[El País de las Maravillas] ¡Viva el azul!

[Tidus Cloud]

Spoiler: Mostrar

Cronología

Bavol: El nacimiento de un príncipe > ¡Viva el azul!
Aru: ¿Esto es Halloween? > ¡Viva el azul!

Bavol sonrió pícaramente mientras su amiga abría lentamente sus ojos indicando que por fin había despertado de su sueño.

El pequeño gitano se había colado en la habitación de su amiga Aru durante la noche y se había metido en el interior de su cama sin que ella se despertase. Se colocó cómodamente delante de ella y esperó a que ella se despertase. Quería darle una buena sorpresa.

—¿Sabes que abres de una forma muy graciosa los agujeritos de tu nariz cuando duermes? —le preguntó a la chavala nada más abriese los ojos y se viese de pronto a un desconocido en su cama.

Mientras esperaba lo que serían los gritos de Aru pregúntandole qué hacía ahí, Bavol se giró hacia el otro lado de la cama y le quitó la sábana con un movimiento para taparse él entero.

—Uf, por fin despiertas, llevo toda la noche vigilándote a ver si dejabas de dormir. Ays, ahora tengo yo sueño, me voy a dormir un ratito…

El gitano cerró los ojos y permaneció allí quieto aunque la chavala insistiese en echarlo de su cama. Mientras intentaba conciliar el sueño, Bavol comenzó a dar explicaciones:

—Tengo una Llave Espada, ¿de verdad crees que es difícil colarse en alguna habitación? —dijo Bavol contestando a la primera pregunta que le podía surgir a cualquiera que descubría que habían entrado en su cuarto—. Y si te interesa, estoy aquí para llevarte de aventura.

» Ya no eres tan novata y se me ha ocurrido que podíamos visitar otro mundo: el País de las Maravillas. Seguro que te gustará, me han contado que es un mundo muy divertido…

» Bueno, mientras yo duermo, tú puedes ir desayunando y lavándote eso. Si quieres te puedes cambiar aquí delante, tranquila, yo no te miraré eh —concluyó esbozando una traviesa sonrisa.

Mientras esperaba que su amiga se preparase, Bavol intentó echar una cabezadita en la cama de Aru.

[Aru]

Aru se encontraba media dormida cuando de pronto escuchó pasos en su cuarto. No le dió importancia ya que como estaba dormida seguramente se lo estaba imaginando.

Tras dos horas de puro sueño, la joven abrió los ojos y lo que vio a continuación era algo inesperado… vio a Bavol enfrente de ella, dentro de su cama, tapado con sus mantas.

—¿Sabes que abres de una forma muy graciosa los agujeritos de tu nariz cuando duermes? —preguntó Bavol nada más ver que Aru había abierto los ojos.

Acto seguido la joven chilló de manera exagerada y le pegó con la almohada a Bavol.

—¡¿QUÉ HACES EN MI CUARTO, PERVERTIDO?! ¿¡CUÁNTO TIEMPO LLEVAS AHÍ MIRÁNDOME?! —gritó la peliazul mientras se tapaba totalmente con las mantas.

Pero lo que hizo el gitano a continuación fue simplemente darse la vuelta y quitarle la manta a Aru para taparse él mismo.

—Uf, por fin despiertas, llevo toda la noche vigilando a ver si dejabas de dormir. Ays, ahora tengo yo sueño, me voy a dormir un ratito…

Aru no podía creer lo que estaba oyendo, Bavol estaba cerrando los ojos y quedándose dormido en su cama como si nada.

—¿¡PERO TU VES NORMAL LO QUE ESTÁS DICIENDO, PERVERTIDO, ACOSADOR!? —siguió gritando Aru bastante furiosa tras ver la normalidad del gitano en ese ambiente.

—Tengo una Llave Espada, ¿de verdad crees que es difícil colarse en alguna habitación? —explicó Bavol contestando a la primera pregunta—. Y si te interesa, estoy aquí para llevarte de aventura.

¿Una aventura? Pensó Aru tras seguir observando la cara de pícaro que tenía el atrevido gitano dentro de su cama.

» Ya no eres tan novata y se me ha ocurrido que podíamos visitar otro mundo: el País de las Maravillas. Seguro que te gustará, me han contado que es un mundo muy divertido…

» Bueno, mientras yo duermo, tú puedes ir desayunando y lavándote eso. Si quieres te puedes cambiar aquí delante, tranquila, yo no te miraré eh —concluyó esbozando una traviesa sonrisa.

Al finalizar Bavol su explicación, Aru decidió obedecer. Empezó por hacerse una coleta, lavarse los dientes, y entonces… vino lo divertido.

Aru decidió, como le había pedido anteriormente el gitano, cambiarse delante de él. Sabía que un niño pequeño huiría tras saber que una mujer estaba desnudándose delante de él así que continuó.

—Bueno… voy a quitarme el pijama y ponerme la ropa de diario, espero que nadie me mire mientras lo hago —dijo la joven en voz alta para dejar claro sus intenciones.

Entonces tras quitarse el camisón, decidió lanzarlo al pequeño que estaba durmiendo dentro de su cama, lo que haría estar a la muchacha en ropa interior delante de Bavol, con el pelo recogido. Aru estaba esperando la respuesta del muchacho mientras se bajaba poco a poco la tira del sujetador.

—¿Qué te parece… Maestro? —dijo la joven poniéndole ojitos.

[Tidus Cloud]

Mientras Bavol descansaba después de una pesada noche vigilando a su amiga, escuchó a la joven anunciar algo:

—Bueno… voy a quitarme el pijama y ponerme la ropa de diario, espero que nadie me mire mientras lo hago.

—Aru, que tampoco soy tonto —replicó Bavol sin molestarse, al fin y al cabo era evidente que era un farol de la muchacha.

Sin embargo, cuando de pronto sintió que una especie de tela le caía encima, así que decidió agarrarla con las manos sin abrir los ojos y se la puso junto a la cara.

—Qué bien huele esto… —entonces Bavol se dio cuenta de algo—. Eh, espera, esto huele mucho a ti, Aru.

El gitano entreabrió los ojos y a medida que iba adaptando sus ojos a la luz fue comprendiendo que aquello no era una manta, sino que era el camisón que Aru había estado utilizando para dormir. Entonces, el pequeño se dio cuenta de algo: si él tenía en sus manos su ropa, aquello quería decir que Aru estaba…

Bavol se giró rápidamente hacia la Aprendiza para confirmar la sospecha que tenía. El gitano abrió los ojos al comprobar que efectivamente tenía a la joven peliazul semidesnuda, vestida únicamente con su ropa interior. La cara del niño se incendió por completo mientras inconscientemente se iba tapando progresivamente el rostro con el camisón que le había tirado, pero curiosamente sin llegar a ocultarse los ojos.

—Eh….me...si...te… ¿no? —balbuceó Bavol sin ningún sentido.

—¿Qué te parece… Maestro? —los ojos de Bavol se abrieron más al percartarse de la expresión de la cara de Aru.

¿Que qué le parecía? ¡Si es que no sabía que decir! No tenía ni idea de qué estaba sintiendo exactamente, de si aquello que estaba viendo era algo bueno o malo, de si estaba permitido o no, de si podía afirmar que le gustaba… Era todo una marabunta de sensaciones extrañas, igual que aquella vez que Aru le insinuó que quería practicar el baile de los adultos con él.

