[Port Royal] De copas con la muerte

[xXOrbOOkXx]

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Keiko se lanzó rápidamente hacia el adversario. Con una mano lanzó una estocada, mientras que con la otra, invocó un hechizo Perla que no llegué a ver si le alcanzaba o no.

Yo tampoco me quedé parado. Lancé un hechizo Electro que le dio de lleno, aunque no fue suficiente para eliminarlo, por lo que intenté lanzarle una estocada. No funcionó, era un Sincorazón bastante ágil, por lo que esquivó el golpe para nuestra desgracia.

Con horror, vi como Keiko recibía un golpe de la criatura. Rodó unos metros más allá, y probablemente con el resacón que llevaba la habría dejado fuera de combate. Para rematar, la antorcha rodó por el suelo y se apagó con un siseo al caer al agua. La oscuridad lo invadió todo.

No había tiempo que perder. Cegado, busqué a tientas entre mis ropas una nueva linterna que me había apropiado en la orfebrería. Conseguí encenderla en el momento que el Sincorazón me lanzaba una potente embestida que me tiró al suelo. Aspiré sin quererlo una bocanada de arena, que me hizo llorar al penetrar en mis pulmones. A tientas, me arrastré por el suelo, intentando buscar una salida.

—¡¿Keiko?! —pregunté a la oscuridad. Por suerte la localicé gracias a la luz artificial—. Tenemos que salir de aquí pero ya.

[James Bond]

El golpe que su rival dio a la aprendiza mandó a Keiko a varios metros de distancia. Encima, con la resaca le costó bastante poder volver a levantarse. La luz de una linterna la alumbró. Desde luego, eso solo podía significar que Simbad la estaba buscando, seguramente preocupado.

—¡Estoy bien, Simbad! —aclaró alzando la voz todo lo que pudo la joven. Pero aquella batalla iba a presentar una gran dificultad: estaban a oscuras y lo único de lo que disponían era de la linterna del aprendiz de Bastión Hueco.

Tenía que actuar con calma. Por lo que había probado, no iba a funcionar la magia o el cuerpo a cuerpo. De modo que tenían que buscar un método alternativo. Y lo único de lo que disponía Keiko era de su pistola, la cual desenfundó, apuntó y disparó todo un cargador contra el ser creado por pura oscuridad. Aunque aquello no sirvió. Las balas atravesaron el cuerpo del sincorazón, porque Keiko las escuchó impactar contra las paredes.

¿¡Es que aquel bicho era imposible derrotarle con sus habilidades actuales!?

[xXOrbOOkXx]

—¡Estoy bien, Simbad! —escuché de la propia Aprendiz. No pude evitar aliviarme.

Aún tumbada en el suelo, desenfundó sus pistolas y apuntó a ciegas. Evidentemente no funcionó, ya fuera porque las hubiera esquivado o porque directamente no le hubiera dado. Me levanté con la rapidez adquirida en los entrenamientos y gracias a la ayuda de una roca que encontré.

—Levanta —le apremié, ayudándola a incorporarse—. ¿Podríamos derrumbar el techo de las catacumbas? ¡Cuidado!

Empujé a la chica tras una roca, un ataque del Sincorazón había estado a punto de aniquilarnos. Por casualidad vi cómo la guadaña del ser se quedaba atascada en la roca, le apunté con la linterna para que la Aprendiz pudiera ver la situación. Abrí los ojos: era nuestra oportunidad.

—Keiko —le llamé la atención—. A la de tres, atacamos, ahora que está inmovilizado.

La arrastré hasta un punto de la caverna que me pareció seguro, puesto que aunque nuestro adversario sí estuviera inmovilizado, sí podía hacer que cayeran más rocas del techo con un gesto involuntario, y definitivamente no quería morir aplastado por una gran roca. Me asomé desde la esquina que lindaba con el pasillo del agua y otra calle de las catacumbas.

>>¡Una, dos... tres!

Sin más demora, apunté con un hechizo Piro al centro del Sincorazón.

[James Bond]

—Levanta —dijo Simbad, mientras ayudaba a la aprendiza a levantarse—. ¿Podríamos derrumbar el techo de las catacumbas?
—C-Creo que si —Keiko no había caído en esa posibilidad, y disponía de una técnica que podía ayudarles a tal acción.
—¡Cuidado!

