El sincorazón de Queso se centró en Aru. No por el intento de la joven de llamar su atención con lo que al antiguo Queso le gustaba, sino porque era atraído por los corazones llenos de luz y el gitano en aquel momento era mucho más difícil de capturar.
Bavol observó desde su posición aérea la persecución del conejo a la pobre Aprendiza. Estaba preocupada por si la joven resultaba herida, pero tenía que estar concentrado para encontrar el momento preciso para actuar.
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¡BAVOL! ¡Todo tuyo!Parecía que ya iba siendo hora de que interviniera. El niño se acercó rápidamente y aterrizó en la cabeza del conejo justo antes de que el hechizo se agotara. Una vez allí agarró las dos orejas del conejo y empezó a tirar de ellas como si se tratara de las riendas de un caballo.
El sincorazón intentó resistirse moviendo la cabeza de un lado a otro, pero Bavol estaba lo suficientemente bien agarrado como para resistir los bruscos movimientos. El conejo cambió varias veces de trayecto en un intento de librarse del gitano, pero el niño estaba decidido a resistir.
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¡Iaaaaaaah! —chilló de pronto una voz conocida.
Justo en ese momento Bleu saltó de entre los árboles con un arma de entre las manos. Dio varias vueltas sobre el suelo, apuntó al conejo y apretó el gatillo. Un brillante disparo de electricidad impactó contra el sincorazón provocando que comenzara a retorcerse a causa de los calambres. Bavol, que también estaba recibiendo aquellos calambres, decidió saltar hacia el suelo.
El sincorazón se tambaleó hasta caer derrumbado contra el suelo; no obstante, no había sido derrotado. Bavol, aún debilitado por el disparo de Bleu, invocó su Llave Espada y embistió contra el sincorazón para darle el golpe final. El cuerpo del conejo desapareció mientras un corazón se elevaba al aire.
No fue el único efecto, pues tanto Bavol como Bleu fueron rodeados por un brillante mar de luces que cubrieron sus cuerpos. Cuando las luces se disiparon, ambos habían recuperado sus cuerpos originales. Bavol había vuelto a ser un pequeño niño gitano, mientras que Bleu se había transformado en un gran hombre de piel azul, marcados músculos y cabellos rubios.
Bleu se echó un vistazo a sí mismo incrédulo por haber recuperado su antiguo cuerpo. A continuación, miró a Bavol, pero su expresión se ensombreció al darse cuenta que el gitano se había desmayado. Quizás aquel disparo le había dañado más de lo que creía.