[El Mundo Inexistente] El último atardecer

[Tidus Cloud]

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La respuesta a su pregunta no llegó inmediatamente, algo totalmente normal si tenía en cuenta que estaban siendo atacados por montones de sincorazón y lo peor era que cada vez aparecían más. ¿En qué clase de mundo estaban? Si había tantos en aquel mundo, ¿por qué no les habían atacado nada más llegar? Debía de haber algún tipo de razón para que no pararán de aparecer, quizás la clave estuviera en…

―Somos amigos, Bavol. Aún a pesar de que nos encontremos en esta situación, somos amigos.

La respuesta de Hikaru interrumpió el razonamiento del pequeño. Bavol no pudo evitar esbozar una suave sonrisa, su amigo seguía ahí a pesar de todo. Ahora tenía más motivos que nunca para salir de aquella situación juntos.

―Maldita sea, no se acaban…

Su amigo tenía razón, daba igual cuantos sincorazón destruyesen, al instante surgían varios más. Tenía que haber algo que los atrajera, debían de ser sus Llave Espadas y sus corazones, pero jamás había visto tanta cantidad por solo dos Aprendices.

Bavol se giró hacia su compañero y se percató de un detalle que había estado pasando por alto hasta ahora. Parecía que los sincorazón se sentían especialmente atraídos por Hikaru, incluso si se concentraba él también parecía detectar algo proveniente de su compañero. Su compañero emanaba un aura de… de… oscuridad.

“¿Están persiguiendo a Hikaru?”

Esa tenía que ser la explicación. Los sincorazón eran seres de oscuridad y debían de sentirse atraídos por ellas. Si recordaba bien cuando habían comenzado a aparecer, se daría cuenta que lo habían hecho cuando Hikaru estuvo dudando entre si matarlo o no como si algo lo carcomiese por dentro. Fuera lo que fuese lo que le estuviese pasando por dentro, debía de calmarse si quería que los sincorazón dejarán de aparecer.

―¡Hikaru, eres tú! ¡Eres tú el que los está atrayendo! ¡Es tu oscuridad! ―chilló Bavol intentando advertir a su compañero para que hiciera algo.

No tuvo tiempo para seguir explicandole lo que ocurría, dos sincorazón se lanzaron directos contra él y consiguieron derribarlo contra el suelo. Ahora tenía que intentar sobrevivir, por lo que su compañero debería de resolver solo aquella situación.

[James Bond]

Por mucho que matase, por mucho que destruyese, el joven Hikaru no parecía comprender por qué salían tantos sincorazón en aquel lugar. ¡Era de locos que aparecieran tantos! Tenía que haber una razón que explicase aquel hecho, ¿pero cuál? Y de todos modos, aunque supiera por qué aparecían, ¿cómo lo solucionaría, si no paraban de aparecer más y más?

―Joder… ¡Parad ya de salir!― Dijo el espadachín, más que harto y agobiado. Se dijo a sí mismo que nunca, pero que nunca jamás volvería a aquel mundo. Ni aunque le pagaran quinientos trillones de platines.

―¡Hikaru, eres tú! ¡Eres tú el que los está atrayendo! ¡Es tu oscuridad!― Dijo entonces en aquel momento Bavol.

―¿Oscuridad? ¿Qué oscuridad? Mi afinidad es Luz, maldita sea, yo no…

Hikaru se calló de repente. Como si algo le hubiera iluminado. Como si comprendiera algo. ¡Eso era!

Recordó como cuando se encontró hace unos minutos con Bavol, la ira y la rabia de ver a alguien perteneciente al bando de Tierra de Pardillos fluyó a toda velocidad por su cuerpo. Y aún ahora, podía seguir sintiendo ambas emociones negativas, aunque no tan fuertemente como antes. ¿Qué debía hacer?

Siguió machacando sincorazón mientras pensaba en como podía erradicar esos sentimientos que aún estaban en su interior. Si tuviera un solo momento para calmar su corazón…

Pensó en los pocos amigos que había hecho desde que se convirtió en aprendiz, en especial de Exuy, Bavol y de un nativo de otro mundo llamado Aladdín. Ellos tres eran especiales para él, y seguro que los otros dos, porque Bavol ya lo estaba viendo, se sentirían avergonzados de que cediera a la oscuridad tan fácilmente.

No, no debía permitir aquello. No quería que supieran que él había cedido a la oscuridad por una tontería y que puede costarle la vida.

