Llave-Espada y de mi zurda comenzó a emanar una flamante llama oscura. Alcé la mano y observé el poder que recorría mis venas, el poder de un híbrido sincorazón, el poder del príncipe Alexander.

Me sentía... invencible, inalcanzable para los demás.

La oscuridad no me daba miedo. Quién debía temer era la propia oscuridad de mi persona.

Cerré el puño, aplastando así el fuego artificial que había surgido de mi mano y haciéndolo desaparecer. Me mordí la uña y esbocé una sonrisa. Pero no era la misma que le solía regalar a mis amigos. Era provocadora, seductora y maliciosa.

No era la misma Nadhia de siempre. Y, para qué engañarme: me encantaba.

Imité a Ragun alzando mi Llave-Espada contra el cristal desde el que los Cats estaban protegidos de nuestro alcance. Sin embargo, aquella barrera no permanecería intacta mucho tiempo más.

La íbamos a destrozar.

—¡Flecha Celestial!

—¡Láser Oscuro!

Invocar aquella magia, tan desconocida para mí hasta ese momento, hizo que dejara escapar una pequeña y satisfactoria risita, disfrutando de la sensación. Los dos ataques impactaron contra el cristal, haciéndolo añicos y provocando una lluvia de diminutos diamantes por encima de nuestras cabezas. Ragun propuso salir de allí y salvar a mi guardián. Me giré hacia él y, con una sonrisa juguetona y desafiante, invoqué el poder de la oscuridad a mi espalda, dejando emerger de ella dos apéndices: las Alas del Equinoccio.

Los dos entramos por el boquete que habíamos hecho en el duro cristal con nuestro poder revertido y comprobamos que, en efecto, Purplecat había usado a tiempo su afinidad para sacarlo de allí a él y a la prometida de Ragun.

Me di cuenta entonces de lo realmente complicado que era controlar el poder y mis propias emociones para no mezclarlas. Puede que fuera adictivo y excitante, pero comenzaba a cegarme la locura y mis ojos no paraban de moverse buscando cualquier persona que se interpusiera en nuestro camino para detenernos. Quería aplastar a todos cuanto decidieran bloquear los pasillos por los que ambos corríamos para encontrar a Tandy.

Y entonces, un par de guardias de la planta nos amenazaron con armas de fuego, gritando que nos detuviéramos. Ambos lo hicimos, pero sin intención de que sus balas nos alcanzaran.

—¿Dónde está el moguri?

Porque antes de que pudieran apretar el gatillo, sus ojos se encontraron con los de un animal salvaje, haciéndolos retroceder y caer al suelo, ahogando un grito.

Podía sentir el miedo que me tenían. Y lo estaba disfrutando con creces.

—¿Acaso no me habéis oído? ¿¡Dónde está!? —rugí, esperando una respuesta.

[Sombra]

Suck your blood (remix) - Kill la Kill

Unas alas negras surgieron de la espalda de mi querida amiga. Con un par de aleteos alzamos nuestro vuelo hasta la estancia en la que los cats habían estado mirando hasta momentos antes tras el cristal ahora roto. Varias plumas negras y blancas se entremezclaron en una pequeña danza mientras se desvanecían.

Me sentía bien, diferente. Un sentimiento reconfortante que me obligaba a sonreír. Nadhia parecía también disfrutar de aquel poder intercambiado, pues una sonrisilla pícara dejaba entrever que... ¿Se lo estaba pasando bien?

¿Quizás era eso lo que corrompía a los que experimentaban aquel poder? Me mordí el labio tratando de recomendarle no excederse al no estar acostumbrada, sin embargo me mantuve en silencio.

<<Está bien>>

Bajamos las escaleras encontrándonos en aquella especie de hospital otra vez. No nos detuvimos y recorrimos los largos e infinitos pasillos blancos hasta que dos guardias armados con unos fusiles de asalto nos apuntaron. ¡Toda la nave debía estar en alerta máxima ya!


—¿Dónde está el moguri? —preguntó Nadhia tratando de sacarles aquella información por la fuerza.

Los guardias no hablaron, apuntaron y empezaron a apretar el gatillo, pero no lo hicieron.