Ante aquella situación que le parecía tan complicada y sin saber exactamente qué hacer, Bavol acabó teniendo una salida de lo más curiosa:

—Tienes… ahí —señaló hacia el cuerpo de Aru sin fijarse bien— un lunar muy, eh, bonito. Sí, está todo, uhm, muy bien. Sí, todo… ¿en su sitio? Creo que yo mejor, uhm, me voy, ¿no? Te espero en los jardines...

A continuación, Bavol intentó abandonar la habitación mientras se tapaba la mirada con el camisón de Aru. Después de unos instantes en los que la chavala se quedaría a solas en el cuarto, de pronto se volvería a abrir la puerta y emergería el brazito de un gitano que soltaría de su mano la prenda de ropa que había cogido.

Para evitar más situaciones extrañas Bavol se limitó a quedarse en los jardines de Tierra de Partida donde esperó a que Aru llegase cuando estuviese preparada. Sin volver a mencionar lo ocurrido hace unos momentos, el gitano invocó su Glider y su armadura y emprendió el rumbo hacia el País de las Maravillas.

***

Spoiler: Mostrar

Un estrafalario mundo se presentó ante los Aprendices. Bajo los Gliders dejaron curiosos paisajes llenos de vivos colores, figuras con formas de corazón y extraños personajes de todo tipo.

Como buen Aprendiz de la Llave Espada había aprendido a ser discreto, de manera que el gitano decidió aterrizar en el punto más escondido del amplio bosque que había a sus pies antes que hacerlo en otro lugar donde pudiese haber más habitantes de aquel mundo.

Tras atravesar las frondosas copas de los bosques, Bavol observó un salvaje, a la par que extravagante, paisaje lleno de grandes flores de colores con los capullos cerrados y gigantescos nenúfares en los que debido a su gran tamaño se podía subir uno como si se tratase de una plataforma.

Nada más tocar el suelo el gitano desinvocó su Glider y su Armadura y con un gesto de su mano le indicó a Aru que hiciera lo mismo.

—Bueno, bienvenida a tu primer mundo —le dijo Bavol girándose hacia ella mientras esbozaba una sonrisa—. ¿Qué te parece el País de las Maravillas?

El niño escuchó con atención la respuesta que le diese la muchacha. Imaginaba que para ella aquel sería un momento especial, igual que lo fue para él cuando visitó otro mundo por primera vez, aunque en su caso él estuviera inmerso en una peligrosa misión.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que ella era una novata y no había ningún Maestro para protegerla, que dependía totalmente de él. Bavol comenzó a sentirse un tanto nervioso, a lo mejor era demasiada responsabilidad. No obstante, al final llegó a la conclusión de que lo mejor sería hacerle un par de advertencias.

—Vamos a ver, Aru… Esto es un mundo desconocido, ni tú ni yo hemos estado aquí antes, así que no sabemos cómo van las cosas por aquí, ¿me entiendes? —Bavol esperó a que la chica asintiese antes de continuar hablando—. No podemos liarla demasiado porque nos podemos meter en un buen problema. Esto no es una misión de ningún Maestro, así que podemos divertirnos, pero con cuidadito, ¿vale? Tú sólo pégate a mí, yo te protegeré —concluyó el gitano dándose un golpe en el pecho con el puño para aparentar ser un tipo duro.

Bavol no tuvo que esperar mucho para demostrar que tenía que estar atento a lo que ocurría a su alrededor porque de pronto sonó un agudo chillido muy cerca de ellos. Instintivamente el niño invocó su Llave Espada y comenzó a buscar por todos lados de dónde provenía aquella voz que tanto gritaba.

A lo lejos pudo divisar una pequeña figura que se acercaba cada vez más a ellos y poco a poco se dio cuenta de quien gritaba era aquel ser.

—¡Aaaaaaaaaaaaah! —continuó chillando mientras alzaba su brazo de forma furiosa— ¡Apartaos!

Bavol cogió a Aru del brazo y la apartó de la trayectoria de aquella extraña criatura a la vez que extendió su otro brazo delante de la chica para protegerla de cualquier peligro potencial. El pequeño ser continuó corriendo sin pararse ante ellos, aunque enseguida pareció arrepentirse y volverse hasta donde ellos se encontraban.

Fue entonces cuando pudieron observarlo con detenimiento. Efectivamente era muy bajito incluso más que Bavol, su apariencia era muy simple casi como si no hubiesen terminado de hacerlo (dado que en aquella forma solo había unos cortitos brazos, una gran boca y unos redondos ojos); no obstante, lo que más destacaba por encima de todo era el color azul de su cuerpo.

Spoiler: Mostrar

Parecía bastante cansado e incluso agobiado, o al menos eso se podía deducir por lo abierto que se encontraban sus ojos. Bavol, que ya había tratado con todo tipo de criaturas, sabía que lo mejor era alejarse de los tipos extraños que les gustaba hablar con desconocidos. Hizo el amago de indicarle a Aru que se marchara, pero el pequeñín empezó a hablar (o más bien chillarles) con su aguda voz:

—¡¿Sabéis dónde está?!

Bavol negó con la cabeza rápidamente esperando que se fuera sin preguntarles más y que de esta forma no les metiera en ningún lío. El pequeño ser azul pareció conforme con la respuesta del gitano y continuó su marcha volviendo a chillar y alzando el brazo en lo alto.

—¿Ves lo que te puedes encontrar? —concluyó Bavol una vez que vio marcharse por el camino a sus espaldas al ser azul.

[Aru]

Tras aquella divertida escena con Bavol, Aru se vistió rápidamente y bajó corriendo a los jardines de Tierra de Partida para encontrarse con su compañero y juntos emprender aquella aventura.

***

Cuando la joven se bajó de su Glider junto al pequeño Bavol, ella se encontró con un gran paisaje colorido y luminoso, algo propio de otro mundo efectivamente. La joven no pudo evitar sonreír tontamente al ver aquel maravilloso lugar, todo lleno de vegetación y vida. Eso hizo a Aru sentirse la chica más afortunada del mundo, al menos por el momento.

Mientras la chica estaba como en un sueño, se dio cuenta de que Bavol estaba inspeccionando la zona para divisar algún peligro, pero después de tres minutos, el gitano indicó a la pequeña que podía quitarse la armadura.

—Bueno, bienvenida a tu primer mundo —le dijo Bavol mientras le dedicaba una gran sonrisa—. ¿Qué te parece el País de las Maravillas?

Aru le devolvió la sonrisa y achinó los ojos de manera que se pudiera notar el encanto que tenía la joven.

—¡Me encanta! —gritó la joven con gran entusiasmo mientras giraba observando el paisaje de su alrededor.

La verdad es que aquel paisaje era increíble, nadie que lo observase podría decir lo contrario. Tan llamativo lugar era maravilloso.

