[Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Misión de Alec Ocus, Nikolai Everard y Saeko

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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor Tsuna » Sab Ago 08, 2015 12:58 am

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¡Estupendo, magnífico! Pues ya está. Puedes aprovechar la corriente marina para darle caza, aunque con esas pintas seguro que saldrá por patas… Si las tuviera, claro, que no hablamos de Sebastián.

Asentí con la cabeza, dejando de prestar atención al pez una vez terminara con la explicación para fijarme mejor en las corrientes marinas. A simple vista me hubiese resultado imposible averiguar dónde se encontraban, pero por mi aspecto de animal marino lograba escuchar un fuerte sonido que venía de una dirección en particular, además de que el agua en esa zona parecía más revuelta y agitada. Estaba segura de que ahí es donde debía aprovechar para lanzarme de cabeza a por el delfín.

Si ya estás lista, permíteme que te acompañe. Ese sinvergüenza no se va a librar de un escarmiento. —Y se subió encima de mi hombro derecho, aferrado con sus delicada aletas.

Vale, entonces sólo tengo que seguir la corriente, ¿no? —expliqué, más para mí misma que para que me respondiese él, a la vez que señalaba con mi mano derecha la dirección de la que venía la corriente—. Déjamelo a mí.

El delfín ni siquiera parecía haberse percatado de mi presencia cuando me empecé a mover. Avancé lo más rápida que pude hacia la corriente, y nada más acercarme pude sentir la presión que empezaba a ejercer el agua sobre mi cuerpo, obligándome a avanzar muy despacio aun estando quieta. Tomé unos segundos de respiro y me lancé sin pensarlo mucho.

La corriente me golpeó en la cara y me empujó con violencia hacia algún lugar que no lograba ver bien, a causa de los mechones de pelo que me tapaban la vista, y que tampoco estaba atenta a dónde me llevaba, más ocupada intentando manejarme bien en aquel entorno. Mi piel se heló de inmediato, sintiendo el frío que arrastraba la corriente consigo misma, y con el pez fuertemente agarrado a mi espalda, recuperé la compostura.

Fruncí el ceño y miré, concentrada, a todas las direcciones posibles, intentando ver algún lugar que me llevase a donde se encontraba el delfín, que ahora descansaba en el centro del arrecife, rodeado por la corriente marina.

¡Por ahí no! ¡Gira a la izquierda!

A medida que avanzaba pude ver que la corriente se dividía en más y más rutas, todas se internaban dentro de las cuevas y las cavernas de la zona, pero asentí a sus indicaciones deseando terminar cuanto antes, y giré a la izquierda como me había dicho. La corriente me pilló desprevenida y descendí por un túnel oscuro que no tardó en llevarme a la superficie, justamente a la zona trasera del delfín.

El pez se me acercó al oído y me susurró:

Ahora, salta sobre él.

Como había hecho hasta ese momento y sin pensarlo mucho, hice uso de todas mis fuerzas, que no eran pocas, para luchar contra la corriente e intentar salir de ella. Me impulsé golpeando el agua con la cola y salí despedida. Me precipité sin control sobre él, y con los ojos fuera de órbita, protegiendo mi cuerpo con mis brazos e intentando no darme un golpe con nada. Pude sentir cómo el pez se desprendía de mí para saltar sobre el delfín, que nos observaba atónito, y cuando me recuperé del susto, ya estaban discutiendo sobre si uno le debía al otro unos erizos de mar.

Suspiré ignorada por completo, y elevé la voz.

Bueno, ¿y cómo abro la almeja?

El pez me miró unos segundos, con el ceño fruncido, y me respondió la cosa más absurda del mundo:

Pues le das un par de toques y se lo pides por favor. No tiene más misterio.

Me quedé con la mirada desencajada, intentando no perder los nervios. Me hubiese esperado cualquier otro método, pero no aquello. No tardé en irme de allí, atravesando de nuevo la corriente y volviendo junto a la almeja. Invoqué mi Llave Espada, todavía escuchando sus gritos de discusión al fondo, y toqué un par de veces con el filo su superficie, sin creer lo que estaba a punto de decir:

Por favor, ábrete. Necesito esa perla. —rogué

La almeja se abrió al instante, dejando ver la preciosa perla. No me hizo falta pensarlo dos veces, agobiada como estaba, y la agarré con mis dedos para ponerla a buen recaudo. Una cosa menos.

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Saeko obtiene: Perla x1
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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor LightHelco » Vie Ago 28, 2015 1:19 am

¡Por Neptuno, Steve! —llamó alguien desde la cubierta del barco al acercarme —. ¿Se puede saber dónde demonios andabas? Hace media hora que quiero irme a dejar nadar al tiburón y no puedo sin que me releves.

Alcé la vista para encontrarme con el pirata que me había llamado, parecía ser que el disfraz funcionaba a la perfección y que iba a poder entrar en el barco sin problemas. Aun así tenía pensado forzar la voz para intentar sonar más adulto, eso o no decir ni mu.

