[Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Encuentro de Nadhia y Fátima

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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Vie Jul 18, 2014 12:31 am

¿Fá… Fátima?

Su amiga había estado muy atenta a sus palabras, interrumpiendo de vez en cuando para hacer una pregunta. De hecho, Nadhia sabía que todo lo que le había contado parecía, más que otra cosa, una sarta de trolas. Así que comprendía que Fátima le cuestionara sobre algunas cosas con mayor profundidad, para que, al menos, consiguiera digerirlo de la mejor manera posible.

Incluso Nadhia, conociendo a Fátima, sabía que lo primero que haría sería reñirla como una hermana mayor por lo temeraria que había sido. No se podía defender, pues las palabras de la Jorougumo le habían abierto los ojos y comprendía que, aunque a veces sus acciones fueran destinadas en pos de ayudar a sus amigos, estos acababan heridos por verla sufrir. En cierto modo, había aprendido la lección, y, aunque pareciera mentira, Nadhia pensaba más que antes ante una situación delicada… o eso intentaba, al menos.

Porque era muy difícil dejar de preocuparse por los demás y dar su mano si era necesario. Aunque por accidente, le intentaran arrancar el brazo entero.

Por esa razón le sorprendió mucho que Fátima se levantara, rodeara la mesa y, en vez de soltarle una colleja por las estupideces que había cometido, le abrazara. Nadhia correspondió a esa calidez que necesitaba y agarró con sus manos los brazos que la rodeaban, ocultando su sonrisa bajo Fátima.

Siento muchísimo todo lo que te ha pasado, Nadhia, de verdad—sintió que le acariciaba la espalda, y experimentó una sensación que consiguió tranquilizarla y reconfortarla, tras haberle contado todo—. No voy a juzgarte. Fuiste muy temeraria, pero también valiente. Seguro que Tandy no dejará de agradecértelo ningún día de su vida. Y gracias por contármelo. Muchas gracias por confiar en mí —dijo, y antes de que se separara, Nadhia se aferró durante unos segundos, cerrando los ojos y asintiendo con la cabeza.

Claro que confío en ti, Fátima. Eres mi amiga —dijo, sonriéndole una vez Fátima apoyó las manos en sus hombros—. Pero debería habértelo contado antes, lo siento. Hasta ahora no le había dado tanta importancia…

En cuanto a Xefil… Si viene de un mundo parecido al mío, sí, tener hijos es muy importante —a Nadhia se le desencajó la mandíbula al escuchar lo que Fátima acababa de decir. Tener hijos era muy importante, claro. Incluso ella era, junto a su hermano, el fruto del amor de sus padres. Ni siquiera creía que su concepción de la Villa tuviera que ver con la mentalidad de sus padres, o de los vecinos. Simplemente, era porque ella veía las cosas de otra forma. ¿Quizás el “compromiso” era tan importante?—. Pero si está contigo tiene que aceptar que venís de culturas diferentes. Además, tú misma lo has dicho, acabáis de empezar y eso queda todavía muy lejos. Y siempre podéis adoptar si estáis muy desesperados aunque… —Nadhia volvió a respirar, aliviada por las palabras de Fátima, y esperando que le dijera lo que le estaba pasando por la cabeza en aquel momento—. Me da que ya tenéis un niño, ¿no?

Nadhia dejó escapar una risa, completamente de acuerdo. Puede que Fátima lo hubiese dicho por imaginárselo de aquella manera, pero aquella suposición de que ambos hacían de padre y madre no se alejaba demasiado de la realidad. Tandy no dejaba de ser un niño que incordiaba todo cuanto podía a Xefil, y buscaba que ella le consintiera casi siempre.

En cuanto a lo de ser mujer, ¿piensas que necesitas tener hijos para poder serlo? ¿Crees que Xefil sería menos hombre si fuera estéril? Hay muchísimas personas que no pueden tener hijos y eso es triste si te has comprometido sólo para tenerlos. Pero tú misma has dicho que vuestra relación es diferente. Está centrada en vosotros dos.

Lo sé, es sólo que... —dijo, algo nerviosa—. Ya sabes que le doy mil vueltas a todo. Y si no es eso, me lanzo a la boca del lobo.

Si Xefil es tan bueno que has elegido estar con él, no creo que jamás te viera de esa forma. Ni lo hará ninguno de nuestros amigos, ni lo hago yo. Así que no te preocupes más de lo necesario por eso.

Por un momento, Nadhia sintió que se le caía una lágrima traicionera, pero pudo evitar a tiempo montar una escenita abrazándose a Fátima como si se tratara de su madre.

Gracias —dejó escapar en un pequeño hilo de voz, y antes de que se le notara conmovida por sus palabras, se giró hacia Fáitma y le regaló una sonrisa—. ¡Bueno, dejemos de hablar de mí de una vez! —la guió con la mano para que se sentara otra vez, aunque dejó que se colocara a su lado para sentirse en una conversación más confidencial, más privada. Más de amigas— Han pasado semanas desde lo que sucedió en La Red, y otro tanto desde antes… ¿algo interesante que contar?

Nadhia miró impaciente a Fátima, esperando una respuesta con las mejillas encendidas de entusiasmo. Realmente no esperaba ningún bombazo: era sólo que le emocionaba la idea de sentir por primera vez aquella experiencia. La de quedar con una amiga —aunque hubiera sido pura casualidad encontrarse—, contarse sus miedos e inquietudes, sus secretos… porque las amigas no se escondían nada, ¿verdad?
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor Suzume Mizuno » Vie Jul 18, 2014 12:38 am

Nadhia le devolvió el abrazo y Fátima respiró aliviada para sus adentros al comprender que había actuado bien.

Gracias.

No hay por qué darlas—le aseguró, aliviada al ver que Nadhia sonreía.

¡Bueno, dejemos de hablar de mí de una vez!—Fátima se acomodó y apretó la mano de su amiga. Entonces Nadhia cambió el tono y preguntó—: Han pasado semanas desde lo que sucedió en La Red, y otro tanto desde antes… ¿algo interesante que contar?

Fátima vio que Nadhia sonreía, pícara, y se le pasó por la cabeza si su amiga no habría adivinado algo por su forma de comportarse. Quizás la había visto ir a visitar el dormitorio de Malik. O a lo mejor le miraba demasiado a menudo en el comedor y sonreía como una idiota cuando estaba a su lado.

O…

O quizás se lo estaba imaginando. Ni Malik ni ella habían intentado ocultar nada, pero era cierto que llevaban muy poco tiempo… juntos y era posible que la gente no se hubiera dado cuenta.

Con un nudo de nervios en la boca del estómago, Fátima apretó los labios y se retorció los dedos, notando que se le aceleraba un poco el corazón. No pudo evitar pensar que era un cambio de tema muy brusco, que después de todo lo que le había contado Nadhia deberían seguir hablando de ello. O al menos no dedicarse de pronto a su vida privada.

Pero, la verdad, le alegró que se lo preguntara porque llevaba bastante tiempo queriendo decírselo.

Pues… la verdad es que sí—se llevó una mano a la cara y trató de controlar el sonrojo que notaba que le estaba subiendo al recordar lo que había pasado. Se removió en la silla—. Llevaba un tiempo queriendo decírtelo, pero no… No encontraba el momento—reconoció en voz baja. Miró de reojo a su amiga y se le escapó una sonrisa estúpida—. He… he… He empezado a… Bueno. He empezado a salir con Malik—susurró.

Tragó saliva y esperó la reacción de Nadhia. Después, con una risilla nerviosa, farfulló:

Ya sabes que… me gustaba desde que le conocí. Pero, claro, era muy mayor, muy diferente a nosotros. Era tan… tan todo. Sin embargo, cuando le acompañé a Nunca Jamás pues… Hablamos… Y prometí ayudarle a buscar ciertas cosas y… creo que nos acercamos un poco—sin olvidar le vio realizar un baile que Nadhia jamás podría imaginar. Pero decidió guardarse ese recuerdo para sí misma—. Y después… En fin, estaba un poco… mal por todo lo de la Red. Por Clío y todo eso… Malik se preocupó y me invitó a ir a Villa Crepúsculo. Es una ciudad muy bonita, por cierto. Y los helados no estaban mal—se retorció un mechón de pelo con nerviosismo—. El caso es que hablamos mucho y al final pues las cosas, eh… Se precipitaron un poco. Y bueno. Ya sabes. Hubo un beso—musitó, con la cara ardiendo—. Malik me aceptó en muchos sentidos—se mordió la lengua en el último segundo, tan fuerte que casi se hizo daño, y la culpabilidad le hizo rehuir la mirada de Nadhia. Esperó con todas sus fuerzas que lo interpretara como vergüenza. Pero había cosas que no podía contarle.

«¿Aunque ella se haya abierto y te haya contado algo tan privado como esto?» inquirió una vocecilla maliciosa.

Frunció el ceño y expulsó aquel pensamiento de su cabeza de un portazo.

«Es diferente» se dijo.

Pero, ¿lo era?

Y… entonces decidimos… estar juntos —hizo un esfuerzo por retomar la conversación. Dedicó una sonrisa titubeante a Nadhia—. Quería que fueras la primera en saberlo. Le he dicho que le quiero, Nadhia. Sé que es muy pronto, pero… Supongo que cuando uno se enamora —se sentía tan idiota por pronunciar esa palabra… Sin embargo, ¿qué iba a ser si no?— lo está y ya. Aunque nunca he estado enamorada, así que a lo mejor me estoy confundiendo y me estoy precipitando. Pero tengo la impresión de que podría hacer cualquier cosa por Malik. Qué digo, sé que ahora mismo soy capaz de hacerlo. No sé si cambiará con el tiempo pero…—notó que las lágrimas le rebasaban los ojos. Parpadeó furiosamente en un intento de contenerlas—. Es la primera persona que me ha… aceptado como soy, Nadhia. Nunca pensé que alguien como él pudiera corresponderme, que alguien fuera algún día a querer estar conmigo.

¿Cómo no iba a querer permanecer a su lado pasara lo que pasara? Por egoísta que pudiera resultar, por desesperada que pudiera parecer. Necesitaba a Malik. Quería a alguien que la cuidara, que la aceptara y comprendiera. Y Malik lo hacía. Pero también quería gustarle, quería agradarle, serle útil, ayudarle en todo lo que necesitara. Ser… complementaria a él.

Respiró hondo y se esforzó por calmarse. La pobre Nadhia no debía comprender nada. Y, aun así, no iba a contárselo.

Simplemente, no podía.

No quería que la viera como un chico vestido de mujer, sino como Fátima. Sin más.

Perdona por la escena. Es que estoy realmente feliz, Nadhia. Malik es mucho más de lo que me había atrevido a soñar.

Se quedó callada para esperar la respuesta de Nadhia. Le dolería que condenara la relación, aunque eso no cambiaría nada. Pero esperaba… que estuviera contenta por ella, que se riera, le tomara el pelo y le diera la enhorabuena. Después de todo, era su mejor amiga. Ya que no creía que jamás consiguiera la aceptación de su nueva pareja por parte de sus padres, ojalá la obtuviera de Nadhia, en especial teniendo en cuenta que se iba a encontrar muchas veces con Malik.

Nadhia apenas había terminado de hablar cuando Tandy se precipitó al interior de la cafetería, exclamando entre resuellos:

¡Ha encontrado a la ladrona! ¡La ha encontrado y la está persiguiendo!

Fátima se puso de pie tan bruscamente que estuvo a punto de volcar todos los platos. Alternó la mirada entre Tandy y Nadhia y se llevó un nudillo a los labios, con una desagradable presión en el pecho.

Había dicho que no intervendría en la misión de Clío, pero… no podía quedarse sentada a mirar. No sin más.

¿Está muy lejos?—preguntó tratando de reprimir su preocupación.
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Vie Jul 18, 2014 12:42 am

Pues… la verdad es que sí—Nadhia notó que Fátima de pronto se había puesto muy nerviosa, sin dejar de morderse los labios y entrelazar sus dedos, inquieta en el asiento—. Llevaba un tiempo queriendo decírtelo, pero no… No encontraba el momento—la sonrisa que se le escapó a Fátima hizo que Nadhia se removiera y sonriera también, impaciente y muerta de curiosidad, sin comprender qué era lo que le estaba a punto de revelar—. He… he… He empezado a… Bueno. He empezado a salir con Malik—dijo aquello último, en un tono inaudible que a duras penas Nadhia logró escuchar.

Pero sí que lo había escuchado.

¡Qué! —exclamó de pronto Nadhia, sorprendida.

Fue lo primero que se le escapó de los labios, dándose un golpe con las rodillas en la mesa. Y su reacción no era por pensar en un primer momento por la diferencia de edad entre ambos, ni porque le pareciera mal, ¡en absoluto! No se esperaba un bombazo como aquel, le había pillado totalmente desprevenida, y al escuchar la risita nerviosa de Fátima, se le escapó otra. Malik y Fátima estaban saliendo… ¡habían empezado a salir!

Dos volcanes aparecieron en sus mejillas, eufórica. Nunca habría imaginado que una noticia así le resultara tan agradable de escuchar. De hecho, todavía no estaba pensando las cosas con cierta madurez y seriedad: porque ella se había dado cuenta desde un principio que a Fátima le atraía Malik. Y que Malik correspondiera a Fátima le había parecido… toda una sorpresa.

¡Por supuesto, no porque Fátima no pudiera alcanzarle! De que una persona le gustara otra a que ambas se correspondieran había un paso enorme, y aunque Nadhia y Kousen habían estado bromeando y picando a Fátima a menudo, su deseo porque Malik la viera de aquella forma era tan solo eso, una posibilidad entre miles.

Ya sabes que… me gustaba desde que le conocí. Pero, claro, era muy mayor, muy diferente a nosotros. Era tan… tan todo. Sin embargo, cuando le acompañé a Nunca Jamás pues… Hablamos… Y prometí ayudarle a buscar ciertas cosas y… creo que nos acercamos un poco.

Claro que lo sabía, Fátima —comentó Nadhia, riendo—. ¡Perdona porque haya reaccionado así, es que me ha pillado por sorpresa! ¡Pero me alegro muchísimo!

Y después… —Nadhia decidió dejar que Fátima le siguiera contando sobre lo sucedido, con ojos expectantes y con una sonrisa estúpida de oreja a oreja, transmitiendo su entusiasmo a quien consideraba su mejor amiga— En fin, estaba un poco… mal por todo lo de la Red. Por Clío y todo eso… Malik se preocupó y me invitó a ir a Villa Crepúsculo. Es una ciudad muy bonita, por cierto. Y los helados no estaban mal—Nadhia exclamó un “¡Oh!”, seguido de una sonrisa y musitando un “Por supuesto”. Esos helados eran mágicos. Recordó las palabras de Xefil cuando se besaron a los pies de la Torre y, entre aquellos recuerdos y los detalles que le contaba su amiga, tenía el corazón latiendo eufórico de felicidad—. El caso es que hablamos mucho y al final pues las cosas, eh… Se precipitaron un poco. Y bueno. Ya sabes. Hubo un beso—Nadhia rió de nuevo, viendo la reacción de su compañera al mencionar que se habían besado—. Malik me aceptó en muchos sentidos.

Nadhia no entendió bien lo último que dijo. Fátima era una chica estupenda, una gran amiga y, muy a su pesar, tenía una madurez que envidiaba con creces, dudando de si realmente ella tenía de veras más años que su amiga. Pero de lo que estaba segura, es de que Malik era un hombre que se tomaba las cosas muy en serio, y si había decidido comenzar una relación con su amiga siendo un adulto hecho y derecho… era porque la consideraba importante.

«Un adulto», pensó entonces. ¿Cuántos años podría tener Malik? ¿Cerca de los treinta? Se dio cuenta de pronto de que a Fátima le superaba bastante en edad… y le recordó, inevitablemente, a aquellos libros románticos que había leído alguna vez en el desván del viejo Sendh. Estando tan acostumbrada a leer aquellos “amores prohibidos”, y considerando la madurez de Fátima, no veía tan exagerada la diferencia de edad. De hecho, lo hacía aún más especial.

