[Tierra de Partida] Un largo camino por recorrer

[James Bond]

Cronología:
Keiko Akarui: ?????? (encuentro con Celeste, sin nombre) > Este encuentro



Habían pasado varios días desde su enfrentamiento con Lanza Infalible en el Castillo de Bestia y su frustrada búsqueda en Ciudad de Paso.

Desde entonces, Keiko se había pasado los días entrenando en el gimnasio de Tierra de Partida sola. Ya que no podía usar la magia, su principal medio de ataque, tenía que mejorar sus habilidades de combate y la fuerza. Menos mal que aprendió alguna que otra técnica por si acaso, pero para que tuviesen efecto, se tenía que volver más fuerte.

La muchacha empuñaba su espada con ambas manos y la hoja comenzó a cargar electricidad. Con furia, arrancó a toda velocidad para golpear al muñeco de entrenamiento. El ataque acertó de lleno, pero no bastó para destruirlo.

Aquello frustró a la muchacha, y volvió a atacar de nuevo. Cada vez más rápido, y con más fuerza.

Pero el muñeco de entrenamiento no se doblegaba. Seguía en pie. Aunque ya se notaba el desgaste en el cuerpo.

La luz rodeo el puño derecho de la chica, que estaba cansada, pero no estaba dispuesta a acabar ahí.

—¡PUÑO DE LUZ! —anunció Keiko lo más alto que pudo y dirigió su puño cerrado hacia el “corazón” del muñeco. Sus nudillos golpearon el metal. Notó el dolor, pero eso no iba a doblegarla.

Finalmente, al terminar de ejecutar su ataque, el muñeco metálico de entrenamiento seguía en pie, y la joven se sentía cansada. Agotada por el cansancio, se desplomó en el suelo, mientras gotas de sudor emanaban de la frente.

La joven respiraba débilmente, producto de su agotador entrenamiento.

—Geeez… Esto de no poder usar magia es desalentador...

Así que se dirigió a la enfermería para recuperar algo de fuerzas.

[Tsuna]

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Cronología: Misión "Frutibol Cup" > Este encuentro > Trama "La Leyenda del Rey Salomón"

Era por la mañana en Tierra de Partida. No hacía mucho que la guerra entre ambos bandos había finalizado y Saeko pasaba sus días en su nuevo hogar. El castillo se hallaba destrozado en su mayor parte después de la tremenda batalla en el Olvido, a veces costaba avanzar por los pasillos, cargados de Moguris y aprendices trabajando en la reconstrucción. Incluso más de una vez vio a Ragun colaborando con las obras. Ella se limitaba a observar la mayoría de las veces, cuando no le tocaba ayudar en algo, la verdad es que en el fondo le hubiese gustado visitar aquel mundo antes de verlo en aquel estado.

Viendo los jardines, y la bonita y sencilla decoración de la base original de la Orden, estaba segura de que tuvo que ser un precioso mundo en algún momento. El cambio de paisaje le resultaba espectacular a veces, acostumbrada a la sobria, pero a la vez oscura y atrayente decoración del Bastión.

Esa mañana se puso el kimono encima, se arregló un poco el pelo, se lavó la cara y salió de la habitación. No tenía nada que hacer, de momento los maestros no le habían asignado ninguna misión importante, pero ella sabía que tenía que algo tenía que estar al caer. Tampoco había entrenado tanto como le hubiese gustado, desde la batalla mil años atrás sentía que sus habilidades estaban mucho más desarrolladas, y tenía ganas de experimentar nuevos poderes.

Una vez delante de la puerta de su habitación, tocó con impaciencia y aguardó a que el joven se asomara. En cuanto lo hizo lo recibió con una sonrisa. Se sentía bien sabiendo que no estaba sola allí.

—¿Vas a hacer algo hoy? —preguntó sin apartar la vista de él, pero parecía que iba a estar liado ese día. Saeko asintió con la cabeza—. No pasa nada, otra vez será. ¿Yo? Voy al gimnasio a desperezarme un poco —escuchó lo que tuviese que decir y esperó a que estuviese preparado, no le venía mal hablar con él un rato—. Ten cuidado.