—Vamos a ver, Aru… Esto es un mundo desconocido, ni tú ni yo hemos estado aquí antes, así que no sabemos cómo van las cosas por aquí, ¿me entiendes? —dijo seriamente Bavol—. No podemos liarla demasiado porque nos podemos meter en un buen problema. Esto no es una misión de ningún Maestro, así que podemos divertirnos, pero con cuidadito, ¿vale? Tú sólo pégate a mí, yo te protegeré —finalizó el gitano poniendo pose de héroe

Aru asintió a todo lo que el gitano le había dicho, aunque era difícil no emocionarse en exceso, ya que la chiquilla era muy impulsiva y simplemente quería gritar y reír de felicidad por haber podido salir fuera de Tierra de Partida, y encima con su único amigo, Bavol.

Pero aquella tranquilidad no tardó en desaparecer, a lo lejos un grito de ira se escuchaba, algo se acercaba y parecía estar bastante furioso. Aru asustada, no puedo evitar esconderse detrás de Bavol.

—¡Aaaaaaaaaaaaah! —continuó chillando la cosa mientras alzaba su brazo de forma furiosa— ¡Apartaos!

Entonces Bavol cogió del Brazo a Aru y la protegió mientras sacaba su llave espada.

Aru abrió los ojos y observó a aquella extraña criatura. Ella era de Ciudad del Paso, por lo tanto no se sorprendía a la hora de conocer criaturas diferentes a ella, pero aquella criatura de raza desconocida era peculiar para ella, hasta le resultó bastante mono.

Spoiler: Mostrar

La criatura tenía forma de gelatina de arándanos y tenía unos ojos grandes como dos platos, dos rasgos que le encantaron a Aru, ya que ella era amante del color azul. Se tuvo que contener para no correr a abrazar a la desconocida criatura.

Bavol intentó decirle a la peliazul que se fuera para evitar problemas, pero el pequeñin no tardó en establecer una conversación con el dúo:

—¡¿Sabéis dónde está?!

Ambos indicaron que no con la cabeza a la vez, mientras Aru a su vez no podía evitar sonreír encantada… ¡LA COSA HABLABA SU IDIOMA!

Después de que le dijeran que no, la cosita azul siguió su camino gritando como un poseso.

—¿Ves lo que te puedes encontrar? —dijo Bavol cuando se aseguró de que el bichejo se había ido.

Aru se sentía con bastante curiosidad por saber lo que estaba buscando la criatura, y se preguntaba el porqué Bavol no le paró para ofrecerle ayuda, lo que a su vez le pareció un gesto feo, pero comprensible ya que no podían interferir en los demás mundos.

—Oye, Bavol, ¿no crees que deberíamos ayudarle? Es decir, sé que no podemos interferir en los demás mundos... pero quizás necesite ayuda —dijo mientras observaba la cara del gitano tras una pregunta tan inocente.

Aru sabía que el pequeño se negaría, ya que la idea era bastante peligrosa pero… ¿qué es una aventura si no hay peligro?
—Anda, Bavol, solo un ratito, quiero ver que es lo que estaba buscando —finalizó la joven mientras le ponía ojitos al gitano.

Aru esperó ansiosa la respuesta del gitano, pero no tenía mucho tiempo así que dijese lo que dijese, la joven correría tras aquella criatura.

[Tidus Cloud]

El gitano ya se disponía a abandonar la zona para evitar más encontronazos con aquel extraño ser azul cuando Aru le formuló una pequeña pregunta:

—Oye, Bavol, ¿no crees que deberíamos ayudarle? —el niño alzó las cejas a la espera de que la chica se explicase mejor—. Es decir, sé que no podemos interferir en los demás mundos... pero quizás necesite ayuda.

Bavol encogió los hombros y negó con la cabeza ante la inocencia de su Aprendiza.

—Pues yo creo que mejor no nos metemos —respondió sinceramente—. Todo el mundo tiene muchos problemas, pero no nos vamos a estar metiéndonos todo el rato en líos, ¿lo entiendes?

—Anda, Bavol, solo un ratito, quiero ver que es lo que estaba buscando —el gitano hizo una mueca ante el intento de la chiquilla de camelárselo. No pudo evitar sonrojarse un poco cuando pensó de nuevo en lo ocurrido en su dormitorio.

—Pero ése no era el plan, no estamos aquí en una mis… —paró de hablar en cuanto se dio cuenta de que Aru había comenzado a correr tras el ser que les había preguntado hace un rato.

Bavol soltó un resoplido mientras se cruzaba de brazos indignado ante el maleducado comportamiento de la niña. Encima que se había molestado en sacarla de Tierra de Partida y además que le había dicho expresamente que no se alejara de él, la chavala se marchaba por su cuenta dejándole solo a las primeras de cambio.

En un principio pensó en dejarla marcharse sola y que aprendiera de sus errores; sin embargo, en cuanto se imaginó a la chiquilla rodeada de sincorazón, leones, animales antropomorfos que le ofrecían platos envenenados o virus digitales capaces de robarte el corazón, cambió de idea y decidió ir tras ella antes de que le pasara algo malo.

***
Afortunadamente no tardó demasiado en darle alcance. Bavol dio un último spring y consiguió frenar a la muchacha agarrándola por el brazo.

—¿Pero a dónde vas tú sola? Te va a pasar algo —le dijo Bavol muy seriamente.

Ya no había ni rastro del pequeño ser azul, quizás habían tardado demasiado y se les había escapado. En su lugar, notaron un extraño movimiento entre algunos arbustos cercanos, había alguien o algo allí dentro.

—Ya te dije que podía ser peligroso. ¿Por qué no me haces caso? —protestó el gitano adelantándose e interponiéndose entre ella y aquellos arbustos.

Bavol apuntó con su mano hacia los arbustos preparado para lanzar un hechizo en el caso de que saliera un enemigo de entre las plantas. Finalmente, una cabeza emergió de entre las hojas y el gitano bajó lentamente la mano mientras lo miraba con una mezcla de asombro y precaución.

No era el ser que buscaban, pero compartía unas cuantas características con él, quizás todos los habitantes del País de las Maravillas fueran así. Su apariencia también era bastante simple, pero éste era mucho más alargado y flaco, con una cabeza de la que sobresalían algunos pelos y un tanto desproporcionada comparada con el resto de su cuerpo, además la piel era de un color amarillento. Pese a todo, lo más llamativo era la mirada perdida de sus ojos que parecían no mirar a ningún punto fijo.

Spoiler: Mostrar

—Me gusta el chocolate con leche… —afirmó la criatura con una peculiar voz ronca.

Al gitano no le transmitía buenas vibraciones aquella extraña criatura. Había algo en la expresión de su rostro que le inquietaba, parecía casi como si estuviera al borde de la locura. Bavol retrocedió unos pasos lentamente a la vez que le echaba una mirada a Aru para que hiciera lo mismo.

—Ten cuidado… —le pidió el gitano.

[Aru]

Aru no esperó a que Bavol le diera el visto bueno a su alocada idea, así que sin esperar una palabra más de su ‘’Maestro’’ corrió tras su objetivo, la cosita azul. No tardó mucho en que Bavol alcanzara a la muchacha y la parase para darle una buena reprimenda por no esperarle.

—¿Pero a dónde vas tú sola? Te va a pasar algo —le dijo Bavol bastante preocupado.

Ella sabía que estaba mal, pero también sabía que si ella se echaba a correr, Bavol la perseguiría. El gitano era orgulloso, pero jamás dejaría sola a una chica impulsiva como Aru por ahí en un mundo desconocido, en el que a saber la de problemas que la inocente joven podría causar.

