Últimamente Nadhia no tenía el entusiasmo de antes para cumplir misiones a las que era mandada por sus maestros de Tierra de Partida. Ella sólo quería descansar, reflexionar sobre todo lo que había sucedido hacía pocas semanas en La Red, pasar más tiempo con sus amigos en los entrenamientos o, mejor, en los jardines durante los descansos o a la noche antes de ir a dormir, donde no hubiera ojos de los superiores al acecho, dando su opinión sobre lo sucedido, informándose sobre lo que ella ―o su otra identidad virtual― no había vivido durante el Reaper’s Game… o simplemente, para sentirse más segura rodeada de gente que la entendía.
Su relación con Xefil se había forjado tras sincerarse, dejando claro lo que sentía por él, sin miedo o ataduras. Aunque hubiera sido obvio para la mayoría de sus amigos, a ella aún le costaba pensar en la idea de tener pareja; sin embargo, gracias también a hablar sobre todo cuánto le preocupaba con su amiga Fátima, podía decirse que no solo se encontraba más segura consigo misma, sino también dentro del castillo, dándose cuenta de lo importante que era para sus amigos y hasta qué punto eran capaz de valorarla.
Sin embargo, cuando llegaban avisos para presentarse en la sala del trono, pensaba si lo mejor sería decir que se había quedado dormida o que no se encontraba bien. Dejando de lado su desgana por querer ver a Kazuki o a Ronin, su deber seguía siendo mantener a raya a los sincorazón como portadora de la Llave-Espada. Aquella era su responsabilidad, mantener a salvo a muchos inocentes de esa aterradora amenaza. Y seguiría siéndolo. No lo cambiaría una estúpida guerra donde sólo acabarían matándose unos a otros.
Masculló entre dientes al comprobar que su misión no consistía en el principal deber de un Caballero. Le tocaba encontrar información valiosa, de un manuscrito que se encontraba en algún lugar de la ciudad de Londres, cercana al País de Nunca Jamás, del que tampoco tenía muy buenos recuerdos a pesar de lo mágico y encantador que era ese mundo. ¿Para qué querría Ronin que fuera a Londres a buscar un libro sobre una materia tan… poco relacionada con su cometido? “Bomba de hidrógeno”, le escuchó decir.
Salió aliviada de la Sala del Trono cuando supo que Light sería su compañero durante la misión, por lo que ambos pudieron comer tranquilamente en el comedor antes de partir con sus Glider hacia el intersticio.
Y tantas cosas que tenían que hablar, claro que sí. A Nadhia ya le habían llegado rumores sobre un Light oscuro, que se había interpuesto en el camino de algunos aprendices y el de Crow. No quería pensar que se tratara del Light de datos, de que estuviera… vivo. Y lo peor: corrupto. Sacudió la cabeza, asegurándose de que habían acabado con Erased. Que la historia no volvería a repetirse, y que si el Light de datos había resucitado con la Corrupción, habría perecido junto a ella hace unas semanas, por mucho que le doliera.
Sin embargo, no podía estar tranquila diciéndose aquello.
―¡Maldita sea!
Nadhia salió de repente por una de las salidas traseras de la gran biblioteca de la ciudad de Londres, y cerró tras de sí el portón con una mueca que hizo corroborar a su amigo que aquella no había sido una buena idea, por muy discretos que hubieran sido.
Light se había quedado vigilando, y Nadhia había entrado en la biblioteca para buscar el dichoso manuscrito… ya le dolía robar, ¡más un libro antiquísimo y tan bien resguardado en su vitrina! No le sorprendió para nada que en el momento en el que consiguió hacerse con él, saltara la alarma. Pero sospechando que acabaría haciendo algo así, y conociendo a Light, había decidido ir ella misma a recogerlo.
El plan sería volver a Tierra de Partida, hacer una copia del material y volver a dejarlo allí sin que sus Maestros se enteraran de que habían llamado demasiado la atención en aquel mundo.
Una vez ambos aseguraron las puertas y escucharon gritos en el interior, Nadhia echó a correr agarrando del brazo a Light y teniendo el libro bajo su regazo, protegiéndolo de la tormenta que caía, como era de habitual, en Londres.
―Creo que me están siguiendo ―le explicó una vez giraron una esquina de los callejones, recuperando el aliento―. Puede que sean guardias, yo… acabo de robar un libro.
» Vámonos de aquí.
Una vez dicho aquello, Nadhia metió el libro en su mochila y la aseguró a su espalda, para luego activar su armadura y el Glider. Tras esperar a que Light estuviera preparado, salió disparada hacia el cielo seguida de éste. En otra ocasión se habría negado a volar con una tormenta de por medio, pero con el paso de los años Nadhia creía tener la suficiente confianza en sí misma como para asegurarse de que no caería de su medio de transporte tan fácilmente.
A salvo ambos, dejando atrás las oscuras nubes de la ciudad y observando bajo el casco como se abría el espacio intersticial ante ellos, suspiró bajo su casco y se giró a Light:
―Lo siento ―se disculpó, haciendo aparecer la vela de su Glider―. He metido la pata hasta el fondo, se suponía que no debía llamar la atención.
» Tendremos que regresar para devolverlo en cuanto podamos.