[País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Encuentro entre Celeste y Saito

¡Pásate por aquí para encontrarte con todo aquello relacionado con el rol y que no encontrarás en el resto de subforos! Libres, Eventos, Eventos Globales... ¡Pásate, rolea y échate unas risas!

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor H.S Sora » Sab Jun 11, 2016 1:23 pm

Me quedé mirando a Celeste con los ojos abiertos como platos. ¿Hablaba en serio? Si bien era cierto que la muerte de Lautrec no había sido nuestro objetivo principal en la pelea, tampoco lo había llegado a descartar. Había intentado asesinarnos, y se había quedado a un paso de que las cosas le saliesen bien: ¿existía alguna razón para tener clemencia?

Aunque lo que me inquietaba era que con Lautrec muerto solo tendríamos la palabra de la mujer que teníamos delante. Fuese Elizabeth o Lacie, era lo único que no acababa de gustarme de todo aquello. Pero esperaba que no tuviese ningún motivo para mentirnos de nuevo.

Conozco a Lautrec... llevo con él muchísimo tiempo. Y sé que, por mucho que intentara convencerle, jamás os habría dejado ir. Os habría perseguido hasta el fin de los mundos.

Encontré la mirada de Celeste buscando alguna clase de ayuda en mí, pero negué con la cabeza.

Ha intentado matarnos. Suficiente daño nos ha hecho ya, como para darle la oportunidad de volver a la carga.

Mi amiga no parecía convencida, pero al igual que yo necesitaba una explicación. El silencio se hizo expectante y tragué saliva al ver cómo la muchacha se lo tomaba como un incentivo para comenzar su historia.

Llegué con Lautrec a El País de los Mosqueteros hará unos meses. Hicimos de la Ópera una especie de base particular. Hay una gran cantidad de habitaciones y sótanos que no se usan, y ahí nadie nos molestaba si decíamos que éramos actores. Tampoco era que eso sucediese muy a menudo, claro...

¿Pero una base para qué?

Me removí nervioso, mientras seguía de pie. Podían haber seguido con sus vidas, pero no lo habían hecho. Se habían instalado ahí para algo, y estuviese en relación o no con lo de los supuestos experimentos sobre los que mi compañera había leído, aquello era competencia de los Caballeros de la Llave Espada. Y más en vista de que no eran personas corrientes.

¿Y los papeles que encontré?

No sé qué leíste exactamente, pero te aseguro que lo de los experimentos es un tema ya zanjado desde hace tiempo. La información la traje conmigo cuando me marché de los laboratorios, más que nada como el recuerdo de dos años enteros de proyectos. Jugar con cosas que escapan a nuestro entendimiento nunca trae buenas consecuencias... Qué idiota. Si tan sólo hubiese pensado así en esos tiempos...

>>Sólo era una aspirante a doctora con delirios de grandeza. Una explosión en el laboratorio terminó hace tres años con todos nuestros avances. Fue un desastre. Sólo conseguimos rescatar a una decena de sujetos, Lautrec entre ellos, pero todos murieron a los pocos días.

¿Tres años?… Entonces no puede ser. Seguro que no.

¿Qué ocurre? ¿No me creéis?

No sabía qué hacer, ni qué decir. Todo lo que nos había dicho tenía sentido, pero mi cabeza no dejaba de darle vueltas a algo: ¿la casualidad había querido que nosotros encontrásemos toda aquella antigua conspiración por mero azar? A pesar de que no podía verle el rostro, ahora concentrado en seguir arreglando los destrozos, algo en mí gritaba con todas sus fuerzas que su historia no acababa de cuadrar.

Alice había distinguido a su madre de la doctora Elizabeth, y ella no había hecho mención alguna a nada de eso. Pero sabía que yo la conocía… ¿por qué mentirnos entonces? La respuesta me vino casi de inmediato, demasiado obvia como para que yo pudiera asimilarla en un primer momento: Elizabeth, Lacie, o como quisiera llamarse no se fiaba de Celeste.

Al ser doctora y experimento, ambos figurábamos en la lista de bajas que se redactó el día de la explosión, y que eso saliera a la luz nos podría perjudicar mucho; y cuando decidiste contárselo a Saito, vio que no tenía otra opción que asesinaros.

Apreté los puños al ver que la chica estaba tratando de ocultarnos cosas, pero me percaté entonces de que me miraba de reojo. Su semblante serio, junto a un leve movimiento de cabeza me devolvió parte de la esperanza: quería hablar a solas.

Pero eso significaba que Celeste no podía enterarse de lo que planeaba decirme, y tampoco podía insinuárselo o de lo contrario me acabaría quedando sin ningún tipo de información. Me entristecía pensar que debía encontrar una forma de mentirle, pero no había opción. Ya lo hablaría con ella más adelante.

Spoiler: Mostrar


Me acerqué a una Celeste algo alejada y abstraída. Le hablé:

¿Cómo estás?… —Apliqué un Cura a las heridas que todavía eran visibles en su piel morena.

Todo era por mi culpa, aunque Celeste jamás fuese a admitirlo. Toda la idea del picnic había surgido a raíz de como estaba… de todo lo que había pasado en el Castillo del Olvido y que todavía no era capaz de afrontar.

Había estado a punto de perderla por mi debilidad, y jamás me lo perdonaría. Ya había perdido a demasiadas personas por aquel amargo camino de Portador.

Di otro paso hacia ella. La abracé con fuerza, deseando comprobar que era real. Que no se había ido.

Lo siento.

No tenía fuerzas para ponerle ninguna excusa decente con tal de pudiésemos quedarnos solos Elizabeth y yo, ni tan solo al pesar en la tentadora idea que podría suponerle la de acabar de investigar los archivos que había encontrado antes.

En su lugar, solo surgió un susurro. Mi voz, entrecortada y rota:

Lo siento...
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor Denna » Lun Jun 13, 2016 6:17 pm

Elizabeth calló, más centrada en reparar la Ópera que en nosotros. Supuse que ya no le preocupaba que la atacáramos por la espalda, no tras escucharla pacientemente y ponernos de su parte. Bah.

Apenas noté el segundo Cura, y fue la voz de Saito la que me sacó de mis pensamientos.

¿Cómo estás?...

Enfadada. Cansada. Frustrada.

Viva —contesté muy a mi pesar—. Supongo que, después de todo, es un logro.