Entonces, notó que había algo diferente. Se sentía… en paz, tranquilo. La idea de la muerte, le hacía calmarse, cuando normalmente la temería. ¿Quizás porque sabía que podía morir ahí y ahora? Sea como fuere, estaba claro que su corazón estaba totalmente en calma.

El muchacho entonces, con nuevas y renovadas fuerzas, empezó a destruir a los sincorazón, y comprobó que, no volvían a salir más. De modo, que quedaban sólo los que habían estado saliendo hasta ahora.

―Bavol, pase lo que pase, me alegro de haberte conocido― Le comentó Hikaru al gitano cuando este llegó a donde estaba peleando.

[Tidus Cloud]

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Con unos desesperados movimientos Bavol logró quitarse a los dos sincorazón de encima, pero evidentemente no logró derrotarlos con unos golpes tan torpes. Intentó levantarse como buenamente pudo y se dirigió entre algún que otro tropiezo hacia donde se encontraba su amigo Hikaru.

Aquella situación ya le empezaba a superar. Sentía como el corazón estaba a punto de estallarle, los músculos le ardían y respiraba de forma entrecortada; aquel combate lo había llevado al extremo. El niño observó el campo de batalla a su alrededor y se percató de que efectivamente el número de sincorazón se había reducido: unas pocas Sombras y una única Neosombra.

―Bavol, pase lo que pase, me alegro de haberte conocido.

Bavol dirigió una rápida mirada a su amigo y comprobó con alegría que Hikaru ya no desprendía aquella aura de oscuridad que había atraído a los sincorazón. El gitano esbozó una débil sonrisa y asintió con la cabeza, él también se sentía orgulloso de que su amigo hubiera vencido a la oscuridad de su interior. Sólo tenían que derrotar a unos cuantos enemigos más y podrían salir triunfantes de aquel mundo.

Sin embargo, al pobre niño ya no le quedaban más fuerzas para combatir. Sus rodillas comenzaron a ceder y tuvo que apoyar su Llave Espada en el suelo para tenerse en pie. No podría derrotar a los sincorazón, eran más fuertes que él en aquellos momentos. Sin saberlo, había ido a aquel mundo a salvar a su amigo de las garras de la oscuridad, pero también a morir a manos de ella. Sintió como el pánico comenzó a adueñarse de su corazón, no quería morir ahí, pero tampoco podía combatir más.

Cuando de pronto la Neosombra saltó hacia él directo a su corazón, sólo pudo cerrar los ojos preparado para recibir el ataque. Aquel iba a ser su fin.

[James Bond]

El joven aprendiz luchaba y luchaba contra la horda de sincorazón que todavía quedaba en aquella gran plaza. Habían dejado de aparecer, sí, pero aún quedaban muchos en escena. Intercambiando golpes con sus dos armas blancas, el chico de las cicatrices iba acabando poco a poco con sus enemigos, pero pronto empezó a notar el cansancio que le suponía tal batalla.

―Maldita sea…― dijo mientras trataba de recuperar el aliento y derrotaba a otro sincorazón con su Llave-Espada.

De pronto, y sin saber como, la mayor parte de todos los enemigos creados por la oscuridad de los corazones “desaparecieron”. Así, sin más. Quedando tan solo unos pocos a los que podría derrotar sin muchos problemas.

―¡Eh, Bavol! Ahora podemos...― cuando el chico se giró vio como una de las grandes sombras saltaba sobre el joven gitano, dispuesta a matar al chico.

Tenía que impedirlo. No sabía por qué, pero al joven Hikaru le dictaba su corazón que interviniera. Que actuara de escudo para el joven indefenso. Desplegando unas alas luminosas, el muchacho usó toda su velocidad. Llegó justo a tiempo para impedir que el sincorazón le hiciera daño a Bavol, pero él notó como aquel enemigo le había hecho daño, mucho daño.

De su brazo izquierdo, emanaba un gran río de sangre, que al llegar al codo, caía al suelo, como si fuera una gota de agua. Y de la boca del muchacho, salía también sangre, aunque en menor cantidad.

Hikaru había quedado muy débil tras aquel ataque, pero aún así tuvo la suficiente fuerza como para derrotar a la Neosombra que había tratado de matar al gitanillo. Agarrando su Llave-Espada con la mano izquierda, trató de derrotar a las pocas Sombras que quedaban.

Pero, aquel sobre-esfuerzo lo pagó bien caro el joven aprendiz. Notaba como sus fuerzas le abandonaban, y su mente se iba oscureciendo, perdiendo poco a poco la visión. Se dejó caer de espaldas al suelo de la plaza, mientras el agua de la lluvia golpeaba su cuerpo y empezaba a salir un charco de sangre de su cuerpo.