Keiko fue empujada y quedó protegida por una roca. Gracias a eso, el ataque, seguramente fatal, falló.

—Keiko, a la de tres, atacamos, ahora que está inmovilizado.
—¡Está bien! —asintió la chica.

La joven empezó a cargar energía mágica en su cuerpo, haciendo surgir un aura dorada alrededor. Solo tenía que acumular la energía suficiente y esperar a la señal de Simbad.

—¡Una, dos… tres!
—¡¡DESTELLO CEGADOR!! —exclamó Keiko, liberando toda la energía que había acumulado.

Una onda expansiva surgió del cuerpo de la muchacha y comenzó a causar estragos en aquella cueva. Las rocas del techo comenzaron a ceder y caer una tras otra.

—¡Vámonos, Simbad!

Agotada por el esfuerzo, Keiko se movió lentamente, esquivando como podía las rocas que caían. Ya fuera con magia o a espadazos.

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Una vez fuera, la muchacha de castaño cabello se alegró de volver a respirar aire puro. Y encima entre el frío que hacía y lo mojada que estaba iba a pillarse un buen resfriado.


—Pffff, creo que me voy a quedar un par de días en cama después de esto… —aseguró la aprendiza, luciendo una cara de agotamiento.

Contestase o no Simbad, el suelo temblaría, se abriría y el sincorazón al que se habían enfrentado en las catacumbas volvería a surgir.

—¡Geeeeez! ¿Es que no te quieres morir?

Era hora de luchar… otra vez.

Entre tanto, una figura encapuchada observaba la escena desde las sombras, mientras pronunciaba unas enigmáticas palabras.

—I am the bone of my sword.

[xXOrbOOkXx]

No me dio tiempo a preparar del todo el hechizo.

—¡Destello cegador!

La onda de luz que provocó Keiko me cegó al instante. Fue increíble. De la onda expansiva por poco no me caigo, y aunque el Sincorazón no desapareció, la techumbre fue cediendo. Tuve que esquivar una roca que de milagro no me aplastó. Tosí con lágrimas en los ojos mientras nos hacíamos paso en aquel laberinto. El polvo se había adueñado del aire viciado de la cueva, y además teníamos que recordar a las indicaciones de Ban casi en completa oscuridad.

—¡Vámonos, Simbad!

—¡Eso intento! —le respondí.

Por suerte solo pasaron unos minutos hasta que encontramos la puerta de latón, que se abrió con un chasquido hacia la libertad. Me compadecí por el pobre contrabandista, se había quedado sin salida de emergencia.

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En cuanto atravesamos el umbral, di una gran bocanada de aire. Casi ni me importó que el aire frío que poblaba el cementerio me calcinara la piel mojada, algo que no se podía decirse de la joven Aprendiz.

—Creo que me voy a quedar un par de días en cama después de esto… —se quejó.

Escurrí mi capa un tanto, estaba completamente chopado y frío de pies a cabeza. Que estuviera tan concentrado en mi labor, no me salvó de no darme cuenta cómo el suelo se resquebrajaba a mis pies con un gran estruendo, abriendo una brecha que parecía hundirse hasta las profundidades del infierno. Con una exclamación de sorpresa, me aparté hacia el otro lado de donde estaba Keiko.

—¡¿Todavía está vivo?!

—¡Geeeeez! —exclamó Keiko en la distancia—. ¿Es que no te quieres morir?

Resoplé con fastidio e invoqué la Llave de nuevo. Estaba claro que necesitaríamos darlo todo si queríamos librarnos de ese animal. Me pregunte cómo era posible que después de todos los hechizos que habíamos realizado y de que se le hubiera caído una techumbre encima había sobrevivido. Comencé a correr.

—¡Asfixia! —conjuré—. ¡Deprisa, no tenemos mucho tiempo!

Dado que era un enemigo volador, cayó inevitablemente al suelo. Aun así, aunque estuviera entorpecido, podía lanzar ataques físicos, algo que nos impedía acercarnos demasiado, cosa que indiqué a mi compañera con un gesto.

[James Bond]

—¡Asfixia! —conjuró Simbad, tratando de acabar la batalla cuanto antes por motivos obvios. El sonido de la batalla atraería los marines que les andaban buscando y no les convenía que les encontrasen en ese momento. Especialmente, estando un sincorazón.

