—Me he divertido mucho la verdad… —dijo entre bostezos y estirando las manos
Pero la barriga de Aru aún le hacía ruido… ¡Cierto! Habían salido para buscar algo que picar, la muchacha seguía con hambre.
—Vuelve a verme cuando ya puedas salir de Tierra de Partida y nos divertiremos un rato —le dijo el gitano mientras le guiñaba un ojo y se marchaba de la biblioteca.
Entonces Aru le despidió con la mano mientras ella se disponía a sentarse un rato para echar una ojeada a algún libro de cocina para mirar qué podía cenar. Pero mientras ya iba por la segunda página, Bavol volvió hacia atrás y dijo:
—Eh, ¿has dicho que tienes hambre, no? —le preguntó—. Hay bastantes dulces en la cocina, deberías ir a coger unos cuantos, seguro que a los moguris no les importara…
Hmmm, ¿estaría bien entrar en la cocina sin permiso para coger algún que otro dulce? No le parecía del todo correcto, pero era bastante tentador…
—Bueno, ya me contarás… mi Aprendiza.
Bavol había llamado a Aru ‘’su Aprendiza’’ aunque parecía algo bastante formal, la muchacha seguía siendo Aprendiza de Kazuki, así que simplemente no respondió a aquel atrevido título.
Aru finalmente decidió ir a la cocina. Asomando su cabeza por la puerta, observó si algún moguri estaba al acecho, sabía que estaba mal ir a coger algo de comer, pero… cuando el hambre llama…
La muchacha decidió agacharse e ir arrastrándose por el suelo de la cocina para llamar menos la atención. Cuando divisó unos panecillos recién hechos, la pequeña alargó el brazo y se los metió dentro de la blusa. Finalmente, cuando ya iba a salir de la cocina, nuevamente arrastrándose, un moguri la pilló dentro:
—¿Qué haces dentro de la cocina kupó? ¿Por qué caminas como una serpiente kupó?— dijo el moguri mientras agarra un mazo de cocina.
Aru estaba en peligro, tenía que inventarse una buena excusa o de lo contrario ya podía ir cogiendo los trapos para fregar todo el suelo como castigo.
—Eh… E-estaba buscando algo que se me cayó el otro día aquí, sí, ehh… u-un lápiz —dijo con un tono nervioso.
El moguri la observó de los pies a la cabeza, pero cuando iba a llegar a la cara se percató que Aru tenía un bulto en la parte de sus pechos, sí, parecía como si tuviese un seno más grande que otro.
—¿Qué tienes ahí kupó? ¿¡Has robado algo kupó!?— dijo el moguri señalando sus pechos con el mazo.
Aru era tonta, cuando se miró los pechos vió que guardó uno de los panecillos en uno de los pechos, lo que hacía que se viera que tenía algo escondido.
—¡¿EH?! No, yo… Esto es porque… ¡Tengo mal puesto el sujetador! —dijo la pequeña cuando lentamente comprendió la tontería que acababa de decir.
Entonces el moguri se quedó algo confuso y avergonzado a la vez, decidió no hacer más preguntas y dejó a la muchacha irse con su botín.
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