[Tidus Cloud]

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Pero el final no le llegó a Bavol…

Bavol abrió los ojos rápidamente al escuchar un fuerte ruido a su alrededor y comprobar que aún no había muerto. Y deseó que ojalá nunca los hubiese abierto, ya que nunca más podría olvidar aquella terrible escena.

El sincorazón que estaba a punto de matarlo había sido derrotado, sí, ¿pero a qué precio? El cuerpo ensangrentado de Hikaru yacía en el suelo empapado por la lluvia. No podía estar ocurriendo, tenía que tratarse de unas heridas que pudieran sanarse, era imposible que muriese de aquella forma, no sería justo…

Pero no se movía y el charco de sangre cada vez era más grande.

El mundo de Bavol se le desmoronó ante sus ojos por unos segundos. Hikaru estaba muerto. Uno de sus mejores amigos había muerto para salvarle la vida a él. Su debilidad, de la que siempre se había estado lamentando, al final había tenido unas terribles consecuencias.

Bavol no sabía qué hacer y las pocas Sombras que quedaban se acercaban cada vez más a Hikaru. Ni aunque estuviese muerto iba a permitir que esos demonios le tocaran un solo pelo a su mejor amigo. Se lanzó a socorrer a su amigo entre torpes bamboleos provocando que tropezara finalmente encima del cuerpo de Hikaru. Por un momento hubiera deseado cerrar los ojos a causa del cansancio y dormir allí para siempre junto con su amigo, pero había algo en su interior que le pedía que siguiera luchando para defender lo poco que quedaba del Aprendiz de Bastión Hueco.

Los sincorazón iban reduciendo cada vez más la distancia y él ya no tenía fuerzas para seguir luchando. No podría vencerlos, pero no dejaría que esas bestias devorarán su cuerpo y lo convirtieran en oscuridad. Rodeó el torso de Hikaru con sus debiluchos brazos y lo apretó contra sí mismo intentando así interponerse entre él y los sincorazón.

―Hikaru… lo… siento… ―musitó Bavol mientras una última lágrima le recorría las mejillas.

Ya no quería luchar nunca más contra Hikaru, sólo quería salvarlo. No le odiaba, le quería, él era su mejor amigo. Lo había rescatado de la oscuridad de su corazón, había conseguido que volviera a ser él mismo. Y lo último que podía hacer por él era salvaguardar lo poco que quedase de él de los sincorazón.

Deseó que ojalá su luz hubiese servido para protegerle…

Deseó que ojalá su luz hubiese brillado más fuerte…

Deseó que ojalá su luz pudiese calmar el dolor de sus corazones…
Pero ya era demasiado… ¿tarde?

Sintió como una cálida sensación inundaba su corazón, recordaba haber sentido algo parecido antes, pero nunca con tanto poder. Era parecido a lo que sentía al conjurar su hechizo favorito, Perla; no obstante, con una fuerza mucho más fuerte que se expandía y que… le acariciaba. No era algo violento, sino tierno y hermoso. Parecía que aquella sensación estaba a punto de desbordarle, no podía contener aquella clase de poder en su cuerpo…

―Esto es luz… mi luz

Alzó el rostro levemente y observó cómo los sincorazón habían detenido su avance. No era algo casual, él lo estaba impidiendo. El cuerpo del pequeño niño gitano estaba emitiendo una suave aura de luz, una fuerza reconfortante que invitaba a todos los seres presentes a relajarse, a dejar de luchar.

―Los estoy calmando… ―aquel era su momento para abandonar el lugar, ahora que parecía que los sincorazón no estaban interesados en atacarles―. Hikaru… por favor… despierta.

Comenzó a agitar rápidamente el cuerpo de su amigo en busca de alguna señal que le indicara que aún seguía vivo. Ni siquiera la lluvia que estaba cayendo podría tapar las lágrimas del desolado Bavol, aquella situación era posiblemente la más cruel a la que se había enfrentado.