Sabía que hacía mal en reprocharle. Saito se había llevado la peor parte de la pelea y no tenía ningún derecho a echarle nada en cara. Pero que se tomara tan a la ligera un asesinato así... algo que había ocurrido justo delante de sus ojos... A pesar de que Lautrec no hubiera vacilado en matarnos, ese final iba mucho más allá de cualquier idea de justicia.

Y luego estaba eso.

Vacilé, no muy segura de cómo sacar el tema. A decir verdad, no estaba muy segura de qué hacer en general. Lo único que quería era volver a casa.

Oye, Saito...

Lo siento —murmuró. Tiró de mi brazo y luego pasó a rodearme con los suyos. Le devolví el abrazo con torpeza. El contacto físico nunca me había molestado, pero aquella situación era tan extraña, tan surrealista, que no sabía ni cómo tomármelo—. Lo siento...

No ha sido culpa tuya —dije. Mi voz sonó tan falsa como me sentía yo misma—. No ha sido culpa tuya —repetí— . No podías saber lo que pasaría. La próxima vez... No sé, elijo yo el mundo y ya está.

Me separé con cautela. Dudaba que fuese a haber más ocasiones.

Te lo tengo que preguntar. Lo que ha pasado mientras peleábamos... cuando has... cambiado. No te pediré explicaciones, sólo quiero saber si es algo normal en ti. Y si es... bueno, si es peligroso.

Bajé la mirada.

Puede que no entienda mucho por venir de donde vengo —agregué, quizás algo cortante— pero lo que sé sobre posesiones no tiene ninguna gracia. Quizás deberías plantearte acabar con eso, sea lo que sea.

Suspiré y me llevé las manos a las sienes. Por lo visto, los Cura no servían contra el dolor de cabeza. Quise preguntarle sobre Elizabeth; saber si de verdad creía su historia, pero estando las cosas como estaban, sería mejor dejarlo para otro día.

Me encogí de hombros.

Deberíamos volver. Este sitio empieza a darme escalofríos.
Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Denna
29. Dragón
29. Dragón
The Unknowns
 
Mensajes: 852
Registrado: Lun Mar 09, 2015 11:26 pm
Dinero: 522,716.96
Banco: 15,528.00
Ubicación: Invernalia.
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 2

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor H.S Sora » Lun Jun 20, 2016 12:24 am

No ha sido culpa tuya. No ha sido culpa tuya. —Volvió a repetir, mantuve la mirada gacha mientras hablaba—. No podías saber lo que pasaría. Hemos hecho lo que hemos podido, ya está.

Asentí, sin responder. Me habría gustado apoyarme en su hombro, pero Celeste ya se había apartado de mí. Bajé los brazos, mientras el silencio me obligaba a mirarla directamente: parecía preocupada, y no le faltaban motivos después de todo lo que nos había pasado.

Te lo tengo que preguntar —dijo al fin—. Lo que ha pasado mientras peleábamos... cuando has... cambiado. No te pediré explicaciones, sólo quiero saber si es algo normal en ti. Y si es... bueno, si es peligroso.

No lo es. —Me apresuré a añadir. Debía saberlo, al menos eso.— Ella es Alice...Sólo nos ayudaba...

Puede que no entienda mucho por venir de donde vengo. —Me interrumpió antes de poder seguir—. pero lo que sé sobre posesiones no tiene ninguna gracia.

Esbocé una sonrisa nerviosa. ¿Posesiones? Alice no era nada de lo que Celeste imaginaba. Todo aquello era un malentendido, sólo tenía que mostrarle que ella no era nada malvado. Dejar que la conociese mejor.

>>Quizás deberías plantearte acabar con eso, sea lo que sea.

¿Qué? ¿Acabar conmigo?

¿Celeste?...

¿Acaso se pensaba que Alice era un monstruo? ¿O que yo mismo lo era? Temía preguntárselo, por lo que no pude evitar sentirme herido, furioso y es que ni tan solo me había dado la oportunidad de explicarle las cosas. Ella, que hasta hace un momento había defendido la opción de dejar a Lautrec con vida, ahora me pedía que acabase con alguien que tenía tanta importancia para mí y para poder descubrir la verdad.

Alice nos había ayudado a defenderos del asesino de Lautrec. ¿Acaso no era capaz de ver la diferencia entre su salvadora y el que podía haber sido su perdición?

Deberíamos ir pensando en volver. Este sitio empieza a darme escalofríos.

Miré al cielo, lanzando un suspiro. Trataba de recomponerme, lo último que quería era hablarle mal. Por mucho que sus palabras me hubiesen herido, de nada serviría; además, aquella era la oportunidad perfecta para quedarme a solas con la mujer que seguía reconstruyendo la Ópera.

La única que podía ofrecerme verdaderas respuestas.

Ve tú primera, yo me aseguraré de que Elizabeth se quede en el País de los Mosqueteros, pero con la condición de dejar de viajar entre mundos. Así podrá tener aquí una vida tranquila, y nos aseguraremos de que no vuelva a pasar nada como lo de hoy.

>>No será necesario informar a la Orden —añadí—. Ella no es un peligro.

Celeste se dirigió a la puerta que llevaba a aquel tejado. Ya que las personas normales no entraban atravesando el techo, y teniendo en cuenta que Elizabeth ya había arreglado con su peculiar magia todo aquel destrozo. Seguía alucinado por todo el poder que tenía. Me acerqué a ella tras escuchar el ruido del portazo de mi amiga.

Le has mentido.

Resopló, parecía bastante cansada. Su semblante seguía siendo joven, pero en sus ojos se reflejaba una madurez que no había podido ver antes.

Y tu a ella, y ella a ti. Y vosotros a mí. Creo que no son las mejores circunstancias como para que nos reprochemos las mentiras de esta noche.

¿Pero por qué querías hablar a solas conmigo? Ella también forma parte de la Orden, y es mi amiga. Lo habría entendido.

¿De verdad crees que lo habría hecho? —inquirió—. Lo poco que ha visto a Alice ha creído que era una posesión maligna, y te ha pedido que te libraras de ella. ¿Qué hubiera pasado si le hubiese dicho que yo soy algo “peor” a una posesión?

¿Cómo?

Ya te ha dicho Alice que yo soy su madre, y no está equivocada. Mi nombre como Ente era Lacie, y este es el cuerpo de una doctora llamada Elizabeth, en eso no os he mentido. Pero prefiero mantener el nombre de ella, para que nunca se me olvide las cosas tan terribles que ha hecho la parte humana que había en mí.

