[Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Encuentro de Alec y Albert

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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Mar Oct 28, 2014 3:27 pm

No creo que haya sido para tanto, simplemente he ayudado a un compañero de mi misma Orden, no tiene más merito. Pero vaya, yo también era un enclenque con la magia hace dos años, no es algo que solo te haya pasado a ti —Albert notaba que intentaba darle ánimos—. Creo que el oso ha tenido que irse ya, así que tardaremos un rato más en volver ¿Qué te parece si aprovechamos a que aquí no parece haber nadie para practicar magia? Quizás este sea el día en el que aprendas a usar un nuevo hechizo.

El sastre seguía preocupado por cómo salir del libro, pues era evidente que no iba a bastar con invocar su glider y salir volando de aquel mundo. No era un lugar como los otros, no estaba en el universo. Tal vez si alguien leía el libro saldrían.

Si no hay alternativa… —suspiró preocupado—. O-osea, no es que no quiera practicar magia, solo es que me pregunto si el osito volverá o si alguien sabrá que estamos aquí. Pero si no podemos hacer nada y este llano verde parece eterno, supongo que estarse quieto sin hacer nada no va ayudar. Al menos puede que aprenda algo.

Albert se apartó de Alec e invocó su Llave Espada y apuntó a la lejanía del campo.

Como te dicho, solo se conjurar Hielo, pero creo que ya lo domino bastante bien —respiró, calmando sus nervios—. A ver que tal me sale… ¡Hielo!

Un cristal de Hielo salió disparado en el dirección en la que apuntaba, avanzando a gran velocidad, hasta que su ritmo decreció y fue deshaciéndose por la temperatura del ambiente y finalmente cayó al suelo.

Bueno… Creo que ha sido mejor que el que le lancé a Stelios —dijo, riéndose—. Te toca hacer tu demostración y enseñarme algo nuevo —le comentó a Alec.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor LightHelco » Vie Oct 31, 2014 1:13 am

Ese es el espíritu, Albert, siempre hay que pensar en aprender más —le volví a animar sonriente —. Después de todo, el saber es poder.

El chico se separó un poco de mí para tener algo de espacio para usar su magia, aunque antes invocó su Llave Espada. ¿Era de los que usaba el arma para canalizar magia? Es cierto que la Llave Espada era muy buena para canalizar, ya que era toda magia, pero el reto realmente era conseguir mantenerla en una parte del cuerpo y generarla desde ahí, estaba claro que el chico necesitaba mucha práctica.

Como te dicho, solo se conjurar Hielo, pero creo que ya lo domino bastante bien —me recordó nuevamente Albert apuntando con su arma hacia un punto y preparándose para lanzar el ataque —. A ver que tal me sale… ¡Hielo!

Ciertamente el chico dominaba el hechizo al ver que este había salido a con bastante fuerza para recorrer tan rápido aquella distancia, pero realmente yo había conseguido hacer lo mismo con el hechizo Piro cuando lo aprendí y en bastantes pocos días, por lo que no podía aplaudirle del todo.

Te toca hacer tu demostración y enseñarme algo nuevo —me dijo tras que el cascote de hielo cayera al suelo.

De acuerdo, creo que puedo enseñarte mi hechizo principal: Piro —sonreí abriendo la mano —. Aunque yo no uso la Llave Espada normalmente para usar magia como ya has visto, prefiero poder llevarla a mi mano y desde ahí manejarla como yo deseé.

Empecé a concentrar mi magia en mi mano y en unos segundos una pequeña esfera de fuego apareció en ella. Le mostré a Albert el como podía mantener el hechizo en mi mano sin problemas, incluso cuando el fuego danzaba sobre esta de forma amenazante.

Con este método, puedo usar un hechizo Piro para alumbrar algo o lanzarlo a tan poca distancia que se vuelva imposible de esquivar —fui explicándole mientras iba deshaciendo el hechizo, tampoco quería dejarlo escapar y que se quemara todo el bosque —¿Crees que puedes hacer lo mismo con Hielo? Si lo consigues paso a enseñarte a usar Piro, prácticamente prefiero que lo hagamos así para no dañar nada con fuego, no estamos en un lugar hecho para montar una barbacoa —reí para relajar al chico y ver que tal lo hacía.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Mar Dic 09, 2014 11:27 pm

Alec aceptó enseñarle nuevos conjuros, comenzando por Piro. El chico convocó una llama en su mano sin necesidad de usar la Llave Espada. Albert se acercó al principio, pero en cuanto vio que llama crecía se apartó un poco. Estuvo a punto de gritar que es iba a quemar, pues la llama prácticamente la mano de Alec, pero no parecía que ésta le afectase.

Con este método, puedo usar un hechizo Piro para alumbrar algo o lanzarlo a tan poca distancia que se vuelva imposible de esquivar.

Se notaba que el chico trataba el tema de la magia con bastante soltura. Seguramente llevaría mucho tiempo siendo aprendiz. Además en canalizar magia sin su espada ya era un paso importante.

¿Crees que puedes hacer lo mismo con Hielo? Si lo consigues paso a enseñarte a usar Piro, prácticamente prefiero que lo hagamos así para no dañar nada con fuego, no estamos en un lugar hecho para montar una barbacoa —le retó Alec.

Albert dudó. ¿Estaría listo para saber usar magia sin necesidad de la Llave Espada? ¿Y si se congelaba las manos? Su maestra aún no consideraba que estuviera listo, pero tal vez si lo intentaba… Nunca había probado.

No estoy muy seguro. Nunca lo he intentado, pero podría probar. ¿Solo debo concentrar la misma energía que canalizo con la Llave Espada en la mano?

Albert hizo desaparecer su Llave Espada y abrió sus manos, juntándolas en horizontal, por si dos manos eran mejor que una para canalizar. Albert sentía un cosquilleo frío en las manos y paró de golpe.