Aquella pseudo-Parca/Muerte o como quisieran llamarla, cayó de golpe al suelo y al parecer le resultó imposible volver a alzar el vuelo. Aún así, sus ataques cuerpo a cuerpo eran muy peligrosos, en especial para la chica, quien tenía una muy baja resistencia.

—Unknown to Death. Nor known to Life.

Una figura encapuchada surgió de la nada, interponiéndose entre los aprendices de la Llave Espada y el sincorazón, mientras realizaba un cántico extraño.

—UNLIMITED BLADE WORKS


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Todo el escenario había cambiado. Ya no estaban en el cementerio de Port Royal. Se hallaban en un páramo con pequeñas elevaciones, rodeados de una gran cantidad de espadas y Llaves Espada, sumido en un ocaso eterno. A Keiko le recordó a la Necrópolis.




La figura misteriosa se giró hacia Keiko, pareció mirarla por unos instantes y acto seguido, invocó en su mano una Llave Espada que era similar a la de Keiko. No. Se podría decir que era EXACTAMENTE igual. Entonces, con un rápido movimiento, desarmó a la “Parca”, así bautizó Keiko finalmente a aquel sincorazón tan raro. Y mientras su guadaña se elevaba en el aire, una copia de ese arma apareció y se lanzó contra el sincorazón. Finalmente, varias espadas y Llaves Espada, salieron volando desde donde estaban clavadas en el suelo y atacaron sin piedad al sincorazón, que finalmente, acabó desvaneciéndose…

[xXOrbOOkXx]

Me preparé un hechizo más potente para luego darle el golpe final con la Llave, o ese era mi plan para librarnos del Sincorazón. Sin embargo, una figura envuelta en sombras apareció en escena, machacando mis planes como si nunca hubieran existido. En seguida me puse en tensión, pero al contrario de atacarnos…

—Unknown to Death. Nor known to Life.

Busqué con desesperación una vía de escape para Keiko y para mí. Una vez más, el sujeto en cuestión lo impidió.

—UNLIMITED BLADE WORKS

****

Todo se volvió más confuso de lo que ya era. El escenario cambió totalmente, pasando de un húmedo cementerio a una tierra árida y yerma, surcada por multitud de Llaves Espada clavadas en el suelo. Me recordó a la Necrópolis de los recuerdos de Aaron, allí donde los caballeros reposaban para siempre, ¿pero era posible que estuviéramos allí? Me sentí del todo incómodo y desprotegido, intentando por todos los medios entender qué estaba pasando y librarme de aquella espiral de confusión.

—¿Qué está pasando? —preguntaté a Keiko, acercándome un tanto y esgrimiendo el arma.

La sombra se volvió a la Aprendiz y pareció mirarla intensamente, me tensé ante lo que parecía un inminente enfrentamiento. Pero en lugar de atacar, invocó una Llave exactamente igual a la de Keiko. Arqueé una ceja, extrañado, confuso y alerta.

Casi ni me dio tiempo a ver cómo el Sincorazón quedaba desarmado gracias al desconocido, que poseía una velocidad alarmante. En cuestión de segundos, la criatura quedó ensartada por cientos de Llaves que habían salido del suelo a una velocidad vertiginosa. Por otra parte, apareció una guadaña plateada que también se volvió en contra del Sincorazón, que terminó desapareciendo.

Cogí a Keiko del brazo, era nuestra oportunidad de salir de allí. Pero en cuanto nos giramos, la misma guadaña cayó del cielo y nos cortó el paso, quedándose clavada en la arena.

[James Bond]

La joven aún estaba sorprendida por la intervención de aquel desconocido, que además había invocado en su mano la Llave Espada que ella portaba. No parecía que hubiese salida posible de aquel lugar. Además, la guadaña que cayó cortándoles el paso, acabó desvaneciéndose.

Parecía que tendrían que derrotar a aquel ser si querían volver al cementerio. Pero… ¿cómo iban a hacerlo? Su, aparente, enemigo, era muy fuerte. Él solo había acabado con la “Parca” muy fácilmente.

Entonces, todo brilló.


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Cuando abriesen los ojos, los dos aprendices de la Llave Espada volvían a estar de nuevo en el cementerio de Port Royal. La figura encapuchada seguía estando de pie frente a ellos, y una oportuna ráfaga de viento, hizo que la capucha se cayese y revelase su rostro.