Y… entonces decidimos… estar juntos —Nadhia le devolvió la sonrisa, contenta de que le hubiera contado algo tan importante y privado—. Quería que fueras la primera en saberlo. Le he dicho que le quiero, Nadhia. Sé que es muy pronto, pero… Supongo que cuando uno se enamora lo está y ya. Aunque nunca he estado enamorada, así que a lo mejor me estoy confundiendo y me estoy precipitando. Pero tengo la impresión de que podría hacer cualquier cosa por Malik. Qué digo, sé que ahora mismo soy capaz de hacerlo. No sé si cambiará con el tiempo pero…

Fátima…

Nadhia notó que de manera repentina Fátima había comenzado a contener las lágrimas. Se acercó a ella y le agarró de la mano, acariciándola con ternura y suavidad. Por supuesto que la entendía. Ella también se había enamorado. Todo cuanto le había confesado, era lo que a ella le costaba decir con palabras. Por eso el término “gustar” se le quedaba corto. Y el término “amar”, tan precipitado. Pero la palabra “enamorarse”, no. De hecho, le comenzaba a gustar bastante la idea.

Estaba enamorada de Xefil.

Es la primera persona que me ha… aceptado como soy, Nadhia. Nunca pensé que alguien como él pudiera corresponderme, que alguien fuera algún día a querer estar conmigo.

Tonta, ¿cómo que la primera persona que te acepta tal y como eres? —le dijo Nadhia, sonriendo con picardía y pellizcándole una mejilla, haciendo un intento de reñirla— Me tienes a mí, y a la Maestra Lyn, y a todos nuestros amigos. Te aceptan tal y como eres.

«De hecho, eres todo cuanto desearía ser», pensó Nadhia para sus adentros. «Me ahorraría unos cuantos problemas de vez en cuando si tuviera algo más se sensatez.»

Sintió que Fátima se intentaba tranquilizar, respirando hondo:

Perdona por la escena. Es que estoy realmente feliz, Nadhia. Malik es mucho más de lo que me había atrevido a soñar.

Te entiendo, Fátima —le confesó Nadhia, sonriente—. Es lo mismo que me pasa con Xefil. Nunca pensé que alguien como yo fuera a gustarle a un chico de esa forma.

«Bueno, y a tener amistades», se le pasó por la cabeza de pronto. Pero eso ya era, para Nadhia, agua pasada. Tierra de Partida le había cambiado la vida. Y aunque lo negaba, ella también había cambiado. Todavía seguía siendo testaruda, pero… era más valiente que antes. Y más fuerte y segura de sí misma ante ciertas situaciones que antes le sobrepasaban.

Sólo de imaginaros juntos me hace cosquillas el estómago, Fátima —le dijo, riéndose—. ¡Os imagino tan bien en mi cabeza que estoy deseando veros así de felices ahora! Me alegro mucho por los dos, ¡de verdad!

» ¿Sabes? ¡Mi primer beso con Xefil también fue en Villa Crepúsculo!

«En realidad no es el primero pero… No, aquel beso en el hotel de esta ciudad no cuenta», pensó a regañadientes, avergonzada del comportamiento instaurado por los sentimientos de Evangeline y el broche que llevaba siempre a la altura del corazón.

Y el helado de sal marina hace maravillas, porque nosotros también tomamos uno cuando…

De pronto, Nadhia se vio interrumpida al aparecer Tandy de forma estrepitosa y precipitada al interior del local, exclamando que Clío había encontrado a la ladrona y la estaba persiguiendo. Todavía le parecía un milagro que no hubiera chocado contra ningún pobre camarero del bar.

La reacción inmediata de Fátima fue ponerse de pie y hacer tambalear peligrosamente la mesa, a lo cual Nadhia reaccionó a tiempo agarrándola con los brazos para que la vajilla no cayera al suelo. La observó y luego miró a Tandy, totalmente convencida de que Fátima no quería quedarse de brazos cruzados.

¿Está muy lejos? —le preguntó a Tandy, nerviosa.

El pequeño Hoghes negó con la cabeza, señalando en dirección al segundo distrito.

¡La dejé cuando la estaba acorralando en el interior de la maquinaria del reloj, tan, tan!

Oh, ¿te refieres al edificio de las campanas? ¿El que está al lado del hotel? —cuestionó Nadhia.

¡El mismo, tan, tan! —asintió Tandy.

Fátima parecía más que dispuesta a no quedarse allí sentada. Pues bien, si la más madura de las dos no quería permanecer de brazos cruzados… ella tampoco.

Le regaló una sonrisa y echó a correr hacia el Distrito 2, exclamando a Tandy que se adelantara y deteniéndose un momento para que Fátima la alcanzara.

A Nadhia le latía el pecho a una velocidad desbordante, con el corazón lleno de entusiasmo. Haber hablado con Fátima le había aliviado enormemente. Se sentía más segura que hacía unas horas y tenía energía para dar y tomar.

Y si Clío necesitaba ayuda, allí estarían Nadhia y Fátima para dar lo que fuera por ella. Porque se lo merecía, por todo lo que había luchado tanto en el mundo virtual como en la Red. Por su copia, y por la de todos sus amigos.
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor Suzume Mizuno » Vie Jul 18, 2014 4:39 pm

Nadhia salió escopetada incluso más rápido que Fátima. La chica, sorprendida por la reacción de su amiga, se quedó mirándola un momento con una ceja arqueada. De nuevo experimentó un desagradable sentimiento de envidia y rencor al pensar que, después de todo, la otra Nadhia y Clío habían sido amigas. Era normal que se preocupara por ella.

Luego apretó las mandíbulas y echó a correr hasta alcanzar a Nadhia, que se había detenido a esperarla. No pudo devolverle la sonrisa. Era una mala persona. Pero odiaba que conociera a Clío. Y se odiaba a sí misma por ser tan cretina. A la vez, la preocupación por Clío se superpuso a la envidia que ya experimentaba por ella y creyó que le iba a explotar la cabeza ahí mismo.

De modo que sólo corrió, siguiendo a Nadhia y a Tandy, intentando vaciarse de toda emoción excepto una: asegurarse de que Clío estaba bien.

****



¿Ahí?—preguntó Fátima a Tandy, detenidos los tres frente a la torre del reloj del Segundo Distrito.

Tandy había visto entrar a Clío detrás de una supuesta ladrona. Pero habían llegado muy rápido, no había forma de que hubieran podido marcharse sin que nadie los viera. Fátima se mordisqueó la uña del pulgar, luchando consigo misma. A ella no le gustaría que fueran rastreando sus pasos porque no confiaban en que pudiera apañárselas por sí misma.

Pero no podía quedarse ahí quieta.

Voy a entrar—dijo con voz queda a Nadhia.

El interior de la torre estaba oscuro, pero se podía ver lo suficiente gracias a unas cuantas luces, de modo que Fátima pudo ver con claridad las escaleras que subían pegadas al interior de las paredes. Doblando el cuello para mirar hacia arriba, discernió lo que le pareció que era fuego. Pero desapareció muy rápido.

«¡Magia! ¡Están luchando!».

Hizo un gesto a Nadhia y subió rápidamente por las escaleras. A medida que ascendían, le pareció escuchar voces. Aceleró el paso, asustada. Pero en seguida se dio cuenta de que no eran gritos, sino más bien…

… dije que podía arreglármelas sin problemas.

¿Y me dices eso después de que haya venido? Qué agradecida.

Fátima frenó suavemente poco antes de llegar al último piso, donde se encontraba toda la maquinaria del reloj. Miró a Nadhia con los ojos muy abiertos. ¿Con quién estaba hablando Clío?

Se llevó un dedo a los labios y se pegó a las escaleras, avanzando muy despacio hasta que pudieron asomarse tras una columna.

Iluminados por una llamita que flotaba cerca de Clío, contó tres personas. La primera era Clío, rehaciéndose el curioso peinado con una sonrisa. El segundo era un chico pelirrojo que no conocía de nada, vestido de violeta y con unos cascos para escuchar música. Fátima se fijó en que tenía la esquina de los pantalones chamuscados. A los pies de Clío, con un moratón en un ojo, una mujer se mantenía inmóvil con los brazos retorcidos a la espalda.

Gracias, Neku—dijo Clío cuando terminó de arreglarse el pelo.

El chico refunfuñó algo y añadió en voz alta:

Entonces la próxima vez no me lances una bola de fuego.

¡Me asustaste! Pensé que eras un amigo suyo.

El tal Neku se encogió de hombros y añadió mientras se ajustaba los cascos:

Te ayudo a llevarla.

¿A dónde? Primero tengo que saber dónde tiene todo lo que ha robado. Con esto—se palpó algo que había guardado bajo la ropa— no está toda la mercancía.

Los moguris la ayudarán a recordar dónde ha dejado todo.

De acuerdo… Arriba, pues—se agachó y obligó a la mujer a levantarse sin demasiado esfuerzo.

Fátima se volvió hacia Nadhia con expresión de apuro: ¡venían hacia ellos! Gesticuló con las manos apresuradamente para que se marcharan, pero en seguida se dio cuenta de que, aunque bajaran a toda velocidad, les verían. A menos que intentaran esconderse entre la maquinaria, claro…

¡¿Quién está ahí?!

«Tarde».

Fátima se mordió el labio inferior y agradeció que casi no hubiera luz, porque la vergüenza de la situación le hizo subir los colores al darse la vuelta y enfrentarse a las tres figuras.

Clío arqueó una ceja y dijo con ironía:

Qué triste que en esta ciudad sólo confíen en mi los moguris, la verdad.

¡N-no es eso! ¡Te lo juro! ¡Es sólo que estaba… estaba preocupada y…!—buscó a Nadhia con la mirada, pidiéndole ayuda.

Entre tanto, Clío y Neku intercambiaron un gesto. Ella asintió ante la duda que apareció en la expresión de él. El chico miró de reojo a Fátima con cierta curiosidad, pero no comentó nada. Sólo cuando Nadhia terminó de hablar, Fátima farfulló:

Lo siento, Clío.

Clío soltó un suave resoplido, sonriendo.

No pasa nada. Incluso lo agradezco.—Miró a Neku—. Por cierto, os presentaré. Neku, Fátima y Nadhia.

Fátima tendió una mano al chico para estrechársela y se preguntó quién sería. Parecía tener mucha confianza con Clío…

Si no os importa, vamos bajando. Quiero llevar a esta cuanto antes con Montblanc—dijo Clío, dando un suave empujón a la mujer para que empezara a bajar las escaleras.

Fátima echó un vistazo a la supuesta ladrona. Era una mujer joven, con el pelo corto y una mirada tan dura que casi hacía daño. Clío parecía haberle atado las manos a la espalda con algo, pero no estaba segura de qué se trataba. En cualquier caso, no le dejaba mover los brazos.

¿Cómo la has encontrado tan rápido?

Porque un amigo suyo estaba vigilando la tienda y en cuanto me vio salió corriendo. Le seguí y les encontré hablando.—Se encogió de hombros—. Encontrar a su compañero costará más trabajo, pero bueno. No esperaba poder atrapar a nadie tan rápido.

Fátima se sintió impresionada por la eficacia de Clío, pero no se le pasó por alto la sonrisa sardónica que apareció en los labios de la ladrona. Frunció el ceño. ¿Por qué parecía tan satisfecha de sí misma…?
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Vie Jul 18, 2014 5:26 pm

¿Ahí?

¡Sin duda alguna, tan, tan!

Tandy había conducido a Nadhia y a Fátima al segundo distrito, en concreto al lado del hotel que la primera evitaba recordar a toda costa por los recuerdos: algunos, embarazosos, y otros… desagradables.

Voy a entrar —dijo entonces Fátima.

Nadhia asintió y siguió a su amiga, hasta que percató junto a ella como una bola de fuego había cruzado el cielo. Hizo caso al gesto de Fátima y subió las escaleras, procurando ser cautelosa, pero la preocupación comenzó a invadirle las entrañas y aceleró junto a su amiga, preocupada por Clío.

… dije que podía arreglármelas sin problemas

¿Y me dices eso después de que haya venido? Qué agradecida.

Nadhia frenó en seco antes de chocarse con Fátima, quien se había detenido al escuchar una conversación nada grotesca y que diera indicios de lucha. La miró con duda, y Nadhia se encogió de hombros, sin saber tampoco qué debía estar sucediendo para que Clío conversara tranquilamente con alguien si Tandy les había dicho que había estado persiguiendo a la ladrona hacía unos instantes.

La incertidumbre desapareció cuando Nadhia se asomó junto a Fátima en la columna que las mantenía escondidas. Una llama flotaba cerca de Clío, quien se rehacía el peinado trenzado con una sonrisa mientras daba las gracias a un chico...

Gracias, Neku.

«¿Neku…?»

Nadhia no pudo prestar demasiada atención a la conversación. Aquel nombre comenzó a retumbar en su cabeza, una y otra vez, como una campanilla molesta. ¿Campanilla? No, más bien eran martillazos secos y desagradables, como si dentro de su cráneo estuvieran tocando las campanas del segundo distrito o las de la mismísima Notre Dame.

Y entonces lo recordó. Aquel chico, quien llevaba unos cascos de música decorando su cabello puntiagudo y pelirrojo, se encontraba en sus nuevas memorias: en las del mundo virtual.

Las voces del sombrero. Erased Data. Y un disparo.

¡Avatar! Está hecho.

Nadhia agradeció que Fátima no se estuviera dando cuenta y que se encontrara más pendiente de Clío. Tandy se acurrucó en su hombro, sabiendo que algo extraño le sucedía a su protegida, pero Nadhia siseó para que no dijera una sola palabra, agradeciendo su preocupación mientras se llevaba una mano a la frente.

Poco a poco, la migraña fue cediendo y Nadhia pudo relajar de nuevo los músculos, porque se había puesto completamente tensa. Y podría volver a prestar atención a lo que sucedía a su alrededor, aunque Fátima no tardó en despertarla del todo cuando expresó apuro en su rostro al girarse a ella. Comprendió que debían bajar antes de que les vieran, pero ya era demasiado tarde:

¡¿Quién está ahí?!

Nadhia, sabiendo que las habían pillado, mostró una sonrisa de resignación al ver que Fátima se mordía el labio y se giraba para enfrentarse a Clío. Nadhia pudo comprobar, entonces, que había otra persona al lado de ambos. Tenía que ser la ladrona, quien se encontraba atada de brazos, con una magia que Nadhia pudo reconocer perfectamente.

Aunque intentó no darle más importancia, recordando de pronto a Saavedra antes de que Joker…

«Quieta ahí, Nadhia», se rogaba, intentando centrar su atención en Clío. «Cuanto más quieras recordar, más molesto va a ser.»

Qué triste que en esta ciudad sólo confíen en mí los moguris, la verdad.

¡N-no es eso! ¡Te lo juro! ¡Es sólo que estaba… estaba preocupada y…!—Fátima buscó entonces a Nadhia con la mirada, esperando quizás que la salvara del fortuito momento, incómodo quizás, tanto para ella como para Clío.

Lo mismo va por mí —añadió ella, sin querer ocultarse más—. La verdad es que nos tenías preocupadas, pero tú deberías saberlo más que nadie.

» El cómo somos las dos.

Cuando terminó de excusarse, escuchó a Fátima disculparse. Y como era de esperar, Clío se lo tomó de la mejor manera posible, soltando un resoplido y acompañándolo de una sonrisa agradecida. Dejando de lado aquello, les presentó a Neku.

