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Mierda…».
La antorcha de alguien se movía hacia ellos y no podía ser peor señal. Light hizo caso a Fátima y comenzó a correr por el callejón oscuro, sin aflojar la prisión que formaban sus manos. El animal, rendido, pareció tranquilizarse un poco y dejó de atacarle con el pico. Debía estar tan cansado como ellos.
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¿En serio? ¡Será una broma!Fueron a parar a una plaza que no tenía salida alguna. Light chasqueó la lengua y maldijo su mala suerte. En su anterior aventura con Hana les acorralaron también, y no les quedó otra que salir huyendo gracias a su eidolon. ¿Se repetiría la misma historia? Todo parecía indicar que sí, porque Fátima le dio una idea.
—
¿Puedes usar algo para asustarlos cuando salgan? Luego me encargaré yo de ellos.—
Oh, sí —respondió. Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro—.
Se van a enterar. El simple deseo de que acudiera su eidolon bastaría para que éste apareciera. En su forma cuadrúpeda, tomaría la forma de un perro gigante y azul, una criatura que no se veía todos los días en Port Royal, por no decir nunca.
Fátima se plantó delante de los corsarios que iban viniendo. Light y su mascota, por su parte, se apartaron un poco para que no les pudieran ver de momento.
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¡Dadnos el loro!Cuando Fátima le miró se imaginó que iba siendo el momento. ¡No había tiempo que perder!
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Ruge, muestra tus colmillos y corre, no tengas piedad —le susurró a su mascota para que entrara en acción ya.
Y así hizo Gaomon. De repente, se interpuso entre Fátima y los piratas, mostrando los colmillos a los segundos y provocando la palidez de su rostro. El can gigante liberó un rugido feroz y comenzó a trotar hacia adelante para atravesar el callejón, llevándose por delante y derribando a aquellos que les obstaculizaban el paso (muy pocos, porque la mayoría salieron por patas).
—
¡¡Un monstruoooo!! —chillaban la mayoría de los hombres, histéricos.
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A joderse», uno de los piratas arrojados en el suelo intentó cogerle del pie, pero Light logró zafarse.
Light avanzó detrás de su eidolon, procurando no pisar las antorchas que habían caído al suelo. Éste les limpió el camino y provocó que los piratas de delante huyeran. Si algunos quedaban tras él no tenía de qué preocuparse porque Fátima le protegía las espaldas.
Atravesó aquel callejón por segunda vez y fue a parar a una calle mucho más ancha, la misma donde hace escasos segundos se había encontrado con Fátima.
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Puedes desmaterializarte ya, bien hecho. —Le felicitó al perro, levantando el pulgar de su diestra. Confiado, creía ciegamente que lo peor había pasado.
Aquello fue un error porque aún quedaba un pirata: el líder de todos estos. El corsario, que venía por otra calle, le encontró justo después de que el eidolon desapareciera.
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Hasta aquí habéis llegado. Dame ese puto loro si quieres vivir. Al mínimo paso en falso te vuelo la cabeza —Le apuntó con el revólver, a escasos metros.
Iba a dispararles en cualquier momento.