Era un joven, de pelo blanco y verdes ojos, quizá algo gatunos. A Keiko le sonaba mucho aquella cara. La había visto antes… ¿cuándo…?

Un mundo en concreto vino a su mente en aquel instante. Fue donde conoció a Simbad y pelearon contra Seifer… Diablos… Ojalá estuviese vivo.

Pero no era momento para preocuparse del matón de la destruida Villa Crepúsculo. Lo importante era aquel chico, que tanto se parecía a su hermano menor.

—Me lo dijiste en aquel entonces… pero… ¿tú eres… mi… her-herm…? —pero la pregunta de la chica, fue cortada rápidamente.
—Te digo lo mismo que entonces, no soy tu hermano —respondió—. Mi nombre es…

[xXOrbOOkXx]

El desconocido no hizo nada. Por segunda vez pareció que iba a atacarnos, pero su posición no indicaba ningún tipo de agresividad. Pero entonces, ¿por qué nos retenía? Miré a Keiko, que parecía algo preocupada y tan consternada como lo estaba yo. ¿Qué estaba pasando en realidad?

Y por última vez, la tierra se tiñó de luz. Intenté no cerrar los ojos por si se le ocurría hacer un ataque sorpresa, pero me fue totalmente imposible. Estaba totalmente tenso, pero mi mente estaba un tanto embotada. Habían miles de preguntas sin respuesta, y la muchacha no parecía dispuesta a respondérmelas.

Abrí los ojos rápidamente para ver al mismo desconocido plantado enfrente de nosotros, con la réplica de la Llave de la muchacha en la mano. La capucha había dejado ver un rostro albino, de rasgos felinos y ojos verdes, que se había resbalado a causa del viento, siempre tan oportuno.

—Me lo dijiste en aquel entonces… pero… ¿Tú eres… mi… her… herm…? —comenzó a preguntar Keiko.

La encaré con el desconcierto pintado en mi cara. Un hermano. Era curioso cómo el Destino se empeñaba en meterme en reuniones familiares inesperadas, siendo la otra cuando Watson descubrió que tenía una hermana perdida. O bueno, lo que se suponía que era un hermano. Por el tono de duda que había puesto…. Quizá tuviera que ver con la caída de Villa Crepúsculo, no lo sabía. Una escena se me vino a la mente: Freya confundiéndome con su hermano. La consideraba como tal, pero puede que hubiera algo más en sus palabras, algo que ni yo mismo comprendía.

—Te digo lo mismo que entonces, no soy tu hermano —respondió. Su voz era sosegada, como un susurro de las sombras—. Mi nombre es…

Su frase fue cortada de inmediato, dejándonos con la duda implícita en la frase, ya que la Marina irrumpió en el cementerio por la entrada principal. Era un grupo enorme, algo más de una docena. Demasiados para dos Aprendices calados y agotados tanto mental como físicamente.

—Yo os cubro —anunció de repente el desconocido—. Marchaos.

No desaproveché la oportunidad. Cogí a Keiko y la arrastré como pude hacia el interior del cementerio, vadeado por un muro que fácilmente podríamos sortear. No me fiaba del chico albino, cierto era que nos había salvado la vida, pero no tenía idea de qué quería a cambio, y que estuviera tan relacionado con el pasado de Keiko no me imbuía ninguna confianza.

—Tenemos que irnos pero ya —la apremié—. Si nos quedamos nos encarcelaran y ahorcarán, al menos hasta que se pase la noticia.

Si se intentaba resistir, no me dejaba más opción. La cargaría como un saco de patatas y me alejaría de allí todo lo veloz que pudiera.

[James Bond]

El desconocido, quien estaba a punto de revelar su nombre, fue interrumpido cuando los miembros de la Marina que buscaban a los Aprendices de la Llave Espada llegaron en tropel, con sus armas preparadas para disparar.

—Yo os cubro. Marchaos —ordenó el joven albino.
—N-No puedo irme… No sin saber tu… —pero la aprendiza fue interrumpida por Simbad, quien la cogió del brazo y la arrastró por la fuerza.
—Tenemos que irnos pero ya. Si nos quedamos nos encarcelaran y ahorcarán, al menos hasta que se pase la noticia.

Keiko no tuvo más remedio que darle la razón a Simbad, y salir huyendo de alli por patas. Giró su cabeza un momento para ver como espadas y Llaves Espadas eran creadas de la nada y apuntaban a los marines.