—¿Acaso no me habéis oído? ¿¡Dónde está!? —les gritó. Los guardias se retorcieron de puro terror abandonando sus armas, uno de ellos cayó cuando trató de escapar.

Me aproximé a él con una sonrisa triunfante brillando con la fuerza de un millón de estrellas, la luz de mi amiga.

—Responde —dije cortante secundando la orden que Nadhia les había dado.

—Sector 8, piso 7, celda número 202 —tembló el hombre antes de soltar un grito ahogado y salir corriendo de puro terror.

—Serías una gran afín a Oscuridad, ¿lo sabías? —sonreí a Nadhia—. Nosotros estamos en el Sector 9, piso 7 también. Una zona residencial —señalé un cartel en una intersección del pasillo donde se veía el mapa de toda la enorme nave.

>>Parece que no es lejos, vamos.


—¿Os vais tan pronto? —interrumpiéndonos el paso, un hombre se dejó ver.

Su semblante era serio y elegante hasta un extremo impresionante, era como si brillase por sí mismo. No pude evitar soltar una especie de exclamación por la sorpresa.



Era muy alto, llegando al metro noventa aproximadamente y su piel era tan blanca como la nieve. Su cabello, del mismo color que su piel era lacio y liso, y sus ojos tan rojos como el fuego del infierno. Parecía bastante joven para tener canas. Su rostro era sereno, calmado y muy, muy frío. Tanto como un témpano de hielo. No se veían emociones en su rostro manteniendo una constante cara de póker que hacía imposible leer sus intenciones.

Su ropa consistía en una larga chaqueta negra llena de medallas y emblemas de los cats que llevaba cerrada y abrochada hasta su cuello y que caía hasta la altura de sus rodillas, también llevaba unos pantalones elegantes del mismo color y unos preciosos zapatos a juego.

También se podía ver un símbolo en concreto que reconocí al momento ya que mi armadura también mostraba dicho elemento.



En cuanto lo vi, algo se revolvió dentro de mí ansioso. Era como si Alexander tratase de volver a resurgir para dominarme, sin embargo aquella vez no lo logró. La Luz de Nadhia era lo suficientemente poderosa como para mantenerle a raya por ahora.

Le conocía, estaba seguro. Conocía muy bien a aquella persona, pero no podía recordarle. Me armé de valor y me dirigí a él:

—¿Quién eres?

—Whitecat —contestó con simpleza antes de señalarme con su dedo índice—. Soy el padre de quien has devorado, aunque técnicamente ahora tu eres él y por tanto mi hijo en su lugar —sin embargo, aunque decía ser el padre de Alexander no parecía emitir ninguna clase de odio hacia mí, por sorprendente que pareciese.

Di un paso hacia atrás y me coloqué en guardia a punto de atacarle

—¿Es que vais a intentar volver a llevarnos a ese lugar y hacernos pelear contra nuestra voluntad? —pregunté enfadado.

—No. Ya hemos comprobado lo que queríamos, ordenaré a los guardias que os dejen marchar a los dos... Y a ese moguri —tras eso, clavó sus ojos en Nadhia, que aún desbordaba oscuridad—. Seríais unos excelentes miembros de nuestra humilde organización, si lo deseaseis podríais ingresar y vivir con nosotros de inmediato.

—Me rehuso —no tardé ni un solo segundo en contestar negativamente.

—Una lástima —suspiró—. Creo que ese guardia que acaba de escapar os confesó donde está ese amigo vuestro, ¿cierto? Id a por él y no olvidéis que las puertas de esta nave están abiertas para vosotros si algún día cambiais de opinión.

>>La próxima vez seremos mejores huéspedes, os lo aseguro.

—¿Es que no sientes nada? —grité—. ¡Maté a tu hijo! ¡Le robé todo! ¿Por qué no me odias? —realmente estaba molesto, ¿no se suponía que los padres amaban a sus hijos? ¡No sentía nada de amor por su parte! Era como... Un incorporeo, pero él no era eso. Podía sentir que él tenía un corazón.