Su amigo se estaba muriendo, pero quizás su luz aún pudiera salvarlos…

[James Bond]

La oscuridad inundaba la mente y cuerpo del joven Hikaru. Sus ojos se cerraban poco a poco, sin ser consciente de la acción que se desarrollaba a su lado. Entonces, cerró los ojos…


Cuando los abrió, tras lo que le parecía una eternidad, comprobó que no se encontraba en aquel extraño mundo lleno de rascacielos y lluvioso sin nadie que lo habitase. Aquel lugar, le era completamente familiar. El cielo mostraba un tono naranja muy cálido y el sonido de un tren le llegaba al oído. Miró hacia arriba y vio una gran torre con un reloj y una especie de campanario. Ahora sabía donde estaba sin duda: en Villa Crepúsculo. Pero… ¿qué hacía él ahí? Se suponía que estaba tirado en el suelo medio muerto.

¿Acaso era aquello un sueño? Si lo era, no quería despertar. No quería ver el final. Entonces vio como una persona se dirigía hacia él y estaban a punto de chocar.

Pero no chocaron. Como si Hikaru fuera un fantasma, aquella persona le atravesó. Sin ni siquiera darse cuenta de que allí estaba él. El muchacho comenzó a tocar su propio cuerpo, el cual sí podía tocarlo. Aquello le dejó totalmente extrañado. La gente salía de la estación: niños, ancianos, parejas… Pero todos parecían ignorarle. Incluso vio a su familia, que parecía estar alegre y riendo por algo que acababa de contar su hermana mayor. Trató de ir a saludarles, a decirles que había vuelto.

Y como antes, ellos le ignoraron. Pasaron de largo. El muchacho no podía creerse que incluso su propia familia le ignorase. Vale, era cierto que desde que les dijo que se fue no se había comunicado con ellos, pero no era motivo para ello. Hikaru lloró de rabia y tristeza. Quería despertar, quería salir de ese sueño. Quería volver a su mundo, dejar toda la tontería de Caballeros y Defensores y volver a su antigua vida.

―Hikaru… por favor… despierta.

De algún modo, el aprendiz podía oír el resonar la voz de Bavol por toda Villa Crepúsculo. Quería seguirla, quería salir. De repente, una poderosa luz empezó a brillar haciéndose cada vez más grande y cegándole por completo.

Cuando pudo volver a ver, lo primero que vió fue la preocupada cara del joven gitano. Había acabado de llover, pero el agua que había caído se había acumulado, cubriendo una pequeñísima parte de su cuerpo. Aunque notó el dolor en su brazo izquierdo, y que apenas podía moverse, tenía la suficiente fuerza para hablar.

―Bavol… Bavol… Por favor… Llévame a Villa Crepúsculo… Quiero… Quiero ver mi mundo natal por última vez…

Hikaru no se iba a engañar. Aquel era su final, y no servía de nada negarlo. Solo le causaría más dolor del que ya tenía. Y si iba a morir, prefería hacerlo viendo el atardecer infinito de su mundo.

[Tidus Cloud]

Los ojos de Hikaru comenzaron a abrirse lentamente mientras la lluvia comenzaba a cesar. Bavol sonrió débilmente al comprobar que su amigo aún luchaba por aferrarse a la vida con las pocas fuerzas que le quedaba, puede que aún hubiese una oportunidad de salvarlo si se daba prisa.

―Bavol… Bavol… Por favor… Llévame a Villa Crepúsculo… Quiero… Quiero ver mi mundo natal por última vez…

Bavol se quedó paralizado por unos instantes. Si quería que Hikaru tuviera alguna oportunidad de vivir, debía llevarlo a Tierra de Partida para que alguno de los Maestro le intentase curar; sin embargo, también cabía la posibilidad de que no fuera a sobrevivir y que aquel fuese su último deseo. ¿Qué era lo más importante: seguir aferrándose a la esperanza de que sobreviviera o aceptar lo que estaba ocurriendo y hacer lo que el joven le pedía?

Daba igual cuál fuese el destino que escogiese, tenía que salir de inmediato de aquel mundo. Empezó a buscar dónde estaba la placa para activar la armadura de Hikaru, afortunadamente estaba en un sitio bien visible: pegado en el pecho sobre su corazón.

―No va a ser tu última vez, amigo ―afirmó Bavol y apretó la placa invocando la armadura del joven.

Seguidamente, y tras invocar su propia armadura, lanzó su Llave Espada al cielo para convertirla en su Glider. El vehículo descendió hasta el suelo a una distancia cercana de los dos Aprendices, tan solo tenía que subirlo encima y se podrían marchar. Hikaru no podría andar hasta ahí por muy cerca que estuviera, así que tendría que llevarlo él mismo. Bavol rodeó con sus brazos el cuerpo de Hikaru y comenzó a arrastrarlo por el suelo con las pocas fuerzas que le quedaban. Se subió él primero y desde arriba empezó a tirar de su cuerpo, pero de pronto unas extrañas figuras empezaron a llamar su atención.