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Una vez estuvieron lo suficientemente lejos, Keiko se dejó caer al suelo. Necesita un poco de descanso. Y para colmo, estornudó.

—Brrrrr… Creo que estoy resfriada… ¡Atchís! —dijo la aprendiza, si Simbad optaba por tocarle la frente, podría comprobar que efectivamente se había resfriado, pues la tenía muy caliente. Seguramente, por el agua y el frío que hacía, Kei había acabado pescándolo—. Me da que no volveré a este mundo en un tiempecito.

Pero había otra cosa que preocupaba a la joven.

¿Quién era ese muchacho que había logrado copiar con tanta facilidad su Llave Espada?

[xXOrbOOkXx]

Saltamos el muro y huimos velozmente. Atravesamos la parte trasera del cementerio, sorteamos los huecos que dejaban los cipreses y volvimos a perdernos en las calles de Port Royal. El frío se clavaba como cuchillas incandescentes en mi piel húmeda, pero no podíamos parar a secarnos todavía. Noté como pisé barro húmedo y si no resbalé fue porque sabía que nos estaban persiguiendo.

En cuanto nos alejamos lo suficiente y nos escondimos tras un callejón, Keiko se sentó en el suelo, visiblemente derrotada y cansada.

—Creo que estoy resfriada… ¡Atchís! —mustió—.Creo que no volveré a este mundo en un tiempecito.

Ahí le tuve que conceder la razón. Mientras me quitaba la capa y la escurría de nuevo, pensaba en los últimos acontecimientos algo adormilado. La chica tenía muchas cosas que explicar, pero antes, íbamos a secarnos, no soportaba sentir la ropa totalmente calada.

—Sujétate. —Le ofrecí mi brazo—. Twister.

Al instante, el torbellino que ya me era familiar nos cubrió a ambos, por lo que el viento hizo que nos secáramos un poco, aunque no del todo. Morir por un resfriado era algo por lo que no quería que nadie pasara. Me separé de ella y me recosté sobre el muro de piedra cruzado de brazos.

—Me vas a explicar qué acaba de pasar —comencé con voz grave y sin admitir excusas—. Quién era ese sujeto, de dónde ha salido y qué hacías emborrachándote en una taberna de mala muerte. Todos necesitamos ahogar nuestras penas, pero el alcohol solo te hace cometer locuras.

No soy un samaritano, no soy un héroe y no me hace falta serlo, a diferencia de Bavol, que sí era uno verdadero. Me pareció que sabía cómo nos habíamos teletransportado a aquel lugar que parecía la Necrópolis, pero tampoco tenía mucha pinta de saberlo, para ser sinceros, parecía tan perdida como yo. En mi caso no había tenido malas experiencias con la bebida, pero me ponía de los nervios no poder ser consciente de todo lo que hago. Y Keiko iba armada y acababa de perderlo todo.

Quién sabe lo que hubiera podido pasar.

[James Bond]

—Sujétate —ofreció Simbad a la muchacha mientras le cedía su brazo, y luego conjuró un hechizo que provocó un pequeño tornado el cual secó una parte de las ropas de ambos aprendices.

Keiko dio un tímido “Gracias” al aprendiz de Bastión Hueco, y este se separó un poco de la muchacha. Quizás le costase asimilar todavía que ambos bandos se hubiesen medio reconciliado, o a lo mejor era que estaba cansado. Eso solo podía saberlo el propio Simbad, quien luego trató de obtener ciertas respuestas por parte de la aprendiza.

—Me vas a explicar que acaba de pasar. Quién era ese sujeto, de dónde ha salido y que hacías emborrachándote en una taberna de mala muerte.Todos necesitamos ahogar nuestras, pero el alcohol solo te hace cometer locuras.

La muchacha se mordió el labio inferior. Era difícil explicarle a Simbad quién era el tipo que les había salvado el culo no una, sino dos veces.

—No sé quien es… Pero… se parece a mi hermano menor… solo que no tiene cicatrices o la quemadura en la mejilla… Ah, y que tampoco es albino. Es castaño, como yo, y tiene el pelo bastante corto y es algo musculoso, aunque este es más bien delgaducho.