¿Por qué era tan frío hasta un extremo que asustaba? ¿Dónde estaba la humanidad que debería tener? Aquella persona... ¿Era realmente la familia que había estado buscando? Yo desde el principio había tratado de recuperar mi memoria, la memoria de Alexander sin saberlo. Creía que una cálida familia me esperaría en algún lugar, que me aceptaría. Que llorarían de la emoción al verme, pero la verdad era bien distinta a lo que querría.

No había una familia feliz, no existían. Por haber no había absolutamente nada. Mis ilusiones estaban rotas, mi objetivo... Recuperar la memoria... ¿De qué servía? Ni siquiera eran míos aquellos recuerdos.

—No, no siento nada —admitió con frialdad. Incluso yo sentí como si mi corazón se hiciese añicos con aquella respuesta—. Simplemente derrotaste a alguien más débil, algo completamente válido. Un mundo mejor necesita personas mejores. Los débiles no son necesarios en este universo. El fuerte se alimenta de los débiles para que estos puedan evolucionar y aproximarse a la perfección.

>>>Y ahora si me disculpais...

Mis piernas temblaron cuando se giró y empezó a alejarse por el pasillo hasta perderse de vista. Quise decirle que no se marchase, creía que mi familia, la familia de Alexander le echaría de menos pero... No me esperaba aquello. Si yo era un "Príncipe" y él mi "Padre"... ¿Aquella persona era el líder de los cats? Demasiados pensamientos a la vez, demasiados como para comprenderlos todos.

Era decepcionante. ¿Por qué había luchado todo aquel tiempo? Yo no esperaba aquello. Me sentía traicionado.

Miré a Nadhia sin saber que cara poner, me había puesto pálido como un fantasma. Abrí la boca, pero no dije nada hasta al cabo de unos segundos:

—Vamos a por Tandy —dije con voz temblorosa.

Me enderecé haciendo que la herida que me había provocado Nadhia con su Ira de Lucifer se abriese de nuevo manchando mis ropas de rojo. Traté de hacerme el duro, como si aquello no doliese, como si no estuviese doliéndome por dentro aquel encontronazo.

Y empecé a caminar hacia donde el Moguri nos esperaba.

[EspeYuna]

—Sector 8, piso 7, celda número 202.

Tras que el hombre se desmayara —sorprenderte, pero triste y patético—, Ragun se levantó y me regaló una sonrisa deslumbrante. Dentro de la locura que intentaba controlar, no pude evitar sentirme atraída por su felicidad. Y quería descubrir el motivo de su sonrisa, ¿era porque aceptaba por fin su existencia? ¿Le resultaba gracioso mi comportamiento, dejándome llevar por el poder de la oscuridad? ¿Se sentía comprendido al verme a mí excediéndome con él?

Después de halagarme con su último comentario —¡tendría que verse él desprendiendo luz y sonriendo de aquella forma tan inocente!—, señaló un cartel del pasillo y comprobó que, para alivio nuestro, no estábamos demasiado lejos de Tandy.

—¿Os vais tan pronto?

Una persona nos interrumpió el paso, mas por su aspecto supe que mi mirada no le echaría hacia atrás. Con un majestuoso porte, un hombre alto, de cabello corto y canoso. Con decenas de insignias que condecoraban su uniforme oscuro, el personaje nos observaba con unos ojos inyectados en sangre y una frialdad que consiguió atravesarme incluso con el poder de la oscuridad recorriendo cada milímetro de mi piel.

Un emblema destacaba en su ropa por encima de las demás insignias, con una forma semejante a la de un corazón, pero que en absoluto tenía que ver con nada de lo que hubiese visto anteriormente.

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—¿Quién eres? —preguntó entonces Ragun.

Su voz temblorosa me hizo recuperar parte de mi yo original y mirarle, preocupada. Mi pelo dejó de desprender llamas oscuras y por un momento pareció volver a la normalidad.

—Soy el padre de quien has devorado.

Algo se revolvió dentro de mis entrañas. La rabia, la ira. Conocía a aquella persona, de oídos de Chris. Aquel había sido el responsable del sufrimiento del pequeño Alexander. Él había sido quien había experimentado con su propio hijo, llevándolo al extremo de convertirle en una marioneta... un híbrido de oscuridad con el cual obtener, ¿poder? ¿Qué había querido con aquellas acciones? ¿Por qué tuvo que llegar hasta el punto de dañar la cordura de su propia sangre?

