Al final resultó que Light también tenía la misma misión que yo, no sería la primera vez que Tierra de Partida y Bastión Hueco coincidían en algo, pero era raro que hubiesen mandado la misión de caza a las dos Órdenes. Tampoco es que me preocupase mucho, sabía lo hábil que era el chico con la espada por lo que tenerlo de aliado en la cacería no era muy mala idea. Tampoco me preocupaba compartir la recompensa, eran platines algo que gracias a mi estatus no me faltaba.
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Cuantos más seamos más rápido resolveremos el problema.Seguidos por los dos naipes, el aprendiz de Tierra de Partida y yo recorrimos un largo trecho del bosque buscando el origen de los gritos. Por el camino no paramos de encontrarnos restos de plantas y flores marchitas, aquello parecía afectar a los dos soldados que volvieron a mencionar el tema de perder la cabeza y como a su Reina no le gustaría nada descubrir aquello.
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Podéis estar tranquilos —me dirigí a ellos interrumpiendo su conversación —
. Sea lo que sea que esté causando esta masacre, vamos a eliminarla. En cuanto deje de existir esta zona del bosque volverá a estar tan viva como las otras.Y siguiendo el camino de muerte, llegamos a un campo de flores coloridas que no pegaba nada con lo que nos había llevado al lugar. Lo más llamativo de aquel lugar era un enorme capullo de flor con petalos azules y amarillos, valía la pena mencionar que las flores que poblaban ese lugar compartían esos dos colores.
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Esperad. Mirad bien —nos detuvo Light señalando el lugar.
El joven parecía sospechar del aspecto de las flores y no era raro que pensara así, después de todo antes de llegar al lugar sólo habíamos encontrado vegetación muerta, incluso desde donde nos encontrábamos podían verse algunas flores marchitas. Claramente, aquel prado llamaba demasiado la atención.
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¿Crees que esto podría ser lo que buscamos? —le pregunté con tono serio al aprendiz.
Los naipes parecía que no se tomaron el brusco cambio en las flores con la misma sospecha que nosotros, incluso estaban bastante emocionados de ver el capullo.
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Señor Alec, no sé si encontraremos al monstruo, pero esta flor es perfecta para Su Majestad —anunció el de Diamantes.
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Bueno, no del todo perfecta, tendríamos que colorearla de rojo, pero algo tan voluminosos y bonito representa perfectamente a la Reina ¡Debemos llevarle la flor! —lo acompañó el de Picas y juntos empezaron a sortear las florecitas pequeñas para llegar al premio gordo.
Intenté detenerlos ya que peligroso o no, no podíamos ahora ponernos a cargar con un capullo de casi dos metros de alto. Mis ganas de hacerlo aumentaron cuando Ilana empezó a gruñir en dirección a la enorme planta.
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¿Ilana, estás…? —. Y entonces llegaron todas las emociones que confirmaron nuestras sospechas.
El miedo y la rabia habían tomado el control en la gatita y aquello solo podía significar una cosa.
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¡Deteneos, es el monstruo! —grité a la desesperada para que los naipes dejarán de avanzar, pero aquello también sirvió para alertar a la bestia.
La tierra bajo nuestros pies tembló y casi acabé perdiendo el equilibrio cuando varias raíces brotaron bajo nuestros pies obligandonos a retroceder. Las pequeñas flores que habían adornado el prado se alzaron en el aire y abrieron una tras otra para mostrar las mismas caras negras con ojos amarillos que habíamos visto.
Varias decenas de flores danzaron en el aire como si estuvieran desperezándose tras un largo sueño y en medio de aquella danza se levantó y abrió el enorme capullo. Pude ver durante unos segundos el símbolo de lo Sincorazón grabado en uno de sus pétalos, pero lo que atrajo toda mi atención fueron sus brillantes ojos amarillos y su zigzagueante boca que pedía a gritos nuestros corazones.