Sobraba decir que no estaba entendiendo nada de lo que ella me decía. Vacilé un momento antes de intentar preguntarle.

¿Ente, parte humana? ¿Estás intentando asustarme con cantinelas para no tener que contarme la verdad? ¡Dime ya lo que está pasando!

Relajó el gesto y se limitó a sonreír, como si le estuviese haciendo gracia la situación. Por un momento parecía tan joven como la Elizabeth que habíamos visto cantar horas antes.

Los Entes, somos esencias y criaturas poderosas que escapan a la comprensión del poder de la lógica y lo natural; tú mismo eres consciente de que las leyes que rigen el mundo pueden cambiar, e incluso se pueden moldear con magia como ya has visto. Ni yo misma sé cómo surgimos, ni cuál era nuestra función. Tampoco sé cómo siendo tan poderosos, llegaron a capturarnos. Ni a hacer lo que hicieron.

>>Pero no te preocupes. Tu querías saber la verdad, y os a la mostraré tanto a ti como a mi hija.

Elizabeth empezó a emanar esa extraña magia de nuevo. Pero en lugar de proyectarla hacia algo en concreto, para reconstruirlo como le había visto hacer, ésta parecía envolvernos a ambos; el ambiente se enrarecía por momentos, e incluso podía jurar que el suelo temblaba. El aura de la mujer se intensificaba, un hormigueo me recorrió todo el cuerpo.

¡¿Qué estás haciendo?!

Darte lo que querías. Nada de esto son cuentos, Saito, pero si lo fuesen que no te quepa duda que serían un cuento de terror.

>>Te voy a mostrar una historia trágica de la que te ha tocado formar parte.

Todo se densificó todavía más antes de notar como mi nariz empezaba a sangrar. Y fue entonces cuando hizo algo que ya había visto hacer antes: pero ni tan solo tuve lugar de articular palabra antes de que Elizabeth me metiese de un estirón en aquella ventana que había formado en el aire.
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor Denna » Lun Jun 20, 2016 1:07 am

No quedaba nada.

Por supuesto, no iba a dejar las cosas así. Elizabeth no era de fiar y me daba igual lo que dijera. Yo sabía la verdad. Y, más importante todavía, sabía dónde se encontraba esa verdad.

O eso creía. Porque la habitación estaba vacía.

Ignoraba cuál de los dos lo había hecho, pero ya no importaba. Con las pruebas desaparecidas —quizás destruidas— sus crímenes eran menos que polvo.

Apreté los puños, conteniendo las ganas de gritar.

***


Ve tú primera, yo me aseguraré de que Elizabeth se quede en el País de los Mosqueteros, pero con la condición de dejar de viajar entre mundos.

¿Qué?

Así podrá tener aquí una vida tranquila, y nos aseguraremos de que no vuelva a pasar nada como lo de hoy. No será necesario informar a la Orden. Ella no es un peligro.

Pero ¿tú has visto lo mismo que yo? Por supuesto que es un peligro. No me creo su historia, Saito, nada nos asegura que sea verdad. No sólo tenemos que avisar a la Orden, tenemos que llevarla a la maldita Federación y asegurarnos de que la encierran para siempre. ¡Torturaron gente, por Dios! ¡Niños!

Me senté en los escalones de la entrada de la Ópera con la conversación aún en mente. Nada había servido. La fría piedra invitaba a que me tumbara ahí mismo y llorara hasta dormirme. Cosas más raras había hecho, de eso estaba segura. Pero, con la desagradable sensación de que iba a estallar de un momento a otro, preferí limitarme a esperar.

Fuera, el mundo seguía tan tranquilo como en el momento de nuestra llegada. Costaba creer que tan sólo unas pocas horas atrás seguía en Bastión Hueco, en el mirador bajo la noche, cuando mis mayores preocupaciones eran una inocente fiesta y rumores fantásticos. Ahora, en la misma noche de un mundo distinto, lo único que deseaba era no haber venido. Jamás.

¡Cuántas cosas habrían cambiado si hubiese bajado a cenar como una persona normal!

Enterré la cabeza en las manos. ¿Cómo podían complicarse tanto las cosas? Lo único que pedía era una estúpida noche libre.

Un chasquido hizo que levantara la vista de golpe. ¿Era Saito, que volvía ya? El ruido se repitió. Distaba mucho de sonar a nada parecido a unos pasos. Saqué la daga por acto reflejo y escruté los jardines en la oscuridad.

Despacio, me levanté y eché a andar.

***


No me percaté de que había llorado hasta que Saito me miró con extrañeza. Me sequé los ojos casi con rabia y negué con la cabeza antes de que le diera por preguntar.

Te has hecho de rogar. ¿Y bien? ¿Ya la has “convencido”?

Me abstuve de hacer comentarios. Ni siquiera tenía fuerzas para bufar. Estaba agotada y, de ser posible, hubiera dormido durante una semana. El cosquilleo de mi mano, ahora vacía, sería como un recordatorio constante.

Suspiré, recorriendo a la armadura. Agradecía más que nunca el escondite que me proporcionaba para la sangre de la ropa, y esperé a que Saito me imitara.

Esta ha sido, con diferencia, la peor fiesta de la historia —declaré—. Quiero... quiero volver a casa. Por favor.

Pestañeé con fuerza. A casa. Qué fácil era decirlo.

Nunca podría volver a pisar París libre de culpa.

Nunca podría mirar a mi familia a la cara y sonreírles.

El motor del glider ronroneó y subí sin pensar. Lo que fuera para alejarme de ahí cuanto antes. Volví la vista atrás por última vez; la Ópera ya estaba casi reconstruida del todo.

En cuanto amaneciera, nadie sospecharía nada de lo que había sucedido aquella noche. Todos desapareceríamos, y nadie lo descubriría nunca.

Pero yo recordaría.
Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Denna
29. Dragón
29. Dragón
The Unknowns
 
Mensajes: 852
Registrado: Lun Mar 09, 2015 11:26 pm
Dinero: 522,716.96
Banco: 15,528.00
Ubicación: Invernalia.
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 2

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor H.S Sora » Mié Jun 22, 2016 11:43 pm

Elizabeth me agarró del brazo al percatarse del mareo que me entró al pasar. Un sudor frío me estremeció al ver que aquello que había hecho era similar a la habilidad de Chihiro. No pude evitar acordarme de haber visto a Saeko entrar en su portal al pasado, cosa que desembocó en un torrente de recuerdos que no pude evitar; las pruebas. Aaron. El Coloso. Ella diciéndome que me equivocaba.