Eran las Sombras, habían permanecido inmóviles durante aquel rato, pero ahora lentamente parecían dispuestas a atacarlos otra vez. Alertado por el peligro que suponía que sus enemigos estuviesen listos de nuevos, consiguió incorporar a Hikaru de mala manera y comenzó rápidamente el ascenso.

Echó una última mirada hacia atrás observando cómo los sincorazón se iban haciendo cada vez más pequeños. Procuraría no volver a pisar ese mundo en su vida…

Finalmente, una vez seguro y de vuelta al Intersticio, se volvió hacia su compañero y mientras lo intentaba acomodar mejor en su Glider para que no se callera, comenzó a hablarle esperando que ojalá le pudiera escuchar y le ayudara a tomar una decisión:

―Hikaru, por favor, tengo que llevarte a Tierra de Partida, sino no te pondrás bien. En cuanto estés mejor te prometo que iremos juntos a tu mundo, pero ahora tenemos que volver o te morirás ―el pobre niño contuvo un llanto antes de decir por última vez―. Hikaru, por favor…

[James Bond]

―No va a ser tu última vez, amigo― le dijo un convencido Bavol al joven y moribundo aprendiz de Bastión Hueco.

Hikaru podía notar como su cuerpo se elevaba en el aire, y entonces dedujo que era el gitano que estaba usando su Glider para transportarle. ¡Incluso le había puesto la armadura! El chico de pelo castaño podía sentir como su antiguo compañero trataba de acomodarle. Y pensar que hasta hace bien poco habían estado luchando los dos entre sí… Debería darle vergüenza. No solo por el hecho de luchar, sino de hacerlo encima contra un amigo. Vale que estaban en guerra, pero la amistad debía de estar por encima de todo. Sin embargo, Hikaru, no había atendido a razones. Ni siquiera sabía por que desenvainó su espada y amenazó a Bavol.

―Hikaru, por favor, tengo que llevarte a Tierra de Partida, sino no te pondrás bien. En cuanto estés mejor te prometo que iremos juntos a tu mundo, pero ahora tenemos que volver o te morirás. Hikaru, por favor...― El tono de Bavol parecía casi de súplica, pero Tierra de Partida era el último sitio al que el aprendiz de Villa Crepúsculo quería ir, sobre todo después de traicionarles.

Estaba convencido de que si Bavol le llevaba allí, los Maestros no harían nada. Después de todo era “el enemigo”.

―No, Bavol. No pienso ir de ningún modo a Tierra de Partida― dijo Hikaru mientras jadeaba, le costaba mucho hablar y las heridas que le habían producido estaban empezando a pasarle factura, incluso le costaba respirar―.Llévame a Villa Crepúsculo, no quiero ir a ningún otro lugar. Tan solo, llévame allí.

Entonces Hikaru dejó de hablar para ahorrar todas las fuerzas que pudiese, ya que estaba absolutamente convencido de que aquel era su fin. Simplemente, cerró sus ojos y trató de dormir un poco.

[Tidus Cloud]

―No, Bavol. No pienso ir de ningún modo a Tierra de Partida. Llévame a Villa Crepúsculo, no quiero ir a ningún otro lugar. Tan solo, llévame allí.

Parecía que a Hikaru le había costado mucho pronunciar aquellas palabras y lo había hecho para expresar claramente que no quería regresar a Tierra de Partida, sino que su último deseo era visitar por última vez su mundo natal.

Bavol le había intentado hacer entrar en razón, pero hasta en sus últimos momentos Hikaru continuaba siendo obstinado. No era lo que el gitano quería, odiaba con todo su ser que su amigo prefiriese morir así a volver a su verdadero hogar, pero sabía que no tenía derecho a despojarle del derecho a una última petición…

―Como quieras… ―musitó Bavol resignado.

Hikaru no habló más en todo el viaje, incluso en algún momento pensó que a lo mejor el joven ya había muerto; sin embargo, no podía parar ahora, tenía que tener fe en que Hikaru aguantaría al menos hasta que llegaran a Villa Crepúsculo.

―Hikaru, no te mueras, por favor. ―sollozó Bavol sin volver la vista atrás directo a compartir un último atardecer con Hikaru.