Tuvo que admitir que le costó despedirse de él, pero el deber le llamaba y ella iba a perder la mañana a ese paso.

[James Bond]

Una vez llegó a la enfermería, Keiko le pidió al moguri doctor que le lanzase un hechizo Cura para aliviarle la fatiga y el cansancio que tenía acumulado. El moguri lo hizo, no sin antes advertirle a la chica que no se volviese demasiado dependiente de ser curada mediante magia.

Kei miró la hora en el reloj que estaba encima del marco de la puerta. Aún era temprano, pero su estómago le rugía. Así que se fue al comedor de Tierra de Partida para recuperar algo de fuerzas. Durante su viaje, pasó por algunos pasillos que estaban siendo reconstruidos. Apenas habían pasado algunas semanas desde lo ocurrido en el Castillo del Olvido. Pero la chica prefería no pensar en eso, pues solo le traía malos recuerdos de lo que sucedió tras su aventura en el mismo.

En el comedor, Kei arrasó con tres raciones de pastelitos y al Moguri le pareció verdaderamente extraño que la muchacha no fuese a por una cuarta ración. Todo lo que hizo la chica fue dejar los platos en su sitio y volvió de nuevo al gimnasio, pasando por el vestíbulo del castillo y los jardines de Tierra de Partida.

Una vez entró en el gimnasio, comprobó que el muñeco de entrenamiento que había estado utilizando, había sido reemplazado por uno nuevo. La aprendiza se acercó a un panel y seleccionó una opción que rezaba “Enemigo en movimiento”, y tras esa escogió “Doble lanza”.

Del suelo, surgieron un par de lanzas, que el muñeco tomó sin vacilar y se puso en posición defensiva mientras la aprendiza desenvainaba su espada. Si quería recuperar su capacidad de lanzar magia, tenía que derrotar a Lanza Infalible, y para derrotarlo, tenía que aprender a luchar contra un enemigo que usase dicha arma.

Ambos contrincantes fueron a la vez a por el otro y el sonido del acero chocar entre sí fue lo único que se oyó en el gimnasio.

[Tsuna]

Tras despedirse de Nikolai marchó directa al gimnasio. La verdad es que no había desayunado nada, prefería dejarlo para un poco más tarde, cuando hubiese ejercitado algo el cuerpo. Encontró aprendices y maestros yendo de un lado para otro, algunos de misiones, otros haciendo el vago y los que quedaban ayudando en las obras del castillo. Recordó sus primeros días allí, cuando Light la guió y le enseñó todos los lugares de los que constaba su nuevo hogar.

Así pues y haciendo memoria alcanzó el gimnasio, abrió las puertas, entró lo más discreta que pudo y las volvió a cerrar. Repasó el lugar con la vista en un intento de ver si estaba sola allí o había alguien más. En efecto no se encontraba sola: pudo ver a otra aprendiza en un extremo de la sala, entrenando con lo que parecía un muñeco de prácticas que portaba dos lanzas. La recordaba, claro, era la misma que dio el discurso antes de que apareciese Aaron, después de vencer al Alfa.

Aparte de esos datos no la conocía de nada, ni aun estando en la guerra la encontró en una de sus batallas. Claro, estaba más ocupada intentando escapar de lunáticos como Andrei Saavedra, pensó.

Saeko dio unos pasos adelante y bajó las escaleras hasta entrar en el campo de entrenamiento, allí avanzó hasta uno de los muñecos aquellos de prácticas. La criatura mecánica —o mágica, supuso ella—, reaccionó de inmediato y desenvainó una espada de madera, le recordaban vagamente a las armas de bambú de su tierra natal. Aun así no quiso mostrar piedad alguna, tenía que sacar su potencial a relucir en esa sesión, más que fuera para no acabar oxidada.

Se concentró, se mantuvo tranquila con el ceño fruncido, al menos un poquito, y empezó a materializar oscuridad en la palma de su mano. Recordaba por las palabras de Ragun que su afinidad estaba mal vista en Tierra de Partida, por un momento temió que la criticaran o que algún maestro le llamara la atención, pero ya estaba acostumbrada a que no se fiaran de ella, como era el caso de la pequeña Maya.