Tras que soltara una escalinata para poder subirme al navío, me reuní con el pirata bajándome un poco el sombrero no sea que me pudiese pillar por la cara. Tampoco es que el pirata al que hubiese noqueado tuviese nada raro, pero muy posiblemente me sacara diez años y no es que los de mi raza envejeciéramos muy rápido.

Ya era hora, Steve. Bueno, te dejo vigilando esto —me dijo el pirata casi sin mirarme, seguramente más preocupado en su “tiburón” —. Ya sabes donde están el resto, así que intenta no dormirte, el otro día ya recibí suficiente bronca por parte del capitán por esa siesta tras la comida.

A menuda pieza le había robado la ropa.

No te preocupes, eh… compañero —terminé la frase al darme cuenta de que no me había dicho su nombre —. Pienso estar tan atento como los tiburones a la sangre.

Eso dices siempre. Venga, me largo —“al fin” —. Aunque… ¿Steve, estás bien? Porque suenas diferente…

Casi salté del susto cuando dijo eso, pero me recompuse rápidamente y llevándome la mano a la garganta y haciendo como si tosiera le respondí:

Nada, es que ando algo mal de la garganta, se me pasará en unos días.

Al pirata pareció convencerle la respuesta y tras un una frase de preocupación sobre mi supuesto malestar, bajó por la escalinata y fue corriendo hacia la arboleda que cubría casi toda la isla. Ya estaba al fin solo… en cubierta al menos, aunque al mirar hacia arriba descubrí que había alguien más entre los mástiles, seguramente el vigía. No sería problema el noquear a un solo pirata, pero me molestaba un poco que justo se hubiese quedado bajo la bandera que tenía que robar.

No importa, pongámonos manos a la obra —. Choqué mi mano con mi puño fijándome en la larga escalera de cuerdas que unía el puesto del vigía con la cubierta, me iba a tocar escalarla.

Tardé bastante en subir, era muy mal deportista y cosas así me costaban más de lo normal aun habiendo sido de joven de los Brujos más fuertes por mi tamaño, pero ahora era más torpe que un Zombi. En más de una ocasión tuve que mirar a cubierta y la isla esperando que el pirata que me había dejado al cargo no regresara. Tras casi diez minutos escalando, llegué hasta el puesto del vigía, el cual me miró con cara rara al verme llegar.

Eh, Steve, ¿te encuentras bien? Tú no sueles tardar tanto en subir hasta aquí —habló el hombre clavándome la mirada —. Te veo raro…

N-no es nada, en serio, es solo que ando algo mal entre la garganta y todo —respondí rápidamente llevándome una mano al cuello y escondiendo la otra en al que fui cargando magia —. Ya sabes, me quedó todas las noches vigilando y me duermo sin taparme, esas cosas que hacen que al final coja un buen catarro.

El pirata se me quedó mirando unos segundos y su expresión de preocupación pronto pasó a una de alarma al empezar a darse cuenta que yo no era el tal Steve. Varios rayos se reunieron en mi mano listos para ser descargados sobre un objetivo.

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¡Espera, tú no eres Steve! ¡Polizón en el barco! —gritó al instante el pirata mirando hacia cubierta —. Repito, ¡tenemos un polizón en el…AGH!

No dejé que terminara de hablar al lanzarle mi hechizo Electro contra su espalda y dejarlo seco al instante. Al final si había tenido que noquear a dos personas, pero ya no había nadie más en el lugar para molestarme con el robo de la bandera. Desenfundado mi espada, me acerqué a este y me dispuse a cortar las cuerdas que la mantenían ligada al mástil para así poder llevármela, cuando escuché ruidos desde más abajo.

Con cuidado, me acerqué al borde del puesto vigía y miré hacia cubierta en donde habían aparecido hasta diez piratas, seguramente atraídos por los gritos de su compañero. O más bien por los gritos del primer pirata que había dejado sin sentido, el cual se acercaba junto a su compañero al barco maldiciéndome y dejando claro que había sido atacado. Adiós al plan.

¡El ladrón es un demonio!

¡Ahí arriba! ¡Está intentando llevarse la bandera!

¡Se ha cargado a Bob!

A los gritos pronto les siguieron los disparos que se quedaron muy cerca de alcanzarme si no me hubiese agachado. ¿Qué podía hacer ahora? No había conseguido de cortar la bandera así que no podía simplemente hacer aparecer el glider y largarme de allí antes de que me metieran un balazo entre ceja y ceja, pero por esa misma razón no podía arriesgarme a levantarme y terminar el trabajo.

Escuché a los piratas hablar de subir hasta donde me encontraba empeorando mucho las cosas. Tenía que salir de ahí y rápido. Aprovechando a que el vigía aun seguía inconsciente, lo levanté y coloqué delante de mí para poder usarlo de escudo mientras buscaba alguna forma de escapar. Tras mirar un rato, vi un par de sogas que conectaban con el segundo mástil, por lo que me colgué de una de ellas y empecé a moverme hacia el otro lado.