***

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Las luces del atardecer empezaron a bañar el Glider de Bavol, por fin había llegado. El hogar de Hikaru estaba a sus pies. Una alta torre se alzaba sobre toda la ciudad destacando entre toda la multitud de edificios. Quizás en lo alto podría aterrizar con su Glider y desde allí podrían contemplar el atardecer que tanto ansiaba su compañero sin ser advertidos por los habitantes de ese mundo.

―Hikaru, ya hemos llegado… ―le dijo el gitano zarandeando su cuerpo con un mano mientras se acercaba volando al edificio.

[James Bond]

―Hikaru, no te mueras, por favor― suplicó un lloroso Bavol al joven moribundo.

El aludido no dijo nada, simplemente se dejó transportar por el interisicio de los mundos. A lo mejor llegarían rápidamente a Villa Crepúsculo y quizás si que existiera una posibilidad de sobrevivir. Pero entonces recordó que aquello era la vida real y no una película. No es que le hiciera mucha gracia morirse de esa forma tan patética. Hubiera preferido morir rápido y sin sufrimiento.

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Tras lo que al joven le parecieron horas, incluso años, una luz anaranjada le dio en plenos ojos, cegándole por unos instantes. Sin duda alguna, reconocía aquel tono de colores. Estaba por fin, tras mucho tiempo, en su mundo natal: Villa Crepúsculo. Aquel mundo donde nunca se ponía el sol y siempre mostraba ese cielo anaranjado.

Con mucho esfuerzo, logró pulsar el botón para desmaterializar su armadura. No quería pasar los últimos momentos en una gran lata metálica. Entonces, Hikaru sonrió, alegrándose de volver a ver la torre del reloj.

―¿Ves esa torre, Bavol?― le preguntó el castaño, con cada vez más dificultad para hablar―. Esa es la torre del reloj de Villa Crepúsculo― Hikaru tosió y escupió sangre―. Es un lugar especial para mi― volvió a toser de nuevo mientras sangraba―.Allí es donde conocí a mi Maestra, ¿sabes?

[Tidus Cloud]

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―¿Ves esa torre, Bavol? Esa es la torre del reloj de Villa Crepúsculo. Es un lugar especial para mí. Allí es donde conocí a mi Maestra, ¿sabes?

Bavol aterrizó en la torre tal y como había planeado, con más motivos ahora si sabía que aquel lugar era importante para su amigo. Observó el cuerpo moribundo de Hikaru tumbado a un lado cerca de él, aparentemente despierto puesto que se había quitado la armadura. El gitano se llevó las manos a la cara casi inconscientemente, ya no sabía qué más podía hacer, no soportaba la visión de su amigo lleno de sangre a punto de morirse.

Hikaru no quería volver a Tierra de Partida, parecía que no quería salvarse a sí mismo. Quería que lo dejara ahí, mirando un estúpido atardecer mientras que se moría sin solución ¡No era justo! ¡No tenía sentido que muriera de una manera tan absurda!

Pero era lo que él quería… ¿Qué era lo más importante? No lo sabía, deseaba con todas sus fuerzas que viniese alguien y se lo dijese claramente; sin embargo, estaba sólo y tenía que decidirlo él.

El niño se sentó junto a su amigo y rodeándolo con sus brazos lo abrazó contra su cuerpo. Apoyó su cabeza sobre el pelo de Hikaru mientras cerraba los ojos con fuerza intentando contener las lágrimas.

Quizás podría aprovechar esta última oportunidad para hacer las paces…

―Cuando te pongas bien, visitaremos Villa Crepúsculo juntos y haremos todo lo que tú quieras ―Bavol contuvo el llanto antes de continuar hablando―. ¿Qué es lo primero que quieres hacer?

Bavol escuchó en silencio como su amigo le narraba cualquier historia que quisiera contarle sobre Villa Crepúsculo. Su mente no podía estar atenta a aquellas cosas, no podía estarlo porque sabía que Hikaru nunca se iba a poner bien y que se iba a morir ahí mismo entre sus brazos.

―Hikaru…no quiero que te mueras ―sollozó Bavol―. Tú me dijiste que cuando tenías amigos, te volvías mucho fuerte. Tú eres mi amigo, tienes que ser fuerte…

[James Bond]

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Mientras Hikaru observaba el atardecer que nunca terminaba, el muchacho recordó su primer encuentro con Rebecca, una de las Maestras de Tierra de Partida; y Simon, el piloto de la nave gumi que transportaba materiales y provisiones a dicho mundo. En aquel momento, el piloto de la gorra criticó a la joven Maestra por su mal gusto para elegir aprendices. Podía decirse ahora, que no estaba equivocado.