Cuando estrechó la mano del muchacho, sintió algo extraño dentro de ella. En realidad, nunca había conocido a Neku, salvo en una vida pasada y escaso tiempo de batalla, antes de que Fátima —no, Clío— le disparara y comenzara así su jugada como la hija preferida de Avatar. Pero lo que realmente le preocupaba a Nadhia, y le hacía sentirse mal, era el hecho de creer a veces que aquellas vivencias habían sido suyas. Era muy complicado en ocasiones separarse de aquellos recuerdos, tanto que ya había tenido muchas pesadillas relacionadas con su experiencia en el juego del mundo virtual, en la Torre… en las memorias de Eileen.

Experiencias de una persona, compartidas a otra completamente ajena… y seguidamente, regaladas a la original de la segunda. Nadhia intentó no pensar más en ello y devolverle el gesto a Neku con una sonrisa.

Encantada de conocerte —expresó, no muy segura de que fueran las palabras adecuadas. Ni siquiera sabía si Neku lograba acordarse de ella.

De hecho, la última vez la Nadhia de datos había llevado puesto un sombrero de brujo en la cabeza.

Y entonces, mientras comenzaban a bajar las escaleras y escoltaban a Clío junto a la ladrona, Nadhia pensó que podría preguntarle algo a Neku. Le resultaba demasiado egoísta usar las relaciones de su copia, pero no podía evitar sentir curiosidad porque cierta persona se encontrara también allí, en Ciudad de Paso.

Sobre todo, porque sabía que tanto Neku como él se conocían.

Neku, ¿está… está Joshua en Ciudad de Paso tamb…?

Sin embargo, no pudo acabar la frase. Algo impactó cerca de sus pies, y explotó para hacer surgir del mismo artefacto una bocanada de humo que hizo que se intentara tapar los ojos. Le escocían un montón y empezó a toser, ahogándose con aquel maldito gas.

Antes de poder invocar su Llave-Espada, notó que alguien le agarraba de las muñecas y las colocaba a su espalda. Su fuerza era descomunal a su lado, de la que tampoco podía presumir, y al estar tan confundida y perdida, no pudo oponer resistencia.

*****


Lo mismo parecía haber sucedido con Fátima, Clío y Neku. Los cuatro se encontraban esposados de manos en un rincón de lo alto de la torre del reloj, mientras observaban como la ladrona, aprovechando la confusión de Clío, había logrado deshacerse del hechizo que la mantenía atrapada.

En pocos minutos, la situación había cambiado. Tanto la ladrona como sus tres compañeros, uno de ellos forzudo, otro bajito y rechoncho y el último alto y de nariz afilada, reían mientras comentaban lo fácil que había sido atrapar a la cazarrecompensas que había contratado Montblanc. Se mordió los labios, sintiéndose mal por Clío, a quien aquello le debía estar sentando como una patada en las entrañas.

Sin embargo, aquellos no eran ladrones normales. Habían logrado robar mercancía a los moguris, que si bien podían resultar exteriormente unas criaturas inofensivas y adorables, Montblanc era conocido por ser bastante poderoso y Nadhia sabía que jamás se dejaría engañar por unos ladrones de tres al cuarto.

No, aquellos debían ser profesionales. Pero en su plan, habían olvidado algo importante. Un quinto componente enemigo se les había escapado, y ni siquiera Nadhia sabía donde se había metido su travieso guardián.

¿Habría ido a avisar a Montblanc? ¿Estaría esperando la oportunidad perfecta para salir de su escondite y hechizar a aquellos miserables?

¿Qué pretendéis? —pregunté, intentando no parecer despreocupada y para lograr tiempo, confiando en Tandy— ¿Dónde está la mercancía de la Orfebrería?
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor Suzume Mizuno » Vie Jul 18, 2014 5:40 pm

Fátima maldijo cuando intentó abrir de nuevo su ojo y, una vez más, se encontró con que no era capaz. El golpe la había cogido completamente desprevenida y, para cuando quiso darse cuenta, la habían inmovilizado contra el suelo. De haber estado sola, y en un espacio menos estrecho que una maldita escalera que daba a una caída más o menos grande del interior del reloj, quizás habría intentado soltarse. Pero no podía arriesgarse si los apuntaban con armas. No todavía, al menos.

¿Qué pretendéis? —Nadhia interrumpió a sus captores, que les restregaban por la cara lo fácil que había sido cogerlos desprevenidos—. ¿Dónde está la mercancía de la Orfebrería?

Miró a sus compañeros y se sintió más tranquila al ver que todos parecían seguros de sí mismos. Se irguió y trató de mostrar la misma confianza, a pesar de que su estómago estaba ahora mismo plagado de nudos de nervios. La mujer a la que había capturado Clío sonrió de lado y masculló:

¿Y por qué íbamos a decíroslo?

A decir verdad, creo que es el momento de largarnos—intervino el ladrón estirado—. Antes de que los moguris empiecen a buscarnos otra vez.

Los ladrones, sin terminar de darles la espalda, se pusieron a hablar de nuevo entre ellos. Fátima recorrió la habitación con la mirada. Podía atacar a sus enemigos sin necesidad de usar las manos, claro, pero el problema era que había visto a la mujer hacer magia: parecía ser afín a Natura. De otra forma, no entendía cómo habían crecido de pronto unas zarzas en torno a las piernas de Clío en el último instante, haciéndola tropezar y perder la concentración durante un instante. Y no podía olvidar las armas de fuego… ¿Podían arriesgarse a que dispararan? No pretendían matarles —o ya lo habrían hecho— pero por un error, o en caso desesperado…

Entonces vio un movimiento entre los engranajes del reloj. Reconoció el pompón de Tandy.

Miró a su alrededor y se encontró con los ojos de Clío. Disimuladamente le indicó que mirara hacia arriba y cuando la joven lo hizo, una pequeña sonrisa asomó a sus labios.

Dio un codazo a Nadhia, sentada a su lado, y repitió el proceso con ella para que descubriera a Tandy. Luego le siseó:

Perla, cuando yo te diga.

¡Dejad de cuchichear! —les amenazó la ladrona.

¿Es que no sabéis que es peligroso meterse con los moguris? —improvisó Fátima en ese momento—. Están en muchísimos mundos. Si se enteran de que vendéis su mercancía, encontrarán la forma de dar con vosotros. Y si vendéis lo que hayáis robado a mundos que no tienen la tecnología o magia suficiente para usarlos, los Caballeros tendrán que intervenir.

No es una mercancía tan llamativa—sonrió la mujer.

«Entonces pueden haberla escondido en cualquier lado…».

No había terminado de preguntarse dónde podría encontrarse cuando el hombre más robusto emitió un grito de la impresión: con un violento silbido, un remolino de viento se acumuló debajo de él y lo lanzó hacia el techo.

¡Ahora!—exclamó Fátima, invocando por su cuenta un Electro.

El Perla de Nadhia iría directo contra el flacucho, tirándolo escaleras abajo. La mujer chasqueó la lengua y apuntó en dirección a los chicos con furia.

Creo que es hora de dormir.

Hubo un resplandor y de su mano emergieron unas doradas esporas que titilaban en medio de la penumbra. Pero en ese momento Clío se incorporó de un salto y al dar un paso al frente, un golpe de viento surgió de su cuerpo y dispersó las esporas sin mayor esfuerzo.

¡Tandy, suéltala!—gritó Fátima, poniéndose también en pie.

El moguri bajó revoloteando de entre los mecanismos y Clío le dio la espalda para que pudiera intentar liberarla. Para sorpresa de Tandy, la joven materializó entre sus dedos una pequeña ganzúa de piedra.

¡Deprisa!—le urgió.

Neku, entre tanto, también se había puesto en pie y toreaba sin esfuerzo al robusto hombre, que trataba de alcanzarle con unos ganchos que, de acertar, le dejarían un moretón tan desagradable como el que tenía Fátima en ese mismo momento.

¡Se escapan!—exclamó Clío.

La ladrona, en efecto, había saltado por una abertura entre el reloj y el exterior. En ese momento Tandy consiguió liberar a Clío, que sacudió las manos y se arrojó detrás de su objetivo. Fátima corrió detrás de ella, todavía maniatada, y se asomó para ver que la ladrona había creado una enredadera por la que bajaba a toda velocidad.

¡Pídele a Nadhia que te lleve!—Se le ocurrió entonces a Fátima—. ¡Ella puede volar! ¡La alcanzaréis en un parpadeo! Nosotros nos ocupamos de estos dos.

Clío la miró un instante y luego asintió y sonrió. Tandy, entre tanto, había liberado a Nadhia y se precipitaba a ayudar a Fátima.

Cuando las dos hubieron desaparecido y tuvo las manos libres, Fátima cargó un Electro + en una mano y dirigió una sonrisa desagradable al ladrón forzudo.

Vas a pagarlo caro por haberme dejado el ojo así.

Y lanzó su rayo, que acertó en pleno pecho del hombre. Neku no perdió tiempo y asestó una patada detrás de las rodillas al ladrón, que perdió completamente el equilibrio y se derrumbó, inconsciente.

Tandy, cuando le sueltes, ¿te importa dormir al flacucho?—dijo Fátima, frotándose las doloridas muñecas. Podía escuchar las apresuradas pisadas del tercer ladrón alejándose a toda velocidad.

Y… ¡Listo! ¡A la orden, tan tan!

Y salió disparado detrás de su objetivo, soltando una risita infantil que resultó un poco siniestra en medio de la semioscuridad. Fátima se cubrió el ojo amoratado con una mano y se aplicó varios Cura hasta que sintió que la piel había vuelto a la normalidad.

Dirigió entonces una sonrisa insegura a Neku y musitó:

¿Estás bien?
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Vie Jul 18, 2014 5:43 pm

¿Y por qué íbamos a decíroslo? —sonrió de lado la ladrona, satisfecha de su hazaña.

A decir verdad, creo que es el momento de largarnos—intervino uno de sus compañeros, el más alargado de los tres—. Antes de que los moguris empiecen a buscarnos otra vez.

Nadhia masculló entre dientes, buscando una manera de soltarse, pero por más que lo intentaba era inútil. En ese momento le habría venido bien tener una punta de flecha entre las ropas. Aunque a saber si eso habría sido suficiente para liberarse. Se fijó en Fátima, dolorida sólo de ver la bestialidad que le había hecho aquel animal en el ojo. Apenas podía abrirlo y a Nadhia se le formó un nudo en el estómago, enrabietada.

Se fijó de nuevo en la ladrona, quien al parecer no era una aficionada después de todo. Sabían usar magia, y parecían manejar armas de fuego también. Sabía que un disparo en un blanco desafortunado podía ser mortal, que por el contrario con la magia curativa que poseían tanto ella como Fátima no habría problemas… pero no podía sentirse segura con las manos atadas. Dependía mucho, no sólo de uno de los brazos, sino de ambos para tensar su arco o usar sus mejores habilidades. Y en aquel momento las necesitaban.

De pronto, sintió un leve codazo por parte de su amiga, e hizo caso a donde señalaba mirando hacia arriba. Una sonrisa picaresca surcó sus labios al reconocer el pompón de su pequeño guardián. Así que había decidido quedarse para salvarles. Pensándolo bien, Tandy no les habría dejado solos, al menos a ella, aunque fuera para pedir ayuda sin que Nadhia le hubiese dado una orden directa.

Perla, cuando yo te diga —Nadhia asintió levemente con la cabeza, escuchando las amenazas de la ladrona—. ¿Es que no sabéis que es peligroso meterse con los moguris? —comenzó a decir Fátima. Aquel comentario le sacó una sonrisa a Nadhia: bien era cierto que los moguris eran de armas tomar—. Están en muchísimos mundos. Si se enteran de que vendéis su mercancía, encontrarán la forma de dar con vosotros. Y si vendéis lo que hayáis robado a mundos que no tienen la tecnología o magia suficiente para usarlos, los Caballeros tendrán que intervenir.

No es una mercancía tan llamativa.

«¿A qué se referirá con eso…?».

Sin embargo, Nadhia no tuvo tiempo para ponerse a pensar en detalles. Un poderoso remolino de viento se acumuló en el suelo, bajo los pies del hombre de aspecto más bruto, lanzándolo contra el techo.

¡Ahora!

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Nadhia lanzó un Perla directo contra el larguirucho en el momento justo, quien acabó cayendo por las escaleras.

Creo que es hora de dormir.

Se puso en alerta cuando unas esporas doradas comenzaron a emerger en el aire. Tenía entendido que una de las especialidades de Natura eran las alteraciones de los sentidos, y si tenía un nivel avanzado, podía ser capaz incluso de dejarlos fuera de combate con potentes somníferos. Intentando concentrarse para usar un Escudo aún con las manos atadas, Clío se le adelantó, se incorporó e invocó un golpe de viento que dispersó las esporas sin problemas.

¡Tandy, suéltala! —gritó Fátima entonces, poniéndose en pie como podía.

Tandy apareció de entre los mecanismos del reloj, intercambiando primero una mirada rápida con su protegida. Al ver que se encontraba bien, hizo caso e intentó con sus manitas peludas liberar a Clío.

El pequeño se sorprendió cuando vio materializarse entre las manos de la joven una pequeña y cortante ganzúa de piedra.

¡Deprisa!—Tandy se puso manos a la obra enseguida, mientras que Nadhia vigilaba los movimientos de su alrededor por si era necesario usar magia defensiva.

Comprobó que a Neku no se le estaba haciendo nada difícil mantener a raya al corpulento hombre que había vuelto al suelo por inercia de la gravedad, tras que el remolino de Clío lo lanzara contra el techo. El muchacho era rápido, y esquivaba sin problemas los ganchos de aquel bestia.

¡Se escapan!—exclamó de pronto Clío, y Nadhia se giró para comprobar que, en efecto, la ladrona había saltado por una de las aberturas para escapar. En aquel preciso instante, Tandy liberó por fin a la muchacha, quien salió corriendo para darle alcance.

¡Pídele a Nadhia que te lleve!—exclamó Fátima, tan de repente que Nadhia, quien en ese momento estaba sonriendo a Tandy mientras la acababa por liberar a ella también, no supo a qué se refería en un primer momento—. ¡Ella puede volar! ¡La alcanzaréis en un parpadeo! Nosotros nos ocupamos de estos dos.

¡Tandy, quédate con Fátima! —ordenó Nadhia, comprendiendo entonces. Antes de ofrecerle su mano a Clío, unas grandes alas, cegadoras en la penumbra, aparecieron a su espalda. Le sonrió a la mujer antes de agarrarla y tirar de ella hacia el vacío. No sabía si ambas compartían el miedo a volar, pero sería mejor hacerle pasar el trago antes por si acaso.

No tardarían en alcanzar a la ladrona. Ésta, sorprendida al comprobar que una sombra gigantesca crecía a sus pies una vez llegó al suelo, se tiró a éste y sintió una violenta brisa cruzar por encima de ella. Cuando se incorporara de nuevo, tendría a la cazarrecompensas frente a frente, sin oportunidad de escapar.

Nadhia la había dejado en el suelo y se posó sobre uno de los tejados más cercanos, presenciando lo que iba a ser un combate de los que no se olvidaban. Sin embargo, comprobó que la ladrona seguía teniendo a sus escurridizos aliados dispuestos a hacer de las suyas para que Clío tuviera desventaja. La joven no tardó en darse cuenta de que un cuarto hombre apuntaba con su arma de fuego desde una distancia considerable a la escena. Y estaba claro de qué lado se encontraba aquel francotirador.

Sigilosa, Nadhia voló hasta el lugar y, una vez posó sus pies en aquella superficie cubierta de tejas, avanzó en silencio a espaldas del hombre, que se daría cuenta demasiado tarde de su presencia. Sólo le haría falta dar un aviso con el filo de su Llave-Espada a la espalda del hombre. Éste dejó caer de inmediato el arma, poniendo los brazos por encima de la cabeza.

Sin embargo, tuvo el valor de girarse y comprobar qué tipo de arma le tenía entre la espada y la pared. Para sorpresa de Nadhia, éste le mostró una mueca de asco.

¿Tomando la justicia por vuestra mano, Caballeros? —cuestionó a la joven, soltando una carcajada— ¿No estáis demasiado ocupados con vuestras batallitas?

