No era exactamente aquel animal pero a la aprendiza le serviría de montura. Light le rogó a su eidolon que acudiera y éste se apareció sin dudarlo. Un destello azulado e intenso cegó momentáneamente a todos los presentes mientras la criatura se materializaba.
Todo sucedió rapidísimo. Antes de que cesara el intenso brillo, Hana notaría que algo la cogía con muchísima fuerza y la elevaba, usando dos extremidades perfectamente elásticas que se enredarían en su tronco. Cuando recuperara la visión comprobaría que se encontraba sobre los lomos de una bestia cuadrúpeda de gran tamaño. La había cogido con las garras extensibles que nacían en su espalda: podría agarrarse a éstas o al lomo de la criatura para evitar caerse.
Light no se mostró nada sorprendido y subió a la espalda de su mascota de un gran salto. Se agarró con fuerza y le recordó a la muchacha que hiciera lo mismo.
—¡Eh! ¿¡Qué ha pasado!? —se dirigió a la multitud desafiante, quienes ya no se mostraban tan gallitos.
Comprobó de primera mano la reacción de sus perseguidores y no pudo evitar mofarse de estos. Todos ellos temblaban, excepto alguno que se desmayó. Estaban espantados y no podían pronunciar palabra alguna: un perro gigante se había aparecido ante ellos por arte de magia. La monja, que se encontraba bastante alejada de ellos, afirmó enloquecida que se trataba de una criatura enviada por el Diablo.
Todos ellos sin excepción retrocedieron. No podían enfrentarse a algo como eso.
—¡Arre!
Light podía haberse esperado a que todos huyeran simplemente, pero no. Iban a marcharse de allí a lo grande.
Gaomon salió disparado de su sitio, a una velocidad increíble. Gracias a su habilidad Carrera Animal, salieron de aquel callejón en cuestión de segundos, llevándose a sus perseguidores por delante. Debido a la velocidad de carrera y a la fuerza del eidolon, aquellos que les obstaculizaron el paso resultaron atropellados sin contemplaciones. No recibieron grandes daños, pero rodaron unos cuantos metros y permanecieron aturdidos unos instantes.
—¡Ahí os quedáis! —exclamó una vez les hubieran dejado atrás. Dio un grito de júbilo y alzó el brazo con el puño cerrado, en señal de victoria.
Ahora podían utilizar a su mascota para ir al lugar que quisieran al instante. Resultaba un canteo ir con un perro gigante por la calle, pero por suerte no se encontraron a nadie despierto a aquellas horas. Además, era una opción mucho más segura que el glider.
Lo malo… que corría a una velocidad tan desmedida que se mareó y las ganas de vomitar aparecieron. En algún momento le ordenó que se detuviera para que pudiera devolver tranquilo.
Tras expulsar el vómito y montarse sobre el animal de nuevo, Light se dirigió a Hana con una sonrisa pícara antes de pedirle a su compañero que siguiera corriendo.
—Ahora me apetece hacer… una locura. No hemos conseguido putas pero aún podemos…
La susurró algo al oído, incapaz de aguantar la risa. Prefería que no se enterara nadie más que ellos. De todas formas pasó por alto un detalle, y es que el eidolon lo adivinaría inevitablemente en cuanto regresara a su corazón. Nunca existían secretos entre ellos.
Fuera lo que fuera, la diversión proseguiría. Aún quedaban un par de horas para el amanecer.
Y toda una vida por delante para seguir cometiendo locuras.
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