Yendo hacia mí, Jill se puso de puntillas para plantarme un beso en la frente que me dejó totalmente descolocado e hizo que casi no pudiese entender las siguientes preguntas que me dirigió.
—Eh… si —respondí algo confuso aun antes de aclararme la garganta y hablar con propiedad —. La zona en la que tuvimos que combatir no sufrió ningún daño remarcable, tampoco lo sufrió ningún animal que pudiese rondar por la zona —. De seguido me tocaba inventarme alguna historia para justificar el no haber traído ningún Sincorazón para salvarle la vida —. Sobre el tema de traerle un espécimen de los monstruos, desafortunadamente, uno de los gorilas que pasaba por allí atacó y eliminó al ser que estábamos intentando capturar, posiblemente estuviese cansado de que los monstruos no les dejaran acercarse a esa zona, por lo que se tomó la justicia por su mano.
La mujer pegó tal chillido que tuve que taparme los oídos para poder permitir a mis tímpanos sobrevivir.
—¡Que bien! ¡Que bien! Mis pequeñines son super dependientes —celebró la mujer felizmente dando unos saltitos —. Ay, pues me alegra mucho que os hayáis librado de esas cosas tan raras, espera un poquito a que preparo algo para que os llevéis por un trabajito tan bien hecho.
—No tiene que preocuparse, Jill, con ayudar nos vale —. Aunque la recompensa se agradece —. Voy a ir avisando a mi compañero para decirle que podemos ir yéndonos.
Abrí parcialmente la lona que tapaba la puerta para ver el exterior. No me di más fuerte en la frente porque no pude ¿cómo demonios se le había ocurrido ponerse a comer la gaviota delante de los ecologistas? Miré de reojo a Jill que estaba metiendo varias monedas en pequeñas bolsas. Golpeando el suelo con el pie nervioso, esperé a que la mujer terminara de preparar la recompensa para llegar hasta ella de una zancada y cogérsela.
—Siento ser tan brusco, señorita Jill, pero es que nos han llamado por otro caso como este y tenemos que partir de forma inmediata hacia allí —le agarré la mano sacudiéndola a modo de agradecimiento y despedida —. Ha sido un placer ayudarla, investiguen mucho y sean felices entre los pajaros de la selva, adiós.
No tardé ni un segundo en salir de la tienda y empezar a correr tras mi loco compañero hasta alcanzarlo.
—¡¿Eres idiota?! ¡Te dije que no dejases que te viesen! —le grité bastante mosqueado de que tuviera que volver a abandonar un mundo de aquella manera —. Vete preparando la armadura y el glider, vamos a intentar perderlos de vista en la selva.
Agarrando el brazo de Adam para que girase hacia los arboles y matorrales del lugar, me giré un segundo señalando a uno de los ecologistas con la mano abierta. Al cerrarla, varias zarzas se enrollaron alrededor de sus piernas tirándolo al suelo y consiguiendo que varios miembros más del grupo se tropezaran con él.
Tras un rato y conseguir perderlos, nos adentramos en el intersticio de los mundos montados en nuestros gliders.
—La siguiente vez que te comas un pájaro, hazlo sin que nadie te vea, por favor —repetí echando la cabeza hacia adelante, aquel día me había cansado más de lo que esperaba.
Aunque bueno, tampoco había ido tan mal. Era mi primera misión con alguien de mi mundo, algo que era bastante agradable por poder compartir cosas (aunque este fuese tan distante en lo referente a la ciudad) y la misión había resultado entretenida y útil como entrenamiento. Además, habíamos sacado una buena cantidad de platines por terminarla de forma satisfactoria.
Realmente no podía pedir mucho más, solo una decena decente cuando llegáramos a Bastión Hueco.
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