La oscuridad creció y se manifestó como una densa nube de penumbras alrededor de su brazo, exclamó un grito, disparó el hechizo hacia el muñeco y retrocedió con un pequeño salto. Una Flama Tenebrosa +, era casi la primera vez que la probaba.

La explosión se desató con violencia, la onda expansiva impactó en su rostro y se vio abrumada por unos momentos, luego, el muñeco de entrenamiento desapareció sin más.

Resopló, intentando mantenerse firme. Se miró la palma de su mano, sintiendo un leve hormigueo.

[James Bond]

Keiko atacaba, se defendía y volvía a atacar a su rival mecánico que para una y otra vez los golpes de la aprendiza. Gracias a sus dos lanzas, podía emplear una para el ataque y otra para defenderse. El acero de las armas chocaba una otra vez, resonando en la estancia.

En cierto momento, la hoja de la espada de Kei se envolvió en rayos. Saltó con todas sus fuerzas y se preparó para golpear a su rival desde el aire.

Sin embargo, cometió un error fatal.

El muñeco de entrenamiento solo tuvo que hacer un movimiento sencillo movimiento con una de sus lanzas dirigido a las desprotegidas piernas de la chica, quien acusó el golpe y cayó al suelo, haciéndose daño. Fruto de la frustración, Kei dio un golpe en el suelo de la rabia. Se sentía humillada por haber caído con un movimiento tan simple de su rival. ¡Y menos mal que era un entrenamiento! Si hubiese sido un combate real, habría muerto en ese mismo instante.

Entonces, el muñeco dio por finalizado el combate y volvió a sumergirse en el suelo. Keiko se quedó tumbada un rato sobre el mismo, mientras apretaba los dientes por la rabia de haber fallado en algo tan tonto que le podría haber costado la vida.

Una vez que se calmó, se levantó del suelo y se fijó que no estaba sola en el gimnasio. Había otra chica entrenando allí, y parecía que llevaba ya un buen rato. Keiko la recordaba de haberla visto cuando pronunció su discurso ante los Maestros y Aprendices tras sobrevivir al ataque del Alfa, pero quitando eso, no la conocía. Quizá era una buena oportunidad para saber de ella. Así que se acercó hacia la chica una vez esta acabase su entrenamiento.

—Hola, buenos días. Supongo que ya me habrás visto entrenar. Soy Keiko Akarui, encantada de conocerte. ¿Cómo te llamas tú?

[Tsuna]

Tras derrotar a su muñeco de entrenamiento con una Flama Tenebrosa + Saeko permaneció en pie unos momentos, sintiendo el hormigueo que permanecía en su mano a causa del hechizo. Era casi la primera vez que lo probaba porque no lo había hecho hasta ahora como tal, sino leer teoría sobre magia en libros de la antigua biblioteca del Bastión. Por todos los sucesos del Castillo del Olvido no había tenido tiempo de seguir indagando en esos estudios, pero iba siendo hora de retomarlo todo de nuevo.

Miró a su alrededor y se fijó en que no había nadie allí, excepto la misma aprendiza que continuaba luchando contra su oponente. Le picaba la curiosidad por saber de qué era capaz, a fin de cuentas, nunca tuvo la oportunidad de convivir con los aprendices de ese mundo. Se dio la vuelta y se dirigió hacia las gradas, centrada en la batalla que estaba librando la otra.

Fue entretenido, no lo podía negar. Gracias a sus movimientos, carentes de una estrategia fija y sus habilidades, como la espada cargada de electricidad, imaginó que se trataba de una aprendiz con mucha menos experiencia que ella misma. Saeko estuvo a punto de alertarle para que no saltara de aquella forma, pero tampoco vio adecuado interrumpir la lucha, así que observó en silencio como esta chica fue derrotada sin remedio.

Como tenía la vista fija en ella se percató de que la aprendiza le había echado el ojo encima. No tardó en acercarse, a lo que Saeko se mantuvo receptiva.

—Hola, buenos días. Supongo que ya me habrás visto entrenar. Soy Keiko Akarui, encantada de conocerte. ¿Cómo te llamas tú?

Supuso que lo primero era la formalidad, no quería volver a tener problemas con nadie, y mucho menos pegarle una paliza, tal y como le había hecho a Gata aquella vez...