—Lo siento, pero es que sabía que me dirías que no… y como también sé que no me dejarías sola, simplemente corrí a la espera de que me persiguieses y juntos encontrasemos a la criatura azul. Espero que me perdones por semejante acto de insensatez —concluyó poniendo pucheritos esperando camelar el corazón del gitano.

Ya Aru conocía el truco para ganarse el perdón del muchacho, así que simplemente entraba en el papel de niña mimosa e inocente para que no se enfadase demasiado con ella.

De pronto, entre unos arbustos, un extraño sonido de movimiento se escuchaba entre ellos. No podía ser la criatura que buscaban, ya que había seguido su camino en recto…

—Ya te dije que podía ser peligroso. ¿Por qué no me haces caso? —discutió el gitano mientras se ponía delante de la joven para protegerla.

Sí, quizás la inocencia de aquella muchacha había puesto a ambos en peligro. Aru se sentía una tonta y ahora bastante consciente de que lo que hizo estaba mal y que no volvería a cometer ese mismo error sin ser prudente.

—No creo que sea el momento de discutir… —dijo Aru señalando a la cosa que estaba apareciendo poco a poco de los arbustos.

Aquella criatura era un poco similar a la que buscaban, pero esta era amarilla y con ojos bastantes extraños, no podías adivinar a donde estaba mirando. Con unos pequeños cabellos en la cabeza, caminaba hacia ellos mientras se los rascaba.

—Me gusta el chocolate con leche… —reveló la cosita.

Vaya, esta criatura también podía hablar aunque no le llamaba tanto la atención a Aru como la anterior ni tampoco le impulsaba a querer achucharlo como un pequeño peluche.

—Ten cuidado… —le suplicó Bavol mientras la miraba a la vez que la protegía.

Esta criatura no parecía estar buscando nada y tampoco parecía que necesitase ayuda, así que Aru agarró de la mano a Bavol y le indicó en silencio que siguieran su camino.

A la espera de la respuesta del gitano, Aru le miró con cara de preocupación y para despistar a la criatura, se le ocurrió una gran idea.

—Oye, pequeñín, ¡al fondo de este camino hay una tienda donde venden chocolate con leche! —afirmó Aru mientras señalaba al fondo del camino a la espera de que la criatura girarase su cabeza para llevar corriendo a Bavol a algún lugar seguro lejos del ¿animal?.

[Tidus Cloud]

La nueva criatura permaneció unos segundos en silencio después de que Aru le intentara engañar.

—Vale —asintió finalmente el cabezón, se giró sobre sí mismo y mientras corría hacia donde le había indicado Aru gritó una y otra vez— ¡Me gusta el chocolate con leche!

Bavol un tanto perplejo por aquel extraño encuentro se quedó quieto mirando cómo se alejaba la criatura; sin embargo, en esta ocasión Aru fue mucho más rápida que él y le agarró del brazo para llevárselo lo más lejos posible de aquella criatura tan peculiar.

Una vez el gitano creyó que ya estaban lo suficientemente lejos de él tiró de su mano para que Aru le soltase y se paró unos momentos para recuperar el aliento. Apoyó sus manos en sus rodillas mientras cogía una bocanada de aire con la boca. A la vez que intentaba recuperarse, le echó una mirada a su compañera y no pudo evitar asentir lentamente complacido. Para ser una novata aquella salida había sido bastante buena.

—No ha estado… mal —reconoció Bavol—. Lo has hecho bien, novata. Ese bichejo parecía peligroso, a saber si estaba bien de la cabeza.

Aunque también era verdad que no se habrían encontrado con ese tipo tan extraño si ella no hubiera salido corriendo detrás del primer desconocido que le habló; sin embargo, prefirió no mencionarlo al menos aquella vez.

—Bueno, ¿y ahora qué hacemos?

Encontrarse con esos seres había trastocado un tanto los planes del pequeño gitano. Seguramente la joven querría continuar buscando al primero de ellos, pero ya lo habían perdido de vista y no sabía dónde podría encontrarlo. Y por otra parte, tampoco tenía ganas de ir a un lado a otro arriesgándose a volverse a encontrar con el tipo del chocolate con leche.

Entonces, una figura pasó justo delante de ellos corriendo rápidamente para enseguida volver sobre sus pasos y dirigirse hacia los dos Aprendices. Parecía que estaban destinados a encontrarse con el pequeñín azul.

—¡¿Ya sabéis dónde está?! —chilló de nuevo.

—¡¿Dónde está el qué?!

—¡Él! ¡¿Dónde está él?!

Bavol entornó los ojos exasperado por la ambigüedad de la criatura. Encima que se había acercado a unas personas que no conocía nada y había comenzado a gritarles, no decía claramente qué es lo que quería. Era por cosas como esta por las que no le gustaba meterse en todos los problemas de extraños cuando no estaba dentro de una misión.

—Uf… Habla tú con él, yo no tengo paciencia —le indicó Bavol a su compañera.

[Aru]

Cuando la extraña criatura cayó en el engaño la peliazul agarró al gitano y arrastrándolo consiguieron ambos escapar. A mitad de camino, Bavol paró a la apresurada chiquilla para poder recuperar un poco de aire, ya que fue tan apresurado que ni siquiera pudo pensar a la hora de correr. Cuando Bavol se recuperó un poco, miró a la joven y de sus labios salieron unas palabras que la hicieron sonrojarse:

—No ha estado… mal —reconoció Bavol—. Lo has hecho bien, novata. Ese bichejo parecía peligroso, a saber si estaba bien de la cabeza.

Aru no tardó en mostrar una sonrisilla por aquel halago, Bavol no solía decirle lo bien que hacía las cosas, así que realmente se tomó muy en serio lo que había dicho.

—Simplemente hice lo que tenía que hacer —dijo la muchacha mientras sonreía sin parar para esconder aquellos nervios que el halago había provocado.

No podía imaginar que aquel acto reflejo podía haber creado tan buen ambiente entre los dos jovenzuelos, la verdad era que Aru había comenzado a fijarse en que Bavol se veía más lindo ante todo aquel paisaje florecido, y eso la hizo poner más nerviosa… ¿Por qué pensaba en eso tan repentinamente?

—Bueno, ¿y ahora qué hacemos? —preguntó el gitano.

Cierto, ya había despistado a aquella cosa, pero a la que buscaban ya estaría demasiado lejos de ellos dos, así que realmente lo que podría hacer ahora simplemente era jugar un poco, practicar o simplemente descansar en la sombra de alguno de aquellos extraños árboles.

—No sé tú, pero yo voy a sentarme aquí mismo —dijo la chica mientras se tiraba entre aquel verde y sedoso césped.

No tardó en enturbiarse el ambiente minutos después de que la joven decidiera sentarse porque la cosa azul blandita y super mona para Aru se presentó ante ella gritando como un poseso.

—¡¿Ya sabéis dónde está?! —chilló de nuevo.

—¡¿Dónde está el qué?! —respondió el gitano con otro grito.

Mientras Aru observaba cómo Bavol y la cosita azul discutían decidió coger algunas florecillas que había al lado de ella y hacer una corona de flores. Sí, Bavol era bastante persistente cuando discutía pero aquella criatura tampoco era moco de pavo, estaba llegando bastante al límite de la paciencia del gitano, y eso Aru lo notaba.