Más disparos llegaron por parte de los piratas, aunque por suerte ninguno me alcanzó debido a que aun se encontraban lejos. Con algo de esfuerzo conseguí llegar al otro lado y aferrarme al mástil para no caerme, tras esta aventurita tenía por seguro que iba a empezar a hacer más ejercicio. Descubrí que me encontraba justo debajo de una de las velas, por lo que aquello estaba lleno de cuerdas que usaban para amarrarlas y soltarlas, así que podría aprovechar una de ellas para bajar…

Bam

¡Antes de que me convirtieran en un colador! Sin perder tiempo, cogí una de las sogas y empecé a deslizarme por ella, pero justo la bala de uno de los piratas tuvo que ir a dar en la polea que mantenía la cuerda haciendo que esta cayera varios metros rápidamente y se balanceara con fuerza. Aquello hizo que me chocara contra la escalera de cuerdas y el mástil, aturdiéndome y tirándome de la cuerda. Por fortuna acabé en las otras, pero no llegué a agarrarlas a tiempo con las manos y hasta que no se me quedó pillado un pie, bajé varios metros.

¡Que alguien vaya a avisar al capitán, vamos!

Venga, que ya tenemos a ese demonio.

Entre el golpe y todo, no me di cuenta de cuando se me habían acercado tanto los piratas y para cuando me lo vi, ya tenía una decena de armas apuntándome. En aquel momento ya solo se me ocurría un plan y ese consistía en levantar las manos lentamente y sonreír de forma nerviosa mientras usaba la única palabra que podía salvarme la vida:

¿Parlamento?
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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor Drazham » Mié Sep 30, 2015 6:39 pm

Nikolai atravesó el mar de nubes con su glider hasta que avistó desde los cielos el vasto océano puro y cristalino que reflejaba los rayos del sol. Un espectáculo que solo había llegado a ver en libros o fotografías que traían los viajeros a su mundo natal. No había punto de comparación con la experiencia auténtica, sintiendo la brisa marina a través de las hendiduras de su armadura.

Divisó en el gran azul una amalgama de fragmentos terrestres recubiertos de vegetación, como si de picatostes en una sopa se tratasen. Supuso que se tratarían de las llamadas Islas del Destino, el archipiélago a donde se tenía que dirigir. Descendió con su vehículo hasta dar con una isla mucho más grande que las demás, debiendo ser la principal por la cantidad de casas repartidas por su superficie.

Tras pisar tierra, vagabundeó por las tranquilas calles de la villa. Le invadió una sensación de paz que creía perdida tras los eventos vividos en los dos mundos anteriores. Ni gorilas cleptómanos, ni muchedumbres ansiosas por ver un buen combate. Allí lo único que había era un pueblecito mundano y sosegado, perdido en la inmensidad del océano.

<Claro, así sí que da gusto ir de recadero>.

Escuchó un griterío jovial a sus espaldas y viró la cabeza. Pegó un bote a un lado antes de que un grupo de chavales en bañador le atropellasen. Siguieron corriendo tan despreocupados entre risas en dirección a la playa más cercana hasta que se perdieron en la lejanía. Se le escapó una sonrisilla, lo cierto es que en plena estación de verano apetecía un buen chapuzón, y más aun con el clima tan bueno que tenían las islas.

Sí en la Orden les concedían un par de días libres, se pensaría el proponerle una escapada veraniega. Después de los meses tan duros que habían tenido, no se negaría a un poco de relax.

Pero del paopu, el fruto con forma de estrella, ni rastro. Lo único que encontró en la isla fueron cocoteros a patadas. Lo mismo no estaba buscando en el lugar correcto, la información que descargó Saic de la terminal decía que los paopus crecían durante todo el año.

Para salir de dudas, prefirió buscar a alguien para preguntar. Encontró a una mujer cargada con un par de bolsas bien llenas de la compra.

Disculpe, ¿sabe dónde puedo encontrar los frutos de paopu por aquí? —le preguntó, señalando las abundantes palmeras repletas de cocos que no le servían de nada—. Esos que tienen forma de estrella.

La señora le dedicó una mirada escéptica a Nikolai, analizándolo, posiblemente porque se imaginó que se trataría de un turista al preguntarle por los frutos. Sin embargo, la cara se le iluminó a los pocos segundos, como si se percatase de algo, y soltó una sonora carcajada.

¡Vaya, y yo que pensaba que los jóvenes pasabais de las viejas costumbres! —Esbozó una pícara sonrisa—. Hay por ahí una muchachita que te tiene engatusado, ¿eh?

... ¿¡Qué!?

Nikolai, con los ojos como platos, echó la cabeza hacia atrás del shock. Los colores se le subieron a la cara, poniéndose rojo como un tomate y balbuceando cual bobalicón. Por más que intentase comprenderlo, era demasiado absurdo. ¿A que había venido ese comentario? No, más importante todavía, ¿cómo sabía ella qué…?

Oh, vamos, no pongas esa cara. —Soltó una risita—. Quieres probar la magia de los paopus con ella, ¿no? ¿Por qué si no un pimpollo como tú estaría interesado en ellos?

Enarcó una ceja.

¿Cómo que magia?

Ya sabes, dicen que si compartes un fruto de paopu con la persona a la que amas, estaréis unidos el uno al otro para siempre —explicó—. Una vieja tradición de estas islas que se practica desde antaño.