—Buenos días, mi nombre es Saeko —se presentó, todavía sentada desde el banco, con Keiko enfrente. Esperó alguna reacción por su parte, y luego quiso añadir sus impresiones sobre el combate—. No pretendo criticar tu forma de luchar, pero combates muy a lo loco. ¿Nunca has pensado en una estrategia concreta?

Miró a Keiko y aguardó a una respuesta suya, luego añadió sus propias impresiones.

»Yo por ejemplo soy buena utilizando magia. —elevó la mano derecha, con la palma hacia arriba, y materializó algo de escarcha a su alrededor.

Quizás pudiese servir de ayuda a aquella chica, se la veía tan perdida...

[James Bond]

—Buenos días, mi nombre es Saeko. No pretendo criticar tu forma de luchar, pero combates muy a lo loco. ¿Nunca has pensado en una estrategia concreta?
—Encantada, Saeko. Si te refieres en concreto a una estrategia contra luchadores que pelean con doble lanza, no.
—Yo por ejemplo soy buena utilizando la magia —Saeko conjuró un hechizo Hielo a su alrededor tras canalizar su energía mágica.
—Yo también era buena magia… Pero… ya no puedo usarla —seguramente Saeko reaccionaría sorpresivamente ante la revelación de la aprendiza—. Me han anulado por completo mis circuitos mágicos. No puedo volver a usar magia a menos que destroce el objeto causante de esta maldición. Ni siquiera la propia magia o los objetos medicinales han podido hacer nada.

Keiko se miró su mano izquierda, la cual estaba vendada. No le dolía ni mucho menos. Pero aquel vendaje se lo había dejado para no olvidar el momento en el que perdió su principal arma.

—En cualquier caso, estoy trabajando en solucionar eso, y mientras lo soluciono y no, he decidido especializarme en lo que se me daba bien antes de ser portadora. ¿Te… gustaría practicar conmigo?

[Tsuna]

—Encantada, Saeko. Si te refieres en concreto a una estrategia contra luchadores que pelean con doble lanza, no.

Saeko enarcó una ceja ante la definición que había usado la aprendiza. Ella se había referido de forma general, no a luchadores con doble lanza. Surgió una chispa de curiosidad dentro de ella, curiosidad por saber qué guardaba bajo la manga Keiko, estaba segura de que también tenía muchas cosas que aportar.

—Yo también era buena en magia… Pero… ya no puedo usarla —Vale, sí, esperaba que la sorprendiera de alguna forma, pero no de aquella. ¿Cómo que no podía usar magia?—. Me han anulado por completo mis circuitos mágicos. No puedo volver a usar magia a menos que destroce el objeto causante de esta maldición. Ni siquiera la propia magia o los objetos medicinales han podido hacer nada.

La verdad es que se trataba de la primera vez que escuchaba algo sobre esos "circuitos mágicos", pues ni los maestros le habían explicado a fondo el funcionamiento de la propia magia. Prueba de afinidad, hechizos básicos de los elementos, y cómo desarrollar nuevas habilidades a partir de las que ya tenía, pero aquello...

—¿Un sello? —preguntó entonces, más para sí misma que para Keiko—. ¿No te habrán provocado algo relacionado con el estado Mudez? Es el que nos anula la magia a los Caballeros. —comentó, pero en el fondo dudaba que se tratase de eso por cómo lo había explicado.

Las vendas de su mano no pasaron desapercibidas a sus ojos, no lo parecía haber pasado muy bien...

—En cualquier caso, estoy trabajando en solucionar eso, y mientras lo soluciono y no, he decidido especializarme en lo que se me daba bien antes de ser portadora. ¿Te… gustaría practicar conmigo?

Ciertamente no es que tuviese nada mejor que hacer, y para eso había ido al gimnasio, para estirar un poco los músculos. Claro que ella pensaba luchar contra objetos inanimados, pero experimentar de nuevo la sensación de luchar contra un enemigo real no le vendría mal.

—Claro —Y se levantó, acercándose al centro de la sala—. La verdad es que tengo curiosidad por saber de qué son capaces los aprendices de Tierra de Partida. —invocó su Llavero, Noche helada.