Desde que salió de Villa Crepúsculo, el joven no había hecho nada digno de mención, siempre se quedaba a la sombra de sus compañeros, que le superaban en todo. Únicamente podía lucirse cuando era asignado líder de un grupo de novatos recién llegados. La prueba estaba en aquella misión que Lyn le mandó a hacer junto a Neru y Kai Sheng (aunque este huyó más pronto que tarde cuando se vio superado por la situación).

Pero la muestra definitiva de su inutilidad llegó en el evento al que se llamó Datastream. Apenas pudo hacer gran cosa y simplemente se quedó observando a sus compañeros mientras la impotencia y la envidia le invadía. Cuando el Maestro Ronin apuñaló por la espalda a Ryota, y se declaró la Guerra por parte de Bastión Hueco, vió la oportunidad para cambiar de aires y quizás hacerse más fuerte.

Aquello no fue otra cosa más que engañarse a sí mismo. No se había hecho más fuerte durante su corta estancia en Bastión Hueco. Ni siquiera él mismo sabía por que se había cambiado. Daba igual en que bando estuviera, siempre iba a ser un lastre.

―Cuando te pongas bien― oyó entonces decir a Bavol, sacándole de sus amargos pensamientos― visitaremos Villa Crepúsculo juntos y haremos todo lo que tú quieras.― Hikaru entonces oyó sollozar al pequeño gitano―. ¿Qué es lo que quieres hacer primero?

Hikaru sonrió. Aún a pesar de haberle atacado y casi matado, Bavol seguía queriendo ser amigo suyo. Pero ya era muy tarde para cambiar su destino.

―Pues… Podríamos ir a comer un helado de sal marina… Ah, mira el palo del helado… puede que te toque el premio...― soltó una carcajada mientras seguía sangrando. ¿Cuándo fue la última vez que comió un helado de sal marina? Ya ni se acordaba, pero sí recordaba el sabor―. También podríamos jugar al Struggle… Ir a la playa… Presentarte a mi familia…

Entonces lloró al mencionar a su familia, no iba a volver a verlos nunca. Y pensar que estaba tan cerca de ellos y ni siquiera podía decirles “Hola” ni nada de eso.

―Hikaru… No quiero que te mueras. Tú me dijiste que cuando tenías amigos, te volvías mucho más fuerte.Tú eres mi amigo, tienes que ser más fuerte…

Hikaru no supo que responderle a Bavol. Sentía que su fin estaba próximo y que era inevitable. ¿Podía hacer algo por el joven gitano?

Con el brazo derecho, torpemente, buscó su espada que llevaba colgada en el cinturón. La sacó como pudo, y le ofreció el mango a Bavol.

―Esta es mi espada… A mí ya no me sirve. Espero que te sea de utilidad.

Cuando Bavol cogiera la espada, Hikaru cerraría los ojos, dejando su cuerpo totalmente inmóvil.

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La espada de Hikaru queda inutilizada, sirviendo solo como objeto decorativo para Bavol.

Hikaru
PH: 0/22
PV: 0,000001/40

[Tidus Cloud]

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Hikaru se mantuvo en silencio, no le dio ninguna respuesta convincente mientras lloraba desconsoladamente abrazado a él. Tras un rato esperando entre lágrimas que le contestase, se fijó en que la mano temblorosa de su amiga le ofrecía el mango de su espada. ¿Qué quería decir con aquello?

―Esta es mi espada… A mí ya no me sirve. Espero que te sea de utilidad.

―Hikaru, pero qué… ―agarró la espada extrañado. De pronto comprendió lo que su amigo quería decirle con aquel gesto―. ¡Espera, Hikaru, no!

Sin embargo, ya era demasiado tarde. Hikaru cerró los ojos lentamente sin decir nada más. Bavol comenzó a negar la cabeza, no quería aceptar lo que estaba ocurriendo.

―¡No, no, por favor, no! ¡Hikaru, Hikaru, HIKARU! ―chilló el niño histérico mientras intentaba despertar a un cuerpo sin vida.

Hikaru había muerto. No podía creerlo…

Al final no había sido capaz de salvar a su amigo.

Bavol dejó con delicadeza el cuerpo a un lado y permaneció de pie en silencio unos instantes mientras continuaba sollozando. ¿Y qué hacía ahora? No lo sabía: adónde tenía que ir, qué tenía que hacer con su cuerpo, a quién se lo tenía que entregar, cómo iba a explicar lo que había ocurrido… ¡No sabía absolutamente nada de nada!

