—No, por dios…
Light, que no había salido aún del callejón, vio de soslayo a varias personas pasar corriendo y se asomó con cuidado. Solo era un grupo de adolescentes que salía de fiesta, nada de lo que tuviera que preocuparse. Se habían alejado bastante de los guardias, no creía que se molestaran hasta el punto de acercarse a su escondite.
Y pensar que aquel incidente había sucedido porque se había despistado un momento… le daba rabia. Después de todo vio a esos hombres entrar en el bar, no tenía que haberse desconcentrado de esa manera.
«Bueno, aun así nunca nos atraparán. No otra vez», sonrió de medio lado y dejó de mirar la calle.
—Movámonos, hacia los cargueros. Con suerte saldrá otro pronto.
Abandonó la calle estrecha —echó un último vistazo antes de dejarla del todo— para dirigirse hacia su destino. Por el camino, su compañera le dio un codazo amistoso.
—Gracias por sacarme de ahí. Lo has hecho muy bien. Estaba a punto de atacarles, pero lo tuyo ha sido mejor idea. —Asintió, dándole la razón: iniciar una batalla podría haber alertado a más guardias y eso hubiera supuesto un problema—. Un día tendría que aprender Tenue. Me sacará de muchos problemas, sobre todo si voy contigo.
—¿Eh? ¿Perdón? —cuestionó, divertido, y le devolvió el codazo.
—¿Qué te apuestas a que en Port Royal también necesitamos usarla?
—Bueno… —Suspiró—. No te lo niego. Siempre que voy a ese lugar acabo siendo perseguido por piratas. Y cuando digo siempre es siempre —reafirmó, poniendo los brazas en jarra y mostrando una ligera mueca—. Malditos piratas…
Empezaba a intuir por qué había adquirido tanta velocidad con el tiempo. ¿Cuántas veces había salido por patas en Port Royal y Ciudad de Paso? Y en otros muchos lugares. Siempre se metía en líos y acababa huyendo.
Y a pesar del incidente de hoy, estaba convencido de que los problemas le buscaban a él y no al revés.
—Puede que seas muy arrojado, y la verdad es que tienes que controlar eso, pero, respecto a lo de antes… Creo que vas a ser un gran Maestro. Ya verás: tienes lo que hace falta.
Light sonrió, halagado.
—Tú también. Gracias por acompañarme… y disculpa otra vez por todos los inconvenientes —dijo a los pocos segundos—. La próxima vez me portaré mejor —bromeó.
Gracias a Fátima había recuperado su humor habitual, y lo agradecía. De no ser por la aprendiza el día habría sido mucho peor: se hubiera encerrado en su habitación, sin hablar con nadie. Sin embargo, había podido desahogarse con ella y aquella última aventura le había reanimado de alguna manera.
—¡Ahí están!
—Oh, oh…
Los hombres de antes, como no. Light se molestó en volverse y luego echó a correr a toda velocidad, sin esperar un segundo más. Estaba ya tan acostumbrado a sentir esa adrenalina…
Qué mala suerte, ¿les habían rastreado de alguna manera o qué?
—¡Joder, Light, tienes una mala suerte…! Oye, no tendrás otro Tenue por ahí, ¿verdad?
—Eh… ¿Gaomon?
«Ya os vale», parecía que de nuevo tenía que sacarles de ese aprieto.
Menudos aspirantes a Maestros estaban hechos.
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