Lo siento… Volveré a intentarlo, es que me he asustado al sentir el hielo en mis manos. ¿Esto puede salir mal?

Albert volvió a conjurar un hechizo de hielo en sus manos. Esta vez no paró cuando sintió el frío de la magia, pero los nervios no le dejaron crear un cristal muy grande.

Necesito más práctica y estar menos tenso… Voy poco a poco.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor LightHelco » Vie Dic 12, 2014 1:27 am

Albert probó con bastante inseguridad el conjurar un hechizo Hielo en sus manos, pero antes siquiera de poder crear materialmente el hielo, el chico separó las manos deteniendo el conjuro al momento.

Lo siento… Volveré a intentarlo, es que me he asustado al sentir el hielo en mis manos —se disculpó el chico, aunque yo no le di mucha importancia, no todos podían adaptarse a la magia de la misma forma —. ¿Esto puede salir mal?

Si tú quieres que salga mal, saldrá mal —le respondí de forma animada —. Piensa que la magia responde a tus impulsos, si te ves inseguro esta saldrá de forma irregular, pero si la usas con firmeza entonces tendrás en tus manos un conjuro estable y poderoso.

Con ese nuevo consejo, dejé que el aprendiz volviera a intentarlo nuevamente, en esta ocasión con un poco más de seguridad. Noté por segunda vez que en el momento en que el Hielo se preparaba para tomar forma, Albert volvía a dudar, como si sintiera el hechizo como algo que se posaba sobre sus manos y no parte de él. Por suerte el chico consiguió finalmente crear un pequeño cascote de hielo en sus manos.

No tienes que preocuparte, como inicio esto esta muy bien —le dije tras que excusara por el tamaño del Hielo —. Supongo que al ver que la mayoría de mis compañeros aprendían bastante rápido el uso de la magia di por hecho que todos los humanos tendríais esa facilidad, pero veo que hay casos y casos.

Me quedé un rato mirando a los arboles, si quería enseñarle algún hechizo nuevo a Albert estos iban a ser un gran problema. Solo podía enseñarle Piro y Electro y las dos magias tenían altas probabilidades de causar un incendio si el chico se ponía nervioso. Tampoco quería tenerle todo el día con el tema de mantener una magia en tu mano para que aprendiese a no tenerla miedo, claramente iba a conseguir que se acabase aburriendo, pero no me quería arriesgar a quemar el bosque.

Albert, intenta practicar un rato más lo de canalizar la magia a tus manos, tienes que intentar que esta sea parte de ti y no algo externo —le expliqué mirando un poco algún camino que llevase a una zona sin arboles —. Mientras yo voy a intentar buscar un sitio donde podamos practicar con fuego sin ponernos en peligro.

Dicho esto, me fui por un sendero que iba hacia el norte. Realmente los paisajes de ese lugar eran perfectos para un cuento de niños, no importaba a donde miraba, todo a mi alrededor eran arboles, flores, madrigueras de animalitos, a este paso encontrar el sitio perfecto iba a llevarme todo el día.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Mar Dic 23, 2014 11:57 pm

Albert, intenta practicar un rato más lo de canalizar la magia a tus manos, tienes que intentar que esta sea parte de ti y no algo externo.

El consejo de Alec era fácil de entender. Debía dejar fluir la corriente que la magia creaba y manipularla sin temor, pues no había que tener miedo de la energía que fluye de uno mismo. Pero entender esto y llevarlo a la práctica eran cosas bien distintas, aunque Albert no estaba dispuesto a rendirse. Lo intentaría hasta que pudiera hacer un cristal de hielo casi igual de grande que su torso.

Mientras yo voy a intentar buscar un sitio donde podamos practicar con fuego sin ponernos en peligro.

Está bien. Practicaré un poco más. Aquí te espero.

Alec se alejó y Albert recordó a aquel osito que estaba con su compañero cuando apareció en el interior del libro. Más tarde tendrían que ir a buscarle, cuando hubieran practicado magia. Seguramente sabría cómo salir del libro.

«Tranquilo, Albert. Todo va a salir bien. Ahora a practicar magia»

Albert puso sus manos muy cerca la una de la otra y comenzó a concentrar la energía de la magia. Esta vez continuaría sin parar hasta que crease un cristal mayor, cosa que sucedió, pero no fue mucho más grande.

Venga, otra vez.

Seguiría con ello hasta que volviera Alec.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor LightHelco » Mié Dic 31, 2014 10:52 pm

No se cuanto tiempo anduve por aquel bosquecillo antes de encontrarme lo que parecía ser una casita construida en el tronco de un árbol, muy curiosa por cierto, tenía hasta un tronco puesto frente a ella a modo de banco. Acercandome poco a poco, pude ver que sentado en el árbol caído se encontraba el mismo osito amarillo que me había arrastrado al problema de las abejas.

Me quedé un rato plantado allí dudoso de si iba a ser buena idea volver con el animal, ya había estado apunto de convertirme en una diana para abejas, no se si me apetecía volver a arriesgarme a otra aventurilla. Aunque sinceramente, era el único ser inteligente que había visto en toda la zona, seguramente supiese donde encontrar un lugar libre de peligro de ser incendiado, por lo que después de todo iba a tener que hablar con él.

¡Ey, osito! Me alegra ver que estás bien —le saludé uniéndome a él y sobresaltándolo por mi repentina aparición —. ¿Ya se te ha pasado el picor por las punzadas de las abejas?

El animalillo se recuperó del susto levantándose y mirándome algo decepcionado por el hecho de que aun le llamase osito, aunque el no dudo en volver a llamarme “Señor desconocido”.

Ya le dije que me llamaba Winnie the Pooh, aunque todos me suelen llamar Pooh —me recordó el oso, aunque diría que no llego a decírmelo —. Pero le agradezco el que me hubiese salvado de esas abejas, señor desconocido al que me gustaría poder llamar por su nombre.