No te distraigas —susurró Elizabeth, parecía más tensa de lo que cabía esperar—. Es importante que no pierdas detalle de lo que vas a ver.

>>Y no te preocupes si nos encontramos con alguien, no pueden vernos ni oírnos.

Asentí, tratando de dejarlo todo a un lado. Parecíamos estar en los sótanos de dentro de unas grandes y modernas instalaciones, lo primero que vino a la cabeza fue pensar que estábamos en una gran nave espacial por el parecido que le había encontrado con la de la Federación.

Lo curioso era que todo nuestro alrededor había adquirido un tono sepia y no se escuchaba ruido alguno a excepción del eco de nuestras pisadas; al poco rato de avanzar, me percaté de que estábamos en unas celdas muy mal iluminadas a pesar de lo moderno que era el lugar.

Elizabeth se detuvo frente a una.

Esto es el principio de todo. Los que quedan en estas celdas fueron algunos de los experimentos iniciales que se hicieron, y es que temían no entender el proceso, por lo que empezaron mezclando psiques parasitarias de animales con la de humanos... llegando incluso a implantar partes de estos para hacerlos más fuertes y compatibles.

Hizo una señal mientras apartaba la mirada.

El cristal translúcido mostraba a un joven adolescente de rodillas en el suelo, el pelo era tan largo que al tener la cabeza gacha no podía verle la cara; pero eso dejó de ser un problema al ver lo que parecía ser media ala metálica adosada a su espalda. Trató de alzar el vuelo, pero en su lugar empezó a convulsionarse en espasmos de dolor.

Su rostro, aunque mucho más joven, era claramente el de Lautrec.

El proceso podía afectar de muchas formas a los sujetos, sobre todo con la combinación de algo tan salvaje como un animal. Los que no morían en el proceso, lo hacían tiempo después; los pobres como Lautrec que sobrevivían eran conservados como un gran avance científico, como un trofeo.

>>Su sufrimiento fue constante, incluso después de haberle rescatado.

Continuamos avanzando, pero trataba de fijarme en las celdas ocupadas: un par de gemelos deformados y con máscaras de payaso que estaban acurrucados, una chica que tenía una constitución física más similar a la de un león, otra con la apariencia de un gorila… el espectáculo continuaba, y era aterrador a todos los niveles. Los pocos que eran conscientes de su derredor no tenían reparo en tratar de escapar del sufrimiento en el que su vida se había convertido: eran juguetes en manos de desconocidos que habían hecho de ellos unos desgraciados.

¿Qué ganaban con hacer algo así? —planteé en voz alta, en otro susurro.

El ser humano siempre busca superar a sus Dioses. —Nos acercábamos a un ascensor impoluto—. Pero al igual que Ícaro, que trató de volar con alas de cera hasta el Sol, ellos también pagaron con la vida sus experimentos.

Asentí, distraído, mientras empezábamos a subir.

Es curioso —señalé, tratando de llenar el vacío que nos separaba—. Si nunca hubiésemos venido aquí, jamás habríamos descubierto nada. Y todo hubiese seguido tal cual.

Dudo que fuese cuestión de azar. —Ante mi mirada de incomprensión, se explicó—. Estoy segura de que Alice podía sentir mi presencia en ese mundo y de alguna manera tú también. Todo pasa por un motivo Saito, si no hubiese sido hoy habría sucedido otro día.

>>Pero estábamos destinados a encontrarnos, tarde o temprano.

Las puertas se abrieron, dando lugar a una escena todavía más horrorosa que la anterior. Debía haber al menos un centenar de personas metidas en extrañas cápsulas, —teniendo en cuenta la extensión de la sala y las salas anexas a esta— mientras que grupos de científicos examinaban y anotaban mostrando ridículas expresiones de felicidad. Aquello parecía una comedia, pero no lo era.

Me entraron ganas de vomitar al verles regocijarse de todo lo que habían “construido” en aquella pequeña comunidad. Como si de una colmena se tratase; la mayoría de personas encerradas que alcanzaba a ver eran gente joven. Pero lejos de aquel dato que me llamaba la atención, las cápsulas y las máscaras de oxígeno… era como si todo eso ya lo hubiese visto antes. ¿Pero dónde?

Tras comentárselo a Elizabeth, me guió a través de unas escaleras sin dirigirme la palabra. Al parar en una sala, cogió aire mientras me señalaba las únicas dos filas de cápsulas que se encontraban una frente a la otra.

Este es el Lote 111. —Señaló la de la derecha—. Fue el primero con el que consiguieron resultados positivos, la asimilación se dio en la mayoría de los experimentos con resultados.

>>Es tu Lote, Saito.

¿Entonces yo?…

No me atreví a continuar hablando: ¿no era humano, o mejor dicho, nunca lo había sido? Me frené en seco. No quería avanzar, no quería verme convertido por segunda vez en un monstruo. Me aferraba a la esperanza de que toda esa situación fuese reversible, mi respiración se aceleraba mientras la mujer tiraba de mí.

Fuiste uno de los pocos casos en los que no salió bien. Hubo un fallo del sistema que impidió que el proceso acabase de darse por completo.

No tenía ni idea de lo que estaba hablando pero ya caía en la cuenta de cuando había visto todo aquello: en el Castillo del Olvido, durante la batalla contra Aaron. Ahora podía verlo desde fuera, con más nitidez. Lejos de aquel cascarón en el que me habían mantenido cautivo.

...¡Realizad una descarga eléctrica sobre este sujeto y un reconocimiento exhaustivo de todo su sistema sanguíneo! ¡Ahora!

La muchacha que daba órdenes era quizá algo más joven, pero seguía siendo la Elizabeth que tenía a mi lado. Bueno quizás la misma no, si había entendido bien la explicación de mi acompañante, la que estaba viendo todavía no se había sometido a aquel proceso. Era la doctora que Alice había mencionado antes.

Señaló al otro lado, la otra fila de cápsulas parecía vacía... pero emanaba un extraño poder que era capaz de sentir. Incluso si fijaba mi vista en algunas parecía que una imagen se empezase a formar.

Este es el Lote 192, dónde seleccionaron a los Entes más compatibles con vosotros.

