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¡¿P-pero...?! ─
¡Nunca ganarás un combate si te limitas a bloquear mis ataques! ─bramaba el chico, rompiendo cada uno de sus bloqueos consecutivos. La chica, al principio asustada por la fuerza que demostraba el aprendiz, simplemente no daba crédito. Intentaba bloquear todos sus ataques interponiendo su delgada espada de luz; en vano, claramente era incapaz de superarle; y Light, implacable y decidido, no mostraba compasión alguna y estaba decidido a desarmarla.
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¡No! Saeko había perdido finalmente la espada cubierta de tinieblas que había utilizado. Ahora que estaba desarmada, su vulnerabilidad era clara: estaba a merced de su rival, el aprendiz de Tierra de Partida que se oponía a sus ideas: Light Hikari. Pero ahí no acabaría todo. El chico rápidamente observó la mano de la joven y rápidamente predijo lo que se proponía: ¡A la chica aún le quedaba un arma por utilizar!
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¡Esto no ha terminado! Fortaleza. Justo a tiempo, Light utilizó el poder de la tierra para endurecer toda su piel, convirtiéndose literalmente en un muro humano. Sin embargo, el joven hizo una mueca: el ataque súbito de Saeko alcanzó su objetivo y le hizo daño, pero no le hizo tanto daño como en principio debería haberle causado. Saeko, frágil y no demasiado fuerte, se vio obligada a retroceder tras el ataque. Horrorizada, comprobaría que su ataque rebotaba en el aprendiz como si hubiera golpeado a una mera pared, perdiendo su segunda arma en el acto.
Finalmente, la muchacha cayó derrotada al suelo, sin ninguna esperanza de acabar con su adversario. Light se acercó a la muchacha arrodillada y apuntó a su cabeza con la Llave Espada, sin dejarla otra opción.
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¿Es ahora la parte en la que me das la paliza de muerte y me dejas aquí abandonada? Púdrete. Enfadada, y con el único objetivo de provocarle, escupió al suelo. Inevitablemente, le recordaría a él mismo con aquel acto de desafío.
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No, es la parte en la que te calmas y admites tu derrota ─sentenció, ignorándola y dejando claro que no iba a hacerle daño─.
¿Se te han bajado ya esos humos? El chico ya dio por hecho que había ganado, ignorando por completo la presencia de la mascota de Saeko, la cual aún no había tenido el gusto de conocer. La criatura fantasmagórica corría en dirección al aprendiz, dispuesto a hacerle pagar lo que le había hecho a su amiga.
Claro que… ¿Era Saeko la única aprendiz que contaba con un compañero?
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¡Cuidado! Sin que nadie se lo esperara, un orbe de luz empezó a dar vueltas alrededor de Light. Inevitablemente, la mascota de Saeko recibiría de lleno las múltiples embestidas del improvisado astro, tras lo cual no le quedaría otra que retroceder y alejarse de la órbita que describía. La bola de luz pasaría muy cerca de la aprendiza de Bastión Hueco, casi rozándola. Puede que, tras contemplar todos sus ataques, Saeko ya se empezara a hacer una idea de la afinidad de su contrincante.
Y de su leal mascota, quien ya se había recuperado un poco de la descarga tras un breve descanso. El perro bípedo con dos guantes de boxeo se disponía a machacar al fantasma que había intentado atacar a su invocador por la espalda, al mismo tiempo que Saeko intentaba otro ataque furtivo, aprovechando la distracción de su compañero.
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¡¡¡¿QUERÉIS PARAR DE UNA VEZ?!!! Además de rogarles que se detuvieran, Saxor utilizó una habilidad que momentáneamente les aturdiría. Aquellas ondas oscuras invocadas por Saxor parecían golpearles sin piedad.
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Light, no pienses que eso ha sido voluntario... ─
Ya veo… ─Asintió, agitando la cabeza. Todavía aturdido, no se dio cuenta de que la acción de su compañero había parado el ataque de Saeko en seco.
Saxor comenzó a andar hacia ellos.
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Es...cucha. No sé si el fin que buscan es real, pero tienes que saber una cosa: Yo antes vivía en un mundo rebosante de luz, llamado Vergel Radiante ─Light reaccionó con sorpresa. Si su memoria no le fallaba, Saxor se lo había dicho en una ocasión, antes de descubrir que él había nacido allí también─.
Y tus maestros mataron a todos sus habitantes, incluidos familiares y amigos para convertirlo en vuestra base de operaciones: Bastión Hueco. El fin no justifica los medios. ─
¡Me da igual, me da lo mismo! Ya soy consciente de ello, y también he tenido que enfrentarme a esos monstruos muchas veces. Si no pudistéis proteger vuestro mundo, es vuestro problema. ─
Estúpida… ─Sin dejarle que completara el insulto, Saxor le interrumpió y prosiguió. La sangre de Light hervía: ¡pero qué manera más descarada de evadir la verdad!
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Pero eso ahora no es la cuestión. Tenemos que salir de aquí, y una pelea no nos va a ayudar en absoluto. Guilmon, ¿cómo saliste la primera vez?─
Guilmon usó su disco para salir por un terminal. ─contestaba el compañero de Saxor, observando con preocupación el curioso cielo.