No escuchaba prácticamente nada de la conversación. Mis ojos amarillos centelleaban, queriendo matar con ellos a aquella persona; a un padre cínico, frío como el témpano y sin mostrar emoción alguna al volver a ver el aspecto de su hijo fallecido.

—Un mundo mejor necesita personas mejores. Los débiles no son necesarios en este universo. El fuerte se alimenta de los débiles para que estos puedan evolucionar y aproximarse a la perfección.

«¿¡Vas a irte así, sin más!?», rugí en mi interior mientras las llamas oscuras volvían a flamear y teñir mi cabello.

Sentía unas ganas enormes de saltar sobre él y despedazar su cuerpo. De hacerle sufrir por todo lo que habían pasado sus dos hijos. De hacerle tragar sus palabras, de aplastarle el cráneo... de... de...

—Vamos a por Tandy.

La voz de Ragun, tan irreal y cálida, me atravesó con la frustración que sentía el mismo en aquellos instantes. Intenté calmarme por todos los medios y, en cuanto vi que la herida que le había abierto durante el combate seguía sangrando por debajo de sus ropas, le di un apretón en el hombro y le sonreí, aun debajo de aquel aspecto tan diferente.

Éramos tan distintos, y habíamos conseguido sincronizar con tanta facilidad que incluso nuestras nuevas personalidades bajo la influencia del cambio de aquella extraña conexión no eran una nueva barrera para nosotros. No, simplemente... aquello es lo que nos había unido más.

Porque ahora nos entendíamos perfectamente el uno al otro. Nuestra amistad estaba forjada bajo unas cadenas que no se romperían... nunca más.

*****

—¡Tandy!

El pequeño moguri yacía inconsciente en medio de una sala, rodeado de una de aquellas barreras que absorbían nuestro poder mágico. Lo había sentido en mis carnes, era una experiencia desagradable y que me había dejado completamente drogada durante una hora entera mientras Purplecat le había tendido la trampa a Ragun con mi comunicador. Furiosa, concentré una poderosa Flama Tenebrosa hacia los botones de seguridad, sin pensarme dos veces si lo mejor sería pedir amablemente a algún encargado que la desactivara.

Lo único que deseaba era salir de aquel lugar cuanto antes. El pequeño moguri abrió los ojos y se revolvió en mis brazos, asustado y confuso. Pero le susurré que todo estaba bien, que era su protegida y que no se preocupara por mi aspecto. Tandy dudó de mi palabra, preocupado porque hubieran estado experimentando conmigo dentro de aquella nave. Reí con su comentario mientras la oscuridad comenzaba a desaparecer de mi cabello.

Abandonando los pasillos, algunos habitantes, transeúntes, niños, ancianos... todos nos observaban con cierto pavor, y seguramente ya no era por nuestro aspecto, puesto que poco a poco volvíamos a la normalidad: seguramente los rumores de dos sujetos de experimentos rebeldes se habían escapado y el líder Cat había deseado pacíficamente su marcha.

Tandy se acurrucó en mi pecho y tanto Ragun como yo nos quedamos en uno de los entresijos de la parte más externa de la nave nodriza. Desde allí podía contemplar el lejano crepúsculo de la Villa, tan cerca de nosotros que temía que los Cats decidieran arremeter contra mi familia, como venganza. Descarté la idea de inmediato, pues parecía que Whitecat estaba satisfecho con lo que había descubierto. Y desconcertante resultaba que quisiera tenernos en su organización.

Enfermizo era la palabra.

Ragun apenas se sostenía por su propio pie cuando volvió a la normalidad. Tandy se estaba recuperando del entumecimiento de sus alas y recuperaba poco a poco la consciencia, pero mi amigo estaba gravemente herido e, intentando aplicar un hechizo curativo, sentí un dolor punzante en la sien. Había empleado demasiado poder mágico con aquel extraño fenómeno nacido de mi conexión con Ragun.

—¿Te encuentras bien? —le pregunté, sabiendo que el encuentro con el padre de Alexander debía haber sido duro para él. Me agaché a donde descansaba y le acaricié la mano con dulzura— Puedes contarme, lo sabes.