¿Qué intentaban hacernos?…

Lo que hicieron —me corrigió Elizabeth, enfatizando la última palabra—, fue combinar vuestras psiques con las nuestras, para intentar crear una raza de humanos superior. Así lo vendieron, pero lo que querían era darle a los inversores un modo de alcanzar una perfección y poder que les daría todo lo que quisiesen. Utilizaron niños huérfanos para los experimentos porque sabían que nadie les echaría en falta, y si lo hacían sería demasiado tarde para ir a buscarlos.

>>Cuando intentaron llevar a cabo la práctica con nosotros, se dieron cuenta de que podíamos responder de dos formas: devorando y alterando la psique del usuario, imponiéndonos nosotros; o lo que ellos pretendían, que el humano devorase al Ente para alzarse en un nuevo ser.

Se mordió el labio, mientras miraba a la que debía ser su homóloga, al menos en apariencia.

Era una joven y prometedora doctora, pero muy ingenua. Tan pronto como vio el éxito de lo que estaban llevando a cabo, se ofreció voluntaria para ser de los primeros del equipo en probarlo. Y…

La devoraste.

Era ella o yo, no había otra alternativa. —Su mirada se endureció—. Yo no pedí esto, me lo arrebataron todo incluyendo a mi hija. Tú has tenido suerte, al menos tu cuerpo sigue siendo tuyo.

¿Entonces Alice no está fusionada conmigo de la misma forma que Elizabeth contigo?

No, vuestro caso es diferente. Alice no llegó a tocar tu psique, y tampoco podría hacerlo ahora. Como el proceso se interrumpió, su esencia ha quedado en una especie de limbo, podría decirse que su conexión contigo es lo único que la mantiene viva.

Callé, mientras bajaba la mirada. ¿Debía disculparme con Lacie por haberle arrebatado la vida a su hija, por ligarme a ella de por vida? ¿Pero no era yo otra víctima de los macabros experimentos? Había estado a punto de convertirme en un verdadero monstruo, o incluso a punto de perderme a mi mismo. ¿Qué se suponía que debía decir ahora? O mejor dicho, ¿quería saber algo más de todo aquello?

Siempre había querido resolver parte de los misterios que me rodeaban, pero ahora no estaba seguro de querer continuar abriendo puertas.

Lo siento Alice, por mi culpa tú…

La culpa no es tuya, Saito. Ninguno de los dos pudimos decidir formar parte de todo esto. Pero no podemos hacer nada ahora. Solo seguir.

Elizabeth nos miraba, esbozó una cansada sonrisa.

Me gustaría hablar con vosotros dos de tantas cosas, pero no podrá ser ahora. Celeste debe estar esperándote y…

¡Muchacho, hoy renacerás como alguien nuevo!

—¿No deberíamos esperar a la doctora Elizabeth? Ha ido a por los resultados del análisis, habría que esperar a ver si hay alguna fluctuación en la compatibilidad de este sujeto.

Estoy harto de esperar, y de que esa doctora novata nos dé órdenes y nos haga esperar por sus absurdas teorías. Fui el primero en obtener resultados, y te digo que lo lleven a la cámara parasitaria ahora.

>>Y si quiere quejarse a los de arriba que lo intente. Lo que cuenta en este trabajo son los éxitos, y si no nos arriesgamos no conseguiremos beneficio.

Miramos todos en la misma dirección. La cápsula que empezaban a transportar era la mía, la cual estaban dirigiendo hacia otra sala; podía verme ahí dentro, pero era mucho peor que contemplar a todos los que habían desfilado a mi paso. Aquel era yo, un niño pálido y demacrado, al que debían haber cogido de cualquier orfanato. Porque prefería pensar que era huérfano a creer que unos padres de verdad habían accedido a someter a su hijo a algo así.

No pude desviar la mirada. Di un paso, y otro, y otro, hasta colocarme delante de mi propio espejismo. Me aterraba desconocer que era lo que me habían hecho, pero lo que más me asustaba era no acabar de reconocerme en la figura que estaba viendo ahora.

Deberíamos irnos —musitó Elizabeth, colocando una mano en mi hombro—. Has descubierto la verdad, no tenemos nada más que hacer aquí.

Me dirigí un último vistazo, mientras tomaba aire: yo ya no era aquel niño. Había llegado a ser lo que era a pesar de todo lo que se había interpuesto en mi camino, y aunque ahora no fuese capaz de verlo, algún día se convertiría en alguien como yo.

¿Seguro?

Noté una sensación envolverme, era algo aterrador. Como si hubiese sido aislado de todo el mundo que me rodeaba. Aunque fue solo un segundo, quizás menos, pude ver con claridad cómo tocaba el cristal que envolvía a mi otro yo y como éste abría los ojos. Me sentía abrumado, confuso, y por algún motivo me faltaba el aire.

Mis piernas fallaron hasta el punto de que llegué a caer de rodillas. El frío de aquel suelo me hizo estremecer, y mi estómago se revolvió ante el penetrante olor a hospital que estaba tratando de aspirar para no ahogarme.

Quería gritar, pedirle a Elizabeth que me sacase de allí. Pero sólo podía mirar como yo mismo me estaba devolviendo la mirada, ambos con expresión incrédula. Si la cabeza me tenía que estallar, que fuese ahora. Pero quería despertar de aquella maldita pesadilla.
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor Denna » Jue Jun 23, 2016 12:14 am

Había renunciado a dormir aquella noche.

A pesar del cansancio, la vergüenza y el miedo me impedían ceder al sueño. Sabía que si cerraba los ojos un instante me dormiría. Y entonces soñaría. Y no estaba preparada para enfrentarme a eso tan pronto.

Cerré el puño sobre la pluma y la tinta oscura me manchó la piel. Al menos no podía decirse que desperdiciara el tiempo. Mi mirada se posó sobre el cuaderno, ahora lleno de garabatos. Lo repasé una vez más, con el ceño fruncido por la concentración. Llevaba siglos sin tocar una pluma y eso no había contribuido a mejorar mi caligrafía, torpe de por sí.

A mi querido hermano...


Cerré los ojos. «Voy a conseguir que me maten».

Pero ni siquiera el más razonable de los pensamientos hizo que reaccionara.

Faltaba muy poco para que amaneciera en Bastión Hueco. El cielo empezaba a clarear por el horizonte, y en unas horas ya estaría de nuevo sumergida en ese torbellino frenético y caótico que había traído el fin de la guerra. Volvería a la rutina de entrenamientos y me quejaría de las clases como si nada hubiese pasado. Fingiendo que todo iba bien.