Oh, ¿mi nombre? —. Vaya, le interesaba saberlo —. Alec Ocus, Alec mismamente. Encantado de haberte ayudado Pooh. Y quizás ahora tú puedas ayudarme —le dije sonriendo y extendiéndole mano para finalizar el saludo.

Pooh aceptó el saludo extrechándome la mano y mostrándose bastante decidido a ayudarme con mi problema, el cual era buscar una zona sin vegetación.

Supongo que viviendo en este lugar lo conocerás como la palma de tu… zarpa, ¿verdad?

Así es, puedo decirte en que árbol se encuentra la mejor miel y que claro es el más cómodo para descansar —asintió orgulloso el animal dándome una información que… bueno, la del claro podía ser interesante cuando quisiera estar tranquilo.

Me gustaría saber si sabes de alguna zona del bosque en el que no haya nada de vegetación, ni arboles, ni flores, ni nada —le dije finalmente remarcando por si era necesario el tema de que no quería plantas.

El oso se quedó pensativo durante un tiempo llevándose las manos a la boca y frente como si estuviese pensando de forma intensa, hasta se decía a si mismo “Piensa, Pooh, piensa” de forma repetida. Tras un rato algo largo, saltó feliz ya que había dado con una respuesta.

Hay una cueva no muy lejos de aquí —indicó señalando hacia los campos a su derecha —. Se dice que dentro de la cueva vive un horrible monstruo que no deja que nada crezca dentro, incluso a las abejas les cuesta entrar.

¿Para qué querrían las abejas entrar en una cueva?” pensé al momento antes de centrarme en el resto de la información. El tema de la cueva era perfecto, esos sitios eran húmedos y fríos, por lo que no tendríamos ningún problema usando hechizos de fuego ahí dentro. Ahora solo faltaba llegar y para eso iba a necesitar más ayuda del osito.

¿Podrías guíarme? —. El osito me miro algo asustado tras esa petición —. Si si, se que el tema del monstruo puede ser peligroso, pero si intenta hacer algo lo quemaré como a las abejas, no te preocupes.

Entonces creo que podré acercarte un poco. No es que no confíe en lo que pueda hacer, señor Alec, pero tampoco creo que sea muy recomendable encontrarse con un monstruo —se excusó algo nervioso, aunque tampoco le iba a dar importancia, no todos los seres de los mundos podían estar acostumbrados a los monstruos como los del mío.

Tranquilo, ya verás como no pasa nada —reí dándole un empujoncito para que fuéramos ya hacia la cueva, cuanto más rápido llegásemos, antes podría volver con Albert y enseñarle otros trucos —. Apropósito, puedes dejar lo de “señor” ciertamente soy más niño que los que leen estos libros.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Dom Ene 11, 2015 1:27 am

Llevaba ya un rato practicando y cada vez canalizaba mejor la magia en las manos, no para decir que era todo un experto, pues aún le quedaba mucho, pero ya no titubeaba al concentrar la magia en sus palmas. Volvió a crear un cristal de hielo y lo lanzó contra uno de los árboles que tenía enfrente.

¡Hielo!

El conjuro impactó contra el tronco del árbol y fue escarchando alrededor del mismo. El efecto había sido bueno, sin duda, pero seguía haciéndolo mejor con la Llave Espada.

A Albert se le ocurrió intentar hacer algo distinto. Intentar canalizar en cada mano un conjuro. Separó sus manos y concentró energía en cada una. Iba despacio, intentando no perder el flujo mágico, pero el fue imposible. Aunque no tenía nada en sus manos, tuvo la sensación de que perdía el equilibrio de lo que estuviera sujetando y al juntar sus manos una nube helada de hielo y escarcha salió disparada hacia su cara.

¡AAAAAAAHHH! ¡Qué fríooo! —gritó Albert mientras se limpiaba la cara de trocitos de hielo y escarcha. —Se me han helado hasta las cejas. Esto me pasa por hacer el tonto —se tocó pelo, que se le había quedado tieso del frio y derrotado se sentó en el suelo— Debería esperar a que volviese Alec, a este paso me desgracio y solo faltaba que cuando volviese se encontrase un Albert congelado como una gamba.

Se tumbó en la verde pradera y se quedó mirando el cielo.

«Aquí no se está nada mal, pero eso no es el cielo… ¿o sí?»
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor LightHelco » Dom Ene 11, 2015 9:10 pm

En poco tiempo llegamos a la cueva de la que me estuvo hablando Pooh durante el viaje. A primera vista parecía la típica cuevecita que se describe en las historias y en las que suele habitar un oso malhumorado. Dentro tampoco destacaba mucho, estalactitas y estalagmitas por la zona y charcos de agua por aquí y allá. Nada destacable.

¿Entonces es aquí donde vive el monstruo? —le volví a preguntar al osito que me respondió asintiendo con la cabeza —. Pues cualquiera diría que esta totalmente deshabitada, no hay marcas de zarpazos, ni restos de comida, ni nada. ¿No será el eco lo que causa los rugidos? Esta cueva parece que da para buenas vibraciones.

Al instante grité varios monosílabos para ver si mis sospechas eran ciertas y aunque no llegó a sonar como un rugido, si que pude escuchar mi voz en varias ocasiones rezumbando por toda la cueva.

Igual el ruido raro lo causaban las abejas al entrar aquí dentro.

Posiblemente tengas razón, Alec, pero mis amigos han escuchado más veces al monstruo y no había abejas por la zona —comentó el animalillo algo nervioso, parecía que aun seguía estando convencido del tema del monstruo.

Si había algún monstruo allí de verdad ya me encargaría de hacerlo prender con Piro, en ese momento lo más importante era asegurarme de que la cueva estuviese en buenas condiciones para practicar magia, por lo que me interné en uno de los tuneles que había en la entrada. Pooh me siguió como era de esperar, si lo del monstruo era cierto seguramente quisiese tener a alguien a su lado para no acabar siendo el banquete del día.