—Uf… Habla tú con él, yo no tengo paciencia —dijo Bavol mientras le dejaba el turno a Aru.

Aru al principio negó con la cabeza, ella no quería discutir con nadie ya que aún no había acabado su corona de flores… pero al ver la cara de dolor de cabeza del muchacho no tuvo más remedio que poner manos en el asunto, así que con un gran pesar, tuvo que dejarle su coronita de flores a Bavol, y empezar una nueva batalla mental con la criatura que había ganado a un gran cabezota.

—A ver… no hace falta que grites, así no conseguiras que te podamos entender, por favor coge aliento y explícate. Si estás buscando a alguien, deberías empezar por dar detalles, no limitarte a decir simplemente ‘’ese’’ porque ese podría ser por ejemplo… —dijo la chica mientras pensaba el ejemplo que podía dar—. Por ejemplo, podríamos pensar que quien buscabas era a aquel bicho que acabamos de ver que gritaba que le gustaba el chocolate con leche.

Simplemente Aru solo quería que aquella cosa se fuese para poder acabar su coronita de flores.

[Tidus Cloud]

—¡¿QUÉ?! —chilló el pequeñín con su voz más aguda ante el ejemplo que le había puesto la joven Aru—. ¡¿Chocolate con leche?! ¡Eso quiere decir que os habéis encontrado con Queso! ¡Oh, no! ¡¿Y lo habéis dejado escapar?!

Bavol, sentado en el suelo con la vista fijada abajo, esperaba aburrido a que Aru terminase de hablar con ese tipo tan extraño. El gitano alzó la vista ante el grito del desconocido mientras jugueteaba en las manos con el colgante de flores que estaba haciendo su compañera.

—¿Pero en qué clase de mundo estamos? —musitó el niño volviendo a fijar su vista en el colgante—. Pff, y se pone a recoger florecitas cuando la llevo de aventuras… Tendría que tirárselo bien lejos.

Mientras el niño se levantaba aburrido, aún con la remota posibilidad en mente de tirar bien lejos la corona de flores que le había entregado la joven, divisó a lo lejos a una figura que poco a poco se iba acercando cada vez más a ellos. Aquel ser no paraba de gritar y, a diferencia del azul, no parecía de histeria, sino más bien de locura.

—Es él… es Queso —confirmó el pequeñín azul a Aru al ver cómo la enloquecida figura se plantaba delante de ellos chillando descontroladamente.

—¿Pero qué te pasa? —le preguntó Bavol llevándose las manos a los oídos.

—¡¡No hay chocolate con leche, no hay chocolate con leche!! ¡¡AAAAAAGGGG!!

—Oh, no, ¿le habéis mentido sobre el chocolate con ellos? ¡¿Es que estáis locos, es que todos están locos en este mundo?! —estalló de nuevo el azul.

—Fue idea de ella —replicó Bavol señalando a su compañera—. Venga, Aru, reconoce que fue idea tuya.

Pues al final resultó que la idea de Aru no había resultado tan buena idea como le había parecido en un principio. No sólo no les había librado de aquel extraño, sino que había provocado que ahora se comportara como un psicópata que no paraba de gritar.

—Ag, tú, azul, haz que se calle —exigió el gitano.

—Tengo un nombre, ¿sabes? Me llamo Bleu —replicó el ser enfadado.

—¡Lo que sea, pero haz que se calle!

—Bueno, tendremos que pensar en algún método… —Bleu se frotó su inexistente barbilla con su brazito—. ¡Ey, Queso, mira lo que tengo aquí! ¡Es un caballo! —exclamó señalando a la chiquilla que tenía a su lado—. ¡Y mira, ella ya es azul!

Queso paró un momento de gritar un momento y fijó su vista en la chica de cabellos azules. Seguidamente, asintió con la cabeza y comenzó a correr en círculos alrededor de ella ante la incrédula mirada de Bavol.

—Eres un caballito, pium, pium, chssssau, un caballito —repitió Queso mientras imitaba sonidos extraños—. ¡Cógeme!

Y a continuación se lanzó de un saltó a encima de la espalda de la Aprendiza. Luego extendió sus dos brazitos y agarró con fuerza dos mechones de su pelo de los que tiró con fuerza.

—¡Caballito! ¡Azul! ¡Caballito! —exigió Queso a la chiquilla como si esperase que comenzase a cabalgar.

Después de unos segundos en los que Bavol permaneció inmóvil viendo cómo se desarrollaba aquella escena tan extraña, el niño explotó en carcajadas al ver a su amiga teniendo que soportar encima el peso de aquel loco. Bueno, era una buena forma de que aprendiera de que no debía meterse en los asuntos de todo el mundo.

—Eh, Aru, no sabías que habías dejado lo de la Llave Espada y te habías convertido en un caballito —rió Bavol.

—Eis, tú, niña. ¿Cómo te llamas? —preguntó Bleu a la Aprendiza hablando en voz baja. Después de que le contestara, el pequeñín continuó en el mismo tono de voz—. Es muy importante que NO le sueltes, tenemos que conseguir que se relaje. ¿Te importaría, ya sabes, cabalgar un poquito?

[Aru]

—¡¿QUÉ?! —chilló la cosita el ejemplo que le había puesto la joven Aru—. ¡¿Chocolate con leche?! ¡Eso quiere decir que os habéis encontrado con Queso! ¡Oh, no! ¡¿Y lo habéis dejado escapar?!

Al parecer Aru había acertado, aquella cosa estaba buscando a la otra criatura con cara de loco que había despistado tras una pequeña mentirijilla.

—Ehh… pues... no se sabe… —dijo la jovencita mientras juntaba los dedos y miraba hacia otro lado para evitar una reprimenda.

Mientras la cosa azul se estaba poniendo hecho una furia, otra furia se aproximaba ante el trío. Una lúcida sombra se acercaba, se podía percibir por el estruendoso sonido de sus gritos que era de origen familiar.

—Es él… es Queso —confirmó el pequeñín azul a Aru al ver cómo la enloquecida figura se plantaba delante de ellos chillando descontroladamente.

¿Queso?, pensó Aru mientras lo miraba desde sus delgadas piernecillas hasta su enorme cabeza de huevo. Sí, él era la cosa que había despistado y parecía bastante enfurecido.

La cosa no dejaba de gritar como si algo horrible le hubieran hecho o pasado, sea lo que fuese, ese sonido fue lo suficiente como para irritar al compañero de la muchacha que no tardó en comenzar a unirse a los gritos:

—¿Pero qué te pasa? —le preguntó Bavol mientras se tapaba los oídos.

—¡¡No hay chocolate con leche, no hay chocolate con leche!! ¡¡AAAAAAGGGG!!

Sí, Aru era la culpable de que ‘’Queso’’ estuviera tan enojado y exaltado. La muchacha no pudo evitar sentirse mal por haberle engañado, ella no tenía malas intenciones al fin y al cabo.

—Oh, no, ¿le habéis mentido sobre el chocolate con ellos? ¡¿Es que estáis locos, es que todos están locos en este mundo?! —gritó el azul.