A mi querido hermano:

Creía estar acostumbrada a la muerte. Para la gente como nosotros, la Parca no es más que una vecina, una segunda sombra. He visto a incontables personas morir quemadas y ahorcadas en público. A otros tantos sucumbir a enfermedades: tuberculosis, fiebres, huesos rotos y heridas infectadas. Y a esos, incautos y espías, que se adentraban a la Corte de los Milagros y jamás volvían a salir.

Hermanito, me estoy volviendo loca.

Lamento no poder contarte esto en persona. Si pudiera, escaparía ahora mismo y volvería a París. Pero tras lo ocurrido esta noche estoy sentenciada a ojos de Dios. Lo más probable es que cuando leas esto yo ya esté...


Me froté los ojos con el dorso de la mano. Los dedos me temblaban y, al final, me rendí de nuevo a los sollozos.

No podía contarle eso. Ni a Gilbert ni a nadie. Había pensado en Saito, pero... él no lo entendería. No si eso resultaba ser cierto.

Pero no deja de ser mi amigo... —murmuré.

«Ah, pero ¿lo es? ¿De verdad? Entonces ¿por qué ocultarte lo de Elizabeth? ¿Por qué evadir tus preguntas? ¿Eso es lo que hacen los amigos?».

Bastó para descartar la idea. Al menos por aquella noche. Pero necesitaba sacarlo, aunque fuera dejándolo por escrito y entregándoselo a mi hermano cuando... pudiera. Él lo entendería y podría contárselo a mi familia, no me juzgaría si lo explicaba todo.

Con una sola carta no bastaría, sin embargo.

Arranqué con cuidado la última página.
Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Denna
29. Dragón
29. Dragón
The Unknowns
 
Mensajes: 852
Registrado: Lun Mar 09, 2015 11:26 pm
Dinero: 522,716.96
Banco: 15,528.00
Ubicación: Invernalia.
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 2

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor H.S Sora » Jue Jun 23, 2016 1:10 am

Spoiler: Mostrar


Volver a ver aquel cielo de París me hizo relajarme un tanto. Estaba en el tejado pero no parecía haber pasado mucho tiempo durante aquella escapada o de lo contrario estaba seguro de que Celeste ya estaría allí pidiéndome explicaciones.

Me reincorporé, a tiempo de observar a Elizabeth cerrar la ventana.

¿Qué ha pasado?... —Me atreví a preguntarle.

Se dio la vuelta despacio, su expresión era indescifrable pero sabía que no podía ser nada bueno. Tragué saliva, temeroso ante esa pausa dramática mientras se acercaba a mí.

¿Que qué ha pasado? —Repitió, un par de octavas por encima—. Yo te lo voy a decir: no sé cómo te las has apañado, pero has estado a punto de cambiar el pasado. Se supone que desde mi ventana sólo podemos ver lo que está sucediendo, y nos adentramos lo suficiente para observar pero nunca para cambiar.

>>Y tú, literalmente, te has tirado de cabeza por esta vía de conexión.

¿Pero he cambiado algo?...

Lanzó un suspiro, mientras bajaba la mirada.

Lo dudo. Creo que he logrado sacarte antes de que nadie te viese, y no parece que hayas hecho ningún cambio o de lo contrario no estarías aquí. Tu cuerpo habría desaparecido al hacerlo, o ahora estarías sufriendo de una manera indescriptible.

Por un momento me aterroricé aunque las palabras de Elizabeth me tranquilizaron, ya que no sentía ningún indicio de eso. Pero sabía que me había visto, sus ojos se habían clavado en los míos. No habían sido imaginaciones mías. Su mano se posó en mi hombro. Yo temblaba.

No sé qué ha pasado. —Me limité a decir—. Yo no pretendía hacerlo.

Estaba seguro de lo que había escuchado antes de caer, pero no entendía por qué. El corazón me latía aún más rápido, me aterraba la idea de haber cambiado algo o de que él tuviese algo que ver en todo aquello.

Hacía más de un año que no se había manifestado, pensaba que el Maestro Ryota al final tenía razón y que por eso no había vuelto a suceder. Que sólo tenía que ver con la Oscuridad de mi corazón, que quería engañarme y devorarme. Intentar olvidar aquella noche de pesadilla que había vivido con ella sería imposible ahora, cuando dudaba que la voz no fuese algo más.

No te juzgues Saito, las anomalías a veces pasan…

¿Qué pasó con los otros experimentos? —Cambié, tajante, de tema—. Aquello era una colmena, no me creo que solo sobreviviese yo y un par más como vosotros.

Muertos. Los pocos que consiguieron salvarse de aquel infierno murieron a las pocas semanas, estaban en una etapa del desarrollo demasiado experimental como para que pudiesen sobrevivir por su cuenta. Y los primeros híbridos no tuvieron mejor suerte: a duras penas conseguí llevarme a Lautrec, el resto había sufrido graves heridas o ya estaban muertos.

¿Y yo? ¿Cómo logré escapar yo? ¿Cómo sobreviví?

No sé cómo escapaste, pero lo hiciste. Debiste seguirnos a mi y a Lautrec hasta las cápsulas de emergencia… y llegarías al mundo adecuado, no lo sé.

Abrí la boca para protestar, pero la cerré. La vida en Ciudad de Halloween no había sido maravillosa, pero había subsistido. Aquello me hizo pensar en Louise: yo siempre había supuesto que llegamos juntos de dónde se suponía que pertenecíamos, ¿pero era cierto? De ser así ella también tendría que estar involucrada en todo el asunto de los experimentos, y frente a mí se habrían más preguntas sobre su desaparición; siempre cabía la posibilidad de que nunca hubiese existido, que mi mente se la hubiese inventado para olvidarme de todo. Aunque eso no explicaba de dónde salía el collar cambiante que guardaba a buen recaudo.

Resoplé. Había obtenido respuestas, lo que siempre había estado buscando, pero seguían saliendo demasiadas preguntas. Cosas que quizá no averiguaría nunca, y que me carcomerían hasta el día de mi muerte. Pero tenía que intentarlo, no podía dejar las cosas así.

Tomé una decisión en ese mismo momento.

Ayudaré a Alice —sentencié—. No quiero que tu hija siga atrapada en este limbo, y estoy seguro de que tu tampoco. No merece ese destino.

¿De verdad?

Todavía no sé cómo, pero recuperaremos tu cuerpo. ¿Lacie?

Yo tampoco sé cómo podríamos hacerlo. Pero encontraré una solución, buscaré en todo el intersticio si hace falta.