Sería mejor que no gastaras saliva —contestó Nadhia, aún sin poder creerse que la noticia de la Guerra hubiera llegado tan pronto a Ciudad de Paso.

La que no debería desperdiciar aliento eres tú, niñat… ¡ah!

El cuarto integrante de la banda de aquella ladrona se había girado de pronto para asestarle una patada en el estómago a Nadhia. Pudo bloquearla a tiempo con su arma, y si no fuera por las alas, habría perdido el equilibrio. Y el hombre había ido a asestarle una más, cuando un remolino de viento, más pequeño que el de Clío pero no por ello menos efectivo, le lanzó hacia el tejado más cercano al mismo. Nadhia reconoció el hechizo y suspiró, aliviada.

Justo a tiempo, granujilla. Gracias.

Tandy apareció frente a ella con una risa cantarina y risueña. Parecía estar divirtiéndose bastante.

Soy tu guardián, kupó. ¡Siempre estaré a tiempo, tan, tan!

Tanto Nadhia como Tandy observaron en las alturas el clímax del combate de Clío contra la ladrona. Obviamente, la joven no tuvo problemas una vez se enfrentaron de igual a igual, sin trampas ni aliados escondidos para tender emboscadas. Y aunque sí era cierto que aquel último componente habría sido otro obstáculo para la cazarrecompensas primeriza, Nadhia decidió no contarle sobre ello.

Le pidió a Tandy que fuera a comprobar que Fátima y Neku se encontraban bien. Aunque el pequeño se olía bastantes cosas —las pesadillas, el clon de Fátima y los comentarios de la Guerra—, decidió hacer caso a Nadhia y ascender con sus rápidas alas de murciélago.

Ésta, viéndolo alejarse, descendió hacia donde se encontraba Clío e hizo desaparecer sus alas, algo exhausta por haberlas mantenido durante tanto tiempo.

Avanzó a espaldas de Clío, algo cautelosa, sin saber muy bien cómo iniciar una conversación con ella. Era la primera vez que ambas se encontraban a solas.

Ella y la Nadhia original.

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Al final ha sido un hueso duro de roer.

No me esperaba que supiera hacer magia—reconoció Clío, apartándose el pelo de la cara—. ¿Tú estás bien? No te he visto durante el combate…

Oh —Nadhia ladeó la cabeza, intentando no mantener demasiado tiempo el contacto visual con Clío: sería demasiado fácil que su expresión la delatara de mentirosa—. Sabía que no necesitarías ayuda y, bueno… he estado observando el combate desde las alturas —algo más segura de su propia mentira, pudo volver a mirar a Clío y sonreírle para añadir—: has estado increíble.

Gracias—sonrió la joven—. Lamento no haber podido reaccionar antes. Os habría ahorrado un buen susto. Y algún que otro moratón… —Bajó los hombros y suspiró—. Pero al menos ya les tenemos a todos. Ahora será cuestión de encontrar su guarida, que no puede estar muy lejos. Me pregunto qué robaron aparte de esto. —Y extrajo de su cinturón un bonito abanico, que abrió y examinó con curiosidad.

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¿Y cómo os va todo, Nadhia?—preguntó entonces Clío—.Fátima me ha contado unas cuantas cosas, pero… Bueno. Tú tienes las memorias de la otra Nadhia. Así que en cierta medida me siento responsable. Realmente lamento que hayéis tenido que heredar todos esos recuerdos…—Se estremeció un poco y se cruzó de brazos, cerrando el abanico.

¡No… no tienes por qué sentir nada! —exclamó Nadhia, zarandeando las manos—. Quiero decir, en cierto modo me alegro de haber heredado esos recuerdos —observando la ciudad, Nadhia le contó—: son… horribles, no pienso decir lo contrario. Y mi copia experimentó recuerdos no sólo de mí misma, sino del pasado de Eileen —antes de seguir, se miró las manos, recordando el momento en el que su copia se dio cuenta de que era una masa de datos—. Ahora mismo es como si hubiera vivido todo eso… pero en realidad no es así. Es una sensación extraña, y al principio… era molesta.

» Pero no dejaré de agradecéroslo, a ti y a Crow. Uno de los deseos de mi copia era que pudiera contarme todo cuanto había descubierto. Y bueno, sobre cómo nos van las cosas…

Nadhia cruzó las manos a su espalda, con una mueca de dolor.

Hay tensión en Tierra de Partida —añadió—. Nadie puede creerse lo que hizo Ronin. Yo también me niego.

» Ni siquiera sabemos sobre el estado de Ryota. Y parece que la noticia de la Guerra ya se está expandiendo por Ciudad de Paso. Incluso… Montblanc lo sabe.

Antes de continuar, Nadhia abrió los ojos, recordando algo muy importante, y le preguntó a Clío:

¿Pudiste encontrarle? A Andrei.

Oh…—Clío meneó la cabeza y esbozó una sonrisa amarga—. No. Le busqué por todas partes, pero parece que Trece se lo llevó. No sé dónde puede estar. Aunque espero que no le hagan daño.—Clío carraspeó algo aparatosamente y pidió perdón con la mirada—. Sé que no fue bueno con tu otro yo, ni con nadie. Excepto conmigo, en cierta medida. Pero si le pasara algo en ese estado… No podría perdonármelo.

Incorpóreo —dejó escapar Nadhia, mordiéndose la uña del pulgar—. Yo también quería salvarle. Bueno, mi cop… ya me entiendes —subiendo una pizca de color en sus mejillas, comprendió hasta cierto punto que Andrei había querido lo mejor para ella, siendo su “hija”—. Andrei pudo hacer muchas cosas, pero seguía siendo humano. Pero él…

Nadhia dejaría escapar los nervios por la boca, en un intento de contener los recuerdos más terroríficos que conservaba dentro de su cabeza.

No creo que haya nada más peligroso e inhumano que Erased. Esta Guerra es una estupidez.

Clío entrecerró los ojos.

Lo es. Y todos vamos a pagarlo muy caro. Pero… ya no hay nada que hacer. Al menos no de momento. Sólo estar alertas y prepararnos para lo peor.—La chica guardó un silencio y luego dijo, más animada—:Pero no es algo de lo que debamos hablar ahora. ¿Me ayudas a cargarla?

Levantó a la mujer por las piernas. Nadhia sonrió con cierta picardía y se ofreció encantada a ayudarla.

Luego, mientras se movían, Clío añadió:

Oye… ¿Cómo crees que puedo conseguir que Fátima se quede tranquila? No quiero molestarme con ella. En realidad me alivia que se preocupe por mí, aunque esa actitud es un poco… Demasiado maternal. No sé qué pensar. Nunca pensé que me encontraría así con mi original. Ni que nos llevaríamos bien.—soltó una risa nerviosa—. Así que… El caso es que me sabe mal que lo pase tan mal… Por mí. Y tú la conoces mucho mejor que yo...

Créeme, no eres la única que conoce esa faceta suya. La de “madre” —dijo Nadhia, sonriente—. Siempre me meto en líos y ella es la encargada de echarme la reprimenda. Pero eso es porque se preocupa mucho por los demás, y es muy madura —pensó en todo cuanto le había dicho Fátima sobre Clío. Mientras llevaban a la mujer, no pudo evitar echar un vistazo al pecho de Clío, acordándose del inocente comentario de Fátima y sus preocupaciones. Evadió la mirada enseguida, antes de que la joven se diera cuenta—. Y no te preocupes, intentaré hablar con ella para que se quede tranquila. Creo que yo actuaría igual, si mi copia andara rondando por aquí.

Más confiada, le guiñó un ojo a Clío mientras cargaban con la mujer, esperando que no se resistiera a contarles dónde tenían escondida la mercancía de la Orfebrería.

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Diálogo de Nadhia y Clío escrito de antemano con Suzu :3
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor Suzume Mizuno » Vie Jul 18, 2014 5:52 pm

`—Al final ha sido un hueso duro de roer.

Clío, resoplando ligeramente, se volvió hacia Nadhia y se apartó el pelo de la cara. Antes de hablar con la joven, maniató a la ladrona con su propia chaqueta y volvió a crear unas esposas de piedra. Echó en falta la facilidad para realizar magia, como venía ya siendo una costumbre, de la que había gozado en su mundo original. Allí, en especial después de adquirir sus poderes de Reaper, no habría necesitado más que chascar los dedos para acabar con sus enemigos. Enfrentarse a la Red la había obligado a abrir los ojos y darse cuenta de que tendría que empezar de cero de nuevo pero… Era difícil resignarse a ello después de haber tenido entre las manos unos poderes tan grandes.

No me esperaba que supiera hacer magia—reconoció al final—. ¿Tú estás bien? No te he visto durante el combate…

Oh.Sabía que no necesitarías ayuda y, bueno… he estado observando el combate desde las alturas:has estado increíble.

Gracias—sonrió, a pesar de que ella misma sabía que era mentira. Se sentía tan torpe en comparación con antes… Pero, en fin, no iba a lamerse las heridas. Tampoco terminó de creerse lo que acababa de decirle Nadhia, no después de que hubiera ido con su original a buscarla. Seguramente, ya que una de sus principales armas era un arco, se había mantenido aparte, preparada para disparar. Decidió no insistir y dijo con sinceridad—: Lamento no haber podido reaccionar antes. Os habría ahorrado un buen susto. Y algún que otro moratón… —Pensó en el ojo que se le había quedado a su original y sintió un retortijón de culpabilidad. ¡Aunque no habría pasado si no hubieran ido tras ella! Pero, también, era poco probable que hubiera podido encargarse de todos los ladrones si no hubieran llegado ellas y Neku. Sonrió casi sin darse cuenta al pensar en su amigo. Luego añadió, resuelta—: Pero al menos ya les tenemos a todos. Ahora será cuestión de encontrar su guarida, que no puede estar muy lejos. Me pregunto qué robaron aparte de esto.

Echó un vistazo al bonito y sorprendentemente pesado abanico. Acarició sus extremos. En su momento no había podido examinarlo; ahora le quedó claro que no servía sólo para abanicar.

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«Es sorprendente la cantidad de cosas con las que trabajan los moguri…».

¿Y cómo os va todo, Nadhia?Fátima me ha contado unas cuantas cosas, pero… Bueno. Tú tienes las memorias de la otra Nadhia. Así que en cierta medida me siento responsable. Realmente lamento que hayáis tenido que heredar todos esos recuerdos…

Experimentó un escalofrío, cerró el abanico y se cruzó de brazos. Se alegraba de no haber decidido compartir sus recuerdos con su original. No le deseaba ese horror, esa desazón a nadie.

¡No… no tienes por qué sentir nada! —le dijo Nadhia—. Quiero decir, en cierto modo me alegro de haber heredado esos recuerdos —Clío no pudo evitar arquear una ceja, pero Nadhia no había terminado—: Son… horribles, no pienso decir lo contrario. Y mi copia experimentó recuerdos no sólo de mí misma, sino del pasado de Eileen. Ahora mismo es como si hubiera vivido todo eso… pero en realidad no es así. Es una sensación extraña, y al principio… era molesta.

» Pero no dejaré de agradecéroslo, a ti y a Crow. Uno de los deseos de mi copia era que pudiera contarme todo cuanto había descubierto.

Nadhia…

Pero Y bueno, sobre cómo nos van las cosas…Hay tensión en Tierra de Partida —añadió—. Nadie puede creerse lo que hizo Ronin. Yo también me niego.Ni siquiera sabemos sobre el estado de Ryota. Y parece que la noticia de la Guerra ya se está expandiendo por Ciudad de Paso. Incluso… Montblanc lo sabe.

Clío frunció los labios y trató de reprimir el sentimiento de fracaso. Si decidió abandonar el mundo al que pertenecía, entre otros motivos, fue precisamente para evitar esa guerra. A pesar de todos sus esfuerzos, a pesar de que estuvieron a punto…

¿Cómo había podido pasar?

No sabía qué pensar. Se fiaba de Fátima y Nadhia cuando decían que Ronin no era así, pero no confiaba en sus propios recuerdos. Estaban demasiado entremezclados con la personalidad retorcida que le había otorgado Andrei a la imagen del Maestro de Maestros.


¿Pudiste encontrarle? A Andrei.

Oh…—Clío se mordió el labio inferior y esbozó una sonrisa amarga—. No. Le busqué por todas partes, pero parece que Trece se lo llevó. No sé dónde puede estar. Aunque espero que no le hagan daño.—Al darse cuenta de que estaba hablando con la persona que recordaba cómo Andrei intentó matarlos a todos, carraspeó y pidió perdón con la mirada—. Sé que no fue bueno con tu otro yo, ni con nadie. Excepto conmigo, en cierta medida. Pero si le pasara algo en ese estado… No podría perdonármelo.

Incorpóreo.

Clío asintió y rechinó los dientes. Maldita fuera Trece.


Yo también quería salvarle. Bueno, mi cop… ya me entiendes. Andrei pudo hacer muchas cosas, pero seguía siendo humano. Pero él…

Sin necesidad de que dijera su nombre, Clío comprendió de inmediato a quién se estaba refiriendo y sintió que el miedo le contraía las entrañas.


No creo que haya nada más peligroso e inhumano que Erased. Esta Guerra es una estupidez.

Apretando los dedos contra sus brazos, dijo lentamente:

Lo es. Y todos vamos a pagarlo muy caro. Pero… ya no hay nada que hacer. Al menos no de momento. Sólo estar alertas y prepararnos para lo peor.—Se sumió en un pesado silencio. Después suspiró y dijo, fingiendo un cambio de humor—:Pero no es algo de lo que debamos hablar ahora. ¿Me ayudas a cargarla?

Cogió a la mujer por las piernas y esperó a que Nadhia la levantara por los hombros para decir:

Oye… ¿Cómo crees que puedo conseguir que Fátima se quede tranquila? No quiero molestarme con ella. En realidad me alivia que se preocupe por mí, aunque esa actitud es un poco… Demasiado maternal. No sé qué pensar. Nunca pensé que me encontraría así con mi original. Ni que nos llevaríamos bien.—soltó una risa nerviosa. Era todo tan extraño. Siempre se había considerado inferior a su original y la actitud protectora en cierta manera reafirmaba ese sentimiento. A la vez, le otorgaba un… un asidero. Saber que tenía una amiga aparte de Neku era muy tranquilizador y agradable. Y, sin embargo, se consideraba lo suficientemente mayor como para querer vivir por su cuenta. Aparte de que le hacía sentirse culpable cada vez que veía la angustia en el rostro de Fátima; era como si ella fuera una niña pequeña que estuviera dando problemas—. Así que… El caso es que me sabe mal que lo pase tan mal… Por mí. Y tú la conoces mucho mejor que yo...

Créeme, no eres la única que conoce esa faceta suya. La de “madre” —respondió Nadhia. Clío sonrió de medio lado y, entonces, se dio cuenta de que era una buena oportunidad para aprender más cosas de la persona en la que Andrei se había basado para crearla. Para mirarla como la veían sus amigos—. Siempre me meto en líos y ella es la encargada de echarme la reprimenda. Pero eso es porque se preocupa mucho por los demás, y es muy madura. Y no te preocupes, intentaré hablar con ella para que se quede tranquila. Creo que yo actuaría igual, si mi copia andara rondando por aquí.

Nadhia le guiñó un ojo y Clío le devolvió el gesto con una risa.

Cuando regresaron al reloj, Fátima y Neku estaban allí: habían sacado a rastras al ladrón más grande de todos y descansaban contra una pared para recuperar el aliento. Al lado del hombre se encontraba también el ladrón larguirucho.

Fátima se alegró al ver que llegaban las otras dos con la mujer, en parte porque se sentía un poco incómoda con Neku: no era la persona más charlatana que había conocido. Más bien le parecía algo ausente. Respondía con monosílabos y frases cortas. Sin llegar a ser desagradable, no quería implicarse.