Avanzando por la cueva nos encontramos con un río que dividía el camino en dos. Era demasiado ancho para atravesarlo de un salto y cuando fuimos a comprobar su profundidad, tanto Pooh como yo nos sorprendimos de que la piedra que tiró el osito desapareciera en un profundo fondo. Alcé la mirada para ver si no íbamos a tener que estar sorteando el río cada dos por tres. Lo bueno es que el agua no seguía por la ruta, lo malo era que algunas piedras del techo cayeron al suelo ante nuestros ojos dejándonos claro que aquel camino iba a ser bastante peligroso.

Vale, probemos con el otro túnel, con suerte no parecerá un campo de pruebas militares —le indiqué dando media vuelta.

Al regresar un desagradable zumbido nos alertó de la presencia inmediata de las abejas que tanto parecían molestar en este lugar. Al buscarlas con la mirada, ví que a la salida del túnel había un enjambre mucho más grande que con el que había lidiado en el bosque obstreyudendola.

Pooh, vuelve a quedarte atrás y cuando yo te de el aviso sal directo por la puerta —le ordené al osito preparando un hechizo Piro contra el enjambre.

Tras ver que el animal esperaba detrás de mí, disparé la bola de fuego contra los insectos. Estós parecían mucho más inteligentes que los del bosque, porque se separaron inmediatamente al ver el ataque de fuego, aunque eso no impidió que algunas de las abejas quedaran chamuscadas, y se lanzó directamente contra nosotros.

¿Alec?

¡Corre!

El osito salió corriendo a una velocidad sorprendente para su rechoncho cuerpo huyendo del enjambre. Inmediatamente preparé un nuevo hechizo Piro que lanzar contra la zumbante nube. En esta ocasión dio en el blanco y gran parte de los insectos cayeron al suelo, una pena que en ese momento más zumbidos se uniesen a los ya existentes dando a ver un segundo cumulo de abejas que iba directa contra Pooh.

Quitandome de en medio a las primeras con un Electro, corrí hacia el oso para sacarlo de allí. Apuntando al segundo enjambre con mi mano. Este se movía demasiado rápido para poder acertarles con facilidad, es por ello que cuando lancé el segundo Electro, en vez de acertar en las abejas, acabó dando en el techo, el cual con un sonoró “crack” hizo que todos los que estuviésemos allí nos quedásemos quietos mirándolo.

Al principio solo cayeron unas piedrecitas, pero pronto se le unieron grietas y enormes pedruscos que no quería ver sobre mi cuerpo. Sin perder tiempo, empujé a Pooh para que saliéramos del túnel antes de que nos quedásemos atrapados en él, incluso las abejas parecían preferir el salvar sus vidas que clavarnos mil aguijones.

¡Corre más rápido! —le grité al oso empujándole nuevamente.

No puedo, mis piernitas me están pidiendo que me pare.

Por nada del mundo iba a dejar que se parase, agarrándole del brazo, lo empecé a arrastrar por lo que quedaba de pasillo. Varias rocas cayeron cerca de nosotros pero las peores grietas se estaban formando en la maldita salida y en cuanto las rocas cayeran de ahí estaríamos atrapados seguramente para siempre en aquella cueva. Nuevos ruidos de la piedra rompiéndose me alertaron de que no llegaríamos a conseguirlo, es por ello que en un acto reflejo y viendo que el osito pesaba menos de lo que aparentaba, lo lancé hacia adelante consiguiendo que pasara la salida del túnel antes de que el primer pedrusco cayera.

¡Busca a Alber! —grité a la desesperada antes de que las piedras cayeran.

Y bien que hice, porque finalmente la salida del túnel quedó sellada y yo atrapado en él. El si una piedra me aplastó o no fue algo que no llegué a saber hasta pasado un tiempo.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Mié Ene 14, 2015 2:35 am

Tumbado sobre el césped de la gran pradera de los 100 Acres, Albert divagaba en el uso de la magia y lo que estaba aprendiendo allí sin ningún tipo de norma, ni restricción. Alzó las manos y conjuró un pequeño cristal de hielo que salió disparado en vertical y que estalló tras un breve ascenso, provocando una pequeña lluvia de copos de hielos. Albert se incorporó de nuevo, listo para seguir practicando hechizos sin Llave Espada.

«¿Por qué tardará tanto Alec?»

No lanzó ni dos hechizos cuando escuchó, no muy lejos, una queja de agotamiento. La voz le sonaba y, antes de ver de quién se trataba, sabía que era aquel osito amarillo, vestido de rojo y que le resultaba adorable, que había visto con Alec cuando entró en el libro.

Mi tripita tiene miedo y mis piernecitas están agotadas.

Albert se acercó hasta el pequeño osito.

Hola esto… Ahora que lo pienso, no nos hemos presentado. Me llamo Albert, ¿tú como te llamas? —Albert sentía la tentación de coger a aquel animalito y achucharlo como a un peluche.

Hola Albert. Soy Winnie the Pooh, pero todos me llaman Pooh.

Encantado Pooh. ¿Qué te pasaba? ¿Estabas huyendo de las abejas otra vez?

Mmmm… Mi tripita hace ruiditos y no me deja pensar —el osito se sentó de golpe y se llevó sus manos a la cabeza—. Piensa, piensa, piensa.

Pooh se repetía eso una y otra vez. Parecía claro, si quería ayudar al oso, primero tendría que darle de comer para que su tripa no hiciera ruiditos.

Pooh, ¿qué te gusta comer? Mientras tu piensas yo te lo traigo.

Oh, creo que algo de miel estaría bien. Sabe realmente deliciosa —de nuevo volvió a centrarse en pensar—. Piensa, piensa, piensa.