<Oh, demonios. Así que era eso…>.

Se llevó la mano a la frente y negó con la cabeza. En esos momentos deseaba que la tierra le tragase por haberse asustado de una vieja e inofensiva costumbre para los enamorados. ¿Pero qué iba a hacer? Demasiada causalidad que por su cabeza estuviese rondando cierta chica.

No. No es nada de eso, créame. —Trató de disuadirla, agitando la mano derecha—. Tan solo quería uno para llevárselo a un conocido que estaba interesado en ellos.

Ya veo… —La mujer le dedicó una media sonrisa. Niko se mordió la lengua, dándose cuenta en el último momento de que su excusa (pese a que fuese verdad) se podía interpretar de otras maneras. Ganas de darse otro capón en la frente por su metedura de pata no le faltaron—. Bueno, si quieres hacerte con uno, te recomendaría que probases a buscar en una isla a la que los niños suelen ir a jugar cuando la marea no está muy alta.

La señora le señaló un pequeño islote que no se encontraba muy lejos de la principal. Se podían divisar diversas construcciones de madera simples que servirían de refugio para los más pequeños cuando deambulasen por allí.

El viaje en barca no creo que te lleve más de media hora. Puedes alquilar una en los muelles. —Le dio una palmadita en el hombro al aprendiz—. ¡Ah, y suerte con tu chica!

La mujer soltó una risotada y siguió con su marcha, dejando atrás a un perplejo Nikolai, que apretaba los labios para contener la sarta de reproches que iban dirigidos a la isleña. Sabía que con eso solo le estaría dando la razón aún más. ¡Y se supone que aquel mundo era de los tranquilitos! Para el bochorno que estaba pasando, casi que hubiese preferido vérselas otra vez con el gorila o con Eron.

Decidió dejar de perder el tiempo y dirigirse a la isla para acabar con el recado cuanto antes. Buscó un rincón de la isla, lejos de miradas ajenas, e invocó el glider para llegar más rápido a su destino.
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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor Tsuna » Lun Oct 19, 2015 11:12 pm

Tras regresar a la playa saqué el móvil, buscando entre los archivos aquel que tenía el mundo donde se podía obtener el diamante. Nunca lo había visitado, por lo que el nombre, que lo leí de pasada en la nave de la Federación, no lo lograba recordar.

Finalmente comprobé que se trataba del Bosque de los Enanitos, un nombre tan gracioso como curioso.

Invoqué el glider, pero no sin antes comprobar que no había nadie a la vista, tanto en tierra… como en mar.

****


Atravesar el Intersticio no fue complicado, y al final conseguí aterrizar en medio del bosque, dentro de aquel mundo. Todavía oculta desde la maleza deshice mi armadura y desmaterialicé el glider, convencida de que por allí debía haber alguna pista que me indicara cómo seguir, y si no tenía éxito, solo me bastaba con preguntar.

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Nada más poner un pie en el camino de tierra, entre varios árboles retorcidos, experimenté una serie de sensaciones muy fuertes y agradables, como el olor a hierba, o el tranquilizador sonido de los animales en la lejanía. A decir verdad aquel lugar no estaba nada mal para desconectar de todo de vez en cuando.

Caminé sin rumbo, un poco perdida pero insistente, recordando la dirección en la que se encontraba el enorme castillo e intentando ir en sentido contrario. Porque suponía que nadie me dejaría una joya por las buenas, y según la información del móvil por la zona del bosque se podían hallar áreas de excavaciones y minería. Solo esperaba no tener que picar piedra como una condenada.

El sendero se me hizo, cuanto menos, inquietante, pues a cada paso que daba me parecía escuchar algo a mis espaldas, o a mi alrededor, como si estuviese siendo vigilada en todo momento. La sensación fue a más cuando se me terminó poniendo la carne de gallina, nerviosa, pero por más que mirase de reojo no lograba ver nada de nada.

Estoy loca.


Sí, sin duda, tanta batallita contra sincorazón, chinos imperiales y monstruos de oscuridad digitales me estaban volviendo loca. Y más estaba convencida de ello cuando pude proseguir sin problemas, intentando alejarme todo lo posible hacia el sur, buscando los resquicios de una mina o similar, en vano. No obstante, sí terminé alcanzando un riachuelo, en cuyo otro extremo se podía ver una vieja y solitaria casita.

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Me encogí de hombros y crucé el puente, escuchando el chirrido de la madera bajo mis pies, dispuesta a preguntar a los dueños sobre mi misión. En cuanto me situé a pocos pasos de la entrada di un par de toques con la mano derecha.

Nada, sin respuesta tras esperar unos cuantos segundos. Llegué incluso a pensar que estarían ocupados, o en el peor de los casos, que no hubiese nadie, por lo que decidí asegurarme con un par de toques más sonoros y profundos. Dolorida por los golpes que había pegado, aparté la mano y exhalé aire, intentando mantenerme serena. Estando allí de pie y quieta como una estatua no tardaría en sufrir dolor en las piernas, o lo que era peor, de espalda.