La peliazul no podía hacer más que bajar la cabeza y mirar hacia el suelo en señal de arrepentimiento, ya que nuevamente, Aru solo quería poner a salvo a su compañero gitano. Cuando Aru iba a abrir la boca para disculparse, Bavol no tardó en revelar a la culpable de todo ese desastre:

—Fue idea de ella —dijo mientras automáticamente señaló a su amiga—. Venga, Aru, reconoce que fue idea tuya.

Aru frunció el ceño y miró de reojo al bocazas de su lado (también llamado Bavol) que la había culpado sin darle oportunidad de decir ni una palabra antes.

—Sí, he sido yo… no tenía intención de dañar a nadie —gruñó mientras cruzaba los brazos y seguía matando con la mirada al traidor.

Aunque Aru se había disculpado, Queso seguía gritando como si no hubiera escuchado lo que la niña le había explicado a él y a su amigo azul. No sabía el porqué hacía tanto drama con el asunto, al fin y al cabo, solo era chocolate con leche.

Bavol no volvió a tardar en quejarse nuevamente por los chillidos de Queso, cosa que no sorprendió a Aru, aquellos gritos hacían poner nervioso a cualquier persona.

—Ag, tú, azul, haz que se calle —exigió.

—Tengo un nombre, ¿sabes? Me llamo Bleu.

Como Aru sintió que se avecinaba otra pelea entre los dos tozudos personajes, recordó que no había acabado su corona de flores, se la había dado a Bavol, así que aprovechó el despiste del gitano para quitarsela y seguir terminandola. Lo que quería hacer con ella era algo muy bonito y quería acabarla antes de que tuviese que volver a relevar a su compañero ante aquel enfrentamiento mental, así que se sentó y volvió a ello.

—¡Ey, Queso, mira lo que tengo aquí! ¡Es un caballo! —exclamó señalando a la chiquilla que tenía a su lado—. ¡Y mira, ella ya es azul!

La despistada chiquilla, al escuchar aquellas palabras sintiendo que a ella se refería, les miro mientras escondía su corona de flores lentamente.

—¿Qué queréis ahora? —dijo mientras medio cerraba los ojos y ponía una mueca.

Cuando Aru se había dado cuenta, Queso estaba corriendo hacia ella y no parecía que se iba a detener. Cuando se levantó mientras atesoraba su corona de flores, observó que Queso estaba corriendo en círculos alrededor de ella.

—Eres un caballito, pium, pium, chssssau, un caballito —repitió Queso mientras imitaba sonidos extraños—. ¡Cógeme!

Sin dejarle tiempo a Aru para responder, el extraño se tiró sobre la peliazul a la vez que se agarró con fuerza a su cabello, cosa que la hizo gritar de dolor.

—¡Caballito! ¡Azul! ¡Caballito! —exigió Queso a la chiquilla como si esperase que comenzase a cabalgar.

—¡¡¿Qué crees que estás haciendo?!! AUCH, me haces daño, ¡PARA! —exigió la pobre muchacha mientras intentaba con las manos agarrarlo para quitarselo de encima.

Mientras estaba entretenida intentando quitarse aquella cosa, pudo divisar las carcajadas de su gitano amigo burlándose de la situación de la que se encontraba Aru.

—Eh, Aru, no sabías que habías dejado lo de la Llave Espada y te habías convertido en un caballito —rió Bavol.

Aquellas palabras hicieron que la chica quisiera patear el moreno culo de su compañero, pero no tenía tiempo para eso, Queso seguía encima de ella y de igual manera no la dejaba moverse del sitio si no galopaba.

—Maldito bastardo —susurró Aru mientras miraba a Bavol fijamente.

Entonces, la pequeña cosa azul se acercó a hurtadillas a Aru y le susurró:

—Eis, tú, niña. ¿Cómo te llamas?

¿Su nombre? Aru no querría decirle su nombre a un extraño que no conocía de nada, y mucho menos si la había metido en aquella horrible situación de dolor y sufrimiento.

—¡Te lo diré si me quitas a tu amigo de encima! —gritó la chica para dejarle claro lo que pensaba.

—Es muy importante que NO le sueltes, tenemos que conseguir que se relaje. ¿Te importaría, ya sabes, cabalgar un poquito?

Aru rápidamente agarró al pequeñín azul del brazo y le susurró enfadada:

—Si quieres seguir siendo azul te sugiero que me quites a esta carga que haces llamar Queso de encima, me está agarrando fuerte del pelo y te aseguro que no voy a ponerme más aún en ridículo ante aquello —finalizó mientras señalaba a su amigo gitano quien aún seguía riéndose.

Entonces, a Aru se le ocurrió una brillante idea, se percató que la piel de su amigo Bavol era del mismo color que el chocolate, y que el estúpido bicho de encima no parecía ser muy inteligente, y cabía la posibilidad de que se dejase engañar una vez más.

—¡Queso! —gritó para llamar la atención del bichejo —. ¿No se parece la piel de Bavol al chocolate con leche? Deberías lamarle para asegurarte de que no está hecho de eso.

Solo era cuestión de tiempo de que el problema de Aru pasase a ser problema de Bavol.

[Tidus Cloud]

Bleu abrió los ojos asustado cuando aquella joven tan enfadada le agarró por uno de sus brazitos mientras le susurraba aquellas cosas tan amenazantemente:

—Si quieres seguir siendo azul te sugiero que me quites a esta carga que haces llamar Queso de encima —la criatura negó con la cabeza, parecía que quería intervenir, pero decidió callarse dado que la chica le daba demasiado miedo en aquel momento—. Me está agarrando fuerte del pelo y te aseguro que no voy a ponerme más aún en ridículo ante aquello —concluyó señalando al gitano.

—Pero es que yo no quiero seguir siendo azul… —musitó Bleu finalmente mientras fijaba sus ojos tristes en los de la Aprendiza.

—¡Cabillitooooooo, quiero un caballitoooooo! ¡Aaaaaaaaaaag! —comenzó a chillar de nuevo Queso al ver que Aru no cabalgaba como él quería.

—¡Queso! —gritó de pronto la chiquilla sobresaltando a Bavol—. ¿No se parece la piel de ese niño al chocolate con leche? Deberías probar a lamerle para estar seguro de que no está hecho de chocolate con leche.

—Espera… ¿qué? —exclamó Bavol al darse cuenta de cómo Aru estaba cambiando la situación—. No, yo no estoy hecho de…

—¡Chocolate con leche! —chilló Queso interrumpiendo las explicaciones del gitano.

Queso se subió como pudo a los hombros de Aru y desde allí saltó sobre el cuerpecito del pequeño gitano, que contempló inmóvil cómo se lanzaba sobre él aquel psicópata. Sin tiempo a reaccionar, Bavol acabó aplastado en el suelo mientras aquella criatura sacaba su lengua y comenzaba a chuparle toda la cara.

—¡Ag, quítate de una vez! ¡Quítate o, ag, te quito yo! —ordenó Bavol mientras intentaba apartar con sus manos la cabezota de Queso.

—Esto no va acabar bien… —le indicó Bleu a Aru. Su rostro se había ensombrecido en incluso parecía que había retrocedido unos pasos.

—¡Qué te quites! —chilló finalmente y seguidamente el gitano apuntó con su mano a la cara de la chupona criatura— Piro.