Albert alzó la vista a los árboles. No hace escasas horas una nube de furiosas abejas le habían acosado a Alec y a él, por ello seguramente habría alguna colmena o panal en uno de los alrededores. No le llevó mucho tiempo encontrar una colmena con miel en su interior. Las abejas ya no estaban y no había peligro. Cogió la comida del osito y volvió junto a él, no sin pringarse las manos con la miel. Estaba realmente pegajosa y espesa, además el olor era muy fuerte a la miel que él estaba acostumbrado y le entraron arcadas.

Pooh, te traigo un poco de miel. No se si será suficiente, pero espero que así puedas pensar sin que te moleste la tripita —dijo Albert, a la vez que le hacía ademán de hacerle cosquillas en la tripa del pequeño osito.

Oh, rica miel.

Antes de que pudiera darse cuenta el oso devoró toda la miel en un abrir y cerrar de ojos.

Ya puedo pensar sin que me moleste la tripita.

Albert no pudo evitar reírse. El oso le parecía endemoniadamente adorable.

¿Qué te pasaba Pooh?

Tu eres Albert.

Sí, nos hemos presentado antes.

Alec me dijo que te buscara.

¿Has estado con Alec? ¿Qué quería?

Que te buscara.

Albert volvió a reírse, hasta se le saltaron las lágrimas de la risa.

Pero… ¿Te dijo para qué?

No.

Bueno, si quería que me buscaras, sería seguramente para que me lleves con él. Llévame con él.

Los dos se incorporaron y se pusieron a caminar en la dirección por donde había aparecido Pooh.

Dime Pooh, ¿donde estabais Alec y tú?

En la cueva del monstruo.

¿Hay monstruos aquí? ¿Le ha atacado a Alec un monstruo?

No y nunca he visto monstruos, pero mis amigos dicen que hay en la cueva uno.

¿Qué haciais en la cueva?

Fuimos a ver al monstruo, pero nos persiguieron las abejas y luego se derrumbó la cueva.

¿¡Qué!? ¿Alec se quedó dentro?

Sí.

Madre mía, ven Pooh —Albert aupó al osito—. ¡Rápido, guiame a la cueva!

Albert siguió las indicaciones de Pooh por el Bosque de los 100 Acres hasta que llegó a la Cueva del monstruo. Era evidente que había habido un derrumbamiento, pues la entrada estaba sellada por el desprendimiento de rocas.

¡Quédate aquí Pooh! No sea que haya más problemas —Albert se encaró ante las rocas—. ¡Alec! ¿Estás ahí?

Albert esperaba que estuviera bien.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor LightHelco » Jue Ene 15, 2015 2:07 am

¡Alec! ¿Estás ahí?

Aquella llamada me hizo volver al mundo de los vivos poco a poco tras que media caverna se me cayera encima. Intentando que el mundo dejara de dar vueltas, alcé la vista hacia la montaña de rocas que bloqueaba totalmente la entrada dejándome bastante claro que me encontraba atrapado allí dentro. Tuve que escuchar un par de veces más a la voz llamándome para poder reconocerla como la de Albert y estar capacitado para responder.

¡Si, estoy bien! Planteandome si sufro claustrofobia, pero bien en gene… —no pude terminar la frase al sentir en mi pierna izquierda un dolor comparable a que me atravesaran con tres espadas —. Miento, estoy medianamente bien, parece que una piedra me ha destrozado la pierna izquierda, pero nada que no se arregle con un Cura —tardé tres segundos en acordarme de que no conocía ese hechizo y tampoco tenía a mano ninguna de mis pociones —. No es nada de lo que preocuparse, de verdad.

Si que lo era, cuando me di la vuelta para ver la pierna, descubrí que esta se encontraba teñida de rojo debido a la gran herida que se había abierto en el muslo. No era necesario mencionar que mi pantalón no había salido tampoco airoso quedando bastante rasgado por la parte en donde se encontraba la herida. Suspiré apoyando la espalda sobre las piedras y fijé la vista en el túnel que llevaba al interior de la cueva. Se había mantenido bastante bien para haberse caído medio techo, por lo que si me apetecía moverme iba a poder hacerlo sin problemas.

“Fijandome ahora en el túnel ¿No había una segunda entrada a esta cueva?”

Albert, no estoy seguro de si estarán conectados, pero la cueva tiene otra entrada —informé tras revisar bien mis recuerdos —. Si están conectados podremos encontrarnos y salir de aquí sin problemas.

Intentando levantarme de la forma menos dolorosa posible, me fui hacia una de las paredes para poder apoyarme y andar sin problemas. Antes de moverme demasiado, me giré nuevamente hacia la salida obstruída para que voz se escuchase mejor.

Una cosa, el río que atraviesa la cueva es más profundo de lo que aparenta y supongo que este desprendimiento habrá hecho que algunas partes también puedan caerse, así que intenta ir con cuidado —sonreí aunque supiese que Albert no podía verme —¿Qué tal si usamos este rescate como tu zona de practicas? Antes he conseguido pasar el río gracias a un hechizo Hielo, fijo que tú también puedes arreglártelas de esa forma.

Tras despedirme temporalmente del chico, empecé a andar poco a poco para no forzar la pierna herida y avanzar con cautela por el túnel. Lo primero que me encontraría iba a ser el río y antes con un Hielo me había bastado para atravesarlo ¿pero ahora? Supongo que si salía de aquí lo haría sin ninguna gota de magia para el resto de la semana.

Eso si salía claro, porque los extraños ruídos que empecé a escuchar y que provenían desde la zona más profunda de la caverna no me gustaban ni un pelo ¿sería aquel el monstruo que había mencionado Pooh? No estaba muy seguro de si quería saberlo.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Mar Ene 20, 2015 12:02 am

No pasaron muchos segundos cuando la voz de Alec se escuchó al otro lado de las rocas que tapaban la entrada de la cueva. Al parecer estaba bien, aunque algo herido, pues una roca que se había precipitado en el desprendimiento, cayó sobre su pierna izquierda. Por suerte, Alec era una mago más avanzado de lo que era Albert y podía curarse así mismo con un conjuro.