Y tras unos veinte segundos parada como una estatua, nadie me recibió.

Cabreada por haber perdido el tiempo de mala manera, desvié la vista hacia un lateral, encontrando una nueva salida del bosque que parecía dar a una zona más montañosa. Igual los dueños de la casa habían salido, o se encontraban por la zona, así que no perdía nada por buscar un poco. En eso consistía mi misión, ¿no?

Hasta me encontré con una pequeña Sombra que surgió en el otro lado del puente, por donde antes había llegado. La observé un poco asustada, temerosa porque saliese allí una horda enorme de sincorazón, pero nada más lejos de la realidad la criatura se ocultó en el suelo y regresó al bosque.

Ni siquiera un sitio como este se libra de ellos… —musité para mí misma, triste.

Y afortunada por no haber recibido una emboscada en plena espesura.
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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor LightHelco » Jue Nov 19, 2015 2:47 am

Forcejeé por enésima vez intentando liberarme de mis ataduras. Volví a sentir el cañón de la pistola sobre mi cabeza, amenazando con volármela si no me quedaba quietecito y en silencio. Pero vaya, ¿cómo podían esperar aquellos piratas que me quedase sin hacer nada cuando les había oído lo que pretendían hacer conmigo? Hacerme pasar por la tabla, eso era lo que pretendían.

Si tienes problemas con piratas declara un Parlamento… ya veo de cuantos problemas me ha librado” pensé para mi mismo recordando los consejos de Fátima durante el regreso a casa tras aquella misión.

Pues claro que no había funcionado el Parlamento de marras, aquellos hombres eran piratas, delincuentes, ¿qué clase de honor podían tener?

Me dolían ya las muñecas de todo el tiempo que llevaba ya con las manos atadas, tras que hubiese pedido hablar con el capitán del barco, los piratas que me habían cazado me habían atado por si intentaba usar alguna otra de mis magias, asegurando que estaría así hasta el regreso del hombre. Pero claro, las cosas con este no fueron nada bien, en cuanto toda la tripulación se enteró que mi intención había sido robar la bandera del barco, su símbolo, habían empezado a pedir mi cabeza.

El capitán en un acto de benevolencia había acabado decidiendo que dejarían que los tiburones decidiesen si merecía vivir o morir, porque después de todo era un mago y fijo que mi cuerpo hacía revotar las balas o algo. Y ahora estaba allí, atado al mástil y con una venda cubriéndome los ojos, no fuera que pudiese reconocer la zona a donde me iban a llevar, ¡una con solo agua a cien kilómetros a la redonda!

Ya hemos llegado —anunció el capitán del barco tras aquel eterno viaje —. En esta zona abundan una gran cantidad de tiburones.

¿Cuánto llamáis vosotros una gran cantidad? —pregunté nervioso esperando que no fueran más de diez. ¡Por mis ancestros! que solo el tirarme al agua maniatado me iba a matar.

¡Silencio, mago! —rugió uno de los piratas volviendo a amenazarme con su pistola.

No tuve otra que callar y esperar a que aquellos rufianes decidieran cuando me iban a dar de comer a los tiburones. Pasaron varios minutos hasta que el capitán ordeno que me levantaran. Varios de los piratas cortaron las sogas que me tenían sujeto al mástil y me levantaron para arrastrarme hasta lo que imagine que iba a ser la tabla.

Un empujón y varios gritos por parte de los piratas confirmó mis sospechas. Aprovechando que tenía las manos por delante y ahora podía mover los brazos, levanté un poco la venda para poder ver que tenía por delante.

Por mis ancestros… esto tiene que ser una broma.

Y habría deseado que lo fuera, frente a mí podía ver la tabla de madera por la cual me estaban obligando a andar, bajo ella el mar y moviéndose entre las aguas alrededor de cinco tiburones hambrientos y deseosos de llevarse algo a la boca. En este caso, yo.

Avanza, mago —ordenó el capitán pirata apuntándome con su espada.

No tenía otra opción que hacerlo, aunque sí que me di la vuelta para dirigirme hacia el pirata y ver si podía librarme de aquella brutal ejecución que iba a recibir.

¿Va en serio lo de que no podemos llegar a un acuerdo por lo de la bandera? —volví a preguntar a la desesperada —. Tortuga no debe estar muy lejos y allí os pueden hacer otra sin problemas, yo os la pagaría, tengo dinero de sobra para costear una simple bandera pirata.

El hombre simplemente rió golpeando con su pie la tabla con fuerza y haciendo que temblara, a poco estuve de caerme.

No me hagas reír mago, si tanto dinero tienes ¿por qué no te haces tu propia bandera?

Vale, ahí me había pillado. Podía haber ido tranquilamente a Tortuga y pedirle a cualquier sastre el que me hiciera una, pero como que tras mi última visita no estaba muy por la labor de regresar a esa isla de borrachos.

La vuestra es más bonita —respondí finalmente intentando sonreír.

A esto ni respondió acercando más aun el filo de su arma y obligándome a dar varios pasos hacia atrás. Pronto me encontré en el borde de la tabla de madera, aguantando el equilibrio para no convertirme en el almuerzo de los tiburones. Podía escuchar a los piratas gritar para que saltara deseosos de ver como aquellas bestias marinas me devoraban.