Se llevó la mano al mentón y empezó a andar formando pequeños círculos.

Necesito pensar. Deberíais iros, pero volveremos a vernos antes de lo que pensáis.

Clavó sus ojos azules en mí, mostrando la curiosa sonrisa de la que me había prendado al principio de la noche.

>>Gracias Saito.

***


No sabía que decirle, ni tampoco que excusa darle. Quería decirle todo lo que sabía ahora pero, ¿podía? Había querido que eliminase a Alice, y la única persona que sabía de todo aquello era… bueno… ella. ¿Importaba en el fondo? No quería mentirle a Celeste, pero tampoco le haría ningún bien contándoselo.

A cada paso que daba hacia la salida, me sentía más y más inseguro. ¿Y si también se iba? ¿Y si la ahuyentaba? Sabía por experiencia propia lo que la gente opinaba de la Oscuridad, de lo que la gente veía en ella. Tierra de Partida era un gran ejemplo de esa visión en cuestión. Pero lo que quería contarle iba más allá, y no habría vuelta atrás una vez lo supiese.

Para bien o para mal.

Celeste…

Iba a continuar hablando, pero me detuve al mirarla a los ojos. Parecían vidriosos. ¿Habría estado?...

Te has hecho de rogar. ¿Y bien? ¿Ya la has “convencido”?

No. No podía decírselo. Ni siquiera sabía si tendría las fuerzas para decírselo algún día. Pero quería. ¿Entonces por qué no podía? ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Por qué tenía que ser un Monstruo?

Ya no es una amenaza. No volverá.

No por ahora.

El suspiro de Celeste se me antojó eterno. No sabía si estaría de acuerdo con lo que había hecho o no, la armadura de ella me lo impedía. Era como un muro que se extendía entre nosotros. Invoqué la mía, haciendo el muro aún más grande.

Esta ha sido, con diferencia, la peor fiesta de la historia.

Sin duda podría haber ido mejor.

Quiero... quiero volver a casa. Por favor.

Miré hacia atrás, contemplando la Ópera. Jamás hubiese imaginado que una noche tan tranquila se hubiese podido convertir en una pesadilla como aquella. Chasqueé la lengua. Con lo bien que había ido el picnic, ojalá hubiese seguido toda la noche igual.

Pero no.

Lo siento por todo. Volvamos.

Invoqué el Glider y despegué a su lado. Perdido en mis propios pensamientos, perdido en mis sentimientos y perdido entre todas las posibilidades a partir de ahora. Pero sobre todo perdido en un único pensamiento que me atormentaba por encima de todos los demás: ¿Y si Elizabeth había mentido? ¿Hasta que punto podía fiarme de ella?

***


Todavía quedaban unas horas para que el Sol despuntase en el País de los Mosqueteros, el mundo empezaría a despertarse poco a poco y para todos transcurriría un día normal. Incluso aquellos que viniesen a la Ópera la encontrarían tal y como la dejaron la noche anterior, con la puerta y la verja cerradas a cal y canto.

Ella se había encargado de que todo quedase bien atado, nadie sospecharía lo que había ocurrido esa noche en el popular edificio; con el gramófono encendido, terminaba un cigarrillo mientras miraba al exterior. No le gustaban, pero tenía que admitir que aquella costumbre humana la ayudaba a relajarse un tanto.

Miró al teléfono móvil que él le había dado… ¿sería buena idea llamar?

Una voz grave respondió al dar el segundo tomo de llamada.

¿Si?

La mujer sintió una punzada de culpabilidad. ¿Le estaba traicionando? Quizás podía hacerle entrar en razón de qué no había motivo para preocuparse, de que él no era peligroso.

Tengo que informar, he encontrado a uno de ellos. Pero puedo prometerle que él no es peligroso. No tiene las intenciones que se han visto en los otros que buscan…

Hubo un silencio al otro lado. Uno demasiado tenso, no le gustaba un pelo.

¿Tengo que recordarte porque sigues viva? Demostraste que a pesar de ser uno de esos experimentos, querías enmendar tus errores. No querías que ninguno de ellos hiciese daño, y nosotros no queremos que campen a sus anchas.

Lo entiendo Capitán, pero él es diferente. No pretende causar ningún daño.

Elizabeth, creo que ya sabes quién toma las decisiones aquí. Su nombre y el tipo de asimilación.

La mujer vaciló. Le había dicho que salvaría a su hija, y ahora iba a jugársela. Pero ellos también le habían prometido que la encontrarían y la ayudarían. Además tenían los recursos necesarios para que la operación fuese posible, que fuese incluso un éxito...

¿Sigues ahí?

Saito —dijo casi en un susurro—. Y en lo que al tipo de asimilación se refiere… es peculiar.

¿Qué quieres decir?

Hay un equilibrio entre Ente y Sujeto, ninguno de los dos se ha devorado.

¿Cómo? En los informes que nos diste no había ni rastro de algo así. Explícate.

La voz del Capitán sonaba más dura de lo habitual, de fondo la muchacha podía oír el traqueteo de los papeles. Serían los informes que se habían conservado tras el accidente y cuya copia les había entregado, sumado a los que ellos mismos habían elaborado con el paso del tiempo. Elizabeth carraspeó antes de responder.

Eso era porque nunca se pensó en otra posibilidad para el experimento que no fuese la de devorar o ser devorado. Hasta hoy.

Otro silencio.

No le matéis —rogó ella, antes de que él respondiese—. Mi hija es el Ente con el que está sincronizado…

Lo capturaremos con vida entonces.

Elizabeth seguía intranquila. No tenía otra opción, y no sabía hasta que punto podría cumplir su palabra si Saito se resistía. Y por lo poco que había conocido de él aquella noche, sabía que el muchacho lucharía. Hasta las últimas consecuencias.

Y una vez salvada ella, se decidirá el destino del muchacho. ¿Saito?… No aparece ni en los informes... —el Capitán parecía haberse centrado ya en la búsqueda del chico.

>>Pero le encontraremos. Gracias por tu ayuda, no olvidaremos la promesa que te hicimos. Estamos en contacto.

Colgó el teléfono e inmediatamente ella supo el error que había cometido. Ella si que no olvidaría nunca lo que acababa de hacer.

Jamás.

***


Volveremos a vernos antes de lo que pensáis.


Spoiler: Mostrar


Reprimí cualquier llanto durante el resto del camino, pero estallé al llegar a mi habitación.