Mientras Alec le contaba su estado a Albert, el sastre intentó mover las rocas, pero eran realmente grandes, pesadas y él poseía la fuerza de un mosquito. Antes de que siguiera perdiendo el tiempo y gastando fuerzas en vano, Alec le informó que la cueva tenía otra entrada por la que podrían juntarse de nuevo.

Albert se volvió hacía el osito Pooh, el cual había hecho caso de su orden y seguía en el mismo sitio, sentado, distraído con una margarita.

Pooh, ¿sabes dónde está la otra entrada de la cueva? —dijo Albert, ayudando al pequeño animalito a incorporarse— Alec está dentro y se ha hecho daño, necesito que me ayudes a llegar hasta él.

Claro, el otro chico y yo fuimos por esa entrada de la cueva del monstruo. Pero las abejas malas estaban enfadadas y nos atacaron otra vez —Pooh parecía temer a esas abejas cuando hablaba de ellas—. Corrimos, pero mis piernitas se cansaron y Alec me sacó fuera y me pidió que te buscara.

Genial, Pooh. Llévame, por favor.

Ahora será más fácil, mi tripita no hace ruiditos y mis piernitas no se cansarán.

Antes de el joven y el animalito se pusieran en marcha, Alec lanzó un último mensaje a Albert, avisando de que en el interior de la cueva había un río profundo y que para sortearlo debería hacer uso de la magia, como si de un campo de entrenamiento se tratase.
***


Albert y Pooh caminaron durante varios minutos rodeando la cueva del monstruo, que, aunque no era muy alta, era muy larga. Seguramente era una cueva que se hundía en las profundidades del suelo. La entrada del otro lado era muy espaciosa.

Bien, Pooh. Por favor haz memoria y llévame por donde Alec y tú fuisteis.

Claro —Inmediatamente en el osito se sentó en el suelo y comenzó a murmurar—. Piensa, piensa, piensa —no tardó mucho más tiempo, se incorporó y se puso a caminar—. Por aquí, Albert.

Sin dudarlo el joven siguió al osito, adentrándose en la oscura cueva, por la que apenas entraba una tenue luz proveniente de resquicios y fisuras. Pronto se toparon con el río y Albert se acercó al borde para ver cuánto de profundo era, aunque con la poca luz que tenía no podía dilucidar el fondo del mismo.

¡Alec! ¿Dónde estás?

Albert inmediatamente conjuró un hechizo de hielo para congelar el río, decidido a cruzarlo, no sin dudar si realmente las plataformas de hielo aguantarían.

Por el amor de todas las sirenas de Atlántica, que no se hunda el hielo conmigo.

Por suerte el hielo aguantó bastante mejor de lo que pensaba. Pooh le siguió sin miedo alguno por el camino helado.

¡Alec!

Esperaba la respuesta de su compañero.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor LightHelco » Mar Ene 20, 2015 2:47 am

¡Hielo!

El helado hechizo salió de mi mano para ir directo hacia el agua y empezar a congelarla. Como me esperaba no fue suficiente para cubrir toda la superficie y llegué a necesitar un segundo hechizo para conseguir crear un puente medianamente solido por donde pudiese arrastrar la pierna. Mira que la distancia no era muy larga, pero sentí que tardé una eternidad en pasar al otro lado entre el dolor y que no me fiaba totalmente de la resistencia del puente helado.

Espero no tener que pasar muchas zonas más como esa —resoplé cogiendo aire tras haber llegado al otro lado.

El siguiente obstáculo no tardó en llegar. A los pocos metros de donde me encontraba se había formado un peligroso campo de minas, siendo estas unas tres decenas de estalactitas que colgaban peligrosas del techo de la cueva. Había decenas más tiradas en el suelo junto a montones de piedras apiladas, al final el derrumbamiento de la entrada había afectado a esta parte también.

Espero no fallar en esta ocasión si se me cae una estalactita encima —pensé en alto dando los primeros pasos hacia aquella mortal sala.

Avanzando con cuidado y ayudándome de las rocas más grandes para no caerme debido al dolor que me causaba la pierna, fui mirando de tanto en tanto al techo esperando que ninguna de las agujas de piedra decidiera desprenderse. El moverme tan despacio y hacer poco ruido ayudaba a que las estalagmitas no reaccionaran y pronto me encontré a unos pasos de salir de aquella peligrosa zona y adentrarme en un túnel.

Ya podía cantar victoria cuando los ruidos que había escuchado al volver a internarme en la cueva llegaron nuevamente a mis oídos, en esta ocasión con más fuerza. Y creo que esa fuerza con la que llegaron fue la que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera al ver como una de las agujas se resquebrajaba y empezaba a caer en dirección a mi cabeza.

¡Electro! —conjuré al segundo apuntando con mi mano al techo y dejando escapar un certero rayo que convirtió la peligrosa estalagmita en inofensivas piedrecitas que se me cayeron encima, pero ya eran más molestas que dañinas.

Aun así no podía quedarme quiero, porque el rayo aun habiendo dado en su objetivo, también había creado una especie de efecto en cadena que hizo que más de las agujas cayeran. No se como me aguanté el dolor en aquel momento para empezar a trotar y llegar a la entrada del nuevo túnel antes de que una de las estalagmitas me atravesara. Prácticamente me había tirado al suelo de un salto para ver si podía cubrir más distancia en menos tiempo.

Aun no estoy seguro de que pueda salir con vida de aquí.

Recogiendo el sombrero y levantándome entre pinchazos a la herida, seguí mi camino por el túnel. Por tercera vez escuché el ruido mientras avanzaba, cada vez más alto debido a que estaría acercándome. Más veces llegó el ruido, por lo que aproveché para analizarlo e intentar deducir que podía ser. A decir verdad si que parecían rugidos, pero sonaban muy seguidos el uno del otro haciéndome ver que era imposible que aquello fuese un animal que conociera.