Hasta nunca, mago —se despidió sonriente el capitán levantando nuevamente la pierna para golpear la tabla y arrojarme al mar.

Sin perder ni una milésima de segundo, invoqué a Naipe Mágico entre mis manos lanzándolo como pude al aire. El golpe llegó y la madera vibró haciendo que finalmente perdiese el equilibrio y empezara a caer hacia aquellas aguas donde me esperaban los tiburones. Y mientras caía me quedé mirando al cielo, hacia la Llave Espada que iba transformándose en glider, deseando que llegara a tiempo para salvarme de aquello.
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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor Drazham » Vie Nov 20, 2015 2:32 pm

El viaje en glider no le llevó más de cinco minutos. Desde el cielo, Nikolai analizó la superficie de la frondosa isla hasta que localizó una pequeña cala por el borde, libre de árboles para poder aterrizar. Descendió y desmaterializó su montura, hundiéndosele los pies en la húmeda arena.

Sin más dilación, inició la marcha por la playa, dedicándose a indagar en las casetas de madera que sobresalían de los árboles. La mujer de antes dijo que la isla estaba pensada para ser un sitio de recreo para los más pequeños, pero en esos momentos no había ni un alma. Supuso que todos los críos estarían disfrutando del día en la playa de la isla principal, siendo la que más ambiente tendría durante el verano.

Tras caminar un rato, siguiendo el arco que dibujaba la cala, se paró al divisar en lo alto de una elevación un árbol grueso y encorvado. Sus hojas eran muy similares a las de los cocoteros, pero diferenciándose en tonalidades, y en el peculiar fruto que colgaba de estas: algo parecido a un mango amarillo de cinco puntas que se asemejaba a una estrella.

<¡Premio!>.

Nikolai cogió carrerilla y, ejecutando un Doble salto, se encaramó al árbol y alargó el brazo para agarrar una de las frutas. Se soltó y comprobó que se trataba del correcto; el fruto de paopu, con el que completaba el triplete de objetos a encontrar.

<Ha sido más fácil de lo que pensaba>, y tan fácil. Para la de contratiempos que tuvo buscando los otros dos, el fruto parecía haberle caído del cielo después de una larga y tediosa odisea.

Nikolai bostezó y se desperezó, estirando los brazos de una manera exagerada. Lo cierto es que tanto viaje y batallita por el intersticio eran agotadores, y el cuerpo se le estaba resintiendo por las horas que llevaba montado en el glider y los “problemillas” que le habían surgido. Pensó que un pequeño descanso para recuperar energías no le haría mal, y recostó su espalda en el árbol frutal.

Desde allí, entrecerró los ojos y se dejó llevar por el reconfortante sonido de las olas. Fijo su vista en el horizonte, apreciando la cristalina superficie del océano, teñido de un color rojizo por el sol del ocaso. La carga que recaía en sus músculos pronto se la llevó la brisa marina que le acariciaba el rostro.

Bajó la vista al paopu que reposaba en sus manos y lo escudriñó con cierto interés, volteándolo y acariciando sus puntas.

<De modo que los lugareños te toman por un afrodisiaco...>, recordó, divertido, la explicación que le dio la isleña acerca de la tradición de los frutos.

Sería un obsequio muy apropiado para la señorita Saeko, ¿no cree?

Nikolai ladeó la cabeza y se encontró a Saic flotando a su lado (ni se dio cuenta de cuando llegó a materializarse). Frunció el ceño al notarle a su asistente una mirada picarona que le estaba dedicando.

¿Qué estás intentando decirme? —Ah, pero él ya lo sabía. El inconveniente de tener a alguien siguiéndole gran parte de su rutina diaria era que se conocía sus… intimidades.

Oh, nada en especial. —El pequeño ser miró al cielo con una expresión de inocencia, haciéndose el remolón—. Era solo que los usuarios tenéis por costumbre practicar estos ritos “mágicos” para reforzar las relaciones creadas por la atracción.

Saic se le arrimó a la cara, provocándole con su expresión ladina para explotar aun más el punto débil de su administrador. Nikolai puso los ojos en blanco y lo apartó de un suave empujón con dos de sus dedos. Programa del demonio. Para lo inocentón que parecía en cuanto lo encontró, y en unas pocas semanas ya sabía más que suficiente del comportamiento humano.

No en mi caso —alegó, todavía molesto—. La magia, encantamientos, o cualquier cuento de brujas no van a solventar tus problemas amorosos. Eso tienes que hacerlo por tu propia cuenta.

Saic se desanimó por la rotunda respuesta del chico y, con la cabeza gacha, dibujó unos ojos tristones en su visor.

Yo creo que a la señorita Saeko le agradaría el detalle…

El aprendiz echó un último vistazo al paopu antes de negar con la cabeza, y lo metió en la bolsa. Una fruta no le iba a ayudar a avanzar en ese gran dilema conocido como amor, por mucha tradición que hubiese detrás de esta. Si algún día llegaba a dar el paso adelante, y confesarle lo que sentía a esa chica especial, lo haría por mérito y esfuerzo propio.

