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Albert: Encuentro ¡Me dan miedo las alturas! > Encuentro A Capa y Espada > Mini Global Data Stream
Hacían ya poco más de dos semanas desde que el tímido sastre había llegado a Tierra de Partida. Aún se estaba haciendo a la vida de allí, pues nunca se había visto en la situación de estar en relación con tanta gente a la vez. Por lo general saludaba a la los otros aprendices de pasada, con la mirada baja y no se paraba nunca a hablar con ellos, siempre iba de las clases con su Maestra a su habitación o se escapa a los jardines, a las zonas solitarias y vacías.
Sabía que debía cambiar su manera de ser o, al menos, dejar de ser tan tímido, pero le costaba tanto empezar a hablar con la gente. Si al menos alguien le ayudara a empezar. Pensó en Malik, con el cual había empezado a llevarse bien. Aunque Albert no se lo puso fácil debido a la impresión que le causó el atractivo hombre, el cual le hizo quedarse sin habla al principio.
Aquel día, el joven y tímido aprendiz de magia se propuso mejorar su técnica física con la Llave-Espada, su Maestra le había dicho que para controlar bien la magia, debía buscar un mínimo de equilibrio de combate, debía estar en armonía con su Don.
Preparó todo lo necesario, pues aquel día lo iba a dedicar entero a realizar tareas pendientes. Primero debía entrenar sus técnicas y luego coser, para ello recogió las telas del vestido que Malik le había pedido y las metió en una bolsa con todo el instrumental necesario.
Se dirigió a los jardines, buscando una zona de entrenamiento en la que no hubiera nadie. No solo por lo complicado de relacionarse con gente, sino también porque le daba vergüenza que le vieran perseguir, torpemente, los aros de entrenamiento. No era muy suelto en el trabajo físico.
Cuando localizó una zona aislada, dejó la bolsa a un lado, pegada a uno de los bonitos setos de Tierra de Partida y se acercó a las estructuras doradas que colgaban de cadenas sujetas a las varas móviles. Respiró hondo e invocó su Llave-Espada, ya se había acostumbrado al peso de ésta, pero eso no le era útil, no sabía desenvolverse con naturalidad.
Cargó su ataque contra el aro que tenía enfrente e inmediatamente la estructura empezó a girar. Albert persiguió su objetivo inicial, pero por más que blandía su arma, solo golpeaba al aire. El anillo que le seguía detrás le alcanzó y lo golpeó, haciéndole caer de rodillas al suelo.
—Creo que no valgo para esto… —murmuró mientras miraba su Llave-Espada, que reposaba en el suelo. La recogió y se levantó—. Debería probar con el aro estático.
Se dirigió a la estructura de metal en la que colgaba un único anillo sin barras móviles. Alzó su arma, asestando un golpe en el que puso todas sus fuerzas, provocando que el aro saliese impulsado velozmente en la dirección del golpe. Tras pocos segundos, volvió impulsado en dirección a Albert con la misma velocidad con la que éste lo había atizado. Tan rápido que un segundo más y, de nuevo, habría caído al suelo empujado por el anillo metálico.
—Creo que debería ir más lento… ¿o no? —suspiró—. Demasiado complicado para mí.