¿Todo bien?—preguntó al verlas.

Clío dejó caer pesadamente a la mujer y levantó un pulgar. Les repasó con la mirada y asintió, satisfecha, al comprobar que no parecían heridos.

A continuación, a base de bofetadas, despertaron al larguirucho. Todavía medio inconsciente, no dijo a las claras dónde se encontraba su escondrijo, pero a base de miradas y alguna frase suelta, dedujeron que estaba en un callejón no muy lejano. Clío les pidió que se encargaran de vigilar a los ladrones y, entonces, unas alas negras le nacieron a la espalda. Fátima se quedó boquiabierta.

En seguida vuelvo.

Dobló las piernas y se impulsó hacia el cielo sacudiendo ligeramente las alas. No parecía que pudiera volar sin más, por lo que se alejó dando grandes y elegantes saltos.

Fátima soltó un silbido. Y, para su sorpresa, se encontró sonriendo. Era agradable saber que las diferenciaban tantas cosas —aunque las físicas seguían escamándola—. En el caso de que ella tuviera alas, no creía que pudiera volar de esa manera, por mucho que poco a poco le estuviera perdiendo el miedo a las alturas.

Se volvió entonces hacia Neku.

Sé que no tengo derecho a hablar en su nombre y tampoco quiero hacerlo. Pero me ha dicho que la ayudaste a buscar casa y todo eso… Y quería darte las gracias. Me hubiera gustado poder estar a su lado desde el principio pero no pude. Me alegra saber que tiene amigos en los que puede confiar.

Neku arqueó las cejas y luego se removió en el sitio, ocultando la parte inferior de su rostro tras el amplio cuello de su camiseta. Asintió.

No tienes que estar pendiente de ella. Sabe apañárselas. Y siempre nos tendrá aquí si necesita ayuda.

Fátima asintió, cruzada de brazos, y se apoyó también contra la pared. Esperaba que llegara el día Clío le contara cómo había acabado haciéndose amiga de Neku y pudieran tratarse como simples amigas, sin sentirse incómodas entre sí. Como con Nadhia.

Al mirar a su amiga, con todo, se le revolvió algo por dentro.

Hablando de sinceridad…

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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Sab Jul 19, 2014 11:18 am

¿Todo bien?

Clío y Nadhia dejaron caer a la líder de la banda, sonriendo ambas a Fátima. La segunda se sintió realmente aliviada al comprobar que su amiga se había tratado el ojo amoratado sin problemas, y que no había rastro de las manazas de aquel bestia que ahora yacía inconsciente junto al resto de los ladrones.

Tandy le había susurrado al oído a Nadhia que iría en busca del último que había intentado tirarla, y ésta asintió en silencio. El pequeño voló para avisar también a Montblanc poco antes de que Clío decidiera, tras dar un par de bofetadas al larguirucho, descubrir el escondite donde se encontraba todo lo robado a la Orfebrería.

No sin antes dejar a Fátima y a ella con la boca entreabierta, sorprendidas por aquellas dos alas negras que nacieron a la espalda de la misma.

Viendo cómo se alejaba, pensó para sí misma que no habría necesitado su ayuda momentos antes. Incluso si las alas le permitían dar grandes saltos y no alzar un vuelo firme y seguro, la forma que tenía de moverse… era la de una guerrera que sabía cuidarse sola. Esperaba que Fátima comprendiera, entonces, que Clío se las apañaría sola a partir de ahora.

Y Neku parecía estar de acuerdo con que Clío sabía cuidarse. Algo ausente, respondió a Fátima sin problemas. Nadhia no lo conocía bastante —su copia tampoco tuvo tiempo—, pero por lo poco que estaba coincidiendo con él, le parecía un muchacho… tímido no era la palabra, quizás, pero sí algo introvertido.

Se sentía mal por volver a preguntar, pero Nadhia necesitaba saber sobre aquella persona que mandó a su copia a la Torre. Algo cohibida, se acercó a Neku:

Antes nos interrumpieron —dijo, intentando iniciar conversación—. No quiero resultar pesada, pero mi copia conoció a una persona que parecía ser muy cercana a ti. Su nombre es Joshua.

» ¿Se encuentra bien?

Neku alzó la mirada en dirección a Nadhia, quien hasta hacía pocos segundos había evitado el contacto visual. Pero enseguida escondió sus labios bajo la ropa, y algo incómodo, respondió:

Tanto como cercana… —suspiró, irritado. ¿Acaso Nadhia recordaba mal algunos detalles? Joshua le había hecho entender que era amigo de Neku, ¿entonces, por qué esa reacción?—. La verdad, no tengo la más remota idea de dónde puede andar metido ahora mismo.

» Pero conociéndole, estará bien.

Sin embargo, aquello último lo dijo encogiéndose de hombros, con un tono más calmado y sosegado. Nadhia sonrió: Joshua había ayudado a su copia, y la animó en los últimos momentos cuando se encontraba insegura de sí misma para convertirse en Reaper en el mundo virtual, habiendo contactado con la Corrupción a través de aquel endemoniado sombrero de mago. Sintiéndose una amenaza para sus amigos, Joshua le tendió la mano y le aseguró que no supondría peligro alguno para Felix y Joker.

Pero tanto ella como él nunca entendieron cómo consiguió controlar el poder de la Corrupción. Y Nadhia tampoco quería pensar mucho más en ello.

Con el recuerdo del Compositor, Nadhia le dio las gracias a Neku. Éste se removió, dando la espalda y ajustándose los cascos:

No hay por qué darlas.

*****


El trabajo estaba hecho. Nadhia, Fátima y Neku vieron llegar a Montblanc junto al risueño Tandy, quien no tardó en lanzarse a la cabellera de Nadhia para acomodarse sobre ella, susurrándole al oído que el patriarca moguri ya se había hecho cargo del ladrón restante. Al poco rato, Clío volvió sobre sus pasos —o, mejor dicho, sobre sus majestuosos saltos— para informar sobre el paradero de toda la mercancía. Montblanc asintió, con una sonrisa de satisfacción bajo sus bigotes. Que Nadhia, Fátima y Neku se encontraran allí no le dio la más mínima importancia, esperando que las dos primeras no harían caso y ayudarían a la nueva cazarrecompensas.

Y la tozudez de la primera superaba su capacidad de razonamiento. Observó a la joven, intercambiando un par de palabras con el pequeño Vaan, y sonrió:

Buen trabajo, Clío —tras decir aquello, el patriarca dio un par de golpes al suelo con su cayado, y sorprendentemente, la banda de ladrones se esfumó en el aire. Nadhia recordó entonces que Montblanc usó una vez aquella habilidad para salvarles a ella, a Light y a Xefil de Dusk. Era sorprendente el enorme poder de Montblanc. Quizás Mog, líder en Tierra de Partida de aquellas increíbles criaturas, era igual de habilidoso—. Ven a la Orfebrería a primera hora de la mañana, kupó. Te entregaré tu recompensa.

» Aprovechad para descansar, kupó. Todos.

Con picardía, el patriarca estaba dispuesto a marchar, cuando recordó algo y se volvió hacia los presentes, buscando a alguien en concreto con la mirada.

Vaan, ¿te gustaría visitar conmigo a Merlín, kupó? —le preguntó al pequeño— Tenía muchas ganas de saber sobre ti.

Nadhia rió cuando su guardián le cuestionó con los ojos si tenía permiso.

Anda, ve —Tandy le dio un beso esquimal a su protegida y se alejó con Montblanc—. Hay un hotel en la ciudad, Fátima. ¿Qué te parece si nos quedamos esta noche?

Nadhia, tú también. Ven con nosotros un momento, kupó.

La joven alternó la mirada entre Montblanc y Tandy, extrañada:

¿Yo? ¿Por qué?

*****


Tandy intercambió una mirada juguetona con Montblanc cuando llegaron a la casa del mago Merlín, el cual los recibió con una cálida y mágica bienvenida, con cubiertos volando por todas partes. Nadhia observó a ambos moguris y frunció el ceño, al comprobar que el patriarca le seguía el juego de la miradita cómplice a su guardián.

Vale, ¿qué tramáis a mis espaldas?

Tandy dejó caer en sus manos un diminuto aro de metal, del cual colgaban hilos de fuerte consistencia con motivos de pequeñas plumas y detalles de cristal. En un principio, Nadhia le echó un vistazo extrañada, considerando la expectación de Tandy por algo que parecía no tener mucho valor. No pudo evitar acordarse del aro que le regaló la Maestra Lyn en su día, siendo ahora el brazalete que le colgaba del brazo para activar cuando quisiera su armadura de Caballero.

¿Qué es…?

¡Está hecho de mitrilo, tan!

Bien, y, ¿para qué necesito yo esto? Es decir, yo ya tengo una armadura, ¿no?

Tandy puso los ojos en blanco, como si aquella falta de conocimiento fuera considerada un crimen para el todopoderoso ex-aprendiz del mago Salim.

Nadhia, ¿podrías entregarme tu broche y lo que te ha entregado Vaan, kupó?

La aprendiz hizo caso a las palabras del patriarca moguri y le dio en mano ambas cosas, con la duda en sus ojos. Merlín, sentado en su butaca, se dispuso a encender su pipa.

Entonces Montblanc decidió rozar las superficies de los dos objetos. Un haz de luz y el sonido de un chasquido metálico alertaron a Nadhia, observando cómo, por arte de magia, el broche se encontraba ahora unido a lo que sea que fuera aquel trozo de metal.

Y entonces, el broche comenzó a reaccionar, tirando del lado contrario de Montblanc, como si quisiera liberarse… y volver al pecho de Nadhia. Y por primera vez, sin éxito.

Sin embargo, Montblanc frunció el ceño, comprobando que el broche persistía en volver a su sitio. Y Merlín se enderezó en el sillón, alerta. El patriarca parecía tener problemas para seguir sujetando con su magia el aro… como si la fuerza del broche le superara con creces.

Aún así no se rinde, ¿eh?

Eso parece, kupó.

Montblanc, ¿qué es eso? ¿Cómo es que…?

Hace tiempo que le pedí un favor a Merlín, y era que encontrara un material que pudiera detener un poder mágico potencialmente alto, como el de tu broche o... lo que le ocurre a tu amigo Xefil. Esto está hecho a base de mitrilo y otros componentes, kupó. La idea era que consiguiéramos mantener bajo custodia el broche y que te dejara tranquila a ti o a cualquiera de tus amigos, pero…

El corazón de plata, como si cobrara vida, seguía resistiéndose e intentando escapar del metal que lo alejaba de Nadhia. Tandy lo observó con recelo tras la espalda de su protegida, y ésta tenía la boca algo abierta por la impresión de que a Montblanc le costara mantenerlo a raya con su bastón de roble.

Me parece que tendrás que seguir manteniéndolo contigo, lo siento —Tandy soltó un “jo” infantil y se removió en el hombro de Nadhia, escuchando las palabras del mago Merlín—. Pero puede que al menos puedas colocarlo en otro sitio más lejano a tu pecho. Sería un avance interesante.

Pero, ¿cómo? Aunque ese aro lo sostenga, no creo que fuera buena idea colgármelo de los pantalones. Es decir, ¡mira! —señalaba Nadhia, observando perpleja la violenta naturaleza del broche— Acabaría rasgando la ropa para…

El material de tu armadura tiene algunos componentes de este aro de metal, kupó. ¿Dónde lo guardas? —Nadhia señaló su brazo izquierdo y se quitó el brazalete con el símbolo de la Orden, volviendo a transformarse en un aro de metal rubí.

Otro chasquido metálico fue seguido de la unión de ambos aros, para sorpresa de Nadhia. Montblanc, sin poder resistirlo mucho más, dejó escapar el objeto y Nadhia lo agarró con las manos.

Lo mejor sería que colocaras la activación de la armadura en otro sitio, kupó.

¿En otro sitio, dices?

¿Por qué no pruebas en la cintura, tan? —propuso Tandy, señalando el cinturón que sostenía el carcaj de Nadhia con sus flechas.

Nadhia asintió y lo colocó cerca del comienzo de sus pantalones, esperando no quedarse sin ellos. Sin embargo, la cosa fue para bien cuando hubo un destello y el pequeño aro de color rubí se materializó en una forma más alargada, ancha y que rodeó la cintura de Nadhia, dejando caer el broche junto a los motivos del aro que lo mantenía bajo control.

Se trataba de un cinturón, con el símbolo de la Orden en uno de sus extremos.

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Al comprobar que el broche se había calmado, Nadhia sonrió al patriarca, con un gran alivio en el cuerpo:

Muchas gracias, Montblanc.

No me las des a mí, sino a Merlín y al pequeño que tienes al lado. Fue él a quien se le ocurrió la idea de mezclar estos componentes, kupó. El mago Salim sabía bastante y Vaan aprendió mucho de él.

¿De verdad? —Tandy sonrojó y, sorprendido, recibió un beso en su peluda cabecita de conejo moguri—. Gracias, pequeño. Y, mago Merlín, muchas gracias.

*****


Tras volver de casa de Merlín, dejando a Tandy un rato más con su vieja familia, Nadhia llegó al hotel y preguntó por la habitación en la que se había hospedado Fátima. Cuando llegó, su amiga le dijo que habían quedado por la mañana temprano con Clío para ir juntas a la Orfebrería. Nadhia también sentía curiosidad por saber qué tipo de recompensa recibiría Clío, y la verdad es que le apetecía quedarse una noche fuera de Tierra de Partida: tal y como estaban las cosas, lo que mejor les convenía a las dos, como dijo Montblanc, era despejarse.

Nadhia fue la segunda en entrar al baño, y deteniéndose frente al espejo tras salir de la ducha, le echó un vistazo a su figura, dando un par de vueltas a su alrededor y apartándose el tirabuzón que goteaba por su pecho. Se quedó mirándose, cambiando de postura cada pocos segundos, tan concentrada que perdió la noción del tiempo.

«¿Tan importante será?»

Dándose cuenta de que se estaba preocupando por primera vez por las curvas y proporciones de su cuerpo, Nadhia se vistió tan deprisa como pudo y salió del baño.

Al rato, Nadhia se encontraba tumbada en la cama de la habitación, mirando pensativa el techo. Tandy aún no había vuelto, y dudaba mucho de que el pequeño llegara temprano: seguramente se quedaría con Merlín y con Montblanc hasta el día siguiente. Fueron su segunda familia durante muchos años, y Nadhia entendía que el pequeño necesitaba visitarlos tanto como ella a los suyos en Villa Crepúsculo.

Espero que ese granujilla no haga ninguna travesura esta noche…

La joven dio una vuelta sobre sí misma, quedándose de lado y mirando a Fátima, quien, lo que fuera que estuviese haciendo, se vio interrumpida con la mirada inquisitiva de la primera.

Estaba claro que Tandy las había interrumpido en un momento bastante interesante de su conversación cuando ambas estaban merendando. Nadhia le puso ojitos y suplicó:

¡Cuéntame más sobre Malik!

Se echó a reír con la reacción de Fátima y la invitó a tumbarse a su lado, como muchas noches habían hecho, hasta quedarse dormidas.

Pero esta vez era diferente. Había un tema de chicas y era la relación de ambas con un chico. Y aunque Nadhia siempre había sido reacia a ese tipo de conversaciones, por primera vez se sentía cómoda hablando de ello.

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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor Suzume Mizuno » Sab Jul 19, 2014 2:49 pm

Fátima se había metido dejado caer de espaldas en una de las dos camas del cuarto que les habían dado nada más poner un pie en el mismo. Estaba molida pero, aun así, no tenía sueño. Se frotó los ojos y se estiró, sacándose los zapatos con los propios pies y remoloneando. Quería darse una ducha. Debería haberse traído algo para dormir; el vestido se le iba a quedar hecho un desastre…

Se alegraba por Clío. Aunque le hubieran acabado echando una mano, Montblanc estaba satisfecho y era posible que hablara bien de ella en distintos círculos y, pronto, consiguiera más trabajo.