Saeko se puso en guardia, no quería ir a por ella desde el primer instante así que mantuvo la distancia.

»Vamos, te estoy esperando, Keiko.

[James Bond]

—Claro. La verdad es que tengo curiosidad por saber de qué son capaces los aprendices de Tierra de Partida. —Saeko invocó su llavero, e hizo su pose de combate—. Vamos, te estoy esperando, Keiko.



Keiko sonrió pícaramente a Saeko y con espada, que no Llave Espada, en mano se puso en una pose defensiva, con la hoja del arma en perpendicular. Sujetaba el arma con fuerza. Miró a la chica. Tratando de analizarla. Pero le resultaba imposible. Saeko no dejaba ni un solo hueco en su defensa.

Entonces, si no podía encontrar un punto débil, tendría que fabricarlo ella misma. O eso le enseñó su profesor de esgrima. En los entrenamientos más de una vez le había pasado, y en esas veces todo acabó en fracaso. Kei no pudo superar el muro que era la defensa de su rival.

La aprendiza de Villa Crepúsculo, se dirigió a toda velocidad contra Saeko. Bueno, más bien toda la velocidad que sus piernas le permitieran ir.

Alzó su espada e hizo descenderla lo más rápido que pudo. Seguramente Saeko se defendería sin muchos problemas de ese ataque, por lo que empezó a acumular electricidad en su puño y lo dirigiría al estómago de la joven.

—Dije que no podía usar magia. Y es cierto, pero por fortuna sí que puedo utilizar las habilidades de combate. Es el único as en la manga que me queda, y es en lo que pretendo especializarme hasta que recupere mi magia. ¿Sorprendida?

[Tsuna]

Saeko se mantuvo en su sitio durante unos instantes, con su Llavero en la mano derecha, a la espera de que Keiko la atacara. Prefería darle la ventaja que suponía el iniciar una batalla a la otra aprendiza. Aprendiza que no tardó en reaccionar. Se lanzó corriendo hacia Saeko con su espada mediana, a lo cual reaccionó sin mayores problemas. Elevó su Llavero y se defendió de la estocada, comprobó entonces que su rival no disponía de más fuerza que ella, ni tampoco velocidad.

Acto seguido Keiko cargó en su puño lo que le pareció a Saeko un hechizo Electro, o algo así, y embistió sin piedad contra su estómago. Recibió el golpe, retiró la espada y retrocedió de un salto, sintiendo un ligero hormigueo en la zona del golpe. Gimió y se encogió en sí misma por unos momentos, tenía que admitir que había dolido lo suyo.

—Dije que no podía usar magia. Y es cierto, pero por fortuna sí que puedo utilizar las habilidades de combate. Es el único as en la manga que me queda, y es en lo que pretendo especializarme hasta que recupere mi magia. ¿Sorprendida? —argumentó ella, intentando justificar que todavía le quedaba una carta bajo la manga pese a su falta de magia.

Saeko tenía claro cómo continuar aquel combate, puesto que tenía una habilidad idónea para la situación, y quería ver cómo se las apañaba Keiko contra las cuerdas. Así que prefirió presionar.

—No tanto como debería —respondió, y protegida desde la distancia con su Llavero delante, a modo de defensa. Se concentró, cogió aire e invocó una Escarcha protectora.—. ¿Pero cómo piensas ahora enfrentarte a un enemigo protegido con hielo?

El polvo de cristal de hielo recubrió el cuerpo de Saeko, su melena se meció en el aire y empuñó su espada con ambas manos. Su cuerpo ahora estaba cubierto por una nube de cristales helados.

»Tendrás que acercarte para hacerme daño. ¿Quién te selló la magia? —preguntó en última instancia, movida por la curiosidad. A su vez esperó el siguiente ataque de Keiko.

Al final iba a resultar que iba a ayudar de verdad a aquella aprendiza a mejorar sus técnicas de combate, quién lo hubiese dicho.

[James Bond]

El puño de Keiko alcanzó el estómago de Saeko con relativa facilidad. Eso hizo que la aprendiza se sintiera bien consigo misma, ya que eso indicaba que su entrenamiento estaba dando sus frutos, y que debía seguir ese camino.