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No hay manera de escapar de aquí. Aquí no hay ningún terminal, después de todo nos quieren para que participemos en los Juegos. No dejarán salir a sus prisioneros tan fácilmente ─les confirmaba Gaomon. Light se mostró algo sorprendido, pues no se esperaba que su compañero supiera tanto al respecto. Parecía tener las ideas muy claras, y además se mostraba más hablador que de costumbre─.
Y, aunque los hubiera, los tendrían todos controlados.
>>No nos queda otra que quedarnos a luchar. ─
¿Gaomon…? ─
¡Usuarios! Una voz grave y firme alertaría a Light y a los demás. Gaomon, por alguna razón, se desmaterializó inmediatamente, desapareciendo de la vista de todos. Cuando comprobaran de quién se trataba, las esposas de luz volverían a cumplir su función: la de inmovilizar sus brazos. Sin remedio, Saeko y Light tuvieron que desmaterializar sus armas.
Se trataba de un individuo pálido, aparentemente un programa, por la armadura con luces de neón que llevaba equipada, en este caso, rojizas. El rostro pálido y serio del individuo no mostraba sentimiento alguno, pero parecía que tenía cierto interés en los prisioneros, así que no lo dudó y se acercó a ellos.
El programa no estaba solo, sino que iba acompañado por unos cuantos soldados, quienes les seguían en fila. Todos ellos iban armados con lanzas, al igual que los otros que Light había conocido.
Todos estos programas se pararon delante de los aprendices y sus mascotas. Ninguno de los programas pronunció palabra alguna, únicamente su comandante: el comandante Sark.
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Habéis sido seleccionados para competir en los juegos, usuarios ─pronunciaba el soberbio comandante, con asco, bastaba con escucharle para darse cuenta de que se trataba de alguien muy desagradable. La mirada fría del individuo se detuvo en cada uno de ellos; especialmente, en tres de ellos, quienes le resultarían muy familiar, sobre todo cierta chica─.
Veo… caras conocidas ─expresaba, intentando aparentar curiosidad. Acto seguido se colocó en frente de la aprendiza de Bastión Hueco─.
Antivirus Saeko-40K, el programa traidor que escapó para convertirse en Usuaria. Pronto pagarás tu imperdonable traición ─dejó caer el comandante, alejándose de la aprendiz de Bastión Hueco para pararse delante de los prisioneros restantes, ignorando cualquier comentario que hiciese la chica.
Por último, se paró a observar a Light. La mirada gélida y despiadada del Comandante Sark conectó con la desafiante del aprendiz. Por alguna razón, la mera presencia de ese individuo le ponía la carne de gallina, tenía miedo. El extraño programa se llevó la mano a la barbilla, meditativo.
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Tú eres el usuario que venía con un disco defectuoso. Curioso. ¿Eh? ─
Los usuarios sois muy estúpidos, sin duda. Yo fui quien os liberó del programa de restricción ─les confirmaría, paseándose delante de ellos─.
Podía haber dejado que os eliminarais entre vosotros y ni hubiéramos necesitado los Juegos para conseguirlo. Habría sido... interesante ─les dijo, sacando su lado sádico. Light apretó el puño y observó con furia al soberbio programa─.
Estúpidos usuarios. Autodestructivos, necios... Vuestra estupidez nunca deja de sorprenderme. >>Pero quien más me ha sorprendido ha sido tú, traidora. ─Se detuvo una vez más ante Saeko─.
No me esperaba que tú, un programa, perdiera ante este ordinario usuario. Claramente puedo comprobar que has perdido… facultades. Es una vergüenza ─declaraba con asco, incluso avergonzado.
El comandante, en silencio, escucharía lo que Saeko tuviera que decir. Light, quien no conocía nada de la historia de la chica, le bastaba observarla para darse cuenta de que las palabras de Sark le habían afectado bastante. ¿Puede que sintiera lástima por ella? Quizás, pero seguía detestándola.
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¿Qué conseguís con los juegos? ¿Sacrificáis gente por gusto o cómo va esto? ─interrogaba Light, quien no toleraba la existencia de aquellos Juegos.
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Los usuarios, en realidad, sois seres inferiores a nosotros ─declaró el Comandante Sark─.
Pero nosotros, los programas, somos perfectos y hemos tenido que servir a los usuarios durante mucho tiempo. Lógicamente, eso no tiene ningún sentido, ese es el punto de vista del PCM.
>>Al igual que nosotros os hemos servido, ahora seréis vosotros, los usuarios, los que nos serviréis. Participaréis en los Juegos, donde lucharéis por vuestra vida y nos entretendréis. ─
¡Esto… es ridículo! ─exclamaba Light. No podía comprenderlo porque no estaba muy familiarizado con la tecnología, pero no podían hacer lo que les viniese en gana con sus vidas.
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Llevadles a los Juegos ─espetó, ignorando cualquier queja─.
El laberinto les espera. Los escoltas del comandante les apuntaron con sus lanzas y les obligaron a marchar. Avanzaron por la gran sala y tomaron un ascensor, por el cual descenderían unos cuantos pisos, siempre vigilados. Si intentaban hacer un movimiento en falso, una lanza eléctrica les aturdiría.
Light no pronunció palabra alguna con nadie. Agobiado, en aquellos momentos experimentaba una desagradable sensación en el estómago. Estaba asustado, sí, pero de ninguna manera iba a dejarse matar en aquellos juegos.
¿Queréis Juegos? De acuerdo, los tendréis.