Se tomó una pausa, su corazón latía con fuerza al recordar a su hermano, presuntamente muerto, y si encima había alguien que se parecía a él…

—En cuanto a que hacía ahí… —lágrimas volvieron a asomar por los ojos de la chica—. Fui a buscar la nave de la Federación Galáctica, donde están todos los habitantes de Villa Crepúsculo que han podido salvar… —la voz de Keiko se hizo más débil—. Quería saber… si mis padres… estaban vivos... pero… —Kei lloró, algo más fuerte, sintiéndose inútil y estúpida por haber acabado de aquella manera—.[b][color=#FF00FF] Lo único que me queda… Es Tatsumi-sensei… Es como un segundo padre para mí… Si algo le pasase… yo…

La chica siguió llorando un buen rato, hasta que se quedó sin lágrimas y finalmente, se sintió un poco mejor. Al haberlo soltado todo, sintió un alivio en su corazón.

[xXOrbOOkXx]

—No sé quien es… —confesó—. Pero… se parece a mi hermano menor… solo que no tiene cicatrices o la quemadura en la mejilla… Ah, y que tampoco es albino. Es castaño, como yo, y tiene el pelo bastante corto y es algo musculoso, aunque este es más bien delgaducho.

Lo comprendí. Su hermano había dejado este mundo, y por eso lo veía en cada desconocido que encontraba. No sabía el parecido exacto del desconocido que nos había salvado con el de su familiar, pero estaba casi seguro de que no lo sería mucho. Una vez más me sentí muy mal por Keiko, pero comprendí que necesitaba sacar toda la angustia que tenía.

Era extraño, porque los gestos del desconocido, su cara pálida, sus expresiones sin sentimientos, los gestos vacuos en sus acciones, me recordaron a algo, pero no sabía muy bien a quién. Una sospecha se comenzó a formar en mi mente, pero era arriesgada y descabellada, estaba demasiado aturdido y cansado como para pensar en otra cosa que no fuera una cama y una ducha caliente.

—En cuanto a qué hacía ahí… —Las lágrimas amenazaron resbalar por sus mejillas, pero me mantuve firme—. Fui a buscar la nave de la Federación Galáctica, donde están todos los habitantes de Villa Crepúsculo que han podido salvar… Quería saber… si mis padres… estaban vivos... pero… Lo único que me queda… Es Tatsumi-sensei… Es como un segundo padre para mí… Si algo le pasase… yo…

Me senté junto a ella. No podía ver a ninguna mujer llorar, era algo que me venía desde muy dentro, quizás porque mi padre siempre consolaba a mi madre cuando ella caía en la tristeza, aunque no pasara con frecuencia. Supe que en esos momentos necesitaba desahogarse totalmente, que necesitaba alguien que pudiera apoyarla. Esperé pacientemente hasta que se le pasara un tanto, y cuando lo hizo, le ofrecí un pañuelo de papel que por suerte llevaba en uno de mis bolsillos.

—Al final todo se soluciona —comencé levantándome de nuevo del suelo—. No estés triste ¿vale?

Le ayudaría a levantarse ofreciéndole mi main, aunque si la rechazaba no le daría mucha más importancia. La entendía perfectamente, y entendía que necesitara una mano amiga. Lo único que necesitaba era alguien que pudiera ayudarla, aunque fuera mínimamente.

>>Te daré un consejo: vive por ellos —sentencié firmemente—. Si te rindes ahora sus esfuerzos no habrán servido de nada.

Sonreí un tanto mientras andaba hacia la entrada del callejón. Ya era hora de volver a casa.

[James Bond]

La muchacha, finalmente logró desahogarse y aceptó el pañuelo que Simbad le cedió. Se limpió las lágrimas secas de su cara y finalmente se levantó, tras aceptar la mano que Simbad le ofrecía, para recibir un poco de aire fresco en la cara. Notó que poco a poco, su tristeza se iba calmando y desapareciendo.

—Te daré un consejo: vive por ellos. Si te rindes ahora sus esfuerzos no habrán servido de nada.
—Vivir… por ellos… —eso se parece mucho a algo que habría dicho su hermano, o incluso Tatsumi-sensei. Finalmente, gracias a aquellas palabras, todas las preocupaciones de Keiko parecieron desaparecer—. Gracias… Simbad. —La muchacha sonrió por primera vez desde que se habían encontrado en Port Royal. Aquella era una sonrisa de gratitud, dada desde el fondo de su corazón.

En ese momento, el joven albino que antes se había quedado para darles tiempo, llegó hacia donde ellos, con Llave Espada de Keiko en mano.

—Habéis sido muy imprudentes, no sé que habéis hecho, ni porque os perseguía la Marina. Solo vengo a deciros una cosa: puede que Bastión Hueco y Tierra de Partida se hayan aliado para hacer frente a un enemigo en común, pero eso no es suficiente para lo que está por venir.
—¿Y… qué es lo que está por venir? —planteó Keiko la pregunta obvia.
—No puedo deciros nada, pero sí que puedo daros esto —en su mano, se pudo observar como líneas de magia surgían de la nada y poco a poco se iban solificando hasta que finalmente, una guadaña apareció—. Haced un sabio uso de este arma.

El desconocido, aún sin nombre, lanzó la Llave Espada copiada de Keiko al cielo e hizo aparecer un Glider. Pegó un salto y materializó su armadura en medio del mismo. Finalmente se montó en el vehículo y voló hacia el cielo estrellado.

—Esto… Simbad… De nuevo… Gracias por todo, de verdad. No puedo expresar con palabras mi gratitud. Si… algún día me necesitas para lo que sea… yo… bueno… puedes contar conmigo.

Entonces, de forma sorpresiva, Keiko le dió un beso cálido en la mejilla al joven Simbad y la joven se sonrojó y pareció ponerse nerviosa. En ese momento, la guadaña cayó del cielo y quedó clavada justo entre el joven y la chica.

[xXOrbOOkXx]

Keiko parecía haberse librado de una losa enorme al decir aquellas palabras. Aceptó el pañuelo y mi mano, mientras sus facciones se relajaban hasta que su tristeza desapareció por completo.

—Vivir… por ellos… —murmuró con un nuevo tono de determinación—. Gracias… Simbad.

Creo que su sonrisa me quitó un gran peso de encima. Sabía que era una hecha desde dentro, desde el corazón, como si no necesitara saber nada más. Un sonido me distrajo repentinamente, por acto reflejo invoqué la Llave y me puse en tensión. El joven peliblanco que nos había salvado había hecho acto de presencia, con la Llave exactamente igual en su mano e inspirando misterio.

—Habéis sido muy imprudentes, no sé que habéis hecho, ni porque os perseguía la Marina —reprochó. Su voz no expresó nada, ni el más mínimo atisbo de sospecha—. Solo vengo a deciros una cosa: puede que Bastión Hueco y Tierra de Partida se hayan aliado para hacer frente a un enemigo en común, pero eso no es suficiente para lo que está por venir.

Fruncí el ceño, ¿cómo sabía él aquella información? ¿Cómo era posible? Es cierto que era un portador, pero… algo no acababa de encajar. Un escalofrío me atravesó la espina dorsal ante la gravedad de sus palabras.

—¿Y… qué es lo que está por venir? —preguntó Keiko débilmente.

—No puedo deciros nada, pero sí que puedo daros esto. —Muy típico, no poder desvelar la verdad hasta el final. En su mano hizo crecer una guadaña plateada, con hilos que la abrazaban suavemente—. Haced un sabio uso de este arma.

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—Tu nombre —exigí, sin embargo no respondió. Tal como apareció, transformó su Llave en un glider y desapareció en el cielo. Había dicho que cogiéramos el arma, así que no tenía ni idea de porqué se la había llevado de nuevo, ni tampoco para qué la necesitaríamos. No podía asegurar que dijera la verdad, no mostraba ninguna emoción.

—Esto… Simbad… —me llamó la atención la joven, sacándome de mis pensamientos—. De nuevo… Gracias por todo, de verdad. No puedo expresar con palabras mi gratitud. Si… algún día me necesitas para lo que sea… yo… bueno… puedes contar conmigo.

Y me dio un beso en la mejilla. Después de la sorpresa, sonreí, algo abochornado por su acción. Inconscientemente me llevé una mano al pelo para disimular. Reí un tanto. Mi risa paró en seco cuando inesperadamente cayó un reflejo plateado del cielo. Grité por el susto cuando vi a la guadaña clavada en el suelo entre Keiko y yo, que acababa de salir de la nada. Del sobresalto me precipité hacia el duro y frío suelo de espaldas.

—Auch… —me quejé por el dolor y me levanté de nuevo, sin perder de vista el arma y buscando al peliblanco por la mirada, pero no lo encontré en el cielo—. Ha sido raro, ¿no crees?