Suponía que, después de todo lo que había visto, podía quedarse tranquila. Suponía, claro. Otra cosa era que su cerebro atendiera a razones. Algo le decía que seguiría pasándose a menudo para comprobar que todo iba bien, por mucho que hubieran comprobado que Clío era fuerte —más que ellas— y que tenía muchos recursos.

Se puso de lado y de repente le rugió el estómago. No había probado bocado en varias horas. Llamó a recepción y pidió que les subieran el menú de esa noche. Después entró al baño y, mientras se quitaba la ropa, empezó a repasar todos los eventos del día. De nuevo experimentó un pequeño retortijón de culpabilidad que se esforzó por ignorar.

Como solía hacer, ignoró el espejo y se metió rápidamente en la bañera. Si había esperado que con el agua se le enfriaran un poco las ideas, se equivocó por completo, ya que empezó a darle más y más vueltas.

Las amigas no debían tener secretos. ¿No? Nadhia no los había tenido con ella. Pero no tenía por qué decírselo pronto. Nadhia había esperado. Nadie la obligaba a confesar nada. Es más, Nadhia estaba mejor sin saberlo. Después de todo, la veía como se suponía que Fátima quería ser. Como se consideraba en realidad.

Así que, ¿por qué no podía, simplemente, dejarlo ir?

Cuando salió, lamentando de nuevo no tener ropa limpia, se sentó en la cama a esperar a su compañera, que no tardó mucho más en llegar. Tras saludarse y darse una ducha —mientras esperaba, Fátima se quedó amodorrada en la cama—, la chica le comentó:

Espero que ese granujilla no haga ninguna travesura esta noche…

Tardó en entender que se refería a Tandy. Sonrió.

Oh, bueno. Está en buenas manos, por lo que me has contado, ¿no?

De pronto, Nadhia giró y la miró intensamente, hasta ponerla nerviosa.

¿Qué pasa…?

¡Cuéntame más sobre Malik!

¿Eh?—balbució. No se había esperado eso.

Nadhia se rió y la invitó a acercarse con un gesto. Fátima obedeció, sonrojada, y apoyó la barbilla en las manos, nerviosa.

N-no sé qué quieres que te cuente. Malik es…

«Perfecto.»

Comprensivo… Paciente… Ya sabes… Bueno, él es un adulto. Yo no tengo nada de experiencia en relaciones y es tan bueno conmigo…—farfulló. Se cruzó de brazos y apoyó la mejilla en ellos para mirar a Nadhia—. Cuando pasó llovía mucho y se puso enfermo. Le estuve cuidando un par de días. Nadhia, nunca pensé que un hombre con congestión nasal me pareciera tan atractivo. —Y se rió.

Al cabo de un rato llegó la cena. Repartieron las bandejas sobre la cama y comieron intercambiando algún que otro comentario. Entre tanto, Fátima meditaba. Pensaba en el desconsuelo de Nadhia cuando le confesó que ya no podría tener hijos y el miedo que le daba que Xefil no pudiera aceptarlo. Pensó en la respuesta de Malik cuando le dijo la verdad. Pensó, pensó y pensó. Seguía considerando que si alguien te quería, debía ser con todos tus defectos.

¿No era hipócrita por su parte proclamar que Nadhia no debía tener miedo, porque la gente la debía aceptar tal y como era? Claro que sus situaciones eran distintas…

Oye, Nadhia —dijo cuando recogieron los platos y los dejaron en el pequeño carrito en el que había venido, fuera de la habitación. Se sentó delante de ella en la cama, haciendo dibujos con el dedo en las sábanas—, ¿qué pensarías si… quisiera… eh… contarte un secreto… incómodo? [/color]—farfulló, con el corazón sacudiéndose en su pecho.

No, no quería hacerlo. Pero, maldita fuera, ¡era su amiga!

Le daba miedo. No quería hacerlo. La avergonzaba hasta extremos inimaginables. Reconocer errores o cosas que estaban mal en uno mismo no era fácil, hacía que se retorciera todo su ser.

La verdad es que no quiero contártelo. Me da vergüenza—confesó en voz baja—. Pero tú has confiado en mí y me has dicho lo que te ocurrió cuando adoptaste a Tandy. Y yo… Bueno… Sólo lo saben… unas pocas personas. Casi todas cercanas y a las que quiero mucho. Excepto una. —Su rostro se oscureció cuando pensó en Andrei—. Y… —Respiró hondo—. Quiero demostrarte que confío en ti. Que eres mi mejor amiga.

»Pero me sigue dando miedo que ya no me mires igual
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Sab Jul 19, 2014 7:28 pm

Cuando pasó llovía mucho y se puso enfermo. Le estuve cuidando un par de días. Nadhia, nunca pensé que un hombre con congestión nasal me pareciera tan atractivo.

Nadhia la acompañó entre risas, y mientras se repartían las bandejas de la cena sobre la cama y comían, le comentó que algo parecido le había pasado a ella con Xefil, por las fechas navideñas en Tierra de Partida. Recordó al muchacho congestionado, con fiebre y musitando cosas sin sentido. En aquel momento, sólo se dispuso a cuidar de un amigo, como haría cualquiera.

Sin embargo, tras haber empezado una relación con él, se acordó de aquella escena con irremediable ternura y con una sonrisa de bobalicona surcando su rostro. Se reía de sí misma al pensar que un Xefil enfermo en cama le resultara tan adorable… era una tontería, quizás una de las muchas que experimentaba una persona al estar enamorada.

Y aunque sabía que se comportaba como una tonta, aquella sensación le encantaba. Y más si lo compartía junto a su amiga, bromeando ambas sobre sus respectivos chicos. Era divertido, agradable… una noche de chicas perfecta.

Hasta que, cuando recogieron las bandejas de la cama para llevarlas al carrito y volvieron a sentarse, el rostro de Fátima tornó serio y llamó la atención de Nadhia.

Oye, Nadhia —haciendo dibujos en las sábanas con uno de sus dedos, Nadhia se giró hacia ella y le sonrió—, ¿qué pensarías si… quisiera… eh… contarte un secreto… incómodo?

¿Incómodo? ¿En qué sentido? —arqueó sus cejas, sin poder evitar preocuparse. Sobre todo al ver como su amiga comenzaba a revolverse en el sitio, sin saber a dónde mirar. Cualquiera que fuera ese secreto, el decírselo le estaba poniendo bastante nerviosa— Tranquila, Fátima.

La agarró de la mano, sin saber muy bien qué hacer. No entendía a qué se estaba refiriendo Fátima, pero por su repentino comportamiento debía ser algo muy importante.

La verdad es que no quiero contártelo. Me da vergüenza—confesó, casi en un susurro inaudible—. Pero tú has confiado en mí y me has dicho lo que te ocurrió cuando adoptaste a Tandy. Y yo… Bueno… Sólo lo saben… unas pocas personas. Casi todas cercanas y a las que quiero mucho. Excepto una. Y… —Nadhia le dio un apretón cariñoso en la mano mientras ésta respiraba hondo para coger fuerzas—. Quiero demostrarte que confío en ti. Que eres mi mejor amiga.

» Pero me sigue dando miedo que ya no me mires igual.

¡Ey! No digas eso. ¿Cómo que no te voy a mirar de la misma manera?

«¿Qué te tiene tan aterrada?», pensó Nadhia, al comprobar como la mano de su amiga temblaba bajo la suya.

Fátima, si es un secreto tan importante, te doy las gracias por querer contármelo. Pero… te veo asustada. Y… no tienes que demostrarme nada. Sé que confías en mí, igual que yo en ti. Y si no me lo cuentas, no pasaría absolutamente nada —Nadhia aferró ambas manos a las de Fátima, buscando el contacto visual—. Si quieres contármelo y aún no te ves con fuerzas, puedo esperar. Y si decides no decirme nada al final, tampoco me importa. Vas a seguir siendo mi amiga.

» Mírate, estás temblando. No te preocupes, ¿va?

Nadhia se levantó del sitio, yendo hacia el carrito con las bandejas de la comida:

Voy a bajar esto y aprovechar para traer agua —dijo, girándose a Fátima y sonriéndole—. Vuelvo enseguida.

Bajando a recepción, tornó aquella sonrisa en un rostro serio y preocupado. Todos los que conocían a Nadhia sabían que llevaba la palabra “curiosidad” escrita en la frente. Sabiendo ahora que Fátima tenía un secreto tan importante, oculto a ella, despertaba dentro de sí unas ansias enormes por saber de qué se trataba.

Pero no podía. Jamás había visto a Fátima tan nerviosa. Vale que tenía la cara roja, pero cuando le confesó lo de Malik… su expresión era completamente diferente. En aquel momento, estaba muerta de miedo.

Y no quería presionarla. Haberle dicho aquello, seguramente, había sido lo más correcto.

Volvió sobre sus pasos hacia la habitación, entreteniéndose un rato con el servicio del hotel previamente, trayendo consigo dos botellas de agua. Respiró hondo antes de entrar y abrió la puerta, volviendo a sonreír en cuanto se encontró con la mirada de Fátima dentro del cuarto:

Perdona la tardanza —se disculpó—. Les he estado preguntando a los del hotel cuánto tardaron en reconstruir una habitación… ya sabes, por lo que sucedió con Light y Xefil.

Y era cierto que se había muerto un poco de vergüenza al acordarse de la escenita de la habitación roja, cuando Xefil cayó encima suya y ambos estuvieron a punto de…

Nadhia intentó enfriar la cabeza antes de que todo el calor del cuerpo le subiera al rostro, se sentó al lado de Fátima y le ofreció la botella de agua.

Por cierto, ¿Harun estará bien? —preguntó Nadhia, más por el hecho de distraer a Fátima, aunque en cierto modo sentía curiosidad por saber dónde andaba el dragoncillo de su amiga— Quiero decir, como suelo ser yo su niñera cuando tú andas fuera de Tierra de Partida...
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor Suzume Mizuno » Dom Jul 20, 2014 1:00 am

¡Ey! No digas eso. ¿Cómo que no te voy a mirar de la misma manera?

«Es que no lo vas a hacer», pensó con una pequeña sonrisa. Ya no podría evitar mirarla y darse cuenta de que por eso no tenía pecho, o su espalda era un poco más ancha de lo normal, o que no tenía caderas… Cosas inocentes. Pero ahí estarían.

Fátima, si es un secreto tan importante, te doy las gracias por querer contármelo. Pero… te veo asustada. Y… no tienes que demostrarme nada. Sé que confías en mí, igual que yo en ti. Y si no me lo cuentas, no pasaría absolutamente nada —Nadhia le cogió ambas manos, afectuosa, y Fátima soltó un suspiro tembloroso de alivio al verse liberada de la obligación de tener que decirlo—. Si quieres contármelo y aún no te ves con fuerzas, puedo esperar. Y si decides no decirme nada al final, tampoco me importa. Vas a seguir siendo mi amiga.

» Mírate, estás temblando. No te preocupes, ¿va?

Vale…

Entonces su amiga se levantó y fue hacia la puerta.

Voy a bajar esto y aprovechar para traer agua. Vuelvo enseguida.

Se quedó a solas. No pudo evitar mirar hacia el baño y preguntarse por qué no había cogido el agua ahí. Se encogió de hombros y se pasó las manos por el cuello y la cara. Después hundió los hombros.

«He hecho trampa. Lo he dicho así a propósito para que Nadhia me dijera que no pasaba nada. Para quitarme la culpa de encima por no decirle la verdad». Emitió un largo suspiro. Había sido feo por su parte. Si no quería soltarlo, directamente no tendría que haber dicho nada.

Aun así, no se decidía…

Cuando Nadhia regresó, Fátima seguía en la misma postura, más tranquila aunque todavía incómoda.

Perdona la tardanza

No te preocupes.

Les he estado preguntando a los del hotel cuánto tardaron en reconstruir una habitación… ya sabes, por lo que sucedió con Light y Xefil.

Ocultó su sonrisa bajo una mano y aceptó la botella que le tendió su amiga. Desenroscó el tapón y dio un par de sorbitos.

Muchas gracias.—Y se la ofreció por si ella también quería beber un poco.

Por cierto, ¿Harun estará bien? Quiero decir, como suelo ser yo su niñera cuando tú andas fuera de Tierra de Partida...

Fátima rió suavemente.

Oh, bueno, lo he dejado con Malik y su conejita Asah. Se llevan bien, así que está entretenido. Me sorprende lo despacio que crece, aunque eso no quita que cada vez tiene más hambre… —Frunció el ceño—. Todo sería mucho más fácil si pudiera hablar. A veces le repito cosas y las entiende, pero… De ahí a decir nada… Más bien me mira como si se estuviera riendo de mí. No sé .—Levantó las manos en actitud de rendición—. No tengo ni idea de cómo se desarrolla un dragón.

Miró a Nadhia y sonrió, enternecida.

Gracias por cambiarme de tema. Eres un cielo.

Respiró hondo y se retorció un mechón de cabello, intentando encontrar las palabras. Todas las veces que la habían descubierto habían sido en momentos incómodos o desagradables. Desde luego, le hubiera gustado confesarle la verdad a Malik de otra manera menos… dramática. Así que debía intentarlo con Nadhia.

Alzó las manos en el aire para gesticular, pero las crispó y volvió a bajarlas. Abrió y cerró la boca, notando cómo se le formaba un cúmulo de nudos en el estómago.

A ver… —Apretó los labios—. Mira… Yo me considero… femenina, ¿vale? Pero… la verdad es que… tengo el mismo problema que tú, en cierto sentido. Y-ya sabes. Lo de los niños. —Tuvo que reprimirse para no asestarse una bofetada. ¡Patético!—. No, no pienses nada raro. ¡Bueno, sí, es raro! Pero no en el sentido que tú crees. Es… Es sólo que… —Emitió un resoplido de desesperación. ¡No podía creerlo! ¡Había hecho frente a hunos, a sincorazón, a dragones! ¡Y no era capaz de decirle que tenía una cosa entre las piernas a su mejor amiga! Roja hasta la raíz del cabello, respirando pesadamente y deseando que se la tragara la tierra, farfulló—:Yo… soy… Bueno, no soy. Soy una mujer. Pero… ya… ves a qué me estoy refiriendo, ¿no?—dijo con un hilillo de voz, dirigiéndole una mirada suplicante.

Le daba demasiada vergüenza decirlo en voz alta.
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Dom Jul 20, 2014 1:03 am

Oh, bueno, lo he dejado con Malik y su conejita Asah. Se llevan bien, así que está entretenido. Me sorprende lo despacio que crece, aunque eso no quita que cada vez tiene más hambre… —Nadhia se acomodó para seguir escuchándola, aliviada de poder distraerla. No quería que se preocupara más por ello, fuera lo que fuera—. Todo sería mucho más fácil si pudiera hablar. A veces le repito cosas y las entiende, pero… De ahí a decir nada… Más bien me mira como si se estuviera riendo de mí. No sé .—rió al ver a Fátima levantando los brazos y gesticulando su frustración al no entender a veces a la pequeña cría de dragón que la veía como su madre—. No tengo ni idea de cómo se desarrolla un dragón.

Cuando Nadhia se dio cuenta, su amiga la miraba sonriendo. Cuestionó con la mirada y Fátima le dijo:

Gracias por cambiarme de tema. Eres un cielo.

La joven no pudo evitar sonrojarse, y reír un tanto nerviosa al comprobar que Fátima había visto sus buenas intenciones. Se llevó una mano a la nuca, sin saber entonces qué decir.

Porque una parte de su ser le reconcomía las entrañas, preguntándose qué sería lo que su amiga tenía tanto miedo de contar. Y se sentía mal por querer saberlo. Fátima no iba a cambiar, fuera lo que tuviera que confesarle, ¿no?

Pero al ver que la muchacha alzaba los brazos de nuevo y abría la boca para cerrarla de seguido, insegura, supo que todavía intentaba soltarlo.