Al rato de arrastrarme por el pasillo, conseguí finalmente ver la salida del túnel. Haciendo un esfuerzo, aceleré un poco la marcha para descubrir por fin que demonios era lo que estaba causando aquellos rugidos extraños. Al salir fuera lo vi, en una amplia sala por donde pasaban pequeñas partes del río y en la que que se habían formado enormes estalagmitas que tocaban el suelo se encontraba en el centro una pequeña figura en el centro. Esta parecía estar pegando al aire alargando sus cortos bracitos, movimiento que acompañaba por un gritillo fiero que reconocí al instante como los rugidos del monstruo.

Me fui acercando poco a poco para intentar vislumbrar mejor a la pequeña criatura que tan ocupada estaba en lo que parecía ser su entrenamiento. Creo que tuve que causar algún ruido, porque entonces el ser se detuvo y giró la cabeza en mi dirección permitiéndome ver unos brillantes ojos. Segundos más tarde, el animal saltó y se colocó frente a mí listo para atacarme.

¿Quién eres tú, cham? ¿Y cómo has encontrado mi zona de entrenamientos secreta, cham? —inquirió el animal amenazante —¡Venga, cham! ¡Habla si te atreves, cham!

Y prácticamente lo haría si me recuperaba de la sorpresa, porque delante de mí no había otra cosa que un pequeño osito de color blanco y negro que no paraba de morder una hojita. El oso panda mantuvo la mirada sin dejar de mostrarme sus pequeñas pezuñas, listo para atacar en cualquier momento.

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¿Qué te pasa, cham? ¿Es que te ha comido la lengua el gato o que, cham? —volvió a preguntarme el animalillo y en esta ocasión si que pude contestarle.

Pe-perdona, es solo que no me esperaba encontrar a alguien por aquí —me disculpé antes de presentarme —. Soy, Alec Ocus y estaba buscando un lugar para poder… descansar, cuando se derrumbó parte de la cueva y me quedé atrapado en ella.

El panda se quedó un rato en silencio mirándome de arriba a abajo como si estuviese analizándome. Al final pareció que mi presentación le había convencido, ya que finalmente se relajó y se cruzó de brazos cerrando los ojos.

Cham cham cham, esta cueva es demasiado peligrosa para un fideo como tu, cham —. Vale, aquello dolía, aunque si era cierto que mi fuerte no era lo físico —. Menos mal que me has encontrado, cham ¡Por qué soy lo suficientemente fuerte como para llevar una piedra de este tamaño de un lado a otro de la cueva, cham! —saltó bastante orgulloso señalando una roca que tendría dos veces su tamaño.

Gracias, supongo… —fue lo único que llegué a decir tras ver como se chuleaba el animalito —. Aunque siendo fuerte, ¿no tienes miedo de todas estas estalagmitas? A mí algunas casi me matan.

El panda empezó a reírse a carcajadas al escuchar aquello, se reía tanto que acabó en el suelo tronchándose de risa. Ya no sabía que pensar ¿en serio este era el terrible monstruo de la cueva?

¡Yo no tengo miedo de nada, cham! ¡Para eso soy Yancham, el oso más duro del bosque, cham!

Que día más largo estaba teniendo.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Mié Ene 21, 2015 12:30 am

Al no escuchar a nadie, Albert se temió que a Alec le hubiera sucedido algo más. Observó de forma más minuciosa el río, intentando atisbar alguna otra plataforma de hielo o a alguien el el agua, pero no había nada en él, al menos nada que Albert pudiera ver con la pobre luz que entraba en la cueva.

Pooh, debemos seguir, Alec no está por aquí —dijo mientras recogía al osito y lo aupaba sobre sus hombros—. ¿Sabes si había algún otro río en el interior de la cueva?

Sí, está cerca de cuando oímos al monstruo rugir.

Espero que solo sea el rumor del viento y no que haya un monstruo de verdad.

El sastre prosiguió adelante con Pooh a cuestas, el cual apenas pesaba. Avanzaron por las galerías de la cueva, buscando otro río interior. La gruta no era muy grande y no tardaron mucho en dar con su objetivo, en el cual había una plataforma de hielo.

Alec ha estado aquí, esa base de hielo debe ser un conjuro suyo.

Por aquí escuché al monstruo… Mi tripita tiene miedo.

Albert se quedó quieto, y escuchó a lo lejos una extraña conversación. Sin mucha confusión, una de las voces la identificó como la de su compañero.

Pooh, he oído a Alec —dijo Albert en tono muy bajo—. Vamos hacia allí, pero mantente callado e intenta hacer el menor ruido posible —al terminar de advertir al osito, le dejó en el suelo y le dio la mano, manteniéndole siempre detrás suya.

Al acercarse al lugar de donde provenían las voces, el sastre y el pequeño peluche se encontraron con Alec y otro osito conversando. El desconocido parecía un osito panda.

¿Es familiar tuyo, Pooh?

En mi casa solo vivo yo y mis tarros de miel.

Emm… Vale.

Albert salió de su escondite con Pooh de la mano. Se acercó a Alec y se puso a su lado.

¡Alec! ¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras? —Aunque no lo pareciese, Albert estaba más tranquilo al ver vivo a Alec.

Albert esperó las respuestas de su compañero y dirigió su atención al otro osito. Le parecía también adorable, aunque algo menos si lo compara con Pooh, pues el panda tenía un aire bastante agresivo. Pero también parecía un peluche. Ello llevó a Albert preguntarse si todo el Bosque de los 100 Acres estaba habitado por pequeños y adorables ositos cazadores de miel.

Hola pequeño. Soy Albert, ¿cómo te llamas? ¿Eres pariente de Pooh? —en su última pregunta señaló a Pooh, que se había sentado a su lado y se rascaba su tripita.