Una bola de fuego brotó de su mano e impactó de lleno contra la cabeza de Queso que chilló dolorido y soltó al instante al gitano. Bleu se llevó las manos al cara mientras observaba horrorizado cómo Queso empezaba a correr de un lado a otro a causa del dolor que le provocaban las quemaduras que había hecho Bavol en la cara.

Tras un rato corriendo, Queso se detuvo de pronto y giró su cabeza hacia el causante de aquel daño. Bavol, aún tirado en el suelo, sintió el instinto de salir corriendo cuando la criatura le fulminó con la mirada como si estuviese dispuesta a matarlo ahí mismo.

Blue se adelantó a los movimientos de Queso. Rápidamente cogió de la mano a Aru y tiró de ella hacia atrás intentando alejarla lo más posible de la alocada criatura. Por su parte, para Bavol no había escapatoria posible, estaba a punto de sufrir las consecuencias de aquel conjuro.

Un extraño brillo celeste rodeó a la figura de Queso, quien cada vez tenía una expresión más amenazante. El gitano preveía que ahora iba a pasar algo terrible, pero no estaba dispuesto a rendirse sin pelear de alguna forma. Se levantó velozmente del suelo e invocó su Llave Espada en la mano.

No obstante, antes de que el niño tuviera tiempo a reaccionar y pudiera lanzar un nuevo hechizo, Queso saltó a una velocidad sobrehumana sobre él tirándole de nuevo al suelo. En esta ocasión ni siquiera pudo interponer las manos, ya que una repentina luz deslumbró a todos los presentes mientras Queso abría cada vez más la boca.

Tras unos segundos en los que todo quedó cubierto por aquel esplender, la luz se volvió a apagar.

Poco a poco, todos los presentes fueron recuperando la visión. Cuando lo hicieran por completo, se encontrarían de nuevo con Queso, quien estaba de nuevo de pie con su característica mirada desprovista de humanidad. Sin embargo, por otro lado, en el lugar en el que debía estar tirado Bavol no vieron a un pequeño niño de piel morena. No, ahí no había nada que recordara al pequeño Aprendiz.

Hay había un ser muy diferente.

Spoiler: Mostrar

—Uff, pero, qué ha pasado...

Bavol se levantó del suelo lentamente, aún sin ser consciente de lo que había ocurrido. Cuando observó las caras de sus compañeros, el niño frunció el ceño sin entender lo que estaba ocurriendo. ¿Tenía algo raro en la cara?

Bajó la mirada hacia su cuerpo para ver qué es lo que le estaba mirando y entonces soltó un chillido al no encontrarse con su aspecto habitual. ¡Había sido transformado en un bicho azul!

—¡¿Pero qué me ha pasado?! —exclamó Bavol mientras intentaba ver lo que le había ocurrido.

—Has sido otra víctima de la maldición de Queso —respondió Bleu resignado­—. Te ha transformado también en… esto—agachó la cabeza a la vez que se señalaba a sí mismo con el brazo.

—¡Azul, sí! —chilló eufórico Queso.

[Aru]

Tras observar como Queso se lanzaba a Bavol, Aru no pudo resistirse una risilla. El ver a Queso lamerle la cara a Bavol hizo que la chiquilla sintiese que aquella humillación valía la pena, de igual modo, la chiquilla intentó ayudar a su compañero gitano, pero cuando se dirigía a intentar cogerlo:

—¡Qué te quites! —chilló finalmente mientras apuntaba su mano a la cabeza de Queso— Piro.

—¡Ba-! —gritó Aru inútilmente tras observar cómo se podía avecinar otra mayor disputa en la que se podía imaginar que ambos podrían salir heridos.

Tras ver segundos después a la pobre criatura Queso gritar y sollozar de dolor, Aru no pudo evitar darle una colleja a Bavol indicando que se había pasado de la raya.

Cuando se habían dado cuenta, Queso empezó a comportarse más agresivamente, estaba observando amenazante a Bavol que era el causante de su dolor, Bleu agarró a Aru para apartarle de su amigo gitano, ya que esto podía acabar muy mal.

—¡No, nooo! —gritó Aru mientras la criatura se acercaba cada vez más a su compañero—. ¡No le hagas daño! ¡Corre Bavol no te quedes mirando como un tonto!

Pero ya era tarde, una cegante luz había cubierto toda la zona alrededor de Bavol y Queso, Aru no puedo evitar taparse los ojos por el miedo y la cantosa luz.

Cuando la luz se despejó, Bavol había desaparecido, o eso pensaba la ingenua joven, sólo había otra criatura como la azul.

—¿¡BAVOL!? ¡¿Dónde está?! ¡Traedmelo inmediatamente criaturas raras y locas! —dijo Aru mientras intentaba soltarse de la anterior criatura azul que la había rescatado

—Uff, pero… qué ha pasado —dijo la nueva criatura.

Podría ser que realmente Bavol siguiese ahí, pero ¿dónde? No podía divisar al Bavol gitano con su bellos ojos marrones oscuros.

—¡¿Pero qué me ha pasado?! —exclamó la nueva criatura que parecía ser Bavol transformado.

La cara de Aru era un poema, Bavol sí estaba ahí lo que le habían transformado en otra cosita azul mona blandita.

—Has sido otra víctima de la maldición de Queso —explicó Bleu ­—. Te ha transformado también en… esto —se señaló así mismo Bleu.

Aru no podía creerse que por su culpa Bavol se había convertido en otra criatura rara pero mona. No sabía qué hacer en ese momento, así que por la culpabilidad Aru echó a llorar cual magdalena desconsolada.

—¡Bavol, lo siento! —chillo entre lágrimas la jovencita—. ¡Todo es culpa mía! Por mi culpa te han convertido en esto, lo siento tanto —insistió entre un mar de lágrimas la pobre Aru, mientras que a la vez se las secaba con la manga de su blusa.

La peliazul no podía dejar de llorar, una gran tristeza la había invadido y la cara de enfado que tenía Bavol no la ayudaban en nada, así que se levantó y entre un confuso océano de pensamientos, se acordó de su olvidada corona de flores que ya estaba terminada. La agarró y se la ofreció a Queso mientras se arrodillaba aun llorando a mares.

—¡Por favor, Queso, devuelve a mi amigo a la normalidad, toma esta corona como muestra de paz! —dijo la joven bastante arrepentida

Aru a la espera de Queso, abrazó con fuerza a Bavol bastante arrepentida.

[Tidus Cloud]

Bavol se llevó una mano a su nueva cara cuando tuvo que contemplar como la Aprendiza se derrumbó ante la transformación del gitano y se ponía a llorar. Ya sabía él que ella no sería capaz de enfrentarse a una misión de verdad, ¡él sí que tenía razones para llorar, no ella!

—¡Bavol, lo siento! ¡Todo es culpa mía! Por mi culpa te han convertido en esto, lo siento tanto.

“Sí, sí que es culpa tuya”
—¡Por favor, Queso, devuelve a mi amigo a la normalidad, toma esta corona como muestra de paz! —continuó lloriqueando Aru haciéndole entrega del collar de flores a Queso.

Bavol volvió a darse un manotazo en la cara con la mano al ver la salida que había tenido su amiga ante un problema tan grande. Una malvada criatura le había transformado en un desecho azul y ella se dedicaba a regalarle florecitas.