Y valor. Necesitaría unas cuantas raciones de eso.

Venga, nos vamos.

Saic asintió y se evaporó en una nube de datos, volviendo a su lecho digital. Nikolai bajó de la elevación de un y extendió el brazo, haciendo ademán de invocar el glider. Pero se paró, quedándose en esa posición sus buenos cinco segundos. Experimentó un extraño resquemor que le impedía partir y abandonar la isla. No todavía.

Torció el gesto de la boca y se volteó de nuevo al árbol, todavía con unos cuantos paopus colgando en sus ramas. Provocándole con su bamboleo al son del viento, o al menos él lo llegó a pensar de tal manera.

<¿De verdad que voy a creer en esta supuesta magia?>.

Pero ya no era simplemente una magia nacida de las habladurías y leyendas de enamorados que contaban los isleños. Había algo más. Algo para que la gente, por muy fantasiosas y absurdas que sonasen, se las creyesen y se apresurasen a compartir la fruta con esa persona tan especial. Como si les hiciese cierta…

<Ilusión…>.

La magia de la ilusión. Tal vez fuese eso. La misma ilusión que se podría hacer cualquier muchacho por acercarse un poco más a esa chica que le encandilaba con un detalle tan mundano como un fruto con forma de estrella. O la que se podría hacer por pasar otra noche especial con ella y enseñarle esas clases de baile que le prometió.

La magia no hace milagros. Pero es verdad que te permite creer en ellos y que no los visualices tan inalcanzables.

<Al demonio con todo>.

Nikolai ejecutó un Doble salto, propinándose de una patada, y cazó al vuelo otro paopu. Aterrizó en la arena y lo observó. Le resultaba tan cómico e inverosímil que estuviese haciendo aquello que no pudo contener el atisbo de sonrisa que le asomó por la cara.

Cierto asistente tampoco pudo contener una risita que se le escapó desde el interior del móvil de su dueño.

Una sola palabra de esto, y te mando otra vez con los gorilas —le advirtió con un tono huraño al bolsillo en el que guardaba el aparato.

Puso los brazos en jarra y cerró los ojos, soltando un suspiro desganado. Se le había hecho muy tarde; el atardecer pronto acabaría y, con ello, la hora límite del pedido. Con sus tres objetos (más uno extra) bien guardados en su bolsa, tocaba ir al punto de reunión acordado con los demás.

Rumbo a Villa Crepúsculo.

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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor Tsuna » Sab Nov 21, 2015 5:19 pm

E-es precioso. —murmuré casi muda.

Terminé encontrando por casualidad, ya alejada de la cabaña del bosque, una meseta de terreno accidentado y cochambroso. Recorrí el camino acompañada solamente por el murmullo del viento, y ningún sincorazón u otra forma de vida me salió al paso, a excepción de los diversos animalillos que poblaban la zona. En cierto punto me topé de frente con la entrada a una cueva, algo oculta y de difícil acceso por la cantidad de desniveles presentes en el terreno. Pero lo conseguí, me recogí el pelo para poder moverme con mayor soltura y pisé, intentando estar segura de que no iba a terminar pringada por el barro por una torpe caída.

Y así continué hasta que me logré internar en el canal. La iluminación era escasa, sentía el ambiente cargado y claustrofóbico, y las rocas y paredes emitían un olor nauseabundo propio de esos lugares aislados. O eso quería suponer, porque la humedad allí dentro era tremenda. Caminé a ciegas un rato, apoyada a la pared de la izquierda para orientarme y vigilando cada dos por tres mi retaguardia para calcular la distancia que me separaba de la luz del sol, temerosa de que hubiese algún desprendimiento, o algo mucho peor.

Al cabo de un par de minutos descendiendo, ya a oscuras e iluminada pobremente por la linterna del móvil, aterricé en una última cámara, por llamarla de algún modo, dentro de aquel subterráneo. Cámara que me dejó sin el poco aliento que ya me quedaba —puesto que ya me empezaba a faltar el aire desde hacía un rato— porque mis ojos brillaron como los de una niña pequeña, de forma casi literal: diamantes, brillantes y relucientes diamantes por todas partes y de todo tipo de colores.

Salí despedida sin pensarlo hasta uno de ellos, tirado sobre la tierra. Me agaché hasta quedar situada a la altura de mis rodillas y lo cogí, sintiendo su dura superficie y casi hipnotizada por el color verdoso que desprendía. Murmuré por lo bajo lo precioso que era.

Pero las sombras cobraron forma como ya habrían hecho cientos de veces a lo largo de mi vida como aprendiz, sus pasos, lentos y siniestros, resonaban por toda la caverna. Giré sobre mis talones sobresaltada, observando sus ojos ambarinos y sin vida, como farolillos en mitad de la noche buscando una presa. Tragué saliva y retrocedí un paso, chocando contra la pared repleta de diamantes. Era un grupo numeroso que bloqueaba la salida, y todos iban a por mí sin excepción.