—No tanto como debería. ¿Pero cómo piensas ahora enfrentarte a un enemigo protegido con hielo?

Una barrera de hielo surgió del suelo y rodeó a Saeko. La barrera no mostraba ningún punto flaco que pudiese aprovechar para destruirla.

—Tendrás que acercarte para hacerme daño. ¿Quién te selló la magia? —preguntó Saeko, mientras esperaba el siguiente movimiento de Keiko.
—Alguien conocido como Lanza Infalible. Obviamente es un pseudónimo, pero es realmente bueno. Por lo menos pude herirle el orgullo —respondió Keiko a la pregunta que le hizo Saeko.

Pero eso no le serviría a Keiko para romper la barrera de hielo. Obviamente, si la chica había levantado esa defensa, era porque esperaba que se acercase, y en el momento que lo hiciese seguramente usaría algún ataque sorpresa.

Si no podía acercarse, y por tanto, no podía destruirle la barrera defensiva a puñetazos, tendría que emplear su último recurso.

Metiéndose la mano en el interior de su chaqueta, sacó una pistola de pequeño tamaño, apuntó sonriente al bloque de hielo y realizó varios disparos hacia el mismo.

En ese momento, la chica cargó la hoja de su espada con electricidad y una vez estuviese lo suficientemente cerca, emplearía todas sus fuerzas en atravesar el bloque de hielo con su espada, como había visto hacer en las películas. Solo esperaba que tuviese la suerte del protagonista.

[Tsuna]

—Alguien conocido como Lanza Infalible. Obviamente es un pseudónimo, pero es realmente bueno. Por lo menos pude herirle el orgullo —Saeko enarcó una ceja. Aquel pseudónimo le resultaba un poco ridículo, y que Keiko lo elogiara tampoco lo llegaba a comprender.

Por desgracia ella no conocía a nadie apodado con ese nombre, ni en todos sus años como aprendiza había escuchado sobre esa persona, el tal Lanza Infalible. Si tan infalible era sus méritos no habían llegado a sus oídos todavía, bueno, al menos hasta ese momento concreto.

Quitando esas reflexiones de su mente Saeko se mantuvo centrada, sin apartar la vista de la contrincante. Pasaron unos instantes cargados de tensión en los que Saeko se murió por saber si Keiko se rendiría o no ante tal defensa, nada más lejos de la realidad la chica sacó de sus prendas una pistola. En efecto: se trataba de un arma de fuego que bien podía volarle la cabeza o causar una herida de gravedad. Saeko no comprendió por qué sonreía mientras la apuntaba si aquello era un simple entrenamiento. Fue a protestar que se detuviera cuando llevó el dedo al gatillo, sabía que tenía que esquivar ese golpe. La escarcha no podía detener ataques a distancia, tan solo era una nube de cristales que rodeaba su cuerpo y dañaba a los enemigos cercanos. Era evidente que los hechizos o disparos de largo alcance eran su punto flaco. Saeko no esperó ni un segundo más y pegó un salto lateral hacia un lado, escuchó el primer disparo y continuó saltando sin mirar atrás, esquivando las potentes ráfagas que se le venían encima. Una de ellas le rozó la pierna derecho y se vio obligada a ahogar un grito.

Resopló cansada y se llevó la mano libre al muslo, y cuando dirigió la vista a Keiko comprobó que esta se le lanzaba encima con su espada. ¿Por qué demonios le sorprendía si ella misma le había advertido que luchaba a lo loco? El arma de Keiko se cargó de electricidad, cayó en la cuenta de que no era el primer hechizo eléctrico que le lanzaba e intuyó que su afinidad sería el Rayo.

Todo pasó demasiado rápido y Saeko estaba nerviosa por los disparos que tan cerca habían estado. Keiko se adentró en la escarcha, recibiendo daño y un frío súbito por los cristales. Entonces el Llavero de Saeko se vio rodeado de oscuridad, de penumbras, ni siquiera lo pensó pues fue inmediato. Bloqueó la estocada de la aprendiz, que todavía sufría por el frío, y en un instante giró sobre sí misma y le propinó un corte, un Tajo oscuro, en el costado, que la tiró para atrás sacando su cuerpo del hielo. No parecía muy resistente.