Tras la conversación, Albert ayudaría a Alec a salir de la cueva.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor LightHelco » Sab Ene 24, 2015 1:32 am

¿Entonces necesitas la ayuda del poderoso Yancham para salir de la cueva, cham? —preguntó el osito sacando pecho tras que le hubiese explicado que me costaba andar debido a la herida de la pierna —¡Cham! Esto esta chupado, cham. Puedo cargar con un fideo como tú usando solo una mano, ¡cham cham!

No tenía muchas ganas de que me llevaran realmente, con que me ayudase a cruzar las zonas difíciles me bastaba, así que si estaba dispuesto a demostrar esa fuerza le tocaría llevar únicamente piedras.

Aunque tampoco es que fuese a tener que preocuparme mucho por lo de pedirle ayuda a Yancham, ya que en ese momento aparecieron en la caverna Albert y Pooh. El primero demostró mucho su entusiasmo acercándose hasta mí y preguntándome sobre el estado en el que me encontraba.

¡Eh, Albert! Si que has tardado poco en llegar aquí —le saludé al chico antes de empezar a contestar su pregunta —. Entero estoy, es solo que mi pierna va a necesitar una visita por parte de Mogara cuando volvamos al castillo.

Cuando el chico tuvo lo que quería, se centró directamente en el osito panda, parecía que al chaval le gustaban los animales.

Hola pequeño. Soy Albert, ¿cómo te llamas? ¿Eres pariente de Pooh? —. En esta última pregunta señaló a Pooh haciendo que el panda lo observase.

La reacción fue instantánea. Yancham saltó hacia atrás con cara de asco y seguidamente se volvió hacia Albert hecho una furia y con los puños cerrados.

¡¿Me estás juntando con ese tonel con patas, cham?! ¡Cham, cham, cham! ¡Nadie insulta de esta manera al gran oso Yancham, cham!

¡Eh! ¡Para! —. Agarré rápidamente al panda antes de que intentara saltar contra el aprendiz —. Solo ha pensado que como los dos sois osos debéis conoceros, nada más.

El animal se quedó unos segundos mirando al sastre antes de apartar la mirada y cruzarse de brazos y con un gesto en la cara que imaginé sería la versión de “poner morritos” en un oso. Se notaba que aquel panda tenía más orgullo que cuerpo.

Supongo que os gustara poneros un poco al día —. Dejé a un lado lo que había ocurrió para empezar a explicarles las nuevas —. Al final el monstruo no era otro que Yancham entrenando para hacerse más fuerte, los gruñidos que soltaba resonaban por todos los lados con el eco y parecían rugidos de monstruos.

Lo cual era genial, cham, porque mantenía a esas estúpidas abejas lejos de mi trasero, cham —refunfuñó el panda cortándome.

A lo que iba, que el mayor peligro de este lugar es que se te caiga encima. Nada que os vaya a tomar de almuerzo, por lo que si Pooh y sus amigos quieren volver aquí pueden hacerlo sin preocuparse —. Miré de reojo al oso luchador buscando su participación para esta propuesta —¿Verdad que si, Yancham?

Me esperaba la mirada que me lanzó cuando hice aquella pregunta, pero era bueno saber que la cueva volvía a ser explorable para el resto de habitantes del bosque.

Si, cham, pueden entrar, cham —respondió sin mucho animo el animalillo.

Pues con el problema solucionado, ¿qué tal si vamos saliendo de aquí? Imagino que con la ayuda de Yancham tardaremos mucho menos —puntué empezando a arrastrar la pierna hacia la salida —. Venga Yancham, tomate esto de llevar a un herido como parte de tu entrenamiento.

Se lo pensó un poco el si ayudarme o no tras todo lo ocurrido, pero finalmente con un suspiro y varios “cham”-s, el panda accedió a hacer de guía y ser mi apoyo en los obstáculos. Ya solo quedaba que Pooh y Albert nos siguieran.
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Re: [Bosque de los Cien Acres] El camino de la magia

Notapor Leechanchun » Dom Ene 25, 2015 9:03 pm

Alec puso a Albert al día y les explicó que aquel monstruo que Pooh pensaba que habitaba en la cueva no era otro que Yancham, el osito panda.

Se prepararon para salir de la cueva. Albert tenía pensado ayudar a Alec, pero le pidió ayuda al pequeño panda. Por lo que decía, parecía ser bastante fuerte. Aunque a Albert le preocupaba bastante la estabilidad de Alec sobre el hielo de los riachuelos congelados de la cueva, esperaba que Yancham le pudiera aguantar bien.

Por el contrario, Albert se encargó de Pooh, el cual seguía mirándose la tripa. El joven sastre le cogió de su mano izquierda y caminó junto a Alec y Yancham hacia la salida de la gruta.

No creo que tardemos mucho en salir de aquí, los ríos están congelados y aguantan bien —Albert centró su atención en Pooh, seguía distraído mirando su tripita—. Pooh, ¿entonces no conocías a Yancham?

El osito alzó la mirada hasta el chico.

Pensaba que había un monstruo… Mi tripita tiene hambre otra vez.

Albert sonrió al escuchar al osito, le resultaba muy simpático, además de adorable. Se estaba planteándose confeccionar un peluche que emulara a Pooh. Centrándose de nuevo en las circunstancias del momento, Albert se dio cuenta de que no sabían quién era Yancham.

Entonces… Si tú no conoces a Yancham y dabas por hecho que él era el monstruo de la cueva… Está claro que no le conoces de nada —Albert decidió preguntar directamente al panda—. Yancham, Pooh no te conoce de nada… ¿Eres del Bosque de los 100 Acres?

Esperaba que el panda aportase algo de luz al misterio de su presencia. Aunque pudiera ser que él, al igual que Alec y Albert, hubiera entrado en el libro por casualidad.
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