¿Y si realmente era un monstruo? Uno de verdad. Uno del que no podría escapar jamás.

Spoiler: Mostrar
Y colorín colorado, el encuentro se ha acabado(?) He de decir que le tenía muchas ganas, por todo el cambio que supone para la historia de Saito. Una historia que en su día ni yo mismo tuve clara, y que gracias a este encuentro he podido atar y perfilar hasta convertirla en lo que tenemos ahora.

Muchas gracias a Denna por aceptar hacerlo, ha sido un enorme placer ^^

PD: Lautrec ha sido el npc de este encuentro (y posiblemente de muchos) con más cambios de nombre. Desde el nombre del personaje original, Washio, hasta el de Cecil, pasando por Valentine y Jared. Gracias a Dios que se quedó en Lautrec tras mucho hablarlo. Al final del encuentro Denna lo quiso volver a cambiar, por Alexandre. #LoSientoDennaTeníaQueDecirlo
Imagen

Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
22. Espectro
22. Espectro
 
Mensajes: 655
Registrado: Mar Sep 25, 2012 7:43 pm
Dinero: 3,775.22
Banco: 213,774.43
Sexo: Masculino
Karma: 3

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor Denna » Jue Jun 23, 2016 1:41 am

Siguiendo una corazonada, escondí la foto de Louise entre los papeles de la carta en vez de calcinarla con un Piro. Pensaba que, quizás, podía serme útil en un futuro, en caso de que sucediera algo.

Tomé la decisión poco después de que saliera el Sol. Escribir acabó de decidirme y, cuando terminé la última parte —la más difícil—, encerré el cuaderno en un cajón.

Salí al pasillo con paso vacilante. Tenía que aprovechar que era temprano y todo el mundo dormía; cuanto menos llamara la atención, mejor.

«Aún estás a tiempo de evitar todo esto».

«Se volverá contra ti tarde o temprano... Está en su naturaleza. Matar. Está en... la de todos...».


Negué con la cabeza como si así pudiera disipar el recuerdo. «Una bomba de relojería». Así lo había llamado.

No, ya hacía bien. Respiré profundamente y me planté frente a ese pasillo en concreto.

«Asesina».

La mano me temblaba cuando llamé. Los segundos se hicieron eternos mientras pensaba qué iba a decir. Y cómo, claro. Abriría la puerta en cuanto escuchara una contestación, con toda la entereza que fuese capaz de reunir.

«Humanos. Jamás os entenderé. Incluso en estos momentos... tú armada, y yo incapaz de defenderme, y estás más asustada que yo».


Perdón por molestar. Sé que no son horas. —Hice una pausa, consciente del lamentable aspecto que presentaba. El corazón me latía con fuerza mientras buscaba las palabras adecuadas—. No... no sabía a quién más recurrir...

»¿Puedo..?


«Sabes lo que ocurrirá si me dejas vivir. Sabes de lo que ella es capaz... y de lo que yo puedo llegar a hacer, ahora que sé quiénes sois».


Me mordí la lengua antes de derrumbarme y llegar a contárselo todo al Maestro. Era lo correcto, ¿no? Yo había cometido el mayor error de todos. Yo era la que estaba perdida y sin saber qué hacer. Yo era la que necesitaba ayuda y consejo.

«Asesina».

«Es misericordia, niña. En este estado... Incluso esa aguja que tienes por cuchillo podría acabar conmigo, y yo no podría ni resistirme. Veo que no lo entiendes. Nadie más... lo haría, supongo... Pero se trata de que sobrevivas, ¿no?».


Levanté los ojos.

Es sobre Saito. Ha pasado algo.

Spoiler: Mostrar
HALA YA ESTÁ.

Pues nada, después de casi un año acabamos este encuentro. Muchas gracias a Sora por escribirlo conmigo, la verdad es que ha sido muy divertido hasta que convertimos esto en un dramón~.

**Aclaración: en lo que respecta mi parte del final, es evidente que "falta" algo. No es que no lo haya escrito por pereza, es porque tendrá relevancia en un futuro y ya saldrá más adelante. Os juro que está escrito(?)

Gracias por leer~
Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Denna
29. Dragón
29. Dragón
The Unknowns
 
Mensajes: 852
Registrado: Lun Mar 09, 2015 11:26 pm
Dinero: 522,716.96
Banco: 15,528.00
Ubicación: Invernalia.
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 2

Re: [País de los Mosqueteros] Cuando el dique se rompe

Notapor Sombra » Lun Jun 27, 2016 12:24 am

Spoiler: Mostrar
*Resuena la cancioncilla de victoria de un RPG a vuestra elección*

Debo decir que ha sido un encuentro entretenido, aunque se me hizo un poco precipitado en algunos puntos (sobre todo a partir de que Lauctrec hace acto de presencia). En cierto sentido me parece "demasiada casualidad", y es algo que no me llegó a gustar demasiado. Sin embargo, eso no quita que éste sea un buen encuentro y que cumpla con su función.

Se nota que éste encuentro es muy importante, sobre todo teniendo en cuenta el papel que tiene Elizabeth a la hora de explicar lo de los experimentos y los Entes.

Con eso dicho. Voy a pasar a las puntuaciones:

Saito: 37 PX Si bien el personaje se ha mantenido fiel en todo momento, me habría gustado que profundizases más en sus sentimientos en los momentos claves del encuentro. En alguna parte parece que narrases la escena como algo lejano y que Saito es un mero observador, como quien ve una película. Esto es la única cosa que puedo remarcar como negativo, por lo demás tanto la gramática como la ortografía son impecables. ¡Sube al nivel 18!

Celeste: 38 PX La actuación del personaje ha estado muy bien de principio a fin. Lo único que veo de malo ha sido que Celeste queda en un muy segundo plano en las últimas rondas del encuentro. En mi opinión, incluso si la historia del encuentro no se centra en tu personaje debes buscar la manera de hacerte notar más, ser tú también la protagonista, ya que aunque como ya digo lo has hecho bien, las últimas rondas me han parecido en tu caso un poco de relleno (sin ánimo de ofender).

¡Sanseacabó! Revisad puntuaciones y si tenéis algún nivel pendiente no os olvidéis actualizar ~~
Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Sombra
149. Lingering Sentiment
149. Lingering Sentiment
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4720
Registrado: Mar Mar 31, 2009 9:01 pm
Dinero: 27,410.40
Banco: 0.00
Ubicación: Behind in the musgo
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 23

Anterior

Volver a Otros temas

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado