—Es duro sacar a un niño adelante, ¿verdad? Nosotros lo hemos sufrido unas horas, pero imagínate a las madres y los padres que tienen que cuidarles todos los días. Son admirables.
Asintió con gravedad.
—Mis padres criaron a ocho hijos.—Miró al techo con los ojos muy abiertos—. Dios, no sé cómo no se volvieron locos.
Quizás porque usaban la vara de vez en cuando. No había llorera que no pudieran acallar con un grito o una sutil amenaza. También era cierto que los niños no pasaban mucho tiempo en casa. Aun así, dar de comer a ocho bocas hambrientas, conseguirles zapatos, ropa, y educarles para que pudieran trabajar cuando fueran mayores, sin olvidar todos los cuidados cuando estaban enfermos, abrazarlos cuando estaban tristes y…
Dios, tenía que volver a casa y darles las gracias por todo.
Escuchó entre risitas el cuasi-secuestro del niño que se parecía a Muchul y le dio una palmadita en el brazo a Light. Ella le habló del encontronazo con el Señor Tentáculos, aunque, algo avergonzada, se abstuvo de decir que él la estuvo persiguiendo… Quizá para entregarle a Muchul.
Estaba tan relajada y hablaban tan bajito que cuando la alarma sonó dio un brinco de susto y el corazón casi se le salió del pecho. El ruido, ensordecedor, la hizo encogerse y casi llevarse las manos a los oídos.
Spoiler: Mostrar
Pero eso no impidió que escuchara un sonido mucho más agudo y descorazonador. Intercambió con Light una mirada de desazón.
«Mierda.»
Se levantaron a la vez y se dirigieron al cuarto, mientras Fátima se tragaba las ganas de ir a apalear al subnormal que hubiera activado la puñetera alarma. Con todo, al menos ahora tenía la seguridad de que no le resultaría tan desagradable dormir a Muchul en brazos.
Siempre que no hubiera cuchillos cerca, claro.
Spoiler: Mostrar