Cada vez le costaba más respirar, el corazón le latía más rápido y sentía como el estómago le dolía enormemente. Siguió llorando sin parar y no supo cuanto tiempo continuó haciéndolo. Sentía tristeza, ira, furia, miedo, ansiedad… Era más de lo que había soportado en toda su vida.

Tenía que huir, no, no podían verlo ahí al lado del cuerpo del difunto Hikaru. Puede que pensaran que lo hubiese matado y quizás en cierta manera lo hubiese hecho… ¡No, no podía ser verdad! ¡No quería aceptar aquella situación!

Rápidamente invocó su Glider y de un salto se colocó encima. Se negó a mirar atrás, simplemente se lanzó a toda velocidad hacia el cielo para dejar atrás aquel mundo abandonando el cuerpo de Hikaru.

¿A dónde se marchaba? A cualquier parte. Lejos, muy lejos, donde nadie pudiese verle.

[James Bond]

Sin saber cuánto tiempo había pasado, Hikaru notó que aún seguía vivo, aunque no podía moverse apenas. Ni siquiera podía abrir los ojos. Entonces oyó unos pasos que se acercaban a él, pero le era imposible determinar la dirección de la que procedían. Pero claramente, oyó una voz grave y masculina pronunciar un hechizo que sin duda, conocía.

―Cura ++.

El joven notó como las heridas de su cuerpo se curaban, empezaba a poder mover los brazos y las piernas. Decidió de abrir los ojos y comprobó que podía hacerlo. Aunque los rayos del sol le cegaron momentáneamente.

Con un gran esfuerzo, el aprendiz de pelo castaño se levantó y al girarse, vio a un adulto de pelo largo rubio, ojos violeta y llevaba una gran capa marrón de viaje que le ocultaba el resto de la ropa. Le sonaba de algo, pero no sabía de que.

―Gra-Gracias por...― entonces se detuvo al notar que algo le atravesaba el corazón, y cuando miró, comprobó que era una Llave-Espada. No era Cadena del Reino, pues así era el nombre del llavero que obtenían todos los aprendices según leyó en un libro.

Entonces Hikaru notó como si su cuerpo se separa en dos, mientras una esfera salía de su corazón y se elevaba al cielo. El joven brilló y se destruyó en pequeñas y brillantes estrellas, para luego aparecer otra persona distinta en su lugar.

El nuevo ser que acababa de nacer, no tenía cicatriz o quemadura alguna, pero sí que conservaba el resto del físico de Hikaru, a excepción del pelo, que ahora estaba más de punta y más grueso. Miró a aquel hombre, que sonreía y se dio la vuelta para invocar su Glider.

Cuando el vehículo apareció, antes de la nueva persona pudiera reaccionar o hacer algo, el rubio usó una magia que le dejó dormido y cargó su cuerpo en el Glider. Entonces, el vehículo ascendió al cielo con ambos hombres montados para perderse por el Intersticio de los mundos.

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Bueno, Hikaru se convierte en Incorpóreo con la acción de este NPC, y a su vez, Hikaru se convertirá en NPC. Pero eso será para otra historia.

[Tidus Cloud]

El gitano continuó avanzando durante un buen rato a través del Intersticio de los mundos sin detenerse en ningún momento. No sabía hacia dónde se dirigía, sólo quería huir lo más lejos posible de aquel espantoso lugar.

Después de un largo rato de recorrido decidió pararse durante un momento. ¿Qué estaba haciendo? No tenía sentido huir a cualquier parte sin ningún objetivo claro, pero tampoco quería volver a Tierra de Partida… ¿Era eso lo que le ocurría a Hikaru? Esa terrible sensación que le recorría el cuerpo, la vergüenza, la idea de que cuando volviera a casa todos lo mirarían de mala manera culpándole por lo que había ocurrido: sus compañeros, sus amigos, los Maestros, el Capitán… ¡No, él no quería nada eso! ¡Todo había sido un accidente!

De pronto, escuchó un extraño ruido a sus espaldas. No tenía sentido, en aquel lugar no podía haber nada capaz de hacer ese tipo sonido. Los únicos que navegaban a través de los mundos eran los Caballeros de la Llave Espada y los sincorazón. A lo mejor se trataba de algún enemigo, se dio rápidamente la vuelta y se quedó inmóvil al descubrir qué es lo que había producido aquel alarido. ¡Un pez gigante!

Antes de que pudiera hacer nada para evitarlo, todo se volvió oscuro...