Curiosamente, Queso aceptó el regalo de la joven con los ojos entreabiertos y se lo puso alrededor del cuello.

—Me gustan las flores.

Aru abrazaba con fuerza el cuerpo de Bavol como si creyese que así fuera a solucionar algo. Lo que ya resultó el colmo fue cuando Queso se acercó a ellos, extendió los brazos y se unió también al abrazo.

—Me gusta el azul.

—¡¿Pero qué estáis haciendo vosotros dos?! ¡¡Soltadme!! —exclamó Bavol evidentemente enfadado.

Bavol apartó a la chica llorica y al psicópata con poderes mágicos de encima de él, pero lo único que consiguió es que Queso comenzara a gritar de nuevo de forma descontrolada.

—¡Tienes que hacer más educado! —le recriminó Bleu al pequeño—. Si no eres amable con él, no conseguirás nada.

—¡Yo lo único que quiero es recuperar mi cuerpo!

—Pues el único que puede solucionar eso desgraciadamente es Queso, así que dependes de lo que él quiera.

Bavol dirigió una mirada frustrada a la criatura amarillenta que no paraba de gritar, al otro tipo al que ahora era idéntico y por último a la joven que se había traído a ese mundo para vivir aventuras. Frunció el ceño mientras negaba con la cabeza, la próxima vez tendría que meditar mejor a qué mundo podía ir de visita.

—¡Tú, Aprendiza! —le exigió Bavol señalando a Aru con su brazito—. ¿Dices que es tu culpa, no? Pues convence a este chiflado de que me devuelva mi cuerpo. ¡Y tú —en esta ocasión señaló a Bleu— ya me estás explicando todo lo que sabes sobre ese bicho!

[Aru]

—¡¿Pero qué estáis haciendo vosotros dos?! ¡¡Soltadme!! —gritó Bavol enfurecido.

Aru sabía que tenía buenas razones para enfadarse, pero no tenía porqué apartarla tan bruscamente, encima que había conseguido que Queso se relajase, ahora volvía a estar gritando locamente.
Mientras Aru observaba como Bavol y la cosa azul volvían a discutir, fue donde Queso y le acaricio la cabecita para que volviese a su estado de calma.

—Vamos Queso, no llores, ¿quieres otro collar de flores? ¿quieres que te enseñe como se hacen? —dijo acariciandole cálidamente.

Entonces, repentinamente Bavol señaló furiosamente a Aru y le dijo:

—¡Tú, Aprendiza! —exigió Bavol—. ¿Dices que es tu culpa, no? Pues convence a este chiflado de que me devuelva mi cuerpo.

La muchacha le miró aún con los ojos llorosos pero enfurecida tras el trato que le había dado Bavol, ya que eso era lo que estaba intentando.

—¿Qué crees que es lo que intento hacer? Pero si cada vez que avanzo tu golpeas o maltratas a Queso no vamos a lograr nada, así que tú gitano, ya estás empezando a controlar ese mal genio que tienes y colaborar un poco si no quieres seguir con ese cuerpo —dijo mientras le daba golpecitos en el pecho—.Y las cosas se piden por favor, así que ya estás empezando a colaborar —le ordenó la peliazul mientras ponía las manos en las caderas y miraba seriamente a Bavol.

Finalizando esto, la muchacha decidió montar a Queso en su espalda y llevarle a recoger flores mientras a lo lejos observaba a Bavol aun refunfuñando como solía hacer.
Aun así, seguía pareciendo muy mono aun cuando estaba enfadado.

[Tidus Cloud]

—¿Qué crees que es lo que intento hacer? Pero si cada vez que avanzo tú golpeas o maltratas a Queso no vamos a lograr nada, así que, gitano, ya estás empezando a controlar ese mal genio que tienes y colaborar un poco si no quieres seguir con ese cuerpo —Bavol se apartó en cuanto Aru le dio unos golpecitos en la espalda—.Y las cosas se piden por favor, así que ya estás empezando a colaborar.

—¡Eres una desagradecida! —le chilló Bavol indignado—. ¡Tú solamente piensas en ti misma y no sabes apreciar todo lo que hago yo por ti siempre que nos vemos! ¡Y esto que ha pasado ahora es culpa tuya por querer ayudar a todo el mundo que tenga un problema por extraño que sea! ¡Deberías ser menos chulita y ayudarme!

Después de gritar todo eso Bavol chasqueó la lengua para mostrar su disgusto con ella. Con un gesto del brazo le indicó (o incluso ordenó) que se alejara de él lo más lejos posible y que se llevara a Queso consigo. Mientras veía a Aru marchar, Bavol negó con la cabeza mirando al suelo decepcionado y seguidamente volvió a dirigirse hacia el tipo de azul para que le explicase todo lo que supiese sobre Queso.

—Veras... en realidad, soy un agente especial. Queso era uno de mis trabajos: un criminal altamente peligroso al que había que atrapar —Bavol se sorprendió al oír aquello, pero por la seriedad de Bleu pudo entender que no era ninguna broma—. Cuando lo estaba transportando, no sé qué pasó, pero consiguió escaparse de mi… bueno… de mi nave espacial —Bleu le hizo un gesto para que acercara su cabeza a la suya—. Sé que cuesta creérselo, pero yo vengo de un mundo fuera de este sitio…

—Ah, y nosotros también, estamos aquí sólo de visita.

—¡¿Así que vosotros también conocéis la existencia de otros mundos?! ¡Yo trabajo para la Federación Galáctica! —exclamó Bleu muy contento como si por fin hubiese encontrado a alguien que le pudiese entender—. Por culpa de Queso acabamos estrellándonos en este mundo y, bueno, he estado vigilándole para que no la líe más. Este no es mi aspecto normal, como ya habrás visto, es un hechizo de Queso. He conseguido que no cambie a ningún habitante de este mundo, pero no he podido salvarte a ti. Lo siento mucho, de verdad.

—Vale… —le hubiera gustado decir que no importaba para consolarlo un poco, pero la realidad es que aquel cambio de cuerpo era un asunto muy serio—. Quizás puedas solucionarlo si me ayudas a que vuelva a estar como antes.

—Claro, pero para eso necesitaremos la ayuda de Queso… —Bleu echó una mirada a su alrededor y pegó un pequeño sobresalto—. ¡¿Pero dónde está Queso?!

***
Aru y Queso se habían marchado a un lugar más apartado donde habían comenzado a recoger flores. En un momento determinado, Queso se acercó más de la cuenta a la joven y le susurró:

—¿Quieres ayudar a tu amigo, verdad?

Queso se quedó mirándola fijamente con su cara de loco y no volvió a decir nada más hasta que la joven respondiera claramente que sí. Una vez lo hiciera, la criatura decidió seguir hablando:

—Puedo romper el hechizo, pero tendrás que hacerme un favor —entonces Queso agarró con su mano el hombro de la chiquilla—. Si le cuentas esto a alguien, no arreglaré el hechizo nunca. ¿Quieres ayudar a tu amigo? Pues tendrás que acompañarme sola.

A continuación, Queso esbozó una sonrisa mientras entrecerraba los ojos y seguidamente emprendió la marcha lentamente a la espera de que Aru decidiera finalmente acompañarle si lo que quería era poder salvar a su amigo Bavol.