Nadhia fue a decir que no se presionara, pero al ver el esfuerzo que estaba haciendo, decidió escucharla y dejarle el espacio necesario para que se explicara.

A ver… —Nadhia asintió, esperando pacientemente a que Fátima encontrara las palabras—. Mira… Yo me considero… femenina, ¿vale? Pero… la verdad es que… tengo el mismo problema que tú, en cierto sentido. Y-ya sabes. Lo de los niños. —no pudo evitar fruncir el ceño, para luego abrir los ojos. ¿Como que no podía tener hijos?

E-Espera, ¿tú también…? ¿La Joroug…?

Nadhia quiso darse una bofetada —mental al menos— cuando Fátima, bastante más nerviosa que antes, zarandeaba la cabeza y le rogaba porque no pensara en cosas raras. De hecho, era estúpido imaginar que la mujer-araña hubiese contactado con su amiga. Lo había relacionado inconscientemente, comprobando en ese momento que no tenía sentido alguno y que se estaba precipitando sin dejar que su amiga se explicara.

Y estaba pasándolo bastante mal, puesto que cada vez estaba más roja y se notaba un hilo de sudor frío bajar por su rostro. La joven no sabía sobre qué apoyarse, y Nadhia la cogió de las manos, intentando darle fuerzas.

Su corazón también latía frenético, porque no conseguía entender qué narices estaba intentando confesarle su mejor amiga. ¿No tener hijos? ¿Que le gustaba ser femenina? ¿Qué tenía que ver una cosa con la otra? Bueno, vale, algo tenía que ver, pero…

«¡Diantres, Fátima! ¡Suéltalo!», gritó en su fuero interno, angustiada.

Yo… soy… Bueno, no soy. Soy una mujer. Pero… ya… ves a qué me estoy refiriendo, ¿no?

¿Eh?

Nadhia alzó la mirada y se encontró con los ojos de Fátima, quienes la observaban con desesperación. Ésta, aún no comprendiendo la cadena de frases inconexas, intentó ordenarlo en su cabeza en voz alta, buscando la confirmación de Fátima:

Me estás diciendo que te sientes femenina. Pero que no puedes tener hijos —esperando el asentimiento de su amiga, continuó—. Tu situación no será como la mía, desde luego. Q-Quiero decir, ¿algún accidente de pequeña, tal vez? —al comprobar que Fátima negaba con la cabeza, Nadhia se llevó una mano al tirabuzón, mordiéndose el labio inferior y levantándose del sitio— ¡No lo entiendo! No me malinterpretes, pero esa no es razón para que te vea de distinta forma.

» ¡Es decir! Eres como yo, ¿no? Pero dices que no eres. ¡La única manera de que no fueras como yo es que…!

De repente, Nadhia cerró la boca, y sus ojos se abrieron como platos. Un recuerdo, lejano y fugaz, asaltó su cabeza. Hacía unos meses, durante la víspera de un viaje, había visto algo... que había considerado tan irreal e imposible, tan… producto de su imaginación estando bajo los efectos de la bebida, que jamás habría supuesto algo semejante.

Pero Fátima le había dado las pistas necesarias. Y tras acordarse de aquel pequeño incidente, el cual lo consideró un mal sueño —quería que se le tragara la tierra sólo de haberlo visto como una “pesadilla”—, supo que estaba bien encaminada.

Y que todo cobraba sentido. El que Fátima le costara tanto aceptarlo y contárselo, por miedo. Que afirmara una y otra vez que se consideraba muy, pero que muy femenina, “a pesar de todo”. Y que, por supuesto, no pudiera tener hijos.

No eres… una mujer.

Nadhia buscó la afirmación de Fátima. Sintió un ligero mareo, quizás producto de los sudores que comenzaban a subirle por todo el cuerpo, al asimilar la confesión de su amiga.

Se acercó a ella, se puso de rodillas y le tendió ambas manos, mirándola fijamente.

¿Eres… un chico?

Otro asentimiento sería suficiente para que Nadhia, acalorada, se apartara. Pero no era porque le resultara malo, ¡demonios, era algo difícil de asimilar en un primer momento! Sólo intentaba buscar espacio, pero al ver que Fátima se asustaba, se apresuró en sentarse a su lado, removiéndose en el sitio. Y, sin poder evitarlo, la miró de arriba abajo.

Su amiga, con quien había compartido tanto, resultaba haber sido un muchacho todo el tiempo.

¡Lo… lo siento! ¡No debería hacer esto! —Nadhia se tapó la cara, muerta de vergüenza por comportarse de una forma tan estúpida e inmadura, cuando le había prometido a Fátima que no pasaría nada, que seguirían siendo amigas— ¡Y lo siento! Q-Quiero decir, yo… quizás… q-quizás ya lo s-supiera…

A Nadhia se le formó un nudo en la garganta y carraspeó una primera vez, antes de poder explicarle:

¿Re...recuerdas la víspera al viaje? ¿La noche que llegaste con Malik de Agrabah? —cuestionó, nerviosa— Andaba algo perdida, Shiraj me dio de beber algo muy fuerte… no… no estoy al alcohol… bueno, ya sabes… ¡pues eso! —Nadhia agachó la cabeza, sin poder mantener el contacto visual con Fátima— Que te vi en la tienda. Desnuda… ¡bueno, desnudo…! ¡P-Pensé al día siguiente que había sido un sueño, y no le di importancia, y… y…!

Nadhia se llevó las manos al pelo, maldiciéndose por cómo se estaba comportando. Fátima debía estar pasándolo muy mal, viéndola reaccionar así. A ciegas, buscó su botella de agua y le dio un buen trago, dejando escapar un suspiro de alivio al hacer bajar el nudo que se le había formado en la garganta.

Antes de volver a elevar la cabeza, buscó la mano de Fátima.

Perdona. Dame un momento. No quiero comportarme como una idiota.

Hubo un silencio, que hubiera sido bastante incómodo si no fuera porque Nadhia había querido mantener contacto físico con Fátima.

Agachada, miraba al suelo y dejaba oculto su rostro bajo el tirabuzón que le caía hacia el lado del que Fátima se encontraba.

Por su cabeza comenzaron a fluir las palabras de Fátima con respecto a Clío: su auténtica preocupación. Inocente de ella cuando pensó que le angustiaba el tamaño de su pecho. No, aquella frustración había sido mucho más horrible de lo que Nadhia hubiera podido imaginar. Y pensó de inmediato en Andrei, quien había moldeado a Fátima… ¿hasta qué punto? Sin embargo, aquellos detalles se le escapaban y prefería no comentarlos en voz alta para no indagar en la herida.

Ya debía estar siendo bastante difícil para su amiga verla así. ¿O su amigo? No… seguía considerándola una chica, independientemente de su físico… diantres, ¡es que no podía verla como un chico! Y no hacía falta darle un repaso descarado de nuevo con la mirada, con tan sólo cerrar los ojos la imaginaba a ella, vestida con sus bonitos atuendos, hablando con una voz dulce y femenina… comportándose tal y como era ella siempre.

Poco a poco enderezó la espalda y se giró lentamente a Fátima, esperando que su rostro, lleno de sorpresa y todavía en proceso de asimilar la noticia, no la asustara y saliera corriendo.

Siempre te has sentido femenina… ¿no querías que se te viera como un chico? —preguntó, comprendiendo entonces las preocupaciones de su amiga, por primera vez— ¿Malik… también lo sabe?

Aunque Nadhia sabía que existían las relaciones entre dos chicos, que Kousen le había comentado sus gustos o que, simplemente, había leído sobre ello en los libros muy de pasada, el caso de Fátima era bastante especial. Se arrepintió al haber preguntado aquello, y negó con la cabeza, sintiendo que tenía ganas de llorar… porque no quería hacerle daño a su amiga.

Lo siento, no quería… yo…

Y, rendida, la abrazó. Contuvo un pequeño sollozo, evitando las ganas de berrear sobre Fátima. Pero tenía la cabeza hecha un lío. No por el hecho de que su amiga resultara ser un hombre, sino porque sus reacciones no estaban siendo las más adecuadas. Se sentía patética al no poder decirle: “No me importa. No le veo problema alguno. ¿Por eso estabas tan asustada?”. Simplemente, no le salía nada del cuerpo.

Y si tenía ganas de llorar, era porque le asustaba perderla. Recordó que otro amigo suyo había resultado ser algo más. Aunque el caso de Ragun quizás era más fuerte de asimilar —¡demonios, había nacido de un sincorazón! ¡Quién le decía a ella que su primer amigo no había sido nunca humano!—, lo de Fátima, por alguna razón, la había dejado patidifusa.

No se entendía ni ella misma. Se aferró con todas sus fuerzas a Fátima, con miedo a perder su amistad por haberse comportado así, e intentó decir algo bajo aquel incómodo silencio:

Perdona, me ha… sorprendido, eso es todo —suspiró, apartándose de ella y, ya con fuerzas suficientes, le miró a los ojos—. No me importa, Fátima. Yo… yo te voy a seguir viendo como siempre. Eres mi amiga.

» Y, ¿seguirás siéndolo, verdad? ¿Mi amiga?

Nadhia sabía que se estaba comportando de forma muy egoísta. Le estaba importando más el hecho de no perderla, que de comprenderla. Dándose cuenta de ello, la agarró de nuevo por las manos y, algo más calmada, dijo:

Cuéntame más. Sobre ti, cómo lo decidiste… ¿cuánto… tiempo llevas…? Yo… me gustaría saberlo. Y tus razones. Todo. Quiero entenderlo.
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor Suzume Mizuno » Dom Jul 20, 2014 1:05 am

¿Eh?

«Bueno, con lo que acabo de soltar, no me extraña que no se haya enterado», pensó, sin dejar de mirarla fijamente, mordiéndose el interior de los carrillos.

Me estás diciendo que te sientes femenina. Pero que no puedes tener hijos.—Asintió despacio, plenamente consciente de la sarta de tonterías que había soltado—.Tu situación no será como la mía, desde luego. Q-Quiero decir, ¿algún accidente de pequeña, tal vez? —Fátima emitió una risa nerviosa y negó con la cabeza. ¡Más le hubiera gustado a ella! Si no hubiera sido algo tan importante para Fátima, ver a Nadhia devanándose la cabeza de esa manera habría resultado hasta divertido. Pero su estómago contraído no parecía estar de humor—. ¡No lo entiendo! No me malinterpretes, pero esa no es razón para que te vea de distinta forma.

Fátima gimió en voz baja, suponiendo que, al final, tendría que decírselo a las claras. En cierta manera era un consuelo que Nadhia no pudiera adivinarlo sin más; eso significaba que su paranoia acerca de sus últimos estirones y sus músculos no la delataban.

¡Es decir! Eres como yo, ¿no? Pero dices que no eres. ¡La única manera de que no fueras como yo es que…!

Cuando Nadhia no fue capaz de terminar la frase, Fátima se quedó sin aliento y el corazón comenzó a retumbarle contra el pecho. Su amiga tenía los ojos muy abiertos y levemente desviados hacia un lado, como si estuviera recordando algo. Tragó saliva, intentó controlar su respiración, lanzándole miradas de ansiedad, esperando a que hablara. Pocas veces un silencio se le había antojado tan largo y desagradable.

No eres… una mujer.

La chica buscó que sus ojos se encontraran y lo consiguió. Con un sudor frío descendiéndole por la espalda, Fátima contuvo el aliento y dio un diminuto asentimiento con la cabeza. El movimiento le costó tanto que casi sintió los músculos rígidos rechinar de esfuerzo.

¿Eres… un chico?

Cerró los ojos. No era un chico. Su cuerpo sí. Pero bueno, así era más fácil de entender. Asintió. Entonces Nadhia la repasó con la mirada, como sin poder creérselo, y se sintió morir. Ahora estaría viendo de otra manera toda su fisonomía, claramente. Era como sentirse desnuda.

¡Lo… lo siento!—exclamó Nadhia entonces, abochornada—.¡No debería hacer esto!—Fátima meneó la cabeza con una sonrisa incómoda. Ella en su lugar probablemente habría hecho lo mismo—. ¡Y lo siento! Q-Quiero decir, yo… quizás… q-quizás ya lo s-supiera…

¿Qué? —dijo con un gritito atragantado.

¿Re...recuerdas la víspera al viaje? ¿La noche que llegaste con Malik de Agrabah? —Fátima hizo memoria, frunciendo el ceño, y terminó por asentir. Sí, vagamente. ¿Por qué hablaba de eso?— . Andaba algo perdida, Shiraj me dio de beber algo muy fuerte… no… no estoy al alcohol… bueno, ya sabes… ¡pues eso! —Se puso tremendamente nerviosa cuando Nadhia rompió el contacto visual—. Que te vi en la tienda. Desnuda… ¡bueno, desnudo…! ¡P-Pensé al día siguiente que había sido un sueño, y no le di importancia, y… y…!

¡¡Qué!!—chilló, pegando un bote en la cama.

Entonces recordó que la noche de antes del viaje había querido darse un baño, agobiada por el calor. ¡Pero, pero, pero se había asegurado de que no había nadie despierto, de que nadie miraba, de que…! Se llevó las manos a la cara y soltó un virulento taco, aunque sonó más bien al maullido de un gato.

Sin embargo, ahora eso no era lo importante, sino que… Nadhia… Estaba jodidamente nerviosa, hasta incómoda, diría ella. Si no, ¿por qué iba a pasarse las manos así por el pelo y a tener esa cara de angustia? Se frotó un brazo. No tendría que habérselo dicho, estaba claro.

Hubo un largo silencio hasta que Nadhia tanteó en busca de su mano. Con una punzada de esperanza, Fátima se la ofreció, titubeante.

Perdona. Dame un momento. No quiero comportarme como una idiota.

Tranquila…—le dijo, aunque más bien iba dirigido a sí misma. El corazón le latía tan rápido que temía que le fuera a destrozar el pecho.

Se preguntó qué estaba pensando, si estaba enfadada porque no se lo hubiera contado, si estaba decepcionada. Habían dormido juntas más de una vez. ¿Y si se sentía incómoda al pensarlo? ¿Y si…?

Siempre te has sentido femenina… ¿no querías que se te viera como un chico? —Antes de que Fátima pudiera responder, Nadhia, como si acabara de caer en la cuenta, preguntó—: ¿Malik… también lo sabe?

Se quedó fría. Abrió y cerró la boca. Luego entornó los ojos y, apretando mucho los labios, le dirigió una mirada de reproche a su amiga.

Por supuesto. Nunca le habría ocultado algo así.

Apartó la mano, profundamente dolida. ¿Cómo se atrevía a insinuarle que entraría en una relación sin contar algo tan importante? Sin embargo, no pudo enfadarse por mucho con Nadhia, y menos al ver que parecía a punto de romper a llorar.

Lo siento, no quería… yo…

Y se lanzó sobre ella para abrazarla. Fátima se quedó rígida un momento, pillada por sorpresa. Después le devolvió el abrazo y le dio unas palmaditas en la cabeza. No sabía bien qué decir. Se sentía tremendamente violenta. Hasta entonces no había sido consciente de la delicadeza de Malik al cerrar de una forma tan conveniente el tema de su sexo. Pero Malik era adulto y había visto mucho mundo. Y él también sentía algo por ella. En cierto sentido había sido… Fácil. Fácil hasta casi rozar el ridículo. No podía esperar que siempre fuera a ser igual.

Además, Nadhia no había dejado de tocarla en todo momento. No le daba asco. No había intentado alejarse ni nada por el estilo. Era normal que estuviera confusa. Y todo era culpa de Fátima por no haberse atrevido a decirle nada antes. Al percibir que su amiga reprimía un sollozo, aspiró fuerte por la nariz y trató de hacerse con el control de la situación. Abrazó más fuerte a Nadhia, para darle a entender que todo estaba bien, pero no se atrevió a decir nada. También porque no sabía qué decir. En especial porque, pensándolo en frío, ¿no debería haber sido ella la que se abrazara a Nadhia, asustada y esperando que su amiga la consolara, asegurándole que todo iba a estar bien?