Para ellos, imaginé que yo misma era el farolillo en mitad de la noche.

Guardé el diamante en uno de mis bolsillos e invoqué la Llave Espada en un resplandor. Algunos sincorazón eran grandes, otros más pequeños, pero por la oscuridad apenas podía distinguir nada aparte de sus escalofriantes ojos y sus vagas siluetas. Y al ver mi arma la primera de aquellas cosas se lanzó a por mí, con las garras en ristre.

Di un paso adelante, bloqueando con mi arma la parte superior de mi cuerpo y esperando que eso fuese suficiente para bloquear el zarpazo de la criatura, porque no tenía mucha idea de cómo iba a atacarme. Pero para mi fortuna, ¡lo conseguí! Noté por unos momentos la presión que ejercía su zarpa sobre mi arma, intentando no perder detalle de los otros monstruos. Los ojos de uno incluso desaparecieron en la penumbra. ¿Se había fundido con el suelo, quizá?

Tenía que acabar cuanto antes, o no saldría viva de allí. Porque supuse que me habían estado siguiendo desde el bosque.

Empujé con mi arma al que tenía delante con violencia, expresé un grito de guerra y le golpeé con el filo en su rostro. El monstruo retrocedió y no dudé en propinar otro tajo, luego con mi mano libre disparé sin piedad una Flama Tenebrosa. Y sus ojos se perdieron en la oscuridad abismal que me rodeaba.

Pero había sido muy temeraria e inconsciente, porque solo había estado centrada en un enemigo cuando me rodeaban al menos unos cinco o seis. Algo me agarró de la pierna y grité del susto, después vino un zarpazo en mi costado. Sentí cómo la piel me ardía y la sangre brotaba, jadeé dolorida, todavía aferrada por la criatura a mis espaldas que seguía intentando hacerme perder el equilibrio. Me las apañé para pegarle una patada, y con mi Llave Espada, apartar a otra que tenía ante mí.

Ver más ojos amarillos detrás no inspiraba muchas esperanzas, pero todavía seguía teniendo una carta bajo la manga. Carta que iba a usar sin dudarlo. Alcé mi Llavero al aire y descendí, con un violento golpe, hasta el suelo, golpeando a varios sincorazón por el camino. En efecto, se trataba de un aturdidor. Fue entonces cuando escuché algo que se estremeció, ¿la propia cueva? Eso me pareció al sentir el polvillo que caía del techo, y cómo se hundía el suelo bajo mis pies.

Luego vino el estruendo, y la cueva entera se vino abajo.

****


Abrí los ojos poco a poco, con una sensación de pesadez encima tremenda. La cabeza me daba vueltas, el pelo revuelto me tapaba los ojos, y el ardor del costado todavía seguía presente. Me miré las manos, estaban sucias y llenas de porquería. Maldije todo por lo bajo e intenté ponerme en pie, tarea que no conseguí: de cadera para abajo estaba enterrada, prácticamente.

Llegaba una luz del fondo, y observando mejor el túnel que me rodeaba… Sí, parecía que aquel sitio conducía al mismo bosque en el que aterricé al pisar el mundo. De los sincorazón ni rastro, y bueno, estaba rodeada de diamantes repartidos por el suelo, así que de momento, todo iba a mi favor.

Hice fuerza, aferrada al suelo y a las rocas de la pared más cercana, intentando liberarme de la montaña de tierra que tenía encima… Pero fue imposible.

Esto no me puede estar pasando a mí…

Pegué un golpe al suelo, rabiosa, e invoqué mi Llave Espada. Era la única cosa que se me ocurría, pero sentía que de seguir ahí cinco minutos más iba a terminar sin aire, así que no perdía nada por intentarlo. Lancé mi Llavero al aire, hasta el techo del túnel, que era muy amplio, y transformé mi arma en glider. Me aferré luego a mi vehículo y, con solo pensarlo, como ya había hecho tantas veces en mi vida, aceleré.

Por unos momentos sentí el enorme calor de sus motores en mi rostro, y aunque resultara doloroso… Estaba consiguiendo escapar gracias a eso. Al cabo de un minuto, un eterno minuto después, encontré la libertad.

Estaba hecha un auténtico desastre, cubierta de barro, tierra, sangre y sudor por todos lados, cualquiera que me viera me iba a confundir por una salvaje. Me agaché y recogí un par de diamantes del suelo, de diversos colores: zafiros, rubíes, esmeraldas… entre otros. Y los guardé todos para mí. Por supuesto, tenía el de la propia misión, el primero que había cogido desde la cámara de diamantes, y luego unos cuantos más, para Nikolai, Alec, y para mí misma.

Salí del túnel y lo primero que hice fue buscar con desesperación una fuente, un río, o lo que fuera. A todo esto… ¿No se había comentado de ir a Villa Crepúsculo tras reunir todos los objetos?

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Re: [Espacio Profundo] Mensajeros galácticos

Notapor Astro » Mar Dic 08, 2015 2:42 pm

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Misión cerrada por acuerdo entre todos los participantes.

Todos recibís 10 PX de compensación (ninguno sube de nivel). Un saludo~
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