Saeko la miró con nerviosismo, tensa. Las penumbras que rodeaban el Llavero se esfumaron y la escarcha que la rodeaba también. Se suponía que aquello era un entrenamiento, pero Keiko había estado a punto de matarla.

—¿En qué estabas pensando? Me podrías haber matado —luego se dio cuenta de que le había hecho daño de verdad a Keiko, y se acercó a ella para socorrerla sintiendo una leve punzada en el muslo. No quería volver a repetir la experiencia con Gata, no de nuevo ni en aquel lugar—. Lo siento, me he dejado llevar. ¿Te puedes poner en pie?

[James Bond]

Saeko saltó hacia un lado cuando Keiko realizó el primer disparo con su pistola y no paró de saltar. La muchacha estaba segura que le había logrado dar con uno de los disparos ya que Saeko se llevó la mano al muslo.

La aprendiza se lanzó hacia su rival con la hoja de la espada cargada de electricidad y observó la cara de sorpresa que había puesto Saeko ante su movimiento. ¿Quizá no se había esperado algo así? Quien sabe.

Cuando la joven se adentró en la barrera de hielo, recibió daño por los pequeños trozos de nieve helados, que le fueron provocando heridas leves, pero de apenas importancia. A veces había que correr riesgos para derrotar al enemigo, aún si tenía que soportar el dolor.

Pero Saeko tampoco pensaba dejarse golpear. Con la hoja de su arma envuelta en un aura oscura, bloqueó el ataque de la joven de Villa Crepúsculo y recibió un tajo en el costado.

Kei se llevó inmediatamente una mano a la zona afectada por el dolor mientras se retorcía en el suelo. Le dolía mucho. No lo negaba. Pero cuando se volviese a enfrentar con Lanza, él no se andaría con chiquilladas. Tenía que aprender a soportar cualquier tipo de dolor para poder seguir luchando.

—¿En qué estabas pensando? Me podrías haber matado —a pesar de eso, Saeko se acercó a ayudar a la muchacha—. . Lo siento, me he dejado llevar. ¿Te puedes poner en pie?
—Con un poco de ayuda, podré volver a ponerme en pie —respondió Kei, aceptando la mano de Saeko para levantarse—. Lo siento, no te culpo por defenderte. Simplemente me dejé llevar y me tomé demasiado enserio el entrenamiento. He sido una estúpida.
>>Pero si no entreno seriamente, cuando vuelva a enfrentarme a Lanza Infalible, si no tengo la habilidad suficiente, moriré sin lugar a dudas.

La chica se sentó en un banco y suspiró, necesitaba descansar un poco. Ya iría luego a la enfermería y diría que se pasó de la raya con la dificultad del muñeco de entrenamiento. No era culpa de Saeko en absoluto. Ella misma había provocado esa situación, así que la responsabilidad recaía en ambas, aunque más en la joven de Villa Crepúsculo.

—Por cierto Saeko, recuerdo de verte cuando di mi discurso delante de los Maestros y Aprendices tras los eventos del Castillo del Olvido, sin embargo, no recuerdo de haberte visto antes de ese momento. ¿De dónde vienes? ¿Cómo es tu mundo?

[Tsuna]

Saeko no se lo pensó dos veces al ayudar a Keiko a ponerse en pie, le tendió la mano y tiró con fuerza, aun con el escozor que la bala le había provocado en la pierna. Gruñó un poco y se separó de la otra aprendiz, tomando algo de aire.

—Lo siento, no te culpo por defenderte. Simplemente me dejé llevar y me tomé demasiado enserio el entrenamiento. He sido una estúpida. —Saeko asintió. Al menos le alegraba saber que volvía a sus cabales y asumía su responsabilidad, pero esa forma de hacer las cosas... No estaba muy convencida de que Keiko estuviese bien de la cabeza.

>>Pero si no entreno seriamente, cuando vuelva a enfrentarme a Lanza Infalible, si no tengo la habilidad suficiente, moriré sin lugar a dudas.

Entonces esa era su motivación para querer estar tan empeñada en mejorar. Saeko resopló, imaginando qué clase de hombre sería ese tal Lanza Infalible. Por cómo lo estaba describiendo Keiko ese día no parecía alguien muy amable.