Se encontró conteniendo una risotada nerviosa. Eran tan estúpidas…


Perdona, me ha… sorprendido, eso es todo —dijo Nadhia, al cabo de un rato, cuando se hubo calmado un poco.

No. Perdóname tú a mí —carraspeó, intentando recuperar la voz—. Tendría que haber esperado a estar preparada. Debería haberlo pensado mejor. No ha sido justo cómo te he tratado. Lo siento —dijo de corazón.

No me importa, Fátima. Yo… yo te voy a seguir viendo como siempre. Eres mi amiga.Y, ¿seguirás siéndolo, verdad? ¿Mi amiga?

El alivio se abatió sobre ella, primero fuerte, como un martillazo; luego, suave, agradable. Se deshicieron casi todos los nudos de nervios que le estaban destrozando el vientre y relajó los hombros. No pudo evitarlo. Rompió a reír, agradecida por tener una amiga tan tonta y adorable.

¿Y por qué iba a dejar de ser tu amiga? De lo que yo tenía miedo era que tú no quisieras serlo. Claro que quiero que seamos amigas. Hasta que nos hartemos de la otra.—Sonrió, enternecida, y apretó una de las manos de Nadhia.

«Una menos», pensó.

Desde el momento en que Andrei descubrió la verdad, Fátima había temido que, cada vez que cayera el velo frente a una persona a la que quería, el peso que sentía sobre sus hombros no haría más que incrementarse. Pero hablar claro, sin mentiras, la estaba volviendo más y más ligera.

Era tan sorprendente que hubiera gente que pudiera aceptarla sin más…

Cuéntame más. Sobre ti, cómo lo decidiste… ¿cuánto… tiempo llevas…? Yo… me gustaría saberlo. Y tus razones. Todo. Quiero entenderlo.

Oh, eso es un poco largo.—Inspiró hondo y jugó con los dedos de Nadhia, pensativa—. No sé bien cuándo empezó. Desde luego, no es algo que decidiera. Supongo que fui así desde siempre. Pero no me di cuenta hasta que empecé a anhelar que mi madre dejara de remendarme los pantalones y me hiciera un vestido como el de las vecinas.—Soltó una risilla. Si de pequeña hubiera llegado a saber que un día llevaría vestidos de distintos mundos, tan bonitos y variados, le habría dado un ataque de felicidad—. Y claro, eso no lo piden los niños…

Le contó cómo ocultó la verdad a su familia una y otra vez hasta que su hermano Vaan supo de ello. Le contó que se ponía vestidos a escondidas —a veces de las esposas de sus hermanos mayores— y que, a partir de la adolescencia empezó a mirar demasiado a menudo a los chicos como para sentirse segura. Que se sintiera mujer no significaba que le gustara hacer la colada o coser, aunque aprendió ya que su madre necesitaba ayuda. Siempre se debatió entre el deseo de ser como las demás chicas y la incomprensión porque se conformaran con tan poco. Y no terminaba de entender por qué deseaba ser una mujer, cuando evidentemente tenían la peor vida de todas. Era todo tan confuso…

Le dijo que, cuando su hermano Vaan decidió unirse al ejército y su presencia en la casa se volvió una molestia —al fin y al cabo, no quería casarse con una mujer… Y sus padres lo intentarían tarde o temprano para sacarla del hogar—, pensó en marcharse.

Ya sabes, a un sitio donde no me conocieran y pudiera vestirme como quisiera. A las mujeres no se las acepta sin más en colegios, pero pensé que podía ir de chico si era necesario. Pero… Entonces se hundió el barco. Y Nanashi me obligó a unirme a la Orden.—Arrugó un poco la nariz al pensarlo—. Luego os conocí a vosotros. Y bueno. Han pasado cosas. Lo han descubierto algunas personas. Como Bahira. Estuve a punto de llorar de alivio cuando vi que hacía como si nada, Nadhia. No sabes lo mal que lo pasé.—Omitió a Andrei y la extraña experiencia en el libro de Exuy—. Y luego… Malik… Le dije la verdad porque no quería engañarle. Y…—Se sonrojó un poco—. No le molestó.

Recogió la botella de agua, porque tenía la garganta seca de tanto hablar, y dio un par de tragos.

Y esa es la historia de mi vida.—Realizó una parodia de reverencia. Después hundió un poco los hombros y dijo—: Perdóname por no habértelo dicho antes. Era tan… liberador que nadie supiera lo que soy, que a veces conseguía olvidarme yo misma. Era la persona que quería ser, o al menos estaba cerca. Pero entre una cosa y otra… Por ejemplo. Clío.—Carraspeó un poco—.No sabes… cómo me sentó ver que es una mujer. Sobre todo porque…

Le falló la voz y dejó la frase en el aire. Mejor que Nadhia pensara que se refería sólo a las curvas. Sí, mejor así.

Digamos que todo me ha superado un poco. Y empezaba a sentirme como un error. Por eso…—Se le humedecieron los ojos y le tembló un poco el labio inferior—. Me alegro mucho de habéroslo contado. Muchas gracias por entenderlo, y por preguntarme, de verdad.

»Gracias
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Re: [Ciudad de Paso] Las amigas no tienen secretos

Notapor EspeYuna » Dom Jul 20, 2014 1:13 am

Nadhia subió a la cama con los pies desnudos, cruzándose de piernas y acomodándose para escuchar a Fátima. Al principio le recordó a ella misma cuando era pequeña, aunque eran dos casos completamente diferentes: ella, quien siempre había disfrutado del Struggle y de los entretenimientos de la Villa más enteramente dirigidos a los chicos, había sido algo reacia a aceptar su feminidad. Claro está, eran pensamientos de una cría que no se sentía aceptada por el hecho de ser mujer, pero a raíz de ello no es que deseara ser un niño. El caso de Fátima era muy especial, tal y como se lo contaba.

El alma de una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre, pensó. Sonrió cuando Fátima lo hizo, preguntando de vez en cuando cosas sobre su familia. No pudo evitar enternecerse con su amiga al imaginarla tomando prestado los vestidos de las mujeres que conocía cuando nadie la miraba, y se entretenía frente al espejo.

Sin embargo, también le dedicó alguna que otra mirada triste y melancólica, al darse cuenta de que la cultura de Fátima le hacía mucho más difícil la vida a las chicas. ¡Inocente de ella, pensando que en la Villa las mujeres tenían instaurado un deber! Para nada. Puede que la sociedad lo implantara, pero bien que su madre se dedicó tanto a cuidar de ella y de su hermano, como también hacerse cargo del negocio familiar, sin importarle lo que dijeran las vecinas, cuando parloteaban a sus espaldas que su padre era el que debía trabajar. Comenzaba a admirar más a su madre, por mucho que la hubiera hecho pasar tanto calvario con aquellas desastrosas “citas”.

Se sorprendió cuando Fátima mencionó el nombre de Vaan. Comentó, antes de que siguiera, que aquel era el auténtico nombre de Tandy, y era una coincidencia curiosa que el hermano de Fátima se llamara igual. Y entonces, su amiga le contó cómo llegó a la Orden:

Entonces se hundió el barco. Y Nanashi me obligó a unirme a la Orden.—Nadhia soltó un “Oh.”, recordando a la Maestra que tanto había admirado y que, en aquel momento, les había declarado la Guerra. Así que Fátima la tuvo de mentora antes de todo lo acontecido en su visita a la Estrella Maldita… pensó en lo mal que lo tuvo que pasar cuando su propia Maestra decidió alejarse de sus aprendices y tomar un camino diferente—. Luego os conocí a vosotros. Y bueno. Han pasado cosas. Lo han descubierto algunas personas. Como Bahira. Estuve a punto de llorar de alivio cuando vi que hacía como si nada, Nadhia. No sabes lo mal que lo pasé.—no pudo evitar fruncir el ceño y, tras ello, encogerse de hombros y sonreír. Sabía que Bahira era una mujer muy especial, y aquellas acciones la convertían en alguien formidable—. Y luego… Malik… Le dije la verdad porque no quería engañarle. Y…—Nadhia rió al ver a Fátima sonrojarse—. No le molestó.

Lo que no sabía es que ella misma también se estaba poniendo roja. La idea de dos chicos juntos era tan extraña… ¡bueno, tanto como extraña no! Quizás fuera de lugar en su vida cotidiana. Nunca había conocido a una pareja de chicos estando juntos, por mucho que hubiera leído sobre ello en algunos libros. Y además, quería seguir viendo a Fátima como lo que ella deseaba: como una chica que adoraba arreglarse y vestir con los atuendos más bonitos que encontraba en los mundos.

Nadhia no era la única que se había sentido liberada al salir de su mundo. Pero, claro, no podía comparar su situación con la de Fátima: había sido mucho más delicada, y seria, que sus berrinches de cría por no saber adaptarse.

Le debían tanto a sus maestros...

Y esa es la historia de mi vida.—le hizo reír al sobreactuar con una reverencia—: Perdóname por no habértelo dicho antes. Era tan… liberador que nadie supiera lo que soy, que a veces conseguía olvidarme yo misma. Era la persona que quería ser, o al menos estaba cerca. Pero entre una cosa y otra… Por ejemplo. Clío.—Nadhia asintió. Era de las primeras cosas que se le había pasado por la cabeza, y Andrei no se merecía perdón por lo que le hizo a Clío. Sin embargo, ella misma lo había defendido de Joker, o al menos, su copia. El caso de aquel muchacho era complicado, pero sabía que todo humano merecía perdón… tras saber que existían cosas mucho peores allá fuera—.No sabes… cómo me sentó ver que es una mujer. Sobre todo porque…

Nadhia le dio un ligero apretón en la mano, a modo de consuelo. Debía haber sido muy desagradable tener que verse a sí misma, más mujer, con un cuerpo esbelto —mucho más esbelto—, como si se tratara de una broma de mal gusto. Se sentía aliviada de saberlo. Ahora comprendía mucho más a su amiga, y… se había acercado a algo tan íntimo y personal, que se sentía afortunada porque se lo hubiera contado.

Digamos que todo me ha superado un poco. Y empezaba a sentirme como un error. Por eso…—se abrazó a ella de nuevo, haciendo un intento por evitar que llorara—. Me alegro mucho de habéroslo contado. Muchas gracias por entenderlo, y por preguntarme, de verdad.

»Gracias
.

No digas eso. De que eres un error —susurró Nadhia, algo cohibida y con un recuerdo horrible golpeando su cabeza a modo de martillo—. Ninguno de mis amigos lo es. Sois… sois lo mejor que me ha pasado en la vida.

Ragun también le había dicho aquello, tiempo atrás. Cuando descubrió que había nacido de una persona ajena a él y de una auténtica criatura nacida de la oscuridad. Pero eso a ella no le importó. Que su amigo hubiera nacido de un fenómeno extraño. Ni que Tandy fuera en realidad un niño. Ni que Xefil tuviera a una bruja parásita dentro de él. Ni que Fátima estuviera atrapada en el cuerpo de un chico.

Todos eran especiales, eran las personas que más apreciaba y quería. ¿Qué más daba todo aquello, cuando le habían demostrado tanto?

La vida de una portadora le estaba enseñando a no juzgar por las apariencias.

Pensando en ello, se dio cuenta de que se le abría la boca de forma descarada. Miró a Fátima y sonrió, algo sonrojada por la vergüenza que le daba bostezar de esa forma.

Me parece que deberíamos apagar ya la luz. No creo que Tandy vuelva hasta por la mañana, y conociendo a Montblanc no le dejará venir solo con tanto sincorazón suelto —dijo, dando un giro sobre sí misma en la cama y dejando espacio suficiente para Fátima, como solía hacer siempre—. Nos merecemos un descanso.

Sí, estoy de acuerdo, pero… Eh…—Nadhia ladeó la cabeza, extrañada—. ¿De verdad quieres que… eh… duerma contigo? Ya sabes. No quiero hacerte sentir incómoda—dijo, desviando la mirada—. S-sé que es una tontería porque ya hemos dormido juntas alguna vez, ¡pero antes no lo sabías y…!

Puso los ojos en blanco, pero a la vez sonrió y le extendió una mano a Fátima para que se metiera con ella en la cama. Fátima, algo nerviosa, se acurrucó enseguida a su lado. Nadhia sintió un enorme alivio cuando aceptó sin poner más excusas, quizás con miedo aún de meter la pata.

De verdad no le importaba para nada. Y lo había dicho: no iba a tratarla de diferente manera. Al sentir su mano buscando la suya, se la entregó gustosa y acarició los dedos de ella, mientras la oía decir:

Vosotros también sois lo mejor que me ha pasado. Estar en Tierra de Partida merece la pena por vosotros.

Nadhia compartió una risa cómplice con Fátima antes de apagar la luz.

«Claro que merece la pena»

*****


Nadhia siempre había sido una niña con pocas ganas de levantarse de la cama. ¿Cuántas veces sus padres habrían tirado de ella al comienzo del curso escolar? ¿Y su hermano, a mitad de las vacaciones, para jugar ambos a Struggle desde bien temprano? Igualmente, siendo aprendiz en Tierra de Partida le había costado llegar puntual a los entrenamientos, y se acostumbró bastante rápido a la comodidad y calidez de su cama, en su nuevo hogar. Rara era la ocasión que se despertara antes de que saliera el sol, o dos horas después de haberse quedado dormida. Ni tan siquiera había sido una niña que necesitara ir al baño a medianoche o beber un vaso de leche caliente antes de meterse en la cama.

Sin embargo, y aunque Nadhia había superado aquellas pesadillas, se desvelaba muy de vez en cuando últimamente. Y cuando eso pasaba, no paraba de dar vueltas en su cama, haciéndose un ovillo con las sábanas, intentando fundirse en ellas y conciliar de nuevo el sueño al comprobar que eran las cinco de la mañana y que todavía quedaba demasiado para el amanecer.

Pero no era capaz. Se mantenía con los ojos abiertos, pensativa, mirando el techo, luego la ventana que daba a los callejones de Ciudad de Paso. Hacía bastantes noches que no le ocurría, y puede que la razón fuera por haber descubierto algo tan importante como el secreto de su amiga, aunque en las últimas ocasiones había sido por la tensión existente en Tierra de Partida.

Tuvo cuidado y se colocó de lado, viendo a Fátima profundamente dormida en la oscuridad. Aunque las luces de las farolas de las calles iluminaban pequeños trazos de su rostro. Nadhia la observó detenidamente, poco consciente de lo que hacía.

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Estaba completamente segura de que aceptaba a su amiga tal y como era, pero no era tan fácil asimilar una noticia así. Por su cabeza pasaban muchas cosas, todas relacionadas con Fátima y su identidad.

Lo primero que le vino a la cabeza fue cuestionarse el verdadero nombre de Fátima. Porque, claro está, había nacido como un chico. Le echó un reojo de nuevo, pero se sintió culpable y ladeó la cabeza hacia el techo. No, no podía preguntarle algo así.

Al poco rato, decidió volver a mirarla. Y se encontró con que sonreía en sueños.

Aquello enterneció a Nadhia. Recordó las palabras de su amiga, completamente aliviada al saber que no la rechazaba, que no quería dejar de dormir con ella como siempre habían hecho. Por mucho que la mirara, no podía pensar que estuviera durmiendo con un chico.

«Has tenido que sufrir mucho», pensó, entendiendo cómo habría sido el impacto de ver a Clío por primera vez.

Sintió un impulso afectivo de acariciarle el pelo, pero no quiso despertarla por accidente, por lo que decidió quedarse quieta y esperar que se le cayeran los párpados de nuevo.

Cuando pareció que Morfeo había escuchado sus plegarias, Nadhia se acurrucó cerca de su amiga y, con una sonrisa en los labios, cerró los ojos.

«Que hoy sean dulces sueños», deseó de corazón.

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