Su compañera de entrenamiento retrocedió hasta uno de los bancos más cercanos, sentándose a descansar. Saeko la siguió, sin mucho que añadir y mirando de reojo el tajo que le había pegado en aquel arrebato. Estaba todavía pensando en ese tal Lanza Infalible, y a punto de ofrecerle una Poción a Keiko cuando esta la sacó de sus pensamientos.

—Por cierto Saeko, recuerdo de verte cuando di mi discurso delante de los Maestros y Aprendices tras los eventos del Castillo del Olvido, sin embargo, no recuerdo de haberte visto antes de ese momento. ¿De dónde vienes? ¿Cómo es tu mundo?

Saeko se sintió un poco nerviosa ante la pregunta de Keiko. Sentía que si afirmaba ser del Bastión la mirarían mal, cortarían relaciones con ella y la criticarían por ser una traidora que usaba la oscuridad. Pero tampoco podía seguir escondida, si quería dar a conocer sus experiencias de la Tierra de Partida de mil años atrás tenía que dejarse ver, mostrarse segura, no indecisa y asustada. Desvió la mirada unos momentos, momentos en los que se debatió por dentro.

Al final optó por decir la verdad...

—Llevo ya casi tres años siendo aprendiza de la Llave Espada, mi maestra es Ariasu... supongo —pese a su traición, seguía guardando un rincón de su corazón a esa maestra tan especial. No compartía algunas cosas de su carácter, puesto que era demasiado alegre para una persona meticulosa y seria como lo era Saeko, pero ya la había salvado en varias ocasiones, o cuando le hacía visitas en la Nave de la Federación tras una misión de vida o muerte—. Era de Bastión Hueco, y siempre estaba allí encerrada. Me gustaba vivir allí pero... —negó con la cabeza. Prefería no hablar del tema de su traición. En cambio, dijo su mundo natal—. Mi mundo natal es Tierra de Dragones, ¿lo conoces?

[James Bond]

Saeko se puso nerviosa cuando Keiko le preguntó por su procedencia. La joven evitó mirar a Keiko durante un tiempo. Pero finalmente, se decidió a hablar.

—Llevo ya casi tres años siendo aprendiza de la Llave Espada, mi maestra es Ariasu... supongo. Era de Bastión Hueco, y siempre estaba allí encerrada. Me gustaba vivir allí pero... —negó con la cabezal—. Mi mundo natal es Tierra de Dragones, ¿lo conoces?
—Por desgracia, no he tenido el placer de visitarlo, aunque un día podríamos ir, si así lo deseas. Y me da igual que antes fueras de Bastión Hueco. Ahora somos aliados, ¿recuerdas? Lo que importa es el presente. Había un dicho en mi mundo… Carpe Diem o algo así, pero viene a significar que lo importante es el aquí y ahora. Puede que quizá me equivoque, nunca fui una buena estudiante —Keiko sonrió a Saeko—. Y ya que te he preguntado sobre tu mundo, no sería justo que no te hablase del mío, ¿verdad?

Keiko miró a Saeko, un poco triste, pero trataba de mantener su cara alegre como buenamente podía. Hablar de su mundo destruido, todavía seguía doliéndole en el corazón. Y aunque acabasen deteniendo a Aaron, no podría recuperar su hogar.

—Nací en Villa Crepúsculo. Fue mi mundo natal durante muchos años. También tuve un hermano pequeño, un poco idiota, pero mi hermano al fin y al cabo. Se fue alegando que le habían una beca en el extranjero. Admito que me resultó raro, ya que mi hermano tampoco es que fuese un gran estudiante.

Kei se tomó una pequeña pausa antes de continuar.

—No volví a saber nada más de él hasta que me encontré con la Maestra Rebecca y me dijo que mi hermano estaba muerto, a pesar de que no habían logrado encontrar su cuerpo. Por eso, tengo la esperanza de encontrarle. No descansaré hasta dar con él. Puede que parezca que simplemente no quiero aceptar su muerte, pero no quiero darle por perdido. Es lo único que me queda, aparte del profesor Tatsumi.